Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Aquí tienen llorones, disculpen el retraso. Solo diré que hubo una personita que atinó a lo que iba a suceder y me pondré en contacto con ella para que me indique qué fic quiere que actualice. El resto anduvo cerca, a todos los que pusieron "va a haber sexo" (palabras más, palabras menos) no los tomo como una predicción ya que de por si la historia venía con las advertencias y los tags y hashtags de que eso iba a suceder, duh, soy Luna de Acero, o sea... jajaja. Como sea, disfruten queridos míos, los amo.

Recuerden que sigo viva en Wattpad como: Luna-De-Acero y en AO3 como: LunaDeAcero7, recomiéndeme y síganme si son tan amables. See you!


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime, pero la historia es completamente de mi invención, derechos reservados con personajes originales con certificado Safe Creative, producida su reproducción total o parcial, prohibida su readaptación a cualquier fandom. Derechos reservados legalmente.

Advertencias: Temática de contenido sexual, algo de personalidades fuera del carácter original del manga, situaciones violentas pero consentidas, de todas maneras advierto: ESTO ES FICCIÓN, ASÍ QUE POR FAVOR NO CREAN QUE APOYO LAS RELACIONES VIOLENTAS, esto es solo una variación de gustos retorcidos y personales de los personajes involucrados. Lenguaje vulgar, palabras altisonantes, si son muy sensibles a la violencia les pido que no lean esta historia. Lemon, situaciones sexuales explícitas, golpes, heridas, peleas, y amor (?) Enjoy.


.

.

"Simplemente no puedes superar a la persona que no se rinde".

Babe Ruth

.

.

El sudor nos cubría por completo, aunque admito que yo estaba en desventaja porque era notable como resoplaba, llevaríamos al menos una hora en la faena y la verdad ya me estaba empezando a cabrear esto de que el tipo fuera tan remilgado. Sin embargo con el tiempo había aprendido a sosegarme y pensar mejor las cosas, pero es que ya no sabía cómo hacer para poder alcanzarlo, no me daba ni la más mínima chance, ¿y se suponía que esto era el sesenta por ciento de su capacidad? Lo dudaba, para mi estaba usando muchísimo más que esa cantidad.

Ajusté la coleta de mi cabello y me alejé un poco para evaluar otras posibilidades, era evidente que no iba a derrotarlo yéndole de frente.

—¿Necesitas descansar un poco? —Me soltó tan fresco y arrogante como siempre, a lo que negué con la cabeza.

Puse mis manos en la cintura y entonces mis ojos se enfocaron en la cuerda, claro, tenía que ver la manera de derribarlo y atarlo o esto no se terminaría más, ¿por qué carajo no le hice caso cuando me pidió las esposas de metal? Como fuera, de chico había ido un par de veces a unos rodeos, tal vez podía enlazarlo, porque era un echo que no iba a dejar que me acercara, a menos que-

—Me estoy aburriendo aquí —Soltó con hastío cruzando los brazos.

Pero yo no hice nada en absoluto más que mirarlo con indiferencia, ¿quién se cree que es para ponerse en papel de exigente? Espera cariño, no me andes apurando. Me puse a pensar, podría dejar la cuerda en el suelo, y si él pisaba dentro... no, me vería preparando la cuerda, era astuto, no quedaba otra que tener la cuerda a mano, derribarlo y con suerte atar una pierna o un brazo, no, tenía que ser una pierna o se desharía del lazo con facilidad; largó un bostezo enorme pero seguí ignorándolo.

—Bueno, creo que mejor me voy a la mierda, ya me cansé.

—Si tienes miedo de que te someta, puedes retirarte, pero si lo haces lo tomaré como una victoria para mí —contesté con seguridad, menudo ansioso.

—¿Miedo? Disculpa pero no fui yo el que se detuvo, y agradece que no te puedo atacar porque estarías suplicándome piedad a estas alturas.

Pude sentir como las venas de mi frente se marcaban visiblemente, esta criatura tiene un don para sacar lo peor de mí. Puse mi mente en frío, era evidente que si dejaba que el enojo me dominara el haría lo que quisiera conmigo. Inspiré y retuve la respiración un par de veces para calmarme, era hora de usar la inteligencia más que la fuerza bruta, él era rápido, fuerte, diestro, pero debía tener algún tipo de debilidad, todos la tienen. Tomé la fusta negra y Levi enarcó una ceja. Veríamos que tal se podía defender con un ataque por dos opuestos.

Comencé a hacer círculos a su alrededor entre trotando y saltando haciendo algunos amagues de acercarme, algunos de derecha a izquierda y luego al revés, lo que lo llevó a posicionarse al medio de los círculos y girar a cada momento para tenerme de frente, noté que estaba un poco desorientado con mi accionar y aproveché en esos cambios de giro para llegarle con la fusta y pegarle rápidamente sobre las pantorrillas. Noté que se encabronaba, ¡esto empezaba a sentirse muy bien!

—Ya deja de jugar, ven a por mí, carajo.

—Lo haré de la forma que se me antoje, mientras tanto si no te gusta ya sabes, puedes darte por vencido.

—Ya quisieras, solo que pensé que harías al-

¡Bam! Fue la primera vez que pude darle una patada de lleno en el estómago, sin embargo solo retrocedió dos pasos y se puso a la defensiva de nuevo. Bien, mi estrategia estaba funcionando, por lo que dejó de hablar. Tiré un gancho a la quijada y cuando se hizo atrás para esquivar mi puño con la otra mano le di de lleno con la fusta en la mejilla izquierda lo que le hizo sacar un quejido, se alejó mientras se tocaba el pómulo y me miró con los ojos inyectados en sangre.

—¿Qué haces, cabrón? ¿Cómo se te ocurre pegarme con esa mierda en el rostro?

—Oh, ¿no se puede? No lo aclaraste en ningún momento —Respondí encogiendo los hombros.

—No soportas nada y empiezas a hacer todos esos juegos sucios, cobarde de mierda, ¡ven a por mí con los puños!

Nadie me llama cobarde. NADIE. Me le tiré encima de inmediato y casi, casi logro derribarlo, pero el muy hijo de puta comenzó a darme duro con su codo en las costillas y la mandíbula y tuve que soltarlo y alejarme ¡PUTA MIERDA! Nunca había sentido tantas ganas de sacarle la mierda a alguien como en ese momento, pero es que era duro el cabrón. Bien, tenía que descartar mis planes, no había otra manera, tenía que aceptar que iba a recibir unos cuantos golpes en el proceso para doblegarlo y que las pocas llegadas que fuera a tener le tenía que dar con todas las ganas. Me fui al sillón y tomé las cuerdas. Levi ladeó su cabeza y se puso en posición de defensa otra vez.

Durante la siguiente media hora intenté derribarlo de todas las maneras posibles. Ninguna funcionó. Bloqueaba mis ataques o los repelía con duras patadas o golpes que más de una vez me pusieron al borde de que me saltaran las lágrimas. Me frené de nuevo tratando de recuperar el aire, y ya íbamos para las dos horas en esta durísima faena, al menos ya lo tenía bastante cansado porque se le notaba en la respiración y el cuerpo, aunque yo no estaba en mejores condiciones.

Era cierto que yo también había encajado algunos buenos golpes, pero no parecía ser suficiente, pero nunca, ni por un segundo pensé en darme por vencido, un Jaeger jamás se rinde, jamás. Tomé la cuerda de nuevo, me giré dándole la espalda, no quería que viera el lazo que estaba haciendo, iba a intentarlo, era una buena técnica pero si fallaba no podría usarla más de dos o tres veces antes de que él pudiera anticipar mis movimientos después.

—¿Qué haces? ¿Te vas a ahorcar? —Soltó con su tonito burlón tan característico—. Oye, ¿pretendes matarme de aburrimiento o qué?

—¿Está funcionando?

Si cree que puede manejarme a su antojo con esas frases está equivocado. Es hora de que yo empiece a dominar esta situación. Me tomé mi tiempo e incluso me puse a silbar mientras estaba bien entretenido haciendo el lazo, lo escuché soltando varios "tch" y algunos insultos en voz baja. Finalmente me diré con una espléndida sonrisa que hizo que enarcara una ceja. Lo ataqué sin previo aviso, su cuerpo estaba flojo y relajado, fue sorpresivo y aproveché cada segundo, que probablemente no fueron más de tres o cuatro, en los que solo se defendió porque no le dí tiempo a otra cosa. Encajé un muy buen golpe en su estómago y al fin lo escuché quejarse. ¡Oh! Música para mis oídos al fin. Claro que el cabrón es bueno y giró su cuerpo sobre la pierna derecha y con la izquierda me dió una buena patada en el pecho que me hizo retroceder.

Carajo, era un excelente contrincante, me pregunto porqué con esas condiciones tan excepcionales para la pelea no se está dedicando a esto profesionalmente. Como fuera ataqué de nuevo, no esperé a reponerme, tenía que atacar, atacar, atacar sin descanso, así se me fuera toda la energía que me quedaba, era ahora o nunca. Recibí varios golpes, evité a toda costa que me pegara en el rostro o era capaz de noquearme con esa fuerza descomunal que tiene, yo repartí los míos y de alguna milagrosa manera, en un minúsculo descuido de su parte, le enlace la mano derecha. Ambos nos quedamos como en una especie de pausa, creo que estábamos demasiado sorprendidos, quiero decir él de que yo hubiera logrado ponerle la cuerda y yo de haberlo logrado. Tiré con fuerza de la cuerda estirando su brazo y lo rodeé por detrás para llevar su brazo a su espalda, claro que no contaba con que iba a tirarme un par de patadas, una fue a mi estómago y casi vomito la escasa cena de esa noche, pero no había llegado tan lejos para rendirme, apreté los dientes aguantándome el dolor al máximo y le doblé el brazo con tanta fuerza que tuvo que gritar. de inmediato enlacé su cuello ya que el otro brazo estaba fuera de mi alcance y me trepé sobre su cintura cerrando mis piernas a su alrededor como una tenaza, mientras tiraba de la cuerda comprimiendo su cuello.

¡JODER! Estaba tan emocionado que podía sentir la adrenalina corriendo a la velocidad de la luz por mi sistema, con un brazo inutilizado, entre que hacía equilibrio conmigo encima y trataba con su otra mano de tirar de la cuerda para no asfixiarse lo tenía bastante entretenido, pasé uno de mis brazos por debajo de su cuello, ya que había hecho dos o tres amagos de tirar cabezazos hacia atrás y eso podía ser peligroso. Ahora sí, literalmente lo había anulado, pero comenzó a sacudirse y mover su torso en todas direcciones, esto era como en el rodeo, estando arriba de un toro bravo que quiere derribarte a toda costa, ¡es lo más genial que me había pasado en mucho tiempo!

A pesar de la incomodidad, tenía todo a mi favor así que me costó pero pude enlazar su otra mano y tiré de la cuerda de tal manera que tuvo que arrodillarse resoplando y sacando la lengua afuera por la sofocación, yo encima de su espalda.

—¡Pa-pa-para! —dijo con dificultad, su rostro completamente rojo y los ojos anegados de lágrimas por la falta de aire.

Lo mantuve así unos pocos segundos más y luego aflojé la cuerda. Mientras tosía tratando de reponerse saqué la cuerda de su cuello (y déjenme decirles que quedó una sexy marca pintada de bordó sobre esa pálida piel), agarré el brazo que había estado libre y lo llevé a su espalda y rápidamente le até ambas manos bien firme por detrás. Cuando me puse de pie resoplando agotadísimo, me sentí un poco mareado, es increíble el caudal de energía y fuerza que tuve que usar para poder atarlo. Fui hasta donde tenía las cosas y busqué unos agarres para pies, si bien eran como grilletes de cuero unidos por una cadena, dudaba que eso resistiera su ímpetu, pero era mejor que dejárselos sueltos.

Al fin lo giré y me senté a horcajadas sobre su definido abdomen. No puedo poner en palabras la tenebrosa mirada que me dedicó, me decía con sus ojos, para resumirlo, que me odiaba con hasta la fibra más pequeña de su alma.

—Eso es —Comencé a hablarle con suficiencia y traté de acariciarle la mejilla—. Ahora harás todo lo que yo quiera, cabroncillo.

No me esperaba para nada que me lanzara un tarascón, de haber agarrado mi dedo estoy seguro que me hubiera abierto la piel hasta el hueso. Lo miré sorprendido.

—Te gané, dijiste que si lograba atarte te someterías.

—Jamás dije algo como eso, idiota —Me habló con molestia—, dije que no dejaría de luchar hasta el final, ¡púdrete si piensas que seré como un perro a tus órdenes!

Bien, esto era nuevo, como todo desde que había aceptado la propuesta de este adusto hombre.

—¿Entonces?

—Me defenderé como pueda, a mordidas, rodillazos, cualquier cosa que pueda hacer, ¡jamás me someteré a tus caprichos, hijo de puta!

—Ya veo.

Me puse de pie y fui a buscar un antifaz de cuero para cubrirle sus bonitos y odiosos ojos. Atado y sin poder ver sería más fácil para mí manejarlo a mi gusto, no fue fácil, trató de girarse en el suelo rodando con el cuerpo, moviendo su cabeza a ambos lados, pero se lo coloqué. Lo levanté con rudeza de un brazo y lo arrastré hasta la cama, atado, sin poder ver y con los pies con ese implemento de cuero no fue fácil para él caminar, pero una vez que lo tiré en la cama comenzó una catarata de insultos de los más variopintos, nunca había visto a una persona maldecir y escupir tantos descalificativos tan rápido y con tanta agilidad. Tenía que callarlo con algo, de manera que le dí una bofetada fuerte y luego mordí con saña una de sus tetillas mientras la otra la apretaba con mis dedos con fruición. Se arqueó ante el súbito dolor y soltó un precioso quejido.

—Escucha, cabrón, controla tu boca porque por cada cosa que digas que me moleste voy a castigarte muy duro, ¿lo has entendido?

—¡Muérete, hijo de puta, trozo de excremento, letrina atascada, estropajo de basura, eres un zopenco!

Le bajé el short de lycra de un solo tirón, mientras él seguía gritando y luchando para girarse y darme de rodillazos y lo agarré de las bolas, rosadas y pulcramente afeitadas debo aclarar, comprimí un poco y entonces cerró la boca, aunque tenía los dientes apretados, parecía como un perro gruñendo.

—¿Tengo que castigarte para que te calles o vas a colaborar, jodido de mierda?

Sentía a todo su cuerpo tenso, la ira serpenteaba por debajo de su piel, había llegado MI momento de disfrutar, al fin. Lo solté y fui a buscar el resto de los implementos, chequeé mi celular, había algunos mensajes en cola que leería luego, ¿ya eran las tres y media de la mañana? Sentía todo el cuerpo pesado, estaba consumido. Abrí un refrigerador enano que había en un lateral de la habitación y elegí una botella de agua fresca que me la terminé en un abrir y cerrar de ojos. Levi me insultó de nuevo y tomé una nueva botella de agua fresca, fui hasta la cama y le subí el antifaz, realmente tiene una mirada que amedrenta.

—¿Quieres un poco de agua?

Apretó los labios, era obvio que moría de sed pero su orgullo le impedía aceptarlo. Abrí la tapa y tomé un largo sorbo y luego largué un ¡Ah! de satisfacción, me miró sin fruncir tanto el entrecejo entonces moví la botella en el aire.

—¿Y? ¿Quieres o no?

—Sí —Aceptó con la voz carrasposa y derrotada.

—Pues te jodes, no te daré ni una puta gota —le respondí completamente dueño de la situación.

—¡Ah, cabrón! ¡No me jodas! ¡Dame un trago, carajo!

—Bueno, si lo pides así.

Saqué la tapa y le vacié la helada bebida una mitad en la cabeza y la otra en las bolas. Que gusto verlo quejarse y retorcerse por el frío, esto es tan genial que fui a buscar más cosas de ese lugar.

—¿Qué tal champagne, eh, maldito lunático?

Había una botella pequeña de medio litro que descorché y le vacié en el abdomen y la cara.

—¡Ya basta, hijo de puta! ¡Está helado, me cago en la mierda!

—No te preocupes, si está muy frío ya mismo te caliento.

Me trepé a la cama y me quedé de pie a su costado, me bajé el bóxer para sacar mi pene. Levi abrió los ojos al máximo cuando dio cuenta de mis intenciones.

—¡No, no, no, hijo de puta, no!

Comencé a orinar sobre su lampiño pecho, como quiso girarse para salir de mi alcance tuve que pisarlo fuerte con mi pie izquierdo, se puso ruidoso a un nivel letal, mientras yo solo me reía a carcajadas y el último chorro se lo apunté a su rostro de manera que cerró la boca para no tragárselo.

—¡Te mataré, te mataré, hijo de puta!

—Joder, eres tan molesto, si no vas a gemir no quiero escucharte.

Saqué una pañuelo negro de mi bolso y tuve que luchar brevemente para amordazarlo. Sí, lo prefería callado.

—Bien, tienes dos caminos Levi, o colaboras conmigo y no te haré cosas desagradables, o sigues luchando y puedo ponerme realmente sucio.

Su pecho subía y bajaba pero al parecer entendió el mensaje. Bajé de la cama y lo obligué a que se pusiera de pie, agarrándolo de los cabellos le hablé directo al rostro.

—Mira nada más como te has puesto, cerdo asqueroso, yo te voy a enseñar a insultarme y hacerte el difícil, ya verás.

Lo arrastré de los cabellos al otro lado de la cama, porque ése había quedado mojado y oloroso, pero comenzó a forcejear, así que no quedó más remedio que ponerle otra cosa en los pies, una barra restrictiva. Verán es una barra de acero pintada de negro con correas a los costados que se colocan en cada pantorrilla, de manera que la persona queda con las piernas abiertas e imposibilitada de cerrarlas, tuve que pellizcarlo y luchar un poco para poder ponérsela, aprovechando de dejarlo desnudo del todo. Pude hacerlo finalmente. Me senté exhausto y lo obligué a que se recostara sobre mi regazo, con la fusta en la mano le dí duro y parejo por un buen rato en sus cuartos traseros y muslos, no solo se pusieron de un adorable tono carmín, sino que por la fuerza empleada líneas de un rojo más oscuro le tiñeron la piel. Me detuve un momento, me caía sudor de la frente y podía escuchar los lamentos en voz muy muy baja de Levi, al menos ya no estaba forcejeando y estoy seguro que esto le dolía y le iba a doler mucho más el día de mañana. No me siento culpable, no me detuve por eso sino porque estaba cansado y además es bueno hacer pausas así la piel se pone más sensible para el próximo castigo, en ese ínterin descubrí que este cerdo estaba empalmado a más no poder, su erección se frotaba sobre mis piernas, pero no iba a darle placer tan fácil, de manera que lo levanté de los cabellos y lo tiré en la cama.

Respiraba agitado, su mirada, que no dejaba de ser filosa, estaba mucho más sosegada, supongo que también estaba debilitado, digo, llevábamos poco más de cuatro horas en la faena y yo ya tenía ganas de tirarme a dormir, realmente no recuerdo cuando fue la última vez que terminé tan destruido en una faena sexual. A él le escurría saliva desde la mordaza, sus músculos ya no estaban tan tensos. Miré su entrepierna y me reí abiertamente, Levi solo dejó caer su cabeza dócilmente sobre el colchón, ya no iba a pelear.

Me arrodillé a su lado, me coloqué dos guantes de fino y transparente látex y me miró entre curioso y temeroso, me gusta eso, debería tenerme un poco de respeto. Embadurné mis manos con lubricante de buena calidad, lo encargo especialmente y sale una pequeña fortuna pero no deja residuos oleosos, ni es pegajoso, tiene la textura perfecta para lo que necesito. Con mi vigorosa mano derecha tomé su erección y con la otra comencé a masajear su anillada entrada. No se retorció, se relajó bastante, parecía dispuesto a colaborar, claro que estoy seguro que él no esperaba lo que se venía.

Cuando se trata de meter dedos o penetrar me gusta tomarme mi tiempo, uno puede jugar rudo pero forzar es otro tema, eso de pretender que violo a alguien no me gusta en absoluto, me parece asqueroso, de lo más bajo que hay. Ya una vez que penetro a alguien si me pide más fuerte entonces puedo ceder, sí es que quiero. De manera que con tranquilidad le colé un dedo y lo fui moviendo despacio para que se adaptara, mientras mi otra mano lo masturbaba arriba abajo, deslizándose muy bien por el lubricante y el látex del guante, noté como empujaba poco a poco sus caderas hacia arriba al compás de una respiración caliente, pesada y seductora. Además de un cuerpo esculpido y hermoso, Levi tiene muchas formas de verse sexy y las estaba descubriendo, es realmente encantador cuando se deja hacer.

Con dos dedos metidos en su recto alcancé su próstata, me moría por quitarle la mordaza y así poder escuchar sus gemidos, pero no, debe aprender a quedarse callado cuando se lo ordeno, aunque dudo que la lección le dure mucho tiempo. Apoyó los talones para levantar las caderas, su espalda arqueándose, así que dejé de masajear dentro suyo y resopló en protesta. Apreté la base de su pene con fuerza para cortar todo proceso que lo pudiera llevar a eyacular. Levantó de nuevo la cabeza, apretó su esfínter y me miró con ira. Le sonreí malvadamente.

—¿Crees que te la voy a dejar tan fácil, perro? Tal vez si te disculpas conmigo y me lo pides suplicando... no sé, tal vez podría considerar dejarte terminar.

Sus ojos brillaron embravecidos, me arriesgué y le solté la mordaza, su cara era un desastre de sudor, saliva y enojo.

—Ni lo sueñes, hijo de puta —habló al fin, con la voz más arenosa y rota que le hubiera conocido—. ¿Crees que voy a rebajarme a rogarte por una paja de mala muerte? ¡Púdrete!

—¡Ah, ya veo! Entonces así será.

Saqué una mordaza de cuero negro con un círculo de alambre al medio que colocado en la boca no permite que la puedas cerrar, es algo incómodo y jodido, perfecto para este provocador. Se lo coloqué con rapidez y luego volví a mi faena. Puse una pequeña cantidad de lubricante otra vez en mis manos y lo penetré con mis índice y anular izquierdos mientras mi mano derecha volvió a masturbarlo. Toda esta interacción me tenía excitado también, mi pene estaba duro y erecto, pero más placer me daba ver a Levi a mi merced que tocarme a mí mismo, podía retrasarlo un poco.

Me tomé el trabajo de masajear su próstata y su pene al mismo tiempo hasta llevarlo al límite, para luego apretarle la base del pene a la vez que lo pellizcaba muy duro en algún lugar logrando que se le bajaran las ganas, luego arremetía de nuevo, y repetí a misma técnica al menos unas cuatro veces, para la quinta vi que se le caían las lágrimas de la frustración, mientras se ahogaba en su propia saliva y tosía. Lo miré por primera vez desde que había empezado esa tortura.

—¿Y bien, altanero de mierda? ¿Ya fue suficiente o vas a seguir quejándote?

Negó fervorosamente, mientras su mirada me mostraba una auténtica súplica, yo podría haber eyaculado solo con esa mirada quebrada.

—Una palabra despectiva, Levi y te juro que te haré esto hasta que te desmayes.

Asintió con docilidad, sino fuera porque yo estaba a un paso de caer colapsado por tanto esfuerzo lo hubiera torturado un poco más, pero tuve piedad. Lo penetré con mis dedos de nuevo y lo masturbé acoplando los ritmos de los movimientos de mis manos, en muy pocos minutos acabó abundantemente entre mi mano y su abdomen plano y marcado. Aproveché su semen y comencé a masturbarme, me acerqué a su cabeza y lo agarré de los cabellos, no duré nada, acabé sobre su rostro y debido a la mordaza algunas gotas cayeron dentro de su boca. Que se joda.

Antes de perder la conciencia por el sueño, fui a bañarme, lo dejé tirado en la cama y me tomé mi dulce tiempo para lavarme bien, aunque estaba tan cansado que no fue mucho tampoco. Volví ya seco del baño y recién entonces le quité la mordaza, soltó una exclamación de alivio ante esto, y procedí con la cuerda (que costó bastante porque estaba imposiblemente apretada, de hecho tuve que cortarla) y luego con la barra de restricción de los tobillos. Se sentó sobre la cama, era un verdadero desastre, se sobó la mandíbula, algunos golpes en su cuerpo habían dejado su huella, especialmente en su trasero donde las líneas rojas permanecían, suspiró y se puso de pie para ir a bañarse.

Aproveché para juntar mis cosas en mi bolso y tirar aquellas cosas que ya no usaría más. Regresó al rato con el semblante demacrado, fue al pequeño refrigerador y tomó una botella de agua que se bajó casi sin respirar.

—Joder... estoy muerto.

—Lo mismo digo —acepté sentándome en uno de los sofás, no daba más.

Se acercó y se sentó a mi lado, solo tenía una toalla blanca sobre la definida cintura, se giró para mirarme y conocí su primera sonrisa honesta.

—¡Mierda! Eres genial, realmente no pensé que podrías hacerlo, esto ha sido muy divertido.

Me acoplé a su buen humor de inmediato.

—Para ser franco no esperaba este nivel de dificultad, me sorprendiste, la próxima vez me prepararé mejor.

—Pues para la próxima usaré todo mi potencial.

—No espero menos.

Llamó a su chofer y en unos minutos dejamos la habitación para subirnos a un "discreto" Rolls Royce negro en donde me condujeron a mi domicilio. Nos saludamos como dos grandes amigos y quedamos en que estaríamos en contacto para definir el próximo encuentro. Como caí en mi cama así quedé hasta el otro día, pero no me malintrepreten no me arrepiento de nada, todo lo contrario.

...

—Armin —dije colocando el celular entre mi rostro y mi hombro porque estaba cocinando.

—¡Eren! ¿Es cierto lo que dicen? Yo no me lo puedo creer.

—Mmm, no sé, ¿lo que dicen de qué?

—¿Realmente estás saliendo con Levi Ackerman? ¿Really? ¿Es algo formal?

Sonreí mientras revolvía la cazuela de mariscos en la olla de cobre. Pensar que por beberme la lata de energizante de un millonario excéntrico y caprichoso hace seis meses atrás, mi vida (nuestras) había dado un giro de ciento ochenta grados, ¿quién lo hubiera podido adivinar?

—Así parece.

—Increíble. Bueno, me alegro por ti, amigo, mientras tú seas feliz.

—Lo somos, ambos, creo que nos complementamos en muchos sentidos, es cierto que no se deja conocer, pero una vez que sucede... es imposible no enamorarse, soy afortunado de que sea mutuo.

—Como sea, debemos juntarnos y brindar apropiadamente. Me pone feliz verte al fin en plan serio.

—Oye, ya estuve en planos serios antes —digo apagando el fuego de la estufa y sacando los finos platos de porcelana blanca con lirios negros pintados en los bordes.

—Ya, pero que se haya hecho público tan rápido...

—Supongo que uno crece y madura, hice click con él, no es para darle tantas vueltas.

—Definitivamente hay que juntarse, deberías invitarlo también.

—Claro, lo haré. Oye, Ar, te dejo porque tengo la comida servida.

—No hay problema, yo iba saliendo también, te llamo el fin de semana así arreglamos.

—Ten cuidado, nos vemos, Ar.

Corto la comunicación, termino de servir los platos en mi mesa de vidrio y acero, llevo un vino de uva blanca para acompañar el almuerzo y camino a mi habitación. Está acostado, desnudo, con la sábana blanca enredada en su delicioso cuerpo (más delicioso que cualquier platillo) como única prenda de vestir. Su espaldas, brazos y muslos están llenos de marcas del bondage que le puse anoche, le gusta que esté lo suficientemente apretado como para que las marcas duren un par de días, a mí también me gusta verlo así.

Beso sobre su nuca varias veces, hasta que resopla y se gira sonriendo suavemente.

—Ya está servido, ¿vamos?

Asiente, pero deja que lo mime un poco más. Luego de una lujuriosa y afanosa noche de peleas y dominaciones, aprendí que Levi se levanta de un fantástico buen humor y queda dócil y tranquilo como un gatito cachorro, deja que lo acaricie y lo consienta, amo descubrir estas facetas de él.

Hasta la próxima vez que ambos dejemos salir nuestros demonios...

.

By Luna de Acero.-