La puerta del camarote de Luka se abrió bruscamente, sobresaltando al chico que dejó de tocar la guitarra y levantando la cabeza, vio la persona que abrió de ese modo la puerta.

Era su novia Chloé, que lucía completamente horrorizada.

—¿Pasa algo malo?

—¡Lo peor! —gritó—. ¡Subí un kilo! —chilló, acercándose a él, tomando la grasa de su abdomen, escandalizada con el hecho de subir de peso.

—Te ves bien—comentó calmadamente mientras dejaba la guitarra a su costado y le ponía más atención. En fin, un kilo no era mucho –Como siempre, estás asombrosa.

—No estoy bien —exclamó—. ¡Debo bajar ya estas calorías!

Luka, pensaba que actuaba de manera irracional, pero era Chloé de quien estaba hablando así que era normal.

—Entonces... —sugirió—. ¿Quieres correr?

—¿Correr? —preguntó escéptica la rubia—. ¿Y sudar? —De inmediato negó con la cabeza—No, no, no.

—¿Y cómo piensas bajar? —preguntó—. No pienses dejar de comer –le advirtió y a pesar de que lucía tranquilo sus ojos la observaban severamente.

Ella frunció el ceño y cruzo los brazos como una niña pequeña, berrinchuda, aun recordaba cómo se había puesto Luka por su dieta extrema. Luego de eso le tuvo prometer que jamás pasaría hambre hasta llegar a ese punto y había ido muy lejos esa vez.

—Te lo prometí —espetó ella—. Seguiré comiendo.

Luka alzó una ceja, esperando que continúe.

—Adecuadamente.

Tampoco dejaba que coma y vomite. Había sido una etapa de su vida. Ridícula, absolutamente, ridícula.

Ahora se avergonzaba de su actitud. Pero esta vez, tenía una grandiosa idea de cómo bajar y nadie sufriría.

—Solo escucha mi idea, Luka —dijo. El chico espero que prosiga, ella se acercó hacia él y sensualmente acercando sus labios al lóbulo de la oreja perforada del chico, le susurró: Sexo.

A Luka se le dilataron las pupilas y tuvo que tragar saliva por la sugestiva idea de su novia. Hasta sentía sus mejillas rosadas por su proposición.

—Dicen que quema entre 60 y 200 calorías –dijo mirándolo a los ojos y sonriéndole—. Luka si pones de tu parte... –su voz era coqueta.

—Estoy seguro que vas a sudar —empezó Luka mientras la fragancia de la rubia inundaba sus fosas nasales y sus labios se pegaban al tentador cuello de la rubia.

—Sé que lo voy a hacer —repuso ella, riendo suavemente ante la cosquilla propiciada por sus labios—Pero no será asqueroso— ¿Que dices...? —preguntó mientras las manos ansiosas de la chica recorrían por encima de la remera, la musculatura marcada de su novio.

Luka no le pudo decir que no. Al poco tiempo, dieron inicio al juego previo antes de comenzar la acción y lo que sería la apasionante tarde de sexo sin descanso que quemarían las indeseadas calorías de más.

Tomaría tiempo, pero lo disfrutarían con creces. Chloé podría asegurarlo.