Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, propiedad material de Nickelodeon Intl, y está bajo licencia de Viacom y Jam Filled Entertainment.

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Primera selfie juntos

Royal Woods

4 de julio de 2019

3:10 pm

La habitación de Lincoln Loud

Resulta paradójico. En toda su vida, sin contar su amistad con Ronnie Anne y los primeros roces con Stella, Lincoln ha tenido experiencias con las chicas. Y sin embargo, ahí estaba frente al espejo de cuerpo completo que Leni le dejó cuando ella y Luna empezaron a empacar para irse a distintos lugares y hacer sus vidas, temblando nervioso. Todo ppr culpa de una chica.

De verdad quería estar en otro sitio. Sea en la granja de Liam o al lado de la carretera con la paranoica familia Gurdle, desea que la tierra se lo trague y lo escupa en esos sitios. Cualquier lugar era preferible a tener que ir al restaurante para el evento del 4 de Julio como comensal.

De verdad se maldijo. Tener que invitar a Mollie, Artie y Jordan era ya un fastidio, pero que su rival escolar directa y el chico Dombrowsky decidieran cancelarlo porque a ella le dio mononucleosis y él provocó accidentalmente un incendio con la pirotecnia de su familia lo puso contra las cuerdas.

–Es otro día en la casa Loud –dijo Lincoln, viendo a la pared en sus ya infrecuentes monólogos–. Es el último 4 de Julio que Leni y Luna pasarán en casa, pero a mí ¡que me traguen los lobos!

Jadeó un poco frente a ese último exabrupto.

–Como sea, ya saben que mi suerte con las chicas no es especialmente buena –concluyó mientras ataba su corbata en un nudo Windsor.

A su mente acudieron los horribles recuerdos de dichos intentos. El concurso de videos del quinto grado le costó su potencial relación con Cristina; el primer beso y golpe que Ronnie Anne le asestó no fue mejor aún, pero lo que se lleva las palmas es esa absurda batalla con la pandilla por Stella. No menos horrible fue su proposición a Cici, la amiga de Lynn (malquistando seriamente su relación con su hermana mayor más inmediata), el cursi enamoramiento de preescolar con Carol Pingrey y aquella ocasión que fue a buscar a Mona al vestidor de las chicas en la escuela para devolverle su broche, siendo apaleado y humillado por eso.

–¡Ya muévete, Apestoso! –gritó Lynn al otro lado de la puerta antes de azotarla y romper el espejo– ¡Papá nos está esperando!

–Solo trato de ajustar la corbata –se excusó Lincoln, queriendo evitar problemas.

–El que tengas una cita con esa perdedora no te libra de repartir volantes –espetó la atleta, exhibiendo su particular desprecio hacia la única persona que le ha podido ganar en un juego de quemados y no ha podido vencer.

–¿Puedes salir de mi habitación? –pidió Lincoln– Acabas de romper mi espejo.

–¿Y desde cuándo te preocupas por tus cosas? –,preguntó retadora Lynn.

–Desde que una supersticiosa enana se ganó siete años de mala suerte –respondió Lincoln.

–Pff, ¡Cómo no! –se burló la castaña–. Esa seguro se lo cree Lily.

–¡Lincoln! –llamó la voz de Lola desde el baño– ¡Cuando te afeites, no dejes tu rastrillo junto al mío!

–¿Escuchaste algo romperse? –preguntó Lincoln.

Inquisitiva, aunque con los restos de su mascarilla de aguacate, Lola recorrió con rapidez el pasillo. La estatura que ganó junto con Lana pareció que la hace ver más rutilante, pero lo cierto es que apenas ha cambiado con la edad. Chismosa, no tanto, pero algunas cosas todavía se las confía Lincoln a cambio de ciertas cosas.

Buscando con la vista, la rubia encontró un trozo del espejo, ya inservible.

–A Leni no le gustará saber eso –sentenció Lola, luego de mover la puerta y ver que el marco apenas sobrevivió al golpe–. ¿Cuántos años dices que acumulas?

Eso bastó para que Lynn perdiera el color de su rostro y emprendiera la carrera.

–Gracias, Lola –dijo el peliblanco.

–¿Tienes mis pastelillos? –preguntó Lola, esperando.

–No he ido a comprar nada –respondió Lincoln, rebuscando entre los cajones de su cómoda–, ¿te sirven unas galletas con chispas?

–No lo sé…

–¿Veinte verdes? –ofreció de nueva cuenta– ¿O los detalles de hoy?

–Añade una fiesta de té como invitado y es un trato –agregó Lola, buscando no abusar demasiado.

–Hecho.

Un fuerte bocinazo de Vanzilla y varios gritos de Lynn terminaron con la negociación.

Pudo decir que fue el viaje más accidentado de su vida. Primero, yendo al restaurante, Lynn intentó frotarse contra la ropa de su hermano pese a las protestas de este y los reclamos del padre de ambos, lo que terminó por poner a Lynn sr. de muy mal humor.

-LJ, quiero que te quedes cerca de Gus Comida y Juegos y repartas sin que el encargado te vea -expuso Lynn sr, dirigiéndose a la deportista-. Lincoln, ve al centro comercial y pide permiso a la señora Carmichael para repartir cada volante. Haz de cerillo si hace falta, pero reparte esos volantes. ¿Alguna duda?

-¿Puedo cambiar? -pidió Lynn- No quiero que se me contagie lo nerd por culpa del Apestosín.

-Nada de cambios, linda -sentenció el calvo-. Tienen hasta las seis para volver aquí y arreglarse.

-¿No puede ser antes? -preguntó Lincoln, recibiendo una mirada dura de Lynn- Sólo digo…

Les tomó algo de tiempo a cada uno ir a sus destinos. Lynn lo dejó con una expresión sombría por tener que tratar con gamers que, con seguridad, desearían jamás haberla conocido.

Apenas llegó al centro comercial, se dirigió a la entrada de Reininger's. Había pedido permiso a la dueña de repartir publicidad de La Mesa de Lynn, cosa a la que invariablemente ella se negó, aduciendo que recibió malos comentarios del lugar por una de sus empleadas por lo comida "grasienta y demasiado hogareña".

-Puedo convencer a papá de que le haga un descuento -ofreció Lincoln.

-Lo siento, Lincoln, ¿cierto? -rechazó la señora Carmichael, insistente, tratando de recordar el nombre- Por mucho que tú y Leni me ayudaran en el pasado, no puedo aceptar. Oí decir a Shannon que sabe a comida congelada.

-Ni siquiera por un descuento de grupo grande?

-No voy a discutirlo más -sentenció la dueña de la tienda-. Si te hace feliz, deja la mitad de los volantes y le diré a Mona que los meta en las bolsas. ¿Te sirve eso? -propuso ella. Lincoln asintió- Ahora, por favor, vete y busca otro sitio.

"La mitad del trabajo y no me costó nada -pensó satisfecho el peliblanco-. Ojalá no se arrepienta y diga que le debemos una comida completa"

Dos paquetes de volantes con cien folios cada uno son todo cuanto le quedó tras ese incidente. Entre los que dejó en los parabrisas de los autos en el estacionamiento, los que entregó en la tienda y al menos una veintena que entregó al pie de las escaleras eléctricas, concluyó que tendría que acabar, por mucho, en media hora.

.

La última parada de su horario, la bolera que acabaron de abrir en el tercer piso, luce abarrotada. Le oyó decir a Stella que se enteró por Jordan que hay un evento especial amenizado por una banda de la preparatoria Huntington Oaks, lo que le llevó a deducir algo que no salió tan bien como esperaba.

-¡No quiero verte por aquí! -sentenció la encargada- ¡Wetta! ¡Hay otro volantero para la lista negra!

-¿Ah, si? ¡De mejores lugares me han echado! -gritó Lincoln, molesto.

No era una broma. La mansión del finado Lord Terherby, el salón de juegos frente al consultorio del doctor Feinstein, el café Guardabarros en la salida a Chicago… todos esos sitios le cerraron la puerta, y esos lugares eran, por mucho, mejores que una bolera que sirve solo papas a la francesa, pizza y nachos. Nada interesante fuera de los bolos, en realidad, pero supieron venderse en su primer semana.

Sentado en una de las bancas, habría querido tirar el resto a la basura. No es que no quiera que tres años de trabajo pesado de compilación, búsqueda de inversionistas, pruebas y demás se fuera al caño por un mero asunto de volanteo, pero el anuncio de que se ofrecerá un menú especial para celebrar la firma de la Declaración de Independencia es demasiado tentador. Más que un menú con tintes patriotas, lo que deseaba era celebrar la diversidad del país, y honrar de paso la memoria de la señora Scalise, muerta en la pasada primavera por causas naturales.

Bebiendo un Flippee, las decoraciones tricolor le parecieron algo chillonas. Debía evitar pensar en Jordan por las posibles quejas que ya escucha en su cabeza.

"¿Amarraste bien tus agujetas?… Esa corbata no te va, Lincoln. Cámbiala… deja que te acomode el cabello… ¡No es así, Linc! En serio, debí quedarme en casa con mamá… Necesito que me cierres el vestido…"

Buscó un espejo en los sanitarios. El traje era lo de menos, en realidad. Planchado, nada fuera de su lugar. Los mocasines tal vez quedan fuera de lugar, los gemelos que Lori le envió por correo se ven bien, peinado en su lugar… parece, al menos, alguien que irá a pedir una mano en matrimonio.

Leyó uno de los volantes. Esa sesión de fotografías que tuvo en casa de los McBride debió valer cada centavo, sobre todo cuando él fue quien tuvo que usar ese traje, barba y chistera tricolores que le hicieron recordar al Tío Sam.

Por fiestas patrias

La Mesa de Lynn

Le ofrece un menú especial

Para celebrar nuestra libertad…

¡Nuestra libertad de comer a buen precio!

"Sin duda es cosa de Luan", pensó.

Sin ahondar en los detalles, terminó su descanso y estuvo merodeando en la zona de comida rápida, terminando de repartir sus volantes. Para divertirse, además de poner algo de música en el teléfono, buscaba con la mirada a quien quiera que sea que reconozca de alguna parte. Lo mismo reconoció a aquellos dos mastodontes que arruinaron el inicio del laberinto de Halloween que a la maestra Bernardo y a la entrenadora Hotch, del equipo de golf, peleando por unos lentes oscuros.

Estuvo a punto de irse cuando un par de niños de preescolar, sosteniendo sendos helados y apartados de sus padres, empezó a pelear por algo que nunca supo. El incidente no hubiese trascendido, de no ser porque uno de ellos le arrojó su cono con tan buena puntería que rozó a Lincoln.

-¡Oigan, mocosos! -gritó este, sorprendido- ¡Es de lavado en seco!

Deseó nunca haber gritado eso. La madre de uno de ellos, una imponente mujer castaña y rechoncha se le acercó, furiosa, para atender el llamado de su niño en problemas.

-Muy lindo, ¿no chico? -retó la mujerona- ¿Por qué le grita así a mi Tyler?

-Ellos empezaron a pelear, y…

-¡No me interesa saber quién rayos empezó, niño! -dijo cortante la enorme mujer- Ahora, ¡discúlpese con mi hijo!

-Pero señora…

-¡AHORA!

Intimidado frente a la ahora furiosa bestia en que aquella mujer se volvió por malcriar a su niño, Lincoln se dirigió a este, quien ya tenía en manos otro cono.

-Siento de verdad haberte…

No terminó de expresarse. El chico que le arrojó el helado, indolente, le arrojó el cono a la cara, embarrando el resto en su traje.

Una de las cosas que la pubertad que no aprecia es que su paciencia con los niños se está haciendo menor mientras busca su privacidad. Por ello, pensó seriamente en estrangular a la madre de ese chico. Ni siquiera porque es 4 de Julio mantienen a ese niño a raya y le dan vía libre para hacer sus estupideces mientras creen que hacen de buenas madres.

-Ahora sé cómo se sintió mamá cuando jugué con su maquillaje -pensó en voz alta mientras veía a aquella pareja desagradable irse. Y el helado ni siquiera era uno de sabor decente-. ¿A quién se le ocurre comprar uno sabor a… -se llevó un dedo a la mancha sobre el traje, pasándolo sobre la misma y de ahí a la boca-… cereza con moras?

Decidió botar la docena de volantes que le quedaban. No es tan estúpido para dejarlos juntos y dejar que alguna de sus hermanas los viera en un cesto, por lo que fue al auto más cercano y los puso bajo el limpiaparabrisas.

De nuevo en el sanitario, vio que era imposible sacar la mancha sin dañar el traje. Se maldijo porque las tintorerías del centro comercial no abrieron y la única que lo hizo ya cerró.

Unas voces lo pusieron nervioso en cuanto salió de nuevo. Escondido tras una maceta con un arbusto, se percató que eran Jordan, Joy, Mona y Kat. El cuarteto, no muy entusiasmado, dedujo, fue a sacar sus frustraciones en torno a la fecha.

-¿En serio tienes que ir con él? -preguntó Mona, aquella chica de vestido morado que estaba condenada a ser una mujer bajita.

-Mollie fue quien me convenció, ¿qué esperabas? -replicó Jordan, con un lazo tricolor en la trenza como mera concesión a las festividades- No es que quisiera ir con él estando ella y Artie.

-De ese ni me hables -dijo Kat-. No entiendo porqué empezaron a salir.

-¿Celos, Kat? -dijo riendo Joy, un tanto divertida.

-Joy, eres muy inocente sobre los chicos -ironizó la pálida directora del periódico escolar-. Muchos de los chicos que conocemos son, aceptémoslo, unos perdedores.

-¿Lo dices porque el pequeño Zach te quemó las puntas?

-Gurdle nunca me atrajo, ¿qué esperabas? -respondió Kat, molesta por obligarse a recordar el incidente que Lincoln y sus malos consejos causaron.

-Se supone que venimos a pasarla bien -tranquilizó Mona, subiendo a la mesa la ropa que compró-. Además, no sé qué rayos hace este pedazo de basura aquí.

La chica, también conocida como Cookie, sacó de una de las bolsas uno de los volantes que Lincoln dejó en Reininger's. Por un momento, el chico respiró aliviado.

-¿No es ese el lugar a donde tú y Mollie irían? -quiso saber Kat, dirigiéndose a Jordan.

-Iré de todos modos -respondió Jordan con seguridad.

-Dudo que el papá de Lincoln sea chef en realidad -teorizó Joy.

-Mamá una vez nos llevó y dijo que esas bolitas de macarrones sabían algo dulces -narró Mona, comiendo una magdalena.

-Son demasiadas calorías para mí si le ponen azúcar a la comida -desdeñó Joy, llevándose las manos a la cadera-. No quiero terminar como esas chicas gordas. Digo, ¿saben lo que pasó con Trent hace un mes? Dice que fue a cenar con su familia allí y descubrió su hipersensibilidad a las manzanas comiendo una ensalada.

-Deberían enviar a los de salubridad a cerrar ese cuchitril -sentenció Kat.

-No voy a quedar mal con Lincoln solo porque me den malas recomendaciones de ese lugar -resolvió Jordan, dispuesta a soportar lo que fuera.

-¿Lincoln es tu cita? -preguntó divertida Mona.

-¿Ese perdedor? -secundó Kat, molesta.

-Si sales con él, tendrá que llevarte a otro lugar -remató Joy.

-Ya les dije que no fue mi idea, chicas -se defendió la chica de la trenza-. Mollie solo quería ver cómo sería él como novio y sacarlo de su grupo un rato.

-¿La pandilla de la perdedora Stella? No me hagas reír -desestimó Kat-. Lo que son esa loca y sus amigos raros no son mejores que nadie que yo conozca, y conozco a mucha gente.

-Pues los almuerzos de Lincoln no son tan malos, para tu mayor información.

-Seguro lo dices porque piensas que Loud no será un desastre.

-¿Y qué si lo es? Prefiero tener a un chico que soporta a diez obsesivas y entrometidas hermanas que a una amiga tarada quejumbrosa y celosa de quienes sí tenemos vida amorosa.

Decidido a no escuchar más, Lincoln solo dio la vuelta y se fue.

Sencillamente no le cabe en la cabeza que Jordan saltara en su defensa. Tienen una relación poco más que formal, quizá no tan buena como cabría desde que Ajax, su perro, hizo trizas su ropa y la de Clyde durante aquella fiesta que coincidió con la primera pijamada en casa de Liam. Que Mollie lo invitara de la nada le hizo pensar. ¿Desde cuando ella es amable para salir en cita doble? ¿Y por qué emparejados él y Jordan?

No tuvo respuesta a eso. No una que pueda satisfacer sus preguntas mientras caminaba a casa.

~o~

Mollie había sido clara. Pasarían por Lincoln a su casa y de ahí irán directo a La Mesa de Lynn. Su mejor amiga odiaba admitirlo, pero Kat tendría que comerse entero un pollo al Lynn-gibre con papas y ensalada de col para probar que ese lugar no es un cuchitril.

Había tomado el autobús que la lleva a casa. Después de aquella charla incómoda, pensó en mandar al cuerno su amistad con Mollie. No era justo que su mejor amiga intentara hacerla de casamentera cuando lo suyo con Artie pasaba por un mal rato, y menos armando una cita doble en un restaurante donde lo más seguro es que la única cosa buena asegurada es la comida.

La ropa que había elegido apenas y la compró. No quería parecer una bandera andante o, peor, parte de una bandera viviente. La blusa, amarilla con un escote leve, decididamente no le juega a favor. La falda azul bien puede acentuar sus caderas, y la mascada que le hace juego puede tapar ese molesto barro que le salió en el cuello.

Por la ventanilla vio a Lincoln. Se lo veía molesto, como si hubiese tenido un día horrible más allá de sus hermanas o de haber hecho algo desagradable. Pensó que, queriendo verse como un caballero, él iría por ella a casa y tuvo un fuerte incidente con algo que arruinó su ropa. Si le da los detalles en cuanto entren a la preparatoria, bien hará en no reírse más de lo necesario.

Indecisa, no sabe qué hacer. Si baja, el tiempo que pasen en casa antes de salir no alcanzará para bañarse y arreglarse; si sigue, es seguro que lo encuentra sentado en el porche y piense que solo lo hace por compromiso.

Con el autobús dando vuelta a la izquierda su decisión se precipitó.

~o~

Algunas emergencias lo dejaron lo bastante machacado como para que la mancha de su traje fuese olvidada por completo. Tuvo que quedarse en casa para cuidar de Lucy y las gemelas, quienes cayeron presa de la varicela, teniendo que cancelar de última hora. Mañana, con la pena que para las tres representa, se irán con la tía Ruth. Por añadidura, apenas le dio tiempo de explicarle a Bobby por videochat que Lori no podrá ir a Great Lake porque Carol y Whitney la llevaron a pasar las fiestas en Miami, sitio donde estudia esta última.

Ni siquiera siente que la comida que les dejaron tenga sabor. Sintió la trompa de cerdo marinada como goma, el encrostado de filete Salisbury le supo a cartón y entre menos hable de esa cosa que parece una natilla de ponche conventual de huevo mejor.

Tuvo que admitirlo. Cancelarle a Jordan por cosas de salud familiar fue grosero pero necesario. Tantas molestias que él se tomó para impresionar a alguien que de vez en cuando le dirige la palabra desperdiciadas. El consuelo que le queda es que pueden ver los fuegos desde la ventana de las gemelas.

-Te noto desgraciado -llamó Lucy, sorprendiéndole por detrás, mientras estaba en su habitación empacando el principio de su mudanza de cuarto, ya que Lori aceptó quedarse con Luna y Luan aceptó quedarse en la habitación de las mayores mientras estas no la ocuparan.

-No es nada -dijo Lincoln en cuanto se repuso del susto.

-Siempre puedes sincerarte conmigo -ofreció la preadolescente-. Las gemelas están todavía mirando ese arte deleznable y efímero.

-¿Segura? -preguntó. Lucy asintió- Bien. Tuve que cancelarle a una chica porque tuve un problema de tintorería.

-¿Es lo que pasó?

-Más o menos.

-Pensaba que fue por culpa de Rocky. Su hermano se contagió y al llevarlo a casa traje la pestilencia a casa. Por eso -añadió- es que creí que cancelaste tus planes.

-Suerte con tratar de animarme.

-Seguro voy a arrepentirme de lo que voy a decirte -suspiró pesadamente Lucy-, pero si crees que con sumirte en una miseria que evitas a toda costa lo puedes remediar, entonces eres un verdadero idiota.

-¿Tú crees? -preguntó esperanzado Lincoln.

-Sólo sal por ella -contestó Lucy-. Dicen que necesitas tres intentos para saber si esa persona es tu alma gemela, pero ninguna es igual.

-¿Vas a estar bien?

-Siempre que Lana no se haya acabado la ensalada de papas a la alemana de papá -respondió Lucy, sonriendo un poco-. Ahora ve por ella.

Por una vez, desde aquella bochornosa tarde que dio su primer beso, salió con decisión a la puerta. Poco importaba que sus cosas, incluidas algunas revistas que Luna le facilitó, quedaran al escrutinio de su hermana menor.

Nada más abrir la puerta, vio a Jordan sentada en el porche, de espaldas a la puerta. Al parecer, la chica apenas y se tomó el tiempo de venir, con todo y la cancelación de la cita.

-Lo echamos a perder, ¿no lo crees? -preguntó Lincoln, calmado por la sorpresa inicial.

-En realidad, fue Mollie quien lo arruinó con ese plan -confesó Jordan mientras explotaba una bomba en los cielos con destellos morados-. No quería estar sola y las cosas con Artie no estaban tan bien, digo ¡rayos! Yo misma lo sabía y no quería ser la tercera rueda. Por eso fue ese intento de cita doble.

-No entiendo…

-¿Y dicen que tienes ventajas por vivir con todas tus hermanas? -respondió la chica con una risa un tanto desabrida.

Por un rato, ambos se quedaron mirando al cielo. Un tanto maravillados por la pirotecnia, se olvidaron de todo. Hubo un momento, incluso, en el que Jordan sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y tomó una selfie, misma que publicó al instante en todas sus redes.

#4deJulio con alguien especial

La selfie tenía a Lincoln mirando al cielo, ignorante de la acción de Jordan, mientras esta sonreía. Las lucez multicolor habían dado un toque especial que ni el más avezado fotógrafo aficionado podría lograr con todo su tiempo de prácticas.

De esa foto, Lincoln no se enteró. Para Jordan, era mejor así, que todos excepto él se enteren hasta la mañana siguiente. Y, ¿quien sabe? Puede ser algo especial. Si no como amigos, como algo más.

~o~

Originalmente tenía planes esta semana, pero decidí forzarme un poco. ¿Por qué? Dos razones.Quise trabajar a esta pareja. Lincoln, elemento clásico. Jordan, en lo personal es la QT que me es más agradable, amén de muchos que se van sobre CookieQT. No tengo nads contra la galletera, pero se me hizo muy trillada.Al respecto, decidí mantener como Mona Petersburg el nombre de dicha QT. Dicho nombre ya lo manejo en Princesa Caída. En cuanto a BrownieQT, me decidí por el nombre de Erin para este lugar y relatos a futuro.

It's showtime!

Sam the Stormbringer

Si, es posible que no lo cumpla. Intentarlo no cuesta nada. Deseenme suerte.