Capítulo Primero: Intrusos

"Sentía mis piernas desfallecer por el esfuerzo. No sabría decir cuánto había corrido ni tampoco hacia dónde me dirigía, pero no podía ni debía detenerme… Era una noche sin luna y yo avanzaba en medio de un bosque fantasmal, los árboles secos proyectaban un aspecto tenebroso al lugar con sus deformidades espectrales que engañaban mis embotados sentidos aumentando mi miedo e impidiéndome pensar con claridad… Mi corazón latía desesperadamente como queriendo salirse de mí pecho y la angustia crecía a cada segundo dentro de mí. Estaba viviendo la peor de mis pesadillas, corría tratando de escapar de los cadáveres que de pronto me perseguían saliendo de todos lados, intentando atraparme y llenándome de terror. ¿Cuándo llegaría la mañana para que todo esto se acabara y pudiera, por lo menos, mirar en dónde pisaba? Parecía que en este extraño lugar el único ser vivo era yo y, para colmo de males, no había un solo sitio seguro para protegerme… Algún lugar dónde refugiarme. La lluvia comenzó a caer con fiereza, dificultándome aún más el seguir avanzando, casi podía predecir el final de mi vida."

- ¡Patrañas…! -exclamé cerrando el libro y mirando su cubierta con fastidio- "El Bosque del Silencio". Intentas atrapar la atención, amigo... pero eres tan aburrido que hasta me dio sueño... - murmuré molesta y bostecé.

Un amigo me lo había recomendado y me dispuse a leerlo esa noche aprovechando que estaba de buen humor. Pasaban de las once, procuré encerrarme en mi habitación y apagué la luz, para crear un ambiente adecuado y la lectura fuera interesante, me cubrí con una manta simulando una casa de campaña y sólo utilizaba la linterna; sin embargo, a pesar del entorno silencioso, el libro sólo me provocó decepción… Muertos vivientes en medio de un bosque… ¡Bah! Preferiría ver alguna película de zombis o de fantasmas a media noche, por lo menos tendría acción y suspenso… aunque, lo único rescatable fue la descripción del bosque, creo que un lugar así en medio de la oscuridad sí me daría un poquito de miedo, tal vez considere darle otra oportunidad. En fin, puse el libro sobre el buró y me bajé de la cama al tiempo que desarmaba mi improvisado campamento, sentí sed y decidí ir hasta la cocina por un vaso con agua. Me calzaba los tenis cuando me sobresaltó un pequeño ruido. Mentalmente me regañé por haberme sugestionado con la anterior lectura.

- Fue tu culpa…-susurré murando el libro con molestia y proseguí con mi intención de salir. Antes de abrir la puerta y salir, escuché otro ruido, pero esta vez más fuerte y extraño que el anterior, agudicé el oído sintiendo la inquietud de que algo no marchaba bien y - Eso no fue mi imaginación… - murmuré.

Con cuidado y procurando no hacer ruido, entreabrí la puerta. Un tercer ruido se escuchó, lo que me dio la motivación suficiente para tomar un bate que tenía listo por si se requería y salí con cautela. El pasillo estaba totalmente oscuro, al igual que el resto de la casa… De pronto sentí que una mano me tocó, provocando que casi se me saliera el corazón del susto "¡Estoy muerta…!" Fue lo único que pensé y por reflejo giré violentamente, casi golpeo a la chica que vivía conmigo… Al ver mi reacción, me sujetó de los brazos con fuerza, impidiendo que terminara el movimiento. Sin duda sus reflejos impidieron que le hubiera partido la cabeza… en ese momento la historia que estaba viviendo parecía sacada de alguna película de terror, casi me da un infarto por la impresión.
- ¡¿Por qué apareces de ese modo…?!- le recriminé en voz baja- ¡Casi te golpeo con esto…! - le enseñé el "arma" que llevaba en la mano como si no la hubiera visto ya

- Lo sé, discúlpame... Me pareció oír ruidos, así que decidí asomarme, pero cuando salí al pasillo te vi y pues… - susurró a su vez - Procuré hablarte lo más sutil posible, ya sé cómo reaccionas...

- Bueno, bueno... - dije calmando el alegato- Yo también escuché ruidos…- le confirmé- Parece que alguien está dentro de la casa… pero yo me encargo de se lleve una buena lección…

- ¡No hagas una locura! Mejor llamamos a la policía y no nos arriesgamos...

- Tuya fue la grandiosa idea de dejar el teléfono en la planta baja...-ironicé acusándola

- Eso no tiene importancia, Alex... ¿Y si trae pistola…? – Preguntó asustada, yo no había pensado en esa posibilidad, pero considerarlo no me agradó en lo más mínimo

- ¡¿Por qué eres tan aguafiestas?!- le reconvine- Mira, quién sea que haya entrado, aún no sabe que ya nos percatamos de su presencia, lo cual debemos aprovechar para sorprenderlo… - la miré fijamente - pero si nos quedamos aquí, no lograremos más que perder el tiempo… Melisa asintió comprendiendo.

Decidimos avanzar pegándonos al barandal de la escalera, ya que no estaba hecho de barrotes, nos ocultaba perfectamente del intruso. Como gran cobarde que era, Melissa se colocó detrás de mí; no la culpaba, finalmente la única arma que había en casa era ese bate y yo lo tenía en las manos. Con cuidado, me asomé hacia la sala, donde pude distinguir una silueta que se movía con torpeza registrando cajones y puertas del librero y vitrinas. Al no encontrar lo que buscaba pareció decidirse a entrar en las habitaciones, porque se encaminó directamente hacia donde Melisa y yo nos encontrábamos. Le hice una seña a mi amiga, quien comprendió al instante y se agazapó del otro lado del pasillo, quedando entre nosotras el hueco de la escalera. Sentía la adrenalina recorriendo mi cuerpo, los brazos me hormigueaban de anticipación por lo que estaba a punto de hacer y por la incertidumbre, ¿Qué tal si no resultaba? Sin querer recordé el detallito de la posible pistola y le agradecí mentalmente a mi amiga, pero no era momento de hacer caso a los temores; era él o nosotras y no iba a permitir que nos hiciera daño… Cuando se acercó a donde Melisa se encontraba, ella extendió su pierna con fuerza, propinando un certero golpe en el tobillo del intruso, provocando que se tropezara al tiempo que yo me incorporé asestándole un batazo en la espalda con todas mis fuerzas. El hombre cayó al suelo completamente noqueado, intentando incorporarse sin éxito, entonces volví a golpearlo dejándolo inmóvil.

- ¡Prende la luz…! – le grité a Melisa que se había quedado pasmada mirando al hombre en el suelo

- ¡Lo mataste! - exclamó casi histérica, pero sin atinar a moverse

- ¡No digas tonterías…! -increpé- Sólo fueron dos golpes…- la miré con dureza- ¿O hubieras preferido que nos hiciera daño...? - la pregunta sonó más cruel de lo que esperaba- ¡Ya prende la luz…! Hay qué llamar a la policía… - la apremié.
Por fin, mi amiga hizo caso mientras yo me revisaba al ladrón superficialmente, lo moví un poco para asegurarme de que seguía respirando y al ver su rostro lo reconocí: era un conocido maleante de la colonia vecina. Lo dejé tal cual había quedado mientras esperábamos a que la policía llegara para llevárselo y declarar cómo habían sido los hechos, después de todo, nosotras sólo nos defendimos. Como era de esperarse, pasamos toda la noche en la estación del Ministerio Público haciendo declaraciones y levantando la denuncia con todas sus agravantes mientras esperábamos, también, el parte médico del sujeto. ¿El resultado? Le rompí la espalda con los dos golpes, pero como el tipo sí iba armado y había entrado sin nuestra autorización ni conocimiento, quedó asentado que los golpes fueron propinados en legítima defensa, así que cuando llegamos a casa ya estaba por amanecer. El tipo quedaría a disposición por si alguna otra víctima aparecía para levantar cargos. El juez de turno mencionó que estuviéramos pendientes del citatorio que nos llegaría en los próximos días, puesto que debíamos ratificar nuestras declaraciones para que al tipo le dieran sentencia.

- Va a ser necesario que llamemos a tu padre, Alex...- comentó Melissa – Necesitamos un abogado y él es el único que nos puede ayudar...

- No quisiera hacerlo, pero no tenemos otra opción...- la miré pensativamente. No me gustaba la idea de correr hacia mi padre en medio de una dificultad.

Sin duda, esa fue una noche de horror para Melisa y para mí, y no sólo porque alguien hubiera allanado nuestro hogar, sino también por todos los trámites burocráticos que tuvimos que realizar a pesar de que contamos con ayuda extra. No pudimos descansar, puesto que llegamos a casa al amanecer y con todo el nerviosismo y la adrenalina aun recorriendo nuestro sistema, decidimos alistarnos e ir a nuestro trabajo como cualquier día normal.

Por supuesto que, en cuanto vi a mi amigo Carlos, le reclamé la pésima recomendación literaria que me hizo, al tiempo que estrellaba, no con poca fuerza en su pecho, el ejemplar; sé que no fue lo correcto, pero con alguien tenía qué desquitar mi mal humor por no haber dormido y, además, algo le tenía qué decir acerca de la decepcionante lectura.

- Ya perdóname, ¿no…? – me decía entre risas.

- "Perdóname…" – repetí con burla y lo miré con molestia- recomienda cosas buenas o mejor quédate callado…
El día resultó peor que la noche anterior, no podía tener los ojos abiertos y me costó un mundo mantenerme despierta durante las clases de introducción que la universidad impartía a los aspirantes de nuevo ingreso. Cuando llegué a casa sólo saludé a Melisa y me fui directamente a dormir.

Hacía poco más de medio año que me había mudado con Melisa. Era mi amiga y compañera desde la preparatoria, cuando nos graduamos encontramos empleo en la misma empresa, pero dos años después decidimos independizarnos de nuestras familias y compartir un departamento. Ambas necesitábamos privacidad para nuestras respectivas actividades, así que conseguimos un buen lugar con dos recámaras, bastante amplio y cómodo.

Apenas ese año había decidido entrar a la universidad, por lo cual mis actividades se iban a duplicar, así como el trabajo. Melisa y yo repartíamos los gastos y nos habíamos organizado bastante bien, salvo por el detalle de las protecciones en puertas y ventanas; ella decía que no eran necesarias, pero con el incidente de la otra noche no tuvo más remedio que darme la razón. Esa mañana de viernes desayunábamos en la cocina antes de salir para nuestro lugar de trabajo.

- Te lo dije…- sonreí apenas se hubo sentado a la mesa

- Ya. No me digas nada… -suspiró con resignación

- Te lo dije… - la piqué con el dedo

- Alexis… ya… - se fastidió y me miró con cara de pocos amigos

- Te lo dije… - insistí maliciosamente

- ¡Basta ya! – me dio un golpe en el hombro y yo solté una carcajada

- Sólo dime lo que quiero oír…

- Está bien…- suspiró nuevamente y se rindió- Tú tenías razón y yo me equivoqué…

La miré con superioridad, no podía dejar de sonreír, me había salido con la mía y tampoco podía dejar de molestarla sobre algo que le había sugerido desde que comenzamos a vivir en la misma casa, también lo hacía, casi, por deporte.

- Y por fin… ¿ya decidiste cuales quieres…? – me miró

- Estas… -señalé un diseño poco convencional en una revista

- ¡!¿Qué?! – casi se le cae la taza de café de las manos- ¡¿Estás mal de la cabeza…?! ¡Están carísimas…!- se ofuscó
- Tranquila… hay facilidades de pago, además se ven bien, ¿O quieres otro ladrón en casa…? –pregunté con sarcasmo
- ¡Cómo te odio…! – me golpeó juguetonamente en el brazo y yo sonreí- Siempre se tiene que hacer lo que quieres, ¿verdad?

- ¡Claro…! Yo mando aquí…

- Ajá… sueñas, Alex… - rio de buena gana y luego agregó - Vámonos ya, o no llegaremos a tiempo...

La familia de Melisa tenía un nivel socioeconómico medio, no carecían de nada y podían darse algunos lujos; sin embargo, su madre poseía una actitud nada agradable, siempre se desenvolvía con aires de grandeza, se sentía de la aristocracia y era bastante presumida. Cuando llegaba a visitar a su hija, de verdad que era insoportable, pero procuraba aguantarla, no podía decirle a mi amiga que su mamá me causaba agruras, ¿verdad? Ella era tan dueña del departamento como lo era yo, así que su familia podía, cuantas veces quisiera, ir a visitarla.

Su padre, por otro lado, era un hombre cabal y sensato… estando solo, porque cuando le acompañaba su esposa se dejaba arrastrar por ella y se volvía un tanto imprudente, muchas veces me preguntaba por qué llevaba los pantalones si era claro que quien mandaba era la mujer. Tampoco era fácil de llevar, por lo menos para mí, Melisa parecía haberse acostumbrado o, en el último de los casos, resignado. Después de todo, era su madre y nada podía hacer al respecto. Además de mi amiga, los señores Aragón tenían dos hijas más: Sandy de 26 años y Erin de 17 (Mel tenía 20, igual que yo). Ellas eran otra historia, no se parecían a sus padres en cuanto a carácter y conducta indeseable; me agradaban y cuando llegaban a visitar a Melisa yo también las recibía con gusto.

Después del incidente con el ladrón a mitad de semana, no tuve más remedio que darle la razón a Alex sobre las medidas de seguridad que tanto mencionó desde que nos mudamos a ese departamento, ingenuamente aún creía en la honestidad del ser humano, con tristeza comprendí que la gente no comparte mis ideas, en fin... Después de tanto discutir, acordamos un modelo de protecciones y seguridad que no excediera nuestro presupuesto y el viernes de esa semana se instalaron en puertas y ventanas, ya que mi amiga tenía actividades en la empresa, yo tuve qué solicitar un permiso en para supervisar esa actividad.

Mis padres llegarían a cenar el fin de semana, decidieron que no estarían tranquilos hasta cerciorarse de que todo estaba en orden y que nos encontrábamos bien. Yo sabía que a Alexis no le agradaban del todo, principalmente mi madre, y a pesar de que tendía a expresar lo que pensaba, con respecto a mi familia solía guardar sus comentarios. Hecho que le agradecía porque, he de reconocerlo, tiendo a ser un poco intransigente y si algo se le ocurriera decir en relación a ellos seguramente saldríamos peleadas y ni ella ni yo queríamos eso. Afortunadamente también vendrían mis hermanas, lo cual destensaría el ambiente casi en su totalidad, pues Alex llevaba una relación bastante estrecha con ellas, incluso mejor que yo…

La verdad no me resultaba extraño, pues ella siempre o casi siempre, trataba de estar de buen humor… pocas veces la había visto de malas y era, principalmente, si no puede dormir o cuando tiene hambre; en esas ocasiones parecía que se desataba el infierno y yo prefería mantener mi distancia. Desde que estudiábamos la preparatoria he sabido eso y ahora que vivimos bajo el mismo techo he aprendido a sobrellevarlo… y a sobrevivirlo.

La cena pasó sin contratiempos. Mis padres se marcharon cerca de la media noche y mis hermanas decidieron quedarse a dormir, tenían planes para el día siguiente, dijeron. Yo no tuve inconveniente, pero cuando Erin se aferró a quedarse en la habitación de Alex, ésta pareció tensarse un poco, aunque no dijo nada y eso me resultó extraño; por lo general se alegraba cuando mi hermana dormía en su cuarto… Supuse que se debía a que el trabajo en la oficina había estado pesado y la presencia de mi hermana en su habitación significaba desvelo seguro, sin más, a eso achaqué su reacción, de cualquier manera, se lo pregunté cuando lavábamos los trastos de la cena.

- ¿Te sientes bien, Alex…?

- ¿Por qué lo preguntas…? – siempre he odiado que me responda con otra pregunta y siempre lo hace, suspiré con resignación

- Porque te noté bastante tensa hace un rato… - contesté directamente, cortando su juego

- Obviamente…- respondió y me miró- tu hermanita parece nunca cansarse y yo no he dormido bien desde el incidente del miércoles...- Me pareció una buena razón, sin embargo, no me convenció del todo.
- ¿Me estás pidiendo discretamente que te rescate de mi hermanita…? - bromeé y ella suspiró resignada
- Si pudieras te lo agradecería… -me miró contrariada- pero ya sabes que convencerla es imposible… Me pregunto: ¿Acaso habré hecho algo tan malo en mi otra vida para que en ésta tu hermana se encargue de hacérmelo pagar…? -sonrió
- ¡No exageres…! – Reí de buena gana ante su ocurrencia- Erin no es tan mala…
- Si yo no digo que sea mala, sino… Un poco demasiado inquieta...- me lanzó espuma a la cara
- ¡Oye…! - le reclamé y terminé con la batalla que quería iniciar, sobre todo porque al final, siempre era yo quien terminaba recogiendo el desorden que ella ocasionaba, me miró con frustración, pero al salir de la cocina me mojó y escapó riendo.
Regresé a la sala donde, se suponía, Alex y mis hermanas charlaban animadamente, pero me pareció extraño que mi amiga mantuviera una distancia más marcada de lo normal hacia Erin, algo raro estaba pasando; sin embargo, estaba demasiado cansada como para averiguarlo en ese momento.
- Bueno chicas, ya es hora de ir a dormir…- las miré atentamente- Sandy, hoy duermes con Alexis… y Erin conmigo…
- ¡Eso sí que no…! – mi hermana menor se opuso rotundamente- Yo siempre duermo con Alex y esta noche no será la excepción... - parecía una niña pequeña haciendo pucheros

Diciendo esto, se colgó del cuello de mi amiga, quien me miró suplicante mientras separaba a mi hermana de su cuerpo, pero al instante cambió su gesto a uno de resignación, como diciendo su acostumbrada frase "te lo dije". Sonreí, sin duda sería un martirio para ella; Erin le impediría dormir, pero sería yo quien tendría qué soportar su mal humor después… Ni hablar, nos despedimos y cada pareja se fue a la habitación correspondiente.

Intenté pedir auxilio discretamente a la despistada de Melisa, pero cuando me preguntó si me ocurría algo, no pude decirle nada. ¿Cómo plantearle que su hermana menor últimamente, cuando se quedaba en mi cuarto quería hacer algo más que sólo dormir…? Seguramente no iba a creerme, puesto que con anterioridad había sucedido que al querer comentarle algo respecto de su familia, concretamente de su progenitora, se había puesto como loca… en circunstancias así prefería aguantar a su madre que sus gritos, y la situación actual era una de esas ocasiones...

Conocí a sus hermanas casi al mismo tiempo que a ella y desde entonces se crearon lazos fraternos entre ellas y yo, hasta hacía un par de meses que había comenzado mi calvario con la hermana menor de Melisa. Sandy era un poco más seria y reservada en cuanto a su carácter, se podía hablar con ella de un sinfín de temas y su compañía era realmente agradable, emanaba un aura de tranquilidad y bienestar. Erin por su parte, era una chica por demás activa, casi nunca se quedaba quieta y siempre tenía ideas divertidas.

Sin embargo, su actitud de las últimas veces me estaba asustando y no sabía cómo reaccionar. Había notado que su comportamiento y conducta hacia mí estaban cambiando, pero mis sospechas se confirmaron hacía dos semanas, durante uno de los fines de semana en que ella y Sandy se quedaron a dormir, como regularmente hacían.

Generalmente el no poder conciliar el sueño me ponía de un humor de perros, pero con Erin siempre podía platicar toda la noche sin agotarme, era muy divertida… hasta que comenzó a tener ciertos acercamientos sospechosos y a hacerme preguntas raras…
- Oye Alex… ¿puedo hacerte una pregunta personal…? – preguntó de pronto y se puso de lado para verme
- Depende qué tan personal…- sonreí y la miré a mi vez mientras seguía acomodando las cartas con las que estábamos jugando
- Anda, contesta lo que voy a preguntarte…-insistió sentándose como indio sobre la cama

- Trataré de hacerlo, pero si es muy entrometida ni sueñes en saber nada… –le advertí

- Ok - sonrió animada y se colocó más cerca de mí, yo la miré atenta. Percibí su intención de acercarse más, pero sabía bien que no era muy afecta al contacto prolongado con una persona. Me miró inquisidora antes de hablar, estudiándome y me pareció gracioso.

- ¿Algún día vas a preguntar…? – Su actitud curiosa me estaba intrigando

- ¿Te gusta Melisa…? - preguntó de golpe, y yo la miré con sorpresa y extrañeza a la vez, intentando comprender si había entendido bien su pregunta y casi en seguida solté una gran carcajada - ¡No te rías! Estoy hablando completamente en serio... - se quejó aventándome un cojín
- ¿A qué viene ese cuestionamiento…? - pregunté por respuesta en medio de risas y atrapando el objeto destinado a golpearme la cara

- ¡¿Es que acaso no puedes contestar decentemente…?!- se indignó un poco por mi reacción – responde y ya…
- ¿Para qué quieres saber…? - yo no paraba de reír, aunque me causaba curiosidad su pregunta
- Mi hermana tiene razón en odiarte, cuando haces eso eres verdaderamente insoportable…- dijo al tiempo que me golpeó en el hombro con molestia lo cual me causó más risas.

- Si no me contestas yo tampoco lo haré…- sentencié tratando de controlarme

- Siempre tiene qué hacerse lo que tú quieres…-me miró enfadada- Quiero saberlo porque… Bueno... Tengo curiosidad, ustedes parecen una pareja, ¿sabes? - su mirada se volvió escrutadora- Melisa es... abiertamente gay, todos conocemos su última relación y pues, casi en seguida que terminó ustedes comenzaron a vivir juntas, se entienden, se llevan perfectamente, se organizan…

- Eso no significa que estemos en medio de una relación romántica, Erin...- la interrumpí sintiendo un poco de incomodidad, deteniendo las risas- Vivimos bajo el mismo techo y la organización es necesaria para que la casa funcione…-adopté un tono serio- Me agrada mucho el carácter de tu hermana… Ella es el orden que este lugar requiere…-sonreí- si sólo yo viviera aquí, ten por seguro que esto sería un caos nada decente para habitar… Quiero a tu hermana, pero no de la forma en que insinúas...

- ¡Oh, vamos, Alex! - Ninguna de las dos tiene novio o se ha molestado por presentarnos a algún chico, hasta yo reconozco que mi hermana es muy bella, no puedes decirme que, como mujer, no te llama la atención, aunque sea un poco…
- Creo que estás un poco confundida. Melisa es para mí como una hermana, al igual que Sandy y tú... Yo ni siquiera he pensado en relacionarme de esa forma con alguien, mucho menos con ella...- Sentencié con severidad ante su gesto de disgusto, esa conversación comenzaba a enojarme en serio, ¿a dónde quería llegar con esas preguntas?

- ¿Acaso ustedes dos nunca…? -insinuó con cierta curiosidad maliciosa, cosa que no me agradó en absoluto
- ¡Por supuesto que no! – declaré molesta - Eso va más allá de una pregunta personal, y te estás sobrepasando...
- Bueno… es que viven solas y la manera en que se llevan, pues, da la impresión de que entre ustedes hay mucha más intimidad de la que pretenden hacer notar…

- Estás viendo cosas donde no las hay, Erin, y te aseguro que nunca las habrá...

- ¿En serio…? - ese gesto perverso no se apartaba de su rostro

- ¿Qué pretendes…? - me aparté de la cabecera, ya ofuscada

- Nada…- la maldad apareció en su rostro de nuevo en forma de sonrisa, de pronto se sentó sobre mis piernas a horcajadas y yo me quedé rígida- sólo quiero saber si…-se acercó lentamente hasta quedar a unos centímetros de mi rostro- te atraen las chicas…

- ¿Qué…? - contesté con la histeria marcada en la voz, su cercanía me estaba incomodando- ¿Qué clase de pregunta es esa…? - cuestioné al tiempo que la sujetaba de los brazos tratando de apartarla

- Una muy simple, Alexis… concretamente, quiero saber si YO te gusto o por lo menos te atraigo…- su voz se volvió insinuante, me quedé en shock, no supe cómo reaccionar y me paralicé momentáneamente bajando la guardia
- ¡¿Acaso te has vuelto loca…?!- exclamé por fin y traté de levantarme, pero ella me lo impidió echando su cuerpo sobre mí…
- Me he dado cuenta cómo me miras, Alexis...- declaró con una seguridad pasmosa – Y la forma en que me hablas es diferente... - su mirada era pesada y penetrante

- ¿Qué…? - parecía que era todo lo que podía articular, tenía imágenes corriendo a toda velocidad en mi mente

- ¿Es que no lo has notado…? Te he enviado miles de señales, no puedes ser tan ciega. Me muero por ti, Alex… me encantas…- comenzó a besar mi cuello lentamente y al instante me quedé como de piedra otra vez, sólo que, además, sentía angustia y miedo.
- Pa... para ya Erin, por favor…- la tomé por los hombros y la empujé para apartarla de mí; sin embargo, la posición en que me encontraba ella tenía la ventaja- esto no es gracioso en ningún sentido, yo no…

No pude terminar la frase porque me besó abrazándose a mi cuello con fuerza y esa maldita imposibilidad de reaccionar me atacó de nuevo. Creyendo que, al permanecer estática, estaba correspondiendo a sus deseos no se detuvo.

- ¡Basta! - grité furiosa cuando pude liberarme de su prisión y ponía distancia al salir de mi cama - ¡Quédate quieta! - gruñí de nuevo cuando se arrastró por la cama para acercarse - No lo intentes otra vez…- ordené entre dientes presa de un creciente enojo combinado con temor y me alejé dos pasos

- ¡Vamos, Alex…! – sentada sobre la cama, me miraba de forma penetrante, lo cual hacía crecer dentro de mí una inseguridad que esperaba no notara – ¿Me vas a decir que no te ha gustado…?
- ¡Sí! ¡Y estás completamente loca…! Sabes de sobra que no tolero que invadan mi espacio personal y lo que hiciste fue sin mi consentimiento... Un acto completamente egoísta de tu parte y por eso mismo no quiero que te me acerques... – le espeté secamente.

- ¿Por qué...? – de pronto pareció que esa seguridad la había abandonado - ¿Por qué me tratas de este modo?
- Porque no me gustas... No me gusta que quieras forzarme a hacer tu voluntad, además, no me interesa tener contigo ninguna otra relación que no sea de amistad... Y si persistes en tus ideas absurdas, ni siquiera eso tendrás de mí... -cuando dije eso, las lágrimas aparecieron en su rostro, lo que me hizo titubear y bajar la guardia - ¡Por Dios, Erin! Eres la hermana de mi mejor amiga… No sé de dónde sacaste que tengo intereses románticos hacia tí…
- ¡Creí que te gustaba, Alexis…! Todas esas señales que nunca rechazaste... – en su voz se escuchaba el coraje y la frustración – Por eso decidí jugarme todo y arriesgarme a decirte lo que siento... Yo te quiero… Siempre me has gustado y creí que tenía una oportunidad contigo, aunque fuera mínima… - La miré fijamente, sus palabras me dejaron en shock, pero me obligué a serenarme y a recuperar el control.

- ¿Sabes qué? Debemos calmarnos y pensar en todo esto detenidamente...- le dije tomando un poco de valor, aún estaba un poco trastornada, pero pensé que lo mejor sería descansar y tocar el tema con la cabeza fría - Ya mañana hablaremos al respecto con tranquilidad…- jalé una almohada y un cobertor y me encerré en el baño. Quedarme en la sala no era opción, no quería que Melisa sacara conclusiones erróneas y armara una revolución, donde, sin lugar a duda yo saldría perdiendo… Pero el día siguiente llegó y mi malestar no remitió, sino que se convirtió en incomodidad y desconfianza.

- Parece que Alex se peleó con Erin…- comentó Sandy apenas entramos en la habitación, la miré extrañada

- ¿Por qué lo dices…?

- Porque antes de que regresaras de la cocina, yo fui al sanitario y las dejé unos minutos a solas…
- ¿Y eso qué tiene qué ver…? – no entendía a qué se refería – Normalmente pasan tiempo así y hasta el momento Alex no se ha quejado...

- Comúnmente Alexis nunca para de hablar estando con Erin, cuando volví, ninguna se había movido de su lugar, no platicaban y ni siquiera se miraban y tu amiga todo el tiempo se dirigió a mí, como si estuviera rehuyendo a nuestra hermanita…
- Creo que tienes razón…-coincidí relacionando su comentario con lo que había notado en la sala y en la actitud de Alexis - yo también noté algo raro… Aunque creo que no debemos preocuparnos por Erin, Alex sabrá cómo manejarlo…
- Pues… Tengo mis reservas y, conociendo a nuestra hermanita, quien me preocupa en esta ocasión es tu amiga…-me miró
- Sandy, si sabes algo dímelo, porque me parece que esto se puede convertir en un problema serio y no quiero malos entendidos... - le exigí en tono preocupado

- No estoy muy segura, Mel, sólo es una sospecha…-su mirada se tornó grave- Me parece rara su actitud, sobre todo cuando todo el tiempo parecían un muégano, es como si entre ellas hubiera pasado algo. Tal vez Erin hizo algo que disgustó a Alex, pero su comportamiento no es normal...

- Ahora que lo mencionas…-me tomé la barbilla pensativa- Alex me pidió que convenciera a Erin de que durmiera conmigo hoy y hasta se quejó un poco de ella...

- Pues hoy más que otras veces, Erin defendió a capa y espada su "derecho" a dormir con Alexis… Y eso tampoco es algo que ocurra comúnmente...

- ¿Crees qué…? – un sobresalto me sacudió y, como siempre, mi mente comenzó a trabajar a 1000/h

- No podemos afirmar que realmente haya ocurrido, pero es una posibilidad…
- ¡Si Alex se ha atrevido a tocar a nuestra hermana, te juro que ahora mismo le corto la cabeza…! - de pronto sentía mi sangre hervir de tan sólo pensar que pudiera haber algo entre mi hermana y mejor amiga…
Para mí, Erin seguía siendo una niña y no pude evitar imaginarme a Alex como el lobo rapaz que la quería devorar… Me enojé mucho e iba a salir para averiguar lo que estaba pasando y el porqué de la actitud rara que habían observado toda la noche. Hasta el sueño y el cansancio se me olvidaron; sin embargo, Sandy me detuvo alarmada.
- ¡Espera…! ¿Qué vas a hacer…?

- Voy a reclamarle a Alexis…

- ¿Y qué le vas a decir…? – me sujetó con firmeza- Son puras suposiciones, Melisa… piensa un poquito antes de hacer algo, en realidad no sabemos nada… Y, por otro lado, tampoco la puedes hacer culpable de todo, ambas sabemos que Erin no es precisamente la inocencia personificada...

- Pero es que…

- Honestamente, quien me preocupa es Alex… no te puedo explicar por qué, pero intuyo que Erin le dijo algo que le disgustó y mucho…

- Yo pienso lo contrario…-rebatí. Ya no pudimos seguir porque escuchamos voces fuertes provenientes del pasillo y enseguida golpes en mi puerta.

- ¡Melisa…! ¡abre, Melisa…! - era Alex quien me pedía que abriera, se le oía alterada y muy enojada, lo cual terminó de disparar mis alarmas.

Después de la noche en que Erin me besó y confesó sus intenciones, no hablamos y en ningún momento posterior tocamos el tema, en lo personal me incomodaba bastante… Pero después de la cena con sus padres no pude librarme de ella. En cuanto entramos a mi habitación me encerré en el baño y me alisté para ir a dormir. Decidí no darle importancia, estaba muy cansada y no había dormido bien con todo el ajetreo del ladrón, el trabajo y la universidad. Me dispuse a acostarme, Erin ya estaba en mi cama que, a pesar de ser enorme, se me antojaba diminuta, me acomodé lo más lejos posible dándole la espalda, cortando todo intento de contacto o comunicación.

- Que descanses…- habló con cierta inseguridad, al parecer había entendido mi mensaje silencioso y esperaba que durara toda la noche. Estaba cayendo en un sueño conciliador cuando escuché su voz de nuevo…- ¿Alex…? ¿…ya te dormiste…? ¿Alex…?

- Estaba a punto…- gruñí molesta- ¿Qué quieres?

- Alex… tenemos qué hablar…-susurró en mi oído- Por favor…

- ¡No me toques! -ordené al tiempo que abría los ojos y sentía rigidez en mi cuerpo, se alejó de inmediato, pero no mucho - ¿De qué quieres hablar? ¿Ya viste la hora que es…? - recriminé evidentemente fastidiada

- Alex… no me has dirigido la palabra en todo este tiempo…

- Es obvio que no tengo nada que decir. Pensé que el mensaje había sido claro.

- ¡Pero yo sí tengo mucho qué decir…! –dijo con voz firme y me abrazó por la cintura- Tú crees que estoy confundida con mis sentimientos, pero no es así, yo te quiero…- habló rápidamente

- No me interesa. No empecemos con esto de nuevo, Erin…- me deshice de su abrazo casi apartándola bruscamente y abandoné mi lecho. La miré con enojo, pero traté de hablar pacientemente- No he dormido bien y no estoy de humor para escuchar y soportar tus cosas… Así que, por favor, vuelve a tu lugar y cierra la boca.
Gran error, al decirle esto último me metí de nuevo a la cama con intención de dormir; sin perder el tiempo, ella se colocó encima mío exactamente igual que la última vez.

- Yo sólo quiero que me escuches, Alexis… Quiero que me des una oportunidad, por favor…

- ¡No, Erin…! –Contesté tajante- Te he dado mis razones y ahora hazme el favor de apartarte…- intenté desplazarla de un

empujón, en respuesta se sentó sobre mi estómago dominando la situación

- No voy a dejarte hasta que me beses - amenazó con firmeza

- Ni lo sueñes, no pienso complacerte… - contesté apretando los dientes, tratando de quitarla y a la vez de controlar la ira que comenzaba a hacerse más grande

- Entonces voy a gritar para que venga Melisa…- sentenció, había maldad en su voz y me quedé estática unos segundos, la miré comprendiendo sus intenciones al decir aquello

- No serías capaz…- la miré con enfado y sonrió con superioridad, en sus ojos se reflejaba su determinación demente para cumplir su amenaza

- ¿Quieres comprobarlo…? Sabes que tú tienes todas las de perder…

- Eres una maldi…

- ¡Ssht…! –puso un dedo sobre mis labios impidiendo que terminara la frase, mismo que en esos momentos tuve ganas de arrancar gustosamente – Cuidado con las palabras… Pueden ser un arma de doble filo...- sonrió burlonamente

Analicé la situación unos segundos, momentáneamente yo estaba en desventaja, tan sólo imaginar cómo se pondría Melisa se me erizó la piel, por lo pronto, Erin tenía la sartén por el mango… Yo estaba muy cansada como para armar una revolución en ese momento y, además, lidiar con mi amiga. Entonces, se me ocurrió hacer la mayor estupidez de mi vida: ceder.

- ¿Prometes dormirte si te beso…? - mordí el anzuelo, no fue difícil saberlo con semejante sonrisa de triunfo dibujada en su rostro

- Lo prometo… - y ella mintió vilmente, lo sentí como un maldito presagio de la mala suerte que se me venía encima.

Yo pensé en darle un beso casto, un roce nada más, después de todo sería mi primer beso, algo que nadie sabía (y nadie tenía qué saber), pero ella no pensó lo mismo y por ende no iba a conformarse si ya había accedido a cumplir sus deseos. En el momento en que sus labios tocaron los míos, sus brazos apresaron mi cuello, atrayéndome hacia ella, profundizando la acción, al instante quise escapar de esa trampa, pero inconscientemente me sentí indefensa y pequeña, invadida por infinidad de recuerdos nada agradables. Yo sabía que debía detener eso, pero no sabía cómo liberarme… De pronto sentí una de sus manos colarse debajo de mi ropa y eso fue lo que me hizo reaccionar, la aventé a la cama y me levanté. Estaba enojada con ella, pero más lo estaba conmigo por haberme dejado envolver y ceder a los deseos de esa niña caprichosa cuando no era lo que yo quería.

Aún tenía esas sensaciones e imágenes en mi cabeza, lo que estaba dando como consecuencia que comenzara a perder el control sobre mis acciones, estaba consciente que debía mantener la calma, no volvería a caer de la manera en que ella buscaba. Erin se dio cuenta de mi estado y quiso sacar ventaja, así que se me acercó otra vez y trató de besarme nuevamente, pero volví a rechazarla con brusquedad.

- ¡Ni lo intentes…! – le advertí mirándola con frialdad y enojo

- ¡Tienes qué quererme, Alex…! – sus palabras salieron casi como una orden, lo que provocó que mi ira aumentara
- ¡¿Tengo que quererte…?! ¡Ni tú ni nadie me va a obligar a hacer lo que no quiero…! – levanté la voz

- Entonces cumpliré mi amenaza…-se irguió insolente

- ¡Por mí haz lo que se te dé la gana! –su actitud no hacía más que avivar mi enojo y me coloqué amenazante frente a ella, lo que provocó que retrocediera ligeramente, pero ni así desistió
- ¡Melisa…! – elevó la voz con la intención de someterme
- ¡No me vas a intimidar con eso…! -escupí- Anda, grita más fuerte para que se despierte y venga a ver qué es lo que sucede...

- No me retes, Alexis... En este momento no me interesa nada más que el que me aceptes, ni siquiera me importa si mi hermana aprueba o no mis decisiones...

- No vas a hacerlo...-la miré con burla- No tienes el valor de mostrarte ante tu hermana como la serpiente rastrera que eres... Así que deja de molestarme de una vez por todas...- exigí

- ¡Entonces haz lo que yo quiero…! – exigió a su vez
- ¿Eso quieres…? - la miré fulminándola y abrí la puerta- ¡Melisa! - ahora fui yo quien llamó a su hermana, obviamente no se lo esperaba y en seguida el pánico asomó a su rostro
- ¡¿Qué demonios crees que haces…?!- exclamó detrás de mí, pero yo ya estaba fuera de mi habitación con intenciones claras de acabar con todo eso y no de manera pacífica - ¡Alexis…!
- ¡Melisa! –No me detuve hasta tocar con fuerza la puerta de mi mejor amiga - ¡Abre, Melisa!

Abrí de inmediato para encontrarme de lleno con Alexis hecha una furia y detrás de ella a mi hermana, que tenía el pánico dibujado en su rostro y parecía que en cualquier momento rompería a llorar… No supe cómo interpretar aquello, pero mi instinto primario era proteger a Erin. En un segundo pasó por mi mente todo lo que habíamos platicado Sandy y sentí la sangre subirme a la cabeza. Saltaba a la vista que la afectada era mi amiga, pero decidí ignorarlo, sería más fácil lidiar con ella después a tener que dar explicaciones a mis padres; sin embargo, tampoco podía dejar de lado la seguridad de mi hermana, así que...
- ¡¿Qué le hiciste a mi hermana, Alexis?! – la acusé de inmediato
- ¿Qué…? – preguntó desconcertada, pero de inmediato se defendió - ¡Yo no hice nada…! –contestó señalando a Erin que ya estaba detrás de mí - ¿Por qué no la interrogas a ella?
- Te lo estoy preguntando a ti…- la miré amenazante, sabía que ella me temía cuando estaba enojada y en esa hora estaba más que furiosa - ¡Contesta de una buena vez! ¿Qué le hiciste a mi hermana?
- ¡Pregúntale a ella qué fue lo que hizo! –me enfrentó furiosa, estaba temblando de coraje, sabía que de algún modo se estaba conteniendo
- Me queda claro por su estado que eres tú la responsable de lo que sea que haya pasado…- la acusé nuevamente ignorando sus preguntas

- ¿Sabes qué Melisa? Me importa un carajo lo que pase después de lo que te voy a decir… -me miró con determinación y cierta frustración mezclados con enojo, Erin comenzó a llorar, Sandy se había quedado estupefacta, nos miraba incrédula de la escena que se desarrollaba, nunca había visto a Alex hecha un energúmeno como esa noche.
- ¡No voy a creer nada de lo me digas, Alex! - sostuve su mirada- La percepción que tengo de todo esto sólo me ha aclarado las sospechas que tenía…
- ¡Tú y tu maldita percepción! – bufó- ¡Nunca vez más allá de lo que quieres…! ¡Siempre sacas conclusiones equivocadas! - dijo apuntándome con su dedo - Y antes que comiences a juzgar sin razón voy a decirte qué fue lo que pasó…- manoteaba al aire, era su gesto característico cuando se enojaba y no quería descontrolarse
- ¡Pues habla ya! – le grité impaciente abrazando a Erin
- Tu hermanita quiso acostarse conmigo e intentó chantajearme para obligarme a hacerlo… -soltó con coraje señalándola. Me quedé de una pieza ante sus palabras, no podía y no quería creer lo que estaba diciendo…

Estaba sumamente molesta por la situación que había provocado Erin, así que se lo grité a Melisa; sobre todo porque me estaba acusando sin razón y sin aceptar explicaciones, sin darme el beneficio de la duda y para rematar, Erin se había soltado a llorar como si fuera la víctima, cuándo ella era la que había ocasionado todo agrediéndome. Toda la simpatía que tenía por esa niña se esfumó en un momento - ¿Ya no vas a decir nada, Erin…? –la miré duramente, tenía qué hacer que hablara de alguna manera, después de todo ella fue quien comenzó a llamar a Melisa- ¿Acaso no querías ver a tu hermana…? –comencé a exasperarme por su silencio y avancé hacia ella.
- ¡Ni siquiera lo intentes! –mi amiga me cerró el paso firmemente, impidiéndome llegar hasta la mentirosa
- ¡Con un carajo, Melisa…! -volví a gritar apenas conteniéndome- ¡Por una maldita vez en tu vida mira más allá de tu nariz…!
- ¡Mírate, Alexis! ¡Apenas puedes controlarte! Eso sólo me da a entender que fuiste tú quien agredió a mi hermana y que intentas volver a hacerlo… - las cosas no iban nada bien, las dos estábamos exaltadas y la situación se había convertido en una bomba de tiempo…
- ¡Apártate de una buena vez…! – avancé moviéndola con brusquedad- ¡Erin, maldita cobarde, confiesa…! – entonces sucedió. Me quedé estática tratando de conectar lo que había sucedido. El ardor en mi mejilla y la mano de Melisa, me hicieron entender que me había abofeteado, pero no lograba relacionar coherentemente los últimos momentos.

Estaba ofuscada y además confundida, no podía asimilar lo que Alexis había dicho sobre Erin, pero una cosa sí tenía clara: defendería a mi hermana a costa de todo, y eso incluía mi amistad con ella (algo en lo que tuve que reflexionar seriamente tiempo después), por eso cuando vi que intentaba acercársele haciéndome a un lado no dudé en darle un puñetazo tan fuerte, que mi amiga se quedó como de piedra con el labio roto y sangrando y confundida… De pronto su gesto se endureció más y yo pensé que iba a devolverme el golpe, así que retrocedí instintivamente, justo en ese momento, Sandy que sólo se había limitado a mirar, por fin reaccionó situándose entre las dos.
- ¡No, Alex…! – suplicó al tiempo que la abrazaba tratando de calmarla- Por favor, no hagas algo de lo que puedas arrepentirte… Es obvio que no estás pensando claramente

Alexis dirigió su vista enrojecida hacia ella… Honestamente daba miedo, sinceramente yo nunca la había visto así tampoco y temí que le fuera a hacer daño a Sandra… Creí que en ese momento se estaban desatando todos los demonios del infierno en el interior de mi amiga. Sin más, se giró y cual torbellino, comenzó a destrozar todo lo que encontró a su paso mientras se dirigía hacia la puerta. Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo, aliviada en parte de que no se desquitara con mi hermana y agradecí su comportamiento destructor. Sin embargo, no pude evitar preocuparme, puesto que eran casi las dos de la mañana y Alex se había ido sin suéter, sin zapatos y sin dinero…
- ¿Qué va a pasar ahora…? - preguntó Sandy asustada y preocupada también
- No lo sé… - yo aún estaba en shock sin atinar a pensar en algo claro
- Voy a buscarla…- anunció al tiempo que caminaba hacia la puerta – Es peligroso que ande así por la calle, puede ocurrirle algo...
- No va a hacerte caso… -la detuve cuando tomaba un abrigo- Será mejor que dejemos que se calme y regrese por su propio pie… No sabemos hacia dónde se dirige y tampoco debemos arriesgarnos...
- Pero es injusto y lo sabes. Tal vez a ti no te importe, pero yo saldré y trataré de hacer que vuelva...- miró a nuestra hermana con furia contenida- Felicidades, Erin...- soltó irónicamente y acto seguido salió de la casa.
- Erin... - le hablé con dureza - Tenemos qué aclarar todo esto y ahora mismo vas a decirme qué fue lo que pasó realmente… Mi hermana seguía llorando, pero ya no estaba asustada, más bien se veía avergonzada.
- Alex… Dijo la verdad –soltó entre sollozos. Sentí que un balde de agua fría me cayó encima a pesar de que internamente lo sabía
- ¡¿Qué…?! –la tomé de los hombros con premura y la sacudí violentamente, tratando de entender lo que era más que obvio, pero que aún me resistía en aceptar
- Que Alex no mintió… -me miró dolida- yo quise obligarla a estar conmigo y la forcé a besarme…
- ¿Y por qué rayos no dijiste nada Erin? - Exploté. Toda la carga de la culpa y los sentimientos contenidos hallaron su salida – Viste todo lo que ocurrió y guardaste silencio. ¿Te das cuenta de lo que provocaste, de lo egoísta que eres...?
- ¡Tú viste cómo se puso! - utilizó tramposamente la reacción de Alexis - Me dio tanto miedo que me paralicé…-agachó la cabeza- Lamento que todo esto haya pasado… Yo no quería que se saliera de control.
- ¡¿Lo lamentas…?!- Ahora mi enojo se volcó contra ella, aunque en el fondo siempre supe que era responsable, no quise aceptarlo… Alexis tenía razón, yo nunca veía más allá de mi nariz tratándose de mi familia – ¡¿No querías?! Por tus caprichos estamos en este problema. Erin, Alex y yo nunca habíamos peleado de esta manera y mucho menos yo la había agredido físicamente, ¿te das cuenta de la gravedad? Me parece que no tienes ni pizca de idea; sin embargo, también soy responsable de esta situación, -la miré- y por desgracia lo único que podemos hacer a estas alturas, es esperar a que regrese para aclarar lo sucedido…

Nos sentamos en la sala, ninguna de las dos volvió a pronunciar palabra. Media hora después, Sandy regresó sola, nunca encontró a Alexis, parecía que se había esfumado en el aire. A esa hora, yo sentía la boca amarga y había comenzado a dolerme el estómago.

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Salí de la casa lo más rápido que pude, sentía que la rabia me consumía deseando destruir todo lo que estuviera a mi alcance… Parece increíble cómo un buen fin de semana se puede convertir en un infierno en cuestión de minutos… Melisa y yo nunca habíamos peleado más allá de una simple discusión misma que se arreglaba al instante, pero en esa ocasión las cosas fueron diferentes, pues hubo agentes externos que inclinaron la balanza en mi contra…

El único factor que impidió que las cosas terminaran en una tragedia fue que Sandra se encontraba en el lugar siendo testigo de todo. Cuando se colocó frente a mí intentando parar la pelea, provocó que sintiera un poco de vergüenza por mi comportamiento, por ello desvié mi furia hacia las cosas que estaban en el camino hacia la puerta de salida, necesitaba despejar mi mente y tranquilizarme, además de que nada me garantizaba bienestar si permanecía en el departamento.

Me dolía el labio y parte del mentón, fue entonces cuando entendí que lo que percibí como una bofetada había sido un puñetazo. Eso provocó en mí una sensación de tristeza mezclada con ira. Nada de lo que pasó estaba bien y ni siquiera era culpa mía o de Melisa, pero lo hecho, hecho estaba.

A veces odiaba actuar por impulso, como en esa ocasión, pues únicamente llevaba el pijama encima; sin zapatos y sin dinero, mis pies ya me estaban reclamando la ausencia de calzado, y como si eso no fuera suficiente, había comenzado a llover. Parecía que el dios de la mala suerte me había mirado para maldecirme… ¿Y todo por qué? Por el capricho de Erin. ¿Realmente había hecho algo tan terrible en el pasado? Se lo había dicho en broma a mi amiga, pero con todo lo ocurrido, ya estaba creyendo que podía ser cierto… Solamente faltaba que un perro hiciera sus gracias sobre mí…

La calle estaba desierta a esas horas y con la lluvia se veía desolada. Me dirigía a casa de la única persona que abriría su puerta para mí en esas circunstancias. Hacía frío, tenía toda la ropa empapada y los pies destrozados a causa del camino. Entré a un exclusivo barrio residencial y el guardia, que ya me conocía, al ver las condiciones en que me hallaba no dudó en dejarme pasar y a pesar de lo obvio, preguntó si me encontraba bien, solamente le dije que había tenido un incidente, pero todo estaba en orden. Obviamente no me creyó, pero ya no insistió. Al poco tiempo ya me encontraba tocando a la puerta de un lujoso departamento.

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- Ya tardó demasiado en volver…-comentó Sandy mirándome con la preocupación marcada en sus facciones
- Tienes razón… Ha pasado demasiado tiempo y eso quiere decir que Alex no va a regresar. Por lo menos hoy no lo va a hacer. Será mejor que nos vayamos a dormir…- sugerí aún más contrariada
- Pero… ¿No sería mejor si saliéramos todas a buscar a Alexis…? -intervino Erin sorprendida por lo que había dicho- ¿Qué tal si le pasó algo…?
- ¿Ahora te importa lo que pueda ocurrirle? En eso hubieras pensado antes de ocasionar este desastre, no creo que le ocurra algo peor de lo que tú le hiciste…-la acusé- Tengo la sensación de que ella está bien, por ahora no debemos preocuparnos más de lo necesario… - la ignoré dirigiéndome a mi hermana mayor

Sonreí forzada tratando de infundirle tranquilidad a Sandy, pues era quién en verdad estaba inquieta. Nos retiramos a mi habitación, ya habíamos recogido el tiradero que mi amiga había dejado antes de salir… ya fuera enojada o jugando, siempre terminaba recogiendo yo. Sonreí irónicamente… YO era la persona que más la conocía o de ello me jactaba; sin embargo, con ese incidente me di cuenta que la mayoría de las veces era Alexis quien buscaba una solución a nuestras diferencias tomando en cuenta mi forma de ser. Esta vez yo me sobrepasé. Ya habían pasado más de dos horas desde su salida y eso significaba una sola cosa: que había ido a refugiarse con quien la comprendía mejor que yo sin importar lo que hubiese hecho… No pude evitar una pequeña punzada en el pecho al recordarla y me enojé conmigo misma por ser tan testaruda… suspiré resignada, hiciera lo que hiciera, Alex nunca la dejaría porque al igual que yo, era su mejor amiga y en esos momentos era la persona más indicada para ayudarla.

Aunque tenía la corazonada de que se hallaba bien, tomé el valor de llamar para asegurarme y tener un poco menos de culpa.