Disclaimer: Todo aquello reconocible no me pertenece.


La historia que dejamos pasar

por MissKaro


Prólogo

Cualquier otra persona habría asegurado que la ambientación era perfecta para ese momento; iglesia, flores, música, color, familia, amigos.

Pero Naoki no simpatizaba con tal idea.

Él no quería estar frente al altar ni ser el protagonista de ese día. No quería casarse, por lo menos no en ese punto de su vida, con veintiún años y la carrera de sus sueños inconclusa, o, más bien, ni siquiera comenzada; en su lugar, Naoki preferiría estar asegurando otros asuntos de su futuro y postergar el día de su boda con la mujer que había escogido para ser su esposa.

A causa de su madre, las cosas no podían ser del modo en que quería. Mas no por ella, sino por Kotoko, es que estaba en el sitio estelar de la ceremonia nupcial.

Esperando.

Naoki bajó su mirada al reloj en su muñeca, comprobando la hora. Ciertamente, llevaba su tiempo esperando.

Más de lo que habría sido acostumbrado.

Se giró a las bancas del templo y buscó a su madre, quien fruncía el ceño y ya no sonreía como veinte minutos antes, cuando se ubicó en su lugar. Lucía preocupada.

Y el sentimiento era compartido, pues Kotoko ya tenía un retraso considerable. Ella era distraída y tardaba para completar las cosas, pero su madre había dicho que estaba lista, así que no había excusa para su tardanza. Además, Kotoko no postergaría casarse con él; ella tenía años enamorada de él, después de todo.

Algo debía estar pasando con ella.

Sin importarle su lugar actual, ni los murmullos de sus conocidos, Naoki se encaminó hacia la puerta del templo, decidido a ir por Kotoko para asegurarse de su bienestar. Tratándose de ella, no dudaba que pudiera haberse accidentado con la excitación de su boda; un pensamiento que le aterraba.

—Onii-chan, es de mala suerte —protestó su madre al tiempo que lo cogía del brazo para detenerlo.

Naoki la miró sobre su hombro con el ceño fruncido, molesto por esa observación estúpida en un momento como ése.

—Kotoko…

—Algo pasa, lo sé —musitó su madre consternada. —Yo iré a buscarla, tú permanece en tu puesto; deben ser los nervios típicos de las novias, nos pasa a todas. Ella te ama, lo sabes. Y Ai-san nos habría avisado si algo estuviese mal.

Las palabras no le relajaron, solo consiguieron aumentar su malestar por esa ceremonia de fecha equivocada.

—No creo en la suerte —aseveró con acritud. Al tratarse de Kotoko, lo demás palidecía; si ella tenía algún problema que no pudiera solucionar por su cuenta, él no permanecería tranquilo por la fortuna o las apariencias, que realmente no le importaban.

—Pero…

El sonido de las puertas principales abriéndose interrumpió la réplica de su progenitora, y ambos dirigieron sus miradas hacia ellas.

Naoki sintió aprensión al encontrar a Shigeo-san con cara alarmada, pero no esperó su explicación y caminó a la puerta, saliendo del templo con paso apresurado.

—¡Naoki-kun! —le habló a su espalda el padre de Kotoko.

Se detuvo.

—Ella no quiere casarse contigo.

Con el cuerpo pesado, se obligó a encararlo, y éste tragó saliva visiblemente. De soslayo, se percató que su familia y amigos salían del templo, observándolos a ambos.

—Kotoko escapó por la ventana en algún momento —explicó Shigeo-san, haciendo que todos jadearan. —Ella dejó el vestido y no responde al teléfono; no va a asistir a la boda.

Dicho esto, Shigeo-san se arrodilló en la acera pidiendo perdón, mientras que él le observaba pasmado.

—Ai-chan, ¿qué dices? ¿qué haces?

—¿Dónde está Kotoko-chan!

Naoki dejó de escuchar las exclamaciones de todos sus conocidos y se dio la vuelta, alejándose con la mente en blanco, junto a un dolor desconocido en el pecho, que incluso no sintió cuando pensó que ella se había comprometido con Ikezawa. Era tan lacerante que la respiración se le hizo dificultosa, cerrándole la garganta y nublándole la vista.

Todo desapareció mientras era absorbido por el dolor.

Y no fue hasta mucho después que algo de él volvió en sí, en alguna parte de la ciudad, bajo la lluvia. Entonces pensó, irónico, que su deseo se había cumplido y no se había casado en ese punto de su vida, teniendo la oportunidad de enfocarse en su futuro y dejar para después la boda con la mujer que… tenía ideas similares.

Aparentemente ella sí postergaría casarse con él. La tonta pelirroja que vivió con su familia por años había decidido postergar casarse con él.

Es más, ni siquiera iba a hacerlo.

Le había dejado plantado.


NA: ¡Saludos!

¿Hay alguien aquí con vida?

Un poco de drama para acercarnos al fin de año. ¿Qué les parece? El título debería ser "La historia que dejamos que pasara", pero suena mejor a como quedó. Por supuesto, con los personajes de INK saldrán momentos graciosos, de manera que están sobre aviso.

Déjenme decirles que yo pensaba publicar este fic hasta diciembre, o cuando lo tuviera terminado, enfocándome a mis otros proyectos, oneshots principalmente, pero he descubierto que no puedo escribir de otra cosa hasta tener publicado a este pequeño. Todavía no está terminado, llevo nueve partes escritas, aunque planeo ir a un ritmo calmado, ya que tengo algunas obligaciones que no me permiten escribir tanto como quiero. Sean pacientes conmigo, ¿sí?

Mientras tanto, pueden hacer suposiciones, sugerencias, críticas constructivas y lo que gusten, serán bien aceptados. No les mentiré, también me animará saber la recepción de esta historia.

Besos, Karo.