¿Por qué? Era lo que siempre se preguntaba Kohaku, a veces cuando se bañaba o cuando terminaba sus actividades del club de deportes. Pues, aunque no le importaba las miradas o comentarios de los otros, algunas veces…

Surgía la interrogante de: ¿Por qué Senku estaba con ella?

Después de todo, el chico parecía más interesado en la ciencia que otra cosa, como el romance. Además de que ella, no era como su hermana Ruri.

Ella no era Ruri en absoluto, pero, tampoco buscaba serlo.

Entonces, ¿Por qué Senku andaba con una chica como ella cuando podía estar contra? O mejor, ¿Por qué tener una relación?

Y por trigésima vez en el día, se lo preguntó, mientras reprimía un suspiro y jugaba con un utensilio del laboratorio.

- Te pasa algo.

- ¿Eh? No, no es verdad…

-No estaba preguntando, estaba afirmándolo, Leona. – le dijo, mirándola de reojo. Kohaku no reaccionó ante el apodo, supuso que debía tratarse de algo importante para ella; suspiró levemente, dejando lo que estaba haciendo, sentándose cerca de ella. - ¿Qué sucedió esta vez?

Ella frunció el ceño, mirando hacia otra parte. Pero que testaruda, pensó Senku al ver que ella no accedería a contarle nada.

-No es nada importante, ve allá a hacer tus cosas de ciencia.

-Lo haría, de no ser porque me importa lo que te pasa. – dijo con desinterés, rascándose la oreja, mirando al frente. Kohaku no pudo evitar sentir su pulso acelerarse por esas palabras.

-… Senku… ¿Por qué estás conmigo?

Sabía muy bien a qué se refería, y era algo de lo que, si era sincero, le costaba un poco hablar. Kohaku lo miró rascarse la nuca, con una mueca de fastidio, como cuando a veces las cosas no le salían como esperaba; aquello sólo aumentó su curiosidad y ansias por una respuesta.

-Lo digo porque, ni tú ni yo estábamos interesados en estos temas… Y… A veces no puedo evitar preguntarme el porqué estás conmigo. – miró al frente, y después sus manos. – Hay mejores chicas que yo, mucho más femeninas y menos bruscas o desvergonzadas que yo… Yo en cambio soy una Leona, no soy Ruri-nee en absoluto también…

-Tal vez, es porque todas ellas, no son tú. – respondió con simpleza, sintiendo la mirada azulina de ella. – Y si me preguntasen o preguntasen el porqué estamos juntos, no sabría que responder, ¿Sabes? Porque esto fue como Alexander Fleming descubrió la penicilina en una de sus investigaciones.

- ¿Un accidente? – había tenido que aprender eso para poder pasar ciencias, y quien le había enseñado hasta el hartazgo fue Ishigami. Él sonrió, y hasta soltó una risilla nasal.

-Simplemente fue sorpresivo, inesperado… Pero jamás un error o accidente. – le dijo, mirándola a los ojos. Kohaku sintió un pequeño ardor en sus mejillas, además de sorpresa.

-Entonces… ¿Te gusta estar conmigo?

-Kohaku, si no me gustara, ni siquiera hubiera empezado una relación contigo.

Bueno, eso era cierto. Se podría decir que él tuvo la valentía de empezar una relación con ella, algo que admiraba; además, recordaba la cara de felicidad de su hermana, la estupefacta de su padre además de la incrédula de su cuñado, Chrome, al saber que ella estaba en una relación.

Le sonrió, sincera.

-Tienes razón, Senku… A mí, también me gustar estar contigo. – acostó su cabeza en sus brazos, cerrando sus ojos con una sonrisa tranquila. Digamos que esa pregunta no le había dejado dormir por la noche, y ahora, podía hacerlo.

Él sonrió, pasando delicadamente su mano por su cabello, en una pequeña caricia. Si debía admitir algo, era que había ocasiones en las que también se preguntaba lo mismo; y nadie diría, que ese mismo día, recibió la respuesta a su interrogante.

Porque sí, a él, le gustaba Kohaku, de una forma u otra. Y aunque no lo dijese en voz alta, estos pequeños momentos, eran los que él más atesoraba.

Momentos de calma con Kohaku, o como el le decía (ahora de cariño, así decirlo), Leona.