It Grows on You
Por lordmarvolodiddle
Traducción por Alyssa S.
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EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD.
Harry Potter no me pertenece, así como ninguno de sus personajes en libros y/o películas. Esta obra está hecha sin ánimo de lucro.
El trabajo que leerás a continuación es una TRADUCCIÓN. La trama presentada a continuación está ideada y escrita por lordmarvoloriddle, quien muy amablemente me dio su autorización para traducirla. Lo único que me pertenece es la traducción, así como cualquier error gramatical y ortográfico que se presente a lo largo de la lectura.
Esta obra está siendo publicada únicamente en Archive of Our Own (AO3), fanfiction y Wattpad bajo el mismo título y en las cuentas del traductor, mismas que pueden consultarse en el perfil de usuario.
No autorizo, bajo ningún concepto y sin excepción, adaptaciones y re-publicaciones de esta obra en esta y cualquier otra página. Si vez publicada esta obra en perfiles que no sean en relación a lo mencionado en el párrafo anterior, ¡Denuncia!
Sin más que decir, disfruten de la lectura.
It Grows on You
Por lordmarvoloriddle
Traducción por Alyssa S.
Advertencias de capítulo: Leve referencia a nigromancia/manejo de cadáveres. Leve relación de adulto con menor. Referencias a asesinato.
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Capítulo I
Ninguno de los dueños de la tienda se atrevió a intervenir en el trabajo de Tom en las raras ocasiones que regresaba con fines de obtener suministros.
No era el tipo de trabajo público del que ciertas personas ricas eran conscientes en los sagrados pasillos del Ministerio. No, era el trabajo que generaba una enorme fuente de emoción y frustración para quienes seguían las raras visitas de Tom a la oscura tienda en Knocturn Alley. Algo mucho más sombrío de lo que la mayoría de la gente solía pensar.
Le quedaba bien a Tom.
A los veintiocho años, y en medio de algo mucho mayor que trabajar en el Ministerio de Magia, las horas que le dedicaba a su trabajo secreto resultaron útiles. Y placenteras, a decir verdad. Había una inmensa belleza en armar un ser, con sus propias manos y con la ayuda de su magia, especialmente después de aguantar y resolver la larga lista de errores de las incompetentes personas adineradas. Y sus criaturas no eran meros cadáveres como los inferí, sino algo que tenía la capacidad de pensar, incluso si sus oídos solo escuchaban las órdenes de Tom. Y por eso eran especiales. Apreciaba mucho a sus seguidores, sin embargo, tener a estas criaturas a su disposición era algo completamente diferente. Eran su propia creación. Su hijo, en cierto sentido.
El absurdo pensamiento trajo una sonrisa a los labios de Tom.
Lanzó otra mirada al libro colocado en el enorme escritorio de Borgin cuando la campana sonó y la sonrisa de Tom se ensanchó. ¿Tal vez era un cliente madrugador? ¿O quizás un cliente especial?
Era un muchacho joven, seguramente no mayor de quince años. Un niño bien vestido con grandes ojos verdes que miraban a Tom desde el otro lado de la habitación. Jadeante, con la espada apoyada contra la puerta, y el cabello negro rizado cayendo sobre su frente. Un niño bonito.
—¿Estás perdido?
El niño no apartó los ojos ni siquiera para mirar el contenido de la tienda, solo frunció el ceño con algo parecido a molestia. En respuesta a la sonrisa que aun adornaba los labios de Tom, se alejó de la puerta y tontamente avanzó al mostrador.
Bueno, esto podría ser divertido. Tom estaba bastante aburrido.
—Por supuesto que no —respondió finalmente el joven con valentía. ¿O era arrogancia? —; solo estaba… buscando un lugar para esconderme. Por un tiempo. No muy largo.
Tom cerró Tortura Metamórfica y tocó su cubierta con uno de sus largos dedos. —¿Y no se te ocurrió qué lo que encontrarás aquí podría ser mucho más peligroso que lo que te perseguía allá fuera? Sin contar del hermoso callejón en el que te has metido…
Los ojos verdes se entrecerraron antes que su dueño tome la silla alta frente al viejo mueble y se siente con las manos en su regazo, tenso pero tranquilo. Tom ya estaba intrigado, por lo que posa sus antebrazos desnudos sobre el mostrador para inclinarse un poco hacia él. Para su deleite, su joven visitante no se inmutó.
—No me estaban realmente persiguiendo, señor —el chico insistió—. Solo me encontré con el "tipo equivocado de personas" mientras mis padres no estaban. Y eran más que insistentes. Por otro lado, Knockturn siempre está llena con esa clase de personas, pero al menos para mí, tú no pareces serlo.
—¿Y cómo lo sabes?
La mirada del chico había sido obvia antes, pero ahora era lamentable. Tom era un hombre muy atractivo y lo sabía, y como tal lo que veía en los ojos del niño le era familiar. Pero lo más sorprendente era que no le molestaba. Por lo general, este tipo de comportamiento lo irritaba y participar en una serie de burlas inútiles con un colegial nunca había estado en su lista de hobbies favoritos. Sin embargo, allí estaba él, el Señor Oscuro charlando con un niño bastante ocurrente. A Tom ni siquiera le gustaban los niños.
—No pareces serlo—fue la respuesta seguida de un encogimiento de hombros—. Bueno… Sí, eres un poco viejo, pero te ves bien, te vistes bien, y eres lo suficiente tolerante para sentarte aquí y charlar conmigo mientras vendes cosas que podrían matar a las personas con un toque. Así queee… Creo que estás bien. Señor.
—En realidad no soy tan mayor, jovencito —Tom aclaró con una sonrisa sin molestarse en corregir al niño la suposición de su trabajo. No era usual, al menos.
—Pero aún lo suficiente mayor como para ser mi padre —bromeó el chico, sus labios estirándose en una sonrisa.
—¿Estás buscando un padre?
—No, gracias, ya tengo uno.
—Qué pena —bromeó Tom—, y yo aquí ofreciéndote un entorno estable para una pequeña familia. Incluso nos parecemos un poco… podría funcionar.
El más joven lo sorprendió con una risa, una verdadera risa que tuvo éxito en alzar un poco las comisuras de los labios de Tom. El mocoso era entretenido, no podía negarlo. Una pequeña mano se le ofreció sobre la mesa y Tom respondió presentando la propia.
—Me llamo Harry Potter. Encantado de conocerte.
El heredero Potter… qué interesante. El hijo de James Potter le tomó la mano y Tom necesitó todo el autocontrol que pudiera reunir para no dejar que sus sentimientos se mostraran, alabada sea su vasta experiencia en hacer precisamente eso. ¡Y oh, vaya ironía! Hacer que el hijo del hombre que lo busca se presente como si nada. Si creyera en el destino, habría dicho que esta ocasión no podía ser más que el destino sonriéndole.
—Tom Ryddle. Un placer.
Soltó la mano de Harry un poco más tarde de lo debido, pero ninguna queja llegó a sus oídos.
—Entonces —siguió Harry—, ¿estabas ocupado?
Tom arqueó una ceja antes de mirar dramáticamente a través de los rincones oscuros de la tienda. Con telarañas y todo. El niño mostró un puchero y fue correspondido por una de las sonrisas de Tom. El tipo de sonrisa que había utilizado en la vieja bruja Hepzibah Smith. Solo que esta vez salió con mayor fluidez, casi natural. (Y ese pensamiento tendría que analizarlo más tarde. O preferiblemente nunca -y nunca podría significar un tiempo extremadamente largo para un ser inmortal).
—Cierto… pregunta estúpida. De todos modos, debería irme o mamá estará asustada por haberme ido sin avisar. Apuesto que ya lo está.
Las yemas de Tom se clavaron en la cubierta del libro, su sonrisa todavía en su lugar. —Oh, es una lástima. Aun no vas a comprar tus cosas para Hogwarts ya que apenas está empezando el verano, así qué, ¿cuál es la prisa?
No había rastro de miedo en los ojos verdes del niño. Harry estaba realmente cómodo con su presencia y Tom casi deseó que no lo esté. El que el menor no sintiera nada más que puro terror por él lo estremeció. Pero aquella fantasía salvaje tenía que dejarse de lado por el momento.
—Solo es una visita a Gringotts. Estoy bastante seguro de que ya debería estar en casa —explicó Harry con una mueca.
Podría tenerlo ahora. Nadie lo sabría. Encontraría mi camino en su acogedor cuerpo antes que cualquier tipo de vida dejara esos ojos. Antes de que le perteneciera por completo a Tom. Nada lo detendría. No realmente.
Pero eso era una mentira.
Era ese rostro lo que lo detenía, y la posibilidad de este encuentro que podría ir a ninguna parte y a cualquier lugar al mismo tiempo. Tom había esperado por una gran cantidad de cosas en su vida. También podía esperar a Harry Potter.
—Vamos —le ofreció, dando un paso fuera del mostrador y colocando una de sus manos sobre el hombro de Harry. Tan delgado en sus manos, tan ansioso por estar allí—. No tienes por qué ir por Knockturn, menos sin compañía. Podrías tener un final trágico.
Tan pronto como el niño entró a la chimenea, sus ojos se encontraron con Tom. Los polvos Flu se esparcieron desde su pequeño puño cuando Harry todavía no expresó el nombre de su destino. La idea de irse no le era muy atractiva al menor, o al menos eso parecía.
—Fue muy agradable conocerlo, Señor Ryddle. En verdad.
—Lo sé, Harry.
La sonrisa que compartieron permaneció incluso después de que Harry desapareció en las llamas tan verdes como sus ojos. Tom permaneció allí, mirando el lugar donde una vez el chico se quedó durante un preocupante periodo de tiempo. Pensando.
Cuando la invitación a la fiesta de los Malfoy llegó, todos empezaron a especular. Sirius no había recibido uno, entonces, ¿por qué la familia de Harry sí?
—Aquí hay gato encerrado…
El comentario bastante muggle de James era bastante acertado, sin embargo, pasó desapercibido para Harry. Eran los Malfoy, así que era de esperar que su padre desconfiara de ellos. En los últimos dos o tres años, la amenaza de este nuevo Señor Oscuro se cernía sobre su familia una vez más. A pesar de los esfuerzos del Ministerio, la identidad del hombre seguía siendo una total incógnita, pero James todavía estaba convencido de que los Malfoy estaban involucrados de alguna manera a pesar de no tener pruebas. Harry y su madre no compartían el mismo sentimiento, al menos no tanto. Ciertamente la familia de rubios eran unos imbéciles, pero eso no quería decir que ofrecerían su apoyo inquebrantable a un mago megalómano que se creía mejor que los demás. Y en esa nota, Harry no estaba seguro de si existiera dicho hombre. No era como si alguien lo hubiera visto.
Al final, la invitación fue aceptada.
Así que aquí estaban, en la tarde del vigésimo nueve de junio, mezclándose con la buena gente de Malfoy Manor. O querrá decir que sus padres lo estaban haciendo desde los últimos diez minutos, participando en una conversación animada con Lady Zabini mientras que Harry llevaba su copa de champán de un lugar a otro y evitaba a sus compañeros de escuela como la peste. Pansy Parkinson le dio una mirada desagradable desde su lugar en el brazo de Draco, Harry se sintió obligado a devolver el gesto. El propio Draco fue sorprendente civil, simplemente moviendo la cabeza a su dirección cuando el moreno pasó junto a la pareja. Harry continuó esforzándose para no toparse con algún político de alto rango y la rica familia de Grecia que hablaba y actuaba como tontos -cuatro de los cuales estaban esparcidos por toda la habitación-, y era un desafío no encontrarse con ellos. Harry casi había pisado el pie de una niña antes de llegar al balcón. Ella no debía tener más de siete, vestida con un desagradable vestido rosa que hacía ver la ropa de Luna más elegante. Murmuró una disculpa suave antes de escapar fuera del lugar.
El aire de verano era pesado e insoportablemente caliente; los terrenos que rodean la mansión Malfoy parecen más grandes en la noche, yendo mucho más allá de las increíbles puertas de hierro de la casona. A juzgar por la altura, parecía que la fiesta se llevaba a cabo en el tercer piso, por lo que Harry suspiró y colocó la copa todavía llena en la gran barda fabricada con un material parecido al mármol. Harry no era un especialista, pero la textura se sentía bien para él. Bueno, pensó, no le importaba lo que fuera. Era costoso, y eso estaba bastante claro.
El ruido de la fiesta repentinamente aumentó, y Harry suspiró, esperando que no fuera alguien de su escuela. Y sí lo era, al menos esperaba que no fuera Draco, el comportamiento inesperadamente tranquilo de esta noche nunca estuvo destinado a durar.
—Hola Harry.
Sí Harry aun tuviera agarrado la copa, seguramente ya estaría al suelo.
—¿Señor Ryddle?
Ese era el Señor Ryddle, no había duda al respecto. Solo lo había visto una vez, sin embargo, fue más que suficiente para poder pintar un cuadro digno. Él le sonrió, elegantemente vestido con un traje negro parecido a la moda muggle, y se acercó más, como si fuera el dueño del lugar. La cosa era que a Harry nunca le había gustado nadie antes -tenía trece, pronto catorce-, pero estaba seguro que le gustaba el señor Ryddle. Lo suficiente para soñar con él tres días seguidos. Eso contaba para algo, ¿no?
Y el hombre era tan guapo que no podía ser real. ¿Cómo podía alguien ser tan guapo? Con aquellos pómulos afilados y ojos penetrantes que solo podían permanecer a un dios o a un modelo de revista. No era humano. Y si eso no fuera suficiente, todo su cuerpo, toda su postura, era impecable. Alto y de espalda ancha, mucho más alto que Harry mientras se acercaba con una alegría en sus ojos grises.
Oh, Harry estaba seguro de que le gustaba el apuesto señor Ryddle.
—Podrías llamarme Tom dado que habíamos aclarado que no iba a ser tu padre.
Se miraron el uno al otro hasta que Harry se echó a reír. El señor Ryddle -Tom- pacientemente esperó a que terminara antes de extender su mano. —Estoy muy contento de volver a verte —dijo, tomando la mano de Harry.
Pueden llamarlo loco, pero Harry estaba convencido de que el señ-Tom- lo estaba mirando de una manera que era demasiado… algo. Y el firme control en su mano era cálido y acogedor; Harry no debería estarle dando tantas vueltas. Ni siquiera debería estar pensando en ello. Hablando en serio, Tom es lo suficiente mayor como para ser su padre y de solo imaginar la reacción de sus propios progenitores era una historia de terror con todas las posibilidades de terminar en tragedia.
Luego Tom le sonrió y sus preocupaciones se fueron al carajo.
—¿Y qué hace el trabajador de una tienda aquí? —Harry se encontró preguntando, sin moverse ni una pulgada de donde se encontraba.
—¿Qué hace el hijo de James Potter aquí? —Tom lo contraatacó, diversión en cada una de sus palabras.
—Te pregunté primero.
—Y yo te pregunté después.
Harry suspiró y trató de ocultar su alegría, pero fue en vano. —Eres terrible —terminó riendo.
—Quizás. Pero te gusta.
Aquellas palabras callaron a Harry y su proximidad le picó como una abeja. Debía retroceder, huir… así como muchas otras cosas que le habían dicho en su infancia. Extraño peligroso, le advirtieron. Tom era demasiado mayor y Harry no estaba a su altura. Y quizás Tom ya sabía qué…
—Señor… ¿estás…—Harry tartamudeó—, acaso estás…?
—¿Cortejándote? —Tom terminó por él, inclinando su cabeza como un niño desconcertado.
De verdad estaba pasando.
—No era esa la palabra que estaba pensando, pero sí —el alarde de Harry lo sorprendió y una amplia sonrisa se posó en los labios de Tom.
—No te molesta.
No era una pregunta.
Harry sostuvo su barbilla alta, tomando ávida nota de la atracción de Tom en el aire. El hombre no avanzó, tampoco retrocedió. Sus ojos estaban fijos en Harry, observando, esperado, y aun así seguía viéndose tan devastadoramente guapo.
—Yo… no digo que no fuiste tan malo en Knockturn Alley, pero prácticamente acabas de admitir que vas a cortejar a un chico de trece años. Con el debido respeto, señor.
—Pronto tendrás catorce —añadió Tom—. Y hemos vuelto al señor, ¿eh?
Harry se sorprendió y le respondió: —No creo que haya mucha diferencia.
—Oh, yo creo que sí. Por ejemplo, Harry, todavía estas aquí conmigo en lugar de correr a tus padres llorando por encontrarte un hombre malo. Lo que me lleva a la pregunta de si estás interesado o no.
Al crecer con James como su padre, Sirius como su padrino y los Weasley como sus amigos, Harry reconocía un juego cuando lo veía. —¿Cuántos años tienes? —preguntó, tanteando el terreno.
—Veintiocho —Tom respondió al instante, avanzando hacia Harry que se estremeció—. No voy a tocarte sin permiso, pequeño.
Harry se mofó—. Teniendo en cuenta que estás tratando de llevar a un niño a tu cama, llamar a dicho chico 'pequeño' no es lo más inteligente que puedes hacer, si me preguntas.
—¿Intentar? Teniendo éxito sería mucho más apropiado, pequeño.
El pequeño Draco Malfoy no podía ni llegar a los pies de este hombre. A pesar de la naturaleza vil de la conversación, Harry no podía despreciar a Tom ni a su malicia. Era solo… bueno, Tom era especial, por falta de una palabra mejor, y Harry estaba lejos de odiarlo. Al parecer, la arrogancia le era algo atractivo. Por no mencionar que Tom Ryddle -un hombre guapo- le estaba brindando su atención, y Harry estaba teniendo una especie de infantil flechazo desesperado por dicho hombre. Y el Sr. Ryddle debe estar consciente de ello.
—Papá me matará si se entera—Harry dejo escapar, con las mejillas rosadas. Él ha aceptado. Le había dado a Tom su permiso y ahora una puerta a lo desconocido ha sido abierta—. Mamá también.
—Harry, Harry… yo no cometo errores. Sígueme y nuestra pequeña… asociación será beneficiosa para ambos. Tienes mi palabra.
—Bueno. ¿Cómo vamos a-?
—No voy a tomarte sobre este balcón. Confieso qué, aunque no me disgusta esa fantasía en particular, vamos a necesitar un entorno más privado para cuando separes las piernas por primera vez. —Se humedeció los labios sobre el cristal de la copa de champán antes de dárselo a Harry. Aún sin tocarlo— Serás informado de nuestro acuerdo, pequeño. Solo espera.
Cuando el mayor se dispuso a salir, Harry se aferró a la manga de la chaqueta de Tom. Como un niño. —¿Tom? ¿Estamos enfermos?
Toda la diversión se desvaneció ante la pregunta de Harry. —¿Enfermos? Bueno, si lo estamos, no vamos a buscar una cura.
Harry lo soltó. Tom sonrió y se fue.
Las palabras garabateadas en la página parecían no tener fin. Era verano y hacía mucho calor, pero la mente de Harry parecía carecer de la capacidad necesaria para concentrarse. Apenas una semana había pasado desde su encuentro con Tom y dicho hombre había decidido instalarse en los pensamientos del ojiverde. Porque, en realidad, imaginar el guapo rostro y esa sonrisa descarada mientras sus padres, Sirius y Remus hablaban de política en la mesa durante la cena era una excelente idea.
Harry gimió. El libro fue abandonado junto a su plato ya vacío mientras trataba de alejar al Sr. Ryddle de su mente.
—Y cómo te decía, Fudge dejará el cargo el próximo año —comentó James—, pese al escándalo que causará con ello. Y no es que no me alegre, pero hay quienes dicen que la persona que tomará su lugar… bueno… las cosas no pintan bien para nosotros.
Bueno, todo mal tiempo venia con algún bien. Al menos días ante de que Harry se enterara que Tom Ryddle trabajaba en el Ministerio, había sido mencionado brevemente. Un funcionario estando en Knockturn Alley. (Y sí ese chisme cayera en los oídos equivocados…)
Siempre era el tema de todos los días. Era eso o lo otro; de algún asunto del Ministerio o del supuesto Señor Oscuro que acechaba en las sombras en busca de niños qué comer. Y como siempre, Sirius asentía a las palabras de James, ofreciendo su apoyo inquebrantable.
Remus y Lily intercambiaron una mirada y Harry se apoyó contra el respaldo de su silla. La rutina le aburria. Podía participar en la discusión si quisiera, pero Harry lo había hecho antes y hasta ahora no tenía nada nuevo que decir. Todos repetían las mismas cosas una y otra vez, pretendiendo saber lo que pasaba en el mundo. Como si se volviera verdad sí lo decían. Harry sabia tanto como ellos y por cortesía decidió mantener la boca cerrada y mantener su opinión para sí. Además, su madre le daba la impresión de saber los pensamientos exactos de Harry.
¿Quién tenía tiempo para preocuparse sobre un Señor Oscuro? Las vacaciones de verano eran más reales, y ellos estaban aquí. No como un supuesto mago sin nombre. ¿Por qué se preocupaban por ese hombre? ¿Por ese fantasma?
Harry se excusó de la mesa y anunció que iría a visitar a los Weasley por el resto del día. Bueno, ese había sido su plan inicial. La verdad era que Fred y George solo habían insistido en ir a Diagon Alley, ¿y quién era Harry para arruinarles la diversión? Especialmente cuando tenía una nota doblada en el bolsillo de su pantalón que llegó a su ventana la mañana de ayer para considerar.
Café mañana, se leía. No era necesaria una firma.
Y allí estaba él. Ahora Harry solo tenía que deshacerse del resto del grupo. Cosa fácil. Todo lo que tenía que hacer era mencionar que iría a recoger un libro o dos y Harry estaba caminando por el callejón Knockturn solo. Ojos lo siguieron, pero mantuvo su cabeza en alto y sus pasos medidos. Depredadores siempre seguían si corrías. Luego estaban los que esperaban, y este en particular estaba fumando un cigarrillo.
Por supuesto, el Sr. Ryddle fumaba. Encajaba con su marcado atuendo, hermoso rostro y dura voz. Hubiera sido raro que no lo hiciera. Harry se acercó mientras el mayor lo miraba de pies a cabeza. Tom estaba descansando cómodamente apoyado en la pared del frente de la tienda, el cigarrillo consumido hasta la mitad entre sus dedos.
—Hola, Tom.
—Hola, Harry.
Eso se escuchó demasiado íntimo para ser un tercer encuentro.
—No puedo quedarme mucho tiempo. Vine aquí con mis amigos y les dije que tengo unas cosas que hacer, pero-
El Sr. Ryddle tarareó, obviamente no preocupado. —Déjame invitarte algo. Tus amigos sobrevivirán sin ti por un tiempo, lo prometo —El cigarrillo desapareció y una mano fue posada sobre el hombro de Harry, llevándolo por una calle sombreada hasta un bar aún más sombrío. Tenía sentido. Un trabajador del Ministerio como Ryddle no podía aparecer en compañía de un niño de trece años en Las Tres Escobas. La gente hablaría y los padres se darían cuenta. Algunos no saldrían de sus casas el resto del verano y otros querrían destruir su carrera política. El Sr. Ryddle no parecía el tipo de hombre que correría un riesgo innecesario.
Tom se compró una taza de café negro y Harry se le sirvió un chocolate caliente.
—Dijiste café—señaló Harry.
—Era una forma de hablar. Esto es mucho mejor para tu edad.
Harry, por supuesto, lo sabía. —Sé que algunas cosas no son buenas para mi edad.
Tom sonrió mientras tomaba su bebida. —Lo suficiente justo. Además, tenías la opción de no aceptar mi invitación. No puedes decir que te secuestré para mi satisfacción.
¿Había algún juego de palabras aquí? El señor Ryddle sin duda podría ganar por más empeño que Harry pusiera. Pero quizás su pequeño juego tenía otro propósito. Tal vez era más fácil coquetear entre ellos que hablar de su verdadero… negocio. (Harry tenía que pensar en otra palabra. No era negocio).
El menor aprieta sus dedos alrededor de la taza y se encuentra con los iris grises de Tom. Harry estaba siendo estudiado y, obviamente, el mayor de ambos había notado el temblor en sus manos. Si pensaba que Harry era débil, había guardado esa opinión para sí. Lo único claro en la mirada del otro era interés y una pequeña muestra de diversión.
—¿Lo de la fiesta… hablabas en serio?
Su mesa circular se encuentra en uno de los muchos rincones del bar y lejos de los otros clientes, tan pocos como eran. El Señor Ryddle probablemente había echado una sala de privacidad o algo similar. Cuántas palabras desagradables podrían ser dichas.
—Eres un niño inteligente, Harry. ¿Qué es lo que piensas? —Tom respondió.
—Creo que hablabas en serio, pero no lo entiendo —confesó Harry, dejando toda su modestia aparte—. Aun soy un niño y tú eres mucho mayor. Trabajas para el Ministerio, eres poderoso, eres guapo… y apuesto que muchas otras cosas más. Y sí, me gustas. ¿A quién no? Pero… ¿por qué estarías interesado en mí? No… no lo comprendo.
Ryddle lo miraba casi con cariño. Durante un largo rato no dice nada, solo mantenía sus ojos enfocados en Harry mientras extendía una mano sobre la mesa entre sus bebidas casi terminadas, con la palma hacia arriba. Si Harry se sonroja, era una acción perfectamente normal. Mantuvo la compostura al dejar que su propia mano reposara sobre la del más alto, entrelazando sus dedos. Qué pequeña se veía su mano… era dos veces más pequeña que la de Tom. Era extrañamente agradable. ¡Y cómo se sentía! Era la primera vez que Harry sostenía la mano de otra persona y, en ese sentido, ¡se sentía genial! Tal vez eso es lo que debería ser, o tal vez era solo el hombre delante de sus ojos que marcaba la diferencia.
—¿Importa? Podría escribirte una confesión o dedicarte hermosas palabras sobre tus ojos verdes, tus labios rosados y otras características tuyas por igual. Pero al final todo se resumirá en una cosa. Tú capturaste mi interés y es por eso que me interesas, a pesar de los demás puntos validos que mencionaste. ¿Eso es suficiente para ti?
—Entonces realmente estás…
—Sí, Harry. Yo realmente estoy interesado.
Ok. Sus manos se separaron.
—Bueno, ¿y ahora qué? —pregunto Harry. Él quería esto, quería que el señor Ryddle estuviera satisfecho y necesita instrucciones específicas sobre cómo lograr eso. No era como si tuviera una experiencia previa, después de todo.
—Soy un poco tradicional, así que creo que una cita es lo más apropiado para nosotros en este momento.
Y así lo hicieron. Tazas olvidadas en la mesa, hablaron de sí mismos y de todo un poco. Harry descubrió que Tom era huérfano y el mayor supo lo terriblemente aburrido que Harry se sentía con toda la plática de Señor Oscuro que pasaba en su familia. Sonrisas eran intercambiadas. Finalmente, Harry pensó, alguien lo entendía. ¡Alguien que necesitaba evidencia antes de opinar! Parecía que no todo estaba perdido en este mundo.
El mayor también estaba curioso del trabajo escolar de Harry, qué temas estudiaba, con qué otros se rompería el dedo antes de disfrutarlos. Bueno… quizás no a ese extremo. Sin dedos rotos, pero sin duda dándoles una mueca o dos.
—¿Por qué estás tan presumido? —Harry insistió en un momento. Tom había sonreído de forma inesperada ante la mención del puesto de Defensa que seguía siendo molesta para muchos, incluidos el personal de Hogwarts, pero más que nada de los alumnos.
—Pues… digamos que pude haber terminado siendo tu maestro si algunos aspectos de mi vida hubieran ocurrido de manera diferente.
Un mundo con el Sr. Ryddle mirándolos fijo en un aula llena de estudiantes, rezumando autoridad con solo respirar. Y Harry entre los jóvenes, siendo totalmente hipnotizado. Seguro se habría quedado prendado por el hombre desde antes. Y, ciertamente, habría presentado un sinnúmero de oportunidades para realizar su… negocio. (Otra palabra, una palabra más. Intenta encontrar otra palabra más).
—Apuesto que habrías sido el maestro más estricto.
—Eso es correcto. Imagina las detecciones.
Sí, Harry podría imaginarlas. Tom y él en un salón vacío o una oficina ordinaria. Siempre solos, siempre estando más cerca de lo debido. ¿O quizás Tom se refería a otro tipo de detención? El tipo donde limpiaba el piso con sus propias manos. El tipo que Snape disfrutaba dar, donde tenías que mantenerte cuidadosamente vigilados por una maldita ave rapiña. ¡Vayas ideas! Tom podía ser arrogante, pero no había absolutamente ninguna comparación que darse con el maestro de pociones. Tom era demasiado bueno para todo eso.
Luego, por supuesto, llegaron a ese tema.
—¿Crees que nuestro misterioso Señor Oscuro es malvado? —preguntó Tom, analizando a Harry sobre el borde de su taza.
Harry estuvo a punto de encogerse de hombros, pero decidió no hacerlo. El gesto le parecía demasiado infantil, de repente. —Es como si me preguntaras si Santa Claus es una mala influencia por colarse en las casas de las personas. Ninguno de los dos es real.
—Compláceme, Harry. Un nuevo señor oscuro. ¿Es malvado o no?
—Hablan de señores oscuros como si fueran zapatos —se quejó Harry y Tom arqueó los labios—. Uno nuevo, uno viejo… pero bueno, trataré de responder. Malvado… depende de lo que entendemos como 'mal'. ¿Los bullies son malvados porque aterrorizan y golpean a otros o porque les gusta hacerlo? ¿Por qué son bullies en primer lugar? ¿Acaso encuentran placer en golpear y humillar a los demás? Tengo un compañero en Hogwarts… —dudó, pero la curiosidad en los ojos de Tom lo animó a continuar—. Seguro conoces a su padre, ¿Lucius Malfloy? —Tom asintió—. Draco es cruel con los niños que cree están por debajo de él. Los llama por apodos, rompe sus cosas, a veces usa la violencia: sangrado de nariz, brazos rotos. No creo que alguna vez lo haya odiado, no en verdad, pero la sensación está lejos de ser similar. Pero un día me di cuenta de que alguien tenía que hacer algo.
—¿Y qué hiciste?
—Me enfrenté a él… nos batimos en un duelo público delante de toda la escuela. Lo humillé.
—¿Por qué?
—Por temor. No había otra manera de poner fin a su comportamiento y el miedo parecía ser la solución. Draco tenía que temer a alguien, a quien sea. No me gustó, pero no había otra alternativa. Ahora… sobre este supuesto Señor Oscuro… quizás él daña por necesitad o porque le gusta. Si es malo o no… no puedo decirlo porque no lo conozco.
Tom parecía satisfecho por alguna razón y entonces el tema fue cambiado, aunque no antes de que murmurase un «buen chico». Harry trató de no parecer satisfecho de sí mismo.
Y así continuó su plática hasta que Harry olvidó el propósito de su reunión. El asunto de toques y demás se perdió entre palabras.
En el momento que tuvo que irse, Harry ya estaba encantado. Tom lo observó antes de ver a la entrada del callejón Diagon y luego voltear hacia la izquierda donde las sombras de Knocturn se asomaban. Harry podría regresar por sí solo, pero Tom insistió en ser su escolta, y Harry obviamente aceptó mucho antes de lo apropiado.
—Me gustó mucho tu compañía.
Harry levantó su mirada hacia el hombre. —A mí también. Entonces… ¿nos volveremos a ver?
De una manera que se estaba volviendo demasiado familiar, Tom arqueó su ceja. —Me encantaría.
—A mí también —repitió Harry, ojos curiosos mirando a esos ojos grises—. ¿Nos vemos pronto?
—Sí Harry, nos veremos pronto.
Harry lo miró una vez más mientras caminaba por la calle en busca de los gemelos Weasley, y Tom todavía estaba allí observándolo. Harry agitó su mano y Tom le devolvió el saludo. Uno bastante inocente para los transeúntes.
Resultó que ese 'pronto' vino mucho antes de lo esperado.
Todo comenzó de forma inocente, ni siquiera fue culpa de Harry. Su padre olvidó una pila importante de papeles en casa y necesitaba desesperadamente que le fueran entregados en el Ministerio. James estaba demasiado ocupado para ir a buscarlos personalmente al igual que Sirius, y Lily tenía turno esa mañana en San Mungo. Así que, como cualquier buen hijo con un pequeño motivo escondido, Harry ofreció sus servicios.
Ahora estaba allí, en la oficina de alguien, con la pila de papeles importantes esparcidos por la mesa debido a que su padre y Sirius estaban atrapados en una animada conversación de la que Harry esperaba su señal para irse. Pero entonces un nombre interesante escuchó.
—Y ahora tenemos a Ryddle sobre nuestras manos… —James se quejó ante cualquiera que esté escuchando.
Estaban hablando de nada menos que Tom, y Sirius lucía una expresión amarga. La misma que tenía cuando hablaba de sus padres o Lucius Malfoy. Harry fingió inspeccionar un gabinete muy aburrido, tratando de no parecer demasiado interesado. La sutileza era la clave aquí.
—Sé a lo que te refieres. Ese imbécil va y trata de convencer al Wizengamot de no ofrecer fondos para nuestra búsqueda del Señor Oscuro. Y teniendo en cuenta su base de fans, estoy seguro que se postulará como candidato para el puesto de ministro este invierno.
—Es un político —Harry soltó en un tono desinteresado—. Las elecciones y el convencimiento son la descripción de su trabajo.
Sirius rueda los ojos. —Entonces básicamente estamos hablando de un fraude.
James le ofreció una muestra de apoyo, pero esta vez Harry no cedió tan fácil. —No se sabe muy bien si es un fraude o no. Ustedes apenas lo dicen basándose en que Ryddle es político. Así que, básicamente, podrían estar equivocados.
Su padrino parecía medio impresionado por el argumento de Harry y medio molesto por la lógica de su respuesta. Mientras tanto, James y el hombre de recepción estaban enfrascados en una conversación totalmente diferente.
—Bueno chico, quizás sea cierto. Pero te digo, hay algo extraño con ese tipo. Ahora vete a casa. Tu padre y yo tenemos un Señor Oscuro que capturar.
Harry los miro fijo antes de despedirse. Señor Oscuro… como si no hubiera otra cosa más importante que perder el tiempo en una fantasía. Por ejemplo, en cosas más realistas, cómo delitos o algo así.
Mientras Harry caminaba por los pasillos de los diferentes departamentos en el Ministerio, sus ojos buscaron una figura alta. La única verdadera razón de su prisa por estar allí. Había caras familiares en uno y otro lado, pero ninguna era Tom. Por supuesto, Harry podría preguntarle a alguien la ubicación del hombre, pero… no parecía muy apropiado hacerlo. Le cuestionarían la razón ý Harry diría… no sabría qué decir.
—¿Tanto me extrañabas?
La voz calmante hizo que Harry se detenga. Entre todas aquellas personas ocupadas, Harry volteó y se enfrentó con nada más que Tom, elegantemente vestido como siempre, mirándolo a él y a solo unos pocos pasos de distancia. Con solo verlo, Harry se sentía hipnotizado. Se encontraron en un punto intermedio e intercambiaron sonrisas furtivas, la sutileza lanzada por la ventana.
—Papá me necesitaba —Harry medio mintió, con la barbilla bien alzada.
La sonrisa de Tom dijo muchas cosas. —Por supuesto que sí. Pero… ¿y sí yo también te necesitaba?
—Entonces… dado que no estaba ocupado, supongo que habría venido por lo mismo. Y esa no habría sido la razón.
¿Las personas estaban mirando? ¿Debería Harry revisarlo? ¿No debería Tom saberlo? Sin embargo, no había ninguna mala intención detrás de sus accionares. Solo eran dos personas hablando y sonriendo de vez en cuando. Todas las interacciones humanas y amistosas eran así. No había nada de especial, nada de lo que su padre tendría que enfadarse… bueno, nada aparte de la presencia de Tom, hecho del que Harry optó por dejar de lado. Tratará con ello cuando sea necesario. Sí, no había necesidad de preocuparse en este momento.
—Harry, me gustaría proponerte algo —Tom hablo suavemente, cada vez más cerca de lo que era considerado apropiado—. Teniendo en cuenta nuestro acuerdo anterior, ¿te gustaría visitarme este fin de semana? En mi casa. ¿Para arreglar nuestro negocio?
El corazón de Harry pareció subir a su garganta. Esto se estaba volviendo terriblemente real. Se sentía como si estuviera de pie frente a un bosque encantado, a veces mirando al camino seguro detrás de sí, pero queriendo correr entre esos árboles llenos de peligro. Pero pronto la renuencia fue olvidada y la voz de Tom acarició sus oídos de una manera que Harry nunca podría describir.
—Sí, iré —Harry respondió, ya pensando en las maneras en que se escaparía de su casa sin ser detectado, con el corazón acelerado, como si estuviera corriendo.
—Genial. Espera mi lechuza.
Tom parecía muy satisfecho, tanto con la respuesta como con el mismo Harry. Frotando su mentón, un rizo negro cayó en la esquina de los ojos de Tom. En verdad, Harry no podía encontrar a nadie más devastadoramente guapo que Tom. Apretó las manos a sus lados, luchando contra el impulso de alcanzar y tocar al mayor en tal entorno público.
—¿Y Harry?
—¿Sí?
Las comisuras de los labios de Tom se arquearon en una sonrisa. —No es nada importante. Solo quería decirte lo hermoso eres.
Hermoso. Los labios de Harry siguieron el movimiento de Tom y se curvearon. Estaría mintiendo al negar lo contento que está al escuchar esa palabra, y el calor que se acumuló en el fondo de su estómago. La mirada que Tom le estaba dado… quizás Harry se estaba enamorado. O tal vez no era más que un flechazo.
No paso mucho después de ese intercambio y la conversación pronto se terminó. Pero el momento más notable, al menos en la mente de Harry, fue cuando Tom se fue y -por accidente o no-, se rozó contra Harry. El menor se inclinó a creer esto último, porque los pasillos del Ministerio no estaban tan llenos. Si uno fuera lo suficiente hábil, podría hasta bailar allí.
Mordiéndose el labio inferior para contener la estúpida sonrisa de su rostro, Harry se fue y se preguntó si Tom lo estaba mirando detrás de él.
Cuando regresó a casa, la idea todavía se negó a abandonar la mente de Harry. Ahora… necesitaba prepararse. Los gemelos Weasley se mostraron receptivos ante su carta y le ofrecieron su apoyo inquebrantable a su cita arriesgada (si solo supieran lo arriesgado que realmente era). Básicamente, los gemelos dirían que Harry estaba con ellos sí a sus padres les entraba la curiosidad. En opinión de Harry, el plan era sólido y cuando una lechuza desconocida llegó con todos los detalles necesarios para su encuentro con Tom, memorizó cada palabra antes de quemarla.
No podía esperar a que llegara el viernes.
Como mencionó antes, todo iba bien hasta una cena con la compañía acostumbrada. Sus padres y amigos discutían una vez más sobre este potencial Señor Oscuro por lo que, después de terminar sus papas al horno, Harry se excusó para retirarse a la intimidad de su habitación. Reanudó su lectura de hace unos días cuando un golpe en la puerta interrumpió su concentración.
Remus estaba en la puerta, ofreciéndole a Harry una sonrisa forzada mientras acercaba una silla. El aire olía a problemas. Harry cruzó las piernas y esperó.
—No quiero entrometerme —comenzó Remus. Sonaba como si el tema que traería fuera a incomodarle—, pero… fue un accidente, así que necesito que entiendas que no fue a propósito. Harry, cuando llevaste esos papeles a James, yo estaba en camino a verlo para terminar de ver algunas cosas y no pude evitar ver lo cerca que estabas de Tom Ryddle. Había un poco de ruido por lo que me fue un poco difícil de escuchar, pero detecté cierta familiaridad en sus voces. No se lo he dicho a nadie, pero Harry, ¿qué asunto tienes con ese hombre?
Era inútil mentir ahora que Remus ya debió escuchar los fuertes latidos de su corazón. Solo para estar seguro, para mantener su secreto a salvo, Harry decidió confesar lo más parecido a la verdad.
—No te preocupes, sé que nunca quisiste espiarme. Tom y yo somos amigos. Nunca lo dije antes porque ya sabes lo que dicen papá y Sirius de los políticos, de él. Y pensé que era mejor así. No les mentí, solo… no dije nada.
—¿Amigos?
—Amigos —Harry repitió con toda la firmeza que pudo reunir.
Remus no parecía del todo convencido cuando lo vio pasarse una mano por su cabello desordenado. Pero no importaba, porque Harry lo conocía. Dada la poca información que tenía, Remus no acusaría a Harry o a Tom de hacer algo malo. Y menos aún podría decírselo a James y a Lily. Tal como estaban las cosas, una amistad podía resultar una excusa sorprendentemente valiosa. Ni siquiera era una mentira, al fin y al cabo. Tom y él eran amigos.
Una breve conversación para 'ponerse al día' siguió mientras Remus intentaba quitarse la incomodidad que sentía. Pero tan pronto Remus se fue, Harry deseándole una buena noche, el moreno saltó de su cama para presuroso conseguir tinta y papel. Tom necesita saber de este desafortunado hecho.
Cuando recibió la carta, Tom frunció el ceño ante su contenido. Qué irritante y lamentable capacidad del hombre lobo… pero al menos Tom tenía una idea de lo que pronto sucedería. El hombre tenía que venir a verlo, alentado por su preocupación por el bienestar del niño y su paranoia.
Mientras tanto, los ojos de Tom darían un vistazo a unos papeles del ministro y luego revisaría los suyos, haciendo una lectura rápida de las ultimas actividades de James Potter y su compañero idiota, Black. Habían estado cerca de detener a uno de sus seguidores hace tres días. Nadie importante, pero Tom no podía correr el riesgo con otra persona, alguien que poseía información valiosa. Sus días estaban ocupados, pero tan pronto como sea posible tendría que hacer unos cuantos votos irrompibles, al menos con las personas clave. Tener a Lucius Malfoy en una correa corta le ofrecía espacio para una variedad de enfoques y cualquier traición de él estaba fuera de cuestión. Así que hasta que pudiera hacer el voto, Tom tenía trabajo que hacer.
Su teoría se volvió realidad solo un día antes de la visita de Harry, cuando Remus Lupin llegó a su casa y le preguntó si podían hablar. Tom abandonó su experimento en el sótano y fue a encontrarse con el hombre, innumerables hechizos lograron hacer indetectable cualquier olor de cadáver en su piel. Té y galletas se sirvieron mientras la lluvia empezó a caer.
—¿Se trata de los fondos? ¿Por la búsqueda del supuesto Señor Oscuro y mi desprecio público por ello? —preguntó Tom, sabiendo muy bien que esa no era la razón de su visita.
Los ojos del hombre se encontraron con los suyos y Tom mantuvo su mirada. Qué divertido era este hombre… sí tan solo pudiera verse a sí mismo. Tom tenía el impulso más extraño de reírse de su estupidez. Tal vez debería decirle cómo iba a follarse a Harry… ¿O quizás debería dejarlo verlo? La sonrisa de Tom se volvió genuina ante la idea.
—No, no se trata del señor oscuro. Esto es por Harry Potter y la supuesta amistad que tiene contigo.
—Perdona sí me equivoco, pero no entiendo tu pregunta, señor Lupin. Harry y yo somos amigos. Y eso te molesta. ¿Es por quien soy que estás tan inseguro? Eres una criatura oscura. A veces utilizas magia oscura para realizar tu línea de trabajo. Yo también. ¿Por qué tú puedes tener un vínculo con Harry y yo no? ¿Dónde está la justicia en eso?
Remus Lupin no había tocado su té.
—Escucha… quizás tengas razón y solo tengo prejuicios, sobre todo debido a tu posición en el Ministerio. Después de todo, James es mi amigo y es precisamente por eso que tengo un lazo con Harry. Solo quería asegurarme que no vaya a ser herido de ninguna forma. El niño es demasiado maravilloso para soportar cualquier miseria.
Tom tamborileó con los dedos sobre los brazos de la silla -uno, dos, tres, cuatro veces. —Oh, estoy de acuerdo. Harry es maravilloso —Su sonrisa se ensanchó y cuando el hombre finalmente tomó de la raza, Tom actuó y lo petrificó en el movimiento quizás más rápido de su vida.
Lupin se desplomó en su asiento con un ruido sordo, y Tom se agachó hasta el nivel de sus ojos, suspirando.
—Sabes… su larga búsqueda por el Señor Oscuro es bastante inútil teniendo en cuenta que estás hablando con él en este preciso instante —Los ojos del hombre lobo se abrieron cómicamente, la única parte de su cuerpo que seguía funcionando—. Sí, Remus Lupin. Yo soy el Señor Oscuro que tanto han estado buscando y fantaseando con tanta desesperación. Ahora, regresando a mi querido Harry. Él es mío, y ninguno de ustedes están invitados a interferir con ese hecho. Bueno… en realidad, tú de alguna forma lo estás. Mañana por la noche, por favor, observa cuidadosamente.
Un movimiento de su varita después, en el piso de su sala, Remus Lupin había desaparecido y en su lugar había una taza de té de marfil. Ah… las maravillas de la transfiguración.
—Ya sabes lo que dicen… —Tom le habló a la taza cuando la recogió—. Un amigo de la familia no es tan valioso como la vajilla fina.
La taza, por supuesto, no dijo nada.
Notas de traducción.
¡Hola! Me alegra verte por aquí. A poco no se esperaban que trajera este tipo de trabajo, ¿verdad? ¡Vaya sorpresa la mía! Pero me gustó tanto~ [Y espero sobrevivir a esta historia]
Este proyecto pertenece a los que estaban destinados a publicarse en principios de noviembre, por las fechas de terror. La temática oscura es fascinante, y cómo no va a serlo cuando nuestra pareja favorita tiene tanto de dónde sacarle. Espero les haya gustado tanto como para mí es trabajar con él~
¿Qué les pareció? ¡Los comentarios son siempre bienvenidos!
Nos vemos en el próximo capítulo 3
Les quiere,
Alyssa S.