Estaba cerca de su colegio...

Ya había perdido la cuenta de las veces que me había escapado del trabajo para lograr siquiera llegar a verla... y es que ¿Como no hacerlo?.

Siempre estaba ahí con su atuendo tan original y hermoso que se acentuaba a cada centímetro de su divina figura de diosa griega, al igual que iba con sus hermosos orbes color cielo fijos en las páginas de un libro que ya iba por la mitad, según pude leer el título decía "Susurros" en letras rojas, el último detalle era la típica y adorable mochila color rosa colgada de un hombro que solía llevar al colegio.

Ella era magnífica.

Una criatura digna de admirar a la distancia para no corromperla con las crueles y perversas malas influencias de este mundo.

Cuando llegó a desaparecer de mi campo de visión dí un profundo suspíro de derrota antes de caminar hacía mi auto.

Abrí la puerta totalmente abatido tachandome de cobarde... pues estaba claro que no podía ser otra cosa, era ridículo, durante meses escapándome de la dichosa empresa de mi padre para ver como ella con su aura de ternura y su encantadora sonrisa lograban que mi corazón diera un vuelco.

—Soy un tonto... — murmuré dejándo caer mi cabeza en el cláxon causando que la típica bosina se colára por mis oídos.

Chequé el reloj de mi muñeca antes de pegarme un sobresalto al ver la hora.

—¡Mierda! Llego tarde Papá va a matarme —"Si es que no me mata Nino antes" pensó antes de arrancar su vehículo a toda velocidad para llegar antes de que su padre notára que Nino estaba cubriéndolo.

Detuvo su auto y acomodó su corbata y el saco lo mejor que pudo para evitar preguntas indeseadas.

—Perfecto.

Entró en silencio a la oficina saludando a los empleados para pasar finalmente por la puerta de su oficina.

—Nino — saludó cortesmente el blondo.

—¡Viejo Donde estabas! Llevo cubriendote por casi dos horas! — exclamó alterado el de lentes sujetandose las sienes.

—L-Lo siento yo... tenía que hacer algo — respondió de manera pausada evitando la mirada de su mejor amigo.

El moreno arquéo una ceja al observar atentamente los rasgos de su amigo.

—Fuiste a verla ¿no es así? — jactó por decir esperándo su reacción, la cuál fue tensarse en el adiento mientras bajába la mirada hacia el suelo sin molestarse en negar que el moreno tenía la razón.

«¿Que caraj...? ¡Acaso es un puto adivino!»

—¿Soy tan obvio?

—Demasiado a decir verdad — aceptó sentándose en la silla giratoria a un lado de Adrien — porque no simplemente le hablas — sugirió en un tono de sosiego.

—¡Si claro! Llegaré y le diré hola muñeca te he estado acosando los últimos tres meses y ahora no puedo dejár de pensar en ti desde la primera vez que te ví.

—Podrías hacerlo sonar, ya sabes... menos raro — rió nerviosamente.

—Olvídalo, ella nunca saldría con alguien como yo, sería raro y... no sería bien visto — declaró en un tono lastimero.

—El que no arriesga no gana.

—Basta ya Nino, en serio — replicó el blondo concentrándose en el papeleo que tenía sobre el escritorio.

—Como quieras me tengo que ir ya terminó mi turno hace dos horas... — el moreno avanzó hacia la puerta y tomó la perilla aún sin girarla — pero sabes... deberías salir mi consejo y hablarle... si no lo haces puedes arrepentirte de por vida — lo animó — por lo que has contado parece ser una chica maravillosa.

—No lo entenderías — masculló escondiendo su rostro entre sus brazos frustrado.

—Lo haría si me contáras cual es el problema — inquirió — ¡Vamos! Soy tu mejor amigo, nunca me has ocultado nada, comienza por decirme que es lo que más te atráe de ella.

El rubio resopló y lo miró con un ojo entreabierto.

—No me vas a dejar en paz hasta que te lo diga ¿cierto?

—Que bien me conoces — sonrió.

—Esta bien — murmuró con fastidio aceptando contarle todo al metiche de su amigo.

—Te escucho — continúo el moreno.

—Bueno... lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos — habló con un aire sereno una vez que los mencionó - ... son tan azules, que es como estar a la deriva en medio del océano.

—Continúa...

—Tan bien está su risa, la he escuchado reir un par de veces cuando estaba con su amiga ¿sabes? Su risa es... armoniosa, fresca, despierta todos mis sentidos — continúo diciendo.

Nino hasta ahora no se movía de su asiento mirando fijamente a su amigo que claramente estaba desviviendose en halagos y soñando despierto con aquella muchacha de la que no paraba de decir millones de maravillas, y a juzgar por como brillaban sus ojos podía decir con seguridad que su amigo... estaba enamorado.

—Si esa chica es tan perfecta deberías hablarle — sugirió.

La alegría del rubio pareció morir al instante.

—Ese es el problema Nino... no puedo.

—¿Cómo que no puedes? Eres Adrien Agreste, ¿que chica podría rechazar a que la invitáras a salir?

—Ella...— bisbiseó en tono apagado — estoy seguro de eso Nino.

—Ni siquiera lo has intentado — le reprochó.

El rubio lo miró seriamente y sacó su teléfono para desbloquearlo y abrir su galería.

Seleccionó una foto y puso el celular frente s los ojos de su amigo mostrándole la imagen.

—Es ella... - dijo en un tono que no pudo identificar — ... mírala bien y dime que edad crees que tiene.

Nino entrecerró los ojos y observó con detalle a la chica, y tal como su amigo había descrito, la mujer en la foto era una jodida belleza. Sintió que estaba mirando la foto por mucho rato, y comprobó que si al ver la mirada fulminante que le lanzaba su amigo al ver como miraba embobado la foto.

—Pues... a juzgar por su contextura, esos hermosos orbes azules y esas caderas de infarto yo diría unos... ¿21?

—Ya quisiera — masculló — soy un maldito enfermo.

—No entiendo porque, tiene 21 y tú 25 ¿Cuál es el probl...? — mencionó extrañado.

—Tiene 17 años Nino... aún es una niña — le cortó la frase antes de que terminara, se recostó en su asiento con los brazos cruzados y la mirada fija al techo.

Nino al verlo tan deprimido supo que tenía que hacer algo, ellos eran mejores amigos desde hace años y le dolía ver que sufriera por un amor moralmente imposible.

—¿Hermano? — llamó Nino al ver la mirada perdida del blondo.

—¿Mmm?

—Ven a buscarme a la salida del trabajo... sé como ayudarte.

El rubio arqueó una ceja confuso pero asintió finalmente... ¿Que podía perder?

Llevaba casi dos horas en el auto esperando al tarado de su amigo que no se dignaba en aparecer.

«Vin i bisquirmi i li silidi »

—¡Si claro! — se reprochó en su mente.

Despues de lo que para el blondo pareció una eternidad el moreno decidió asomarse y correr hacía el auto de su amigo que tenía el ceño fruncido a más no poder.

—¡¿Tienes idea de cuanto te llevo esperando?! — ladró el blondo asustando un poco a su amigo.

—Lo sufieciente para saber que la paciencia no es una de tus virtudes.

El rubio resopló y movió el volante para salir del estacionamiento hacía el centro.

—¿Y ahora qué? — le preguntó cuando estuvieron un par de calles lejos de su trabajo.

—Bueno... — mencionó el de lentes estirándose en el asiento del co-piloto — ¿Donde crees que este ahora la chica? — preguntó.

—¿Qué? — preguntó confundido frenando el auto de golpe haciendo que el moreno se estrellara en el vidrio delantero.

—¿C-Como voy a saber eso? — preguntó evadiendo la pregunta algo nervioso con un tenue color carmín adornando sus mejillas.

—Vamos Agreste, no finjas conmigo, sé que cuando te gusta algo lo persigues como bicho a la luz — afirmó el moreno despegandose como pudo del vidrio.

El rubio bufó y se recalcó mentalmente no volver a ser tan obvio delante de Nino.

—Puede que este en el museo Louvre, le encanta pasar sus ratos libres dibujando las pinturas o las estatuas — recordó cuando la había visto muy entusiasmada con un cuaderno en mano boceteando lo que parecía ser una estatua antigua de la diosa Afrodita.

—Vaya, amigo... si no te conociera mejor, diría que la estas acosando — claro que este comentario no le hizo mucha gracia asi que se vengó dándole un certéro golpe en la cabeza al moreno que paró de reir al instante acomodandose los lentes.

—De acuerdo... — carraspeo Nino — vamos al museo Louvre — ordenó y el Agreste solo se limitó a rodar los ojos para luego acatar la orden de su amigo... lo que tenía que hacer para que esa hermosura volteára a verlo.

Cuando llegáron al Lourvre ambos hombre trataron de buscar con la mirada a la chica misteriosa por la que el rubio estaba colado. Tardáron un buen tiempo pero al fin la encontráron parada frente a unos pergaminos antiguos los cuales observaba con mucha curiosidad.

—Allí esta Nino — habló Adrien con sus pupilas dilatadas y su voz algo ronca.

—Vaya es más bonita en persona — soltó Nino al verla un poco más de cerca.

—¡Agachate! — gritó el rubio en un vano intento porque el moreno no sea visto por la chica.

Cosa que... no funcionó.

En cuanto el rubio gritó la chica dejó de prestar atención a los pergaminos y volteó para observar a un apuesto rubio tapandole la boca con su mano a otro chico que tenía cara de no poder respirar.

Al oji-verde se le paró el corazón unos segundos al tener la atenta mirada de la hermosa chica con la que había fantaseado desde que la vió por primera vez salir de su colegio.

En un gesto de nerviosismo movió su mano hacia los lados en forma de saludo.

La chica los miró extrañada pero luego le devolvió el saludo con una dulce sonrisa postrada en los labios.

El rubio la miró alejarse con una mirada enamoradiza y con su mano aún moviendose hacia los lados sin detener el saludo hacía la chica que ya no lo veía.

—Adrien — llamó Nino — ¡Adrien!

Cuando por fin pudo despertar al rubio de su encantamiento lo arrastró hacía donde se había ido la chica... estaba sentada en una banca del parque muy concentrada.

—Bien, el plan es simple... te acercas, la saludas, le preguntas su nombre y la invitas un helado... es muy sencillo — sin dejar que el rubio contestára lo empujó quedando frente a la chica que lo miraba sorprendida por su repentina aparición.

—H-Hola — se aclaró la garganta y de nuevo formuló la palabra — Digo. Hola, Me llamo Adrien — se presentó besando la pequeña mano de la chica que la retiró algo sonrojada.

—Ma-Marinette — se presentó abrazando tímidamente su cuaderno de diseños.

—¿Puedo sentarme? — preguntó Adrien señalando el lado libre de su asiento.

—C-Claro — respondió sediendole inmediatamente el asiento.

Al momento de sentarse Adrien pudo notar con disimúlo como la chica había retratado en su libreta el parque completo... casi parecía una fotografía.

—¡Wow! Este... dibujo te quedó genial, eres muy talentosa — murmuró admirando el trabajo hecho por la chica.

La joven se sonrojó hasta las orejas y murmuró un leve "gracias" al apuesto sujeto al lado suyo.

—Oye... ¿Quisieras... tal vez querrías... — respiró profundamente para no perderse en los hermosos ojos azules de la chica y soltó la pregunta de golpe.

—¿Quieres salir conmigo?

La chica lo observó por unos momentos analizando la pregunta y luego escribió en una hoja en blanco de su libreta rápidamente para luego rasgar el papel entregándoselo al chico.

—Estoy libre el Sábado a las 18:00 p.m, nos vemos, tengo que irme — se despidió con un gesto de manos.

El rubio observó hipnotizado el papel en la mano y lo abrió para descubrir el número de la chica junto a un corazón.

Llamame:

33653257

Marinette.

El rubio apretó el papel en su mano y aspiró fuertemente el aroma de la chica plasmado en el papel.

Quizas la idea de Nino no fue tan mala después de todo.