Hazbin Hotel no me pertenece es propiedad de Vivienne Medrano, yo solo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Capítulo 1. Corazón sangrante.

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(Presente).

Ella mantuvo la mirada fija hacia el frente, de pie tras del enorme y frío vidrio de cristal transparente que la separaba de la habitación contigua.

Charlotte Magne apenas entendía la situación por la que estaba atravesando y en la que se vio involucrada por azares del destino. Sin embargo aprovecharía el tiempo restante para contemplar el rostro del hombre que le devolvía una miraba resuelta y una sonrisa confiada desde el otro lado del cristal; lo único a su alcance en esos momentos.

La necesidad imperiosa de correr hacia él invadió su ser. La mujer parpadeó lentamente sin perder detalle de lo que acontecía dentro de esa habitación y se desentendió por completo del mundo que la rodeaba; la angustia, la pena y más que nada… el dolor, se reflejaron en su semblante.

"Alastor" clamó ella en silencio desde el interior de su mente con la esperanza de que él pudiera escuchar el llamado de su desesperación.

Charlie no quería presenciar esto. Deseó con todas sus fuerzas haber conocido a ese hombre en el lapso de tiempo indicado, antes de que sus demonios despertaran y lo descarrilaran a través de ese oscuro sendero que lo llevó a su perdición.

—Espero te pudras en el infierno.

Una voz cargada de odio y rabia profirió desde el interior de la habitación, abstrayendo a Charlie de sus pensamientos y ocasionando que una exhalación altamente indignada escapara de ella cuando recepcionó dichas palabras.

Un hombre vistiendo una bata blanca se acercó a Alastor y lo miró desde su posición con algo que Charlie catalogó como falta de compasión, luego miró a Alastor quien a pesar de la severidad en los ojos del hombre, mantuvo una mirada fija inquebrantable con diversión. Algo que para cualquier otra persona hubiese sido inverosímil dada su situación actual.

Alastor no era un hombre convencional, mantenía esa impía personalidad que apelaba a la cordialidad rayando en una caballerosidad y excéntrico sentido del humor bizarro. Una sonrisa, incluso en el peor de los casos, siempre fue el sello distintivo que lo caracterizó.

Los ojos marrones de Alastor se estrecharon en el sujeto para dejarle entrever que esas palabras no hicieron más que causarle diversión, reprimió una silenciosa risa malvada al notar cómo él frunció el ceño ante su intensa mirada. ¿Quería romperlo? ¿Quebrar su estabilidad con esas palabras? Entonces tendría que hacer más que eso y rogar por tener algo de suerte.

El hombre con la bata extrajo tres diminutos frascos y una jeringa para después colocarlos sobre una de las frías mesas de metal junto a la incómoda camilla donde Alastor se encontraba parcialmente sedado. Miró por última vez el reloj que colgaba sobre la pálida y deprimente pared blanca y con la decisión tomada, mezcló las tres sustancias cristalinas a través de la jeringa.

El sujeto se acercó a la camilla repasando mentalmente el procedimiento a seguir, a saber, tenía la noción básica de cómo proceder con las pobres e infelices almas descarriadas que llegaban a esa habitación. Las instrucciones fueron claras: mantener las manos y pies fijados a esa camilla y dejar que el efecto de las sustancias hicieran efecto.

La mirada de Alastor se aferró al frente e ignoró las sonrisas de satisfacción de los espectadores, poniendo toda su atención a una sola persona de entre ese reducido grupo de gente que se había reunido con mórbido interés al espectáculo final de su repertorio.

Una conexión surgió entre él y esa pequeña mujer.

Las manos de Charlie estaban hechas un puño a la altura de su pecho y su respiración era bastante agitada al sentir cómo su corazón palpitaba con frenesí ante la expectativa del destino de Alastor.

—No tienes por qué ver esto —Vaggie le habló desde atrás con el afán de hacerla desistir de presenciar el desenlace de toda esa situación a sabiendas de cuán duro le debía resultar todo eso—. Vayamos al auto y esperemos a los demás afuera. Cuando todo esto termine te llevaré a casa.

Charlie no se inmutó ante su propuesta, ni siquiera la consideró una opción plausible a seguir pero reconoció lo generosa que era su amiga al querer reprimir el sufrimiento por el que estaba atravesando.

—No lo entiendes Vaggie, claro que tengo qué —Aun dándole la espalda, Charlie casi tuvo éxito en evitar que su tono se mantuviera firme. Se acercó más al enorme y frío cristal que separaba ese oscuro pasillo de la pequeña sala—. Simplemente no puedo irme ahora, si lo hago jamás me lo perdonaré. —Ella no le había dicho esto a nadie—. Huir de la manera más cobarde cuando él me necesita, no puedo y no quiero.

Por supuesto, se dijo Vaggie, ella nunca sería indiferente a la gente o su dolor. Charlie nunca ignoró el sufrimiento de cualquiera relacionado o no con ella.

—Charlie, entiéndelo nada te ata a él. No fue más que un engaño, desde el momento en el que lo conociste —Ya no pudo más, tenía que hacerle entrar en razón y evitar que siguiera aferrada a semejante aberración—. ¿Lo crees inocente? Todo lo que te ha dicho fueron viles mentiras, ¿y sabes que es lo peor Charlie? que ingenuamente has creído cada una de ellas.

La pequeña y rubia mujer bajó la cabeza en señal de asentimiento y por una fracción de segundo el rostro de Vaggie resplandeció con esperanza.

—Yo sé que no lo es —Admitió Charlie con dolor, demasiados años siendo juzgada por otros acarrearon desconfianza en ella misma y ahora, juzgar a Alastor la dejó emocionalmente quebrada—. Pero, no me importa quién fue antes o las cosas que hizo en ese entonces. Eso es irrelevante ahora Vaggie porque en menos de treinta minutos todo habrá acabado para siempre.

Charlotte deseó despertar justo en este momento y encontrarlo junto a ella como muchas otras veces, mirándola a los ojos y jurándole con esa apremiante e inconfundible sonrisa que todo estaría bien mientras le susurraba palabras que hacían a su corazón dar un brinco. Pero entendió que eso no era más que una simple ilusión que su desesperada mente y corazón se empeñaron en anhelar.

Quería encontrar esperanza en ese mundo que le había dado la espalda.

—Cariño, él no es inocente —Se obligó a responder Vaggie, soportando el reflejo de la expresión de Charlie en el cristal—. Es un asesino, él mataría a cualquiera o cualquier cosa sin pestañear. Incluso a ti si así lo hubiese querido, entiende, no tiene principios morales ni le importa alguien que no sea él mismo.

Error.

Vaggie estaba equivocada en ese aspecto. Los pensamientos de Charlie se dirigieron a Alastor y todas esas ocasiones que compartieron juntos durante ese año, todas las miradas que le dedicó y las palabras que le susurró al oído. No, Alastor quizá era un corazón sangrante al que le faltaba compasión, pero a pesar de ello pudo ver el atisbo de un sentimiento en él cuando estaba a su lado.

—Pero no lo hizo, él nunca me lastimó de ninguna manera. Pudo ser cualquier cosa —Una de las manos de Charlie se apoyó en el cristal con fuerza, justo sobre la figura semi inconsciente de Alastor—. Por eso necesitaba a alguien imparcial, a alguien que no juzgara y lo encontrara como culpable o inocente… necesito una amiga no un verdugo Vagg… ¿entiendes?

Las palabras calaron hondo en Vaggie y el pensamiento de que a Charlie realmente no parecía importarle lo que él había hecho se perpetuó con horror en su mente. Nadie en su sano juicio diría semejantes cosas; no lo comprendía del todo, o al menos no quería comprender el significado de dicho juicio.

La respuesta le golpeó con fuerza en el pecho y no hizo nada para mejorar su conmoción.

—Sabes —Vaggie le dio ahora la espalda cuando se dispuso a salir. No soportaría ver a su mejor amiga sufrir y si Charlie no quería retirarse del lugar entonces sería ella la que se marchara—. De una u otra forma tenía el presentimiento de que ese sujeto sostenía un secreto perturbador dentro de él. —Se quedó un momento callada escogiendo sus siguientes palabras—. Y me siento culpable por no estar ahí cuando ese imbécil entró a tu vida, pero ten por seguro que estaré contigo de ahora en más, que siempre tendrás una amiga en mi cariño.

Charlie no dijo nada, pero dignificó las palabras de Vaggie con una rápida mirada cuando ella se marchaba por el oscuro y frío pasillo. Su mirada regresó al interior de la habitación y entonces su corazón se contrajo dolorosamente por lo que estaba por ocurrir.

El hombre -a quien ella reconoció como "ejecutor"- rodeó a Alastor en una forma lenta y casi metódica al caminar como si estuviera observando a su próxima presa. Un mal presentimiento le sobrevino y se convirtió en realidad cuando éste hundió la aguja de la jeringa sobre la piel del hombre a quien todos llamaban culpable.

Aun en ese estado de semiinconsciencia la sonrisa de Alastor jamás vaciló y sus penetrantes ojos se encontraban semiabiertos estudiando cada uno de los movimientos del otro hombre cuando se inclinó para susurrarle algo.

Luchando por respirar, Alastor sonrió desagradablemente al bastardo frente a él escondiendo así algún indicio de cualquier sentimiento o pensamiento, un intento por salvaguardar el orgullo que aun poseía. En la lejanía fue consciente de Charlie, cómo una de sus manos se extendían hacia él en un vano intento por alcanzarlo.

Charlie, una inocente y delicada criatura dotada con una bondad sin sentido. Él lo supo con el pasar de los días estando en su compañía y lo rectificaba en ese momento cuando vio la mirada abatida en su semblante; en el fondo Charlie se aferraba a la idea de que había bondad en él.

Tanto como la amaba, también admitió que era bastante ingenua en ese aspecto por creer en semejante tontería. En él no residía la bondad.

Él sólo era un pecador recibiendo una penitencia después de ser juzgado, jamás sintió remordimiento alguno por los crímenes que cometió y eso no cambiaria incluso en el último minuto.

Pequeñas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la mujer y algo dentro de Alastor se removió, pero en esta ocasión no fue el sentimiento placentero por el sufrimiento ajeno; en el pasado tal demostración de miseria hubiese sido todo un espectáculo digno de admirar, ahora la infelicidad de esa criatura sólo le provocó un enorme malestar.

La idea de que a alguien le importara si vivía o moría era tan extraña y ajena a él que no estaba seguro de cómo responder.

—Sonríe cariño —resopló apenas con el poco aliento que le quedaba—. Nos encontraremos de nuevo en el infierno, mi bella demonio.

Más lágrimas asomaron en los ojos de Charlie acompañados de gritos de impotencia.

La respiración de Alastor se detuvo y los latidos de su corazón cesaron, la luz de sus ojos perdieron ese peculiar y peligroso brillo que lo caracterizaba. Y fue todo, la llama en su interior se extinguió para siempre de la manera en la que él siempre imaginó.

Estaba muerto.

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N/A:

Es la primera aportación que hago a este fandom, este fic es una de las primeras historias que escribí en mis inicios en el mundo del Fanfiction, decidí tomar esta historia y adaptarla al Charlastor porque siento que la trama que tenía originalmente encaja mejor con esta pareja…

Esto es apenas un prólogo y la historia se irá contando en retrospectiva hasta llegar a este momento de la trama, realmente es algo muy corto de apenas unos cuatro o cinco capítulos.

Gracias por leer n.n