—¡Esperen no se vayan! ¡Es un duende bueno! ¡trabaja con papá noel! ¡Trae juguetes para ustedes! —gritaba Candy para que los niños no huyeran, ellos al escuchar la última frase se detuvieron, miraron hacia atrás para ver que el duende no los estuviera siguiendo para comérselos.

Albert también quería detenerlos, corrió a ellos con el saco de juguetes, ellos de nuevo se asustaron y volvieron a huir.

—¡Albert no los persigas! los asustas —lo reprendió Candy.

—Es por el traje que me diseñaste Candy.

—Lo sé, te ves chistoso

—Me veo aterrador, si no, los niños no huirían de mí..

Los pequeños vieron que Candy hablaba con el duende alto, y fueron hacia el.

—Jo, jo, jo —se metió en su papel el rubio.

Uno de los pequeños le cuestionó —¿por qué te ríes como papá Noel si eres un duende?

—Es que papá Noel me dijo que me ría como él, vengan niños vamos a comer los deliciosos platillos que prepararon para nosotros, después les daré sus juguetes.

—Primero tienen que romper la piñata —intervino Candy.

—¿Piñata? ¿Qué es eso?—preguntó Albert.

—Es un muñeco de papel periódico que contiene en su interior caramelos, me enseñó a hacerla una de mis compañeras del curso de cocina que es de nacionalidad mexicana.

Los niños se colocaron detrás de Candy, escondiéndose de Albert, se metieron a la clínica feliz, Albert miró con curiosidad la piñata.

—Le veo un leve parecido a…

—Es la tía abuela Elroy —completó la frase Archie.

Annie se llevó la mano a la boca sorprendida —Si, ,es ella. Candy ¿qué has hecho?

—Es que sólo había pintura azul y la tía abuela usa ese color, así que se me hizo fácil hacerla.

Albert sonrió «Es igualita a la tía Elroy, no cabe duda que Candy es muy creativa»

Los niños se turnaron para romper las piñatas, la otra era una figura del doctor Martín (ese hombre llenito que les ponía alcohol en las heridas o les regresaba los huesos a su lugar cuando se les dislocaban y los hacía llorar)

El banquete era tipo bufé solo a los niños les sirvieron porciones adecuadas para que no hubiera desperdicio de comida.

Albert y Candy varias veces quedaron bajos muérdagos, Archie empezó a sospechar que era plan con maña por parte de Albert para aprovecharse de Candy y así plantarle varios besos.

Candy golpeó su vaso de cristal con una cuchara para que todos le prestaran atención.

—¡Damas y caballeros! quiero agradecerles que aceptaran la invitación para acompañarme a la celebración de la navidad y también por el cumpleaños de Albert, él es muy especial para mí, me ha salvado de todas las formas que existen, me salvó de morir ahogada cuando caí en una cascada, me consoló cuando murió un gran amigo, lo último que hizo fue salvarme de que me devorara un león, en fin le agradezco todo lo que ha hecho por mí, como ustedes saben el perdió la memoria y no sabemos la fecha exacta de su cumpleaños, ya tengo tiempo viviendo con él y no le he celebrado ningún cumpleaños, es por eso que en esta ocasión lo festejamos.

Todos los presentes aplaudieron, apróximadamente eran treinta personas, entre niños y sus mamás, las compañeras de cocina de Candy y sus amigos.

Albert se sintió emocionado como si en realidad fuera su cumpleaños, los besos que él y Candy se dieron eran su mejor regalo, los muérdagos fueron todo un éxito.

—Le agradezco a Candy esta sorpresa, ella me dijo que íbamos a celebrar la navidad más no me dijo que celebraría mi cumpleaños, aunque les confieso que me siento muy contento, quiero hacerles ver que la navidad significa mucho más que regalos, mucho más que comida deliciosa, mucho más que un hombre vestido de rojo con su trineo, al que se le debe dar el lugar de honor en nuestros hogares y en nuestros corazones en esta fecha tan especial es: a Jesucristo, Nuestro Salvador que se encarnó en un niño naciendo de manera humilde en un pesebre, para darnos el regalo más hermoso a nosotros los pecadores: La salvación, a todos los que creamos en Él y confesemos con nuestra boca que Él es nuestro único y suficiente Salvador.

A todos se les asomaron las lágrimas, sabían que era verdad recordaron aquel texto bíblico que dice: Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.

Después que terminaron de cenar, Candy y a Albert regresaron al magnolia a descansar, esa noche acabaron rendidos, habían cantado villancicos, repartieron los juguetes, y se intercambiaron regalos.

Llegó nochebuena, Candy se vistió con el hermoso vestido que le regaló Albert, llegó el turno de él de ponerse el traje que Candy le compró, ambos se quedaron boquiabiertos contemplándose por lo guapos y elegantes que se veían, aunque estaba nevando decidieron que irían al programa navideño que había en la Iglesia.

Albert manejó con mucha precaución para llegar al templo.

La señora Elroy les dijo a todos los miembros de la familia Andrew que fueran a la iglesia para agradecerle a Dios porque salvar de la muerte al bisabuelo William, algunos fueron a regañadientes entre ellos Archie. Era el segundo punto en el orden de culto, cuando escucharon pasos, algunos voltearon y vieron a la pareja de rubios que caminaban en el pasillo de la Iglesia, la tía abuela se sorprendió de verlos juntos agarrados de la mano.

Candy casi se desmaya por ver a la señora Elroy, se sentaron atrás de las bancas donde estaban los Andrew. George estaba un poco nervioso, esperaba el momento en que a Elroy Andrew le diera el soponcio.

—Albert, me da pena decirte que aquí está mi familia adoptiva, me gustaría presentarte con ellos, pero no sé si tu quieres conocerlos.

Albert respiró profundo y agarró valor— Si Candy, quiero conocerlos.

La señora Elroy caminó hacia ellos con el ceño fruncido, Candy hizo una reverencia cuando la tuvo enfrente.

—Tía abuela, buenas noches, quiero presentarte a, a, a mi…

—Buenas noches señora Elroy Andrew, soy Albert, amigo íntimo de Candy, vivo con ella desde hace dos años, al principio fuimos paciente y enfermera, pero esa amistad se fue fortaleciendo y ahora quiero pedirle permiso para cortejarla.

La señora Elroy enmudeció —Candy ¿es verdad lo que dice este hombre? ¿Han vivido juntos todo este tiempo?

—Tía abuela es que yo le debo mi vida, por eso cuando lo ví en el hospital amnésico decidí hacerme cargo de él, hasta la fecha no ha recuperado la memoria, pero quiero decirle que Albert es un caballero, por favor no piense mal de nosotros, le he de confesar que me he enamorado de él, pero aún así él siempre me ha respetado.

—Candy, en este mismo momento abandonarás el lugar donde vives con este hombre y vendrás a la mansión Andrew.

—Tía abuela, yo no puedo dejarlo, el me necesita.

—Candy ve con tu familia. Yo estaré bien —le indicó Albert.

Candy empezó a llorar, pero aún así obedeció, se subió al mismo auto que la señora Elroy.

—Es inaudito, Tú, la hija adoptiva de los Andrew, viviendo en unión libre con un hombre desconocido, no sabes el daño que le has hecho al buen nombre de nuestra familia. Te encerrarás en la recámara que te asignemos, esto lo hablaremos con el patriarca de la familia, para que el decida lo que se hará contigo.

Llegaron a la mansión Andrew, todo el clan estaba reunido para celebrar la nochebuena. A Candy la llevaron a una recámara donde se quedó castigada, le llevaron su porción de la cena, ella se durmió llorando. Al día siguiente llegaron para asistirla dos sirvientas, la ayudaron a bañarse y la vistieron, la guiaron hacia el salón principal de la propiedad, le dijeron que el tío abuelo William requirió su presencia. Abrieron la puerta la habitación estaba en penumbras, Candy entró temblorosa.

—Toma asiento Candy —Le ordenó el hombre que estaba de espaldas con un traje negro.

Ella obedeció

—Quiero que me digas, que es lo que sientes por ese hombre con el que estabas viviendo.

—¿Usted es el tío abuelo William?

—Si soy yo. Pero contesta ¿Todavía estás enamorada de aquel actor?

—Usted ¿cómo sabe sobre Terry?

—Me dejaste un diario en el San Pablo, anoche estuve leyéndolo, Elroy me lo dio para mostrarme que la chica que adoptamos no es digna de ser hija de los Andrew.

—Tío, los sentimientos plasmados en ese diario desaparecieron, ahora dirá que estoy peor, porque me enamoré de mi mejor amigo, usted no lo conoce, se llama Albert.

—¿Estás segura de que lo amas?

—Sí, estoy segura.

—Yo también te amo Candy —dijo Albert con su voz natural, sin hacerla tan grave y potente como fingió cuando entró Candy.

—Esa voz… Albert ¿eres tu?

Albert se volteó, Candy corrió a sus brazos y perdió el sentido cuando él la abrazó.

Tiempo después la mansión Andrew, estaba de fiesta, era la presentación de William Albert Andrew y su prometida la señorita Candice White Andrew. Dijeron que eran primos lejanos, a ella le inventaron una genealogía y toda la familia les ofrecía sus respetos a la pareja de prometidos.

FIN.

Chicas, feliz navidad. que Dios me las bendiga rica y abundantemente.

Les mando un cariñoso abrazo. Se llama la última Mavidad, porque sería la última Navidad que pasarían solteros. jejej