Hola amigos, les traigo una historia cortita de momento pero que si gusta tratare de avanzar lo más rápido posible. Cualquier sugerencia y/o comentario será bienvenido. Saludos!

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de la serie televisiva Supergirl, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

La fuerza de un "Te quiero"

Llevaba hora y media dando vueltas en torno al edificio de L-Corp, el viento en el rostro siempre la hacía sentir algo más tranquila por mucho que la atormentaran sus pensamientos. Llevaba años con las palabras atragantadas en la garganta como un trozo de carne demasiado seco, ya no soportaba pelearse con ella misma entre lo que necesitaba hacer y lo que debía hacer. Las palabras de James volvían a su mente una y otra vez torturándola a diario, ¿si le decía la verdad era para sentirse mejor con ella misma?, ¿o lo hacía para que la mujer que la observaba desde el ventanal más alto de aquel edificio, aquella mujer que había cambiado su perspectiva del mundo por completo, la que tenia la dicha, el honor y la carga de llamar su mejor amiga, al fin dejara de vivir dividida entre lo que le generaba Supergirl y lo que sentía por Kara Danvers, para que dejara de vivir en una mentira que ella misma se había esforzado tanto por mantener?.

Unos imponentes ojos verdes la miraban expectantes desde una oficina, sentía el corazón de Lena Luthor latir con fuerza mientras bebía en su oscuridad una copa de su whisky favorito. -¿Me espías o alguien trata de matarme otra vez?- La escucho decir por lo bajo sabiendo perfectamente que la escuchaba atenta, que la escucharía desde cualquier lugar de la ciudad. Kara suspiro para sí misma y voló resignada hasta el balcón de L-Corp aterrizando con cuidado sobre los relucientes pisos.

L- ¿Hay algo que deba saber Supergirl?- pregunto Lena levantándose de su silla y caminando directamente hasta ella.

S- No en realidad- mintió una vez más con pesar tratando de evitar la mirada directa de la morena.

L- ¿Entonces vas a decirme que rodeas mi edificio desde hace mas de una hora solo porque si?- exclamo dándole la espalda mientras caminaba hasta su sofá y se sentaba cruzando sus delgadas piernas.

S- Me gusta la vista desde aquí- sonrió entre dientes dándole a entender que no era del todo sincera.- la verdad es que hay algo raro en el aire, tengo un presentimiento de que va a pasar algo pronto y tu eres la persona más importante de la ciudad, no me arriesgaré a que te hagan daño.- confesó finalmente sin acabar de decirle todas sus razones para vigilarla tan de cerca.

L- Debería seguir tu ejemplo, tal vez lo mejor para mi hubiese sido tener una identidad oculta que me permita vivir tranquila para variar- dijo apesadumbrada sirviéndose más whisky. Kara pudo notarla ya ligeramente ebria y no encontró escapatoria para evitar sentir culpa y pena por aquella mujer, culpa por sobre todas las cosas. Sus palabras la golpeaban directo en el rostro, le golpeaban justo donde más le dolía, sabía perfectamente que Lena jamás le perdonaría haberle ocultado su identidad por tantos años. Una punzada en el pecho la llevo a morder su labio buscando algo de dolor que la hicieran sentir en carne lo que le recorría el espíritu, si le contaba a la morena que ella era Supergirl le produciría un pesar que quizás jamás podría reparar, pero si se enteraba por otros medio, quizás el sentimiento no fuese solo de dolor, sino que podría mutar en un odio que la consumiría por completo.

S- Suena sencillo dicho de esa manera, pero créeme que es más difícil y doloroso de lo que parece- se excuso Kara tratando de abrir una pequeña brecha que le dejara ver algo de esperanza en un futuro si es que se atrevía algún día a decirle la verdad.

L- ¿Doloroso?- sonrió con ironía dejando ver sus perlados dientes al tiempo que apartaba el cristal de sus delgados dedos- ¿Cómo podría ser doloroso vivir dos vidas plenas sin preocuparte por las repercusiones?

S- Tal vez no te has puesto a pensar que no vives plena ninguna de las dos vidas, que lastimas a los que proteges ya sea con la verdad o con las mentiras, y que todo lo que haces repercute en ti y en los demás. – Kara se abrazo a si misma al tiempo que una lágrima se le escapo por la mejilla dejando ver por primera vez ante aquella mujer un poco de su humanidad. Hubo un silencio casi sepulcral en la habitación, esos silencios de estudio constante y dolorosa reflexión, hasta que finalmente la rubia limpio su rostro con brusquedad y se elevó en el aire lentamente comenzando a salir sin volver a mirar atrás. – Mantén los ojos abiertos y llámame ante cualquier cosa.- dijo finalmente y se perdió en el cielo nocturno.

Lena vio como aquella capa roja se alejaba con prisa luego de haberla dejado con sensaciones encontradas, después de tantos años comenzaba a notar que la heroína de Ciudad Nacional tenía más que perder que lo que dejaba ver, que no era solo una extraterrestre con súper poderes, era una persona con sentimientos y con una vida en juego, y por primera vez en tres años no se sintió la persona más solitaria del lugar.

La relación entre la más joven de los Luthor y Supergirl había quedado dañada desde el asunto de la kriptonita sintética, y pese al paso del tiempo esa pequeña grieta nunca había podido cerrar. La morena ya no confiaba del todo en la heroína y pese a no dudar en poner su vida en sus manos, desde la intimidad, había algo que la alejaba y la hacía dudar. Pero lo que sentía por Kara Danvers, lo que la joven reportera le generaba era otra historia. Si bien no entendía su amistad con Supergirl y se había sentido desplazada por ella en más de una ocasión, la mayoría del tiempo sentía que Kara era la única persona sobre la tierra que confiaba plenamente en ella, que la apoyaba y acompañaba en todas sus decisiones aunque no estuviera del todo de acuerdo. Kara Danvers había salvado su vida de maneras que jamás hubiera imaginado, la había salvado como persona, como amiga, como mujer, le había hecho sentir por única vez en su vida que el apellido que la precedía no tenía porque marcar su camino, y que podía ser quien ella quisiera ser. Y por si fuera poco, desde que había acabado su relación con James, Kara se le había ido metiendo bajo la piel tan sutilmente con su ternura, con su carisma, con su integridad, que de repente se encontraba a diario pensando en esos ojos azules con un cosquilleo inquietante en todo su cuerpo, sensación que la asustaba y le quitaba el aliento sin lograr entender aún porque.

Lena bailoteo el teléfono entre sus manos, tenía sus pies descalzos recostados sobre el sofá blanco impoluto como toda su oficina. A su lado una botella vacía y un vaso a medio acabar, la mirada triste perdida en la pared y un enorme vacío en su estómago que la hacía maldecirse por no haber comido nada en todo el día. Un mareo repulsivo la hizo tumbarse de lado para aplacar la sensación al tiempo que notaba como todo el whisky subía colérico por su garganta ardiendo. La puerta se abrió justo en el instante que la morena perdía la conciencia, pudo oír unos pasos de tacones avanzar hacia ella presurosos y unas manos firmes y cálidas la sujetaban antes que cayera desmayada.

El agua fresca recorría su frente pegajosa por el sudor de la fiebre, reconoció el olor a almendras de su habitación a media luz, estaba en su pijama azul, tendida delicadamente sobre su cama King y el silencio la embargo por un instante hasta que todos sus sentidos despertaron por completo. Casi de inmediato el dolor se apoderó de su sien mojada y se removió con incomodidad entre las sábanas de algodón egipcio, hubiera preferido seguir desmayada que enfrentar esa agónica realidad, la resaca sin duda era una mierda.

K- Ey! Tranquila, ya estoy aquí- exclamo la dueña de los ojos azules más intensos de la galaxia mientras buscaban los de Lena con algo de pena.

L- ¿Kara?- sonrió apenas al reconocer la voz de la rubia mientras le cambiaba el paño de la frente por otro más frio.- ¿Tú me trajiste a casa?

K- No iba a dejarte en la oficina ahogada en tu propio vómito- dijo con algo de ira contenida mientras le tendía un vaso con agua y un analgésico- toma esto, te hará sentir mejor.

Lena tomo la píldora blanca con cuidado mientras se incorporaba ligeramente para sujetar el vaso sin hacer un desastre en su cama. Trago con algo de esfuerzo y se dejó caer nuevamente sobre la pila de almohadas que Kara acomodaba de tras de su cuerpo. Podía sentir su mirada fría cargada de rencor y sus labios apretados evitando hablar más de lo que tenía planeado hacerlo.

L- ¿Estas molesta por algo?- pregunto sin mas ya sabiendo la respuesta.

K- Claro que estoy molesta, porque diablos no me llamas si te sientes tan mal como para ponerte en este estado. Si no hubiera llegado quien sabe que te hubiera ocurrido. – Quería gritarle con todo su ser para que la morena entendiera lo mucho que le dolía verla asi, pero se contuvo para no generarle más jaqueca de la que ya tenía.

L- ¿Ella te lo dijo verdad?- su voz sonaba entre algo molesta por quien había violado su privacidad y con mucha vergüenza para con la mujer que había tenido que verla de esa manera tan deplorable.

K- ¿Qué esperabas?, no te vio bien y fue a hablar conmigo, aunque no lo creas se preocupa mucho por ti.

L- Creo que se entromete más de lo que debería, yo sé cuidarme sola.- exclamo con autosuficiencia.

K- ¿A si?- Kara se puso de pie con el corazón golpeteando en su pecho con fuerza- ¿entonces por qué diablos te haces esto Lena?- los ojos de la kriptoniana se llenaron de lágrimas mientras su voz se quebraba con la angustia que ya no podía contener.- ¿A caso no entiendes lo importante que eres para mí?, ¿el dolor que me causa verte así?, eres la mujer más inteligente, fuerte y valiente que conozco y de verdad no soporto ver cómo te haces daño y no poder hacer nada para evitarlo.- suspiro con pesar al tiempo que se abrazaba a sí misma y las lágrimas le caían desesperadas por el rostro levemente enrojecido por la ira que le recorría el cuerpo.

Lena la miraba atónita y no pudo evitar el dolor que sintió de inmediato en su pecho, le estaba causando un terrible mal a la persona más importante de su vida, a la única persona que le importaba en realidad. Hizo un amague para ponerse de pie pero las piernas se le vencieron como papel mojado, su rostro palideció más de lo normal y hubiera caído como plomo sobre la alfombra si Kara no se hubiera apresurado a sujetarla con fuerza contra sí misma.

K- Recuéstate, estas débil y tienes fiebre.- la delicadeza de la rubia se escapaba por todos sus poros, temía tanto por la fragilidad de Lena que la ayudo a meterse en la cama como si de un trozo de cristal se tratara.- ¿Cuándo fue la última vez que comiste?, no me mientas.

L- Por la mañana he tomado café y donas.

K- Eso no es comida, iré a prepararte algo.- Kara se puso de pie y salió de la habitación dejando a Lena un poco atontada y confundida. Se sentía terrible, eso era verdad, pero su mente siempre implacable no pudo evitar recabar en un detalle que le resulto extrañamente familiar, núnca había visto a su amiga llorar, siempre era ella la que acudía por consuelo cuando los problemas la abrumaban y la rubia le servía como paño de lágrimas, pero había visto a alguien más llorar de esa misma manera algunas horas atrás. Por un momento contemplo la idea en su mente pero la descartó de inmediato en cuanto unos ojos azules atravesaron el umbral de la puerta y buscaron su mirada con ternura. No era posible que Kara, quien ahora estaba parada a su lado con una bandeja en las manos fuera la misma persona que volaba por el aire salvando al mundo y sintiéndose ama y señora de la ciudad. No, no podían ser la misma persona, la mujer de acero no podía ser su Kara.

Lena cenó el risotto que la rubia le había preparado siempre con su mirada expectante sobre sí misma, no quería hacer ni decir nada que pudiera hacerla llorar o enfadarse una vez más, así que comió hasta el último grano de arroz y aparto la bandeja solo cuando hubo terminado.

L- Estaba exquisito, ¿cómo cocinaste tan rápido?- dijo la morena tratando de romper un poco con la tensión en el ambiente cuando Kara regreso a la habitación tras dejar todo en la cocina.

K- Lo he traído de mi casa en realidad, asumí que no habías cenado y no me equivoque.- Exclamo suavizando un poco su voz al notar el remordimiento de Lena mientras le hablaba. – Ahora quiero que descanses, te seguiré regañando por la mañana. – Sonrió dulcemente al tiempo que acomodaba el edredón sobre la cama, la noche se había tornado helada.

L- Gracias por todo Kara, no debías haberme visto jamás así, pero tengo suerte de tenerte en mi vida. Ahora ve a casa y descansa, ambas tenemos trabajo por la mañana.

K- No me iré a ningún lado, perdona pero no pienso dejarte sola, estaré en el sofá si necesitas algo.- Se puso de pie dispuesta a salir de la habitación pero una mano delgada y fría la sujeto de la muñeca reteniéndola en su lugar.

L- Si vas a quedarte, quédate conmigo.

Los ojos de Lena suplicaban desesperadamente por algo más de cariño, y Kara que jamás había podido negarle nada a esa mujer, se quito los zapatos sin dejar de mirarla, rodeo la cama despacio y se metió bajo las mantas atrayendo a la morena contra su cuerpo para abrazarla mientras canturreaba una melodía suave y acariciaba sus cabellos tan oscuros como esa noche sin luna. Finalmente, pudo escuchar como lentamente los latidos del corazón de Lena se hacían más y más serenos hasta quedarse profundamente dormida al tiempo que le susurraba un "te quiero" que la lleno de cosquillas.