Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Bien, les traigo este segundo capítulo para aclarar muchas cosas que quedaron en el tintero del primero. Luego de ver algunos comentarios me di cuenta que era necesario. Espero se animen a leerlo. Esto es muy deprimente y triste, es lo que me nace cuando estoy así (?). Gracias a Lila Negra, su review me hizo reflexionar y las charlas con Iarouk.
Ahora lloren conmigo, los amo.
La portada fue una comisión que pedí hace ya dos meses a la grandiosa RAITO KIM (FB), ustedes también pueden comisionarle, es increíble su talento, amo la expresión de Levi y sus ojeras.
Disclaimer: Los nombres de los personajes no me pertenecen, son de la obra SNK de Isayama Hajime, pero solo he tomado eso, los nombres de pila de sus personajes eso es todo.
Advertencias: Uso y abuso descarado del OoC (personajes fuera de su personalidad canon para los que no tienen idea que es OoC, de nada criaturitas), drama, drama, drama, drama, angustia, drama, bueno creo que ya entendieron, si se animan... sigan leyendo. Si están tristes realmente recomiendo que no lean esto. Nada más.
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"Nada es tan insufrible para el hombre como estar completamente inactivo, sin pasiones, sin ocupaciones,
sin diversiones, sin esfuerzo. Entonces siente su insignificancia, su insuficiencia, su debilidad, su vacío."
JOSÉ ANTONIO MARINA
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Eren apagó la alarma antes que sonara. Llevaba más de dos horas despierto y simplemente se había quedado en la cama mirando el techo y escuchando como goteaba el grifo del baño, ese que ya había hecho arreglar tres veces en dos meses y que parecía maldito porque siempre volvía a romperse. Bueno, el departamento era terriblemente viejo, ya digamos antiguo considerando que había sido usado como correo postal, para venta de lanas y tejidos y como hostel. Ninguno de los emprendimientos que probaron tuvieron éxito alguno, era un lugar de fracasos para fracasados como él. El dueño les rentaba esos cubículos minúsculos que en su caso, por "fortuna", tenía baño propio, los residentes de planta baja tenían que compartir un solo baño entre los cinco. El problema era la cocina, había una sola para los veinte.
Esa zona de la casa era un hervidero de hormigas, todo el tiempo gente yendo y viniendo para calentar agua, cocinar, haciendo fila para usar una hornalla de la estufa o el horno, que calentaba del lado derecho pero no del izquierdo, y una sola heladera para todos también. Eren prefería prescindir completamente de todo eso, compraba frutas o frituras si es que el paupérrimo sueldo le alcanzaba, de vez en cuando fiambres y pan para hacerse algunos sándwiches. De todos modos Ramón, el cocinero del sanatorio, solía guardarle algunas sobras entre la semana con la que paleaba el hambre. Tampoco era su prioridad el alimentarse y eso se notaba a la legua, ya había corrido dos lugares del cinto para que los pantalones no se le cayeran.
Se levantó sintiendo que cada pie le pesaba una tonelada y media, se arrastró hasta el baño como pudo y se miró con odio, ¿cuál fue el propósito de la naturaleza, Dios, Alá o lo que mierda fuera que puso su patética existencia en este mundo? ¿Por qué no desaparecía simplemente y ya? Puso la pasta en el cepillo de dientes y demoró una eternidad para lavarse la boca.
Sus ojeras eran espantosas, no era una novedad que sentía repudio por sí mismo, pero la verdad parecía un mapache, y bueno ¿a quién mierda le importaba? Ya era una cantaleta normal escuchar a los médicos y sus compañeros decirle lo mal que se le veía el semblante, nada nuevo. Su madre había muerto hacía ya diez años y su padre se había concentrado en volcar todo su afecto y predilección en Zeke, su estúpido medio hermano. De alguna manera sintió que ya no había lugar para él, pagó deudas de su madre quien en vida le había prohibido a su marido que tuviera contacto con su familia anterior, por lo que una vez que ella murió su padre hizo todo aquello que se había venido aguantando. Ni modo, Eren se las arregló para sobrevivir sin su asistencia, ¿cuánto hacía ya que no se veían? ¿Cinco años? No recordaba la última vez que alguno de los dos felicitó al otro por su cumpleaños, ambos se habían excluido mutuamente en un acuerdo tácito.
Era sábado lo que significaba que tenía que cubrir solo medio turno, de regreso pasaría a comprar un par de vinos baratos, también podía conseguir una botellita de alcohol de quemar del sanatorio y ya tendría todo su repertorio para poder embriagarse hasta olvidarse su existencia. No se bañó, no tenía ganas, apenas si se pasó un peine, se cambió la remera, la ropa interior y se volvió a poner el mismo pantalón de algodón que había usado toda esa semana, agarró su mochila, tan vacía como su vida, para salir a tomar el subterráneo que lo llevaría a su trabajo de mierda.
¿Por qué era enfermero? Se preguntó mientras se colocaba los auriculares y trataba de no chocar con la masa de gente que iba colmando de a poco las calles mientras más se aproximaba la famosa hora pico. Dejó que el reproductor continuara con el mismo repertorio que tenía hacía más de dos años, le daba fiaca tener que bajar temas nuevos de todas maneras ni ánimos de escuchar nuevos artistas. Lo cierto es que había intentado con medicina, su padre realmente quería que fuera médico como su abuelo, pero fue un infierno, le gustaba poco aunque le puso ganas y para cuando arribó a la meitad de la carrera ya habían pasado seis años de cursadas, rendir, reprobar y volver a rendir. Su vida como estudiante estaba fundida, no le daba el cuerpo ni el coeficiente intelectual para terminar, de manera que buscó lo más parecido que hubiera porque no iba a tirar a la basura todos esos años quemándose las pestañas hasta la madrugada. Tanto sacrificio para terminar cambiando pañales cagados de gente con problemas mentales. Seguía aguantando porque en unos dos años iba a jubilarse el jefe de enfermeros del sanatorio y el director le había dicho en varias ocasiones que le veía aptitudes para el puesto.
Su mirada se perdió en el panorama cambiante a través de una de las ventanas mientras el murmullo de la gente aumentaba dentro del vehículo ¿El director le diría eso al resto del plantel o solo se lo diría a él? ¿Y si luego de aguantar le dieran el puesto a otro? Hacía tres años que trabajaba de la mejor manera posible en el lugar, empezar de cero en otra parte no le apetecía demasiado, por otro lado ¿por qué el director le diría algo que no fuera a cumplir? No tenía ninguna obligación, y siempre tendía a ser demasiado negativo en su manera de pensar, sería mejor no enredarse solo, buscaría algún momento para conversar a solas con el director para dejarle en claro que él realmente estaba interesado en un ascenso, era sabido que su desempeño era uno de los mejores en el lugar. Actualmente no tenía ninguna aspiración en ningún sentido de la vida, excepto tal vez éste de lograr un puesto de más jerarquía ¿Era una manera de compensar la decepción de su padre cuando eligió cambiar de carrera? No lo sabía, ni tenía ganas de ponerse a reflexionar al respecto.
Bostezó porque como siempre pasaba, el sueño le venía cuando salía de su casa, mientras estaba en ella parecía que lo esquivaba de una manera casi diabólica, con suerte llegaba a conciliar dos o tres horas de sueño por las noches, no más de eso. A veces Levi no tomaba sus pastillas para dormir y él se las quedaba. De cierto extraño modo le tenía afecto a este paciente, aunque desvariaba bastante se podía decir que por momentos las conversaciones que tenían eran estimulantes, especialmente desde que Levi le confesó que lo veía como un arcángel. Una sonrisa pequeña adornó los labios de Eren al recordarlo. Más de una vez lo había encontrado oculto en el armario de los implementos de limpieza, él decía que se escondía de "la luna", su eterna enemiga, el hombre, que tenía diagnosticado un grave grado de esquizofrenia, le había confesado entre tartamudeos y temblequeos que la luna lo atacaba mientras dormía por las noches, por eso no quería tomar la píldora amarilla que era la que lo ayudaba a conciliar el sueño. Si bien era bastante normal que Levi le contara sobre sus amigos imaginarios (en su mayoría cosas de limpieza) cada vez que mencionaba a esta luna lo hacía con los ojos cargados de miedo. Eren sabía reconocer el miedo en los ojos de las personas.
Ese día no fue la excepción, lo encontró de cuclillas con sus manos tapando sus orejas y bien metido en un rincón del armario cuando fue a buscar los trapeadores.
—Li, ya te dije que no puedes quedarte aquí, anda —le pidió mientras asentaba su mano más próxima en la espalda del paciente, estaba temblando, se giró y al reconocerlo se relajó al fin, Eren lo ayudó a salir del lugar.
—La lu-luna me estuvo bu-buscando —dijo con el rostro bastante deteriorado, aunque no más que el suyo.
—¿Otra vez? ¿Empezamos desde temprano? Es de día, Li, no hay luna de día.
—Hoy sí ¿Puedo ayudarte a limpiar? No haré ruido, limpio muy bien cuando quiero.
—No, no se puede, debes ir a tu cuarto.
—Pero hay olor a mierda.
—Lo sé, ya iré a arreglar eso más tarde, anda.
Levi lo agarró de la manga del ambo celeste que usaba como uniforme y Eren lo miró con más atención, parecía al borde de las lágrimas.
—¿Puedes pedirle a San Pedro que se lleve a la lu-luna de aquí, por favor?
Eren bufó en respuesta y luego asintió, recién entonces Levi lo soltó y se fue alejando pero volteando la cabeza a cada rato, echando miradas furtivas alrededor y haciendo pasos tan cortos que arrastraba los pies. Le daba pena no poder hacer nada para aliviarlo, ni por Levi ni por nadie, excepto cambiarles los pañales, bañarlos, peinarlos o darles de comer, no había mucho que pudiera hacer por esas personas, sufrían y seguirían sufriendo. Las visitas eran casi inexistentes, los parientes los dejaban abandonados en ese lugar.
Fue al salón de descanso porque atrás estaba el depósito, tenía que buscar algunos galones de cloro, guantes, bolsas para residuos, unos trapos de piso y unos barbijos. Se sorprendió de ver allí a Phillipe, el primo del director que también era enfermero aunque se rascaba las bolas la mayor parte del tiempo, que estaba conversando con Karen, por lo que se acercó a saludar hubiera sido rudo pasar como si no existieran.
—¡Hey, Eren! ¿Cómo va? —respondió el hombre acercándose a darle un incómodo abrazo.
—Bien, pensé que te habían cambiado el turno porque no te había visto hace como en dos semanas.
—Me fui de vacaciones, me fui a Camboriú, en Brasil, ¡ah, una maravilla de lugar! Te muestro las fotos —agregó tomando su móvil.
Eren detestaba ver fotos ajenas y escuchar un montón de historias que no había pedido escuchar, sin embargo con cara resignada escuchó todo lo que el otro quiso contarle, Karen reía en algunas partes lo que lo hacía reaccionar un poco y cuando al fin terminó la tortura se fue a buscar los implementos, Phillipe lo llamó para mostrarle una foto donde esta posando con una tabla de surf y tenía la nariz sangrando, algo escuchó que decía que se había caído cuando intentaba entrar al mar y la tabla casi le rompe la nariz, sin embargo eso no fue lo que le llamó la atención sino que al estar en un traje de baño bastante apretado y ceñido se notaba alrededor del ombligo un tatuaje muy realista de una Luna llena, el tatuaje era tan grande que la última parte del mismo quedaba tapado por el bañador.
—¿Me prestas tu móvil? —preguntó Eren simulando una sonrisa y mientras Phillipe hablaba agregando dramatismo a su experiencia se lo dió.
Eren amplió la imagen, no había dudas era el tatuaje de una luna. Volvió a dejar la foto en su tamaño normal y devolvió el aparato a su dueño, luego se fue a seguir con sus tareas, sin embargo todo el día le estuvo molestando haber notado ese detalle por lo que fue a buscarlo para hablar con él, pero ya se había retirado, el guardia le dijo que su horario seguía siendo el nocturno que se había acercado porque tenía unas planillas que llenar o algo como eso antes de su reincorporación al siguiente día.
Le avisó al guardia que iría a limpiar el despacho del director aprovechando que éste se había retirado (de hecho había días enteros que ni se aparecía). Tenía que sacarse las dudas, había una espina de angustia -una más- en su pecho que lo tenía inquieto, de todas formas había tres cámaras de seguridad que no funcionaban en absoluto, la del despacho del director (así que podía buscar información a su antojo), la de la cocina y la de la sala que se llamaba de terapia (que la usaban cada tanto para dormirse una siesta ya que estaba casi abandonada). Cerró la puerta y buscó en la vieja computadora del director las planillas de asistencia de empleados, buscó la de Phillipe, efectivamente así era, el turno nocturno asignado a los pabellones del segundo piso, donde estaba el cuarto de Levi. Tomó una bocanada de aire y decidió calmarse, no podía saltar a decisiones precipitadas.
Disimuladamente fue hasta donde Levi que estaba en el patio murmurando unas cuantas cosas en un rincón mientras escarbaba en la tierra con sus uñas.
—Oye, ¿qué haces?
—Mugre, no le gusta la mugre, por eso.
—Ajá, necesito preguntarte algo Li, trata de prestarme atención —Eren se agachó y quedó a la altura del otro, el paciente lo miró de reojo con seriedad, el enfermero le susurró para que nadie más los escuchara—. ¿Puedes decirme cómo es la luna? —Levi abrió los ojos y su semblante cambió de inmediato, el miedo le saltó por los irises—. ¿Cómo se ve? ¿Pudiste ver su rostro alguna vez?
—N-no, la luna se tapa el rostro, es obscuro, nunca se ve, pero es gra-grande y fu-fuerte y cuando te aprieta duele, pero más duele c-cuando m-muerde.
—Carajo, ¿su color de cabello? ¿Algo más?
—No, no lo sé. La luna quiere entrar por la ventana, siempre me busca a mí, no sé p-porqué.
—Ya veo... Escucha, si recuerdas algo más vienes y me lo dices ¿OK? Solo a mí y no le digas a nadie que te he preguntado.
—¿Puedo ir contigo?
—Estoy limpiando, Levi.
—No ensuciaré nada.
—Bueno, ven, pero solo un momento y no te pongas a hablar con el cloro.
—Él me habla primero.
Eren sonrió brevemente, aunque entendía su condición había cosas que le resultaban divertidas a veces.
—Tus alas han crecido —dijo Levi caminando por detrás.
—Oh, muy útiles no son, no pueden llevarme adonde quiero.
—¿Al cielo?
Eren lo miró de reojo pero no dijo nada. Sonaba bien, terminar su patética existencia e ir a descansar un poco, sí. Levi se quedó junto al carrito de limpieza susurrando por momentos muy bajito como si hablara con alguien, pero no le prestó mayor atención, de vez en cuando cruzaban una que otra palabra y eso era todo.
—Oye, hueles mal, deberías bañarte —Levi negó sacudiendo su cabeza exageradamente—. ¿No que no te gustan las moscas? Pues si no te lavas van a llagar en tropel, yo solo digo.
—A la luna no le gusta la mugre, puedo con las moscas, aprendí que puedo bloquearlas para que no lean mis pensamientos.
—¿Ah sí? ¿Y cómo?
—Matándolas y luego poniéndolas donde hay hielo.
—¡Qué efectivo! Bueno Li, tengo que ir a levantar mierda, eso sí que está lleno de moscas, ¿vas a venir?
—No, no, mátalas Eren, a todas.
—Haré lo posible.
—Por cierto, la luna tiene un anillo con una piedra roja, me aprieta en el hombro para que me arrodille y entonces yo lo veo, lo demás no lo sé, siempre está oscuro y todo tapado, todo... tapado.
—De acuerdo, lo entiendo, si recuerdas algo más dime.
Levi movió su cabeza erráticamente y se fue.
Eren cumplió su turno y cuando se estaba yendo del sanatorio recibió un mensaje curioso en su celular, era Historia, hacía al menos uno año que no se ponía en contacto. Cuando era estudiante salieron un tiempo, ella era muy inteligente y resolvía con facilidad las materias y desafíos de la carrera, mientras que él intentaba mantener el ritmo pero se estancaba cada vez más, fue cuestión de tiempo para que cortaran la relación, sin embargo de tanto en tanto solían encontrarse -por lo general si ella lo buscaba, que solía ser después de alguna ruptura- y tenían sexo. Realmente no quería ir, siempre tenía que pagar el hotel y sus finanzas no eran las mejores, pero tal vez por estúpido orgullo o simplemente para olvidar las variadas penurias de su vida aceptó. Sin embargo las cosas fueron peor que de costumbre, empezando por una artillería de críticas -aunque tal vez ella solo estaba preocupada pero la visión de Eren se distorsionaba cuando escuchaba que hablaban de su aspecto- sobre lo delgado y pálido que lucía, sobre sus ojeras y semblante demacrado. Como fuera fue capaz de resistir el primer asalto medianamente bien, pero para el segundo solo quería desaparecer.
—¿Necesitas ayuda financiera, Eren? —esa fue la gota que rebasó el vaso.
—No, Hisu —respondió con desgano.
—Puedes devolvérmelo cuando puedas, en serio. Oye, quedemos para comer algo mañana, te paso a buscar por tu trabajo o donde estés viviendo.
—No, gracias pero... no es un buen momento.
Ella le acarició el rostro y le besó la frente, lo que le recordó lo maternal que Historia siempre se mostraba con su persona que era justamente una de las cosas que él aborrecía por demás, esa sensación de estar dándole lástima como un perro tirado en la calle que se muere de hambre y frío.
—Tú nunca te dejas ayudar —dijo la hermosa chica mientras procedía a vestirse y dándose por vencida—. No sé porqué eres así.
Su noche terminó con él por demás de borracho, al siguiente día notó que había vomitado en la tina y que le dolía la espalda por dormir todo doblado en el piso de su propio baño. Tomó una ducha para limpiar su propia mugre pero eso no lo ayudó a sentirse mejor, el agua estaba helada, con seguridad se habría descompuesto la caldera del edificio, lo cual era bastante seguido y normal. Temblando salió del cuarto y se secó rápido para ponerse algo de la poca ropa limpia que le quedaba. Le dolía la cabeza y le rugía el estómago, por lo que escarbó entre las últimas bolsas de víveres que tenía arriba de la mesa, y de paso espantó una cucaracha que andaba buscando donde hacer nido, abrió un paquete de galletas dulces y las empezó a tragar masticándolas poco, el sabor era lo de menos, se ayudó con algunos sorbos de una botella de agua que encontró de casualidad a un costado de su cama. Con asco tiró los restos del dudoso brebaje que se había preparado el día anterior y cuando se miró al espejo casi no se reconoció.
El cabello estaba largo y deslucido, goteaba aún los restos de la reciente ducha, tenía un incipiente bigote sobre los labios y en la barbilla donde se había atorado varias migas de las galletas, las ojeras peor que el día anterior ¿cómo fue que pudo follar con Historia en esas condiciones? En fin, ya tenía bastantes motivos para sentirse mal, si no fuera porque rentaba el lugar hubiera arrancado el espejo y lo hubiera arrojado lejos. Se fue a tirar a su cama mientras se terminaba el paquete de galletas, su celular estaba muerto por lo que lo puso a cargar y luego de terminar ese paquete abrió uno de papas fritas, con eso era suficiente para que no le rugieran las tripas, el resto del día se lo pasó en la cama, moviéndose de tanto en tanto cuando se le entumía alguna parte del cuerpo, escuchando los ruidos de la calle, de los vecinos -de hecho el de arriba estaba follando o masturbándose a lo bestia, se escuchaban claros los gemidos-; notó que todo se oscurecía por lo que se levantó a orinar, luego a comer otro paquete de frituras y de nuevo a la cama.
Sus días "libres" eran los peores, simplemente se encerraba y se quedaba en la cama todo el tiempo pensando en lo patético de su existencia y lo feliz que estaría su padre si él nunca hubiera nacido, ¿de qué servía vivir? ¿Para qué?
Al siguiente día llegó temprano a trabajar, necesitaba despejar las densas nubes oscuras que se ceñían sobre su psiquis. Cerca del mediodía vio entrar a Levi con el Doctor Mulkins, seguramente a su terapia semanal. Que bien la pasaban los psiquiatras, se sentaban y se hacían los de escuchar, anotaban un par de recetas y listo cobraban fortunas a comparación de ellos que se la pasaban haciendo el trabajo duro. Al rato el médico lo llamó para que llevara a Levi a bañarse. Aunque el paciente odiaba tener que asearse siempre era muy dócil cuando él debía encargarse. Al menos con él era obediente y sumiso, era agradable aunque estuviera bastante desquiciado, tenía una muy bonita piel.
—Anda, Li, sácate la ropa y terminemos rápido, tengo muchos pañales que cambiar y con este clima de mierda será… pues eso, una mierda, literal.
—¿E-está fría?
—Siempre está fría, oye al menos no es invierno.
—Yo lo haré —dijo Levi retrocediendo.
—Son órdenes del médico, Li. Prometo no ser brusco, ya me conoces.
—¿Qué me miras tanto? —preguntó Eren ladeando ligeramente la cabeza.
—Eres un enviado de Dios.
—¿Y eso es bueno?
—Sí, tú nos llevarás al cielo, eso dice Lilio, aunque Kakai siempre le dice que se calle, pero yo si le creo —susurró lo último mirándolo con mucha atención.
Eren quiso esbozar una sonrisa pero antes de florecer en sus labios la mueca murió en medio de su garganta.
—Manos contra la pared. Oh, espera un momento —pidió Eren y observó el cuerpo desnudo y sucio del otro—. La tienes bastante grande.
—Ten esto —dijo dándole la manguera, el enfermero se puso los guantes de látex y un poco de jabón líquido –ese barato que venía en bidones de cinco litros y que prácticamente no olía a nada.
Le embadurnó el cuerpo refregando con un cepillo en el cuello, la espalda, su entrepierna, los pies, luego lo enjuagó y lo hizo arrodillarse para lavarle el cabello varias veces, por lo general le hacían esto una o dos veces al mes.
Luego lo ayudó a secarse y al fin lo vistió con unas ropas que habían donado a la institución y que más o menos eran de la talla de Levi.
Se sentaron a un costado de las duchas y Eren encendió un cigarrillo.
Hablaron un poco más y luego Eren lo acompañó a su cuarto, le preguntó a Levi si quería tomar su medicación y como hacía casi siempre se negó, por lo que se guardó la pastilla y fue a terminar sus obligaciones. Nada más relevante sucedió, excepto por el día siguiente, volvió a encontrar a Levi metido en el armario de la limpieza, cuando se giró hacia Eren tenía los ojos rojos, hinchados y un visible golpe en la mejilla.
—Hey, ¿qué te sucedió Levi?
—La lu-luna —apenas pudo decir mientras temblaba y sus ojos estaban llenos de temores—, anoche entró al cuarto y me llevó, me duele.
—¿Dónde te duele?
—La espalda y a-atrás.
—Muéstrame —pidió Eren.
Tuvo que ayudarlo a ponerse de pie y sacarse la remera, contuvo una exclamación al ver tres mordidas profundas entre los omóplatos que aún estaban en carne viva, Levi apretaba su trasero y cuando se bajó los pantalones vió unas gotas de sangre sobre la ropa interior. Eren tuvo que sentarse, una vez que pudo reponerse un poco sacó su celular y tomó varias fotografías de todo.
—Levi, tenemos que denunciar esto.
—No, no, me a-abrirá co-como un c-cordero, tiene un cu-cuchillo enorme, no, me van a asar como un cordero.
—Nadie te hará nada, porque yo me encargaré de eso, la luna nunca jamás volverá a ponerte un dedo encima, te lo juro, ahora tenemos que hablar con el director.
Levi se negaba rotundamente por lo que decidió grabar una confesión y con su celular tomó un video de unos diez minutos donde Levi desvariaba un poco pero contaba sobre cómo lo habían arrastrado a la sala de terapia, que eso sucedía hacía un tiempo y que aunque se lo había dicho a todos nadie le creía, que la luna cubría su rostro y por eso no sabía quien era, pero siempre sucedía de noche -sobre todo si estaba un poco alienado por las pastillas para dormir- y por lo general luego de que lo obligaban a bañarse. Eren le regaló algunos caramelos de leche y lo abrazó, trató de calmarlo y le dijo que no se preocupara que él solucionaría esto.
De inmediato se fue a hablar con el director que lo recibió en su despacho, escuchó atentamente todo lo que Eren le dijo -un poco exaltado- y vió el video y las fotos tomadas.
—Entiendo —dijo al fin sacándose los anteojos—, esto es una acusación muy seria. Escucha Eren, ¿estarías dispuesto a declarar ante la policía y luego ante un tribunal acerca de todo esto?
—¡Por supuesto! Esto no debe quedar impune, además estoy más que seguro que Levi no debe ser el único, tenemos que hablar con todos los residentes, revisar las cámaras, hacer la denuncia cuanto antes.
—Exacto, tienes razón, bueno, haremos esto, primero voy a descargar los archivos de las fotos y el video en mi computadora personal —dijo sacando una notebook de su bolso y abriendo la tapa—, luego iré a la estación de policía y de inmediato haré el pedido para suspender hoy mismo a Phillipe.
El hombre sacó un cable USB y lo conectó a su máquina, tocó unas cuantas cosas mientras Eren respiraba aliviado.
—Gracias por reportar esto, Eren. Listo, ahora mismo iré a la estación de policías —le informó mientras le devolvía el móvil.
—Iré con usted.
—Claro, busca tu bolso y vamos ahora mismo. Lo único que te pido es cautela, no le digas nada a nadie por el momento, mañana haremos una reunión formal y hablaremos con todos.
—De acuerdo, doctor, ya vuelvo.
En diez minutos estuvieron subiendo al auto del director, sin embargo a medio camino cambió de rumbo a la casa de Eren.
—¿Director?
—Mira, ahora que lo pienso mejor, creo que voy a ir yo solo a la estación de policías, cuando se haga la ampliación de la denuncia declararán los testigos. Si te meto ahora mismo es posible que Phillipe tome represalias, uno nunca sabe cómo pueden reaccionar las personas, te pondré a salvo Eren, les diré que me llegó este material a las manos, es lo mejor por tu integridad, ¿entiendes?
—Bueno, suena lógico.
—Escuchame atentamente, mañana en la reunión no digas nada, yo les diré lo mismo a todos, es mejor mantener la privacidad de las confesiones. De todas maneras mandarán a investigarnos a todos, esto es así, pero como sea Phillipe no volverá a pisar el hospicio, en verdad me encabrona, asco siento de que sea mi pariente —dijo con verdadera molestia.
—No me había puesto a pensar en eso, pero tiene razón.
—Bien, te dejo en tu casa, ve a descansar, si puedes escribe en una hoja todo lo que sepas para no olvidarte de ningún detalle, será importante a la hora de declarar, luego de la policía iré al Ministerio de Salud del distrito, hay mucho que hacer —comentó mientras se orillaba para estacionar frente al edificio donde vivía Eren.
—Director, muchas gracias.
—A ti, por tu inteligencia y valentía. Eres un buen muchacho, Eren, tus padres deben sentirse orgullosos de ti.
Se emocionó con esas palabras, ¿su padre podría sentirse orgulloso de él? En esta situación era posible, había hecho lo correcto. Limpió un poco su departamento y luego se sentó a escribir todo acerca del caso. Mañana lo primero que haría sería hablar con Levi, decirle que ya nadie más iba a lastimarlo. Tal vez sí había un propósito en su vida, tal vez era en verdad un arcángel como ese menudo hombrecito le decía con frecuencia, lo había salvado de las garras de un demonio. Nadie hubiera dudado de Phillipe, siempre sonriente y bonachón, con esa máscara de buena gente escondiendo toda su podredumbre, hijo de puta, le reventaría la cara si lo tuviera cerca.
Esa noche se compró una hamburguesa en un carrito cercano y comió con ganas, tal vez cuando a Levi le dieran el alta lo podría invitar a tomar un helado. Había salido con algunos chicos cuando era más joven, no tenía problemas con eso y de cierta manera Levi se le había apegado bastante, no le molestaba, al contrario. Se durmió bastante satisfecho con los resultados, seguro la noticia saldría en las noticias.
Al día siguiente fue una sorpresa que Roberto, Teto para los amigos, el guardia del sanatorio le impidiera la entrada.
—Lo siento, Eren, son órdenes del director, no puedo dejarte entrar.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó asombrado.
—Tengo entendido que te han despedido, hoy deberías recibir el telegrama.
—Espera, no, un momento, eso es imposible, ayer el director me llevó a mi casa, había cosas importantes que hacer. No me moveré de aquí hasta hablar con él.
—Tienes que retirarte, Eren, no hagas una escena o me obligarás a llamar a la policía para que te retiren. Escucha, yo lo siento mucho, no sé qué sucedió allá adentro —dijo con más confianza acercándose y mirando que nadie se diera cuenta—, estuvieron a los gritos un buen rato en el despacho del principal, luego me dieron esa orden, es todo lo que sé.
—¡Esto es una mierda! En serio lo es. Escucha Teto, ¿podrías por favor darle algo a Levi Ackerman por mí?
—Ese paciente no está aquí.
—¿Cómo?
—Anoche lo sacaron, dicen que le dieron el alta según la planilla en mesa de entrada, lo vi apenas llegué, me llamó la atención creí que tenía para rato.
—¡Joder! Puta madre. No sé donde vive Levi, podrías decirme su dirección, por favor, por favor te pago.
—No, no, me comprometes, hermano, no puedo hacer eso. Algún problema grave hay ¿cierto? No quiero quedar pegado, lo siento pero no puedo ayudarte con eso y ya debería dejar de hablar contigo. Otro día nos juntamos y tomamos una cerveza.
Eren asintió, sacó su celular y buscó el número del director que lo atendió casi de inmediato.
—Eren...
—Doctor.
—Lo siento, me encargaré de todo y se te pagará la indemnización que corresponda, si necesitas una carta de recomendación cuenta conmigo.
—Yo solo hice lo que tenía que hacer ¿y esto es lo que recibo? ¿Usted no hizo la denuncia verdad? Pero no puede tapar el sol con un dedo ¿sabe?
—Phillipe fue removido de sus obligaciones aquí, así que eso no debe preocuparte.
—No le creo nada, después de todo son familiares, él es un monstruo y usted lo sabe ¿y yo recibo el castigo? ¿En serio?
—No te lo tomes personal, hijo. Sabes que tenemos pocos aportantes solidarios, esto destruiría nuestra reputación, no puedo permitir eso, debes entender, pero lo solucionaremos de otro modo.
—Usted no va a solucionar nada, sino no me hubiera despedido.
—Dijiste que estabas dispuesto a hablar con las autoridades, no podía permitirlo, entiende, hijo.
—¡Hijo, un carajo! Iré a la policía, a todos los medios de comunicación, esto se va a saber en todas partes.
—Ya veo, ¿y con qué pruebas irás, Eren?
—Las que usted sabe bien.
—No hay ningún archivo en tu teléfono, hijo, puedes revisarlo —Eren se quedó mudo por primera vez desde que la conversación había iniciado—. Escucha, no te pongas pesado, puedo dejarte ir "sin causa" para que cobres toda tu indemnización, todos contentos y tranquilos, pero si quieres hacer lío te haré un sumario por robo a la farmacia del hospicio y no solo no cobrarás un centavo, irás a la cárcel y jamás volverás a ejercer en ninguna parte, así que... ¿por qué mejor no te calmas y piensas mejor las cosas? Luego me llamas de nuevo, te haré una recomendación cuando todo esto se solucione.
—Levi es la prueba de lo que sucedía —se repuso de nuevo—, haré que le hagan pericias a su cuerpo y a él mismo, él confesará.
—Claro, un paciente esquizofrénico reincidente es muy confiable, además la fecha del alta se la dimos la semana pasada, Eren, cualquiera podría haberlo atacado afuera, ya sabes, las planillas que manejamos aquí son manuales y tendré testigos que me respalden, así que... toma mi consejo y piénsalo de nuevo. Te aprecio, en verdad lo hago, de otro modo ni siquiera estaría hablando contigo. Llámame mañana, cuando estés más calmado. Adiós.
Eren se fue caminando hasta una plaza cercana y se sentó en un banquillo, con manos temblorosas prendió un cigarrillo. La vida no solo era una mierda, también era injusta, ingrata y diabólica. Era un bonito día soleado, varios niños jugaban por los alrededores y había parejas a los besos y abrazos, el mundo se le reía en su puta cara, mientras él sentía que una lluvia de ladrillos lo lapidaba minuto a minuto. Bien, que el mundo se fuera a la mierda.
Cuando llegó a su casa el telegrama estaba debajo de su puerta, a la siguiente mañana le depositaron la indemnización correspondiente. Se pasó dos días en vela tirado en su cama, hasta que finalmente se levantó y compró una navaja super afilada.
Mientras se metía al agua caliente de la tina, vestido y todo, pensó en Levi, en que ahora estaría solo, en que nadie velaría por su seguridad, él no había podido. No era un arcángel, era un simple ser humano, común, corriente y fracasado. Las cortadas no dolieron tanto como había creído, incluso cuando el filo de la hoja chocó contra los huesos. Ese dolor era ínfimo respecto al que sentía dentro de su pecho, donde su corazón había estallado en miles de fragmentos.
Si el cielo existía, tal vez se encontraría con Levi y le pediría disculpas por no haberlo podido salvar...
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By Luna de Acero.-