Huían.

Y cómo no hacerlo, si era única opción que tenían. Ambos quisieron desafiar al destino, y con el destino no se juega. Porque no importa cuánto luches contra él, descubrirás que no hay nada más poderoso que sus lazos, a veces en forma de cadenas; largas ataduras de acero, inquebrantable.

No había nada en este mundo capaz de romperlas. Nada, excepto tal vez la fuerza del amor.

La serpiente y la catarina llegaron al final de un callejón oscuro en la ciudad de Agra. A lo lejos, el Taj Mahal se anteponía a un sol bañado en tonalidades carmesí. Un rojo atardecer anunciaba el funesto desenlace de su decisión.

El retumbe de un ejército se escuchaba a lo lejos, el padre de la princesa enloquecía de ira ante la decisión de su hija. Porque, desobedeciendo sus deseos de verla casada con el príncipe del este: el tigre negro; ella había elegido al encantador de cobras… un joven plebeyo de la ciudad.

Ante tal deshonra sólo podía existir un castigo digno: la muerte.

Resignados a lo inevitable, ambos se besaron por última vez. Amarse estaba prohibido. No importaba si eran princesa y plebeyo; o los guardianes de los miraculous. Porque la realeza se casa con la realeza, y porque el lugar de la catarina está al lado del gato negro. En esta historia no había cábida para una serpiente.

— ¿Essstán sssegurosss de esssto? — Sass emergió de la pulsera cuando su portador abandonó su transformación.

— Debe de haber otro camino — Tikki lo secundó, abrazándose del cuello de su portadora.

— No hay nada que hacer, Tikki. No es posible, no en esta vida — musitó la princesa con la melancolía dibujada en su sonrisa.

— Será entonces en la siguiente — el encantador de serpientes tomó su mano, depositando un beso como prueba a su promesa — No pienso rendirme.

—Quizá la próxima catarina no te ame — Apuntó Tikki, con tristeza, porque la serpiente no merecía el destino del olvido.

— Entonces esperaré a la que sigue, — aseguró con vehemencia — No importa cuantas veces tenga que pasar por el Saṃsāra… tendré mi segunda oportunidad.

Despedirse no era sencillo. Nunca lo fue para un kwami. Sobretodo cuando tu portador pierde la vida en el apogeo de su juventud. El destino no podía ser tan cruel, ni la las leyes que regían a los miraculous.

Sass y Tikki volaron lejos de allí, vertiendo lágrimas por toda Agra hasta llegar a donde estaba el tigre negro: un felino herido y arrepentido que ahora no podía hacer nada más que ver a su "otra mitad" desaparecer.

— De verdad lo siento — Plagg apenas susurró cuando las trompetas comenzaron a sonar y Tikki se abrazó de él, renuente a mirar.

—No te preocupesss — diría entonces Sass con esperanza — Ya lo dijo el chico, sssiempre hay una sssegunda oportunidad.

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Segunda oportunidad.

Capítulo 1

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Ni los personajes de MLB ni las canciones me pertenecen.

Sólo quiero hacer la aclaración de que, en el escenario de este fic Gabriel Agreste ya no es el actual Howk Moth y todos los portadores ya conocen sus identidades, sin mencionar que tienen a sus kwamis 24/7. Sin más, espero que disfruten este pequeña historia Lukanette que traigo con mucho cariño para ustedes.


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(Recomendación musical:

Out of time - Banda sonora de "A Star is born"

Alibi - Bradly Cooper)

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Dallas, Texas.

Baquetazos, aplausos y gritos.

Uno de los músicos anexos toca los primeros acordes en una guitarra acústica al ritmo de los golpes uniformes de la madera: Iván ha aprendido a perfeccionar la rítmica de sus percusiones, aún cuando no usaba otra cosa que no fueran sus viejas y preciadas baquetas de batería, esas que cargaba consigo como amuletos de la suerte desde los catorce años de edad.

Luego entra Juleka con el bajo, emulando el puro sonido del oeste americano, muy acorde a la sede que hoy los veía tocar… Era el concierto cierre de una gira de más de 6 meses por "el nuevo mundo". Y Kitty Section; la famosa banda de rock francesa que ahora compartía pedestales con grandes agrupaciones modernas como The Vaccines, Arctic Monkeys y Beck, había decidido hacer de su última presentación algo grande.

Las luces prenden y se apagan, los flashes y destellos del público enloquecen cuando el sonido de la guitarra eléctrica de Luka Couffaine estalla con pequeños y largos acordes. La gente cuenta por allí que aquellas no son notas ensayadas, sino sinfonías que emergen de la mente de un artista que basa su arte en la pura improvisación.

Los tintes de country en la melodía prenden la euforia colectiva, transformando la algaraza en una oleada de palmadas. Más pronto que tarde, y catalizados por el solo de guitarra que el francés interpretó al final de aquella armonía, el público del AT&T Stadium enardecido, aulló el nombre de Luka en una reverberación que para muchos parecía inverosímil.

Y así es como la serpiente Couffaine se despide de su público.

— ¡DALLAAAAAAAAAS! — el eco de la voz de Rose catalizó un nuevo estallido en la audiencia — Are you ready for our last song!

Un sonoro y ensordecedor "Yes" se propaga por el cielo de medianoche, y entonces una nueva canción comienza.

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Don't ask me 'bout tomorrow

Or tell me about my past

My heart is yours to borrow

Ain't nothing meant to last

I ain't lyin'

I don't lie

Without an alibi

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Kitty Section no era un grupo muy exquisito para las peticiones en los camerinos. Mientras algunos famosos especificaban con detalle melindroso hasta la marca de cada botella de agua, Luka y los demás sólo pedían como exigencia una televisión, cervezas, una botella de whiskey y papás como frituras.

Pero aún a pesar de la sencillez de sus demandas, el staff sí tuvo uno que otro problema con cierta petición de la lista: 5 huevos de codorniz frescos. ¿Para qué? Nadie lo sabía…

— Huevosss de gallina hubieran sssido sssuficientesss — Sass aclaró, después de tragarse el último del empaque.

— ¿Y no eran los de codorniz tus favoritos? — preguntó Luka con simpleza, guardando la guitarra en el escuche. Afuera del camerino, aún podía escucharse los gritos de emoción del resto de los integrantes de la banda.

— Lo ssson, pero ssson dificsssiles de conseguir. No quiero ssser inoportuno.

— Sass, llevas 6 meses viajando en aviones y autobuses dentro de mi bolsillo. Si puedo darte huevos de codorniz, te los daré… deja que el staff se parta la cabeza buscándolos.

La pequeña serpiente enternecida, voló hasta el hombro de su protegido sin decir nada más. Si había algo que él había aprendido en los últimos años viviendo con Luka Cuffaine, es que las palabras muchas veces sobraban para manifestar cariño y gratitud. Era mejor una acción que una frase vacía.

Sonó el teléfono y Luka fracasó al no poder reprimir aquella repentina sonrisa pícara pintar su rostro cuando escudriñó en la pantalla del aparato.

Sass no tuvo que adivinar de quién se trataba

— La extrañasss, ¿no es asssí?

Luka no contestó. Se limitó a teclear una rápida respuesta antes de guardar nuevamente el celular en el bolsillo del pantalón: — Sass, ¿cuántos portadores de las serpiente has tenido? — preguntó repentinamente.

No era una pregunta que lo sorprendiera, porque Luka no era el primer portador en hacerla. A decir verdad, todos y cada uno de sus protegidos habían pronunciado exactamente las mismas palabras que el guitarrista. El recuerdo era tan nítido, que Sass incluso pudo escuchar las voces del pasado haciendo coro en la memoria — Sssessssenta — siseó en un suspiro… Sabía exactamente cuál sería la siguiente duda.

— ¿Y cuántos de ellos han logrado conquistar a la catarina? — Luka miró hacia otro lado y Sass no lo culpó. No iba a ser un dictamen placentero el que vendría a continuación.

— Ninguno — mintió y regresó al bolsillo de su protegido. En parte porque alguien más estaba a punto de entrar, y en parte porque no era algo de lo que la serpiente quisiese hablar.

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París, Francia.

Tomó la maleta de la banda número tres y se la colgó al hombro, junto a su guitarra. Corrió con suerte esta vez, pues nadie en el vuelo comercial lo había reconocido. Quizá porque nadie se esperaría encontrar a uno de los guitarristas más famosos de Europa (y ahora también américa) en clase turista cuando bien podría pagarse un asiento en la zona VIP.

Luka Couffaine era un joven de gustos sencillos y manías singulares. Sin mencionar su gran esfuerzo por manejar siempre un perfil bajo.

Había sido un vuelo de más de diez horas y una gira extenuante: realmente estaba fundido, no tenía ánimos siquiera de caminar.

Pero cuando Luka salió por las puertas de las llegadas internacionales del aeropuerto Charles de Gaulle y la vio esperándolo en primera fila con ojos radiantes y un cartel con el nombre "Couffaine" escrito con caligrafía impecable, la energía retornó a su cuerpo en una especie de descarga eléctrica que le recorrió de pies a cabeza y terminó imprimiendo una sonrisa a la que la palabra "felicidad" le quedaba corta.

Marinette no hizo esfuerzo por reprimir la emoción y se lanzó hacia él. Su risa fue música pura en los oídos de Luka cuando giró con ella sobre sí mismo, sosteniéndola de la cintura.

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— Ya veo que sí me extrañaste — alardeó el guitarrista con una sonrisa diáfana, mientras ambos caminaban hacia la salida del aeropuerto.

— ¿Cómo voy a extrañarte si me la pasaba hablando contigo casi todos los días?— rebatió Marinette con una sonrisa mordaz: — No me dejaste en paz ni un segundo.

— No te leías tan molesta con la idea — Luka le guiñó el ojo en un gesto ladino que la joven catarina ya no pudo contestar. A cambio de ello, carraspeó y subió al taxi cuando el guitarrista abrió la puerta del coche para que pasase ella primero.

Sí, Luka era un rockero rebelde… pero, ante todo: un caballero.

Y aunque el silencio reinó en el automóvil rumbo a París, ninguno de los dos pareció incómodo con la paz que aquel mutismo transmitía. Porque dentro de aquella burbuja sobre ruedas; Marinette sonreía y Luka aprovechaba la oportunidad para moverse con la lentitud y el sigilo de una serpiente hasta envolver a su presa por completo.

— Sí te extrañé — admitió ella por fín cuando, el aliento de Luka el rosó el oído —...Fueron los seis meses más largos de toda mi vida.

—¿Suficientemente largos como para pensar en tu respuesta? — siseó la serpiente con orgullo antes de besarle el cuello.

Marinette apretó los labios y las piernas antes de responder: — Sí…

Sí que tenía una respuesta. De hecho, para ser del todo sincera, la tuvo mucho antes de que el guitarrista abandonara París para irse de gira.

La cosa era esta: La vida a veces es impredecible. Porque Marinette jamás hubiese podido imaginar que, después de pasar por lo que llamaría el dolor más grande de todos, la suerte la recompensaría después con la verdadera felicidad.

Todo comenzó el día en que ella y Adrien Agreste terminaron su relación.

Una hecho funesto del que ninguno era culpable. O al menos de eso trató de convencerse ella durante las incontables noches de desvelo y llanto. Noches en que Marinette anheló en más de una ocasión ver a su gatito negro aparecer por el balcón de su departamento con aquella sonrisa juguetona y esos gestos entrañables y apasionados.

Pero eso no iba a pasar, porque aquel ardiente y precioso amor que se habían profesado desde los trece, más que un óbolo de fuerza en sus batallas contra el mal, había terminado por convertirse en un bache progresivo que, en un punto crítico, ninguno de los dos ya pudo ignorar.

Porque en una batalla contra el mal, Chat Noir estuvo a punto de morir y Ladybug a su lado en un impulso casi trágico del que ambos héroes pudieron salvarse, gracias a la suerte.

Fue entonces que Marinette comprendió que, de seguir así… llegaría el punto en que el perfecto equilibrio que ambos compartían terminaría por craquelarse, irónicamente a causa de su amor, o más bien al miedo de perderse.

Fue una decisión en la que no habría segundas oportunidades. Sin cláusulas especiales y sin retornos. Porque, aunque seguirían siendo el dúo dinámico de París y las almas sinérgicas que fueron desde el inicio de los tiempos; ya no habría más besos, caricias, paseos nocturnos, ni noches enteras donde el insomnio era aliado del deseo. No más sueños, no más futuro y no más frases con un "Te amo" al final.

Antes de ser Adrien y Marinette; eran Ladybug y Chat Noir. Y era preferible sacrificar un amor efímero a renunciar a su obligación como los portadores más poderosos que existían.

No quiero entregarle mi corazón a nadie más, Tikki. ¡A nadie! — juró y sollozó, haciendo oídos sordos a las palabras de aliento de su pequeña kwami, pues sin importar cuanto le hablara ella de esa supuesta profecía en la que la catarina y el gato negro siempre terminarían juntos, en su corazón ella sabía que aquel era un final definitivo y nadie, ni siquiera el destino, podría convencerla de lo contrario.

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Y claro, una cosa fue declararle su pesar a Tikki, y otra muy diferente fue contarle a Luka. Pues él, a diferencia de su querida amiga Kwami, no le vendió predicciones ni habló de planes místicos que terminarían en un final feliz.

No. Luka simplemente la abrazó fuerte. Como quien abraza a una muñeca rota, temeroso de que esta llegara quebrarse en caso de menguar el vigor de sus brazos.

Al carajo —susurraría él al ceñirla — Al carajo sus profecías, al carajo el destino. Ellos no van a decidir por ti.

Luka…

Lo amas, lo sé. Pero no voy a permitir que un puñado de leyendas conviertan eso que sientes en una cárcel con barrotes de oro. Eres Ladybug, pero también eres Marinette, y Marinette tiene el derecho de rehacer su vida y amar a quien le plazca; porque ella es una chica extraordinaria — Luka la tomó del rostro, limpiando con el dedo pulgar una última lágrima rebelde — No lo digo por egoísta; no me importa si ese corazón tampoco es para mí. Sólo sé feliz… es lo único que pido. ¿Podrías hacer eso por mí?

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Y aunque la petición le llevó a Marinette varios meses de sanación, al final lo fue. ¡Y vaya ironía! pues esa felicidad que creyó había perdido para siempre, la encontró con Luka en esos largos paseos en motocicleta, en los ensayos de la banda, en el backstage de sus conciertos, en las salidas espontáneas y las misiones en las que Viperion llegaba a intervenir.

Luka tuvo razón desde el inicio. Marinette merecía una nueva oportunidad para volver a amar. Y qué mejor persona que aquel joven músico incondicional, al que quizá ya había querido desde desde ek inicio, sin darse cuenta. Y al que, una noche antes de irse de gira había besado sin poderlo evitar.

¿O él la había besado a ella? Quién sabe, en lo que le respectaba; aquel ósculo fue un pacto de ambas partes.

Te amo, Marinette— mumuraría él, envanecido — Lo he hecho estos últimos diez años.

Yo…

Ne t'inquiète pas, petite — volvió a cortarla — Piensa tu respuesta, no la necesito ahora… Puedes darmela en cuanto regrese, si así lo quieres. Y no importa lo que decidas; je serai toujours là pour toi.

Después de decir aquello, el guitarrista besaría la frente de la chica para después subir a la motocicleta y alejarse de allí.

Pasarían unos seis meses antes de que ambos pudiesen verse de nuevo.

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Y hoy estaban allí, sentados en un café cercano al departamento de la chica. Luka con un trago de Whiskey y ella con una copa de vino tinto. Ambos reían mientras contaban anécdotas; ella de los últimos acontecimientos trabajando para la firma Agreste y él durante la gira.

— ¿Es cierto lo que dicen?, ¿que Nueva York es tan hermosa como París?

Luka puso los ojos en blanco y negó con la cabeza; — Ni en un millón de años.

— Parecías bastante feliz en las declaraciones de las entrevistas — rebatió ella e hizo una pantomima, mientras cambiaba su voz a un tono más grave — "Nueva York sin duda me ha inspirado para escribir una o dos canciones".

Luka soltó una risa ante aquella patética parodia. Dieu, cómo había extrañado a esa mujer: — Tiene su encanto no lo niego. Pero no es París.

— ¿Qué le haría falta?

— Pues, veamos… Uno: buena comida, esos famosos hot dogs callejeros son un fraude. Dos: arquitectura, te ahogas entre tanto rascacielos. Y tres... — la mirada de Luka cambió, y una de sus manos viajó hacia la de Marinette, entrelazando sus dedos con suavidad — ...Tú, obviamente.

Deslumbrada, la catarina parpadeó una vez al sentir la explosión de latidos en su pecho. Unos cuantos segundos más hicieron falta para que ella pudiese recuperar el aliento, junto con la habilidad del habla: — Bueno, yo creo que te encariñaste DEMASIADO con esa ciudad — atajó y sacó de la bolsa su celular, lo desbloqueó para después ponerlo sobre la mesa.

En la pantalla podía observarse una serie de tweets capturados. Luka Couffaine dibujó una sonrisa petulante al reconocer las fotos y los encabezados.

"French hero saves the day!

Viperion, the european super hero helps one family to escape a terrible fire"

"Viperion is in the US! Is it possible that Ladybug and Chat Noir are here too?"

"Viperion and Kitty Section in New York city. Coincidence? We don't think so…"

— ¿Estoy en problemas? —preguntó él con ironía, mientras arqueaba la ceja.

— Sí y no — argumentó ella, tomando nuevamente el celular y metiéndolo a la bolsa — Me preocupaba mucho el último tweet hasta que la prensa desvió la teoría hacia otro artista francés que estaba de gira por allí. Pero, Luka… la razón por la que cargas todo el tiempo con tu miraculous es porque le has demostrado al maestro que eres digno. Por favor ten cuidado — su voz fue casi de ruego — Odiaría que algo malo te pasara si llegaran a sospechar que tú eres Viperion.

Luka sonrió enternecido: — Déssole, coccinelle. No quiero decepcionar a la la guardiana de los miraculous

— Guardiana en entrenamiento — corrigió ella, negando con la cabeza — Aún me falta mucho por aprender.

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(Recomendación musical:

Rocket man - Taron Egerton)

El guitarrista quiso rebatir, pero dio el tema como zanjado cuando la música de ambientación cambió. La suave melodía del piano amenizó la tranquilidad de un atardecer cálido en París. Marinette miró a Luka sobrecogida al reconocer aquellas notas.

— ¿A caso es…?

— ...La canción que lanzamos en Estados Unidos, sí — acordó él en un suspiro.

— Me encanta — confesó al tiempo que apretaba la mano de su querida serpiente, porque sí: en ningún momento había dejado de sostenerla.

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She packed my bags last night pre-flight

Zero hour nine AM

and I'm gonna be high as kite by then

I miss the earth so much

I miss my life

It's lonely out in space

On such a timeless flight

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"La escribí pensando en ti" quiso decirle a la hermosa mujer de ojos azules que tenía frente a él. Pero no lo hizo, y tampoco lo hizo cuando el sol desapareció en el horizonte y las farolas iluminaron la negrura de la noche. Para entonces, la serpiente y la catarina caminaban sobre las avenidas de la mano; ella mirando hacia el frente con aquella faz radiante y él contemplándola; hipnotizado con cada simple aspecto de su ser.

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And I think it's gonna be a long long time

'Till touch down brings me round again to find

I'm not the man they think I am at home

Oh no no no I'm a rocket man

Rocket man burning out his fuse up here alone

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Seis meses se sintieron igual a seis siglos. Y 6725 kilómetros entre Europa y América bien podrían pasar por tres años luz lejos de ella. Por eso, hundido en su auto exilio, Luka Couffaine imprimió su sentir en las letras de "Rocket man", un sencillo que Kitty Section estrenaría durante uno de sus conciertos, en Chicago.

La canción escaló al primer lugar en la lista billboard en tan sólo unas cuantas horas. Otro éxito contundente de la banda… otra melodía inspirada en la valiente y hermosa chica que ahora tenía la fortuna de abrazar bajo una noche estrellada y junto a la quietud del río Sena.

Quería decírselo, quería contar una por una las canciones que cargaban la firma de Marinette escondida entre líneas. Pero tampoco lo hizo; a cambio de ello, la abrazó con más ímpetu; atesorando un momento que temía fuese efímero, y que efectivamente lo fue cuando el celular de la chica resonó en su bolsillo.

Merde! — exclamó Marinette con hastío al mirar la pantalla y luego a Luka, apenada— Es Adrien. Olvidé que hoy teníamos que vigilar la llegada de una exposición muy importante en el Louvre. Algo de unas joyas de la India.

— El gato vuelve a robarme a la chica —bromeó, y no lo hizo al mismo tiempo. Pues muy en el fondo, Luka aún tenía grabadas las palabras de Sass.

"Ninguna"

— No digas tonterías. Tú sabes bien que esa es historia pasada — regañó la catarina.

— La historia tiende a repetirse.

— No esta vez — dijo con voz firme y segura, antes de tomar una de las mejillas del guitarrista y depositar un beso sobre la mejilla, quizá demasiado cerca de la comisura de sus labios — Tú y yo tenemos una plática pendiente, no lo olvides — el aliento suave de Marinette en su oído disipó de él cualquier duda e inseguridad.

— Es una cita, entonces — musitó antes de ver a la chica correr a un callejón cercano y luego observar como Ladybug se perdía en la lobreguez de la noche.

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No fue nada del otro mundo.

Unos cuantos saltos entre los edificios para seguir los camiones blindados, vigilar el momento de descarga y asegurarse de que no hubiese nada demasiado sospechoso hasta que cada uno de los objetos de valor estuviesen dentro de las bodegas atiborradas de barrotes de acero inoxidable, cámaras de seguridad y puertas bloqueadas con códigos de seguridad.

— Bueno, parece que terminamos por hoy — Chat Noir declaró desganado, sosteniendo su staff sobre los hombros.

—No tan rápido gatito. Aún falta la última carga — anunció Ladybug con una sonrisa apremiante, señalando al grupo que cargaba consigo la última caja de madera con la palabra "Frágil" bien impresa en tinta roja.

—Por fin llegó… — la voz de Alix se hizo presente a sus espaldas. Aquella diminuta niña intrépida de cabello rojo se había convertido en una joven fuerte, bella y doblemente osada; con la única diferencia en que ahora también era una de las curadoras más importantes del museo Louvre, sólo por debajo de su padre; el Sr. Kubdel — El turbante del Marajá Narendra; el rey mariposa.

— Suena a que fue alguien muy importante — murmuró Ladybug, contemplando cómo los trabajadores del Louvre arrancaban los clavos de la madera de aquella caja.

— Lo fue. Mi viejo lo estuvo buscando por décadas. ¿Puedes creer que un magnate lo tenía como decoración en una habitación de trofeos? A mí no me sorprende, el turbante está valuado en unos 500 millones de euros. Es único en su clase — relató Alix con una sonrisa orgullosa cuando el último clavo de la caja cayó en el suelo, junto con la cubierta —Pero ahora está aquí; en el Louvre… donde cualquier ciudadano podrá venir a verlo.

Por unos breves instantes, el suelo en el que Ladybug estaba plantada desapareció cuando sus ojos hicieron contacto visual con aquella reliquia, más específicamente con el tocado con forma de alas de mariposa color púrpura.

...Las mismas alas dibujadas en el broche de Le Papillon.

Todo pasó muy rápido: Primero el broche, después la imagen de Howk Moth, Emilie y Gabriel Agreste. Luego una serie de luces resplandecientes e instantes irreconocibles a los ojos de la catarina. Los retazos pasaron por su cabeza con la velocidad de un rayo, donde lo único que su mente logró reconocer fueron parajes selváticos, un enorme palacio, un reino desconocido y un joven moreno destacando entre un mar de gente. En su cuello, dos cobras reposaban y la miraban con ojos hipnotizantes.

La barbilla hacia arriba, meere beete*. Nadie aquí debe estar sobre ti.

El dueño de aquella voz madura tenía el mismo turbante sobre la cabeza.

La princesa obedeció con pesar, dando la espalda a aquel joven desconocido.

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—¡Ladybug!

Chat Noir logró estrecharla de los hombros antes de que la heroína se desplomara contra el suelo.

La chica parpadeó, una vez logró recuperar la movilidad de su cuerpo y la oscuridad de disipara, dejándole admirar los ojos preocupados color esmeralda del rubio.

— ¿Qué sucede? — cuestionó Alix, acercándose a ambos superhéroes una vez el turbante fue colocado tras una caja de cristal blindada.

— Nada, estoy bien. Sólo fue un mareo — argumento la heroína, separándose lentamente de su compañero y dibujar con sonrisa conciliadora— Debe ser por el cansancio.

—Vayan a casa. De cualquier modo ya terminamos aquí — Alix miró a Ladybug con severidad, no como una civil miraría a una heroína, sino como una igual. Porque de cierto modo lo era… el reloj de mano que guardaba consigo en el bolsillo era la mejor prueba de ello.

— Yo te acompaño — musitó el rubio, poniendo una mano sobre el hombro de la pelinegra.

— Gracias, gatito.

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El dibujo a penas era un boceto que iba cobrando forma. El grafito se deslizaba sobre el papel con suavidad, bosquejando las alas perfectamente formadas del tocado. Marinette hizo una mueca, golpeando la goma del lápiz con sus labio inferior, observando con ojo crítico sus trazos sobre su viejo bloc.

A diferencia de Nathaniel y sus tabletas digitales, ella prefería plasmar su arte del modo tradicional. Así al menos podría sentir que lo palpaban sus dedos sobre el lienzo era de verdad.

— ¿Crees que ese Marajá haya sido un portador de la antigüedad? — preguntó la chica con genuina curiosidad. Pero sin recibir una respuesta— ¿Tikki? Has estado muy callada desde que llegamos a casa.

Y sí, la pequeña kwami se mantenía mirando al ventanal que daba al balcón de su pequeño departamento. Allí se había mantenido desde que llegaron del museo.

De nuevo no hubo respuesta y Marinette supo que algo debía andar mal, muy mal como para que la pequeña catarina mantuviese aquel misterioso mutismo: — ¿Tikki? — volvió a llamar, esta vez detrás de ella — ¿Está todo bien?

— ¿Eh? Sí, claro. Perdóname… me quedé pensando. La verdad es que me llegaron bastantes recuerdos, eso es todo — mintió, regalándole a su portadora una sonrisa que la convenció, de menos por el momento.

Por supuesto, si había un portador de la mariposa en ese entonces, también debió haber una de la catarina. Una que hoy ya no existía, junto con 59 portadoras más que Tikki había visto crecer y también morir a lo largo de la historia.

Marinette sintió un enorme hueco en el corazón al tomar a su querida amiga entre sus manos para posarla en el pecho, cerca de su corazón: — Lo siento mucho. Fui una desconsiderada, ¿verdad?

—¡No! Claro que no, eres una de las Ladybugs más consideradas y amables que he tenido— Tikki se apresuró a decir, abrazándose de la piel de su portadora con vehemente desesperación. Una que Marinette no comprendió en su momento — Te quiero muchísimo, Marinette. Lo sabes, ¿verdad? Y siempre voy a estar aquí para cuando me necesites… Sin importar lo que pase, hasta las últimas consecuencias.

Y aunque aquella confesión abrupta no le dio del todo buena espina, no pudo preguntar más, pues Tikki se separó de ella de un momento a otro para atravesar la puerta de la habitación antes de dibujar una sonrisa cómplice y decir: — Tienes visitas.

Marinette arqueó la ceja y miró hacia atrás al escuchar la puerta del ventanal abrirse para dejar pasar la brisa de verano.

Bonsoir.

Viperion hizo su entrada con aquel gesto pérfido y la sonrisa de un bribón que profana el lecho de una inocente y dulce joven en la oscuridad de la noche.

El corazón de la chica latió con ímpetu.

— Creo que a alguien no le quedó claro el punto de no usar los poderes descuidadamente — apuntó ella con una sonrisa desafiante, al sentarse en el colchón de la cama.

— Oh, creeme. Los estoy usando para la mejor de las causas— rebatió él, tomando asiento frente a ella y acomodando un ligero mechón de cabello tras su oreja — Adrien me contó lo que pasó. ¿Estás bien? — cuestionó con la dezazón brillándole en los ojos.

La forma en que la miraba, aquel gesto de preocupación, las mil y un maneras en que siempre la procuraba. ¿Cómo no caer?, ¿cómo negarse a la compañía de aquel joven que por tanto tiempo la había acompañado?... ¿Y cómo había sido lo suficientemente ciega durante tantos años para no caer antes? Marinette suspiró y cerró los ojos cuando su cuerpo se aproximó al de la serpiente, permitiendo que los brazos de este la atraparan irremediablemente: — Ahora lo estoy. No te preocupes por eso.

— Marinette... — le llamó, como quien está a punto de recitar un sermón — Sabes que a mí no me puedes men...

— Te amo, Luka

El silencio se fundió unos segundos. Tiempo que Viperion necesitó para procesar las tres palabras que salieron de la boca de su musa: claras, entrañables y solemnes.

— Te amo — repitió ella cuando el héroe la tomó de los hombros para verla a los ojos, con la impresión tatuada en su expresión — Esa es mi respuesta: Te amo, Luka Couffaine — declaró de nuevo, con los ojos anegados y las lágrimas ansiosas por emerger — Te amo, Viperion — musitó, esta vez permitiendo que el agua corriese por sus mejillas —Et je t'aime, mon cher homme-fusée.**

— ¿Lo sabías…? — cuestionó Luka con un hilo de voz.

— Es que yo también me sentí en otro mundo sin ti — confesó y Luka ya no pudo controlarse más.

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And I think it's gonna be a long long time

'Till touch down brings me round again to find

I'm not the man they think I am at home

Oh no no no I'm a rocket man

Rocket man burning out his fuse up here alone

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La besó sin reparos y sin miedos. Mejor de lo que lo hizo hace seis meses y como lo había soñado hacer desde que tenía 16 años de edad.

Venturoso de escudriñar cada rincón de la boca de su por siempre amada catarina, Luka la estrechó con fuerza desmedida, aprisionándola entre su cuerpo y las sábanas de la cama; renuente de dejarla escapar. Porque maldito fuera si la dejaba ir después de aquello. No… eso nunca. Entre suspiros, mordidas y pequeñas risas ahogadas, Viperion quiso jugar con fuego de ahora en adelante, porque había decidido mandar al diablo al destino; ese miserable ente que se empeñaba en repetirle cuál era su lugar.

"Va te faire foutre, destin" gritaría en pensamiento cuando sus labios bajaron hacia el cuello de Marinette, regocijándose con la música de sus gemidos.

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Sass flotó sobre la cama donde ambos portadores dormían profundamente. Marinette usando el pans viejo con la la blusa de tirantes y Luka aún con los jeans rotos y una playera sin mangas. El kwami sonrió ante la paz y sosiego de ambos semblantes, que a simple vista sonreían ante la dicha compartida.

—Esss como una ssserpiente enrossscada en sssu presssa — murmuró al notar cómo los brazos de su portador se ceñían al rededor de la cintura de chica.

— Hay algo que debes saber— musitó Tikki, volando a su lado antes de jalar con todo su cuerpo la sábana para cubrir el hombro descubierto de su protegida — Creo que esto podría no ser una buena idea…

El pequeño kwami reparó en la tristeza de sus semblante. No necesitaba preguntar, lo conocía… era el mismo que él solía componer cada vez que alguien le recordaba la historia: — ¿Qué te perturba?

— Hoy vi el turbante del rey mariposa. Y tengo miedo Sass. Tengo miedo de que se repita la historia— confesó por fin, sin despegar la vista de Marinette — No quiero perderla a ella también…

—Debes tener fe, corazsssón — consoló la pequeña cobra, colocando una mano sobre el hombro de la catarina, al tiempo que contemplaba a su propio portador — Esss una época másss amable para ellosss, y él la ha esssperado tanto. Ya ssson demasssiadas vidasss. Merecsssen sssu sssegunda oportunidad.

— Tienes razón… — Tikki sonrió por fin, alejándose junto a su compañero y amigo, dejando a sus protegidos fundidos en los brazos de morfeo.

...O al menos eso creyeron, al no percaterse como Luka Couffaine abría un ojo para verles desaparecer tras la pared de la habitación.

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...CONTINUARÁ

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*HIJA MÍA en Hindi.

** ROCKET MAN en francés.

¡Espero que les haya gustado!