DISCLAIMER: LOS PERSONAJES EN SU MAYORÍA PERTENECEN A J. K. ROWLING, ASÍ COMO EL UNIVERSO EN QUE SE DESENVUELVEN.
Nota Traductora: Hola a tod-s! Esta es mi primera traducción. Me he encontrado con una falta tremenda de inspiración para escribir recientemente, así que para despertar a mi musa dramionera decidí ponerme a leer algunos fics que tenía en mi lista. Pues les digo, me encontré con ésta trilogía de fics, de la autora Lovesbitca8. Son TAN MARAVILLOSOS que leí uno tras otro sin parar. No les miento, son INCREÍBLES. Tanto así, que contacté a la autora para que me permitiera traducirlos, con el fin de que otras lindas dramioneras que no saben inglés tuvieran la posibilidad de leer la historia. Así que aquí estoy, intentando recuperar mi musa adormilada, y trayéndoles ésta maravilla de historia que estoy segura que les fascinará tanto como a mí. Un gran abrazo.
Este capítulo ha sido beteado por Mary Eagle Med
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La Forma Correcta de Actuar
Traducción de "The Right Thing To Do" de Lovesbitca8
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Hermione se arrepentía ahora de su elección de zapatos; había tomado sus "tacones sensatos", como Ginny los llamaría. Por "sensatos" se podía entender que no eran tan altos como para hacerla caer y que eran feos. Se dio cuenta de ello al descubrir que el color de sus zapatos coincidía perfectamente con el del rancio piso polvoriento de las salas subterráneas del Ministerio.
—Hermione.
Levantó la vista de sus zapatos para encontrar a Harry caminando hacia ella.
—Harry. ¿Cómo te fue? ¿Crees que ellos… tú piensas que…?
—Es difícil decirlo. —Él apartó un mechón de cabello de su frente, mirando hacia las puertas de roble por las que acababa de salir—. Tienen un montón de evidencia, obviamente. Hicieron muchas preguntas sobre quinto año y sobre Umbridge, pero intenté darles detalles sobre... sobre…
Harry tartamudeó y Hermione notó que apartaba la vista con ojos vidriosos. Tan sólo había pasado un año y medio, podía entender su titubeo.
—Sobre la mansión Malfoy —completó por él.
—Sí. —Harry tragó saliva y Hermione lo recordó en la playa, cargando en brazos a Dobby como si hubiera sucedido ayer—. Pero no me permitieron decir mucho. Ya tienen mi testimonio sobre la noche en que Dumbledore murió —Harry parpadeó otra vez, casi como un tic—, pero traté de corregirlo para involucrarlo más a él. No me dejaron. Dijeron que "ya tenían el informe redactado".
Hermione asintió, mirando las puertas dobles detrás de Harry. Podía sentir el latido de su corazón en los oídos.
—Él está ahí —dijo Harry.
Hermione volteó a mirar directamente sus ojos verdes. Harry la taladró con la mirada, como buscando… algo.
—Bien. Digo, claro que está ahí. Es su juicio. —Hermione contuvo el aliento.
—No se los está poniendo fácil, sabes. Yo no creo que...
—¿A qué te refieres, Harry?
—Me refiero a que él no… No parece estar esforzándose mucho. Casi parece aburrido.
Hermione volvió a mirar las puertas detrás de Harry, asintiendo.
—Y se ve… —Harry se detuvo—. Supongo que ya lo verás.
Hermione sintió de nuevo el latido de su corazón en los oídos. Ella lo vería. Lo vería por primera vez desde el Gran Comedor, demacrado y afectado, sentado en la mesa de Slytherin con su madre aferrada a su brazo. No había pretendido buscarlo; ni en los pasillos, ni debajo de las sábanas blancas de los caídos, ni en su camino hacia la Cámara de los Secretos junto a Ron. Pero era una tonta.
—Estaré aquí esperándote cuando salgas.
Hermione miró a Harry otra vez.
—Oh, Harry, no; ya hiciste suficiente. Yo sé que debes volver arriba.
—¿Estás segura? —Y ahí estaba otra vez, buscando ese algo.
—Sí, absolutamente. —Ella esbozó una sonrisa en su rostro y apretó el brazo de su amigo—. Iré a buscarte arriba cuando haya terminado. ¿Tal vez podemos ir a comer?
—Eso sería fantástico —contestó devolviéndole la sonrisa.
Harry se giró y comenzó el largo recorrido hacia los elevadores. Hermione volvió a llamarlo.
—¡Harry! —Él volteó—. Gracias. Sé que te sentías… indeciso.
—No, tú tenías razón, Hermione —contestó—. Era la forma correcta de actuar. —Harry se giró y continuó caminando.
Hermione escuchó sus pisadas resonar por el corredor, un sonido distinto al que harían sus tenis de costumbre. Hermione sonrió, pensando en ese cambio. Los zapatos formales de piel de dragón eran de esperarse en ciertas situaciones, suponía. Un juicio del Wizengamot, por ejemplo, pero había visto a Harry usando, cada vez más frecuentemente, ese tipo de zapatos. Era de esperarse de "El-niño-que-vivió-y-murió-y-vivió-otra-vez", tal como Rita Skeeter tan concisa e ingeniosamente llamaba a Harry en sus artículos. La solicitud para sus apariciones públicas iba en aumento, y su fama hacía de todo menos disminuir. Él iba a galas, conmemoraciones para antiguos miembros de la Orden, inauguraciones de orfanatos para los niños que habían perdido a sus familias en la Guerra. Hermione también tenía unos zapatos adecuados para ese tipo de eventos, aunque sólo le pedían asistir si Harry también estaría ahí, y, a veces, sólo cuando Ron podía estar presente para completar el Trío; lo que era complicado ahora que Ron estaba fuera de la ciudad, jugando quidditch para Irlanda.
Las puertas de roble se abrieron. Un hombre pequeño y regordete salió de la sala. Podría haberle recordado a Umbridge de no ser porque estaba sonriéndole, una acción bastante fuera de lugar durante un juicio.
—¿Señorita Hermione Granger? —El hombre hizo la pantomima de mirar alrededor del pasillo desierto antes de que sus ojos se posaran en ella—. Señorita Granger, ya están listos para recibirla.
Hermione asintió con la cabeza, se alisó la túnica y comenzó a andar, con paso mesurado, hacia la puerta. Acomodó nerviosamente su cabello por detrás de sus orejas, algo que nunca hacía, por lo que volvió a soltarlo por sobre ellas. Mientras alcanzaba al hombre pequeño, él le sonrió y comenzó el discurso que ya había escuchado, al menos, cuatro veces durante los pasados dieciocho meses al asistir a los distintos juicios a los que había sido convocada: Sin contacto con el acusado. Confiscación de varita. Hacer Magia sin varita es motivo de arresto. Sus ojos revolotearon sobre los hombros del hombre, más allá de la puerta que él mantenía abierta para ella, pero todo lo que pudo ver desde aquel ángulo eran filas y filas de túnicas color púrpura. Hermione le entregó su varita al hombre y él la escoltó dentro.
A pesar de haber estado en los calabozos del Wizengamont varias veces, aún se sorprendía de no sentir el frío de los Dementores que había esperado desde la primera vez que arribó al Ministerio el año pasado. Los Dementores habían sido relevados de sus servicios después de la caída de Voldemort. No, Hermione sintió otra clase de frío.
Rodeó la entrada e hizo su mejor esfuerzo por no voltear en dirección a la jaula que sabía que estaría cincometros a su derecha. Se paró en la pequeña plataforma y colocó sus manos sobre el barandal frente a ella.
—Indique su nombre —una voz se alzó por sobre algún lugar del mar púrpura.
—Hermione Jean Granger. —Sintió, más que escuchar, un movimiento a su derecha. Era él. Se concentró en el individuo canoso vestido de púrpura que tenía justo enfrente.
—Hermione Jean Granger. Está usted aquí por su propia voluntad, sin haber sido convocada en defensa del acusado. ¿Es correcto?
Su aliento se atascó en su garganta.
—Sí, es correcto.
Otra voz se alzó entre el púrpura:
—Está usted aquí para ofrecer información con la intención de asistir al Wizengamot en la determinación de la sentencia de Draco Lucius Malfoy. ¿Es correcto?
—Sí. —Su voz sonó más ahogada esta vez. Necesitaría comenzar a respirar pronto, supuso.
—Por favor, proceda, señorita Granger.
Mientras respiraba y sujetaba la barandilla, dejó que el discurso que había practicado comenzara a fluir a través de ella.
—El 30 de marzo de 1998; Harry Potter, Ronald Weasley y yo fuimos capturados por carroñeros y llevados a la Mansión Malfoy. Justo antes de la captura, logré conjurar un Hechizo Punzante sobre Harry Potter, con la esperanza de que su rostro fuera irreconocible. No fue aplicado ningún tipo de encantamiento sobre Ron Weasley o sobre mí misma.
Las manos de Hermione se aferraron con más fuerza al barandal.
—Fuimos llevados frente a Lucius y Narcissa Malfoy. Ellos querían estar seguros de que tenían a Harry Potter antes de contactar a Voldemort. —Escuchó el sonido de personas conteniendo el aliento, sin duda de algunas en túnica púrpura que aún eran incapaces de pronunciar el nombre en voz alta—. La señora Malfoy llamó a su hijo, un compañero de estudios de Harry Potter, para identificarlo. Draco Malfoy se negó a hacer una identificación positiva, dándonos así tiempo suficiente para escapar. Si él hubiera identificado a Harry Potter, creo que Voldemort habría sido convocado y Harry Potter habría muerto esa noche, dando por terminada la Segunda Guerra Mágica. Al elegir no identificar a Harry Potter, Draco Malfoy nos salvó a todos.
Un silencio descendió sobre la amplia habitación. Hermione se preguntó si tal vez ya era momento de retirarse.
—Señorita Granger —una mujer pelirroja en la segunda fila la llamó—, usted dice que Draco Malfoy eligió no identificar al señor Harry Potter. ¿Qué bases tiene para sustentar su afirmación?
Hermione frunció el ceño antes de proceder.
—Como ya mencioné, él fue llevado ante Harry Potter y dijo que no podía identificarlo...
—¿Acaso usted no conjuró un Hechizo Punzante sobre el Sr. Potter —la interrumpió la pelirroja— con el explícito propósito de volverlo irreconocible?
Hermione podía sentir calor agolpándose en su mejillas.
—Incluso si Malfoy no hubiera podido identificar a Harry Potter, un compañero de escuela al que conoció por más de seis años, él podía ver que sus acompañantes éramos Ronald Weasley y Hermione Granger. Tampoco identificó positivamente a ninguno de nosotros dos.
—¿Usted piensa que el señor Malfoy es capaz de identificarlos a usted y al señor Weasley?
—Sí. Nosotros también fuimos sus compañeros de clase durante seis años. —Hermione pensó que su respuesta podía sonar algo laboriosa…
—¿Tuvo usted alguna relación con el señor Malfoy durante sus años en Hogwarts? —insistió la pelirroja.
Sus mejillas ardieron ante la insinuación que tal vez no era para nada una insinuación. Ella respondió:
—Éramos compañeros de clases.
—¿No eran amigos entonces?
—No.
—De hecho —continuó la pelirroja—, ¿no era de alguna forma su adversario en la escuela, debido a su estatus de sangre?
Hermione casi resopló, pero pensó que eso no la ayudaría en su actual situación.
—Algo así, supongo. Pero creo que el acoso escolar no debería ser examinado como prueba en éste caso.
—¿Qué es lo que usted piensa que debería ser examinado entonces, señorita Granger? —preguntó una mujer rubia en la cuarta fila. Ella le sonrió cálidamente, haciendo que Hermione recordara a Molly Weasley.
—Creo que lo que debe examinarse es su rol en los eventos. Creo que a su madre, Narcissa Malfoy, le fue otorgado un perdón completo hace un año debido a su "ayuda durante la Batalla de Hogwarts". Creo que ya he explicado un momento en el que la ayuda de Malfoy fue necesaria. Creo, incluso, que puedo mencionar otras acciones y momentos en las que las acciones del acusado hablaron de él no como un mortífago, sino como un hijo o como alguien muy joven. Creo que los crímenes del señor Malfoy deberían ser expugnados y se le debe otorgar un perdón completo.
Y, tras ese último punto al final de su discurso, escuchó tartamudeos entre las gradas, un jadeo indignado en la esquina y una risita contenida a su derecha. Hermione conocía esa risa. La había escuchado madurar junto con él. No pudo evitarlo y volteó a mirarlo.
Estaba pálido, inusualmente pálido. Su cabello no había sido cortado, y, si se detenía a pensarlo, su cabello ya estaba largo durante la batalla, ondulándose por detrás de sus orejas. Ahora, crecía por debajo de su nuca, enmarañado y con un tono de rubio más oscuro de lo usual. Sus ojos la taladraban. Draco estaba recostado contra los barrotes de la jaula. No se le proveía de silla o banco a los acusados, pero, en lugar de estar sujetando ávidamente los barrotes de la celda como muchos otros lo hacían, él tenía la espalda reclinada, con piernas y brazos cruzados; esperando a ser entretenido. Y ella lo había entretenido. Su corazón comenzó a latir más rápido y sus mejillas se acaloraron.
—Señorita Granger. —Hermione recuperó su enfoque sobre la rubia Molly Weasley—. Después de años de prejuicios y "acoso escolar", como usted misma llamó; después de ser torturada por su tía en el piso de su sala de estar, ¿piensa que es usted la persona más adecuada para hablar en nombre de sus acciones?
Hermione observó todos los rostros que la miraban fijamente, excepto a una. La pelirroja tenía una sonrisa petulante.
—Tiene razón —dijo Hermione—. Esos aspectos no me cualifican. Lo que sí me cualifica es que soy humana y soy capaz de encontrar espacio para el perdón. Yo soy Hermione Granger; heroína de guerra, la bruja más brillante de mi generación y una tercera parte del Trío Dorado. Y esos hechos por sí mismos deberían ser suficientes para excluirme de ser cuestionada acerca de mi cualificación; así como asumo que la cualificación de Harry Potter no fue puesta en duda.
La habitación se quedó quieta. Hermione sabía que jamás había sido tan arrogante en su vida, pero su presión sanguínea continuaba en aumento.
—Y, como Hermione Granger, solicito que las acciones de un mago de 17 años; criado por una familia que cree en la pureza de sangre; cuyos padres, familia y amigos apoyaron al Señor Tenebroso; y cuya vida fue amenazada diariamente, sea excusado por sus acciones. —Hermione trató de detenerse, pero le fue imposible—. Draco Malfoy no asesinó a Albus Dumbledore. Él no mató a nadie. Por lo tanto, no veo por qué está siendo juzgado por el Wizengamont en pleno, como si fuera un asesino y un firme seguidor del Señor Tenebroso. El que su apellido sea Malfoy no significa que ustedes puedan dejar caer sobre sus hombros los pecados de la guerra.
La pelirroja frunció los labios y miró en otra dirección. La rubia Molly Weasley sonrió tímidamente al piso. El hombre canoso al frente se levantó.
—Señorita Granger —dijo—, gracias por venir el día de hoy. El tribunal examinará su testimonio y el testimonio de los demás. —El hombre tenía ojos amables, pero, aún así, Hermione sentía que se había extralimitado con su discurso.
—Gracias a los honorables miembros del Wizengamot por permitirme hablar. —Hermione soltó la barandilla, dejando que la sangre volviera a fluir hacia sus dedos por primera vez en diez minutos. Mientras se giraba, no pudo evitarlo y volteó para mirarlo una vez más.
Su sonrisa ligeramente divertida había desaparecido. Draco la miraba fijamente, examinándola como si fuera un gusarajo debajo de su zapato, como si no acabara de intentar salvar su vida. Hermione encontró su aliento y continuó caminando hacia la salida de la habitación, con la sangre palpitando en sus venas.
Sus ridículos zapatos resonaron contra la piedra mientras salía, pasando al guardia de la puerta, y continuó rumbo a los elevadores, ignorando el llamado del guardia que intentaba entregarle de vuelta su varita.