Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y sólo la trama es mía.


El refugio

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Carlie Cullen

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Esperé toda la mañana la llamada de mi abuelo, estábamos en el mismo edificio pero me conformaba con una simple llamada telefónica. Llevaba una semana trabajando independientemente, tenía proyectos que revisar y aceptar, traté de concentrarme lo que más pude sin tratar de mirar la hora cada cinco minutos.

Tocaron a la puerta y como ordené hacer si era importante, mi secretaria entró.

—El señor Cullen —informó Zafrina dejando entrar a mi abuelo impecablemente vestido—. ¿Necesita algo?

—No por el momento —respondí—. Gracias.

Ella cerró la puerta y miré a mi abuelo esperando, él tomó asiento en la silla de cuero frente al escritorio y me observó.

—No me hagas esto, no he podido trabajar pensando en cómo fue todo.

—¿Por qué estás tan preocupado? —inquirió seguro de sí mismo.

—¿Entonces todo fue bien? —necesitaba que me lo dijera.

—Quil y Embry cuarenta años —me informó, suspiré de alivio al escucharlo—. Kate treinta, Sasha veinte por otros delitos y Tanya diez —pasé mis manos por mi cara por esta increíble noticia—. No hubo posibilidad de fianza ni siquiera para Tanya —se levantó de la silla y caminó hacia mí, palmeó mi espalda—. Te dije que no dejaría a ninguno de ellos libre.

Me levanté y le di un abrazo, él se preocupó de los abogados y de pagar todo lo que fuera necesario para dejar a esa gente en prisión, por mi cuenta no hubiese podido costear el alto nivel de abogados y seguridad para mi familia. Le estaba infinitamente agradecido.

—Gracias —murmuré sobre su hombro.

—Lo que sea por ti, hijo —replicó dándome unas últimas palmadas en mi espalda—. De acuerdo, deberías llamar a tu esposa y darle las buenas noticias.

—Iré a la hora de almuerzo a casa.

—Bien, llamaré a tu madre, esa mujer no me ha dejado tranquilo en toda la mañana —reí porque mamá era así.

Me volví a sentar cuando mi abuelo se fue, no podía creer que al fin podríamos volver a la normalidad, me aliviaba saber que mis tres chicas estaban a salvo ahora, lo que más me alegraba de esas personas encerradas era que Bella estaría tranquila y se sentiría segura de poder salir a la calle con nuestras hijas. Intenté esconder mis preocupaciones de ella, pero me mataba verla todos los días en casa sin tener ganas de salir, me enojaba que Kate le haya quitado esa seguridad a mi mujer pero nada se comparaba al miedo y horror de mis chicas llevadas lejos por tanto tiempo.

Me sentí morir, me sentí culpable.

Entré a casa directamente a la cocina donde sabía que estaban, Carlie dormía en su silla mecedora mientras Bella servía el almuerzo de Renesmee, mi pequeña me vio llegar y se bajó rápidamente de su silla y corrió a mis brazos.

—¡Papi! —la cargué dándole un abrazo—. Te estábamos esperando.

Besé su mejilla varias veces y volví a dejarla en su silla frente a su plato de comida, me acerqué a Bella quien se veía hermosa en esos jeans y blusa negra.

—Hola —saludó besándome unos segundos—. ¿Cómo te ha ido?

—Bien, feliz de que sea viernes —la besé de nuevo—. Te ayudo, yo me sirvo.

Llevé el jugo de frambuesa a la mesa y le serví a Renesmee, era su favorito ahora, luego preparé mi plato y me senté a comer después de toda una mañana con el estómago cerrado.

—¿Tenías mucha hambre? —me preguntó Renesmee como si nunca me hubiera visto comer tan rápido.

Tragué tomando un poco de jugo.

—Mucha, y mamá cocinó riquísimo —Bella me miraba confundida—. ¿Qué?

—No desayunaste aquí —comentó mirando mi plato muy limpio.

—No me sentía muy bien en la mañana —le quité importancia—. Y ahora tenía mucho apetito, no te preocupes —suavicé su ceño fruncido con mi pulgar.

Sostenía a mi pequeña pelirroja en el sofá cuando me di cuenta que mi hora de almuerzo se estaba acabando, Renesmee estaba a mi lado, muy concentrada encima de Bella, intentaba descifrar uno de esos juegos de ingenio que le regaló Jasper. Supuse que era un buen momento de calma para dar buenas noticias.

—Mi abuelo pasó a verme a la oficina —comenté volteando a verla, me miró esperando—. Hoy fue el juicio y no quería que siguieras preocupada —frunció el ceño—, los condenaron a todos… por muchos años.

—¿En serio? —murmuró.

Vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y no eran de tristeza, sus lágrimas eran de alivio, de al fin respirar hondo y saber que no corrían más peligro.

—Ven —se recargó sobre mi hombro, levanté mi mano para acariciar su cabello—. Ya no tienen por qué estar asustadas, cariño —murmuré dejando como pude un beso en su frente.

—Estoy tan aliviada —susurró limpiando sus mejillas—. Necesitaba tanto volver a la normalidad.

—Lo sé, mi amor —vi a Renesmee voltear a vernos—. ¿Lo resolviste?

—¿Por qué lloras? —le preguntó a su mamá, fruncía el celo igual que ella.

—Mami está feliz, ¿quieres saber por qué? —ella asintió esperando a que hablara, y pasó su pequeña manita por la mejilla de Bella—. Atraparon a los hombres malos, princesa, y van a estar mucho tiempo encerrados.

Abrió su pequeña boquita sorprendida, miró a Bella y volvió a subirse encima de ella para abrazarla.

—¿Estás seguro? —inquirió preocupada—. ¿No volverán nunca más?

—El abuelo Charlie los atrapó —le dijo Bella—, y se los llevaron donde está la gente que hace cosas malas —le dio un beso en su frente mientras Renesmee seguía pensando—. ¿Estás bien?

—¿Carlie está bien ahora?

—Está muy bien, cariño —respondí pasando mi mano suavemente por la espalda de nuestra bebé—. Lo hace excelente.

—¿No vendrán por ella?

Dios, esa pregunta me mató un poco, vi a Bella intentar detener sus lágrimas pero le fue imposible, la conocía tan bien que sabía que ella respiraría hondo para no soltar ese sollozo que le apretaba la garganta.

—Nadie vendrá por ella, mi amor, puedes estar tranquila, ¿de acuerdo? Mamá, Carlie y tú están muy seguras ahora.

Me levanté despacio para dejar a la pequeña en su silla, y volví a sentarme al lado de Bella para poder hacer algo con esas lágrimas que me dolían ver. Tomé su mano y ella entrelazó nuestros dedos, no quería hablar porque bajó su cabeza.

—¿Podemos ir al parque y al cine? —preguntó Renesmee más emocionada—. ¿Y salir por helado?

—Claro que sí —se inclinó hacia mí para recargar su cabeza en mi pecho, besé su cabello y acaricié su espalda—. Todo está bien, princesa.

—¿Volveré a la escuela? —murmuró en voz baja.

—Tienes que volver —le respondí—. Si quieres leerle a Carlie debes ir a clases, y si quieres tratar de escribirle tu carta a Santa este año, debes ir a clases.

—De acuerdo, prometo no pedir quedarme en casa —se removió hasta quedar sentada en medio de nosotros, puso su mano encima de las nuestras—. Falta la de Carlie.

—Le diremos a tía Alice que le tome una fotografía a nuestras manos como la que tiene la abuela Renée en su casa, ¿te parece? Creo que se vería muy bien en esa pared —apunté a la pared donde teníamos todas las fotos.

—¡Sí! Necesitamos más fotos, la bebé también quiere estar en la pared, ¿cierto, mami? —subió su cabeza para mirar a Bella, ella le sonrió entre su tristeza.

—Claro que sí —carraspeó un poco—. Le diremos a tía Alice si nos acompaña a comprar marcos de foto, ¿quieres?

—¡Sí! ¿La puedo llamar? —su mami le dijo que sí—. Ya vengo, papi, no te vayas todavía.

Corrió a la oficina, ahí estaba el teléfono que tenía los números personalizados. Atraje a Bella hacia mí, la sentí suspirar y aguantar el llanto mientras la abrazaba y subía y bajaba mi mano por su espalda, sé que le dolió lo que Renesmee dijo, nunca pensamos que nuestra pequeña estaría así de preocupada y consciente de que a su hermana podría ocurrirle lo mismo que a su mamá y a ella si no atrapaban a los malos.

Dolía enormemente.

Uno de mis propósito es mantener a mi familia segura y no lo he logrado, me dolía pensar en los días y semanas que Bella y Renesmee estuvieron encerradas, me dolía que mi hija no quisiera salir de casa por miedo, me dolía ver a mi esposa constantemente preocupada por nosotros, me dolía no haber hecho nada antes para evitar todo lo que pasamos.

—Ella estará bien —le murmuré—. Comenzará las clases y su mente se ocupará de otras cosas, tiene a África y sus actividades extra programáticas cuando las elija —besé su mejilla húmeda y levanté su rostro, tenía una hermosura dolorosa justo así—. Te amo, sé que has pasado por mucho y esto dolió, pero agradezco que estemos bien y juntos, no quiero nada más que la felicidad de ustedes.

—Lo soy, lo somos —replicó en un murmuro—. He sido feliz por tantos años y lo sigo siendo, incluso con todo el dolor que sentí cuando ella no estuvo… fui feliz por Carlie, pero es tan pequeña, Edward —la entendía, Renesmee no debería por qué tener una preocupación tan grande—. ¿De verdad crees que estará bien? Quiero que alguien la vea.

—Podemos buscar a alguien, ella tendrá todo nuestro apoyo y amor —asintió más tranquila, besé sus labios que estaban más suaves por el llanto y me dio una pequeña sonrisa.

—No he limpiado mi nariz todavía.

—No me importa, creo que era sólo agua —negó con su cabeza divertida de mi broma de mocos—. Debo volver a la oficina.

—Lo sé, nos gustaba tenerte aquí todo el tiempo —dijo haciéndome sonreír, se veía adorable mostrándome un puchero.

—Podemos pasar todos juntos el fin de semana, ¿quieres ir a un lugar en especial?

—Podríamos ir a la casa que tienen en Forks, es silencioso y tenemos ese hermoso bosque para recorrer —se encogió de hombros—. Es una idea.

—De acuerdo, viajaremos mañana muy temprano, cuando regrese te ayudaré a preparar los bolsos —me levanté porque era hora de irme—. Iré a despedirme de Renesmee —la besé de nuevo—. Nos vemos, cariño.

—Que te vaya bien. ¿Puedes dármela? —miró a Carlie en su silla, la levanté con cuidado y besé su mejilla, amaba su olor a bebé, la dejé en brazos de Bella—. Gracias.

—Tía Alice dice que vendrá en una hora —llegó diciendo Renesmee.

—Diviértanse comprando —la cargué en mis brazos y me dio un beso en mi mejilla—. Nos vemos, princesa.

—Vuelve pronto, papi —murmuró antes de que la dejara en la alfombra.

Me fui antes de llamar a la oficina y decir que no volvería.


Salimos de casa a las siete de la mañana rumbo a Forks. Bella se fue atrás con las niñas cuidándolas, llegamos a la casa pasada las diez de la mañana, no llovía pero estaba nublado, nada nuevo para nosotros viviendo en Seattle. Lo primero que bajé fue la silla de Carlie, el maletero del auto estaba lleno con cosas de bebés.

—Ven aquí, cariño —Bella llamó a Renesmee cuando estuvimos adentro, se agachó a su altura—. Esta casa es muy grande, tiene tres pisos y escaleras, no quiero que corras ni saltes en ellas, ¿de acuerdo? Te puedes caer o lastimar —ella asintió a su mamá—. Hay ventanas grandes y un balcón arriba, no puedes salir sola ahí, ten mucho cuidado, ¿bueno?

—Bueno, ¿pero podemos verla?

—Primero bajaremos las cosas —le dije dejando a su hermana en su silla mecedora—. Vamos, ven a ayudarme.

Llevamos sus cosas a la habitación donde ella dormiría, mamá tenía a alguien que limpiaba el lugar todas las semanas por si alguien decidía venir, así que todo estaba limpio y Renesmee quedó encantada con el cuarto. Por otro lado no teníamos una cuna para Carlie por lo que ella dormiría en su nido colecho con nosotros, lo dejé en medio de la cama matrimonial junto a su gran bolso, Bella siempre era precavida.

—¿Vamos a salir? —quiso saber Renesmee mirando por la ventana—. Hay mucho verde aquí, me gusta.

—Podemos ir a caminar por detrás de la casa y volver para ir por almuerzo —Bella estuvo de acuerdo—. Hey, señorita, tienes que abrigarte aquí.

La detuve cuando iba sólo en su sweater a la puerta. Le puse su abrigo para el agua y además un gorro de lana, no llovía pero mejor era prevenir. Bella ayudó con el portabebés, sería el encargado de llevar a la bebé por el bosque, esperaba llegar sanos y salvos. Seguimos el camino ya marcado.

—Mira ese árbol —Renesmee apuntó al tronco caído frente a nosotros, estaba completamente lleno de musgo—. Hay que saltarlo o rodearlo.

—Creo que debemos rodearlo, está muy húmedo y alto —comentó Bella y tenía razón—. Vamos por la izquierda, está más despejado.

La seguí hasta que se detuvo cuando terminamos de rodearlo, le iba a preguntar qué ocurría hasta que me di cuenta que observaban algo.

—Son ciervos —murmuró nuestra hija.

Había cuatro ciervos a unos metros de nosotros, estos animales corrían al menor ruido y no queríamos asustarlos así que esperamos a que se movieran, pasaron unos minutos hasta que se fueron felizmente no en la dirección que nosotros seguíamos. Renesmee quedó maravillada con lo que vio, ella el único animal cerca que tiene es su yegua, me preguntaba si Bella estaría de acuerdo en tener un perro.

—Eran de mi porte —decía Renesmee mientras caminaba delante de nosotros—. Quiero una mascota de mi porte, grande, pero no como África, ella no entra en la casa.

Bella rió.

—Los caballos no pueden vivir en las casas, cariño, y los ciervos tampoco.

—Pero serían felices en nuestro patio, tenemos árboles también —le replicó ella a su madre.

—Los ciervos viven en los bosques, donde tengan agua cerca y comida natural, no comprada como cuando tienes un perro o un gato.

—Mami —ella se detuvo para voltear y mirar a Bella—, ¿podemos tener un perrito? ¿Y comprarle una casita para que duerma?

Mi esposa no era una persona de mascotas porque jamás ha tenido una, me miró pidiendo ayuda.

—Lo tenemos que pensar, princesa, te diremos si puedes tener un perrito en unas semanas, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Siguió caminando, Bella me dio una mirada inquisitiva.

—¿Lo estás considerando? —preguntó caminando delante de mí.

—Bueno, tenemos que hablarlo, cariño.

—Si nos mudamos vamos a tener una yegua, ¿recuerdas? A la que hay que limpiar, cepillar, bañar y además limpiar donde ella vivirá.

—Podemos pedir ayuda, mi madre estaría encantada.

—Edward —dijo ella en tono de regaño.

—De acuerdo, primero veremos cómo nos va con África.

—Oh-oh —exclamó Renesmee y la miramos—. Está lloviendo allí, ¿puedo ir?

Lo hacía, nosotros estábamos debajo de muchos árboles y no sentimos la lluvia pero en el claro que teníamos adelante se veía perfectamente. Miré a Bella que pensaba sobre si dejar ir o no a Renesmee.

—No quiero que se enferme —comentó.

—Mami, por favor —pidió ella con sus manitas juntas—. Un minuto, o dos, prometo venirme cuando me llames, ¿sí?

—Ven aquí —Renesmee se acercó a ella y Bella puso el gorro de su abrigo sobre el gorro de lana que llevaba—. Ahora ve, sólo un minuto.

Corrió hacia el claro, nos quedamos mirándola mientras ella corría y daba vueltas bajo la lluvia, sonreía feliz, era todo lo que importaba.

—¿Sigue durmiendo? —preguntó Bella mirando a Carlie—. Hola, preciosa, estás muy callada, ¿eh? ¿Te gusta este aire también?

—Está relajada —comenté al ver que nuestra niña estaba despierta y mirando sobre su lado derecho, estaba apoyada en mi pecho sin ninguna intención de moverse—. Realmente está disfrutando la caminata.

—Se ve hermosa así de abrigada, es una osita estupenda, ¿no? —besó su mejilla—. Te amo —la besó de nuevo.

—¿Sólo a ella? —bromeé.

Se inclinó para darme un beso en los labios, la atraje un poquito más fuerte.

—Te amo también —murmuró sonriéndome.

—¡Mamá! ¡Encontré un perrito!

Qué.

Renesmee nos gritaba desde el otro lado, yo no podía ir a verla porque sino mojaría a Carlie, así que Bella subió el gorro de su impermeable y fue a ver qué ocurría. La vi agacharse cerca de la entrada de la otra parte del bosque, luego recorrió el lugar buscando algo y regresó, caminaron juntas hacia nosotros y pude ver una pequeña bola de pelos café claro en brazos de Bella.

—Es un cachorro —me lo mostró y tiritaba de lo mojado que estaba, no podía tener muchos meses—. No podemos dejarlo aquí.

—Morirá si se queda, papi —dijo Renesmee apenada—. ¿Podemos llevarlo?

—Necesita un veterinario —les dije a ambas, estuvieron de acuerdo—. Volvamos a casa para ir al pueblo.

Regresamos a casa y la lluvia ya había cesado, Bella le dio a Renesmee una toalla para que secara al cachorro y lo dejó al lado de la chimenea que estaba encendida, dejó de tiritar y dormía cuando regresamos a la sala cambiados de ropa. Lo llevamos al auto envuelto en otra toalla, esperaba que la única veterinaria de Forks estuviera abierta.

—Está llorando —nos dijo Renesmee que lo llevaba en sus brazos—. Quizás extrañe a su mamá.

La veterinaria estaba atendiendo, no había gente esperando así que me acerqué a la recepcionista.

—¿En qué lo puedo ayudar? —saludó la mujer de edad.

—Encontramos a este cachorro en el bosque —ella se levantó para mirar hacia abajo donde estaba Renesmee—. Necesita revisión, supongo.

—Claro que sí, pobre pequeñito, vengan por aquí.

Nos guió hacia una puerta que daba a otra sala mucho más grande, tenía la típica mesa donde atendían a los animales. Una mujer estaba al final revisando unas jeringas.

—Doctora Denali, tenemos un cachorro abandonado aquí —anunció la otra mujer.

¿Denali? La doctora se dio vuelta para vernos y supe quién era.

—Hola, veremos cómo está el pequeñín —se acercó a nosotros y de repente me observó, supe que había sido reconocido—. Edward Cullen —dijo sonriendo—. Tanto tiempo, ¿eh? ¿Es ya verano que estás en Forks?

—Carmen —dije a modo de saludo, miré a Bella para presentarla—. Te presento a Bella, mi esposa, Bella, ella es Carmen, solíamos pasar el rato junto a su novio cuando venía a Forks.

—Ahora es mi esposo —dijo orgullosa levantando su dedo con sus anillos—. Un gusto conocerte, Bella.

—Igualmente —le sonrió ella.

—Oh, por Dios, qué hermosa niña, ¿es tu hermanita? —preguntó a Renesmee, ella asintió—. Se nota, miren ese cabello rojo hermoso, y esos ojos… —se detuvo para mirarme—. ¿Qué clase de pacto tienes para hacerlas tan bellas?

—Sólo mezclamos muy bien nuestros genes —respondí divertido.

—Lo veo, lo veo, sigue así, tendrás una cola enorme de hombres frente a tu puerta —comentó ella con diversión—. De acuerdo, seamos serios, revisemos a nuestro paciente, ¿dónde lo encontraste, cielo?

—En el bosque —respondió Renesmee dándole al cachorro—. ¿Estará bien?

—Ahora lo sabremos, ¿de acuerdo?

Lo dejó en la mesa para revisarlo, Renesmee miraba atentamente todo lo que Carmen hacía con el cachorro.

—Puedo decirte con seguridad que aquí tenemos una labradora, ¿quién dejaría un perro de raza tirado en el bosque?

—¿Crees que lo botaron o que se perdió? No había más cachorros alrededor —le dije.

—Normalmente estos perros suelen tener entre seis y diez cachorros, si los hubieran ido a botar, habrías encontrado a más de uno por lo que esta situación es extraña —frunció el ceño—. Somos la única veterinaria de Forks, si se pierde un perro, vienen a buscar aquí, si encuentran un perro, vienen a dejarlo aquí, tú sabes cómo es, aquí se conocen todos y no hemos tenido ninguna llamada sobre un cachorro extraviado.

—¿Y no sabes de alguien que haya tenido una perra esperando crías? ¿No vino nadie con una para una consulta? —preguntó Bella preocupada—. No encuentro natural abandonar un ser vivo.

—Lamentablemente no, no llegó ningún caso estos meses —respondió Carmen mirando a la cachorra—. Le diré a la señora York que averigüe, ella siempre suele saber muchas cosas, no lo creerían. ¿Quieren dejarla aquí?

Miré a Bella quien observaba a Renesmee, sabía que tenía una discusión interna y sabía también que tendríamos nuestra primera mascota como familia. Renesmee volvió a mirar a la cachorra y Bella dio un suspiro.

—¿Necesita alguna vacuna antes de llevárnosla?

Y con eso hizo que Renesmee la abrazara en agradecimiento.

—Gracias, mami —le dijo ella a lo que Bella sonrió.

—Tenemos que hablar sobre responsabilidades, cariño, no digas eso todavía.

—Puede quedarse aquí hasta mañana, le daré un antiparasitario y hará popó muy feo —le dijo eso a Renesmee—, puedo cuidarla y limpiar eso por ti, querida, mañana tocas el timbre y vendré a entregárselas, vivo arriba así que no habría problemas.

Decidimos dejarla con Carmen, era nuestra última noche y no quería estar limpiando suciedad de perro aún, ya habría demasiado tiempo para eso. Nos despedimos de ella, Carmen le prometió a Renesmee cuidarla muy bien antes de irnos.

—Piensa en un nombre para mañana, ¿de acuerdo? Los estaré esperando, chicos.

Mientras almorzábamos en un restaurante de la calle principal, Renesmee pensaba y pensaba en nombres para su cachorra, ninguno demasiado bueno para que lo eligiera.

—Hola, Edward —saludó una voz femenina, levanté la cabeza de mi comida para ver quién era—. Ha pasado mucho tiempo.

Lauren Mallory estaba de pie al lado de nuestra mesa, se veía muy embarazada y me sonreía de la misma manera que mi último año de visita en Forks. Su enamoramiento por mí fue algo intenso, un poco loco quizás.

—Lauren —saludé lo más agradable posible considerando que ella no estaba mirando muy bien a Bella.

—Veo que estás de visita con tu… familia, se ven muy lindos, por cierto —dijo ella mirando a las niñas, vi a Bella poner la manta sobre Carlie.

—¿Lauren? ¿Qué ocurre? —se acercó una mujer que recordaba como su madre, la tomó del brazo mientras se daba cuenta quién era—. Hola, Edward —ella me sonrió amablemente, tiró un poco de Lauren—. Vamos, cariño, nos esperan en casa —avanzó con ella empujándola suavemente, se acercó otra mujer a ella quien tomó su mano y la llevó a la salida en un segundo—. Lo siento si fue desagradable, Edward, está pasando por un embarazo complicado —dijo en tono de disculpa—. Me alegra verte tan bien después de tantos años, hermosa familia, querido.

—Gracias señora Mallory —ella asintió y se fue detrás de su hija.

—¿Qué problemas tienes con las mujeres? ¿Atraes a todas las locas del estado? —preguntó Bella sin ningún tono de broma, se veía molesta.

—No te enojes conmigo por eso, Lauren es la menos dañina —acaricié su pierna pero ella siguió comiendo—. Deja tenerla para que termines de comer.

No me habló más, me resultaba un poco gracioso pero no se lo diría, respetaba mucho mi matrimonio. Cuando llegamos a casa Renesmee subió a su cuarto para tener su siesta, yo llevé a Carlie a su silla mecedora porque sus ojitos comenzaron a cerrarse, y minutos después de que se durmiera, vi a Bella llegar a la sala con una ropa más cómoda, me ignoró y se sentó en el gran sofá, lo era, muy grande, quizás de una plaza, reprimí mi sonrisa cuando no me habló.

—Te estoy viendo —murmuró dándome una mirada seria—. No es gracioso.

—¿Por qué te enojas conmigo?

Me dirigí hacia ella, la atrapé antes de que se levantara y la acosté en el sofá presionando su cuerpo con el mío. Seguía molesta pero no era mi culpa encontrarme con una chica que al parecer no superaba la adolescencia. Llevé un mechón de su cabello tras su oreja y besé su mejilla porque por supuesto corrió su rostro hacia un lado. Seguí besando su mandíbula hasta llegar al lóbulo de su oreja el cual tiré con mis dientes.

—¿Tuviste alguna chica aquí?

—Creo —volteó su rostro para mirarme.

—¿Romance de verano? —no sabía si responderle honestamente u omitir ciertas cosas—. No me mientas, quiero saber.

—¿Te enojarás más conmigo?

—No estoy enojada contigo, estoy enojada con ellas —levanté mis cejas, increíble manera de demostrarlo—. Sé qué estás pensando y no me voy a disculpar, esa mujer quitó mi apetito.

Me acomodé a su lado, no iba a dejar el tema, afirmé mi cabeza en mi mano y la abracé por su cintura, su panza ya no estaba, sólo iban cinco semanas.

—Nunca tuve una novia aquí, era un adolescente que no quería compromisos a distancia ni a chicas pidiendo llamarme durante las clases, lo mantuve fácil, algunos besos, no durante más de una semana porque ellas querían más, a veces creía que estábamos en la misma sintonía, ¿sabes? Pero ellas luego querían un novio.

—¿Te acostaste con alguna? ¿En tu último año aquí?

—Bella…

—Tú sabes todo de mí, de alguna manera supiste hacer que te contara todos mis romances y pensé que habías sido sincero conmigo cuando me hablaste de tus ex's.

—Ninguna chica de Forks es mi ex, jamás tuve algo serio —repliqué pensando en que jamás pensé en ellas como para decirle a Bella—. Y sólo tengo dos ex novias.

—No quiero saber con cuántas mujeres te has acostado, sólo quiero saber si te acostaste con alguna en este pueblo —levantó su ceja.

Dios. No fui un mujeriego antes de conocer a Bella, no me acostaba con cualquier chica que conociera, ella sabía eso.

—Fue una chica mayor, como por dos años, era hermana de la novia de un amigo, se llamaba Maggie y era pelirroja, ella sólo quería tener sexo porque no quería irse de nuevo a la universidad sin haberse divertido —para mí fue una buena razón en ese momento—. ¿También quieres saber dónde lo hicimos?

—Espero que no digas el claro o tu habitación.

—Fue en su cuarto, dio una fiesta el día antes de irnos, sólo tuvimos sexo ahí y luego cada uno bajó a la fiesta, la vi un día en la universidad cuando fue por su hermana, nos saludamos, por supuesto, ella siempre fue agradable.

—¿La encontraremos mañana? —rodó sus ojos.

—Liam me comentó hace algunos años que ella estaba casada en Londres —le respondí tratando de terminar este tema.

—De acuerdo, espero que la buena Maggie siga casada.

Me reí, no pude evitarlo.

—¿Estás teniendo celos de alguien que conocí hace siete años? Ni siquiera te vi celosa de Charlotte en nuestra época universitaria —ella gruñó.

—No me recuerdes a la entrometida esa —advirtió levantando su dedo—. Te recuerdo que nos separamos por ella.

—No, nos separamos porque querías alejarte de mí, eres tan buena persona que creíste que estaría mejor con ella —negué con la cabeza, fueron tres semanas horribles—. No sé cómo no te diste cuenta que somos increíbles juntos, desde que nos conocimos.

—Me costó un poquito entender tus hermosas intenciones —tomó mi rostro y lo acercó al de ella—. Estaba enamorada de ti, ni siquiera llevábamos un mes saliendo.

—No te creo —no era posible que estuviera enamorada de mí en ese tiempo.

—¿Por qué no? —frunció el ceño—. Cuando me pediste la primera cita oficial ya me gustabas, cuando me pediste ser tu novia unos meses después por qué crees que te dije que sí, ¿por tu cara hermosa?

—No tiene sentido —repliqué—. Te fue muy fácil terminar conmigo después.

—¡No fue fácil! —exclamó indignada—. Dios, me gustabas desde que te conocí, fuimos amigos, salíamos con los demás chicos, me pediste citas, fuimos novios, ¿qué esperabas que pasara? ¿Que no te empezara a querer?

—¿Es la única razón por la que terminaste conmigo? —le pregunté queriendo saber la verdad—. Te creí cuando me dijiste que todo era muy rápido y que tomáramos un tiempo, casi te creí cuando dijiste que te alegrabas de que estuviera saliendo con Charlotte aunque jamás salí con ella —vi en sus ojos que había algo más—. ¿Qué fue?

—Nada más —murmuró.

—No te creo —repliqué seriamente—. Me hiciste decirte con quién tuve sexo en este pueblo, es tu turno de ser honesta conmigo.

Se quedó en silencio unos segundos mirando atentamente mi camisa, no iba a detenerme hasta saber el por qué y ella lo sabía. Llevé mi mano a su rostro, quería acercarme y sacarle la verdad a besos, se veía hermosa mordiéndose nerviosamente el labio.

—Me pediste ser tu novia a los cuatro meses de conocerte, y no entendía por qué te gustaba tanto, no era nada especial comparada a las demás chicas de la universidad que estaban coqueteando contigo —no tenía sentido, ella es increíblemente hermosa—. Estaba feliz cuando empezaste a hablar conmigo y querer acompañarme a mi facultad o a cualquier parte donde pasáramos más tiempos juntos porque me gustabas mucho —jugueteó con los botones de mi camisa, en ningún momento me miró a los ojos—. Quizás no demostré lo enamorada que estaba de ti porque era muy rápido —frunció el ceño—, llevábamos poco tiempo en una relación y seguí pensando que… bueno, siendo que eras tú, llegaría, no lo sé, una mujer mejor que yo, supongo.

—¿Qué quieres decir con yo siendo yo?

—Han pasado muchos años para retroceder a eso —murmuró.

—¿No sentías que eras suficiente? Mírame —levanté su rostro y esperé hasta que me miró—. ¿Te sentías inferior a mí? —fruncí el ceño.

—Vienes de una familia que todo Seattle conoce, y salías conmigo que sólo estudiaba libros.

—Bella, eso es ridículo, a mí jamás me ha importado eso, intenté bajarle el perfil a mi apellido, tú sabes eso.

—Y después quisiste que cenáramos con tu familia y Charlotte en cada oportunidad que tenía me decía lo elegantes que eran tus padres y lo importante que era para ti llevar a alguien a tu casa y me sentí mal, ni siquiera tenía un lindo vestido para ir y ella tenía todo para hacerte sentir orgulloso, supongo que ella magulló mi autoestima en esa época —dijo ella terminando de hablar en voz baja.

—No pensé que la razón para terminar conmigo haya sido algo así, no sé si molestarme contigo por haber hecho eso.

—Te pedí perdón semanas después, de verdad lo siento —se acurrucó en mi pecho, pasé mi mano por toda su espalda pensando en lo ridículo que se oía esto ahora.

—Lamento que te hayas sentido así —murmuré sobre su cabeza—. Hubiera hecho algo si hubiese sabido cómo te sentías, siempre fuiste la mujer perfecta para mí, ¿sabes? Desde el primer día —besé su sien—. Y me alegro que hayas ido a mi facultad con tu cabello suelto y mirada de arrepentimiento porque no sabía qué hacías ahí, no quería verte —levantó su cabeza para mirarme un poco dolida—. Estaba enojado contigo por haber terminado las cosas, sentí que para ti fue fácil mientras yo me quedaba ahí con mi estúpido corazón roto.

—Te extrañaba tanto, y estaba tan nerviosa, había llorado un montón antes de ir a verte porque estaba segura que me mandarías a la mierda —suspiró—. Ni siquiera te dije hola y ya estaba llorando de nuevo, me veía patética.

—Te veías hermosa, sigues viéndote hermosa y amo que ni siquiera lo intentes —besé sus labios—. Supongo que descubriste que odio verte llorar y me vuelvo un blando contigo, ¿no?

—Sí, pero no caería tan bajo para usarlo a mi favor —mi mano comenzó a acariciar su cuello después de quitar su cabello hacia atrás.

—Lo sé, y no me importaría, haría cualquier cosa por verte siempre feliz —bajé mis dedos sobre sus senos llenos y grandes—. Te ves diferente mientras amamantas.

—¿En serio? Quizás es porque el embarazo te agranda muchas cosas —dijo ella con un poco de sarcasmo, callé su boca rápida con un beso.

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El fin de semana en Forks trajo confesiones y sorpresas pero fue increíble, siento que si estábamos bien antes, ahora estamos más que bien, con dos niñas creciendo y saludables, con una vida normal, con días llenos de trabajo pero días felices, ¿sí se entiende? Incluso Renesmee era feliz yendo a la escuela, no lo esperábamos y nos sorprendió cuando nos dijo que no podía esperar volver, no entendía cómo tuvo un cambio tan rápido, sin embargo existían factores externos que ayudaron.

Día por medio visitaba a África.

La cachorra y ella eran inseparables, la nombró Hope.

Los días que no visitaba a su yegua, iba a clases de pintura, karate y piano.

A veces acompañaba a Bella y a Alice a clases de yoga.

Tenía sesiones con un psicólogo una vez a la semana que iban muy bien.

Mi familia había vuelto más vital que nunca, y amaba ese sentimiento.

No pasó mucho tiempo cuando Charlie nos informó que Kate estaba embarazada, su ex esposo ahora luchaba por tener la custodia, Rose nos comentaba que era poco probable que ese embarazo fuera a ir bien considerando los problemas de fertilidad que ella tenía. No hablamos más sobre eso, ya no era de importancia para nosotros.

Este día era especial, nuestra bebé cumplía dos meses, era una niña hermosa, con su cabello rojo anaranjado creciendo muy rápido y unas pestañas negras y espesas que toda mujer que las veía las envidiaba, era puro amor, amaba acurrucarse, que la cargaran, que le acariciaran la espalda o su rostro, ella sólo sonreía complacida de tanto amor. Nos tenía locos por ella, era perfecta en tantos sentidos.

—… entonces Jessica comenzó a llorar porque su papá no podría ir a la escuela —terminó de contarnos Renesmee durante el postre—. Es triste, ella quiere estar con él, no con su mamá.

En casa estaba toda nuestra familia incluidos Rose y Emmett y también vino Leah, Sue no quiso venir, seguía avergonzada por lo ocurrido, ellas ahora vivían con la familia de Efraín. Hoy era viernes y habíamos organizado una comida, Alice le preguntó a su sobrina sobre la escuela y Renesmee nos comentó a todos sobre su amiga Jessica, se sentía mal por ella ahora que prestaba más atención a su alrededor y a sus compañeros, era la primera vez que la mencionaba con tantas palabras.

—Quizás extraña mucho a su papá, cariño, por eso dice esas cosas —le comentó mamá con su tono tan suave.

—A Jessica no le gusta su familia, abuela, no la dejan comer como mamá a mí y tampoco la abrazan, su abuela no la quiere.

—¿Cómo es eso que no come? —indagó curiosa la doctora Cullen.

—A veces le doy de mi comida, su mamá no quiere que sea gorda y Jessica sólo come frutas, y su abuela le dijo que ella fue un accidente —se encogió de hombros sin entender—. ¿Eso es malo? Jessica dijo que su papá se enojó mucho con su abuela.

—A veces los adultos dicen cosas feas, princesa, y los niños las escuchan pero no son en serio, sólo lo dicen porque están enojados —le respondió mi abuela—. Estoy segura que tu maestra va a solucionar el problema de Jessica, no te preocupes por eso.

Sí, lo esperaba, Renesmee era muy compasiva y empática con los demás, se sentía triste por su amiga, era normal, para ella una familia es la que tenemos nosotros, donde todos se saludan, donde no gritamos, donde no discutimos delante de ella, donde siempre tiene a alguien alrededor para ayudarla. Su familia era amor y ella quería que todos tuvieran esto.

Leah ayudaba a Renesmee con otro juego de ingenio, ambas estaban concentradas en el sofá tratando de descifrarlo, Renée cargaba de un lado a otro a Carlie haciéndola dormir y Alice las observaba, ella sería una estupenda madre, es una excelente tía y nos ayudó mucho con Renesmee cuando nació, como decía Bella, su hermana tenía madera de madre, lo que sea que eso signifique.

—Hola, Claire —Charlie respondió una llamada a su teléfono, era su día de descanso y no solía contestarlas, pero Claire era casi su mano derecha—. ¿Qué ocurrió?

Pusimos atención a su tono preocupado, frunció sus cejas y luego se sorprendió por lo que le dijeron. Escuchó unos minutos sin hablar, tenía la atención incluso de Leah, después que terminó la llamada supuse que no quería decirnos qué pasaba, Bella apretó mi mano y se removió nerviosa en el sofá.

—¿Qué es? —inquirió Renée directamente.

Charlie le dio una mirada a Leah.

—¿Es sobre él? —indagó ella en voz baja, jamás hablaba fuerte.

—Lo siento, Bella, ¿queda un poco de helado en la cocina? —preguntó Jasper levantándose del sofá.

—Creo que sí —respondió confundida igual que los demás.

—¿Quieres helado, pequeña?

Renesmee asintió de inmediato y le dio la mano, ambos desapreciaron en la cocina.

—Tienes un novio muy inteligente —le comentó mi abuela.

—¿Entonces? —apuró Renée mirando a Charlie—. ¿Es sobre ese hombre?

Él asintió y volvió a mirar a Leah.

—No se preocupe por mí, si dice que está muerto no voy a llorar de tristeza.

—Está muerto —confirmó él mirándola, Leah no se inmutó—. Trató de escapar y fue algo estúpido, los guardias lo redujeron pero él se resistió con golpes y patadas, ellos utilizaron el taser y bueno, le dio un infarto.

—Debió tener problemas al corazón para llegar a eso —comentó papá—. Una lástima, se fue muy rápido.

—Se fue solo —replicó la abuela—, y sabiendo que su familia lo despreciaba, al menos no tendrán que preocuparse de que salga libre siendo un anciano decrepito.

—Debió pagar todo lo que hizo y lamento que no fuera así, su muerte fue muy fácil —comentó Leah, mamá se acercó a ella a reconfortarla, se llevaban tan bien.

—Se fue, cariño, definitivamente, no pienses más en él, no merece nada de ti, ni siquiera tu enojo.

Hope llegó a la sala en ese momento como si supiera que debía aligerar el ambiente después de esta noticia, se acercó a Leah después de olerla y puso su cuerpo de tres meses sobre sus zapatillas, ella sólo se acostó ahí sin importarle tener unos zapatos molestando sus costillas. Era una cachorra divertida, le gustaba la atención de todos.

—Deberías alejar a Jasper de Renesmee —dijo Rose llegando a la sala, ella se había levantado al baño y se ubicó al lado de Emmett—. Están hablando de cómo hacer que el helado sea una «comida» principal.

—Jasper se enferma de tanto helado que toma, es mucho peor que Bella en época de exámenes.

—No exageres —le respondió a su hermana—. Era sólo un poco de ansiedad.

—Edward sabía manejarla mejor —comentó mi amigo sonriéndome, estuve tentado a levantarle el dedo.

—¿Manejar a Bella o manejar su ansiedad? —preguntó Alice burlándose de nosotros.

—Bueno, todos sabemos que Bella maneja a Edward, ¿no? —respondió él divirtiéndose demasiado.

—Lo siento, ¿eres la misma persona que tuvo miedo de entrar al club nocturno cuando le hicieron la despedida de solteros a Edward? —le preguntó Bella a lo que reí muy fuerte.

—No era miedo, era preocupación de que se cancelara tu boda —replicó él—. Papá Cullen estaba igual de preocupado que yo.

—Oh, no, no me metas a mí en eso, te recuerdo que fui uno de los organizadores —le dijo papá pegado de sí mismo.

—¿En serio creíste que era un club nudista o algo así?

—¡Es que lo era! —exclamó él respondiéndole a Alice—. Es el más famoso de la ciudad. No es que haya ido, cariño —dijo esto último mirando a Rose, nos reímos de nuevo—. No tenía idea de que fue pagado para otros fines menos nudistas.

—Ni siquiera habían mujeres —le recordó mi abuelo—. Estamos en contra de cosificar a las mujeres, es nuestro lema, Emmett, ¿hace cuánto que nos conocemos?

—Abuelo Cullen, entré en desesperación, me preocupaba el novio, no pueden culparme por ser un excelente amigo —me apuntó y miró a Bella—. Iba a llevármelo de ahí.

—Lo aprecio, Emm, eres el mejor amigo que pueda tener Edward, siempre preocupado de su bienestar —bromeó ella.

—Por supuesto que sí, si él está bien, tú estás bien, y si tú estás bien, mi editorial está bien, es sólo ganar, cariño —le guiñó con una sonrisa de ganador—. Te extraño, por cierto, ¿cuánto queda?

—Un mes —dijo en un suspiro—. Estamos en un país donde te dan doce semanas de baja de maternidad y sin sueldo, aunque tú eres consciente de eso, peleaste demasiado para cambiar esa política dentro de tu editorial —le sonrió a mi amigo—. Eres tan genial… a veces.

Él se rió pero aceptó el cumplido muy feliz, su editorial remuneraba las baja por maternidad, era por esa razón que las mujeres que trabajaban para él volvían al trabajo después de las doce semanas, Emmett cumplía con ellas y ellas le respondían muy bien a él, empleados felices, jefes felices, empresa creciendo. Y lo hacía, iban en ascenso diariamente, me emocionaba por ellos.

—Iré a dejarla en su cuna —le dijo Renée a Bella.

—Yo creo que me iré —comentó Leah poniéndose de pie—. No quiero dejar a mamá sola con esto.

—Por supuesto, cielo, Carlisle te irá a dejar —mamá miró a papá y él asintió de inmediato.

—Gracias por la invitación, señores Cullen, siempre es bueno ver a Nessie.

No quería sentir lástima ni compasión por ella, porque a pesar de ser una víctima de su criminal padre, Leah es una chica muy fuerte y lo ha estado haciendo muy bien en todo sentido, pero de alguna manera me daba tristeza que siendo tan pequeña y tan buena persona, haya sufrido tanto junto a Sue. Mis padres decidieron «apadrinarla», ellos pagaban sus clases para que terminara el instituto y además pagaban clases en una academia de arte, Leah era increíble dibujando y pintando, y sólo queríamos lo mejor para ella, se lo merecía.

En un momento mientras jugaba billar con Rose y Jasper, me llegó un mensaje de Irina: «¡Estoy embarazada! Ahora sí puedo decirlo. El doctor dice que está todo muy bien pero prefiero tomar las cosas con calma, sólo quiero decirte que estaré encantada de trabajar contigo si me esperas lo suficiente. Te agradezco lo que estás haciendo por mí, eres un excelente amigo, Edward. Dile a Bella que se pase por casa con las niñas, no me moveré de aquí, y que me perdone por no enviarle un mensaje pero lo intenté y el mensaje no llegó. Nos vemos pronto, chicos.»

Me acerqué a mostrarle el mensaje a Bella quien estaba recostada en un sofá con Alice y acariciando su pequeña barriga, Renesmee tenía su cabecita sobre su tía.

—Tendré dos bebés a los que malcriar —comentó emocionada—. Me pregunto si se molestará que le dé algo de la ropa pequeña de Carlie si es niña, me refiero a ropa nueva, tengo un montón.

—Puedes hablarlo con ella, te invita a pasar a su casa —me incliné para besarla—. ¿Estás segura que no quieres guardarla por si ocurre algo?

—¿Qué podría ocurrir? —inquirió Alice muy atenta—. ¿Están tratando de tener otro bebé? —susurró sorprendida.

No la sacamos de su duda porque amábamos jugar con ella.

Nuestra niña mayor estaba lista para ir a la cama, después de un día con toda la familia, todos terminamos cansados, lo bueno de que mañana fuese domingo era la rutina del día porque todo comenzaba más tarde.

—¿Lista para dormir? —le pregunté cuando estuvo acostada y bien arropada.

—Ajá —se acurrucó en su cama cerrando sus ojos cansados.

—Buenas noches, cariño —le murmuró Bella dejándole un beso en su mejilla—. Te amo montones.

—Te amo montones, mami —le respondió ella adormilada.

—Te amo, princesa —besé su frente y la vi sonreír—. Duerme bien.

—Te amo montones más, papi.

Nunca me iba a cansar de escucharla decirnos eso. Apagamos la luz y salimos de su cuarto, pasamos a ver a Carlie en su habitación, Bella había decidido que era tiempo de que se acostumbrara a su propio espacio y a su cuna.

Quería que esta noche Bella se relajara siendo que estaríamos solo los dos en nuestra habitación, eran pasadas las nueve de la noche y me invitó a ducharnos juntos, me comporté como un caballero, masajeé su caballo al lavarlo y lo enjuagué, cuando salimos usé el secador en ella porque odiaba que se acostara con el cabello húmedo y verla enferma en la mañana.

—No recuerdo tu cabello tan largo —le comenté mientras quitaba la toalla y me ponía el pijama.

—Ni yo, con todo esto que ha pasado no he ido a cortarlo —fue a levantar las sábanas para acostarse, su camisola de seda negra se levantó por su trasero, se veía muy sexy, me miró confundida mientras se sentaba—. ¿Qué haces ahí de pie?

—Te miraba —fui por su lado de la cama y me senté frente a ella—. ¿Estás muy cansada? —sonrió y levantó su ceja.

—¿Cansada para qué?

—Qué mal pensada es, señora Cullen —dejé mi mano en su pierna tan suave—. Quería saber si te gustaría un pequeño masaje antes de dormirte.

¿Tenía intenciones ocultas? Quizás, todo de ella me llamaba, sobre todo su mirada justo ahora. No respondió pero se acostó sobre su estómago.

—De espalda, por favor —murmuró.

Subí su pijama hasta quitárselo y comencé a frotar su espalda con aceite de vainilla, masajeé sus hombros con más presión y su cuello, la sentí relajarse después de varios minutos, bajé mis manos por sus piernas donde estuve un tiempo más relajando sus pantorrillas y muslos, por último llegué a sus pies, me tomé con seriedad mi trabajo, presioné con mis pulgares la planta de su pie, escuché sus sonidos de satisfacción mientras seguía masajeando uno y luego el otro por un tiempo en que pensé que se había dormido.

—¿Estás bien, cariño? —le pregunté subiendo a sus piernas, hizo un ruimo—. ¿Está bien así o necesitas unos minutos más?

—Estoy perfectamente bien —murmuró—. Gracias.

—De nada —me acosté a su lado pasando mis dedos suavemente por su espalda—. No me dijiste cómo te fue en tu cita médica de hace unos días.

Se quedó en silencio, ella nunca mencionó que iría, me enteré por Rose y sólo de casualidad.

—Estoy bien —susurró.

—¿Te dio el alta?

—Sí, pero debo esperar siete días a que el anticonceptivo haga efecto, ahora tres —respondió en voz baja.

—¿Qué es? Cariño, he usado condones contigo y son contados con los dedos de las manos.

—Lo sé, es algo estúpido y completamente irracional. ¿Te acuerdas que durante el segundo año te dije que necesitaba un tiempo porque estaba reprobando la materia más importante? ¿Que necesitaba poner toda mi atención y esfuerzo en eso?

—Sí, fueron dos semanas —me mató un poco no verla ni llamarla, se sintió como si realmente hubiéramos terminado.

—Bueno, cuando pasó el día del examen te llamé y nos juntamos en tu apartamento —lo recordaba, se veía tan cansada y llorosa que dormimos toda la tarde y parte de la madrugada—. Y lo hicimos.

¿Lo hicimos? ¿Se refería a que tuvimos sexo?

—También lo recuerdo, ¿qué pasa con eso?

—Durante esas dos semanas hice mi mayor esfuerzo por estudiar, pero seguía pensando en que quizás no debí pedirte ese tiempo, no sabía si estabas enojado conmigo y me molestaba que te vieras como si estuvieras soltero, esas chicas…

—No me importaban —dije interrumpiéndola—. Y no estaba molesto, pero podría haberte ayudado, te esforzaste demasiado y no fue saludable.

—El punto es que esa noche lo hicimos, y estaba cansada mentalmente por ese maldito examen y tú usaste un preservativo —finalmente lo dijo—. Ni siquiera lo hiciste en nuestra primera vez, y me sentí mal que lo hicieras, sabía que era ridículo pero me hizo pensar en que eso hacías cuando estabas con otras chicas y yo no quería ser otra chica para ti…

—En ese tiempo debiste saber que no eras otra chica, Bella.

—Lo sé, te dije que era estúpido, ese día sólo estaba cansada y emocional.

—¿Creíste que sólo lo hice porque sí? ¿Sabes? Estoy descubriendo que durante nuestro noviazgo me ocultaste varias cosas —me acerqué a besar su cuello, dio una respiración profunda y negó con su cabeza.

—No es así, quizás sólo no creí que fuera importante decirlo —dijo ella mirándome—. Lo siento, nunca quise mentirte ni ocultarte cosas.

Le creía, por supuesto. Puse un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—¿Crees que fue casualidad encontrarnos el primer día de universidad estudiando carreras distintas?

—Hubo una razón de por qué el mapa del campus me llevó erróneamente a tu facultad. ¿Las posibilidades de chocar contigo como película adolescente cliché? Cero.

—Creo que fue el destino —acarició mi mejilla y me recargué en ella—. Eras para mí, ¿sabes? Lo eres. No quiero sonar pretencioso, pero estoy seguro que nadie te podría haber amado como yo lo hago —ella suspiró sonriéndome, vi el brillo de felicidad en sus ojos—. Te amo demasiado, Bella Cullen.

—No puede ser que te ame cada día más —dijo ella besándome—. Y soy la mujer perfecta para ti, jamás dudes eso, hicimos a las dos personitas más increíbles juntos.

La seguí besando y le demostré en esa misma posición cuán verdaderas eran sus palabras.


No me gustan los finales, nunca mencioné que el final se acercaba pero lo vieron venir, ¿cierto? Trataré de subir lo más pronto que pueda el epílogo POV Renesmee, a veces termino las historias y sigo publicando contenido adicional, sorry.

Mil gracias por la espera y seguir recibiendo correos de favs, juro que la vida adulta es horrible.