Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.


Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite fanfiction)


Capítulo 1

Edward cerró los ojos al escuchar la puerta abrirse y el murmullo de la voz de su cuñada, no es que ella le molestara, de hecho, se llevaba bastante bien con Rosalie, era una buena mujer, aunque en ocasiones un poco ruda, pero su imponente cabellera rubia, su altura y su tonificado cuerpo a veces causaban una impresión errónea.

Incluso Bella llegaba a sentirse incómoda junto a ella.

—Ya me enteré de que es una niña.

—Lo es —respondió Bella arrullando a la niña en sus brazos.

Esa pequeña bolita rosada solo tenía cuatro horas en el mundo, después de nueve largos meses temiendo este día, por fin había llegado.

Su hija nació perfectamente bien, sin ninguna complicación, una niña sana a la cual nunca imaginó llegar a amar con tanta intensidad.

La había visto salir del cuerpo de la mujer que amaba, vio cómo su novia pujaba sin rendirse a pesar del sudor, el dolor y el cansancio de las horas de parto, nada de eso evitó que trajera al mundo a esa cosita tan perfecta.

—Es muy pequeña, ¿ya abrió los ojos?

—No, nos la han traído dormida y no ha despertado.

—Es una niña muy tranquila.

—Algo.

La niña no había dejado de llorar los dos minutos que le permitieron a Bella tenerla en brazos después de que naciera, era como si su pequeña estuviera consciente de lo que iba a pasar en las siguientes horas.

—Claro que lo es, Bella, un poco de llanto no afecta su dulzura y lo amada que será.

Ya era amada, él la amaba, se negó a aceptarlo los meses anteriores, pero después de que Bella le llamó llorando desde el hospital pidiéndole que la acompañara porque sus padres se negaron a ir con ella y estaba sola, y al presenciar las contracciones, sentir a la bebé moverse incómoda en el vientre de Bella a lo largo de las horas de parto, verla salir de su cuerpo y sostener esa pequeña manita de largos deditos, entendió que siempre la amó, solo tenía miedo de decirlo en voz alta.

—¿Puedo? Me muero de ganas por tenerla por fin en brazos, hubiera querido estar en el parto, pero esta chiquita se nos adelantó.

Ese era el plan, Rosalie estaría con Bella dentro de la sala de partos. La enfermera se la entregaría a ella, no a Bella, ese había sido el plan, hasta que la niña decidió que era momento de salir y Bella y él tuvieron que afrontar que se estaban convirtiendo en padres.

Padres con diecisiete y dieciocho años respectivamente.

Unos estúpidos e irresponsables niños que ahora tenían a una personita de cincuenta y ocho centímetros y con un peso por arriba de los tres kilos.

—No creo que sea el momento —susurró Bella atrayendo a la bebé contra su pecho, evitando que Rosalie la tomara en brazos.

Edward vio como la sonrisa de Rosalie flaqueó así como Emmett apretó los barrotes a los pies de la camilla.

Su hermano solo se quedaría dos días en Forks, independientemente de la fecha en que la niña decidiera nacer, ellos no querían permanecer en el pueblo por más tiempo del necesario, después de todo, Rosalie estaría completamente sana para hacerse cargo de la niña y Emmett era lo suficientemente maduro como para tomarse el permiso de paternidad y tener un mes libre para estar junto a la niña.

—Perdón, Rosalie —se disculpó sonrojándose—, solo que está tan tranquila que no quiero perturbar su descanso.

—No lo harás, créeme, sé cargar bebés, fui a las clases prenatales, me enseñaron cómo volver a dormir al angelito.

Lo sabía perfectamente, mientras ellos estuvieron discutiendo día y noche, incluso llegando a ignorarse por días, su hermano y cuñada asistieron puntualmente cada semana a las clases prenatales, aprendiendo todo lo que necesitarían saber sobre un recién nacido, leyendo todos los libros que existían, asistiendo a conferencias y empapándose de toda la información posible.

Ellos estaban calificados para hacerse cargo de la niña, podían cuidarla y darle todo lo que necesitara, estaría perfectamente con ellos.

Sus respectivos padres le habían dicho que era lo mejor que podían hacer, él debía concentrarse en terminar el instituto, ir a la universidad y tener la vida que se supone que tendría, no quedarse estancado junto a su novia de preparatoria por culpa de un embarazo que ninguno planeaba y, en cierto sentido, tampoco querían.

Tenían una larga vida por delante, una vida plena, con sueños y metas que lograr.

Pero entonces, ¿por qué la idea de entregar a la bebé le aborrecía? La simple posibilidad de que esa niñita no formara parte de su día a día ni que tuviera a Bella junto a él, le causaba repulsión.

Había llorado cuando le permitieron cortar el cordón, luego besó su cabecita antes de que la enfermera tuviera que llevársela, por el resto de su vida recordaría el minuto exacto en el que su bebé estuvo en este mundo gritando a todo pulmón para que todos supieran que había nacido.

Detestó cada minuto que estuvo lejos de la niña, recién cuando por fin lo dejaron entrar a la habitación junto a Bella —y la despertó de su descanso besándola para asegurarse de que estaba bien— pudo respirar, cuando la enfermera entró a la habitación y le entregó la niña a Bella, sintió como el alma le regresaba al cuerpo.

Se sintió completo de nuevo.

Bella y la bebé lo hacían sentir completo.

Era la cosita más bella del universo y era suya.

Solo que... no lo era.

Su cuñada estaba esperando a que le entregaran a la bebé con los brazos estirados, la trabajadora social detrás de su hermano miraba la escena con el ceño levemente fruncido.

Tenían que hacerlo, principalmente por el bien de la bebé, tenían que hacerlo.

Ella se merecía el universo entero y ellos apenas podrían darle lo necesario, incluso dudaba que pudieran darle eso.

—Dámela, Bella —habló Rosalie tocando a la niña—, ya lo hablamos, tienes que dármela.

Vio a Bella a punto de llorar, sabía que no podía pelear, ella estaba débil, cansada y si le pasaba lo mismo que a él, con un terrible dolor en el estómago al imaginar tener que entregarla y no tenerla más junto a ella.

Tenía que hacer lo correcto para la niña, su padre se lo dijo tan solo una semana después de que le contó que Bella estaba embarazada. Tenía que hacer lo correcto, lo mejor para la niña y su futuro, tenía que pensar en lo que haría y cómo resolvería las cosas, por esa razón, Bella y él habían aceptado dar a la niña en adopción para que tuviera una mejor vida de la que ellos podrían darle.

Y quién mejor que su hermano y cuñada, quienes no podían tener hijos.

Ellos eran los indicados.

Serían unos padres amorosos.

Los que la niña merecía.

Rosalie y Emmett eran los indicados para ser padres, ellos no, ni siquiera podían darle una estabilidad familiar.

Solo eran novios de preparatoria, con trabajos de medio tiempo y una carga de tareas y proyectos pendientes, nada les garantizaba que seguirían juntos en unos años.

Rosalie y Emmett, por otro lado, estaban casados desde hacía ocho años, tenían un bonito departamento en Chicago, con su consultorio odontológico establecido, ellos le darían la atención que la niña necesitaba.

Pero ni siquiera eso lo detuvo de actuar.

Edward se interpuso entre Bella y Rosalie, puede que incluso aventara un poco a Rosalie.

Estaba cometiendo el mayor error de su vida, pero era su vida y la de Bella y por ningún motivo iba a apartar de su lado a su bebé.

Era suya.

Él la hizo junto con Bella.

Esa niñita que descansaba pacíficamente en brazos de su madre se había metido en su corazón en menos de un día, si la entregaba, sería como entregar su corazón.

—¿Qué estás haciendo, Edward? —preguntó su hermano, bastante molesto. La trabajadora social dio un paso adelante, tenía una tablilla en la mano, posiblemente con los papeles que habían firmado para renunciar a sus derechos como padres, los padres de Bella firmaron la parte legal por ella ya que era menor de edad, él había firmado su parte tan solo un mes atrás, la adopción ya había sido aprobada, solo faltaba que se las entregaran.

Pero no podía, simplemente no podía, no podía perderla.

—No podemos dársela, no es correcto

—¿No es correcto? —preguntó en tono burlón Emmett.

—No, no lo es, dársela no lo es, ella es nuestra, si se las damos sería como perder una parte de nosotros y no podemos permitirlo.

—La seguirán viendo, Edward —intervino Rosalie con aquella suave y tranquilizadora voz que utilizaba con sus pacientes pequeños—, serás su tío, incluso Bella lo será, nunca la alejaría, solo que ella no será su madre, yo lo seré, ya hablamos de esto y ustedes aceptaron.

Lo habían hecho y no culparía a sus padres, ellos solitos fueron los que aceptaron porque creyeron que no sentirían nada por esa bebé.

Al menos para él, fue de ese modo.

Por como Bella se aferraba a la niña y su comportamiento de las últimas semanas —en donde no le dirigía la palabra—, le decía que ella estuvo dudando por un largo tiempo, pero había estado sola, sin nadie que la apoyara ni escuchara sus dudas.

—No quiero ser su tío, Rosalie, y no lo seré porque soy su padre y Bella es su madre, no necesita de otra.

Su cuñada se alejó como si le hubieran golpeado y tal vez, de alguna manera emocional, lo había hecho.

—Debes estar bromeado, Edward —gruñó su hermano—, ustedes aceptaron dárnosla, no la quieren, tendrán la vida fácil que han llevado hasta ahora y la niña tendrá una vida llena de comodidades, tan solo dásela a Rose, como quedamos que lo harían.

—Sé que no será fácil, pero no podemos dársela —declaró firmemente—, es nuestra, nosotros la hicimos, la queremos.

—¿Tú la...?

—Por supuesto que sí, Bells —respondió girándose para verla y poner una mano sobre la suya—, la amo tanto como te amo a ti.

Bella le sonrió con lágrimas en los ojos, atrayendo a la niña a su pecho y susurrando en respuesta un "nosotras también".

—Edward...

—Lo sentimos, Emmett, Rosalie, pero no sé van a llevar a nuestra hija.

—No puedes estar hablando en serio, Edward.

—Es lo más serio que he dicho en mi vida, es mi hija y no la pienso perder.

—No puedes hacer esto, teníamos un trato —reclamó Rosalie perdiendo la compostura, Emmett la sostuvo de la cintura y la puso detrás de él.

—Solo era una opción, queríamos darla en adopción en ese momento o al menos eso nos hicieron pensar, ni tú ni mamá ni papá me dejaron decirles que amaba a mi bebé, solo comenzaron a soltar su verborrea de lo que íbamos a perder si nos quedábamos con la niña.

—No solo ustedes, también la niña —gritó Emmett manteniendo a Rosalie detrás de él—, no es solo tenerla y verla dormir, es más que jugar a la casita y follarte a Bella, ni siquiera eres consciente de lo que conlleva ser padre.

—Tal vez no sé ni la cuarta parte de lo que tú sabes sobre cuidarla, pero estoy dispuesto a todo para que sea feliz, menos a darte a mi hija, es mía, siempre lo fue y siempre lo será.

—¡No lo es! Ella es mía, me la prometieron y me la darán, yo soy su madre, ella merece que yo sea su madre no Isabella.

Antes de que Edward pudiera reaccionar, Rosalie se acercó a Bella e intentó quitarle a la niña, Bella chilló y forcejeó, sin permitir que Rosalie apartara a la niña de sus brazos, Emmett evitó que Edward pudiera alejar a Rosalie, pero la trabajadora social se interpuso empujando a Rosalie y cubriendo con su cuerpo a Bella y a la bebé que ahora lloraba después de zangolotearla.

—Ha dicho que no, no se le obliga a la madre biológica a entregar al niño si no quiere.

—Pero dio su palabra de darnos a la niña, los trámites de adopción solo esperan que me la entregue, ya han firmado.

—Aun así, es su madre y es su derecho decidir si quiere quedarse con la niña o no.

—Pero...

—Ningún pero, ahora por favor, les pido que salgan de la habitación y dejen a los padres y a la niña en paz.

—Pero...

—Eviten que llame a seguridad, ha atacado a la madre y por ende a la niña, y eso no es algo favorable para ustedes, así que salgan ahora o aténganse a las consecuencias.

Rosalie abandonó la habitación dejando a Bella y Edward con la niña que seguía llorando —Bella intentaba calmarla sin éxito—, Emmett los contempló por unos segundos, antes de salir por la puerta y dejarlos solos.

Soltó el aire que estaba conteniendo, se giró, encontrando a Bella siendo ayudada por la trabajadora social para calmar a la niña.

—Bells...

—Estamos cometiendo un grave error —sollozó Bella arrullando a la niña que volvía a quedarse dormida—, le estamos quitando todo lo que Rose y Em pueden darle.

—Lo sé, con nosotros no tendrá mucho, creo que apenas podremos darle lo necesario, pero es nuestra y primero trabajaré bajo el sol todos los días para darle lo que necesite antes de alejarla de nosotros.

Bella sollozó y se aferró al pequeño cuerpo que soltaba uno que otro quejido.

»Es nuestra, Bella, entregarla sería estar negando algo que hicimos con nuestro amor. —La trabajadora social se apartó dejando que Edward se acercara a ambas, él levantó la mano para limpiar las lágrimas que resbalaban por las mejillas de Bella—. Sé que también lo piensas, cariño, no querías dársela tampoco.

—No creo que tuviera otra opción.

—Pues la tienes, nuestros padres estarán furiosos con nosotros pero valdrá la pena.

—¿Qué haremos, Edward? No tenemos nada para ella, desde los cinco meses teníamos la idea de entregarla, no compramos nada para ella, no nos preparamos.

—Lo resolveremos.

—¿Cómo?

—De alguna manera.

—¿De verdad lo crees?

—No seas negativa, Bella, saldremos adelante.

—No quiero serlo, Edward, pero la amo tanto que me preocupa todo lo que pueda lastimarla. ¿Y si nosotros somos quienes la lastiman? No quiero ser la responsable de que ella no sea feliz, quiero su felicidad más que cualquier otra cosa.

—Yo también, Bells, ambos queremos lo mismo y te juro que lo será, de alguna manera lo será.

—Si me permiten... —Ambos se giraron para ver a la trabajadora social que les sonreía, la primera sonrisa sincera que iba dirigida a ellos después de meses de solo ver sonrisas de lástima, pena y las forzadas que escondían decepción y rabia—. Si ustedes aceptan, quisiera hacer un ejercicio con ustedes.

—¿De qué tipo?

—Solo confíen en mí, no es nada malo, les ayudará a aliviar sus temores, y tal vez, puedan saber qué hacer con la niña, darla en adopción nunca es fácil, es válido que ustedes duden, nadie los juzga.

—Mi hermano sí.

—Pero yo no, y ustedes tampoco deben juzgarse —les regaló una sonrisa que los hizo tranquilizar—. Ahora, ¿aceptan hacer este ejercicio conmigo?

—Claro.

—Está bien, puedes dejar a la niña sobre la cuna.

Ambos se miraron, dudando en que la niña dejara los brazos de Bella, ahí estaba segura.

—¿Es necesario?

—Solo dos minutos, les aseguro que ella estará aquí cuando terminemos con el ejercicio.

Bella asintió y se la entregó a Edward para que la dejara en la cuna, la niña se removió protestando por dejar los cálidos brazos de su madre, después soltó otro suave quejido que amenazaba con despertarla cuando la dejó en la cuna, afortunadamente se mantuvo dormida.

Edward regresó junto a Bella y entrelazó los dedos de sus manos.

—Muy bien, ahora, ¿pueden cerrar los ojos? —Ambos dudaron un segundo antes de hacerlo—. Ahora imaginen a su bebé, llorando por la noche ya que no logra conciliar el sueño, siendo calmada solamente por los arrullos que necesita de sus padres, el suave murmullo que hará mientras toma su alimento, ver esa boquita de donde escapa un hilo de leche cuando esté satisfecha de comer, esos ojitos soñolientos que los tratará de enfocar después de sus siestas.

Edward sintió el suspiro de Bella así como su cuerpo recostado en el suyo.

»Ahora imagínenla un poco más grande, gritando cuando despierte, esperándolos de pie en su cuna, riendo cuando esté en brazos y corriendo hacia sus padres cada vez que los vea, pasando por la hora del baño, viéndola chapotear y terminar igual de mojados que ella pero completamente felices solo porque compartieron la hora del baño.

Edward pudo sentir la risa brotando de su pecho al imaginar dicha escena.

»Imaginen su sonrisa, esos ojitos brillando a cada segundo, su primera palabra, cuando lance los cereales al suelo, que decida que el puré que tan solo el día anterior parecía amar, ahora lo detesta y se niega a comer, pasar las noches caminando a lo largo de la habitación, cantándole canciones inventadas pero que la hacen reír.

Era una buena imagen, él y Bella bailando frente a la niña con tal de escuchar una carcajada, haciendo el ridículo solo para hacer feliz a la niña que los tenía envueltos alrededor de su dedito meñique.

»Ahora imaginen que sus padres no son ustedes.

Ambos abrieron los ojos visiblemente asustados, buscaron a la niña con la mirada, ella estaba en la cuna, igual de tranquila y tan suya.

Edward la tomó en brazos y se la pasó a Bella, quien la pegó a su pecho, aspirando el suave aroma que desprendía.

—Es mía, es mía, es mía —escuchó susurrar a Bella.

—Ahí tienen la respuesta que necesitan, ustedes no quieren darla en adopción, es lo que se espera que hagan, son jóvenes, tendrían que estar pensando en su juventud, en no perderla, pero la felicidad de la niña y la de ustedes no depende de los demás ni de lo que ellos piensen, no dejen que unas cuantas palabras los hagan tomar una decisión que no quieren.

—Es tan difícil ser madre —respondió Bella— y ya me siento la peor de todas.

—Es un sentimiento que jamás se va, pero eso no quiere decir que estés haciendo las cosas mal, te preocupas por ella y su bienestar, eso es lo verdaderamente importante.

—Siempre te preocupaste por ella, Bells —habló Edward—, desde el primer mes, yo estaba tan asustado, pero tú fuiste sola a Port Angeles y compraste todas esas vitaminas que te recetó el médico. Siempre fuiste más valiente que yo, yo tengo que esforzarme para demostrarles que soy digno de ustedes, pero tú... tú siempre estuviste destinada a ser su madre.

—Oh, Edward.

—Te prometo, Bells, que daré todo de mí, pero nuestra hija será muy feliz y lo será junto a nosotros.

Abrazó a Bella y a su hija, la enfermera —que los acompañó desde la primera cita con el obstetra— abrió la puerta justo en ese momento, pudo ver a Emmett hablando por teléfono mientras que Rosalie sentada en el suelo se cubría el rostro.

Los habían lastimado, pero si su sufrimiento era lo que se necesitaba para tener a su hija, entonces lo volvería a hacer.

—Creo que llegué en un mal momento —dijo la enfermera al notar a la trabajadora social—, la niña no tarda en despertar, pero puedo regresar después y ayudarla a darle el pecho si es lo que deseas o tal vez fórmula.

—Yo ya me iba, al parecer sobro aquí, ya que la nena, si no me equivoco, está en el lugar en el que pertenece.

—¡Oh!, me alegro que decidieran quedarse con la niña —respondió la enfermera—, no hay mejor lugar en el mundo para un niño que estar al lado de sus padres, sin importar la edad que estos tengan.

Edward sonrió sintiendo que las esperanzas volvían para él.

La trabajadora social salió de la habitación después de un asentimiento y darles las felicitaciones.

—Esto es incómodo, pero necesario —habló la enfermera llamando la atención de ambos—. Su ficha de nacimiento debe ser llenada, y su hermano acaba de decirme que su nombre es Emma, pero ya que ustedes se quedarán con ella...

—Nuestros nombres aparecerán en ella, ¿verdad? —preguntó Bella.

—Claro que sí, son sus padres.

—Bien.

—Entonces, ¿el nombre? ¿O seguirá llamándose Emma?

—No, eso suena a Emmett y no quiero que mi hija lleve ese nombre —declaró Edward—, solo que el nombre, bueno, no hemos...

—Aubrey —dijo Bella sonrojándose.

—¿Pensaste en un nombre?

—Lo hice —respondió sonrojándose más profundamente—, revisé nombres cuando supe que se trataba de una niña.

—¿Lo supiste? —preguntó extrañado recordando las veces en que miró a su hermano y cuñada frustrados por no conocer el sexo del bebé

—Claro que sí —respondió la enfermera anotando en su tablilla—, solo la complacimos cuando nos pidió ocultar el sexo... Entonces, supongo que será Aubrey Swan.

Edward se sintió enfermo, ¿su hija no llevaría su apellido? Sabía que no tenía ningún derecho de pedirle a Bella que la niña se apellidara Cullen, después de todo, ni siquiera había pensado en un nombre para ella.

—Bueno... —prosiguió Bella— yo había pensado en Aubrey Cullen, si tú estás de acuerdo.

Quería gritar que sí, tomar a su bebé y presumirla ante todo el mundo, decirles que era suya, su pequeña Cullen, su primogénita, la siguiente generación del apellido Cullen la comenzaba ella.

—¿Estás segura? Puede ser Swan, no me opongo a que lleve tu apellido, tal vez después podamos cambiarlo.

—No puede llevar el apellido Swan —negó con la cabeza—, mi papá me lo advirtió el mismo día que le dijimos del embarazo, no quiere que lo lleve, por eso pensé en Aubrey, me gusta cómo suena con Cullen.

—Entonces Aubrey Cullen será —sentenció la enfermera escribiendo en la tablilla—. Con este asunto terminado, te enseñaré a alimentar a la bebé, sé que no tomaste las clases prenatales ni estimulaste los pezones, pero te aseguro que podrás hacerlo.

Media hora después, Aubrey succionaba el pezón de su madre, Edward veía con fascinación la boquita de su hija pegada al hinchado seno, muchas veces se le soltaba y como pececito intentaba encontrarlo, Bella se lo acercaba a la boca y la niña volvía a mamar.

—Nuestros padres estarán furiosos, ni siquiera sé cómo me enfrentaré a mis padres, si no quisieron traerme al hospital, no sé cómo serán cuando regrese con la niña —suspiró sin dejar de ver a la bebé.

—La amarán.

—No lo creo.

—Aprenderán a hacerlo, pero no quiero que te preocupes por eso, ella nos necesita y si estamos juntos y nos apoyamos, lo lograremos, solo no dejes que los malos comentarios interfieran entre nosotros.

—Lo mismo para ti, Edward, no nos dejes solas de nuevo, no podré hacerlo sin ti, pude ocultar su sexo, pensar en nombres, fantasear con quedarme con ella, pero ahora que es nuestra, no puedo hacerlo sola, te necesito.

—Ustedes serán lo primero en mi lista, siempre lo serán.

Se inclinó y besó castamente sus labios, siendo interrumpidos por el sonido de murmullos provenientes del pasillo, no le sorprendía que sus padres estuvieran ahí, mucho menos que estuvieran furiosos con él por negarse a darle la niña a Emmett.

—¿Ya terminó de comer?

—Aún no, sigue mamando.

—Bien, entonces yo me encargo.

Se acercó a la puerta y pasó el seguro justo antes de que comenzara a moverse el picaporte de manera frenética y la voz de su madre se escuchara del otro lado demandando entrar.

—La niña está comiendo, no quiero que la molesten —respondió Edward.

El grito de indignación seguido de la voz de la enfermera lo hizo regresar junto a Bella.

—Nunca las volveré a dejar, ahora sigue dándole de comer a nuestra bebé.

—Me gusta como suena.

—¿Qué cosa?

—Cuando te refieres a ella como nuestra... temí no poder volver a hacerlo una vez que naciera.

—No sentirás más miedo, ella es nuestra y se quedará con nosotros, no será sencillo pero valdrá la pena porque la tendremos.

—Lo valdrá, te quiero, Edward.

—Yo también, B, las quiero a ambas con todo mi corazón.


Hola!

Una nueva historia, espero que me sigan capítulo a capítulo en esta nueva aventura

Bella y Edward siendo padres adolescentes, y no la tendrán muy fácil, ¿Que les deparará la vida?, ¿Tomaron la decisión correcta? ¿Emmett y Rosalie se quedarán de brazos cruzados? ¿Que pasa con los Swan?

Yanina, muchas gracias por la ayuda con la revisión del capítulo y por acompañarme en esta nueva historia, eres la mejor.

Déjenme sus comentarios, opiniones, críticas, teorías o lo que quieran compartir conmigo en un review.


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