Resumen: El corazón no entiende de razones, es por eso que aunque hubiesen un millón de razones por las que deberían dejarlo, había un gran pero que anulaba cualquier argumento. Así que a pesar de los años, a pesar del daño causado, ambos siempre estuvieron anhelando un nuevo encuentro para al menos, por un minuto, tan solo sentir el aroma del otro.
Ranma 1/2 no me pertenece. Hago esto por diversión pero si quisieran pagarme por hacerlo, pues por mi no habría problema (broma).
Bien, antes de comenzar a leer hay algunos puntos que me gustaría tocar.
¡Advertencia!: Este fanfiction toca temáticas fuertes como muerte y aborto (este último realmente es un tema susceptible para algunas personas así que recomiendo que si no les gusta el tema se abstengan de leer o sino leen bajo su propia responsabilidad) esto lo digo porque no quiero malos tratos o insultos o comentarios "pro-vida", ustedes pueden opinar lo que quieran con respecto al tema pero aquí realmente no porque no me interesa leerlos. También quiero destacar que amo con locura el Hurt/confort y que no se preocupen porque a pesar de todo amo los finales felices, felices a medias a veces pero al fin y al cabo felices (un claro ejemplo de esto es mi primer fanfic "Destinados" que si no lo han leído las invito a hacerlo, si no quieren pues está bien).
Lo segundo y no por eso menos importante, son los saltos en el tiempo del faanfic, espero dejarlos claro, según yo más claro no puede ser (a mi no me agrada muchoo hacerlo así porque siento que quiebra mucho con el desarrollo de la historia pero esto nació siendo así -con saltos en el tiempo- así que espero quede claro.)
"." Seguillida de puntos (hacía abajo) salto en el tiempo. Cuando hay una línea quebrando la narración es porque se sigue con el mismo contexto temporal pero han pasado minutos u horas e incluso semanas pero siguen siendo el mismo año, ¿me explico o lo enredé más? Como sea, espero que mientras lean quede claro.
Sin más que decir -por ahora- les dejo con mi nueva historia.
Disfruten!
~.~.~Un millón de razones.~.~.~
Segunda parte
«¡Eres un maldito malnacido!».
Si era sincero consigo mismo debía admitir que la segunda hija de Soun Tendo siempre le había dado una ligera pizca de miedo. Pero, ¡demonios!, ¿a quién no? Obviamente que solo al loco de Tatewaki Kuno aquel miedo no le era un impedimento para conseguir aunque sea un poco de atención por parte de la chica.
La castaña hermana de Akane siempre había sido tan frívola, tan calculadora y astuta, que asustaba.
Era demasiado inteligente para cualquier ser humano común.
Y siempre parecía poder leerte los pensamientos con aquellos ojos marrones tan parecidos y diferentes a la vez a los ojos de su ex novia.
Sin embargo, en ese momento y por primera vez en la vida Ranma la vio perder los estribos y el control.
Con una lentitud de película de terror volvió su rostro hacia el frente, sintiendo su mejilla arder con furia, sabía que tenía la mano de la mujer marcada en su piel a rojo vivo. ¿En qué momento Nabiki había sacado tanta fuerza?
Cuando su mirada volvió a pegarse en el rostro crispado de la castaña, pudo notar como las lágrimas habían aparecido en aquellos cansados ojos. El temblor en su cuerpo delgado era evidente y se preguntó de dónde provenía toda aquella rabia.
Nuevamente un sabor amargo se instaló en su boca, sintiendo su saliva pastosa.
—Amor... —tentó Kuno desde atrás, Ranma elevó su vista y se topó con los pequeños y azules ojos del hombre quien a pesar de estar hablándole a su mujer, lo miraba fijamente, también parecía no dar crédito a lo que veía. Dio un paso hacia la espalda de su mujer y susurró con suavidad—, no vale la pena.
¿Auch?, Kuno diciendo aquello realmente le dolía aún más de lo que creyó que podría doler. Es decir, no es como si aquello fuese nuevo, muchos años atrás había dicho lo mismo de él, a diferencia de que aquello se lo estaba diciendo a otra Tendo un poco más pequeña tanto en estatura como en edad.
El artista marcial dio un paso hacía atrás con lentitud, no queriendo alterar más a la chica frente de él que seguía mirándolo con un odio que parecía desprender de cada poro de su cuerpo. Kuno, entonces, por fin cerca de su esposa, puso ambas manos en sus hombros y masajeó con suavidad.
—Oh, amada mía, mira cómo te haz estresado... Él no merece estos nudos de tu espalda —habló de aquella forma tan poética de siempre, Ranma recordó las arcadas que solían darle cuando eran muchachos y comenzaba con su charlatanearía barata sacada de alguna novela de Shakespeare.
—Pero, pero... —Nabiki se giró y miró a su marido a los ojos—, por su culpa —susurró—, estoy segura, tan segura que es por su culpa...
El hijo de Genma sintió el piso temblar bajo sus pies. Torció el gesto y estuvo tentado a preguntar qué sucedía de no ser porque sabía que no tendría ninguna respuesta por parte de Nabiki, sin embargo, se estaba asustando realmente. ¿Qué era su culpa?, ¿algo le habría sucedido?
Abrió su boca, sin poder evitarlo, ya no estaba aguantando la incertidumbre.
Vio como Tatewaki acunó el rostro de Nabiki entre sus brazos y la cercó a su pecho acariciando suavemente su melena castaña. Ella seguía temblando y estaba seguro de que alguna lágrima cayó por su avejentado y cansado rostro, sin embargo, cuando se separó del refugio de su esposo y pegó sus ojos en él, Ranma no divisó ningún rastro de llanto.
—Será mejor que te vayas, Saotome —soltó la mujer con veneno en su voz—, ya no eres bienvenido por aquí.
Eso realmente le dolió. Torció el gesto.
La pareja entonces le dedicó una gélida mirada para luego girarse y comenzar su caminata al contrario de por donde venían caminando antes de cruzarse. Él avanzó un paso y soltó en voz alta.
—¿Le ocurrió algo? —preguntó.
Nabiki detuvo su paso, en consecuencia Kuno también lo hizo. Ella giró su rostro apenas noventa grados, sus ojos se pegaron en él como dos afiladas cuchillas y escupió.
—¿No crees que es muy tarde ya?, son como cuarenta años tarde para que comiences a preocuparte por ella, Ranma...
Y siguió su camino, para cuando la sombra del matrimonio ya no fue visible, no pudo aguantarlo más y corrió, literalmente, hacia su casa.
Seguía igual a como la recordaba, pequeña, encantadora con el toque femenino que su madre siempre le había dado. Tiró su bolso a un lado de la entrada de la casa, en el ante jardín y abrió rápidamente la puerta corrediza, se descalzó con torpeza debido a lo apresurado que estaba y corrió por la casa en busca de la silueta de su madre.
Fue directo a la cocina, porque sabía que su madre amaba cocinar y cuando la halló frente a la estufa revolviendo una gran olla, no pudo evitar soltar con presura.
—¿Qué le sucedió a Akane?
Su madre giró su rostro y abrió sus ojos tan grandes que Ranma creía que en cualquier momento estos se le saldrían de las cuencas, la cuchara de palo con la que estaba revolviendo el contenido de la olla resbaló de su mano y cayó produciendo un sordo ruido en el suelo.
—¿Ra-Ranma? —su labio tembló—, ¿eres tú?, ¿realmente eres tú?
Él avanzó hacía la cocina con la mirada seria y firme, mientras asentía.
—Sí, mamá —respondió y se colocó frente a ella—, realmente soy yo.
—¡Oh, por todos los cielos! —y la anciana mujer se largó a llorar mientras pegaba su menudo cuerpo al grande de su hijo y lo estrechaba entre sus brazos con vehemencia—. Te he echado tanto, tanto de menos, hijo mío... Por fin, por fin vuelves...
Él la estrujó entre sus brazos. No la recordaba tan baja y tal y como lo imaginó, el cabello de su madre estaba tan blanco como la tiza, quizás se había cansado de los productos químicos.
—Yo también te he extrañado, mamá... Perdóname.
Su madre entre sus brazos asintió mientras sollozaba.
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Cuarenta y un año atrás
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Primavera
—Hola.
Elevó su vista y la vio en el umbral de la puerta de su nueva habitación. Lo miraba tímida con los brazos a su espalda y los ojos ligeramente enrojecidos, clara señal de que había estado llorando. El pecho le dolió al imaginar que muy probablemente el culpable de aquellas lágrimas había sido él mismo.
—Ven aquí —susurró levantándose de su cama y acercándose a Akane para estrecharla entre sus brazos—. Perdóname, Akane. Es solo que...
—¿No quieres que vaya? —preguntó y se separó de él unos centímetros para verle el rostro. El gesto de disconformidad que cruzó sus facciones fue inevitable y sabía que la peliazul pudo notarlo de inmediato—. Si no quieres que vaya yo puedo...
Sacudió entonces su cabeza de manera negativa, se soltó del reconfortante abrazo que en ese momento le estaba brindado y dio un paso hacía atrás. Revolvió sus largos cabellos desordenando un poco su bien elaborada trenza y bufó mientras se sentaba en la cama.
—No —murmuró con suavidad sin devolverle la mirada, sintió un peso a su lado y notó la presencia de la chica a su costado, su corazón latió presuroso en su pecho—. Tienes que ir, lo sé —pegó sus ojos azules en ella y sonrió con tristeza—, es solo que la idea de ya no estar todo el día juntos como lo hemos estado todos esto años me produce como... —se volvió nervioso y se cacheteó mentalmente, ¿realmente volvería a la timidez? Suspiró—, como un vacío.
La chica pareció enternecida ante sus palabras. Buscó con sus manos las suyas y las entrelazó con suavidad. No podía evitar sentir esa sensación de querer detener el tiempo y vivir ese momento por siempre, cogiendo la mano de Akane, en su habitación, sin tantos dramas, solo los dos, juntos. Algo dentro de su pecho dolió sin saber muy bien el porqué.
—No me iré realmente, Ranma, lo sabes, ¿verdad? —lo miró fijamente con sus ojos castaños brillando como nunca, apegó más su cuerpo al suyo en la cama y se irguió para alcanzar sus labios en un suave y casto beso—. Quizás siquiera me quedé a vivir en la misma universidad y vuelva a casa cada día después de las clases...
Ranma bajó su vista y con su pulgar acarició el dorso de su mano.
—Eso sería agotador para ti —respondió y sonrió, esta vez la sonrisa si alcanzó a llegar a sus ojos—. Yo podría ir a verte cada día, tu sabes, algunas veces podrías venir —se encogió de hombros—, podremos con esto.
Ella asintió.
—Podremos —sonrió y lo miró coqueta—, además, por mientras tendremos dos meses de vacaciones para disfrutar solo los dos.
El artista marcial se sonrojó violentamente, sin embargo, la sonrisa en su rostro creció y la miró fijamente, ella se levantó con lentitud y una sensualidad que no había notado antes que tenía, se subió a sus piernas y se sentó a horcada sobre él.
—¿Y sabes qué más? —dijo sobre sus labios, con los ojos cerrados y enredando sus dedos en los cabellos azabaches del joven—. Tu madre me abrió la puerta y me dijo que te avisara que estaba saliendo a comprar víveres... Así que creo que tendremos por un tiempo la casa para los dos solos.
Él enarcó una ceja, maldita pervertida, pensó para luego con sed atrapar sus labios y arrebatarle un beso hambriento.
Sus manos abrazaron su espalda y la estrujaron en contra de su cuerpo sintiendo sus senos pegarse a su propio pecho. Sus labios saborearon sus carnosos labios carmesí, su lengua se introdujo en su boca y jugueteó con la de ella, sus manos bajaron al inicio de su vestido de clases y lo comenzó a subir con urgencia, se separaron y el uniforme voló por la habitación. Akane pegó sus manos en cada mejilla de él y unió nuevamente sus labios.
Ranma podría sentir su urgencia, sentía cómo estaba necesitándolo en ese momento tal y como él la estaba necesitando.
Comenzó a desabrochar con torpeza cada botón de su camisa, sin dejar de prestar atención a su boca. Sintió como su excitación se incrementaba con cada beso, con cada caricia, con...
—¡Ranma! —el gritó que llegó a sus oídos lo paralizo, un segundo después y por impulso se vio empujando a Akane, esta cayó al piso, semi desnuda.
Su madre estaba roja y los miraba a ambos desde el umbral de la puerta abierta.
¡Jodida suerte!
«No más sexo pre-marital.»
Esas habían sido las palabras de su madre, aunque Ranma pudo ver un brillo en la mirada de Nodoka que gritaba a los cuatro vientos que no les creía cuando ellos dijeron que no volvería a pasar. No volverás a descubrirnos, pensó el muchacho en ese momento, porque de que iba a seguir haciéndole el amor a Akane, iba a seguir haciéndolo y por mucho que a su madre no le gustara, pues, le valía.
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Actualidad
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—No esperaba visitas —su madre se limpió la mejilla con su delantal de cocina, quitándose el último rastro de lágrimas que habían caído desde sus ojos. Sorbió por la nariz y sonrió con melancolía—, no preparé mucha comida pero puedo...
—Estoy bien, mamá —le cortó él mirándola con escudriño—, pasé donde Ukyo antes y comí con ella.
Nodoka pareció contraer el gesto en una mueca de enfado, se volvió a la cuchara de palo que seguía tendida en el piso y se acercó para recogerla. Estuvo apunto de agacharse con una mano puesta en la cadera, sin embargo, Ranma fue más veloz y la tomó entre sus dedos. Se la tendió.
—Gracias —le sonrió suavemente y caminó de vuelta a la olla para volver a revolver con suavidad—. De igual manera puedo echarle más agua y agrandar la comida, cariño. El viaje te debe tener hambriento.
No quiso rebatirle. No tenía hambre, pero tampoco pensaba dejar a su madre comiendo sola, no al menos mientras él estuviese en la misma casa
La mujer de blancas canas soltó un suspiro.
—Mamá... —Ranma la miró ansioso, buscando sus ojos marrones—, por favor, dime —los ojos de su madre se pegaron de lleno en él, la miró con una pizca de desesperación—. ¿Ella está bien? —preguntó.
La anciana bajó su vista hacia el suelo y luego volvió a pegar sus ojos en la olla, se giró y se acercó a la tetera que parecía tener un poco de agua en su interior, lo tomó con sus frágiles dedos y la llevó de vuelta a la comida que se cocinaba sobre el fogón, todo aquello lo realizó con un silencio sepulcral.
—Mamá —su voz salió aprensiva mientras su madre echaba el agua en la olla y volvía a revolver, necesitaba que le dijese algo sobre aquello, cualquier cosa para poder tranquilizarlo.
Nodoka apagó el fuego, le dio una probada a la sopa y soltó una exclamación de satisfacción.
—Está rica —murmuró—, ve a lavarte las manos para que comamos.
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Cuarenta años atrás
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Invierno
Nunca pasó nada de lo que habían acordado en un principio.
Él prácticamente estaba viviendo con Akane en su piso en donde convivía con Neiko, su compañera de facultad, quien cada semana llevaba chicas diferentes con las que se acostaba o formaba una "relación seria" de un par de días. La chica parecía tener problemas con las formalidades.
Para Ranma las cosas estaban resultando bien, a pesar de que algunas veces le resultaba agotador tener que viajar todos los días de Tokio a Nerima y de Nerima a Tokio para cumplir con sus obligaciones en el dojo Tendo, las cosas parecían estar yendo de maravilla. Y con Akane mucho mejor, su relación realmente iba de viento en popa, a pesar de que seguían teniendo algunas veces discusiones sin sentido, ahora sus reconciliaciones eran realmente memorables y aquello sí que le gustaba.
Aquel día, mientras iba de vuelta a Tokio, se arrepintió de no haber hecho caso al sujeto del tiempo. Habían pronosticado lluvia y él lo dejó pasar, simplemente porque le gustaba caminar bajo a esta, pasando por alto que realmente caminar bajo la lluvia no era algo muy inteligente debido a su condición.
Tres cuadras antes de llegar al piso en donde estaba conviviendo con su chica la lluvia comenzó a caer, empapándolo por completo en menos de medio minuto.
—Maldición —masculló con su voz afeminada. No supo porqué no había salido con el jodido paraguas para haber evitado el cambio.
Nadie pareció prestar atención en él/ella, por lo que nadie se dio cuenta de que su cuerpo alto y robusto se había convertido en uno menudo y de curvas pronunciada.
Se metió las manos en los bolsillos de sus pantalones holgados y caminó con mayor velocidad hacia el departamento. Akane todavía no había salido de sus clases y él esperaba irla a buscar, aunque obviamente no quería ir en esa forma.
¿Akane lo besaría estando así?, fue una pregunta que le rondó en su cabeza, últimamente el cambio lo tenía tarde mal y nunca, pues estaba siendo precavido con aquello, no quería pasar incomodidades con ella, aunque la chica nunca había dicho nada al respecto.
Entró rápidamente al acogedor y caliente departamento, se sacudió su mojado cabello en la entrada y tuvo un ligero escalofrío debido al cambio de temperatura.
—¿Tú quién eres?
Se giró con una ceja alzada.
—¿Uh?
Neiko, la compañera de Akane estaba saliendo del pasillo con un pijama de polar cubriendo su menudo cuerpo. La miraba curiosa con los brazos cruzados a la altura de su pecho y con su larga melena castaña atada en una alta coleta.
—¿Cómo es que tienes llaves? —preguntó la chica con curiosidad, acercándose a él.
Ranma torció el gesto y cuando iba a responder rápidamente recordó que estaba empapado por la lluvia y que realmente no era su cuerpo en ese momento. Se observó a si mismo y luego soltó una risilla nerviosa.
—Bueno... Yo...
—¿Por qué tienes llaves? —volvió a preguntar la muchacha.
—Eh... Pues —se llevó una mano hacia su nuca y se la rascó con nerviosismo evidente—. Soy... La hermana de Ranma, él me pasó su copia...
La castaña la observó de pies a cabeza mientras asentía ligeramente y se acercaba al sofá, apoyando su cuerpo en el respaldo.
—Comprendo —dijo—, eres muy parecida a él, en verdad... ¿Cómo te llamas? —ladeó su rostro, mirándola con escudriño.
Él se sonrojó.
—Eh... ¿mi nombre?
Ella rió.
—Supongo tienes uno —dijo encogiéndose de hombros.
—¡Por supuesto! —masculló el artista marcial y soltó una risotada que se oyó muy falsa en sus oídos—. Me llamo... Ranko.
Neiko le lanzó una mirada que al cual él estaba muy acostumbrado, sin embargo, era extraño que transformado en una chica recibiera aquella misma mirada por parte de otra. Se sonrojó ligeramente cuando la muchacha dejó de apoyarse en el respaldo del sofá y dio un paso hacia él.
—Y dime Ranko, ¿te gustan los chicos? —preguntó directamente.
Enarcó las cejas y no pudo evitar la mueca de asco que cruzó sus facciones.
—¡Claro que no! —medio gritó sin saber muy bien porqué, aunque sí lo sabía, él no podría decir que sí si realmente no era así y porque fue un impulso al ser siempre blanco de burlas por partes de quienes conocían su condición.
La compañera de piso de su novia sonrió de oreja a oreja, descruzó sus brazos y dio otro paso hacia él de manera coqueta.
—Eres muy guapa —le aseguró acercándose con peligrosa lentitud—, podríamos conocernos mejor, ¿no crees?
—N-no... —masculló, temerosa, nunca había sido bueno sacándose a sus pretendientes de encima, aquella más bien era tarea de su pareja.
—¿Por qué no? —Neiko hizo un puchero en su rostro.
—Es que y-yo... —pegó su espalda en la puerta de entrada, viendo a la castaña más y más cerca de él.
—No te pongas nerviosa, Ranko —susurró sonriendo—, apuesto que no tienes mucha experiencia... Yo te puedo enseñar —y le guiñó un ojo.
Y no pudo aguantar más, vivió por años rodeado de locas que querían a la fuerza obtener algo de él y sabía muy bien que si se quedaba, Neiko no lo dejaría tranquilo, además asumiendo que lograba meterse a la ducha, ¿cómo le explicaría que a pesar de que "Ranko" había entrado había salido él?
Rápidamente tomó la perilla de la puerta y salió con agilidad. Cerró tras su espalda y corrió escalera abajo para luego poder salir a la calle. La lluvia ya no caía con intensidad y se notaba que dejaría de llover pronto. Suspiró, lo mejor sería llegar con Akane a casa y a pesar de que la idea de tener que ir a buscarla en ese estado no le gustaba para nada, se resignó y comenzó a caminar calle abajo, completamente mojado y aún un tanto nervioso por lo ocurrido con anterioridad.
Siendo chica no había tenido un problema así con otra, si con hombres pero con mujeres jamás y a pesar de que no era tan molesto como tener que sacarse de encima a Kuno le produjo cierto escalofrío. Nunca creyó que tendría un problema de ese estilo con la compañera de Akane, ya que al ser lesbiana siquiera le había dado una mirada, incluso cuando él salía semi desnudo de la ducha. Su novia tampoco había tenido un problema con ella, ya que según la castaña, la peliazul no era realmente de su tipo. En ese momento Ranma se impresionó, ¿quién demonios podía estar tan loco como para no asumir que Akane era del tipo de cualquier persona?
Se alegraba de que la universidad de su pareja estuviese muy cerca del piso, así que apenas habían pasado siete minutos caminando cuando llegó al campus, sabía muy bien dónde debía encontrarla.
La lluvia había cesado por fin y las nubes habían dado paso a un sol que realmente no calentaba a nadie, pero que sin embargo él agradeció mentalmente, al menos no corría tanto viento y su ropa podría secarse aunque sea un poco.
Esperó apenas diez minutos para cuando la divisó, caminaba con un oscuro abrigo que tapaba su bello cuerpo y un gorro azul que parecía perderse con su cabello. Sonrió y es que siempre sonreía cuando la veía, sin embargo, cuando notó que no iba sola se sintió ligeramente molesto.
No es que no quisiera que su novia hiciese amigos dentro de la universidad, es solo que aquel grupo que formó apenas la primera semana de entrar no le agradaba del todo. Era conformado por dos horribles chicos y una joven de cabello oscuro y grandes ojos negros. La chica le caía bien, parecía ser una muy buena persona y no se entrometía casi nada en su relación, en cambio los otros dos muchachos del grupo parecían criticar todo lo que hacían ellos.
Bufó.
Akane apenas lo vio hizo una mueca de extrañeza, le dijo algo a sus amigos y estos se despidieron con gestos. Se acercó sola a él cargando su mochila.
Volvió a sonreír.
—Hey —le dijo.
Ella le devolvió una sonrisa y acarició con dulzura su trenza húmeda.
—Olvidaste el paraguas —le comentó mirándolo con ternura. Él suspiró.
—Lo hice...
—Estás mojado —mencionó lo obvio.
—No me digas...
Akane torció el gesto.
—¿Por qué estás molesto? —preguntó.
Realmente él no estaba molesto con ella, es solo que sin poder evitarlo siempre terminada descargándose con la chica cuando no tenía buenos días o momentos, tal y como había sucedido una media hora atrás.
Suspiró.
—No quería venir a buscarte en este estado —confesó.
Ella se sonrojó ligeramente.
—Oh... —miró entonces hacia atrás y luego hacia sus lados, como si estuviese buscando algo, luego, tomó su mano y lo corrió hacia atrás del árbol, cerca de la gran muralla, en donde nadie podría verla. Entonces, tiró su mochila y lo abrazó con suavidad—. No me importa realmente.
—Pero... —comenzó él a quejarse.
Unos segundos después, el rostro de su novia estaba a centímetros del suyo, sus labios casi rozaban los propios y podía sentir el aliento a menta mezclado con algo dulce, siempre olía tan bien.
—Sigues siendo tu, Ranma —le aseguró—, siguen siendo tus pensamientos, tus sentimientos, tus labios, tus manos... —lo dijo tan suave y de una manera tan sensual que él se sintió derretir. Ella estaba un poco erguida para mantener sus labios a la altura, apenas un movimiento y se estarían besando.
Se sonrojó.
Tenía razón, sin embargo, seguía sin ser lo mismo.
Dio un paso hacía atrás, alejándose de ella. La peliazul lo miró ligeramente frustrada y carraspeó.
—Intenté tomar una ducha antes de venir a buscarte —comentó para romper con el tenso silencio que se había instalado entre ambos en ese momento—, pero me encontré con Neiko y creo que le gusté en esta forma.
Su chica pareció volver a la realidad, después de que él se alejó ella pareció realmente dolida, sin embargo, al escucharlo a hablar pareció que aquel dolor se había simplemente ido.
—¿Qué? —preguntó enarcando ambas cejas.
Sonrió.
—Eso —ahora parecía divertirle la situación, o quizás lo hacía simplemente para diluir la tensión del momento—. Al verme me ofreció... Conocernos más.
Akane se sonrojó, parecía ser que aquello le estaba molestando realmente.
—¿Conocerse más?
Se encogió de hombros.
—Tú sabes, seguro me estaba ofreciendo tener sexo con ella.
La chica entonces apretó sus manos a los costados de su cuerpo, sus ojos —siempre grandes— parecieron crecer aún más, infló los mofletes y se giró rauda.
—¡Me va a oír! —chilló mientras se giraba, agarraba su mochila y comenzaba a caminar apresurada.
—¡No, Akane, espera! —le gritó él deteniéndola antes de que siguiera su camino—, no le dije que era yo, ¿entiendes? Ella cree que soy la hermana de Ranma, Ranko.
Ella torció el gesto mirándolo extrañada.
—¿Ranko? —cuestionó—, ¿por qué no le dijiste simplemente que eras tú? —le preguntó.
Ranma la miró como si estuviese loca, se alejó un paso de ella y cruzó sus brazos justo encima de sus exuberantes pechos.
—¿En serio crees que le diría algo como esto? —preguntó—, ¿lo crees en verdad? —sintió como la ira recorría sus venas junto con su sangre—. ¡Como si quisiera que el mundo se enterara de esta maldición!
Akane contrajo el gesto.
—¿Qué tiene...?
—¡Me da vergüenza! —le contestó y pareció atraer miradas curiosa, miró a los curiosos con molestia y luego volvió su atención a su novia—, ¿en serio crees que esto es algo que quiero que el mundo conozca de mi? ¡Ni de broma!, he sido blanco de burlas por años debido a esto y crees que iré por ahí contándolo a medio mundo, ¿estás loca?
—No creí que te molestaba tanto —susurró apenada.
—Pues ya ves que sí —masculló.
—Lo siento —dijo entonces y bajó la vista, se sintió culpable por una milésima de segundo y luego, cuando pensó disculparse, ella levantó su vista y lo miró—. Los chicos me dijeron que fuéramos a comer pizza, no hemos comido durante todo el día por estar haciendo un trabajo, si quieres puedes ir al departamento y me alcanzas en la pizzería —cambió el tema tan radicalmente que Ranma se extrañó, pestañeó un par de veces y luego sacudió su cabeza.
—Ni de loco vuelvo solo al departamento con Neiko ahí.
Nunca había estado él transformado en chica con el grupo de amigos de Akane.
Obviamente los muchachos le coquetearon apenas la vieron, sin embargo Ranma les dio miradas asesinas a ambos y lo dejaron en paz.
Akiko, la amiga de su novia, le sonrió con dulzura mientras esperaban la comida.
—Entonces eres la hermana menor de Ranma —le dijo como para sacar conversación con él, la chica parecía siempre querer incluir a las personas nuevas a su pequeño grupo—, tienen un parecido asombroso, pero tu eres más linda —y le guiñó un ojo con diversión.
Rió nervioso.
—Es gracioso —comentó Ryu, el más alto del grupo—, Akane parece no poder despegarse de tu sangre, ¿sabes? Se la pasa pegado al noviecito que tiene, casi como sin él no pudiese hacer nada.
—Es porque se aman —respondió en el cuerpo de chica, frunciendo ligeramente el cejo. Otra vez involucrándose en lo que no les importa, pensó con molestia que cubrió sus facciones y que no se molestó en ocultar.
El rubio rió y asintió.
—Bueno, por ahora...
—¿Qué quieres decir? —preguntó con una ceja alzada, sintió la mano de Akane a un lado de él colocarse en su rodilla bajo la mesa.
—¡Vamos! —habló esta vez Isamu, a un lado de su amigo—, todos sabemos que las relaciones de la preparatoria no duran nunca para toda la vida, ¿por qué tu hermano y Akane serían historia diferente?
Él estuvo a punto de contestar, sin embargo, Akane fue quien le respondió, sin perder los estribos.
—Porque Ranma y yo somos la excepción a la regla, Isamu.
Esta vez y para sorpresa de todos quienes estaban en la mesa, Akiko comentó del tema.
—Amiga, todas creemos eso en un inicio, pero la verdad es que luego de cinco años dicen que el amor se va y lo que queda es aburrida y mera rutina.
Ninguno dijo nada después de eso. La pizza unos segundos después llegó a su mesa y comenzaron a devorarla, aunque Ranma pudo ver por el rabillo de sus ojos como su chica masticaba sin mucho ánimo el pedazo de comida que había sacado.
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Actualidad
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Su madre comenzó a toser con desenfreno antes de llevarse la primera cucharada de sopa a la boca.
Él la miró con preocupación, su madre no era de las que solía enfermarse con facilidad, pero parecía ser que aquel invierno estaba siendo tan crudo que cualquier habitante de Nerima caería en un fuerte resfriado.
Unos largos minutos después ella dejó de toser por fin, tomó un largo sorbo de su agua caliente y luego suspiró.
—Lo siento, estoy un poco resfriada —se excusó.
—¿Un poco? —Ranma enarcó una ceja.
Nodoka asintió con lentitud y luego volvió a tomar su cuchara para dar el primer sorbo de su sopa.
El pelinegro la siguió y comenzaron a comer. El ambiente era ligeramente tenso, sin embargo no dejaba de ser cómodo. Sabía que su madre le estaba guardando información valiosa, sabía que algo estaba sucediendo y a pesar de que él quería presionar para conocerla, no quería arruinarle la comida a su madre con sus constantes preguntas.
—¿Cómo ha estado tu vida, hijo? —le preguntó mirándolo fijamente mientras revolvía su comida.
Suspiró.
—He estado yendo de lugar a lugar los últimos quince años, pero me estabilicé en China —se encogió de hombros—, tengo una pequeña casa con un lindo patio... Estarías muy bien allá.
Su madre se llevó un mechón canoso a atrás de la oreja y le sonrió con dulzura, dio un sorbo a su sopa y luego negó con suavidad.
—Sabes que Nerima es mi hogar, no podría irme.
Era la respuesta de siempre, pero Ranma parecía no darse por vencido, esperaba que algún día su madre aceptara vivir con él en China, solo para así poder cuidar de ella para cuando ya tenga una edad mucho más avanzada.
—¿Cómo lo llevas sin el viejo? —preguntó con un ligero temor creciendo en su estómago, siempre que hablaban por el teléfono, él evitaba hacer ese tipo de preguntas, pero al estar junto con ella en la mesa, comiendo como cuando era joven, no pudo evitar querer saber qué es lo que pasaba por la cabeza de su madre con respecto a la muerte de Genma.
—A veces y a pesar de los años que han transcurrido, lo extraño un poco —afirmó y sonrió ligeramente—, pero no me he sentido sola en ningún momento si es lo que te preocupa.
Sacudió su cabeza, sabía que Nodoka era muy buena con las relaciones interpersonales y que agradaba en cualquier lugar, mucha gente del barrio le tenía un gran afecto y cuidarían de ella sin ninguna molestia, aún así, él sabía que a pesar de que su madre fuese una fuerte guerrera era en el fondo una mujer frágil que necesitaba de atención de vez en cuando.
—Mamá... —intentó de nuevo, cuando sintió que el ambiente tenso ya se había disipado—, ¿me dirás qué ocurrió con ella? —su voz salió ahogada y es que no sabía muy bien cómo preguntarlo, pero necesitaba saberlo, necesitaba oír que estaba viva, que seguía ahí en Nerima y que estaba siendo feliz a pesar de él. Su corazón se estrujó con dolor.
La viuda de Genma lo miró con sus ojos marrones, pareció estudiar sus facciones por unos momentos y luego cerró sus ojos con suavidad. Dejó su cuchara a un lado de su plato y luego comentó en un susurro quedo.
—Está viva... Si es a eso lo que te refieres —Ranma tuvo que agudizar su oído para entenderle. A pesar de escuchar eso, no se sintió del todo conforme, puesto que sabía que estar viva no significaba que estuviese bien—. Se divorcio hace varios años atrás.
Eso, sin poder evitarlo, le hizo sonreír.
—Y Soun murió poco después de eso...
La sonrisa se le borró de los labios.
El viejo Soun Tendo había fallecido quizás hace cuanto y él recién se estaba dando por enterado, miró a su mamá con sorpresa, esta no lo miraba fijamente. Volvió a toser y él le dio palmaditas en la espalda al tiempo que preguntaba.
—¿Cuándo fue?, ¿qué sucedió?
Nodoka sorbió de su agua y luego suspiró.
—Hace unos siete años atrás, hijo, bastante tiempo ya.
Eso le hizo sentirse peor, Soun había muerto y él no había estado ahí para Akane, tal y como ella había estado para él cuando su padre había muerto, aunque no como hubiese querido realmente, de cualquier manera había estado ahí para él.
—Lo lamento mucho —susurró entonces.
—No lo lamentes, Ranma —dijo su madre mientras carraspeaba—, todos dicen que se fue feliz, estaba sonriendo, se fue en el sueño y supongo que estaba feliz porque volvería a ver a su esposa al fin. De todas maneras cumplió con dejar a sus hijas formadas...
Asintió.
Su madre entonces lo miró fijamente, endureció sus gestos lo que hizo que tragase saliva con pesadez, sabía que cuando su mamá lo miraba de aquella manera sería porque diría algo duro que le causaría un escalofrío en su columna vertebral.
—Creo que desde aquel momento las cosas fueron cambiando de apoco —masculló—, el dojo Tendo fue cerrado unos tres años después y a Akane se le dejó de ver por las calles de apoco.
Y tal y como lo había pensado, un escalofrío recorrió su espalda. Nuevamente su nombre parecía clavar en su corazón.
—Yo la visitaba regularmente, solíamos almorzar juntas pero después de unos años ella pareció no querer más mis visitas y comenzó a encerrarse aún más en si misma —corrió su vista de él y miró hacia el frente, como si con aquel gesto recordara cada detalle con más facilidad—. Lira, su hija intentó persuadirla y llevársela a Minato, en donde está viviendo, pero no quiso aceptar y poco tiempo después Kasumi tenía que ir todas las noches a obligarla a comer.
»La fui a visitar a pesar de sentir que no quería realmente mis visitas y me sorprendí al notar que cada mes que pasaba ella estaba más y más flaca y sin aquel brillo que solía caracterizarla —sus ojos parecieron brillar, él se mantuvo con la mandíbula tensa y sin realizar ningún mínimo movimiento—, no sabía realmente si aquello venía desde que Soun murió o de después o quizás desde antes, la cosa es que desde el año pasado Akane ya nos tenía a todos preocupados. Ukyo y Ryoga insistieron en llevársela de vacaciones pero no aceptó, Nabiki quiso llevársela a vivir con ella y su familia también, tampoco quiso y Kasumi iba sagradamente todas las noches a dejarle comida. Hasta que...
El corazón de Ranma se detuvo en el mismo momento en que su madre dejó de hablar. Vio la lágrima salir del ojo derecho de su madre. Sintió como sus pulmones retenían el aire, cortando su respiración.
—Hace mes y medio atrás... Kasumi llamó y me contó que Akane había intentado quitarse la vida.
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Cuarenta años atrás
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Finales de invierno
Sintió su dedo recorrer su espalda desnuda con suavidad, dibujaba círculos pequeños y luego parecía des-dibujarlos. Sonrió con pereza, sin abrir los ojos. Soltó un sonoro suspiro y habló, sorprendiendo a la chica a su lado.
—Si sigues haciendo eso me excitarás —le avisó, medio en broma medio en serio. No quería que detuviera su roce en su espalda, pero como siempre quería decirle una pesadez para que ella se sonrojara.
Giró su rostro hacia su izquierda y la vio tal y como lo pensó, sonrojada.
Sonrió.
—Eres un pequeño pervertido —le dijo Akane con una nerviosa sonrisa.
—¿No era eso lo que buscabas con tus caricias? —preguntó haciéndose el sorprendido, ella detuvo su caricia y le dio un golpe sonoro en su espalda.
—No, sabes que debo ir a clases —explicó—y sabes que si me quedo para eso llegaré tarde... Y...
—Odias llegar tarde, lo sé —terminó por su chica lo que iba a decir, la peliazul le sacó la lengua y se estiró en la cama para luego levantarse, sin embargo, Ranma fue más rápido y se aferró con sus brazos a la diminuta cintura de su novia—. Por eso —volvió a hablar mientras sentía el estómago de la chica vibrar debido a las risas—, es mejor que por hoy faltes a clases.
Con un certero movimiento con sus manos la volvió a recostar en la cama, dejándola con los pies colgando fuera de esta, su rostro quedo frente de él pero al revés lo que le hacía mucha gracia. Se rió.
—Te ves graciosa en esta postura —le susurró con sonrisa burlona.
Ella torció el gesto.
—Pues tu también.
La besó alcanzando sus labios irguiéndose ligeramente.
—Debes dejarme ir, Ranma —le dijo ella sonriendo suavemente—, tengo examen.
—Puedes reportarte enferma...
—Tú tienes que ir al dojo a impartir tus clases.
—Puedo reportarme enfermo...
La besó nuevamente, sintiendo su corazón latir con fuerzas a cada roce que la lengua de Akane le daba a la suya. Unos segundos después, ella se salió de su boca.
—No puedo —Akane ladeó su rostro para esquivar un nuevo beso—, tengo que ir.
Él frunció el ceño.
—Arruinas los momentos, ¿lo sabes? —le dijo.
No esperaba su mirada de molestia, ni tampoco que realmente se hubiese enojado, sin embargo, para cuando cerró la puerta de un portazo le hizo darse cuenta de que sí se había enojado.
Suspiró, cómo era que tuviese el poder de hacerla molestar de manera tan fácil.
Entonces el teléfono sonó y contestó.
La voz por el otro lado se oía emocionada y él no entendió mucho, pero ya que su plan de quedarse en el cuarto de Akane durante todo el día había sido rechazado, pues él iría a Nerima a saber porqué su padre estaba tan feliz y lo necesitaba con tanta urgencia en su casa.
Cuando volvió aquella tarde al departamento de Akane, la encontró durmiendo plácidamente boca abajo.
Cerró la puerta tras de si y la miró fijamente de pie frente a la puerta. Se veía tan agotada que no quería despertarla, pero sabía que era importante que le escuchara porque tenía noticias importantes que darle.
Avanzó por la habitación, dejó un sobre encima del velador y se puso en cuclillas frente de ella. Su rostro estaba volteado hacia él y pudo apreciar las espesas y largas pestañas de su chica acariciar parte de sus pómulos.
Con cuidado la movió y ella abrió sus ojos con cansancio, se giró en la cama suavemente y bostezó.
—Hey —volvió a bostezar—, ¿qué hora es? —preguntó.
—Como las siete y cuarto —respondió y corrió con suavidad un mechón de su flequillo que se había adherido a su frente—, ¿a qué hora llegaste?
—Poco después de almuerzo —contesto y se restregó con un dedo su ojo—, ¿cómo te fue el día de hoy? —le preguntó.
Ranma asintió.
—Bien —dijo y luego se sentó en la cama—, mi padre me llamó y me dijo que tenía una carta.
—¿Una carta?, ¿de quién? —preguntó incorporándose en la cama hasta quedar sentada a un lado de su novio.
Él tomó el sobre que anteriormente había dejado encima del velador y se lo mostró.
—Es de Jusenkyo —contestó.
Akane enarcó una ceja con suavidad. Ninguno dijo nada, le tendió el sobre y le instó a que lo leyera, así lo hizo, con manos temblorosas la chica abrió la carta y comenzó a leerla con velocidad, luego pareció querer leerla una vez más y después le mostró el billete de avión a Ranma, como si él no lo hubiese visto con anterioridad.
—¿Te está ofreciendo ir a Jusenkyo para curar tu maldición a cambio de que le ayudes a reconstruir su escuela de combate? —preguntó ella, a pesar de haberlo leído, parecía que no le había quedado tan claro.
Asintió con la cabeza con lentitud.
—¿Qué opinas al respecto? —preguntó.
Akane pareció descolocarse ante la pregunta de su novio, abrió y cerró su boca como pez fuera del agua y luego se levantó, dejó la carta con el billete de avión encima de la cama y se plantó frente de él, lo miró fijamente con una mueca que no pudo precisar y luego se giró mientras soltaba un fuerte suspiro.
—¿Tú quieres ir? —cuestionó mirándolo de reojos.
Asintió.
—Es una muy buena oportunidad...
—Yo... —ella se giró para verlo fijamente y luego bajó su vista hacia sus pies—, yo te amo, Ranma —dijo y volvió su vista para mirarlo fijamente a los ojos, él se sorprendió de ver una mirada brillante, clara señal de que estaba apunto de llorar— y quiero que seas feliz y cumplas todos tus sueños, pero... No quiero que vayas.
El corazón del muchacho latió fuerte contra su pecho y estuvo seguro de que su novia pudo oírlo. Akane se puso en cuclillas frente de él y tomó su mano entre las suyas.
—Sé que no te gusta cargar con la maldición y todo eso pero si me preguntas a mi, no me importa —habló atropelladamente—, no me importa que en ti hayan dos Ranma, yo los amo a ambos y siempre lo voy a hacer.
Ranma tragó saliva.
—Pero a mi no me gusta —dijo y bajó su voz aún más—, no puedo vivir así para siempre Akane, sencillamente no puedo, ¿entiendes?
La primera lágrima salió desde los ojos marrones y luego soltó un suave sollozo.
—Solo serían unos tres meses como mucho —volvió a decir él mirándola fijo.
Ella se levantó entonces y separó sus manos, lo miró fijamente y se limpió con rapidez las lágrimas que estaban cayendo desde sus ojos.
—¿Y te parece poco tiempo? —preguntó de manera ruda—, obviamente a ti no te molesta pasar tanto tiempo lejos de mi como a mi de ti.
—¿Qué? —se vio contrariado.
—Eso —dijo ella y apretó sus puños—, realmente a mi me duele mucho más que a ti el hecho de tener que separarnos por tanto tiempo, pero, ¿sabes qué? ¡te puedes ir directamente a la mierda y no volver más si eso es lo que quieres!
Se dispuso a salir de la habitación, pero él siendo mucho más veloz, cruzó el cuarto y la detuvo antes de salir, plantándose frente a la puerta, impidiéndole el paso.
—¿Se puede saber qué he hecho para hacerte enojar? —preguntó molesto—, estoy contándote algo muy importante para mí y como siempre lo transformas todo y haces que se trate de ti.
—Entonces esto no se trata de nosotros, sino que ahora se trata de mi —habló con ironía en su voz, acercó su rostro a él, mirándolo con furia—. ¿Para qué me preguntas si te molesta mi respuesta?
Él la miró con rabia contenida.
—Tú te enojaste conmigo primero —exclamó sin intimidarse por la cercanía de su rostro—, me mandaste a la mierda solo porque te enoja saber que yo no puedo con una maldición que me aqueja a mí y no a ti.
—¡¿Para qué me preguntas?! —gritó ella y se alejó de él—, ¿si realmente no te importa saber mi maldita opinión, para qué me preguntas?
—¡Porque me interesa! —respondió—, pero de haber sabido que te comportarías como una niñita egoísta y caprichosa pues mejor no te hubiese preguntado nada y hubiese tomado la maldita decisión yo solo.
Nuevamente las lágrimas hicieron su aparición en los ojos castaños.
—Tómala tú solo y vete entonces —soltó inútilmente limpiándose las nuevas lágrimas de sus mejillas—, pero no esperes que yo esté aquí para ti para cuando vuelvas.
Él entrecerró los ojos y sin decir una palabra más se acercó a la cama, tomó la carta y el billete de avión, le dio una última mirada y salió por la puerta dando el mismo portazo que había dado su novia aquella mañana.
Ranma no durmió aquella noche con Akane, llegó —para sorpresa de Genma y Nodoka— a dormir a su inutilizada habitación y se sintió muy extraño por eso. Hace varios meses que dormían juntos cada noche y no hacerlo le parecía que algo estuviese mal.
Tampoco pudo conciliar el sueño hasta muy entrada en la madrugada, el cansacio le ganó.
No es que no hubiesen discutido con anterioridad, es solo que esa vez se sintió diferente.
Él sentía que tenía la razón —no es que en alguna otra discusión creía que estaba equivocado—, solo que no veía el punto de su novia para realmente enojarse de esa manera.
¿Cómo podía pensar en que no la iba a extrañar? ¡Maldita sea, que apenas había pasado una noche sin ella y sentía que le hacía falta horrores! Y sin embargo, creía que era tan injusto.
¡Él era el que pasaba por el maldito cambio cada vez que tocaba agua fría!, era él quien era blanco de burlas por su condición, ¡joder que él era quien debía aguantar los coqueteos de chicos!
Akane estaba siendo muy egoísta.
Le estaban pagando el maldito billete de avión y le aseguraban tener la cura para no volver a pasar por el cambio nuevamente.
Y, sin embargo, pensar en estar kilómetros lejos de ella no le parecía para nada una buena idea.
Suspiró.
Debía prepararse porque tenía que realizar en pocas horas las clases en el dojo Tendo.
Ranma creía que Akane se acercaría a él para arreglar las cosas y es que por más que repasara toda la escena en su cabeza no encontraba el factor culpable en ningún lado. Quería no creer que el orgullo tuviese algo que ver con todo eso.
Esperó tres días para que ella apareciera o por último le llamase a la casa. Que le mandara una estúpida carta. Lo que sea. Para pedirle una disculpa, puesto que mientras más repasaba lo acontecido más creía que la chica se estaba comportando como una tonta lo que en consecuencia le daban más ganas de irse a la jodida China y no volver.
Y sin embargo, nada sucedió.
Fue entonces él a Tokio, sin embargo, cuando llegó al departamento de Akane abrió la puerta con cuidado y con el corazón en la boca.
No se había aparecido por ahí hace ya casi cuatro días por completo y temía la reacción de la chica. ¿Seguiría enojada?, ¿estaría triste?, ¿la vería —como en las películas— enredada en una manta mientras comía helado y lloraba?, ¿viendo una película triste para estar más triste?, ¿tirada en su cama sin haberse siquiera cambiado y llorando amargamente?
Aspiró profundo y luego sin más abrió la puerta con precaución, empujó y entró. Observó la pequeña cocina americana vacía y el salón-comedor también vacío.
—Uh, ¿hola? —habló intentando no asustar a nadie que estuviese dentro—, soy Ranma, voy... A pasar a la habitación de Akane —nadie le contestó.
Cruzó rápidamente el pasillo que daba hacia ambas piezas y entró a la última pieza al fondo del pasillo. Cerró la puerta y al encontrarse solo suspiró.
Se sentó en la cama de Akane y observó el velador a un lado de la cama. Miró el horizonte, el sol ya se estaba poniendo.
Encendió la lámpara y observó la pulcra habitación.
Dos horas después y sin saber mucho que hacer se levantó de la cama y caminó al closet, ¿dónde estaría Akane?, ¿y qué le tomaría tanto tiempo? Aquel día Akane se suponía que salía hace tres horas y que a la hora que él llegó, ya estaría en el piso. Claro, al menos que estuviera ahí, porque la iba a buscar a la universidad cada vez que salía antes del trabajo.
Abrió el armario con aburrimiento y observó las ropas. En el lado izquierdo estaba la de él y en el derecho estaba la de ella.
Sonrió estúpidamente.
Se giró y caminó devuelta a la cama.
Tres horas y media después abrió el velador en busca de alguna pista que le dijera dónde demonios estaba Akane, se molestaba consigo mismo al haberse negado a obtener un maldito teléfono móvil y es que a él nunca le gustó mucho los aparatos tecnológicos.
Solo encontró una fotografía de ella junto con él, salía sonriente firmemente colgada de su brazo y sus ojos muy abiertos mirando la cámara. Sin poder evitarlo y apaciguando un poco la creciente molestia que sentía en ese momento por Akane, la guardó en su bolsillo.
Después de nueve horas esperando, Ranma ya se había dormido encima de la cama en espera de su novia.
Cuando Akane llegó al departamento, él se despertó al escucharla reír a viva voz junto a Neiko, quien también estaba riendo fuertemente. La escuchó hablar fuertemente por el pasillo y luego un golpe, como si hubiese chocado con la pared. Frunció el ceño y se levantó, mareándose ligeramente producto de que aún estaba somnoliento. Se colocó a un lado de la cama y esperó a que Akane abriese la puerta. Medio minuto después abrió.
—¡Mierda! —gritó altamente al verlo de pie ahí.
Neiko llegó corriendo, asustada y al verlo se rió.
—Creo que te llegaron problemas...
—Estás ebria.
No lo preguntó, estaba afirmándolo y es que no era difícil sacarlo como conclusión viendo el estado deplorable de la muchacha. Tenía su cabello ligeramente revuelto, sus ojos parecían luchar para mantenerse abiertos y arrastraba ligeramente las palabras al hablar. Bien, no parecía que no tuviese noción de lo que estaba pasando, sin embargo cualquiera que la viese sabría que estaba lo suficientemente ebria como para perder la timidez.
—Pff —soltó ella apoyándose en la puerta cerrada de la habitación—, no tanto...
Él enarcó la ceja, ¿no tanto?, solo un ebrio respondería eso, pensó incrédulo.
—¿Desde cuándo bebes? —no quería sonar que le estuviese recriminando ni mucho menos, es solo que aquel detalle él no sabía. ¿Akane habrá bebido antes y él no lo sabía? Realmente tenía la curiosidad puesto de que nunca la había visto beber ni una sola gota de alcohol y eso que pasaban casi todo el día juntos desde hace muchos años ya.
—¿Quién te crees? —preguntó Akane entrecerrando sus ojos—, ¿mi padre?
El pelinegro la miró molesto, además de tener que él ir en su búsqueda cuando claramente nada había sido su culpa debía aceptar que le respondiera de ese modo cuando solo tenía curiosidad.
—¿Sabes qué? —caminó hacia la puerta raudo, se paró frente de ella y la miró fijo—, no debí haber venido nunca, ni menos debí haberte esperado. Me voy.
Ella pegó su mano a la pared del frente, impidiéndole la salida tanto como con su cuerpo y su brazo.
—¿A qué viniste?
La miró con furia en sus azules ojos.
—No sé —respondió—, claramente no debí haber venido.
—¿Entonces para qué viniste? —ella le mantuvo la mirada, seria, sus rostros estaban cerca, peligrosamente cerca, él pudo sentir la mezcla de menta y alcohol de la boca de la chica.
Algo dentro de su estómago burbujeo con ira.
—¿Quieres saber para qué? —la miró de hito a hito—, para que te disculpes.
Akane enarcó una ceja y soltó una sarcástica risa.
El burbujeo creció, sintió como subía por su esófago hasta su boca. Dio un paso atrás y torció el rostro, ofendido.
—¿Por qué se supone que me debo disculpar? —lo miró, sus ojos poco a poco comenzaron a hacer lágrimas y Ranma sintió como el burbujeo se detenía, con el veneno detenido dentro de su boca—. ¿Disculparme porque no quiero que vayas a China?, quizás debería disculparme porque lo admito estoy siendo muy egoísta contigo. Pero no puedo hacerlo —la voz se le quebró y se largó a llorar—, no quiero estar pensando por tres meses qué estará pasando allá, ¿cómo sabremos del otro? Odias los teléfonos y escribir cartas. Y me molesta, me da coraje darme cuenta que esto solo me afecta a mi y que tú lo anhelas realmente, como si te valiera poco el hecho de que yo me quedaré mientras tú estás allá viviendo algo que seguramente amarás más que estar en este aburrido país.
Su mirada se enterneció, pero sin embargo, eso no le bajó para nada la molestia.
—Ah —masculló entre dientes—, se nota demasiado que estuviste pensando en eso todo este tiempo, ¡cómo se nota que te afecta demasiado estar lejos de mi si pasas tres días sin siquiera llamarme una puta vez! —su volumen subió—, ¡y estás borracha además! Se te nota súper triste y afectada.
Ella lo miró con frustración dentro de sus castaños ojos, luego vio el fuego consumir cualquier emoción.
Su corazón latía con fuerza contra su pecho, ¡já! y él pensaba que estaría llorando bajo la colcha de su habitación.
—Se nota tanto que me extrañarás —comentó con ironía—, espero no mueras de cirrosis antes de que yo llegue.
Akane apretó sus puños a ambos costados de su cuerpo, sabía que tenía unas inmensas ganas de golpearlo pero que no lo haría, ella hace unos meses había prometido no volverlo a hacer porque era muy abusivo de su parte.
—¡Ándate! —chilló—, ¡vete de mi pieza!
Se corrió de la puerta y se ganó enfrente del armario, las lágrimas seguían mojando sus mofletes inflamados y su mirada era furiosa. Él la miró con ira contenida.
—Eso haré con gusto —masculló y tomó la perilla con sus manos—, ¿y sabes qué más? —la soltó y se giró—, tal vez me vaya a China para no volverte a ver y tal vez no vuelva jamás.
—¡Pues vete y no vuelvas! —ella estiró su brazo apuntando cualquier lugar en el espacio—, quizás allá te encuentras una novia que te llore todo el tiempo y te necesite más que yo, porque lo nuestro terminó para siempre, ¿escuchaste? ¡Se terminó, Ranma!
Él pestañeó una, dos veces, procesando las palabras de su ahora ex chica. ¿Todo realmente habrá terminado en ese momento?, parecía que ya no estaba borracha, se veía estable y muy segura de lo que estaba diciendo. No había rastro de vacilación en sus facciones. Frunció el ceño.
—¿Quieres realmente terminar conmigo? —le preguntó mirándola fijamente, un tonto, realmente se estaba rebajando en ese momento, ella no dijo nada, no lo negó ni lo aceptó, y aún así, no hubo ningún cambio en su segura postura—, responde, porque si eso es lo que quieres puedo irme soltero a China y ¡vaya que lo voy a disfrutar!
—¡Pues disfrútalo, tarado! —le gritó sin dejar de llorar, hipó—, ¡ojalá nunca vuelvas!, ¡ojalá nunca hubieses llegado a mi vida, Ranma!, ¿me oíste? ¡me arrepiento de todo!, ¡todo!
Auch. Eso le dolió.
Pero no lo iba a demostrar, si eso era lo que ella quería, pues muy bien.
—¡Qué bueno porque yo también!, ¡no volveré jamás, ¿me oíste?!, ¡jamás!
Se volvió y tomó la perilla, se giró para verla nuevamente y luego, con una mueca de dolor salió de la habitación dando un fuerte portazo que hizo temblar el piso completo.
Salió del lugar.
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Actualidad
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El agua caliente penetrando por sus poros realmente no le hizo sentir mejor como creía.
Las palabras de su madre se repetían en su cabeza una y otra vez como un viejo disco rayado. Aún le dolía el pecho y sentía como las lágrimas quemaban tras sus ojos.
Entre más viejo más entendía la importancia del llanto, y sin embargo, le costaba tanto poder sacarlo en ese momento. Como si su cuerpo le dijese que no se merecía descargar de todo aquello, que no merecía derramar ninguna lágrima para poder calmar aquel dolor justo en frente.
Recordó a la mujer en cuestión, la recordó tan joven, tan ofuscada y tan dueña de sus emociones. Recordó su primera gran discusión, en la que como dos infantiles niños dominados por su rabia dejaron escapar tanto por una pequeñez.
Y a pesar del tiempo, él realmente creía tener la razón en la discusión, quizás Akane ahora le daría el punto, después de todo en ese momento ella también había admitido que era egoísta. Aún así, lo sucedido en ese tiempo había sido su culpa, nadie lo mandó a dejar pasar tres años fácilmente. Tres años, que ahora viéndolo, no tenían comparación con veinte. Aunque, debía admitir que mientras más viejo se hacía, el tiempo transcurría a una velocidad mucho más vertiginosa, ¿en qué momento transcurrieron cuarenta años desde la primera vez que se marchó?, ¿desde la primera vez que dejó a Akane a su suerte?
Se dispuso a terminar su baño.
Llegó a su antigua habitación, que seguía tan limpia como antaño, imaginaba que su madre sagradamente la limpiaba al menos una vez a la semana. Se vistió, colocándose ropa medianamente formal y se miró al espejo.
Su cabello lo amarró en su tradicional trenza y se rascó la barbilla sintiendo la creciente barba picarle los dedos, ¿debería afeitarse?
Sus ojos entonces fueron a parar a una cana en su flequillo, frunció el ceño.
Se estaba volviendo un anciano.
Tomó su billetera de encima del estante y estuvo apunto de guardarla para cuando la volvió a llevar en frente de sus ojos. La abrió con destreza.
Sacó una fotografía vieja que tenía dentro, esta se veía gastada, pero parecía muy bien cuidada. Estaba doblada ligeramente.
Los ojos castaños y grandes de Akane le devolvieron la mirada desde la foto, él suspiró y la abrió, estaba a su lado él mismo, pero diferente, tenía una mirada brillante y parecía estar muy feliz a pesar de no estar sonriendo. Elevó su vista y se volvió a mirar al espejo. Sonrió.
Ni sonriendo parecía tener la felicidad que tenía en aquella foto.
Con cuidado la volvió a doblar y la guardó en el mismo lugar de siempre.
—¿A dónde es que vas? —preguntó su madre mirándolo ceñuda.
Él suspiró.
—Ukyo me invitó a cenar —aseguró. Su madre suspiró.
—Ellos no tienen idea dónde es que internaron a Akane, Ranma —susurró.
Frunció el ceño y metió las manos en su bolsillo.
—Entonces dímelo tú —le dijo y su madre rodó los ojos.
—Ya te he dicho que tampoco sé —contestó molesta ante la insistencia de su hijo.
—Pues alguien debe saber —nuevamente sus ojos y nariz escocieron—, alguien debió haberla metido en ese lugar para no hacerse cargo de ella.
—Hijo... —habló Nodoka levantándose de la silla en donde minutos antes había estado leyendo tan entretenida—, ya déjala en paz —se plantó frente de él y le tocó con suavidad la mejilla, apoyando su mano en el rostro del adulto, acariciándolo tal y cual lo haría a un niño caprichoso que quiere una paleta de helado por quinta vez—. Lo suyo no funcionó muchas veces, ¿qué es lo que planeas hacer ya?, ¿hacerse más daño del que ya se hicieron? Los dos se lastimaron por mucho tiempo...
Ranma sacudió su cabeza.
—Seguimos lastimándonos, mamá —aseguró él con suavidad—, al menos yo me sigo sintiendo lastimado y sé que ella también —su voz se quebró y las lágrimas quemaron tras sus orbes azules.
Nodoka se largó a llorar.
—Han pasado veinte años desde la última vez que la viste, Ranma... —sacudió su cabeza—, ¿no crees que ya es tiempo de dejarlo ir?
Sacudió su cabeza con terquedad.
—No puedo, mamá —contestó y se sintió como un niño intentando buscar consuelo en su madre—, no puedo.
Su madre entonces lo miró con profundidad. Soltó un suspiro profundo y quitó su mano de su rostro.
—Kasumi —dijo—, Kasumi fue quien la internó, ella sabe dónde está.
¡Hola, hola, caracolas!
Primero que todo les diré que me siento orgullosísima de mi misma por traerles esta entrega tan pronto, creí que me demoraría más pero bueno, lo terminé todo la madrugada anterior tan rápido que no sé en qué momento me pasé tres horas escribiendo de corrido y es que cuando la inspiración me llega y la música perfecta está sonando en mi youtube, no hay quién me paré, ni el sueño.
¡Son 10 mil palabras! Fiuh, que me quedó larga la cosa, no quería extenderme tanto y es que siempre estoy con el miedo de que dejen la lectura a la mitad y es que entendería si se vuelve hostigoso en algún punto, aunque espero que no pase. Me gustaría saber su opinión con respecto a esto del largo de los capítulos, ¿cómo lo prefieren? Así de extensos o mejor lo acorto para que no sean tan agotadores de leer.
Pero bueno, la cosa es que el capítulo está listo, salidito del horno y reposado para digerirlo de mejor manera.
Y bien, ¿qué tal? ¿Les gustó?, ¿les desagradó?, ¿les confundió aún más?, ¿disipó algunas dudas? Aún queda mucho por saber, Ranma no solo se fue de Nerima una vez, si no que tres veces, el pedo es ¿por qué? Qué habrá pasado con esos dos chiquilines tan enamorados y explosivos y es que durante todo el anime podemos dar cuenta de que ambos son así, explosivos y a mi me tincan como una pareja que tendrían muchos pero muchos dramas y discusiones bien pendejas, pero que al fin y al cabo se aman, a pesar de la toxicidad de su relación (y ese es el eje central de mi fanfic por si aún no lo notaban, las relaciones tóxicas pero bonitas, no las que debes dejar porque te hacen más mal que bien -para que no crean que insto a la gente a desarrollar relaciones tóxicas- no señor).
Y bien, ¡contestaré sus reviews a las bellísimas personas que se dieron un minuto de su vida a comentar esta historia loquita que llegó a mi mente un día y no me abandonó hasta que decidí escribirla!
: Hola! Muchas gracias por leerme, no sabes lo feliz que me hace que te haya encantado, espero no decepcionarte con esta continuación. Pues aquí ya demuestra qué fue lo que pasó, por qué se separaron por primera vez, je, porque sí, no es solo una vez que se separan y luego ya no vuelven a verse, sino que volverán a encontrarse una y otra vez, terminando separados peeero, aún no están muertos y quizás esta vez sí pueda triunfar su amor, ¿o quizás no? Jeje, lo dejaré ahí para ver si es que te enganchas hasta el final. ¡Un gusto saber que te haya gustado!, espero que este capítulo mantenga tus expectativas. Nos leemos, un abrazo virtual.
VIP98: ¡Hola!, muchas gracias por paasarte a comentar, me alegra mucho de que te haya gustado. Ojalá este cap haya disipado algunas dudas pero haya creado otras, jeje eso espero para mantener al público comprometido con la historia, espero lograrlo. ¡Nos leemos y muchas gracias por darte el tiempito de comentar!
Itzeldesaotome: ¡Hola Bela!, me alegro que te haya gustado el capítulo primero, esta segunda parte creo que se viene chingona (igual está de cerca la recomendación, pero meh) jaja Espero este capítulo te haya intrigado de igual manera y que te haya gustado y es que le he puesto empeño para no decepcionar a las y los lectores del fandom. Me alegra contribuir a esta bella pareja, ojalá el capítulo haya alcanzado tus expectativas y te mantenga la intriga para tenerte como lectora hasta el final. ¡Espero leernos pronto! Un abrazo virtual.
Siyi: Hola! Ay, pero me sonrojas, no sabes el gusto que me da saber que te haya encantado mi historia y es que busco precisamente encantar a las y los fans de esta pareja que leen continuos fanfics en esta página. Me alegro que hayas pasado por aquí y hayas dejado tu huella para saber que estoy haciéndolo bien. Un besito virtual.
Guest 1: Hi! Había pensado en escribirte la respuesta a tu review en inglés, pero meh! ¿Para qué me voy a hacer la que sé inglés si realmente hasta con una pequeña ayudita tuve que leerme tu review? Jajaj no sé mucho inglés, entonces prefiero responder en español y tú lo lees como leíste mi fanfic. ¡No sabes el gusto que me da que comenten de esta manera mi historia!, me encanta cuando crean hipótesis y dicen las cosas cómo la sienten realmente. Bien, no sé si realmente Ranma es un cobarde, es decir, sí lo sé y lo es un poquito, pero creo que las cosas son un poquito más profundas en su relación como para que uno de los dos sea el culpable de todo lo que les pasa, es decir, supongo que la culpa la tienen los dos porque ambos no lucharon por lo que querían, o quizás sí pero hay veces que el amor realmente no es la solución de todo... Bueno, no quiero spoliarte con nada entonces aquí mejor me callo. ¡Muchas gracias por tu comentario! En serio, alegran mi día y me producen aún más ganas de continuar con la idea, espero este capítulo sea de tu agrado y haga cambiar un poco tu opinión con respecto a Ranma, es decir, realmente no es un cobarde del todo, él solo quería perseguir un sueño del cual Akane no era parte. Como sea, muchas gracias por tu tiempo, espero este capítulo haya sido de tu gusto, ¡un saludo afectuoso!
Guest 2: Hola, pianola! Bueno, aquí realmente no contesta a tu pregunta, si todo hubiese terminado aquí Ranma habría pasado cuarenta años lejos de Nerima y no veinte, pero bueno, habrá que esperar para saber. ¡Muchas gracias por tu tiempo, en verdad que lo valoro mucho! Gracias por pasarte y leer y muchas más por hacerte presente con un review, de verdad hacen mi día y mi inspiración aumenta. Un abrazo virtualoso.
¡Gracias también a todos esas fantasmitas que leen en secreto sin darse a conocer! Es decir, es mejor que dejaran su huellita, si vamos! que no muerdo. Aún así, gracias por leerme, de verdad que lo aprecio un montón, también espero que a ustedes les guste este nuevo capítulo tanto que se den las ganas de decirme algo, si quieren incluso mandarme a China como Akane mandó a Ranma jeje.
Estaré a la espera a sus comentarios. Realmente me ayudan mucho para continuar, es como una paga para mí, así me dan más ganas de avanzar aún más rápido y darles lo mejor de mi imaginación.
¿Qué coño habrá hecho Akane?
¿Realmente se intentó quitar la vida?, ¿por qué?
¿Ranma tendrá algo que ver con eso?
Diablos, se chingó mi barra espaciadora... ¡Nos leemos!
Bye.
Les quiereee.
