Hola a todos! :D Bienvenidos otro domingo más a esta historia!
Con este capítulo, le pongo la marca de "completado" a la segunda parte del fic. Con esto terminamos oficialmente con La cámara secreta, puesto que todo lo que sucede en este capítulo pasa el mismo día que se termina de leer dicho libro. La semana que viene comenzaremos con El prisionero de Azkaban! Abriré un nuevo documento como hicimos al terminar el primer libro, para que cada libro tenga su fic separado y no sea un solo documento larguísimo XD Así que estad atentos a mi perfil el domingo que viene.
He de decir que he AMADO cada segundo que he pasado escribiendo este cap. Es uno de mis favoritos, sin duda. Espero que os guste tanto como a mí escribirlo! :3 Os aviso: viene cargadito, coged palomitas!
Y, por supuesto, no puedo terminar esta nota sin agradecer infinitamente a todos los que habéis dejado reviews! Gracias a Naattstories, Fan de tu fic, CecyBlack, miriam99, Guest, Chloe Rambaldi, francescadiazfalocco, Fox McCloude, Magra, Korrily, Draci Snape, Zero, KhrizSnape, Ali, Klara Potter, Raliby, Lupin, lunadragneel15, BellaBlackEvans, Winterbell4869, CH-Hyacinth y Banry Darling. Muchísisisimas gracias! :3 Respuestas a los reviews al final del cap.
Ahora sí, a leer!
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— Ya está. Este es el final — dijo Ritche Coote, cerrando el libro.
— Muy bien, muy bien. — Dumbledore se puso en pie. — Espero que todos hayáis disfrutado la lectura. Mañana comenzaremos a leer el tercer libro.
Con un gesto, hizo que un libro se materializara a su lado, flotando en el aire.
— Se titula — dijo, cogiéndolo y examinando la portada, — Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.
Aunque hubo murmullos de emoción, el ambiente se tensó de forma instantánea, a la vez que muchos se giraban para mirar a Sirius. Harry supuso que debía estar agradecido. Después de pasar dos días metidos en la misma sala que Sirius, muchos habían perdido ese miedo inicial que les había impedido mirarlo directamente o hablar frente a él. Si bien todavía quedaba gente que evitaba cualquier contacto visual con él, decenas de personas lo miraban ahora, llenas de curiosidad e intriga.
— Tenéis el resto del día libre para descansar y recargar las energías antes de seguir con la lectura mañana — anunció Dumbledore en tono amable. — Podéis marcharos.
Algunos no se lo pensaron dos veces. Mientras la mayoría de alumnos se ponía en pie y comenzaba a caminar en tropel hacia las puertas, Harry vio cómo la señora Weasley se acercaba y envolvía a Ginny en un abrazo, murmurando algo que él no llegó a escuchar.
Ginny asintió y se separó de su madre, solo para que su padre pasara un brazo a su alrededor y le besara la frente. Y entonces Bill prácticamente le hizo un placaje a Ginny, haciéndola soltar un grito mientras ambos caían sobre el sofá en el que habían estado sentados Ginny y compañía hacía unos momentos.
— ¡Bill!
— Ups — sonrió él. — Se me había olvidado lo pequeña que eres.
Indignada, Ginny le arrancó a Percy de las manos la almohada que estaba sosteniendo y se la estampó a Bill en la cara.
Mientras Charlie se reía a carcajadas, Harry notó que Fleur miraba a Bill de forma apreciativa y, sonrojándose al pensar en la posible relación entre ellos dos, apartó la mirada para centrarse en Sirius y el profesor Lupin, quienes se habían puesto en pie y le sonreían abiertamente.
— No supero lo del basilisco — dijo Sirius en cuanto vio que tenía la atención de Harry. — ¡Te lo cargaste con una espada! ¡Con la legendaria espada de Gryffindor!
Harry le sonrió de vuelta. Aunque a él no le había parecido la gran cosa (sí, había derrotado al basilisco, pero solo gracias a Fawkes), no podía evitar sentir alegría al ver a su padrino tan orgulloso.
— Mira — susurró Hermione, dándole un codazo a Harry.
Él se giró y vio que la reunión Weasley continuaba. Charlie y Bill se habían enzarzado en una discusión por lo de la almohada, pero Harry estaba seguro de que lo hacían para distraer a Ginny y divertirla. Fred y George metían cizaña en cuanto podían, dejando caer comentarios en contra de Bill o de Charlie para animarlos a pelear. La señora Weasley tenía ahora un brazo alrededor de Ron y lo miraba con ternura, diciendo algo que Harry alcanzó a escuchar:
— No me puedo creer que entraras en ese bosque de noche, siguiendo a las arañas.
— Fuiste muy valiente — dijo el señor Weasley, provocando que Ron se ruborizara hasta las orejas.
Pero no era eso lo que Hermione quería que viera. La chica estaba mirando fijamente al único Weasley que no estaba participando en la reunión. Percy se había puesto en pie, pero no se había movido de su lugar. Parecía no saber a dónde ir, aunque tenía los ojos fijos en sus padres.
— ¿Crees que va a echar a correr? — susurró Hermione, viendo cómo Percy movía los pies a causa de los nervios.
— No — murmuró Harry de vuelta. — Creo que se va a acercar a ellos.
Pasaban los segundos. Percy seguía de pie, mirando a su familia con rostro pálido y nervioso. El resto de Weasleys no le hacían ni caso, ya que estaban ocupados felicitando a Ron y comprobando que Ginny estaba bien.
— Eh, Harry — dijo Sirius. — Tenemos toda la tarde libre. ¿Te apetece salir luego y dar una vuelta por los terrenos?
— ¿Eh? — respondió Harry, apartando la vista de los Weasley. — Sí, sí, claro.
Volvió a mirarlos. Empezaba a impacientarse y, a juzgar por los ruiditos que Hermione estaba haciendo con la boca, ella también estaba muy frustrada con la situación.
Y cuando Harry vio que Percy finalmente hacía un movimiento, pero era en dirección a la puerta del comedor, no pudo controlarse. Dando un par de pasos hacia delante, agarró a Percy de la parte trasera de su túnica y lo obligó a dar un paso hacia su familia.
— No te acobardes ahora — susurró Harry rápidamente, soltándolo antes de que los Weasley lo vieran.
Percy parecía aterrorizado, pero, tras a mirar a Harry unos segundos, volvió a encarar a su familia con una expresión decidida. Se acercó a sus padres dando grandes zancadas, y Harry estaba seguro de que, de no haber caminado así, no se habría atrevido a cruzar la distancia que los separaba.
— ¿Podemos hablar? — dijo, interrumpiendo la conversación.
En ese momento, a Harry le pareció que el comedor entero se quedaba en silencio, pero en realidad había tanto barullo como siempre. Los únicos que se habían callado eran todos los Weasley, que miraban a Percy con una mezcla de emociones muy dispares.
— Claro — respondió la señora Weasley. Arthur tenía la mirada puesta en su hijo, pero ni asintió ni rechazó la propuesta.
Fred y George le lanzaron miradas de advertencia a Percy, quien las ignoró totalmente.
— Nos vemos luego — dijo la señora Weasley, despidiéndose del resto de sus hijos. Sin embargo, antes de marcharse, se acercó a Harry y le dio un abrazo.
— Gracias de nuevo por salvar a Ginny — dijo en voz alta. — Jamás te lo podré agradecer lo suficiente.
— Eh… no fue nada — respondió Harry, sintiendo cómo se ruborizaba. La señora Weasley le sonrió con cariño antes de abrazarlo más fuerte y susurrarle:
— Y gracias por darle ese empujón a Percy. Sé que no te cae bien…
Harry se atragantó con su propia saliva. Sonriéndole, la señora Weasley se marchó del comedor junto a su marido y Percy, quien mantenía una distancia prudencial de ellos.
Harry supuso que había sido muy ingenuo por su parte pensar que los Weasley no le estaban prestando atención a Percy en un momento tan crucial.
— Espero que le vaya bien — dijo Hermione. Harry asintió.
Si bien era cierto que Percy era el Weasley que peor le caía debido a todo lo ocurrido en fechas recientes, prefería mil veces que volviera a su familia y que los Weasley fueran felices a que las cosas jamás pudieran arreglarse.
Él sabía lo que era perder a una familia y lo que era no tener a nadie en quién apoyarse. Por muy mal que Percy se hubiera portado, Harry jamás le desearía que viviera algo así.
— Lo va a tener difícil — dijo Fred, uniéndose a la conversación. — Mamá lo perdonará enseguida, pero creo que papá está muy enfadado.
— También lo acabará perdonando — dijo Ginny, volviendo a tomar asiento al ver que nadie se movía de allí, a pesar de que más de la mitad del comedor había salido ya.
— Pero también tenemos que perdonarlo nosotros — añadió George. — Y eso está difícil.
— ¿No dijiste que lo perdonarías si arreglaba las cosas con papá y mamá? — preguntó Charlie. George rodó los ojos.
— Solo si arregla las cosas con ellos, le daré una oportunidad. Eso no significa que vaya a perdonarlo tan fácilmente.
— Tú no lo has vivido como nosotros, Charle — dijo Fred. — No has visto a mamá llorar por su culpa.
Se hizo el silencio. Sirius, no soportando el ambiente tenso, dijo en voz alta:
— Estaba pensando en salir ahí fuera y tomar un poco el aire. ¿Quién se apunta? Si somos suficientes, podríamos jugar al quidditch.
A varios se les iluminó la cara.
— ¡Yo me apunto! — exclamó Ron, seguido de Ginny, quien se puso en pie rápidamente.
— No estaría mal — dijo Charlie. Miró directamente a Harry antes de decir: — Quiero jugar contra ti. Podemos ver de una vez por todas quién es el mejor buscador.
Sus palabras duras contrastaban con la gran sonrisa que tenía.
— Por supuesto — dijo Harry, comenzando a animarse. — Pero necesitamos más gente. ¿Qué decís? — añadió, mirando a los gemelos.
Sin embargo, antes de que ellos pudieran contestar, la profesora McGonagall apareció frente a ellos.
— Dicen que se irán a la sala común a descansar, igual que usted, señor Potter.
— No estamos cansados — dijo Fred, pero cerró la boca inmediatamente al ver la expresión de la profesora.
— De todas formas, Potter, Weasley y Granger no están disponibles esta tarde — replicó. — Les recuerdo que están castigados. Deben marcharse a la sala común y esperar a que se les notifique cuál será el castigo y a qué hora.
— Pero…
— Sin peros, señor Weasley — dijo McGonagall bruscamente. Suavizó el tono antes de decir: — Si bien comprendo por qué los tres hicisteis lo que hicisteis, preparar una poción prohibida y administrársela a unos compañeros para robar su identidad no tiene excusa. Tenéis suerte de no haber sido expulsados, así que no quiero ver malas caras durante el cumplimiento de estos castigos.
Tanto Harry como Ron y Hermione asintieron. Cuando la profesora McGonagall se marchó, se disculparon con el resto de Weasleys y con Sirius y Remus (Sirius parecía tener el corazón roto al haber perdido la oportunidad de jugar al quidditch) y subieron a la sala común. Fred, George y Ginny fueron con ellos, ya que no tenían nada mejor que hacer. Luna se despidió de Ginny con un abrazo.
Durante todo el camino, Harry tuvo que abrirse paso entre compañeros que le paraban para felicitarle por haber derrotado al basilisco y a Ryddle. Si bien se sentía halagado, no podía evitar escuchar otros comentarios que también seguían al grupo.
— Abrió la cámara…
— ¿Cómo tiene el coraje de seguir en Hogwarts?
— Yo me habría ido.
Harry apretó los dientes y aceleró el paso, sintiendo cómo el resto también se tensaba. Ginny, por otro lado, caminaba con total tranquilidad y con la cabeza bien alta.
— ¿Sabéis? A veces me sorprende lo estúpida que puede llegar a ser la gente — dijo en voz alta cuando, al cruzar un tramo de escaleras, se escuchó a un chico de segundo decir "¿Y si Weasley vuelve a perder la cabeza y nos ataca?". — Por más que repitas las cosas y las expliques, parece que no consiguen entenderlas.
— La gente solo entiende lo que quiere entender — dijo Harry amargamente. — Si quieren pensar que estás loco, lo harán, hagas lo que hagas.
— En los colegios muggle está lo que se conoce como elementos transversales — comentó Hermione. — Implica que los alumnos aprendan cosas como el respeto y el pensamiento crítico. Creo que a Hogwarts le haría mucha falta incluir eso.
Harry asintió sin entusiasmo. Por su experiencia en el colegio, no estaba muy seguro de que esos elementos nosequé sirvieran de algo.
Llegaron a la sala común, donde, tras quitarse de encima a varios alumnos que querían felicitarlos, se sentaron en una mesa a pasar el rato. Fred y George se apartaron del grupo y comenzaron a hablar en susurros emocionados. Harry estaba seguro de que alguno de ellos había tenido una idea para mejorar sus productos de broma.
— ¿Qué creéis que le está diciendo Percy a mamá y papá? — preguntó Ginny al cabo de un rato. — Me encantaría poder escucharlo.
— A mí también — admitió Ron. — Aunque creo que sé más o menos lo que les va a decir.
Harry no preguntó por qué creía eso, ya que suponía que sería debido la conversación privada que habían tenido Ron y Percy días atrás.
Si bien le daba mucha curiosidad saber cómo le estaría yendo a Percy, prefirió centrarse en la partida de ajedrez que estaba jugando con Ron. La idea de que en cualquier momento podían llamarlo para ir a cumplir su castigo con Snape le daba náuseas.
Harry no era el único que sentía náuseas en ese momento.
Al salir del comedor, los Weasley se habían encaminado directamente hacia las habitaciones para invitados en las que se estaban alojando. Molly y Arthur caminaban lado a lado, charlando sobre lo que acababan de leer y comentando lo interesante que sería el siguiente libro. Percy caminaba detrás de ellos, en silencio, sin ni atreverse ni querer introducirse en la conversación.
Iba a tener que utilizar toda su elocuencia para contar exactamente qué había pasado por su cabeza durante esos meses. Y, sobre todo, la necesitaría para explicar cómo todo había cambiado en los últimos días.
Llegaron a la habitación y Percy entró sin prestar mucha atención a la decoración o a cualquier otra cosa. Le sorprendió ver que tenía una pequeña sala de estar, cosa que su propia habitación de invitados no poseía.
Claro, no es que Dumbledore lo tuviera en mucha estima en ese momento.
— Toma asiento, Percy — dijo Arthur.
Tremendamente incómodo, le hizo caso a su padre y sentó en uno de los asientos individuales. Sus padres compartieron un pequeño sofá que quedaba al otro lado de una mesita de café decorada con motivos dorados y rojos.
Gryffindor, por supuesto.
Viendo esos colores y reuniendo valor, inspiró hondo antes de atreverse a mirar a su padre a la cara. Arthur Weasley tenía una perfecta cara de póker, pero a Percy lo que le sorprendió fue ver la reacción de su madre.
Se habría esperado que ella estuviera nerviosa y sintiéndose afligida. No era estúpido: había visto la esperanza en sus ojos cada vez que había tenido un acercamiento hacia sus hermanos, por pequeño que fuera. Había estado seguro de que su madre lo perdonaría y que serían su padre y sus hermanos los más difíciles de convencer.
Precisamente por ello, le sorprendió ver que su madre parecía totalmente tranquila y que tenía la mirada tan cerrada como su marido. A Percy se le hizo un nudo en el estómago al verlo, porque eso implicaba que quizá no sería tan fácil recibir el perdón de su madre como había esperado.
Unas tazas de té aparecieron frente a ellos, rompiendo el silencio. Arthur inmediatamente se inclinó para echarle azúcar a su taza.
— Tendremos que darle las gracias a Dobby — comentó tranquilamente. — Si no nos hubiera enviado esto, habríamos estado en silencio media hora.
Miró directamente a Percy al tiempo que removía su té. Percy sintió cómo se ruborizaba.
— Arthur — lo regañó la señora Weasley. — No seas así.
— Perdona, cariño. Solo me preguntaba cuánto tardaría nuestro hijo en decir algo. Creo recordar que es él quién nos ha pedido que hablemos.
Percy agarró una taza de té y le dio un sorbo, quemándose la lengua con el líquido amargo.
— Pero si no tiene nada que decir, creo que esta pequeña reunión va a ser bastante incómoda — siguió diciendo Arthur.
Mucha gente hablaba de los ojos de Dumbledore, de lo penetrantes que podían llegar a ser cuando el director te miraba fijamente y sentías como si te pudiera leer la mente. Nadie comentaba nunca que algo muy similar ocurría con los ojos de Arthur Weasley. No utilizaba a menudo esa capacidad, pero podía conseguir que sus hijos sintieran todo el peso de la ley con tan solo mirarlos a los ojos unos momentos. Percy no estaba seguro de poder mantenerle la mirada mucho tiempo, así que, armándose de valor, respondió:
— Tengo muchas cosas que decir — dijo con esfuerzo. — Pero no sé cómo…
— Ah.
Se hizo el silencio. Molly empezaba a mostrarse visiblemente nerviosa, pero Arthur se había relajado.
— Quizá no deberías pensar tanto cómo decir las cosas. Solo dilas.
Percy volvió a inclinarse para beber de su taza de té. Volvió a quemarse, pero fue el sabor amargo lo que le hizo hacer una mueca.
— Toma — le dijo su madre, tendiéndole el azúcar. — Nunca te ha gustado el té solo.
Percy dudó un momento antes de coger el azúcar. Aprovechó esos momentos de distracción mientras echaba un par de cucharaditas en su té para pensar frenéticamente en lo que iba a decir.
— Yo… — dejó el azúcar en la mesa, pero mantuvo la taza caliente entre sus manos. Necesitaba tener algo que sujetar. — Cuando los visitantes del futuro llegaron al ministerio, pensé que era una locura.
Tragó saliva. Ahora que había empezado a hablar, su madre se había inclinado ligeramente en su asiento. Si bien no tenía la expresión esperanzada que le había visto antes en el comedor, al menos no seguía manteniendo la cara de póker, como su padre.
— Quiero decir que… es imposible viajar en el tiempo más de un día, ¿no? Al menos se supone que lo es…
Arthur asintió, lo que le dio ánimos para continuar.
— Pero resulta que no lo es. Resulta que sí vienen del futuro y que los libros cuentan de verdad la vida de Harry. Es innegable que todo lo que hemos leído hasta ahora es cierto.
Fue el turno de Molly de asentir.
— Así es. Es sorprendente lo mucho que han tenido que sufrir Ron, Ginny, Harry y Hermione en sus primeros años en Hogwarts — dijo, entristecida.
— Sí… La cuestión es que me equivoqué con eso — siguió Percy, sintiendo cómo cada vez se ponía más nervioso. Estaba seguro de que, de no estar sujetando la taza, le habrían temblado las manos. — Y también con todo lo demás.
Su padre lo miró a los ojos en ese momento. Percy agachó la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada un segundo más.
— Pensé… Fui un imbécil — dijo, apretando la taza hasta que el calor del té le quemaba las manos. — Tenía tantas ganas de que el ministerio me tomara en serio que no me paré a pensar en si yo tenía que tomar en serio al ministerio. No pensé que tanto las leyes como los dirigentes pudieran equivocarse tanto. Quiero decir… Las leyes son las leyes, ¿no? — Miró a su padre de nuevo, sintiéndose cada vez más desesperado. — Y las leyes están por algo. Y los que las crean y las ejecutan deberían ser las personas más respetables e inteligentes del país. Pero…
— Pero no lo son — terminó Arthur por él, con tono suave.
— No, no lo son — admitió Percy. — Pensé que, en tiempos de crisis, es el ministerio quien debe llevar las riendas de la situación. Y que es el ministro quien debe ocuparse de solucionar los problemas.
— Así debería ser — asintió Molly.
— Pero no lo es — repitió Percy con un hilo de voz. — Cuando terminó el torneo de los tres magos…
Arthur se tensó visiblemente, provocando que a Percy se le cortara la voz un momento.
— Cuando Diggory murió y Harry volvió gritando que Quien-Vosotros-Sabéis había vuelto, el ministerio afirmó estar completamente seguro de que era imposible que eso sucediera.
— Lo sabemos — dijo Arthur. — El Profeta lleva meses destrozando la reputación de Harry.
Percy hizo una mueca.
— Lo sé. El ministro siempre ha asegurado que la posibilidad de que El Que No Debe Ser Nombrado regrese es inexistente. Pero también afirmaba que era imposible viajar en el tiempo más de un día…
Se hizo el silencio. Percy volvió a beber de su taza, que ya no quemaba tanto, antes de continuar.
— La cuestión es que… que me equivoqué. Hice caso a todo lo que el ministro dijo para intentar ganarme un nombre y una reputación dentro del ministerio. Y no os hice caso cuando defendisteis la versión de Harry, porque el ministerio creía lo contrario y pensé que tenían razón.
— ¿Lo sigues pensando? — preguntó su madre. — ¿Sigues creyendo que Quien-Tú-Sabes no ha regresado y que Harry y el profesor Dumbledore mienten?
— No — admitió Percy. — Después de todo lo que hemos leído… creo que Harry tiene una habilidad muy extraña para saber las cosas antes que nadie. Y si la gente del futuro ha venido a avisarnos, es por algo.
Arthur asintió solemnemente.
— Han venido para evitar una guerra— dijo. No hizo falta que mencionara lo que sucedería en esa guerra. Tanto Molly como Percy pensaron a la vez en Fred.
— Han venido para salvar vidas — asintió Percy. — Y para luchar contra Quien-Vosotros-Sabéis. Es lo mismo que estáis intentando hacer vosotros desde hace meses, ¿no es así?
— Así es — afirmó la señora Weasley. — Hemos estado trabajando muy duro.
— Lo siento.
Percy miró a sus padres a los ojos antes de añadir:
— Perdonadme, mamá, papá. Sé que… — cogió aire y bajó la mirada hacia la mesa, sintiéndose menos Gryffindor que nunca. — Fui un imbécil. Me dejé cegar y no pensé…
— No, no pensaste — le dio la razón el señor Weasley.
— ¡Me comporté como un idiota! — exclamó Percy. La taza se le cayó al suelo, pero ni siquiera lo notó. — Como el imbécil pedante que Fred y George siempre me han considerado. Me porté como un, como un…
Sentía el corazón latiéndole con tanta fuerza como si acabara de correr una maratón. Luchando contra el impulso de salir corriendo, se obligó a levantar la mirada y dirigirla a sus padres.
Se sorprendió al ver que su madre tenía lágrimas en los ojos. Un segundo después, se abalanzó sobre Percy y le dio un fuerte abrazo.
Percy miró a su padre, quien tardó unos segundos en procesar lo ocurrido.
A la vez que Percy abría la boca para volver a pedirle perdón, Arthur se levantó y también fue a abrazar a su hijo.
En la sala común de Gryffindor, las cosas eran mucho menos interesantes. Harry y Ron se habían cansado de jugar al ajedrez, así que pasaban el tiempo con Neville, Dean y Seamus, jugando a los naipes explosivos.
A Harry casi se le había olvidado que tenía que cumplir un castigo cuando una lechuza del colegio entró por la ventana y dejó caer un pergamino sobre su cabeza.
— ¿Es la nota de Snape? — preguntó Ron, nervioso. Harry desdobló el trozo de pergamino y lo leyó rápidamente.
— Sí — contestó, abatido. — Tenemos que estar en las mazmorras en diez minutos.
Sintiendo como si estuviera caminando hacia su propio funeral, Harry se puso en pie y salió de la sala común, seguido de Ron y Hermione.
— Seguro que nos pone a limpiar cosas asquerosas sin magia — dijo Ron amargamente.
— Nos lo merecemos.
— ¡De eso nada! Teníamos razones para hacer todo lo que hicimos.
— Eso no quita que infringimos decenas de normas, Ron — replicó Hermione.
— Ya lo sé — refunfuñó. — Pero no quiero pasarme horas limpiando tripas de gusarajos.
— Ni tú ni nadie — afirmó Harry.
Llegaron a las mazmorras, donde la temperatura era notablemente inferior. Harry deseaba haber cogido una bufanda antes de salir de la torre de Gryffindor.
Tocaron a la puerta de la mazmorra en la que solían tener clases de pociones. Cuando escucharon un corto "Entrad" y abrieron la puerta, se sorprendieron al ver que Snape no estaba solo.
Malfoy estaba allí de pie, frente a la mesa del profesor, con cara de pocos amigos.
— Cerrad la puerta — gruñó Snape.
El trío le hizo caso y se acercó a la mesa sin rechistar.
— Voy a ser muy claro con vosotros — dijo el profesor. — Mi opinión es que deberíais haber sido expulsados inmediatamente en cuanto se supo que robasteis ingredientes de mis armarios privados.
Hermione tragó saliva.
— Y cuando se supo que habíais realizado una poción prohibida y peligrosa y que habíais suplantado la identidad de los alumnos para entrar en zonas que tenéis prohibidas… — los fulminó con la mirada, hasta tal punto que Harry fue incapaz de mirarlo a los ojos y tuvo que agachar la cabeza — se os debería haber enviado en el tren de vuelta a casa sin posibilidad alguna de redención.
Los miró como si fueran un poco de mugre pegada a sus zapatos.
— Pero el director ha decidido ser benévolo con vosotros. Por mi parte, me niego a serlo. ¡Granger!
Hermione dio un saltito.
— Vas a cortar y preparar ingredientes para pociones. Ve a aquella mesa y comienza inmediatamente.
Hermione asintió y casi corrió hacia la mesa que Snape había preparado. Harry no necesitaba mirar para saber que estaría llena de gusarajos, escarabajos y todo tipo de ingredientes asquerosos.
— Weasley, tú separarás los ingredientes que Granger debe preparar. Espero que no se mezclen — dijo, y la amenaza no pasó desapercibida para nadie. — No puedes usar guantes.
Ron asintió y fue tras Hermione, casi tropezándose a causa de los nervios.
— Potter — Snape prácticamente escupió su nombre. — Tú limpiarás todos esos calderos y recipientes de allí. Sin magia.
Le señaló una pila de calderos sucios que había en la parte derecha del aula. Harry asintió y, sin darle tiempo a Snape a que le recriminara nada más, se acercó a esa zona y comenzó a trabajar.
— Malfoy, ven conmigo — le oyó decir a Snape.
Mientras Harry cogía algunos productos de limpieza que Snape había dejado preparados ahí, escuchó cómo el profesor le decía a Malfoy que se sentara y copiara unas líneas.
Pasaron varias horas, aunque Harry no sabía cuántas porque su reloj no funcionaba. Le dolían los brazos de estar fregando calderos, especialmente porque parecía que Snape los había seleccionado específicamente para que fueran tan difíciles de limpiar como fuera posible. Harry estaba seguro de que varios de ellos habían sido utilizados por Neville en algún punto, porque, ¿quién más podría dejar atrás semejante desastre?
El tiempo pasaba y nadie hablaba. Solo se escuchaba el sonido de la pluma de Malfoy, que no cesaba, así como los ruidos que Hermione hacía al cortar ingredientes y los sonidos desagradables cuando esos ingredientes eran separados según su utilidad.
Harry llevaba veinte minutos intentando limpiar el mismo caldero, sin éxito.
— ¿Qué narices han intentado preparar en ese caldero? — susurró Ron, mirando cómo Harry frotaba inútilmente los restos viscosos y pegajosos de las paredes del recipiente.
— Si te digo la verdad, estoy casi seguro de que en este caldero han preparado el mismo bálsamo que la señora Pomfrey me ha puesto en la cara esta mañana — respondió Harry en susurros.
Ron pareció totalmente asqueado.
— Lávate la cara diez veces antes de irte a dormir.
— La pinta es asquerosa, pero el bálsamo es muy bueno — le aseguró Harry. — Aunque esté hecho con bichos aplastados.
— Puaj — dijo Hermione, haciendo una mueca. — ¿Y te lo han puesto en la cara?
No quería pensar en qué ingredientes llevaría para dejar semejante desastre en el caldero, así que se centró en seguir frotando.
Al cabo de un rato, la voz de Hermione rompió el silencio.
— Eh… profesor — llamó, nerviosa.
Snape había estado sentado en su mesa trabajando en a saber qué. Levantó la vista de sus pergaminos y fulminó a Hermione con la mirada.
— No quedan ingredientes — dijo ella. — ¿Qué hago?
El profesor se puso en pie y se acercó por primera vez a la mesa en la que habían estado trabajando. Hermione había terminado de cortar la enorme pila de cosas asquerosas que Snape le había dejado preparada, por lo que tanto ella como Ron no tenían nada más que hacer.
Snape examinó los ingredientes, evaluándolos. De reojo, Harry vio que Hermione se retorcía las manos.
— Podéis marcharos — gruñó Snape, al no encontrar nada que criticar.
Aliviados, Hermione y Ron recogieron sus cosas. Antes de que Harry se atreviera a abrir la boca, Snape le espetó:
— Tú no, Potter. Aún te quedan muchos calderos que limpiar.
Ron y Hermione lo miraron con pena antes de salir del aula. Se quedaron Snape, Harry y Malfoy, quien seguía copiando líneas en silencio.
Harry contuvo las ganas de soltar un bufido, porque no creía que pasara desapercibido en el silencio de la mazmorra. No sabía de qué se sorprendía. Él podía romper las normas intentando salvar a alguien y se merecía estar limpiando calderos sucios durante horas. Malfoy podía desearle la muerte a una compañera de clase y solo le hacían copiar líneas. ¿Justicia, eso qué es?
Harry desahogó su frustración con el caldero que estaba limpiando, aunque frotar con más ímpetu no servía de nada. En serio, ¿qué clase de castigo era copiar líneas? Como si eso fuera a…
Y entonces su mente paró en seco, porque se acordó de Umbridge.
Copiar líneas podía ser muy, muy difícil y doloroso, como bien había aprendido en las semanas anteriores. Se miró la mano, donde se podían apreciar las palabras "No debo decir mentiras" si uno se fijaba.
Miró entonces a Malfoy, quien seguía sin decir una sola palabra. ¿Y si…? No, Snape jamás le haría algo así a Malfoy. Si fuera a Harry, por supuesto, pero jamás haría que Malfoy se cortara su propia mano con una pluma.
Pero ahora que la idea había entrado en su mente, ya no podía deshacerse de ella. ¿Y si, mientras él estaba ocupado limpiando calderos, Malfoy estaba sangrando y siendo torturado detrás de él? ¿Y si Snape había tomado lecciones de Umbridge?
Lo bueno es que no sería muy difícil comprobarlo. Solo necesitaba acercarse lo suficiente. De reojo, vio que Snape se había vuelto a centrar en sus pergaminos, lo que tomó como una señal de que era el momento de actuar. Cogió el caldero y se encaminó hacia el armario donde Snape guardaba los productos mágicos de limpieza. Si Snape le preguntaba, tendría la excusa de que necesitaba algo más potente…
Sin embargo, Snape decidió en ese momento ponerse en pie y acercarse a Malfoy. Harry abrió el armario y fingió buscar algo, aunque en realidad aguzó el oído para escuchar la conversación entre los dos Slytherin.
— Espero que no se te olvide — dijo Snape.
Harry sintió una punzada de pánico. ¿No le había dicho Umbridge algo muy similar, justo después de utilizar la pluma? ¿Algo como que esperaba que el mensaje calara hondo y no se le olvidara?
Snape le estaba diciendo a Malfoy que recogiera y se marchara a la sala común. Se quedaba sin tiempo para comprobar si la pluma era normal o no.
A la desesperada, Harry se dirigió directamente hacia Malfoy, todavía sujetando el caldero, y le cogió la mano.
— Eh… ¿tienes hora? — dijo Harry. — Mi reloj está roto.
Malfoy se soltó del agarre de Harry, con una ceja alzada.
— No, no llevo reloj — replicó de mala gana. — Disfruta limpiar calderos, Potter.
Dicho eso, se marchó del aula con la cabeza bien alta. A Harry no le importó: había podido ver que en su mano no había marca alguna. Además, tenía frente a él los pergaminos en los que Malfoy había escrito durante horas y la tinta era negra, no roja como la sangre.
Y lo que ponía en ellos le confundió, porque no era posible que Snape hubiera hecho que Malfoy copiara esa frase.
Malfoy había estado horas copiando "Jamás volveré a utilizar el término sangre sucia".
— ¡Potter!
De la sorpresa, a Harry se le resbaló el caldero, que cayó al suelo con un estruendo.
— ¡Limpia eso inmediatamente! — le ordenó Snape, a la vez que cogía todos los pergaminos de Malfoy y se los llevaba a su mesa.
— Sí, señor — dijo Harry. Cogió varios trapos y comenzó a limpiar el suelo, donde el caldero había dejado una marca bastante notoria.
— Nunca aprendes, Potter — dijo Snape, regresando sin los pergaminos. — ¿Todavía no has aprendido que no debes meterte donde no te llaman?
— No pretendía…
— ¿No pretendías fisgonear para ver qué estaba escribiendo el señor Malfoy? — inquirió Snape. — Claro que no. No te has acercado desde la otra mesa únicamente para espiar y meterte en cosas que no te conciernen.
— ¡No lo he hecho! — se defendió Harry.
— ¿Ah, no? Dime, Potter. ¿Qué buscabas en el armario que has abierto?
— Productos de limpieza más potentes — replicó Harry. — Para limpiar este caldero.
— Y dime — a Snape le brillaban los ojos a causa de la furia que sentía —, ¿por qué buscabas productos de limpieza en el armario de los frascos de vidrio?
A Harry se le paró el corazón. Miró el armario, que seguía entreabierto, y vio que, efectivamente, dentro solo había frascos de vidrio de los que usaban para guardar sus pociones al final de clase. ¿Cómo no se había dado cuenta? Estaba tan centrado en ver la mano de Malfoy que se había equivocado de armario.
Trató de decir algo para defenderse, pero su cerebro se había apagado.
— Eres incapaz de centrarte en tus propios asuntos, ¿eh, Potter? — siguió Snape. — Igual que tu padre. No era capaz de vivir su vida sin meterse en la de los demás.
— Eso no es cierto — replicó Harry, recobrando la voz. Eso enfadó aún más a Snape.
— Claro que lo es. Eres exactamente como él, un prepotente e insoportable niño mimado…
Pero entonces se calló, y Harry tardó unos segundos en comprender por qué.
Snape sabía ahora cómo lo habían tratado los Dursley durante toda su vida. Podía acusarlo de no tener ningún respeto por las normas y podía insultarlo como quisiera, pero ya no podía llamarlo mimado.
Harry lo miró, mientras el silencio se extendía. Sacando valor, Harry dijo:
— Puedo ser muchas cosas, pero no soy un niño mimado. Creo que eso ya lo sabe. — Apartó la mirada y, tras unos segundos en los que Snape no dijo nada, Harry continuó: — No sé si soy prepotente, o arrogante, o insoportable. Pero, si lo soy, no es por mi padre. Se lo he dicho esta mañana… Todo lo que soy, bueno o malo, lo soy por mí mismo, no por alguien a quien ni siquiera conocí.
Esperaba que no se notara lo mucho que le dolía decir eso. Se sentía más deprimido por momentos y deseó que Snape volviera a meterse con él. Era más agradable sentir ira que tristeza.
Snape replicó tras unos segundos de silencio:
— Tu padre era la peor persona que he conocido en mi vida.
Harry jadeó.
— Otras personas me han dicho que era una de las mejores personas que han conocido.
— Por supuesto — bufó Snape. — ¿Qué otra cosa iba a decir el infame Sirius Black?
— No me refiero solo a Sirius. Mucha gente me ha hablado bien de mis padres.
Snape hizo un sonido derisivo.
— Tú mismo lo has dicho, Potter. No conociste a tu padre. Yo sí. Y ojalá no lo hubiera hecho.
Harry se obligó a respirar hondo. No quería tener esta conversación con Snape, pero, llegados a este punto, no podía marcharse sin decirle lo que pensaba.
— Lo único que tengo de mis padres son los recuerdos que las personas que los conocieron quieren compartir conmigo — dijo, obligándose a mirar a Snape a la cara. — De mi padre al menos tengo la capa de invisibilidad. De mi madre, ni eso. — Se acercó a Snape y le puso el caldero sucio en las manos. — No voy a dejar que me quite lo único que me queda de ellos, profesor.
Harry se giró para marcharse antes de que Snape pudiera replicar.
— ¿De qué te sirve aferrarte a una imagen falsa de tu padre? ¿No prefieres saber la verdad?
Harry frenó en seco. Se alegró bastante, porque sintió cómo el enfado regresaba en todo su esplendor. Dejó que la ira se apoderara de él y borrara todo rastro de tristeza.
— ¿La verdad? ¿Acaso lo que usted me vaya a decir es la verdad? — le espetó. — Ya confié en las palabras de quienes odian a mis padres y acabé descubriendo que era todo mentira.
Ambos se miraron. Harry estaba seguro de que los dos estaban pensando en las mentiras de los Dursley.
Snape se había quedado en silencio, pero ahora que la ira había regresado, Harry no podía parar.
— ¿Me va a decir que mi padre era un borracho, que no trabajaba, que era un completo inútil? ¿Me va a decir que mi madre fue una tonta que lo siguió a pesar de todo? — dijo, sintiendo cómo su cuerpo temblaba de furia. — ¿Me va a decir que mi madre era un monstruo y que era una inútil y una estúpida que no fue capaz de proteger a su familia? Porque, profesor, llega usted catorce años tarde. Todo eso ya me lo han dicho.
— Y es mentira — añadió con fiereza. — Así que diga lo que quiera.
Se obligó a respirar hondo. Snape no lo miraba como si quisiera matarlo, pero Harry tampoco era capaz de identificar el sentimiento que había en sus ojos.
Tras unos momentos de silencio, Snape habló:
— Tu madre no era una inútil — dijo con dificultad.
Harry dio un paso atrás, sorprendido.
— ¿Qué?
— ¿Qué sabes sobre ella? — preguntó Snape.
Sintiendo el corazón latir con fuerza, Harry respondió:
— Nada.
Snape tenía una mueca extraña que Harry nunca le había visto hacer antes. Ya no parecía enfadado, pero sí tremendamente incómodo. Harry apenas podía respirar. ¿Acaso Snape la conocía también? ¿Y no la odiaba?
Snape lo miró a los ojos un momento, para bajar la cabeza segundos después, con una expresión aún más extraña.
— Fui con ella a clase — dijo finalmente. — Era una experta en encantamientos, pero una de sus asignaturas favoritas era Pociones.
Había un deje extraño en su voz. Harry sentía que se le iba a salir el corazón del pecho. ¿A su madre le gustaba Pociones?
—Aunque no creo que hubiera ninguna asignatura que se le diera mal — siguió Snape. — Era muy buena en pociones curativas. Nuestro profesor solía animarnos a retocar las recetas para tratar de mejorarlas, y ella siempre era de las primeras en conseguir hacerlo.
Harry sabía que tenía la boca abierta y se moría de ganas de hacer mil preguntas, pero era tan extraño escuchar a alguien hablar de su madre que le daba miedo incluso respirar, por si Snape paraba de hablar. Pero Snape parecía en trance.
— No sé cómo lo conseguía, pero era capaz de mantener una media excelente en clase y a la vez tener montones de amigos. Era fascinante… Todo el mundo la quería.
Snape pareció salir de su trance y darse cuenta de que Harry estaba allí. Se miraron un momento, en el que Harry tragó saliva.
— ¿Mi madre era una buena persona?
No es que le interesara especialmente la opinión de Snape. La imagen que tenia de su madre no iba a cambiar, dijera lo que dijera, y se negaba a pensar que la respuesta a esa pregunta pudiera ser negativa. Sin embargo, tenía que preguntar, porque estaba frente a alguien que la había conocido y a quien no le importaba herir sus sentimientos con su franqueza.
— Sí — respondió Snape finalmente. — Claro que lo era.
Se quedaron en silencio. Harry no quería ni moverse. Si todo lo que Snape le estaba contando era real… Si no lo estaba haciendo solo para reírse de él y herirle… Esta información sería de un valor incalculable.
Snape tenía la mirada fija en el caldero que Harry le había dado. Dejó escapar un bufido y Harry estaba seguro de que lo había hecho para camuflar una risa sarcástica.
Se le cayó el alma a los pies. Snape se estaba riendo de él, seguro.
— Dime, Potter — dijo el profesor. — ¿Qué se siente al saber que tu madre es la culpable de que te hayan cubierto la cara de bichos aplastados?
Confundido, Harry tardó unos segundos en comprender a lo que se refería. Miró el caldero y soltó:
— ¿Qué?
Snape volvió a bufar.
— Tu madre participó en la creación de esta receta. Fue un proyecto de clase, en grupos de tres. Tu madre, Patty Hopkins y yo — Snape rodó los ojos. — Aunque Hopkins no hizo absolutamente nada. Y yo he hecho muchos cambios en la receta desde entonces, pero la base la creamos juntos.
Harry se llevó la mano a la frente, donde el golpe contra Ginny ya no le dolía. Durante un segundo, apenas un instante, sintió como si fuera a llorar.
— El castigo ha terminado, Potter — dijo Snape, volviendo a su tono brusco. — Continuaremos mañana.
Harry asintió, sintiendo como si estuviera en trance.
Se encaminó hacia la puerta de la mazmorra pero, antes de llegar, se giró para mirar de nuevo al profesor. Snape seguía de pie en el mismo sitio, mirando el caldero sucio. Harry abrió la boca, considerando darle las gracias, pero salió de la mazmorra sin hacerlo.
Echó a correr por los pasillos, que por suerte estaban vacíos. Era tarde, tan tarde que quizá los profesores le dieran problemas si se los encontraba, pero le daba igual.
No corría para evitar problemas, sino para intentar aclarar el torbellino de ideas y emociones que era su cabeza en ese momento.
¿Snape conocía a su madre? ¿Lo que había dicho era verdad? Lo bueno es que era fácilmente comprobable. Solo tenía que preguntarle a Sirius y al profesor Lupin cuando los viera.
Frenó de golpe, sintiendo su corazón latir tan fuerte que parecía que iba a salírsele del pecho. Podía ir a comprobarlo ahora mismo. Sabía dónde se alojaba Sirius: solo tenía que acercarse a su habitación y preguntarle si Lily Potter había sido buena en pociones… Si se le daban bien las pociones curativas… Si todo el mundo la quería.
Pero no creía que pudiera soportar la respuesta. No cuando estaba tan alterado.
Si le decían que sí… entonces Snape, el murciélago de las mazmorras, el que le había hecho la vida imposible desde primer año, había conocido a su madre y le parecía una buena persona. Y si la respuesta era que no, entonces significaba que Snape había jugado cruelmente con sus emociones y que todo lo que creía haber aprendido sobre su madre era mentira, como todo lo que siempre le habían dicho de ella.
Respondiera lo que respondiera Sirius, Harry no podría soportarlo. Volvería a la sala común, cenaría con sus amigos y se iría a dormir, y al día siguiente, cuando sus emociones no estuvieran tan descontroladas, se acercaría calmadamente a Sirius y le preguntaría por Lily Potter.
Aun habiendo decidido la mejor opción, le costó toda su fuerza de voluntad caminar hacia la torre de Gryffindor en lugar de hacia la habitación de Sirius.
Una vez que entró a la sala común y se sentó con Ron, Hermione y Ginny, comenzó a sentirse mucho mejor, si bien los nervios no lo abandonaron en toda la noche. Varias veces, sus amigos le preguntaron si estaba bien, a lo que él respondió con evasivas. No les diría nada hasta que supiera la verdad.
Sin embargo, mientras ellos pasaban el rato en la sala común, tratando de descansar de todo lo acontecido durante el día, alguien los observaba.
Esa persona se hallaba oculta cerca de la entrada, apoyada en una pared desde la que podía ver la sala común al completo. La capa de invisibilidad que estaba utilizando no era la original, sino una copia que no tenía ni de lejos las mismas cualidades ni la misma calidad. Por ello, el encantamiento desilusionador que se había hecho a sí mismo servía como una segunda capa de protección. Y, debajo de todo ello, la túnica con capucha negra no permitiría que nadie descubriera su identidad. Nadie podía verlo, pero él podía verlos a todos.
El retrato se abrió y entraron dos alumnos, apurados por lo tarde que era. El retrato tardó unos segundos de más en cerrarse y, unos momentos después, esa persona escuchó una voz a su lado.
— Sé que estás aquí — susurró. — Te he visto en el mapa del merodeador.
Rodó los ojos. No estaba intentando esconderse.
— ¿Qué pasa? ¿Me necesitáis para algo?
Hubo unos segundos de silencio. La otra persona invisible pareció pensar bien antes de decir:
— Te podrían pillar si te quedas aquí. ¿Y si alguien tropieza contigo?
— No han tropezado en todo el tiempo que llevamos aquí — susurró de vuelta, aunque estaba seguro de que podría hablar en voz alta y ningún estudiante lo escucharía, con el ruido que había.
— Pero podrían descubrirte en cualquier momento — replicó la otra persona. — Además…
— ¿Además qué? — gruñó el encapuchado.
— No es sano esto que estás haciendo, George.
Se quedaron en silencio. ¡Claro que sabía que no era sano! Pero le daba igual.
Porque, delante de él, estaba Fred, riendo y charlando con Lee Jordan, con Angelina, Alicia y Katie, y con él mismo.
Se le hacía tan extraño ver a una versión más joven de sí mismo reír y vivir sin que él lo estuviera controlando. No tenía ni idea de lo que estaba diciendo, aunque debía haber sido gracioso a juzgar por las risas de Katie y Alicia, pero tampoco le importaba saberlo. Lo único que quería era ver a Fred.
— George…
— Lo sé — replicó. — Y me da igual. Me voy a quedar aquí hasta que se vaya a dormir.
Su acompañante se quedó en silencio.
— Vale — dijo finalmente. — Le diré a los demás que no estarás disponible hasta medianoche, más o menos.
— Gracias.
— Por cierto, mañana por la mañana haremos eso que planeamos. Lo de Malfoy.
— Vale.
El retrato se abrió solo, aunque nadie se dio cuenta, y la figura invisible salió. George, escondido aún bajo la capa invisible y la capucha negra, pasó el resto de la noche mirando a la persona a la que más había echado de menos en toda su vida.
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Os advertí de que el capítulo venía cargado XD Ya sabemos oficialmente la identidad de un encapuchado! Aunque era un secreto a voces. Y Percy finalmente ha hablado con sus padres!
Creo que la mayor sorpresa de este capítulo es la escena con Snape. Espero que os haya gustado! Y tanto si es así como si no, espero leer vuestras opiniones en los reviews! Ya sabéis lo que siempre os digo: ya sean sugerencias, peticiones, errores que hayáis visto (mil gracias a quienes me señaláis los errores que veis), alabanzas, críticas constructivas, todo lo acepto y lo valoro.
Nos vemos la semana que viene! Recordad: subiré un nuevo fic, así que estad atentos :3 Bye!
RESPUESTAS A LOS REVIEWS:
Naattstories: Hello! jajaja sip, va a arder Troya... Creo que ya no queda ningún libro calmado. O bueno, quizá el tercero sea el más... no, ya no quedan libros tranquilos XD Muchas gracias por tu review! :3 Nos vemos!
Fan de tu fic: Hola! Me alegra que te gustara el cap! McGonagall es mi profesora favorita, seguida de Lupin (aunque están bastante empatados, pero McGonagall tiene una clase y una mala leche que hacen que la adore XD). Sobre con quién me gusta emparejar a Oliver, la verdad es que nunca lo había pensado. Suelo emparejar a Fred con Angelina y a George con Alicia o Katie, pero Oliver y Katie también suena bien! Muchas gracias por el review! Nos vemos! :3
CecyBlack: Holi! Sip, el último cap de cada libro es de relleno, para finalizar cosas y atar cabos sueltos, de ahí que no hubiera mucho que comentar. Uuuuh me ha encantado lo que has dicho de Harry canalizando a Voldy, porque estuvo a punto de suceder algo similar no hace mucho. Pero no encajaba con lo que va a pasar en el cap que viene, así que no lo puse. Pero don't worry, ese tema da mucho juego ;) Nos vemos! Mil gracias por el review!
miriam99: Hola! Muchísimas gracias por tus palabras! :3 El cáliz de fuego será un libro muy intenso, me lo veo venir XD Nos vemos! :D
Guest: Hola! El tercer libro tiene muchos fans por lo que veo XD La semana que viene comienza! Nos vemos! Muchas gracias por el review :3
Chloe Rambaldi: Holi! Wow, me lees desde hace mucho. Muchísimas gracias! A mí también me emociona empezar nuevo libro :D Nos vemos! :3
francescadiazfalocco: Hola! Gracias a ti por comentarla :') Espero que te haya gustado el cap! Nos vemos! :D
Fox McCloude: Hola! Sip, ay de Umbridge cuando lleguemos al quinto libro xD Lo va a sufrir. Tengo cosas preparadas para ella y una de ellas te la voy a dedicar ;) Wow, lo que dices es totalmente cierto: si Harry decidiera darles la espalda a todos por haberlo considerado malvado y volverse malvado de verdad, no vivirían para contarlo! Más les vale estar agradecidos con él. Sobre el ego de Draco: se ha llevado muchos golpes últimamente, pero el golpe enorme de este cap no es nada comparado con... dejémoslo ahí ;) Digamos que el cap que viene va a ser... interesante en ese sentido. Muchísimas gracias por el review! Nos vemos :3
Magra: Hola! Muchísimas gracias por tus palabras! Sobre Sprout y McGonagall: yo estoy convencida de que son muy amigas, aunque apenas podemos ver nada de ellas en los libros. Y sobre Percy... me encanta cómo todos estáis diciendo en los reviews que queríais que Percy hablara con sus padres en este cap, justo cuando ha sucedido jajaja. Deseo concedido! Muchas gracias de nuevo :3 Nos vemos!
Korrily: Hola! Tu review XDDD Literal me has sacado una carcajada. Estaba escribiendo y pensando "wow, Percy y Oliver son shippeables..." y cuando leí tu review fue como yasss jajajaja. No es un ship al que haya hecho caso nunca, la verdad, no sé de dónde salieron las interacciones entre ellos que escribí, pero amé cada una de ellas XD Muchas gracias por el review! :3
Draci Snape: Holi! Sí, la gente tiene una actitud demasiado cambiante. Llevan leyendo la vida de Harry exactamente 5 días (hace 6 días que el encapuchado se presentó en el comedor), así que es de entender que aún les parezca todo algo confuso, pero deberían dejar de juzgar así a la gente. "Espero que el siguiente cap se hable de Percy pidiendo perdón a su familia" :D Tal cual XD Ojalá te haya gustado! Nos vemos, muchas gracias! :3
Zero: Hola! Muchas gracias por el review! Ese ship también es uno de mis favoritos, así que perfectamente puede pasar :3 Espero que te haya gustado el cap! Nos vemos!
KhrizSnape: Hola! Sip, Malfoy lo está pasando fatal, y más que lo va a pasar... ya verás la semana que viene XDD Nos vemos! Muchas gracias por el review! :D
Ali: Hola! Muchas gracias por el review! Querías que Percy hablara con su familia y... deseo concedido! XD Y sí, el cap anterior fue muy corto (unas 3000 palabras el de Rowling, con lo que le añadí se quedó en unas 8000, casi tanto como este). "Severus y Harry tienen que hablar", otro deseo concedido! "¿Dónde están los encapuchados?" Creo que he cumplido todas tus peticiones en este cap sin darme cuenta XD Espero que te haya gustado! Nos vemos :3
Klara Potter: Hi! Te dije que este cap te gustaría y espero haber acertado ;) Querías interacciones entre Harry y Snape: deseo concedido! De verdad, espero que la escena haya quedado bien :') Y lo que dices de los profesores es totalmente cierto: tienen vida, salen a tomar copas por ahí, seguro que hay alguno a quien le guste el fanfiction xD Lo que me has dicho sobre Ginny me ha dejado sin palabras: muchísimas gracias! Es uno de esos personajes que me encanta pero que siento que en el canon no le hicieron justicia (principalmente en las pelis). Me alegra saber que la estoy retratando bien, se lo merece. Muchas gracias! Nos vemos :3
Raliby: Hola! Wow, si consigo que odies a Umbridge más de lo que ya la odiamos todos, es que algo estoy haciendo bien XD Muchas gracias! Bye! :3
Lupin: Holi! Espero que fueran bien los exámenes! Y también espero que este cap te haya gustado, aunque no haya lectura! Sobre Sirius y los merodeadores se hablará dentro de poquito xD Muchísimas gracias! Nos vemos! :3
lunadragneel15: Hola! Muchas gracias por tu comentario! Te juro que no puedo con tu foto, me dan todos los feels nalu XD Estuve mirando en mis favoritos de otra cuenta a ver si tenía fics que recomendarte, pero la mayoría son en inglés y centrados en Gray, no en nalu XD Nos vemos!
BellaBlackEvans: Hola! Exacto: Umbridge no se ha ganado el respeto de nadie, así que que se aguante XD Uuuuh me gusta tu apuesta XD En este cap la cara-sapo no sale, gracias a merlín. Y bueno, si Sirius es tu favorito, todo lo que está por venir te va a encantar. Y sobre Percy: problema solucionado! Curiosamente, en los libros fue Fred el primero en perdonarlo, pero aquí va a ser de los últimos. La verdad, es muy triste que justo muriera tras producirse la reconciliación :( Y respondiendo a tus preguntas: 1- este es el último cap de esta historia, la semana que viene abriré una nueva (porque comienza un nuevo día y se empieza a leer el tercer libro) y 2- la historia está ambientada a principios de diciembre (literalmente, el día que llegan los encapuchados es el 30 d noviembre, comienzan a leer el 1 de diciembre, y ahora acaba de terminar el día martes 5 de diciembre. La semana que viene empezamos el día 6). Muchísimas gracias por tu review! :3
Winterbell4869: Hola! Uff, te entiendo, todo lo relativo a papeles y documentos de la facultad es un reverendo desastre. Espero que estés más tranquila ahora! Y... jajaja no te haces una idea de lo que me he podido reír al leer que buscaste la palabra y no caíste en la referencia XDD Pobre alma inocente. Y bueno, querías que Percy se arreglara con sus padres, deseo concedido! :D Me ha encantado eso de "Ron y Ginny ya le dieron un empujón, literalmente", añade Harry a la lista después de este cap XD Sobre los sentimientos de odio de Harry... la verdad, a partir del tercer libro es cuando la cosa se complica en ese sentido. Porque primero odia a Sirius, luego se le pasa pero en el cuarto libro llega todo lo fuerte, y de ahí en adelante es como que Harry ya no puede ser el niño inocente que era antes (que en realidad nunca fue tan inocente como debería a causa de su infancia, pero si comparas el primer libro y el quinto la diferencia es abismal). Ohh dios, las locuras del emperador! Aquí se llamaba "Kuzco: un emperador en el cole", creo recordar. Me veía cada cap jajaja. No conozco a las personas que dices, con los reviews me descubrís un montón de cosas nuevas, como con la música! Muchísisisisisimas gracias por tu review! De verdad, TwT Mil gracias!
CH-Hyacinth: Holi! No te disculpes por eso! Espero que la tarea te deje tiempo para vivir, y que el estómago se te mejore :( Pasando a tu comentario: sip, los estudiantes no aprenden, es una pena. Umbridge es aún peor, pero tranquilo, la cara sapo pagará por todos sus crímenes muahahaha. Y bueno, siento decepcionarte en el sentido de que el inicio de PoA no va a ser hasta la semana que viene XD pero espero que todo lo que pasa en este cap compense eso! Muchas, muchísimas gracias por tu review y por tus palabras! :3
Banry Darling: Hola! Muchas gracias por tu comentario! Me halaga mucho que releas el cap :3 Nos vemos!