Disclaimer: Kimetsu no Yaiba pertenece a Gotouge Koyoharu.

Smell of camellias

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Día 1

(Enreda tu mano con la mía / Nostalgia / Deslizándose a través de mis dedos)

La puerta se abrió y fue recibido por una bella mujer. Al otro lado de la entrada de la morada de los Kamado, Kamado Kie lo miraba con una apacible sonrisa.

–¿Eres Zenitsu-kun? –preguntó ella. –Tanjiro ya nos explicó tu situación, solo será por unos días, pero espero que te sientas a gusto viviendo con nosotros –extendió sus manos, esperando que él le entregara su abrigo y poder colgarlo junto a los demás de la familia. –Tanjiro está en su habitación, puedes subir mientras preparo la cena –dijo la mujer. Era amable, su sonrisa y la forma en que lo miraba le ofrecían una calidez imposible de imitar. Habiéndola visto por solo unos segundos Zenitsu solo pudo pensar lo mucho que Tanjiro se parecía a su madre.

Subió por las escaleras de madera, el sonido de los peldaños hundiéndose con sus pasos lo alteraba e incluso llego a pensar que se romperían ante su peso. Estaba muy nervioso, era la primera vez que visitaba ese hogar. Al llegar al segundo piso encontró múltiples puertas, si no se equivocaba Tanjiro había mencionado tener muchos hermanos y por ende debían compartir habitación; observó con atención los letreros de madera que colgaban de las puertas hasta que lo encontró, sobre los nombres de Takeo y Shigeru el nombre de Tanjiro resaltó para él más que cualquier otro.

Dudó en golpear la puerta, escuchó voces al otro lado de la habitación y sintió nervios de lo que estaba haciendo ¿en serio estaba bien que alguien como él durmiera en esa casa? No sabía si sería capaz de soportarlo, quizás lo mejor era que él regresara a su hogar y pasase los siguientes días solo hasta que su abuelo regresara de su viaje. El ruido se hizo más fuerte y la suave risa de Tanjiro predomino por sobre sus pensamientos. A pesar de todo, él tampoco deseaba irse. Golpeó suavemente la madera antes de ser saludado por una radiante sonrisa, Tanjiro estaba frente a él.

–¡Zenitsu, ya llegaste! –exclamó feliz. –Me preguntaba cuando llegarías, pensé que tal vez no te explique bien la dirección –rio invitándolo a entrar. –Lamento el desorden, estaba cuidando a Rokuta y no tuve tiempo de limpiar –dijo sentándose en el suelo junto a un niño pequeño. –Rokuta, él es mi amigo Zenitsu –le habló al niño, entonces él era Rokuta. –Zenitsu se quedará unos días con nosotros, así que tratémoslo bien.

Rokuta, el menor de la familia Kamado, lo miraba con curiosidad. Zenitsu se preguntó si lucía extraño, si su rostro y su cabello le resultaban anómalos y por eso no dejaba de mirarlos. En ese momento, Zenitsu temió lucir feo ante los ojos del menor y ser juzgado sin siquiera tener tiempo a defenderse. Su cuerpo comenzó a temblar y pensó por cuanto tiempo más lo seguiría examinando, entonces Rokuta se acercó a él y lo jaló de la manga de su camisa para que jugara con él y su hermano. Viendo lo paranoico que había sido a tan solo minutos de haber puesto un pie en esa casa, Zenitsu se molestó por su nerviosismo argumentando que no tenía motivos para estar ansioso. Solo estaría en casa de Tanjiro. Cenarían juntos y lo vería compartir con su amada familia. Se reiría de los chistes de los menores y conocería facetas que Tanjiro no mostraba con otros. Hablarían hasta tarde y dormirían en la misma habitación, y al día siguiente repetiría todo lo anterior. Si, no tenía sentido estar nervioso.

No podía dejarse afectar solo porque gustaba de Tanjiro.

Recordó cuando lo conoció dos años antes, cuando Zenitsu había perdido sus llaves en algún lugar de la secundaria y no podía volver a casa. Fue allí, aguantando las ganas de llorar agachado junto a su bicicleta, que una persona se acercó a preguntarle que le sucedía. Solo una persona se acercó a él en todo el tiempo que se recriminó a si mismo su torpeza, y esa persona fue Tanjiro. Sabía quien era, lo había visto a menudo corriendo de un extremo a otro acompañado de otro chico menor; siempre había pensado que era mejor no involucrarse con ese tipo de personas, tan enérgicos y brillantes que resultaban dañinos para la autoestima de sí mismo, pero cuando Tanjiro le habló solo deseo que parte de ese brillo lo impregnara a él también.

No tenía claro en que momento la inmensa gratitud que sintió con aquel muchacho que lo ayudó a encontrar sus llaves había mutado a algo mucho más fuerte. Tal vez fue al día siguiente, cuando al encontrarse nuevamente con Tanjiro él lo saludó con efusividad, como si hasta hace menos de un día no hubiesen sido desconocidos. Zenitsu había temido que el amable muchacho, dada su naturaleza, estuviese acostumbrado a tratar con extraños y él se convirtiera en solo el recuerdo de un chico torpe que lloraba por la ansiedad. Pero Tanjiro le había hablado, y fue tan atento con él que Zenitsu se permitió pensar que quizás Tanjiro también estaba feliz de verlo. Pronto deseo ver más de ese carisma dirigido hacia él, sonriéndole de la misma forma que hoy había hecho al verlo llegar; cumpliendo el segundo aniversario de su amor unilateral.

–Zenitsu, hoy dormiremos con Takeo –dijo Tanjiro. –Normalmente dormimos con Shigeru, pero para que tengamos más espacio dormirá con Nezuko y los demás –tomó las manos de Rokuta, el menor estaba sentado entre sus piernas. Rokuta solo reía por los juegos de Tanjiro. –Puedes dormir en mi cama, yo dormiré en la cama de Shigeru.

Tanjiro dormía en una cama individual, la misma en la que Zenitsu estaba ahora sentado. Zenitsu miró la cama de Shigeru, la cama inferior de una litera; Takeo dormía en la cama superior. La habitación era pequeña, la cama y la litera estaban ubicadas paralelamente con una vieja cómoda entre ambas, si Zenitsu dormía en la cama de Tanjiro temía sentirse tentado a observar demasiado su rostro ante aquellos escasos metros de distancia. No podía permitirse hacer algo indebido, menos obtener una mala imagen ante la familia de Tanjiro; dormirían con Takeo, un chico que solo había visto una vez, pero recordaba por su expresión de molestia. Molestia que el mismo Zenitsu creyó provocar con cada intento de entablar una conversación.

Takeo llegó poco antes de cenar, estuvo entrenando con su club y se disculpó cuando interrumpió la cena para retirarse a su habitación. En ese momento Zenitsu pensó que tal vez Takeo no era un chico malhumorado y solo era un adolescente atravesando una etapa más de su vida. Takeo debía ser solo un poco menor que lo que era Zenitsu hace dos años, cuando él también se encontró en esa etapa. Recordó la amargura con la que pasaba sus días antes de conocer a Tanjiro, su pesimismo innato y baja autoestima. Tanjiro lo había ayudado a cambiar, su alegría lo había contagiado y su insistencia le permitió descubrir facetas de él mismo que no conocía. Le había enseñado a quererse.

Observó el rostro de Tanjiro, dormido, ajeno a cuanto pensaba en él; y quiso acercarse, apretar su nariz o jalar suavemente sus aretes. Molestarlo. Que le prestara atención. Pero también quería tocarlo, deseaba poder abrazarlo y sentirse tan cerca de él como nunca había estado, tomar la mano que descansaba sobre la cobija y jugar con ella, entrelazando sus dedos, fingiendo que eran una pareja normal. Se imaginó teniendo el valor de hacerlo, despertándolo para posteriormente confesar todo lo que pensaba de él. Sujetando sus manos para que no huyera, enredándolas para que no pudiera dejarlo. Besándolo. Y entonces lo soltó.

Porque había cosas que no estaban destinadas a cambiar.

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Esto está basado en la tanzenweek2019 o zentanweek2019, como les guste más, la idea es subir un capitulo nuevo durante una semana. Honestamente no me tengo mucha fe en que seré capaz de cumplirlo, pero daré mi mayor esfuerzo.

Espero les haya gustado.