Disclaimer: ©Shingeki no Kyojin/進撃の巨人, sus personajes y trama son propiedad de su autor, Hajime Isayama. Yo tan solo realizo este FanFic por diversión, sin ánimos de lucro.

Warning Tag: Universo Alterno (AU)| Uso descarado delOoC| Eren&Levi| LeviFem!| Romance| Soulmate |Hurt/Comfort | Four-shot| Cliché| Ligero angst

Nota: Lean sin temor y no olviden dejar su huellita en la cajita de review. Son la felicidad y alimento de su Charly.

Por favor lean las notas finales.


Entre narcisos y violetas

.2.


《Oh, mi Dios. Pero que dulce melocotón eres》 es el gorgoteo que escapa en forma de susurro de los labios de Levi al ver a aquel hombre entrar.

Eren Jeäger. Rasgos más maduros, de apariencia tan desordenada como hace veinte años, igual de hermoso, con una cabeza más de altura desde la última vez. Él lleva puesto un conjunto todo lo feo y adorable del mundo; suéter verde musgo con el estampado de una gran campana dorada, pantalones grises sueltos, guantes naranja chillón y un gorrito de lana (con borla incluido) del que escapan un par de mechones que bailan alrededor de su rostro, y el que al ser retirado, revela que tales hebras son las rebeldes que escapan de un moño pegado a su nuca. Su antiguo cabello corto desaliñado ahora debe ser una deliciosa cascada de chocolate, se dice Levi, dejándose caer en su asiento otra vez y reprimiendo cualquier otra tontería que quiera escapar de su boca al ver como aquel precioso sol le ha notado, camina hacia ella con la mano levantada en un saludo, una sonrisa suave en los labios y esos jodidos ojos verdes, verdes e intensos que siempre le causaron mininfartos (y otras cosas).

—¡Hadita, feliz cumpleaños atrasado! —dice él al llegar a ella, envolviéndola entre sus brazos en unos de esos apretujones que a él le gustaba darle (y al parecer aún hace), de los que sacan el aliento de los pulmones y comprimen las costillas.

—Ouch, igual de bruto que siempre—suelta ella, pero no hay reproche real en su voz, todo lo contrario, ella está sonriendo, su corazón lleno de calidez y sus brazos torpes intentando rodearlo, devolver el abrazo, aunque no lo logra muy bien. Él es ahora tan grande, ancho y suave. Sobre todo suave.

Eren suelta una carcajada (espesa y ronca, deliciosa) y las estrellas nacen en las venas de Levi, estallando como flores en primavera bajo su piel, sus tímpanos vibrando por tal dulce sonido. Se derrite ante ello.

Como en el pasado, es Eren quien empieza la conversación—¡Caray! ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Casi veinte años? Y mira acá, yo llegando tarde porque mi vuelo tuvo que retrasarse por la nevada—es lo que dice después de separarse, desplazar la otra silla de la mesa y tomar asiento.

—Está bien. No te preocupes, no es tu culpa—responde Levi, la sonrisa sin abandonar sus labios, sus mejillas sonrosadas—. Gracias por aceptar mi cita, y por las felicitaciones...por recordarlo—dice ella más bajito.

Eren niega ante sus palabras, los mechones de su cabello acariciando sus mejillas morenas enrojecidas por el frío previo—. Sabes que siempre.

Y a Levi el sonrojo se le vuelven dos manzanas maduras sobre las mejillas, y las flores en su piel se convierten en mariposas que se filtran hacia su panza, donde hacen su nido mientras ella piensa que la verdad es que no, no se ha enamorado por segunda vez de este mismo hombre, sino que en realidad jamás ha dejado de estarlo.

—Te traía un pastel—suelta Eren, sacándola de su mente—. Pero no sobrevivió a la espera—él se ríe con ganas y ella solo sacude la cabeza cariñosa, sabiendo que ese era el destino de su pastel de cumpleaños en las manos de Eren, él siempre amó las cosas dulces y nunca fue uno de abstenerse a ellas. Aunque ha estado teniendo mucho de ese gusto, piensa al contemplar medio embobada las masculinas mejillas llenas, el rostro suave y la dulce curva de su sección media que se derrama sobre la cintura de sus pantalones, y que él disimuladamente trata de ocultar con sus brazos alrededor de su suéter cual capullo entre cada movimiento.

Él es un tímido pastelito ahora, al parecer, uno al que Levi estaría más que encantada de morder alguno de esos rollitos ocultos bajo su sosa ropa, pero lo cual ella está seguramente él le negaría con ahínco. Es que parece incluso molesto con sus nuevas formas.

Ella tiene ganas de decirle que no debe sentir ninguna inseguridad por su físico, que aunque haya cambiado (su figura de escultura griega borrada por toda esa nueva cantidad de masa de perfección) sigue siendo precioso, porque él sigue siendo él. Su Eren. Un buen hombre por sobre todo. Uno de esa especie en vía de extinción que ve y brinda siempre a los demás lo bueno, lo cálido, lo hermoso, lo soleado y sus veranos llenos de arcoíris. Un rockero con alma de hippie.

Pero calla, sonríe, permitiendo que la atmosfera entre ellos fluya y se expanda. Y así es como ellos se ríen, se pican las costillas, se lanzan papitas y bolitas de servilletas, bromean, intercambian cotilleos de sus (ex) compañeros de secundaria y de trabajo, todo muy fluido y sin ambages como si no hubiera pasado más que un día desde la última vez que se vieron durante casi tres horas, hasta que están repletos de gaseosas y eructando el sabor de las Big—mac entre más risas. Todo es tan dulce y tan bueno. O al menos lo es hasta que inevitablemente llegan a esa parte que ambos han estado evitando deliberadamente durante todo ese tiempo a base de chistes malos:

Su vida personal actual.

Así que Levi es como un resoplido de "nada nuevo, pues" y Eren un carraspeo "muchas cosas nuevas que ya no son, solo un poco así".

—Mamá murió de cáncer hace casi dos años y me divorcié hace uno—masculla él, los ojos clavados en su vaso, raspándole los bordes con cierta fuerza, y Levi se atasca con las chispas de chocolate de su helado, tose varias veces antes de que Eren se levante para darle golpecitos en la espalda y ella pueda recomponerse.

—¿Todo bien?—le pregunta Eren, su mano grande y cálida haciendo círculos entre sus omóplatos.

—¿Mamá Carla está muerta?—farfulla ella, sus ojos se sienten húmedos y su garganta apretada. Una especie de culpa engarzándose en su corazón por haber tomado aquella estúpida decisión de huir y desaparecer. Ahora una de las personas que fueron lo mejor de sus entonces malos años ahora ya no existe y ella ni siquiera pudo decirle adiós, agradecerle por haber sido tan buena y dulce, hacerla sentir en casa y protegida. Ser la madre que no pudo tener.

—Si—responde él, muy bajo, casi un suspiro amargo.

—Oh, Eren, yo no...

—Está bien. Fue lo mejor—le corta él, su mano deteniendo sus movimientos, regresando a su silla—. Sufría.

—Lo siento—dice ella, tragando la bola de pelos que se ha pegado en su tráquea, sus manos haciendo puños en los bordes de su ropa—. Lo siento—repite, porque es todo lo que sabe que puede brindarle. Eren siempre ha odiado la compasión ajena. Ir y envolverlo en sus brazos no está en discusión—. Lo siento por todo—vuelve a decir, una última vez; y Eren parece tan incómodo.

—Déjalo—libera Eren, llevándose el vaso que antes había estado pellizcando a la boca. Da un trago y niega. El velo cristalino del llanto pegado a los ojos—. Discúlpame. Voy al baño—dice y se levanta. Y Levi sabe que es porque él no quiere que vea sus lágrimas.

Cuando Eren regresa casi más de diez minutos después, Levi se limpia apresurada sus propias lágrimas y el rostro, enderezándose. Eren le da una sonrisa quebrada, los ojos enrojecidos, y ella decide que deben cortar este hilo. Sacarlos de allí.

Ella carraspea mientras él vuelve a sentarse, el aire entre ellos ha dejado de ser suave y se siente como si fueran solo dos extraños en una misma mesa. Se rasca detrás de la oreja y es algo de "uhmm...¿tienes reservación para esta noche?", y él es un "no, pensaba regresar en el vuelo de medianoche" "es temporada alta, tonto. Que te quedarás varado" "Bueno, los moteles de paso se hicieron para eso, Levi..."

—Para rollos de mierda de una noche—dicen ambos a la vez (tal cual en la adolescencia ante el cuento de un nuevo amor golondrina de Eren), y la risa vuelve entre ellos otra vez, pero no llega a los ojos de ninguno.

Ella vuelve intentar aligerar todo, seguir la ruta de las tangentes—. Ni el matrimonio te puede quitar a ti los malos pensamientos ¿verdad? —y entonces ve como a Eren se le contrae el rostro, y se da cuenta que ha cometido un error, que olvidó que él también dijo que se había divorciado, y que joder, que gran cagada—. Bueno eso no importa, si—se revuelve ella en su silla, gotitas de agua condensada han hecho un charquito alrededor de su vaso—. Quédate en mi casa, te hare cocoa y tendremos pijamada. Como en los viejos tiempos ¿te acuerdas?

Él se ríe, como que recuerda ese tiempo, quizás de cuando ella le ponía sus faldas y vestidos hypsters y le decía que deberías mandar a la verga su verga para que ella pudiera tener más que una amiga, una hermana de penas de cuando los malditos cólicos menstruales le amargaban (más de la cuenta) los días.

—No quiero incomodar—dice él, sus hombros ligeramente más relajados de la incomodidad anterior.

—Bah—responde ella haciendo un aspaviento—. Al único que incomodarías seria a mi cactus y ese creo ya está muerto por dentro, nada más disimula vida, el muy cretino. Que debí haberte escuchado, las mascotas y plantas las debería buscar venenosas para así andarlas con verdadero cuidado.

Y Eren vuelve a reír, y está vez su risa si alcanza un poco sus ojos.

—Pobre, pobres bichos—suelta él, y es lo último antes de que se levanten, paguen la cuenta y bajan el estacionamiento para subirse al auto de Levi.

No hablan durante todo el recorrido, Eren con la vista hacia afuera, las manos retorciendo el (muy apretado contra su barriga) cinturón de seguridad, y Levi con la cabeza planeando que hacer para que su reencuentro no se sumerja en un estado gris y agridulce, de obtener una apertura para que este no sea el último. Que ellos retomen lo olvidado.

Él se sienta en la isla de la cocina, viéndola preparar la cocoa. El silencio dura poco, vuelven a hablar de trivialidades, es ella quien empieza esta vez, le habla de Kenny, ese tío vago que hacía escándalos en las reuniones escolares, el cómo se metió con un tipo con cara de ángel, pero es un mafioso, te lo digo yo, y que vive en las vegas, en un casino, toda la juerga del mundo, pues. Y Eren se ríe, ríe siguiéndole el cuerpo y los gestos con los ojos, la cabeza apoyada sobre los azulejos como un cachorro en espera, y es que tiene las Vegas, joder, todo el mundo encuentra la felicidad allí, que deberíamos ir tu y yo, que seguro te levantas un mafioso ruso sexy y yo quizás algún elefante de su colección, dice él todo divertido, pero Levi se enfurruña, se gira, dos tazas de cocoa caliente en las manos.

—Para eso, ya—le reprende—. No lo entiendo. Tú...—dice ella haciendo un gesto con la cabeza de recorrido de su cuerpo—…tú te ves...—se atraganta—...te ves jodidamente genial, bruto. Caliente—lo último es solo un hipido que muy probablemente Eren no escuchó, porque él niega, los mechones castaños de su cabello moviéndose en ondas sobre su rostro.

—Siempre fuiste diferente conmigo, Levi. Especial. Pero no tienes que ser 'gentil' en esto por eso. Sé cómo me veo, y no es ni un poco 'genial'. No tienes que mentir.

—Las mentiras no van conmigo y lo sabes, Eren. Hablo en serio—ella se apostilla al otro lado de la isla, estirando su mano para ofrecerle la bebida humeante—. Estás muy guapo, hombre. Y quítate ese condenado suéter que no quiero que te me desmayes de un golpe de calor y nuestra pijamada se acabé antes de comenzar.

Eren tuerce el rostro, se retuerce como un gusanito, pero después se está quitando el suéter y aceptándole la cocoa.

—Buen chico—dice ella y él hace un puchero que es atrapado entre los dedos femeninos en un rápido movimiento, haciéndole un piquito y un plop de beso tonto robado.

—¡Levi!—chilla él haciéndose el escandaloso y luego sonriéndose—. Hadita mala.

Ella se encoge de hombre—. Te lo ganas por estar de tonto.

—Decir ah, eso ya lo sabías de siempre.

—Pero no que lo fueras contigo mismo, por eso bien merecido mi maltrato.

—Ya, ya—consiente él, soplando su taza y dando el primer sorbo. Gimiendo de gusto—. Saben igual a los de mamá. Delicioso.

Ella asiente.

—Tú vieja me enseñó bien. Ya sabes que eran mi fascinación y Kenny era inservible para eso.

—Mamá era genial—suelta él entre dos sorbos más.

—Si. Mucho, muy genial.

Hay un silencio prolongado entre ellos durante varios minutos en donde solo beben y se encierran en sus metes, hasta que— Y…—Levi se apoya más sobre la isla—... ¿Qué hacemos?

—No sé—dice él, elevando los hombros—. Pero ponerme tú ropa ahora no va a funcionar, esquelética (1)

Y esta vez ambos ríen.

—¡Jodete, Jeager!—suelta entre risas ella—. Veamos la última temporada de GoT, entonces. ¿La has visto?

—Aún no, me he estado absteniendo. Dicen que es una putada.

—Sí, lo es—concuerda ella—. Y por eso llamaré por algunas pizzas. Uno solo aguanta golpes con tripa llena.

—Concuerdo—le consiente Eren.

Levi está hablando de que la Señora de la Isla del Oso le recuerda a Eren cuando la pizza llega. Son 4 cajas y Eren está como "ah, no puedo creer que ordenaras tantos y todos mis preferidos. Que hadita tan buena tengo" mientras ya empieza a comer de las rebanadas y Levi es solo "pero que zalamero te has vuelto, bruto" riendo y poniendo los capítulos a correr.

Ellos chillan emocionados ante las palabras tan firmes de la pequeña Lady Mormont, lloran a lágrima viva (y beben de la botella de vodka que Levi se levantó a traer y no recuerda haberlo hecho) cuando el gigante de hielo la rompe como ramita y si es una putada esta temporada, carajo, después son vítores mientras Daenerys arrasa Desembarco del Rey porque "esa chica me agrado siempre y eso nadie me lo quita" "a ti solo te agrada porque ella se puso loca como tú" "pues sí, y de todos modos no hables, comal. ¿Que no es por eso que yo te agrado, acaso?" "Pues sí, sí, bruto, y dame acá el vodka que está mierda viene peor, sufre conmigo bastardo que yo ya sufrí una vez" y son finalmente a las tres y unos tantos de la mañana que Eren grita, se revuelca "y eres un mierdoso Jon, te pareces a mi ex mujer, traidor, traidores los dos, ojala se te sequen los huevos, cabrón", y es allí es donde Levi, toda muy borracha y desinhibida, se le olvidan algunas cosas, y se va sobre él llorando de la misma manera, lo abraza, consuela "que el amor es una putada, bruto. Una putada en la que siempre caemos" mientras le da besitos sobre las mejillas y la frente, besitos que en algún momento ninguno de los dos sabe cuál de los dos es el que lo giró para que se fueran a los labios, y después los deja tieso, como si un rayo los hubiera atrapado y partido a la mitad en el lugar. Se ven, mucho y muy hondo y se vuelven a besar. Y luego todo es un borrón. Así como que muy inundados los dos del alcohol, despecho y amargura por ese final tan desgraciado que casi parece restregarles en la cara sus propias suertes en ese ámbito particular. Que sucede. Todo así, muchos besos, ropas a medio sacar, piernas y manos enredadas, caricias torpes, respiraciones agitadas, gemiditos mezcla de dolor y placer, uy esta mierda duele, pero ay si, si, ricooo que acaban en temblores orgásmicos, calor y electricidad en sus interiores, y desmayos de cuerpos vencidos.

Es muy entrada la mañana cuando Levi despierta, la resaca acribillándole las sienes, tiene la cabeza adolorida y en partes que ella no recordaba que una borrachera podía hacer doler, pero luego está allí el click de lo sucedido en las horas anteriores y es que se levanta, se impulsa de un tirón de la cama en donde está y busca.

Pero está sola.

Y cuando sus ojos caen en la blanquecina nota con un Lo siento en la caligrafía apretada de Eren sobre su mesita de noche, se da cuenta que el pasado no debe revolverse manteniendo los mismos sentimientos del ayer y que ella ha sesgado el único cariño externo que le había sido tan bueno, todo por sus estúpidos anhelos. Se marea, el vómito le sube por la garganta, corre entre tropezones al baño y acaba con la cabeza metida en el inodoro, el sabor de la bilis y el salado de las lágrimas en los labios.

En un taxi rumbo al aeropuerto, Eren con las manos sobre la cara, cubre su llanto silencioso, culpándose de la misma manera que Levi.

Ambos equivocados en sus respectivos sentires. Errando más en las decisiones que toman bajo el pensamiento que han herido y no quieren dañar más. Decidiendo de la misma manera que tantos años atrás y que separó sus caminos, y les costó la felicidad.

El segundo (y verdadero) lanzamiento de sus vidas, perdido.


(...)


Levi desinstala Facebook y Messenger, decide no buscar más y enterrar todo, se dice que es momento de renovarse, liberarse de los 'podría' y deja que todo se escurra en su vida, y es así que, dos meses, en una caminata lenta bajo una lluvia de primavera que conoce a Anthony, cabello rubio y ojos azules de cielo amables, nerviosos, el tipo que choca contra ella y la manda al suelo, le ofrece un café en recompensa, le devuelve la sonrisa con sus palabras suaves, dulces y hermosas, y con el que ella empieza una relación un mes después.

—Los Ackerman tenemos un lío con los rubios—granza entre carcajadas Kenny sacando la cabeza detrás de Uri, interrumpiendo su video llamada trimestral.

—Vete a la mierda—dice ella, pero también se está riendo y la conversación se hace una de las más largas que ella ha tenido con ellos. Ella no les habla de Eren, de la noche de fin de año, ese es un secreto suyo, un error que se guardará para siempre, enterrando el pasado en lo que es. En cambio, sonríe y dice que Anthony es tan todo lo que buscaba que le he a derribado (que por eso va todo tan rápido como no muy ella), que se siente feliz y que está segura que esto es su destino, que ha valido la pena esperar, que ya no se preocupen de su soledad, que ahora estará bien.

Y en verdad Levi se mete tanto sus propias palabras entre en el encéfalo y el corazón, que acaba haciéndoselo realidad en todos los sentidos. Se enamora y se muda con Anthony dos meses después. Y es verdaderamente feliz.

No vuelve a pensar en Eren, ni en culpabilidades, ni anhelos, ni podrías hechos para el fracaso, o al menos no hasta nueve horas después de la mañana de sábado que Anthony le llama y le pide el favor de que si puede llevarle un sobre con documentos para su clase en la universidad, donde él trabaja en el facultad de leyes, y en el que un chico triste, demasiado triste y amargado (ella lo sabe al verlo los ojos, porque alguna vez ella tuvo esa misma mirada durante mucho tiempo) de la vida, pensando en encontrar consuelo en sembrar más dolor y tristeza arremete con metralleta en mano los pasillos del lugar, una de esas balas le atraviesa el pecho tan solo diez segundos después de que vea como en cámara lenta que otra pasa entre el estómago de Anthony, toda una pesadilla. Cae, la sangre vertiginosa brota de su interior y la envía a la oscuridad incierta de la cual (ella pensó no lo haría) despierta, solo para encontrarse sumergida en el pequeño infierno producto de sus tontos (y malditos) sueños.

—Ella tiene veinte semanas de embarazo, es ilegal sin el consentimiento de los padres, y ni el padre y ni ella están en condiciones de tal cosa. Tengo las manos atadas. Entiéndame por favor, señor—dice el médico a los pies de su cama. Kenny también está allí, los manos como garras sobre los hombros del pobre hombre que tiembla cual hoja.

—¡Soy su tío, joder! Eso es lo mismo de válido que ellos dos, sácale al bastardito y sálvela. Yo asumiré lo demás.

—Lo siento, lo siento, pero no puedo—farfulla el galeno y se escurre de entre las manos de Kenny que da dos pasos atrás y deja la caer la cabeza entre el hueco de Kenny, sollozando, de la misma manera que Levi desde la cama empieza a hacerlo, el dolor irradiando desde el centro de su caja torácica, el cansancio agónico de que la vida se le está escapando, mientras el sonido mecánico de su corazón es repetido por la maquinita que lo monitorea y acompaña el ventilador que le inyecta el aire a sus pulmones que ella al aparecer no puede por sí misma, pitando ambos ante sus reacciones, alertando a los dos hombres en la habitación que se giran hacia ella y le devuelven una mirada de honda pena.

Ella está embarazada, embarazada de un niño de Eren, y del que ahora debe deshacerse, dejarlo atrás como lo había hecho de sus deseos ingenuos con su padre, para continuar su vida, retener el quizás de la felicidad que había alcanzado.

La vida es una cagada bella pero muy perra.


Notas finales y aclaraciones:

(1) Esquelética: Si alguien ha visto la película "Norbit", sabrán que esa es la forma que Rasputia la 'mala de la pelicula' le dice a la protagonista.

Les había dicho verdad que esto sería un cliché tele novelero y todo eso, pues ya ven. Solo que creo que se me pasó un poquito la mano. Nada más un poquito si (XD)

Ahora, lo único medio no tan cliché es lo de Eren gordito, ay, mi Heremcio como pastelito a mi si me hace lindo, y ya pues que, si ha habido fics con Levi gordito, el Erwin gordito (solo le di una ojeada por curiosidad), yo también quiero uno con mi Eren pachón y que no solo esté en inglés (cries)

Muchísimas gracias a d. teufell (que ella no sabe pero en parte lo del ChubbyEren! Ella lo inspiró con uno de sus bellos arts), perdona que te rompa el corazón en este cap, pero prometo todo viene mejor, a Gatitadeluna que sos mi sol, amore, y a Frozen Marsdess por sus ojos en revisión de este fic y quien me animó para la continuación.

A los demás que leen, gracias igualmente.

Los amo.