III

Azira no era una persona que frecuentase muchos pubs. En realidad, ni siquiera era una persona que saliera mucho. Por eso, se convirtió en un poco fuera del lugar cuando llegaron al lugar donde sería su cena con el pelinegro. El lugar era amplio, con varias mesas. Tenía varios pósters con bandas de música rock. Una enorme bandera de la Unión Jack adornaba casi toda una vez, junto con un par de discos de vinilo decorados. En una de las esquinas estaba montado un escenario improvisado, tal vez había noches donde tocaban música en vivo. La iluminación era tenue y la música sonaba en un volumen bajo. Reina, al parecer. Sin dudas, el lugar perfecto para cualquier amante del rock. O al menos la sonrisa relajada de Crowley dijo mucho. Miró la ropa que traía puesta, comparándola con la que llevaba Crowley, sin dudas había una diferencia abismal entre ellos. El llevaba un enorme suéter color crema y sus pantalones cafés, lo que lo hacía parecer un anciano; mientras que el pelinegro vestía una chaqueta negra y pantalones de cuero negro, pareciendo una estrella de rock. Juguete con las mangas de su abrigo, nervioso. Tal vez debería haberle preguntado antes adonde iban o habría puesto algo más juvenil ...

–No te preocupes por eso –dijo Crowley interrumpiendo sus pensamientos, sujetándolo del brazo, dirigiéndose a una de las mesas–. Nadie te va a juzgar, ¿sabes? –Continuo sin voltear a verlo– Es solo un pub, puedes vestir como quieras ...

–Gracias ... –murmuró el rubio con una pequeña sonrisa. Se planteó un poco más confiado.

Sentarse en una mesa apartada para tener algo de privacidad.

–No es que me moleste estar aquí, ni nada por el estilo –comenzó a decir Azira con timidez–. Pero no se suponía que íbamos a salir a cenar ...

–No te preocupes por eso, ya verás –le respondió el pelirrojo sonriendo -. Vas probar el mejor Shepherd's Pie de todo Londres ...

–Eso suena genial.

–Dame un minuto en lo que voy a pedir la comida - dijo Crowley poniéndose de pie y dirigiéndose a la barra.

El rubio observo como hablaba con la encargada con mucha confianza, al parecer era un cliente habitual. Crowley era esa clase de persona, extrovertida, segura de sí misma. Lo apuesto a él en muchos sentidos. Desde sus formas de vestir, hasta sus formas de ser. Lo que hizo que se preguntara por el pelirrojo tuvo interés en alguien como él. Ni siquiera era divertido o interesante. Tal vez solo lo hizo por ser amable, tal vez así era con todos. Después de todo solo era una cena de agradecimiento, luego cada quien podía seguir con su vida. Algo se revolvió dentro de su estómago, pero trato de ignorarlo, forzando una sonrisa. No deberían hacerse ilusiones. En ese instante, su mirada se cruzó con la del cantinero, quien había incluido sus lentes y lo miraba divertido. Desvió su rostro, avergonzado de ser atrapado.

–Sé que no quieres tomar cosas con alcohol, así que te traje una soda. Si no te gusta puedo conseguir otra o un vaso con agua.

–Esa está bien, gracias –respondió Azira atreviéndose por fin a verlo.

–Así que tiene estado mirándome todo el tiempo ... –dijo Crowley con una sonrisa, colocando su mentón sobre una de sus manos.

–N – no es lo que crees ...– tartamudeo el rubio sonrojado– Bueno ... yo solo pensaba que te gusta frecuentar bares en tu tiempo libre por lo que veo ...

–Ohh –dijo el pelirrojo un tanto desanimado– Me gusta venir a este lugar, trabajar aquí antes y la comida es genial. Supongo que solo vengo por inercia –se encogió de hombros.

–Parece ser un lugar agradable para trabajar. Aunque yo no puedo hacerlo –confesó

–Tú eres más del tipo de libros y lugares silenciosos, ¿no es así?

–Tienes razón, por eso me volví editor de libros. Aunque si soy soy honesto, la oficina no es exactamente silenciosa cuando hay alguna fecha límite o un lanzamiento –rio–. Pero me gusta mi trabajo.

–Ya puedo imaginarme a la gente corriendo de un lado para el otro en medio del caos. Debe ser bastante divertido de ver –sonrió con malicia.

–Es terrible –suspiro el rubio recordando–. No sabes lo difícil que es concentrarse y mi jefe se vuelve aún más aterrador. Una vez tuve que acompañarlo a visitar uno de nuestros autores para recoger un manuscrito de último minuto. Cuando llego, lo regaño por no entregar su historia dentro del plazo hasta que el pobre escritor tuvo un colapso nervioso. Tuve que prepararle un té para que se calmara.

–Suena como un tipo horrible.

–Sí, da bastante miedo algunas veces ... Hoy se molestó conmigo por llegar tarde, por suerte tuve una junta temprana, por lo que el regaño duro mucho menos de lo habitual.

–Es un imbécil– susurró el bartender molesto–. Alguien debería darle una lección ...

–No digas eso, Crowley – le regaño Azira–. El solo hace su trabajo, además es mi culpa haber llegado tarde ...

–Eso no justifica que se comporte como un idiota. Si por mí fuera ya lo que ...

–Espero que no le estés dando problemas a este encantador joven –lo interrumpió la voz de una mujer de mediana edad, la misma con la que había estado hablando el pelirrojo, mientras colocaba un par de platos frente a ellos.

–Oh no, le juro que no es así –respondió el rubio con rapidez–. Al contrario, él ha sido muy amable conmigo.

–Ngk ...– murmuro Crowley removiéndose en su asiento al verso descubierto.

–Ya veo –sonrió la mujer–. Me alegra escuchar eso. Si este tonto te hace algo –continúa colocando sus manos sobre los hombros de su ex empleado–, no dudes en decírmelo para darle un buen escarmiento.

–No tienes que ser tan amenazante, ¿sabes? –Se defendió el pelirrojo– Por supuesto que jamás le haría daño ...

–Como si no te conociera, pequeño demonio ...

Azira comenzó a reir por lo absurdo de la situación, lo que provocó que Crowley se pusiera casi tan rojo como su cabello. La mujer se despidió y ambos se convirtieron en una esquina.

–Esto esta delicioso –exclamó Azira saboreando un bocado– Parece ser una persona agradable - hizo un gesto con dirección hacia donde estaba la mujer–, ahora entiendo por qué te gusta estar aquí.

–Espero que nunca la conozcas enojada –dijo el barman con un estremecimiento–, puede ser bastante terrorífica. Pero en el fondo, es buena –sonrió con nostalgia, recordando viejos tiempos–. Podría decirse que es como si fuera parte de mi familia.

–Es bonito contar con alguien de esa forma. A pesar de que ya no trabajes para ella, siguen teniendo una buena relación. No puede decirse que eso suceda siempre.

–Casi nunca es así ... –murmuró el pelirrojo sumido en sus pensamientos.

Por un instante al rubio le instantáneamente ver como su rostro se ensombrecía, pero luego continúo hablando como si nada.

–Y a parte de lidiar con un jefe terrible, ¿a qué otras cosas se enfrenta un editor de libros? –Pregunto el barman desviando el tema.

Sin darse cuenta, Azira hablo sobre lo mucho que le gustaba su trabajo. Lo genial que era ayudar a algún escritor a pulir su obra y lo maravilloso que era tener entre sus manos un libro terminado. Crowley lo miraba con una sonrisa, escuchándolo con atención.

–Es como ser parte de algo que trasciende el tiempo –termino con un suspiro– Me hace inmensamente feliz ...

Fue interrumpido por un par de platos con una rebanada de Carriot Cake.

–Cortesía de la casa –dijo la mujer para después seguir atendiendo otras mesas.

En ese instante, el rubio se dio cuenta de que había hablado más de lo que había hecho en mucho tiempo.

–Lamento haber hablado yo todo el tiempo– se disculpó con las mejillas sonrojadas–, debió de ser aburrido. Ni siquiera me ha contado nada sobre ti.

–No te preocupes por eso –dijo el cantinero quitándole importancia– Es muy entretenido escuchando, además siempre podemos hablar de mi o puedes preguntarme lo que quieras en alguna otra ocasión.

Eso significaba que volverían a salir juntos. Azira se preocupa extrañamente feliz y nervioso.

–Tal vez podría ir a comer Crepas de mi restaurante favorito –sugirió con una sonrisa, comiendo una cucharada del postre–, aunque debo admitir que este pastel es de los más ricos que él probó. O algún día tal vez pueda mostrarte mi colección de libros ...

- ¿Entonces estas tratando de tentarme, Azira? –Dijo Crowley sonriendo, mirándolo fijamente.

- ¡Claro que no! –Respondió Azira ruborizado y muy avergonzado.

El pelirrojo se río, mientras empujaba su pedazo de pastel hacia él.

–Tómalo como una ofrenda de paz –ofreció– No suelo comer cosas dulces, así que puedes comerlo si quieres ...

–Gracias –contesto el rubio comiendo feliz

- Tal vez soy yo el que quiera tentarte ... –murmuró Crowley con un ligero rubor, observándolo disfrutar de su postre, perdido en su propio mundo.

- ¿Dijiste algo?

–Nada en especial –mintió– Si no estás ocupado mañana, tal vez puedas pasarte por el bar ...