V
Objetivos
Mientras bajaba las escaleras, Lincoln, con una sonrisa adornando su rostro, tarareaba la canción «We Are The Champions» de Queen. Porque así era como se sentía en ese preciso momento: como un campeón. Y aunque algunas personas pudieran tildarlo de «exagerado», a él no le importaría en lo más mínimo. Había logrado detener la pelea de sus hermanas, y eso era lo más importante.
No negaría que fue un alivio para él que se detuvieran, pues desde que era niño nunca fue fanático de las discusiones ni de los ambientes caóticos que éstas traían; prefería relajarse en un lugar pacífico cada vez que pudiera. Sí, definitivamente fue un gran alivio; pero ésa no era la razón principal. Lo que más le importaba era que sus hermanas se llevaran bien y convivieran en la mayor armonía que se pudiera. No quería que por algún desacuerdo tonto se desencadenaran más problemas, cada vez más serios que el anterior, y terminaran peleadas de por vida. «Quizás estoy exagerando», solía decirse constantemente, al estar completamente solo; pero su propia mente lo traicionaba y le proporcionaba varios escenarios de pesadilla en los que su familia terminaba fragmentada. Se daba un golpe en la cabeza, y pensaba: «No, eso nunca pasará. El amor que nos tenemos es mucho más fuerte que cualquier desacuerdo», y entonces se sentía mejor. Pero después se preguntaba: «¿Estás seguro?», y se volvía a sentir agobiado. Es por eso por lo que, fuera como fuese, exageración o no, Lincoln decidió que nunca permitiría que aquello ocurriera. Las amaba demasiado como para quedarse ahí parado, sin hacer absolutamente nada. Además, era mejor prevenir que lamentar. Después de todo, vivir sintiendo rencor era horrible… ¡Oh!, vaya que lo era…
Cuando pisó el último escalón y llegó a la planta baja, vio a su madre abrazando a sus hermanas mayores, mientras les daba un beso en la mejilla a cada una; después de no verlas en semanas, era de esperarse que estuviera más que contenta de tenerlas de vuelta. El proceso se repitió con Lynn Sr.
A sus cuarenta y nueve años, Rita se había convertido en una autora reconocida internacionalmente por su saga «La Pluma Blanca», la cual no sólo vino con una premisa fresca e innovadora que rompió los moldes sobre las novelas de aventuras, sino que además había sido aclamada por la crítica «por sus inteligentes paralelismos con la realidad; sus personajes, tan entrañables, como interesantes; y su aparentemente inagotable fuente de creatividad e inspiración».
Y Lynn Sr., a sus cincuenta y cuatro años, se había vuelto dueño de cinco de los restaurantes más importantes que se encontraban en los estados de Michigan, Indiana y Ohio; además de ganar varios premios realmente importantes dentro del mundo culinario como lo podrían ser el Premio de la Fundación James Beard, y el Premio Zagat.
Una vez que sus padres dejaron de hablar con sus hermanas, dio un paso hacia adelante.
—Hey —saludó él, con una pose relajada y levantando la mano derecha.
Rita, al momento de escuchar la voz de su hijo, corrió para abrazarlo.
—¡Hola, mi bebé! —exclamó la mujer, con el tono más maternal y meloso que podía ofrecer, a la vez que le daba un gran beso en la mejilla.
Lincoln soltó una pequeña carcajada, pero no detuvo a su madre y también la abrazo.
—¿Cómo has estado, mamá?
—Muy bien, cariño —contestó ella, separándose de su hijo, observándolo detenidamente y empezando a peinar con sus dedos unos cuantos rizos rebeldes de cabello blanco que caían por su frente—. Veo que aún no te cortas el cabello.
Lincoln llevó una mano a la parte trasera de su cabeza para sentir su chongo.
—No. Y aún no planeo cortármelo. Me gusta este estilo.
—Pero te ves mucho mejor con el pelo corto. Te ves más limpio y pulcro.
—Mamá, ya no soy un bebé.
Rita torció la boca y volteó la mirada. No, la apariencia de su hijo no le disgustaba; de hecho, hasta diría que se veía muy apuesto, y eso la hacía sentir orgullosa. Sin embargo, también lo hacía ver mucho más grande de lo que era en realidad, y eso no le gustaba; no le gustaba para nada. Después de todo…
—Para mí siempre lo serás. Así que más te vale que nunca se te olvide, jovencito.
Lincoln la observó con un rostro inexpresivo.
—Jamás se me olvida. Cada vez que puedes, me lo recuerdas…
La mujer soltó una pequeña carcajada.
—Entonces, ya deberías de estar acostumbrado, ¿no?
Él no dijo nada. «Touché.»
Siguieron intercambiaron unas cuantas palabras más, hasta que Lynn Sr. se acercó a ellos.
—Hola, hijo —saludó él, apoyando una mano en uno de los hombros del muchacho.
Lincoln giró su cuello en dirección de su padre, curvó sus labios de forma ascendente, y, serenamente, contestó:
—Buenas noches.
El hombre tardó sólo un momento en dar un paso hacia adelante para abrazar a su hijo, quien, inmediatamente, de forma casi robótica, también levantó sus brazos y retribuyó la bienvenida, le dio un par de palmadas en la espalda y se separó cinco segundos después.
Y como ocurría cada semana, comenzó su típica rutina de preguntas y respuestas. Lynn Sr. primero le preguntó: «¿Cómo te fue de camino a la casa?», a lo que Lincoln respondió: «Muy bien. Gracias por preguntar». «Y ¿cómo te ha ido en la universidad?» «Excelentemente. Mi promedio sigue siendo de noventa y cinco. Gracias por preguntar.» Lynn Sr. se rascó la nuca y carraspeó. «Y dime, ¿tienes que hacer algún trabajo o proyecto?» «Tenía. Con la ayuda de Lisa logré acabar más rápido. Gracias por preguntar.» El hombre abrió la boca, pero inmediatamente la volvió a cerrar; ya no tenía más preguntas. Lincoln observó aquel gesto, y supo que podía retirarse. Vio a su padre directamente a los ojos, asintió con la cabeza, dijo: «Con tu permiso», y pasó a lado suyo, en dirección de la sala de estar, para ir con sus hermanas y ver televisión. Lynn Sr. caminó en la dirección opuesta y fue a la cocina a preparar la cena.
Al momento en que estuvo en su rango de visión, escuchó como cada una de las mujeres le rogaban que se sentara junto a ellas. Después, hubo miradas feroces, deseos de lucha, sed de sangre, y terminaron jalando a Lincoln por ambos brazos, de un lado a otro, para ver quiénes se alzaban como las ganadoras. El encuentro terminó con Lola y Lana aferrándose y acurrucándose en cada uno de los fuertes brazos del muchacho.
… Pero la ganadora definitiva fue Lily, quien se encontraba sentada sobre su regazo, mientras lo abrazaba y frotaba su rostro contra su pecho. Volteó disimuladamente de izquierda a derecha y vio cómo cada una de sus hermanas la miraban con ganas de golpearla; sobre todo, las que estaban repartidas en los otros sofás en donde no estaba sentado el peliblanco. A cada una de ellas les dedicó una sonrisa presumida.
Cuando el programa terminó, todos se levantaron y se dirigieron al comedor para poner la mesa y dejarla lista para la cena. Luna, Lynn, Lincoln y Lana se encargaron de los platos y los vasos; Lucy, Lola, Lisa y Lily de los cubiertos; y Lori, Leni y Luan de llevar la comida, junto a su padre. La operación les llevó menos de cinco minutos, e inmediatamente después de haber terminado los preparativos, Lincoln se dispuso a sentarse; pero hubo algo que lo detuvo: su instinto. Ahí estaba otra vez. Esa sensación extraña que aparece cada vez que una situación va fuera de los parámetros de lo que puede ser catalogado como «normal». Sin embargo, para él ya no era un sentimiento ajeno; lo conocía —¡oh, vaya que lo hacía!— muy bien. Levantó la cabeza, observó a su alrededor, y notó cómo todas y cada una de sus hermanas lo miraban intensamente, como lo haría un depredador a su presa… No. Estaba equivocado. No lo miraban a él; miraban los asientos que estaban junto a él. Dio un paso hacia la derecha, cambiando su potencial lugar, y ellas también cambiaron su objetivo. Dio un paso a la izquierda, regresando al punto inicial, y se repitió el proceso.
Sin embargo, fueron Lori y Leni quienes terminaron sentadas a su lado, pues alegaron que «no lo habían visto en mucho tiempo por sus trabajos». Luna, Luan y Lynn les recriminaron por decir eso, y adujeron que ellas se encontraban en las mismas condiciones; pero no contaron con que Lori usaría su estratagema más poderosa y declarara que ella, por ser la mayor, tenía la preferencia. Por su parte, mientras estas cuatro se encontraban debatiendo, Leni aprovechó la distracción y se sentó junto al chico. Porque, desde su perspectiva, no podía darse el lujo de desperdiciar su tiempo discutiendo cuando aún había un espacio disponible; sobre todo, cuando Lucy, de forma silenciosa, casi imperceptible, hábil y determinada como una pantera, intentaba eludir la visión de sus hermanas mayores para así apoderarse del tan ansiado lugar. Y Lisa, a pesar de quedar (sumamente molesta) inconforme, se apresuró a rodear la mesa y tomó el lugar que se encontraba frente a Lincoln. Si no podía sentarse junto a su querido hermano, al menos podría estudiar su atractivo rostro cada vez que ella levantara la cabeza… Sí, sólo para eso. ¡No para otra cosa!
Y al final, cuando las demás aceptaron su —según ellas— injusto destino, empezó la cena, la cual consistía en la famosa lasaña casera de Lynn Sr.; ensalada fresca de lechuga morada, manzana, apio y nuez caramelizada con aderezo de yogur; y brochetas de tomate, queso mozzarella y aceitunas. Nadie lo pensó dos veces, e inmediatamente empezaron a comer. Los primeros minutos de la cena nadie dijo nada, pues se encontraban inmersos en los deliciosos sabores de los platillos que se presentaban ante ellos; pero a medida que avanzaba el tiempo, y el hambre voraz amainaba, iniciaron las conversaciones.
Lori habló muy feliz y emocionada sobre su nuevo ascenso en su trabajo, además de explicar cómo el bufete ya la tenía identificada como una de las abogadas más importantes y cotizadas de Michigan y de los estados colindantes. «Para alguien que tan sólo tiene veinticinco años, debo decir que no lo hago nada mal», dijo, y soltó una risita.
Leni, por su parte, habló sobre la creciente popularidad de sus nuevos diseños para la línea de primavera-verano de ese mismo año; además de declarar, sumamente contenta, que su jefa la había felicitado personalmente. También explicó que le ofrecieron un mejor contrato para que siguiera trabajando como una de las diseñadoras más importantes, pero que pidió tiempo para pensarlo mejor; después de todo, ella deseaba abrir su propia casa de moda.
Luna explicó todo el proceso que le tomó elegir, junto a su banda, las canciones que se grabarían en el primer álbum. Tenían muchas, y cada una de ellas era un éxito entre su público; pero si querían, argumentó ella, apelar al gusto de muchas más personas, tendrían que escoger lo mejor de lo mejor. Porque eso era lo único que ella planeaba entregar: contenido de calidad.
Luan contó partes de su nueva rutina de comedia, y muchos de los presentes tuvieron que dejar de comer o tomar agua para evitar atragantarse por la risa que les estaba provocando. Sus rutinas profesionales eran, sin duda alguna, verdaderas joyas del humor; nada parecidas a sus habituales chistes. Pero, como era de esperarse de la comediante, terminó su participación con uno de sus clásicos chistes malos.
Lynn relató, de forma muy breve, la intensidad de sus entrenamientos y cómo ella y todas sus compañeras se encontraban listas para ganar y ser recordadas como uno de los mejores equipos de la historia. Después regresó su vista al plato y reanudó su cena; semanas de ejercicio constante y dietas rigurosas realmente la hacían bendecir cada día que podía disfrutar de la comida de su padre.
Lucy recitó algunos fragmentos de sus nuevos poemas y parte del nuevo cuento que estaba escribiendo para un concurso; y aunque muchos de los presentes no tenían el contexto completo de la historia, sentían la belleza de cada palabra que salía de la boca de la muchacha. Rita se sentía especialmente complacida por ver que una de sus hijas compartiera su mismo amor y vocación por la escritura, y que además fuera tan talentosa. Eso sí, le sorprendió en gran medida que sus poemas fueran mucho menos fúnebres que los que acostumbraba a escribir; hasta se atrevería a decir que tenían un gusto romántico.
Lana mostró unas cuantas fotos de los animales que habían sido adoptados recientemente por familias buenas y cariñosas que anhelaban tener una mascota fiel. No necesitaba tener el poder de hablar con ellos para saber que cada animal se encontraba realmente feliz, pues sus expresiones en las imágenes lo decían todo. Luego, dejó de hablar, guardó su celular y se metió un enorme trozo de lasaña a la boca y lo tragó rápidamente, sin masticarlo apropiadamente; necesitaba hacerlo, porque, de lo contrario, habría llorado.
Lola, con un tono de voz vanidoso, habló sobre cómo fue su experiencia esa semana; aunque no era algo que nadie supiera: felicitaciones por parte de su entrenadora por ser tan buena capitana del equipo de porristas, prácticas de pasarela después de clases, unas cuantas confesiones por aquí y por allá de varios chicos de su grado, etcétera. Sin embargo, de un momento a otro empezó a explicar, de manera casi frenética, que ella rechazó a los muchachos inmediatamente. Todos los presentes creyeron que la explicación salía sobrando, pero la reina de belleza parecía más relajada tras darla.
Lisa, como medida de precaución, dijo sólo un par de oraciones; todo lo que quería contarle a Lincoln ya lo había hecho… Y también porque las demás homo sapiens seguían resentidas con ella por pasar el tiempo que le correspondía de manera legítima con su hermano mayor. Levantó el rostro por enésima vez, volvió a observar el rostro del muchacho, sonrió, y regresó su vista al plato. «Su músculo masetero se define mucho más al masticar. Hace que su mandíbula se vea más fuerte y masculina. ¿Por qué será que las mandíbulas cinceladas son tan atractivas? Quizá se deba a…», y siguió formulando sus teorías.
Lily contó lo bien que le fue en sus exámenes con la profesora Johnson, y cómo varios niños de su clase le pedían que hiciera dibujos para ellos, pues ella era considerada la mejor dibujante de su grado y aun de varios más arriba. Aparte, explicó que estaba pensando seriamente empezar a cobrar por los dibujos que le pedían. Después de todo, Lola ya le había dado su propio consejo de oro: «Si eres buena en algo, jamás lo hagas gratis».
Y Lincoln las observó, las escuchó, las felicitó, les sonrió, y permaneció en silencio; siempre en silencio. Aunque tampoco es como si él hubiera hecho el más mínimo esfuerzo por hablar. Leni notó esto y se dirigió a él.
—Oye, Linky, no has hablado para nada, y también queremos escucharte. ¿Qué has hecho en todo este tiempo que no te hemos visto?
Todas las miradas se dirigieron a él; las menores con el interés de cada semana por escuchar a su hermano; y las mayores con apasionada vehemencia por finalmente saber qué ha sido del muchacho. Lincoln se sintió intimidado por un segundo por toda la atención que repentinamente fue puesta sobre él, pero hizo la emoción a un lado y se aclaró la garganta.
—Bueno, no ha pasado nada interesante. Sólo me he dedicado a estudiar y aprobar las materias.
—Y a hacer ejercicio, me imagino —dijo Lynn, con una sonrisa gatuna, y paseando su mirada por el torso de su hermano. Incluso con su chamarra de cuero puesta, podía apreciar lo bien trabajado que estaba su cuerpo.
—Sí, también eso —convino él y rio.
—No me creo el cuento de que no tengas alguna historia que contarnos, Lincoln. ¡Tiene que haber algo! Después de todo, la universidad es divertida —dijo Lori.
—Quizás lo fue para ti, pero algunos mortales como nosotros sufrimos en ella —contestó él con un tono dramático, llevándose una mano a la frente y posando exageradamente para probar su punto.
Las chicas rieron, pero siguieron insistiendo.
—Bien, no hay una historia interesante de la escuela. No hay problema. Pero al menos tiene que haber historias sobre fiestas —propuso la rockera, esperando escuchar algo jugoso. La mueca sonriente del chico le dio esperanzas.
—Lo siento, Luna, pero soy un hombre sano, bien portado, correcto, educado y cuya vida se rige estrictamente bajo los decretos de la ley estadounidense.
Luna quiso lanzarle un pedazo de lasaña al rostro por darle falsas ilusiones, pero rápidamente advirtió el guiño que Lincoln le dio. Sonrió. Él definitivamente tenía unas historias locas por contar.
Quisieron seguir tratando de sacarle algo de información, pero antes de que siquiera pudieran continuar, Rita habló, y la pregunta que salió de su boca vino para ser aquella que acabaría con la paz de esa noche.
—Ahora que lo recuerdo, hijo, ¿qué pasó con esa jovencita de la que me hablaste?
Diez cuellos casi se rompen por la velocidad con la que giraron en dirección de su hermano al mismo tiempo. Y también, como si sus pensamientos se hubieran sincronizado, una palabra hizo eco en sus mentes: «¿Jovencita?»
—Oh…, eso… Pues, salimos un par de veces —contestó él con simpleza.
Un maremoto de emociones y sensaciones azotó violentamente a las chicas.
«¿Oh, eso?... ¡¿Oh, eso?! ¡¿En serio?! ¡¿Oh, eso?!»
«¡¿Salimos?! ¡¿Adónde?! ¡¿Con quién?!»
«¿Un par de veces? ¡¿O sea que fue más de una?!»
«¡Me rehúso a aceptar un hecho como ése!»
«¡¿Quién es ella?!»
—No te oyes muy entusiasmado, hijo. Aunque, por otro lado, tampoco es como si hubieras sido muy elocuente la primera vez que me lo contaste. ¿Qué pasó?
—No lo sé, mamá.
—¿A qué te refieres con que no lo sabes?
Lincoln se encogió de hombros y tomó un sorbo de agua.
—A que no lo sé. Así de simple. Quizás no me sentía a gusto con ella. Y sí, es linda, lo admito; pero fuera de eso, no sentía nada más por ella. Sencillamente, no era mi tipo.
Desde que Lincoln empezó a hablar, las chicas pusieron toda la atención del mundo a cada una de sus palabras; incluso al tono de voz, la dicción, y el tempo. Y cuando él pronunció las maravillosas palabras donde declaraba que no estaba interesado en esa desconocida harpía-roba-hermanos se sintieron mucho más tranquilas. Claro, eso, hasta que Rita volvió a hablar.
—¿Y qué hay sobre las otras chicas que se te confesaron?
Hubo reacciones divididas entre las mujeres: unas sentían que se iban a desmayar, y otras sentían que estaban a punto de explotar. Sin embargo, el pensamiento que pasó por la mente de cada una fue el mismo: «¡¿Hay más?!»
—Las rechacé de la manera más gentil que pude, tal y como me aconsejaste. Pero me sentí muy mal después de hacerlo. No es lindo ver llorar a una mujer, ¿sabes? Y menos si tú eres el responsable de su dolor.
—Las hubieras lastimado más si te volvías su novio sin amarlas, hijo. Y no sólo a ellas, sino a ti también.
—¡Exacto! —chillaron diez voces al mismo tiempo.
Madre e hijo voltearon a ver a las muchachas con una expresión de curiosidad, y éstas soltaron risitas nerviosas, con los rostros teñidos de color carmesí, a la vez que unas se frotaban los brazos o la nuca y otras se acomodaban unos cuantos mechones de pelo por detrás de las orejas. Decidieron no darle importancia a esa extraña reacción.
—Como sea, el caso es que lo hecho, hecho está.
—No te atormentes, hijo. Hiciste lo correcto, y estoy orgullosa por eso. —Rita se acercó al muchacho y le pellizco la mejilla izquierda de manera afectuosa—. Awww, mi bebé ya es todo un caballerito responsable.
—¡Mamá!
Luego de eso, todos recogieron sus platos y finalmente pasaron a la hora del postre, el cual consistía en una rebanada de tarta de queso con mermelada de fresa para cada uno. Lincoln tomó su cuchara, dispuesto a devorar sin piedad su porción, pero se dio cuenta de que su plato no estaba frente a él como debía ser, sino en manos de Leni, quien ya estaba cortando un pequeño pedazo con su propia cuchara.
—Ummm…, Leni…
—¿Sí? —contestó ella con un tono de voz inocente.
—Esa es mi tarta —dijo y la señaló con un dedo.
—Lo sé.
—Entonces, ¿por qué la tomaste?
La mujer sonrió. Acercó la cuchara con el pedazo cortado a la boca de Lincoln y esperó. Al chico le tomó un par de segundos comprender las intenciones de su hermana, pero cuando lo hizo, el color subió a su rostro en un instante.
—E-Este… L-Leni… Y-Yo puedo comer solo. No necesitas molestarte.
—Para mí no es ninguna molestia, Linky. Ahora, abre la boca y di: «Ahhh».
Lincoln miró el postre frente a él, después el rostro sonriente de la rubia, y de nuevo el postre. La situación era sumamente vergonzosa, y si hubiera sido por él, habría comido la tarta por sí mismo, sin ayuda de nadie. Pero ya era demasiado tarde, y Leni se veía tan ilusionada por hacer ese pequeño gesto para él. Tomó aire, cerró los ojos, pensó: «Oh, al diablo», sujetó la fina muñeca de la mujer y dirigió la cuchara a su boca. El sabor era exquisito; el queso se derretía lentamente en su boca, mientras que el sabor dulce de la mermelada se esparcía por toda su lengua, y le dejaba un ligero cosquilleo en la nuca. Además, había un elemento extra que daba la sensación de intensificar los sabores: una fragancia. El aroma era cautivador, hipnótico, y tejía un hechizo en el que Lincoln, por un momento, creyó estar en un campo de flores; un campo donde el jazmín, las violetas y la bergamota danzaban en perfecta sincronía por su nariz. Volvió a aspirar aquel delicioso olor y finalmente supo de qué se trataba: era el perfume de Leni, combinado con su esencia natural.
Cuando terminó de masticar, abrió los ojos y vio cómo el hermoso rostro de su hermana —mejillas, frente, nariz e incluso las orejas— se encontraba completamente rojo. Esto lo preocupó.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó él, y puso su mano sobre su frente, buscando algún síntoma de fiebre.
—Perfectamente. No te preocupes. Es sólo que hace calor aquí, ¿no lo crees?
Meditó la respuesta de la modista y estuvo de acuerdo con ella; el verano estaba por empezar.
—Igual, gracias por el bocado, Leni.
—De nada, Linky. Para mí fue un placer.
El chico le dedicó una cálida sonrisa y volvió a tomar su cuchara, decidido a actuar como un adulto y comer su postre, pero algo lo detuvo; el ambiente del comedor se había tornado más denso y pesado. Levantó la mirada y vio a sus otras nueve hermanas de pie, cada una con su propia cuchara con un pedazo de tarta, observándolo intensamente y echando fuego por los ojos.
—Hermano… —empezó Lori, con un tono de voz aterrador.
—… ahora… —continuó Luan, igual que la primera.
—… es… —le siguió Lynn.
—… nuestro… —luego Lana.
—… turno… —y finalizó Lola.
Se lanzaron al ataque, y Lincoln terminó siendo alimentado contra su voluntad por cada una de esas mujeres. Oh, bueno; al menos comió más tarta que el resto.
Primero lo primero: perdónenme por tardar una eternidad para actualizar esta hsitoria. Ya antes había explicado mis moyivos, pero ahora sencillamente no tengo justificación. Quizás fue una combinación de falta de creatividad, falta de tiempo por la universidad o ambas. No lo sé. Pero lo que sí sé es que ya que he salido de vacaciones me enfocaré de lleno en esta historia. Recientemente acabé el primer arco de mi otra historia, "Lincoln Pingrey", y deseo dedicarle a esta historia el tiempo que se merece. Después de todo, esta sí es una historia que me pertenece completamente.
También, quizás algunos de ustedes no lo sepan, pero también me aventuré a traducir la historia al inglés, ¡y vaya que me sorprendí! El apoyo que recibió fue increíble; mucho más del que podría haberme imaginado (con decirles que ya casi llega a los 100 seguidores, un número que en antaño me parecía tan lejano). Esa también es otra de las razones por las que me tardé en actualizar. Lo siento.
Pero, ¡hey!, ya ha sido actualizada, y esta vez planeo actualizarla, por lo menos, una vez al mes.
También, como habrán podido notar por la descripción, sabrán por qué lares está encaminada la historia. No se preocupen; planeo construirla de tal forma que siga gustando y siga siendo de su agrado. Y si llego a equivocarme, no duden en decírmelo. Lo que yo más deseo es mejorar.
Ah, y como última información, he modificado las edades de los personajes, por lo que quedarían de la siguiente forma:
Lori, 25 años.
Leni, 24 años.
Luna, 23 años.
Luan, 22 años.
Lynn, 21 años.
Lincoln, 20 años.
Lucy, 17 años.
Lana y Lola, 15 años.
Lisa, 13 años.
Lily, 11 años.
Si había dudas sobre este mismo tema, espero que ya hayan quedado resueltas.
Ahora, en cuanto a unas reviews:
Guest, no te preocupes, ya detallaré más adelante en la figura de nuestras hermosas chicas Loud. No tiene nada de malo describir la belleza.
Luis Carlos, ya ves a estas muchachas. Son unas loquillas. Y sobre las competencias, ¡oh, las que se vienen! Me alegra que te diera risa la reacción de Leni. Ahí Lisa sí se pasó, ja, ja. Pero bueno, espero que este caítulo te haya gustado tanto como los anteriores.
AnthrNightmr, lamento haberte dejado al borde de tu asiento por tanto tiempo, amigo. Pero finalmente está aquí la actualización. Espero que estas descripciones te hayan gustado tanto como las anteriores.
J0nas Nagera, ya ves que tan amado (¿fraternalmente?) es Lincoln. Y ¿qué te uedo decir sobre esa pequeña diablilla? Desde el primer capítulo imaginé a una Lily retadora y posesiva. No me la imagino tan perversa como la tuya (XD) pero sí como una chica que sabe lo que quiere. Y Lisa, se ha tenido que adaptar al ambiente hostil, amigo. Es la ley del mas fuerte: si quiere a su conejito blanco, debe luchar contra las otras tigresas. Sobre Leni, la chica es inteligente dentro de la sencillez; ¿para qué atormentarse de más, cuando puede solucionarlo todo de forma tan simple? Gracias por tus comentarios, apoyo y paciencia de siempre, amigo.
brasheril-holmestalentsmaster, thanks for your kind words, pal. It would be awesome if I can achieve that holy goal, heh-heh. Although, I think that I do have an opportunity. I recently translated this story in english, and boy, the response has been crazy! Yet, I'll keep fighting and making an effort to make this a story that is worth reading. I really hope you liked this chapter as much as the others.
Ecaro, gracias.
LuArt, siempre estoy pendiente de las reviews, je, je. Por supuesto que te iba a contestar. Después de todo, me hace muy feliz leerlos a ustedes. Espero que este capítulo te haya gustado tanto como los otros y que se te aclararan (o generaran) tus dudas.
Dark-Mask-Uzumaki, deberías de cambiarte el nombre a "Don Comedia", ja, ja. Pero fuera de broma, me encantó este mini universo alterno, aunque el otro que hiciste con Leni siendo cargado por Lincoln me gustó más. Un Lincoln masoquista, ¿eh? Muy interesante. Me alegra que te gustara el capítulo, que pienses que esta historia, dentro de sus¿ sencillez es buena, y que sigas apoyándola. Disfruta esta actualización, amigo, porque los planetas realmente se alinearon, ja, ja.
Flawless, me alegra que te gustara la historia al punto de sufrir por llegar al último capítulo, ja, ja. Lamento haber tardado en actualizar, pero aquí tienes. Recién escrito. Espero que se hayan aclarado varias de tus dudas con este capítulo.
cefiro101, aquí tienes nuevo capítulo. Veamos qué te parece.
Y eso es todo por ahora. Por favor, comenten, que me hace muy feliz y me motiva el leerlos a ustedes.
Sin nada más que decir, me despido.
Dark Dragon Of Creation