Los personajes de Inuyasha no me pertenecen sino a Rumiko Takahashi, pero la historia es completamente mía, sin fines de lucro, sólo por el mero afán de tener un fic más de esta pareja.
Capítulo 1
Habían pasado al menos 10 años de conocer al señor Sesshomaru de los cuales 8 años pasaron desde que la dejó en la aldea de la anciana Kaede.
Por algún extraño motivo su lord la había dejado de visitar desde hace tres años cuando tenía 15, la chica sonrió tristemente jamás supo el motivo pero se sentía realmente culpable, ¿acaso su amo se había dado cuenta de que sus sentimientos de admiración y respeto se habían convertido en un amor puro e incondicional? ¿Era esa la razón por la que no cumplió su promesa de llevarla con él llegado el momento? Se lo preguntaba una y otra vez, ella no lo había hecho a propósito, él era su protector, su héroe, era su todo desde que había reparado en ella y sin querer cuando dejó de ser una niña y se convirtió en una señorita se dio cuenta de que él era un hombre, demonio pero a fin de cuentas un hombre de gran atractivo que la llenaba de detalles, todo un príncipe que siempre estaría a cargo de su doncella como en los cuentos que Kagome le contaba en su infancia, al parecer estaba equivocada en lo último.
Él se había marchado sin explicación, simplemente dejó de ir a visitarla el día de luna llena de cada mes, pero vamos no había sido tan obvia en sus recientes sentimientos ¿o sí?, es decir, ella siempre lo abrazaba desde que era niña, no frecuentemente pero sí que lo hacía a pesar de que éste no se lo correspondiera, ella amaba que al menos la dejara hacerlo sabiendo el fuerte carácter de su lord y lo frío que era con los demás, con ella misma también, sin embargo sí que tenía muchas consideraciones.
Bien al menos eso no la había delatado, pero qué decir del rápido latido de su corazón cuando lo abrazó las últimas veces o que apenas lo veía su rostro se cubría de un fuerte color carmesí y qué decir de las conversaciones en las que su lengua parecía entorpecer, de niña todo era más sencillo, su corazón no se desbocaba al verlo ni abrazarlo, simplemente había una inmensa alegría cuando lo hacía y las conversaciones en las cuales ella era siempre la que hablaba durante horas sin trabarse ni ponerse nerviosa cuando se daba cuenta que su lord la escuchaba atentamente.
Definitivamente esas habían podido ser las causantes de que su lord pudiera haberse dado cuenta de sus sentimientos hacia él, suspiró desganada, vaya que estaba hecha un lío.
Si esa había sido la razón de su abandono, al menos le hubiera gustado declararle su amor y recibir esa mirada fría con la esperanza de una respuesta, de rechazo obviamente, pero a fin de cuentas una respuesta y no esta situación de exigir una explicación del por qué no había cumplido su promesa.
"Rin, otra vez aquí" la voz de Kagome le había sacado de sus pensamientos. "Sabes él seguramente tenía una razón para no regresar y seguramente esa razón era para asegurar tu bien" su gran amiga, que decir hermana mayor porque así la consideraba, se había sentado a su lado en la enorme roca que se encontraba en medio del prado, ya había oscurecido y la luna llena ocupaba el gran cielo.
Por tonto que sonara sentía que la luna le decía que él estaba bien y que también le decía a él que ella por lo menos físicamente estaba bien y que lo extrañaba.
Un pensamiento había cruzado su mente, más bien el mismo pensamiento que había rondado por su cabeza por tres años, cosa que no había hecho realidad porque aún no completaba su entrenamiento con Sango y Kagome.
"Kagome tú sabes que al menos quiero escuchar una respuesta y tener la oportunidad de ser yo la que diga mis sentimientos" Kagome asintió al escuchar sus palabras.
"Pues quiero buscarlo" le soltó finalmente. Kagome miró al cielo.
"Sabía que querrías hacerlo algún día" le contestó suavemente. "Sé que sabrás cuidarte Rin, digo por algo nos pediste a mi y a Sango que te enseñáramos todo lo que sirviera para defenderte"
"Y tuve unas excelentes maestras" le respondió Rin con una sonrisa en su cara.
Kagome la había instruido en los poderes espirituales, la pelinegra le dijo que tenía muchísimo potencial, es decir su poder era lo suficiente para hacer un viaje sola, bueno tal vez exageraba incluso la señorita Kagome había necesitado de la compañía de Inuyasha para viajar por el mundo y vencer a Naraku, pero eran otros tiempos pensaba ella, los demonios no solían ser tan peligrosos últimamente.
Aunque seguramente si se encontraba con yokais de forma humana podría estar en un aprieto, pero eso no importaba ya se las arreglaría.
"Rin, si quieres que Inuyasha lo traiga podría ser una opción, no le tomaría tanto tiempo" le dijo Kagome, ella negó con la cabeza.
"Es algo que tengo que hacer yo Kagome, ya no soy una niña quiero demostrarme eso y demostrárselo a él, que sepa que no seré un estorbo para él nunca más"
La pelinegra suspiró "No creo que pensara eso de ti" comentó recordando al frío Sesshomaru, si Rin hubiera sido un estorbo se hubiera desecho de ella al menor instante, ni si quiera la hubiera rescatado todas la innumerables veces que ella había presenciado y las que Rin le había contado.
Rin le sonrió débilmente "entonces por qué se fue…"
"Bueno para eso vas a ir a buscarlo" respondió Kagome encogiéndose de hombros.
"Cierto" la mirada de Rin se tornó más alegre al igual que su sonrisa.
"Aunque no creo que a Inuyasha le haga ninguna gracia que te vayas a ir tu sola" le dijo Kagome. Tenía razón Inuyasha era como esos hermanos sobreprotectores con ella, como sus hermanos que habían muerto, pero por qué recordar cosas tristes, desde que había conocido a Sesshomaru toda su tristeza desapareció, incluso pudo volver a hablar, volvió a sentir la esperanza y el cariño de una familia junto a Jaken, Ah-Uh y por su puesto con el dueño de su corazón y desde que la había dejado en esa villa la anciana Kaede, Inuyasha, Kagome, Sango, Miroku, Kohaku, Shippo y los hijos de ambas parejas eran su familia.
"Por eso me iré ahora, Kagome no quiero despedidas innecesarias regresaré con mi respuesta" contestó Rin, obviamente regresaría. Lo más seguro sería que el amo Sesshomaru la rechazaría y desde luego no la dejaría volver a su lado, pero una vez escuchando su respuesta y declarando su amor podría sentirse libre, y claro jamás olvidaría a su Lord de hecho jamás se casaría, ningún hombre podría estar a la altura del hombre que robó su corazón y si lo estuviera, su corazón ya le pertenecía al demonio de cabellos plateados.
Tampoco quería volver a vivir en la aldea, no para siempre, se despediría luego aunque quisiera mucho a su familia, su verdadero lugar era a lado del demonio peliplateado y ya que no podría hacerlo… un viaje por todo el mundo sería lo más ideal para ella, al menos eso ocuparía a su corazón roto.
"Está bien Rin, vamos te ayudo con tus cosas" respondió Kagome, no podía hacer nada para evitar que su hermana pequeña se fuera y es que sí, Kagome se había encariñado muchísimo de la joven años atrás desde que vivía en la aldea de Kaede, al igual que todos los demás, pero su relación con ella era mucho más cercana. La chica era terca como ella y sabía que una vez que se le metiera esa idea a la cabeza jamás se la quitarían.
No supo por cuánto tiempo caminó, tal vez habían sido semanas lo cierto era que avanzaba hacia el Oeste, así como recordaba que el abuelo Jaken presumía que su Lord Sesshomaru era el gran señor de las tierras de esa dirección. Su plan no estaba del todo bien formado, sólo sabía que caminaría hacia allá preguntaría a medio mundo sobre el asentamiento del gran señor del Oeste y avanzaría hasta allá.
Por suerte ningún demonio la había atacado y justo cuando iba a sumirse de nuevo en sus pensamientos observó la primer villa que se topaba en el camino.
Se adentro, necesitaba comprar algunas provisiones, no sabía cuándo encontraría otra y ya estaba cansada un poco de comer solo bayas y frutos que encontraba, tal vez debería cazar algún animal, pero la verdad era que sólo quería seguir caminando y encontrar a su amado, también sería necesario pararse a preguntar dónde lo podía encontrar.
Todo estaba tranquilo la gente iba y venía por los caminos de la aldea nada fuera de lo ordinario hasta que reparó en algo, los habitantes eran humanos pero había demonios entre ellos ¿acaso eso era posible? Bueno en la aldea de Kaede estaban Inuyasha, Kiara y Shippo pero pensaba que era la única aldea en la que se podía mantener esa convivencia.
No divagó más y fue a lo que iba, visualizó una tienda y se acercó.
"Bueno días, disculpe podría darme una bolsa de arroz y un poco de eso" parecía carne seca.
El joven del establecimiento asintió y le tendió ambas bolsas.
"No eres de por aquí, ¿cierto?" le preguntó
"Vaya te diste cuenta" le respondió, qué más daba apenas iba a preguntarle ella el paradero del señor del oeste que mejor ganándose un poco de confianza.
"Me lo dice tu mirada curiosa" le dijo "bueno eso y… eres muy hermosa, no podría olvidar un rostro así" contestó el chico con un pequeño color rojo en sus mejillas, llevándose una mano a la cabeza en señal de pena.
Eso había tomado por sorpresa a Rin, no es que fuera la primera vez que alguien se lo decía, constantemente los jóvenes de la aldea se le acercaban para hacerle propuestas de matrimonio todas y cada una rechazadas. También le mencionaban lo hermosa que se había vuelto, pero ella no había reparado en eso, simplemente pensaba que esas cosas pasaban por ser una de las pocas jóvenes que había en la aldea. Y ahora que se lo decía otra persona ajena a ese ambiente, le hacía ponerse a pensar si realmente era hermosa, lo suficiente como para que cierto demonio le hiciera caso, pero qué tonterías estaba pensando, sacudió su cabeza.
"Gracias" le contestó "disculpa de casualidad no sabes dónde se encuentra el señor de las tierras del oeste" se animó a preguntar de una vez por todas, el joven palideció en ese instante y vaya que notó cómo el color rojo de su cara había blanquecido repentinamente.
"P-por qué habrías de buscarlo" preguntó el joven
"Necesito hablar con él" respondió ella de la manera más decidida posible.
"Escucha, no es necesario que pierdas tu vida de una manera tan tonta, más allá acercándose a su palacio ningún humano puede llegar a menos que quiera morir claro" la palabra palacio taladró su mente, el amo Sesshomaru vivía en uno, después de todo sí era un príncipe como en los cuentos, sonrió levemente haciendo que el joven la mirara desconcertado.
Ella de pronto cayó en la cuenta de las palabras y había atinado en sonreír por un tonto pensamiento, con razón el abuelo Jaken creía que estaba loca.
"No es nada, podrías decirme dónde es" volvió a preguntar.
El joven se cruzó de brazos y sonrió de una manera que a Rin no le dio mucha confianza.
"Qué te parece si mejor te quedas y te conviertes en mi mujer" dijo "bueno al menos en una de ellas" sentenció de manera un tanto morbosa. No sabía por qué no lo había visto venir, el joven era un demonio de la especie mono, una larga cola le acompañaba, bien ella siempre había sido inocente en cuanto a las personas.
Volteó a sus alrededores, ¿el joven que resultó ser un demonio le haría algo con tantos pares de ojos en la aldea?, no tenía ni la más remota idea de cómo funcionaban las cosas allí.
"Muchas gracias por la oferta, pero mi corazón ya le pertenece a alguien más" se apuró a contestar y giró para continuar su camino, pero jamás bajando la guardia, no sabía qué esperar del joven detrás de ella.
"Es una lástima, desgraciadamente no era una pregunta en la que importara tu respuesta" dijo el joven antes de tomarla de la mano.
"Yo que tú no haría eso" sentenció Rin.
"Humana haz las cosas fáciles, tendrás una vida feliz a mi lado, lo prometo" el demonio se acercó a su rostro y puso su lengua en su mejilla aún no la había soltado, Rin se enfureció, uno que otro par de ojos se habían dirigido a ellos. La joven en un estallido de poder quemó la mano que le sujetaba, una luz rosa tenue salía de su brazo como la que rodeaban las flechas de Kagome.
"Pero qué, acaso eres una sacerdotisa" el joven soltó una risa irónica, algunos demonios alrededor de ellos se habían detenido al escuchar la palabra sacerdotisa.
"Sí que me engañaste, no llevas el típico vestuario de una. Esto se hará más divertido" y el joven se abalanzó hacia ella, pero eso ya lo esperaba.
De un rápido movimiento apuró a golpearlo con el mango de su cuchillo envolviéndolo con su poder espiritual y golpeando el cuello del joven dejándolo tirado en el piso, no muerto pero si incapacitado para pelear con ella.
Lo había logrado un yokai de apariencia humana no le había sido de tanto problema, no después del gran consejo de inuyasha dejarlo inconsciente a la primera o debilitado antes de que pudiera enfurecerse y atacarla con todo su poder.
Lo que no contó es que varios demonios de apariencias no tan sutiles, es decir, de apariencia no humana se le dejaran ir por el acto que acaba de cometer.
"Él me atacó primero" gritó la joven siendo ignorada por el grupito de cinco demonios que ahora le lanzaban ataques que ella esquivaba con gracia.
Los cinco demonios terminaron en el suelo cuando ella lanzó cuchillas envueltas con su poder purificador, los demonios quedaron atados al suelo sin poder levantarse, después de esa horda comenzó otra con demonios más enojados, ahora eran ocho.
"Esperen un momento, que no vieron que él me atacó primero y luego ellos, yo no hice nada" gritaba la joven, pero siendo ignorada olímpicamente.
Grandes demonios de formas animalescas y otras deformadas se abatían en duelo contra Rin.
"Estúpida sacerdotisa, cómo osas venir a esta aldea" pronunciaron los demonios.
"No eres bienvenida, te mataremos" sentenciaban otros
Esto era tan injusto, ella no había venido con la intención de matarlos, sólo quería saber dónde se encontraba su amo Sesshomaru y fue recibida por un demonio acosador.