7.
Al poco tiempo salieron del puesto de comida y se quedaron afuera. Lado a lado, pero sin hablar, sus miradas dirigiéndose al frente, teniendo un calor interior producto de recordar las experiencias de esa noche.
—¿Recuerdas? —Al poco tiempo preguntó Tomioka. Girando su cuello para observarla.
—¿Y que si lo hago? —cuestionó sonriente la joven y, a la vez un poco desafiante. Sus ojos violetas conectados con los azules del pilar de agua.
—Tú no me odias —declaró él, mientras sus palabras la golpeaban como una ola. Pero, en vez de enviarla a la orilla. La hundía, ahogándola en la verdad.
Esta vez, Shinobu se quedó en silencio.
—No me odias —repitió, volviéndolo a decir cuando la pilar de insecto no comentaba nada de esa afirmación.
Cansándose de esa palabra repetida sin cesar. Decidió abrir la boca para contestarle.
—¿Es lo único que sabes decir? —preguntó y esbozó una sonrisa—. Estoy segura que no soy masoquista para acostarme con alguien que odio. A pesar de que mis cinco sentidos no estaban muy bien esa noche.
—¿Que sientes por mí? —Su voz sonó tranquila.
Él la miraba serio. De nuevo, era agua calma y no el torbellino que sus recuerdos le decían que fue. Aunque si se observaba bien sus ojos, en ellos se reflejaba las ansias por escuchar la respuesta.
—¿Y tú que sientes por mí? —preguntó Shinobu, ahogándose hasta en su mirada profunda. Le hacía creer que sin palabras sabia la respuesta que había en su corazón.
—Te amo —fue tan sincero, tan claro que Shinobu claramente no se lo espero. Lo miró con los ojos expandidos de la impresión—. ¿Y tú?
—¿Me haces la pregunta honestamente? —cuestionó escéptica—. Creí que eras más listo —espetó—. Si no te odio ¿Qué puede ser? —preguntó—. Un sentimiento que me haga querer tocarte —Extendió su brazo y su mano acaricio la suave mejilla del pilar del agua—. Un sentimiento que me haga querer... —No dijo la palabra, pero en puntitas de pie, sus labios se acercaron lo suficiente para poder besarlo.
—¿Me amas? —susurró, antes que sus labios lleguen a rozarse. Sus alientos mezclándose.
—¿Debo darte un premio por acertar? —preguntó sin borrar esa sonrisa cordial—. ¿O a pesar de todo, debo contestar?
—El premio… —inició. Sus labios apuntó de rozarse—… lo tomare —Habló claro como el agua, antes de posar una mano en su pequeña cintura, atraerla hacia él y besarla.
En un principio fue suave, lento y Shinobu iba con la corriente, pero luego quiso ir contra. Sus lenguas comenzaron a bailar y a enredarse. Giyuu la atrapó en el torbellino de sentimientos que no paraban de derramarse.
Hasta que se separaron dejando un hilo de saliva entre sus labios. La mujer sonrió.
—¿Quien diría que Giyuu Tomioka quien es como una agua calma podía ser también una cascada?
—¿Te molesta? —preguntó con esa tranquilidad propia de él. Aunque sus mejillas se denotaba un leve rubor avergonzándose por la alusión de sus palabras.
La mujer negó con la cabeza. Volviéndose a poner en puntas de pie, rodeó con sus dos brazos el cuello.
—Quiero ahogarme —susurró honestamente, antes de besarlo lentamente como si una mariposa suavemente se posó en sus labios. En esos mismos labios que la sumergirían en las profundidades.
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[FIN]