Dos meses pasaron desde que Adrien la fue a buscar para pedirle ayuda. Marinette se negó durante ese periodo a salir con sus amigos la mayoría de las veces, con la excusa de que Adrien tenía que pasar tiempo de calidad con Kagami. Por otro lado, Alya se negaba a salir con Nino si eso involucraba al rubio y a su amiga, Lady Tsurugi y, en lugar de salir a citas dobles, pasaba la tarde con Marinette en la panadería alegando que harían cosas de chicas únicamente.

A pesar de la constante compañía de Alya, y la disposición de Marinette de seguir ayudando a atender el establecimiento de los Dupain, sus padres eran capaces de sentir el cambio en la joven. Se la pasaba divagando la mayor parte del tiempo, y no era tan alegre como acostumbraba a ser. Sabine y Tom llegaron a la conclusión de que, a pesar de que aún faltaba tiempo para su cumpleaños, lo mejor sería entregarle la llave del taller de costura para que se fuera a vivir con su abuela, cambiara de aires y comenzara un proyecto que la distrajera completamente de Adrien Agreste.

Esa tarde, después de que Alya se fuera, ambos padres se sentaron en el comedor con una caja rectangular y alargada, de terciopelo color vino. Había algunos postres y té listo para servir. Llamaron a Marinette y comenzaron la plática de padres preocupados. Entendían que la chica se esforzaba en demasía por no denotar su estado de tristeza, e intentaban hacer que se sintiera mejor, pero era imposible no ver que Marinette no estaba bien.

—Hija, ¿cómo vas con el vestido que empezaste la semana pasada? —preguntó Sabine con dulzura, la joven de ojos zafiro se encogió de hombros e hizo una mueca, dando a entender que no había progresado en absoluto, su vestido estaba tan intacto como el panecillo que tenía en su plato.

—He estropeado la tela que iba a usar —afirmó sin ver a su madre a los ojos—. Ya no sirve, supongo que no la he tirado porque puedo usarla para otra cosa. Lo siento si he estado distraída últimamente.

—No tienes que disculparte, Marinette —consoló su padre—. Tu madre y yo tenemos algo para ti, para que te sientas mejor.

—Era para tu cumpleaños —comenzó Sabine—. Pero creo que ahora es un buen momento, ¿recuerdas que hace poco nos contaste que tu sueño era poner un taller de costura? —Marinette asintió levemente—. Tu padre y yo compramos el establecimiento que antes era de tu abuela Gina, junto a su casa —Marinette se puso tensa al darse cuenta el rumbo de esa plática, su madre le extendió la caja vino de terciopelo, Marinette se sorprendió levemente al recibirla, aturdida. Abrió el elegante empaque, dentro había una llave plateada del tamaño de su mano—. Marinette Dupain-Cheng, aquí está la llave de tu taller.

—¿Es en serio habéis hecho esto por mí? —aquello representaba muchas cosas para ella. No sabía cómo reaccionar. Por un lado, era su sueño emprender un negocio de costura porque era lo que mejor sabía hacer y lo que más disfrutaba, por otro, su abuela Gina vivía muy retirada de la panadería, tendría que mudarse con ella para poder dedicarse a levantar su negocio de costura—. Esto es fantástico, pero...

—Pero nada hija —contestó su madre, sabiendo lo que la atormentaba—. Nosotros estaremos visitándote constantemente —sonrió Sabine—, además estarás con tu abuela —le guiñó un ojo.

—Lejos ustedes —murmuró en voz alta, sin querer, sus padres escondieron su tristeza.

Su abuela Gina vivía a hora y media en carrosa, al oeste, cerca de la costa, sin embargo, los días lluviosos eran arriesgados para programar un viaje, pues el camino se volvía sumamente peligroso al subir carruajes a los montes enlodados. Si bien era una zona más poblada, la casa estaba a la entrada del bosque que, si se seguía varios kilómetros al norte, colindaba con el océano, se podía decir que era un lugar tranquilo y solitario. La idea de un taller en ese lugar era vender sus diseños y prendas en las tiendas más turísticas, céntricas y comerciales de Bouquet. Aquello era su sueño y estaba al alcance de sus dedos, en la palma de su mano. Sólo necesitaba unas palabras.

—¿Cuándo podré irme? —le sonrió a sus padres, decidida.

No iba a dejar de ver a sus padres, pero sí frecuentaría menos a sus amistades. Aquello era excelente y doloroso, sólo se pondría una meta que la distrajera de la tristeza que sentía cada vez que pensaba en Adrien Agreste. Y empezar su taller de costura alejada de todo sonaba bastante tentador. Aunque de cierto modo también era un poco amargo.

—En tres días —contestó su madre—. No abriremos la panadería para llevarte con tu abuela Gina.

—Creo que debería subir para empezar a separar las cosas que me voy a llevar, padre, ¿podrías ayudarme con las máquinas de costura mañana temprano?

—Claro que sí, Marinette.

La joven asintió y se levantó, llevándose la llave con todo y caja y el panecillo de su plato. Subió a su habitación y comenzó a sacar las maletas que tenía dentro de su closet, separó sus cosas, empacó telas, hilos, agujas, y todo lo que necesitaba para el taller. Así como también sus pertenencias, o al menos la mayoría de ellas, pues le era imposible guardar todo su guardarropas en aquellas pocas maletas restantes.

Estaba muy emocionada y al mismo tiempo nostálgica, sabía que para avanzar debía desprenderse de su pasado. Olvidarse de Adrien iba a ser algo complicado, llevaba dos meses dándose de tumbos contra la pared intentando sacarlo de su mente. Era imposible olvidarlo, Adrien era el chico más amable que conocía y con quien mayor tiempo pasaba, su memoria estaba saturada de recuerdos con él. Varios lugares le recordaban al chico, y sus acercamientos, porque su enamoramiento no surgió de la nada. Adrien y ella tuvieron muchos acercamientos que en varias ocasiones invitaban a algo más, pero ella era sumamente torpe para reaccionar, y por un lado fue bueno no hacer nada, porque su relación con Adrien pudo fragmentarse ya que él sólo la veía como una amiga.

"No tienes esas atenciones con una chica que sólo es tu amiga, no le eres indiferente Marinette", esa frase era una constante en Alya, y Marinette empezó a creérsela, pese al persistente recordatorio que salía de la boca del mismo Adrien, "eres una gran amiga, Marinette".

En ese momento se dio cuenta que Alya no fue del todo parcial, se inclinó mucho hacia ella y comenzó a ver cosas que no eran y por consecuente, Marinette lo hizo también. Todo era muy claro, Adrien era demasiado amable con ella, tanto que Marinette lo confundió con algo más. Se sentía realmente tonta y dolida. No quería alejarse de él porque al final del día él no era culpable de nada, pero si no lo hacía, seguiría estando herida y no sanaría nunca. Quedándose en esa situación sólo lograba dañarse mucho más, aunque evitara verlo y salir a lugares donde sabía que podía encontrárselo, pensaba en él constantemente. Necesitaba dejar de hacerlo.

Desde el primer día que Adrien habló de Kagami debió tomar su distancia, contra todo pronóstico decidió ignorar aquella revelación esperanzada de poder superar a la esgrimista de élite con el tiempo, algo que no consiguió ante los ojos del Agreste. Y por encima de todo, tuvo la fuerza de alentarlo varias veces a dar los primeros pasos con Kagami, no sin pagar las consecuencias en la soledad de su cuarto llorando contra la almohada o en el hombro de Alya. ¿En qué pensaba? Lo peor de todo era que no podía odiar a esa chica. Era realmente sorprendente, no había conocido a nadie igual. Kagami era segura de sí misma, de un carácter sumamente fuerte, a veces le resultaba hasta fría, y poco amigable. No obstante, una vez que establecía cierta confianza era bastante agradable, y a Marinette le caía muy bien, de no ser por Adrien, podrían ser realmente muy amigas.

Su primera impresión de Kagami no fue muy buena, le tenía incluso cierto miedo porque se mostraba como un témpano de hielo sin emociones, fue Adrien que le comentó lo difícil que era para Kagami el hacer amigos y lo mucho que a veces se forzaba por caerle bien a la gente, pese a que su madre la atosigaba demasiado, diciéndole que no necesitaba amigos. Fue cuando Marinette decidió darle una oportunidad y descubrió que esa joven realmente podía ser amigable. No obstante, Adrien figuraba en ese cuadro y también le era doloroso hablar con ella sobre las atenciones que el Agreste le tenía, pues Marinette sabía que todos esos gestos del rubio hacia la chica de ojos rasgados eran de índole romántica, y escucharla hablar de éstos la hería.

Por esa razón dejó de frecuentarla, ¿era egoísta? Quizá, pero era incapaz de decirle a Kagami que no podía hablar con ella de Adrien por sus sentimientos. El aislamiento era lo que Marinette consideraba como mejor opción ante sus problemas, y sabía que ese distanciamiento debió tomarlo también con el rubio desde que supo los sentimientos que él le profesaba a Kagami, su error fue no hacerlo y dejar que sus sentimientos hacia Adrien Agreste siguieran creciendo. Era el momento de ponerle fin a aquello.

Después de separar varias cosas y empacar lo indispensable para el taller, Marinette optó por dormirse. Últimamente le costaba trabajo conciliar el sueño. Por más que deseaba no pensar en nada, su cabeza se llenaba de ideas y fantasías que al final del día terminaban siendo perjudiciales para ella. Quería acabar con todo eso. Necesitaba salir de ese agujero negro que la hundía día a día.

Aquella noche fue un tanto diferente ya que fue la emoción la que no la dejaba dormir y Marinette dio muchas vueltas en su cama intentando por todos los medios conciliar el sueño hasta que, por fin, después de un par de horas pudo dormir con tranquilidad.

Al día siguiente continuó con su labor de separar las cosas que iba a llevarse, sus padres le dijeron que no se preocupara por los deberes de la panadería, así que tomó un baño y comenzó a sacar todas sus cosas de su armario para seleccionar lo que se llevaría a casa de su abuela. No pasó mucho tiempo para que Alya irrumpiera en su habitación llenándola de preguntas que realmente no deseaba responder.

—Marinette sabes que decidas lo que decidas yo te apoyo, si es lo que necesitas, adelante chica. Sólo que no dejaré que te vayas sin una debida despedida.

—No Alya, dudo que sea buena idea. No quiero despedirme de nadie, no quiero hacer esto público...

—Bueno, no lo veas como una despedida entonces, sino como una celebración por este nuevo paso en tu vida. Si lo prefieres, no le diré a Adrien.

—Si haces eso, él podría sospechar algo y realmente prefiero que nunca sepa de mis sentimientos.

—Entones, ¿mañana te parece bien?

Marinette terminó por aceptar. Usaría aquello como un broche de oro para cerrar una etapa de su vida. Una despedida que no era más que el comienzo de algo nuevo, una despedida simbólica a sus sentimientos por el rubio, un hasta luego. Para después dedicarse a ella, y a su taller de costura.

Alya y ella estuvieron revisando todas sus prendas, Marinette terminó eligiendo las que más le gustaban, guardando las que pensaba que no necesitaría y sacando lo que ya no usaba y estaba segura de que no volvería a usar. Lo mismo ocurrió con sus accesorios, sólo que de esos no desechó ninguno, pues no tenía muchos y todos eran preciados para ella.

—¿Cómo te has sentido? —pregunto Alya mientras acomodaba un vestido en una maleta, Marinette no la vio a los ojos al momento de contestar.

—No tan bien como quisiera Alya, pero estoy segura de que este cambio va a ser bueno. Voy a conocer a personas nuevas y enfocarme en el taller, no tendré cabeza para Adrien.

—Eso es lo mejor, Marinette —Alya sonrió y siguió acomodando ropa.

Aunque Alya sabía que su mejor amiga decía aquellas palabras para intentar convencerse ella misma de ello. Alya era testigo de los fuertes e incansables sentimientos de Marinette, la vio desmoronarse en diversas ocasiones y levantarse de nuevo con la esperanza de que Adrien Agreste pusiera sus ojos en ella. No había nada más doloroso para Alya que verla desmoronarse de nuevo.

~O~O~O~

Adrien y Nino se quedaron de ver en una taberna, el rubio había tenido un desacuerdo con Kagami —algo que no era común entre ellos—, pues Kagami tenía un carácter rígido, pero cuando se trataba de él siempre se relajaba y las cosas fluían de manera natural. Por eso el chico estaba tan consternado, porque era inusual estar distanciado de la joven, y cuando se sentía así acudía a Marinette, quien se negaba a verlo en las últimas semanas.

—Pensé que podría hablar con Marinette, pero ella parece evitarme todo el tiempo...

—Marinette tiene sus motivos —comentó Nino quien se había tomado un par de amargas cervezas, Adrien apenas probó la suya.

—¿Qué motivos?, antes era muy cercana a mí, es mi mejor amiga y ahora apenas nos vemos.

—Bueno tú estás saliendo con Lady Kagami, Marinette entiende y respeta eso —Nino era consciente de que Marinette los evitaba porque sufría al estar cerca de Adrien, el rubio era el único en no darse cuenta ante los ojos de Nino.

—No pensé que fuera a tomárselo de esa forma, yo no quise alejarla, y no entiendo porque ella cree que eso está bien. Hemos vivido muchas cosas, es una gran amiga y me siento triste de que se esté distanciando tanto.

—¿En serio no lo ves amigo? —preguntó Nino un poco cansado de que Adrien fuera incapaz de ver los evidentes sentimientos de Marinette, era una chica demasiado transparente—. Marinette se siente desplazada por Kagami.

—¿Desplazada? Pero ella siempre va a ser mi amiga.

—Tal vez ella pensó algo diferente —y Nino se arrepintió tras decir esas palabras. Acababa de dejar a Marinette en evidencia, y Alya seguramente lo iba a matar por imprudente. Seguramente Alya le dejaría de hablar durante meses. Sí, eso iba a pasar si Alya se enteraba de esa charla.

—¿Qué? —preguntó el rubio atónito.

Adrien hizo una recapitulación de los últimos meses, Marinette y él iban juntos de un lado a otro antes de la llegada de Kagami, acompañaban a Nino y Alya a sus citas, y siempre hablaban demasiado, bailaban y se contaban todo. Esa era una relación bastante similar a la que Nino y Alya tenían, quizá Marinette había malinterpretado su relación en algún punto.

—¿Nunca viste a Marinette de otra forma? —preguntó Nino un tanto curioso—. Ustedes se llevan tan bien, hacían una buena pareja.

—Sí —aceptó Adrien—. Hay algo de Marinette que la hace especial, y sí llegué a pensarlo, pero después apareció Kagami, y ya no era sólo algo, era un todo. Todo en Kagami me gusta, y me gusta la persona que soy yo cuando estoy con ella, no tengo que fingir...

—Oh viejo —Nino se decepcionó un poco. Hubiera sido genial que Adrien y Marinette formaran una pareja porque sería mucho más divertido salir los cuatro juntos. Sin embargo, no existía algo que él pudiera hacer contra los sentimiento de Adrien—. Sólo no menciones nunca que hablamos del tema.

~O~O~O~

Alya se esmeró más de lo que Marinette hubiera querido. El salón de fiesta de los Césaire estaba arreglado como si se tratara de un banquete. Lo gracioso era que en ese enorme salón había apenas ocho jóvenes. Si bien era algo sencillo, Marinette se sentía incómoda. La hermana mayor de Alya, Nora, fugía como bar tender y seguramente también quería procurar a Alya ya que Nino se quedaría hasta el siguiente día, así que su labor era vigilarlos. A Marinette aquello le pareció tierno.

Nora era sumamente intimidante, le gustaban los trabajos rudos y era conocida por ser valiente y temeraria. Eso hacía que querer sobre proteger a Alya fuera tierno, Alya no tenía que preocuparse de que alguien quisiera acercarse a ella con malas intenciones.

Cuando Nora empezó a servir la cena y las bebidas todo pareció cambiar de color. Pasó de ser un salón frío a uno más cálido. Y Marinette pensó que aquello ya no era tan malo, Adrien no llegó antes de que se terminaran la cena y asumió que no tendría que verlo, aquello la alivió de muchas formas. Empezó a integrarse con sus amigos y se sintió bien, se sintió muy bien. Extrañaba sentirse así de normal y feliz.

Una vez que la cena se terminó empezaron los juegos y las bromas y el ambiente se tornó aún mejor, Marinette logró olvidar sus problemas por lo menos un rato y después todos los pensamientos positivos que intentaba aglomerar en su cabeza se esfumaron con tanta rapidez que incluso su piel palideció y se puso completamente rígida cuando Adrien Agreste entró al salón principal. Guardaba el anhelo de que el chico no fuera, ya era muy tarde y en general él era muy puntual. Se equivocó, allí estaba el chico con su gabardina café y una camisa de seda aperlada. Tenía mucho que no lo veía, esa aparición la había dejado anonadada. Al menos Adrien asistió solo, no fue acompañado de Lady Kagami y eso era lo mejor, Marinette no hubiera soportado verlos juntos en su despedida.

Lo vio saludar a algunos de los invitados antes de dirigirse al lugar donde ella se encontraba platicando con Alya y Nino.

—Señoritas, Nino —su sonrisa no alcanzaba sus ojos, Marinette se preguntó si habría tenido algún problema con Kagami, lo cual explicaría su ausencia.

Los demás invitados comenzaron a aglomerarse a su alrededor y Nora comenzó a sugerir algunos juegos, los cuales todos involucraban un poco de alcohol, por no decir demasiado. La mayoría consistían en retos o confesión de secretos para evitar tomar un trago. Nora tenía un repertorio bastante amplio para lograr que todos tomaran esa noche.

Marinette rara vez había probado alcohol en su vida. La primera vez fue con su abuela, ella decía que era mejor que aprendiera a tomar en casa para que nadie pudiese marearla fuera. Marinette nunca aprendió a tomar porque a su padre le disgustaba la idea, temía que no se pudiese controlar con el asunto del alcohol. La segunda vez que tomó fue con Alya, Nino y Adrien y fue apenas una copa en un banquete, se mareó rápido y decidió que el alcohol y ella sólo podían verse de lejos.

Aquella noche se le olvidó su propia regla.

Rose Lavillant, la pequeña de cabello largo y rubio fue la primera en caer dormida en uno de los divanes. Mylène Haprèle e Ivan Bruel —la pareja más antigua del grupo—, fueron los segundos en caer, sólo que ambos decidieron irse de la residencia de los Césaire, pues los padres de Mylène no le dieron permiso de quedarse a dormir. Alix Kubdel y Lê Chiến Kim les siguieron dejando en el salón únicamente a Alya, Nino, Adrien y Marinette.

La joven le hacía reclamaciones mentales a Nathaniel —un amigo con el que se llevaba muy bien, al cual no había visto en meses—, por no haberse presentado. De estar él al menos no tendría que preocuparse por estar tan cerca del Agreste.

Nora desapareció en la cocina, Nino y Alya empezaron su propio juego en uno de los divanes, Marinette tenía enfrente una copa recién servida que se tomó de golpe al caer en cuenta que estaba a solas con Adrien Agreste. Después de eso todo se volvió borroso para la joven.

Habían estado jugando secreto o trago durante las últimas dos horas, por lo cual el rubio quiso continuar con el juego. Marinette notó que cada pregunta que él le realizaba se volvía mucho más personal y aquello comenzó a incomodarla. Cuando buscó ayuda en su mejor amiga, la encontró acurrucada en un diván libre, su cabeza sobre el hombro de Nino y supo que no podía ir a despertarla para que la salvase de esa situación.

—¿Secreto o trago? —preguntó Adrien sacándola de sus pensamientos bruscamente, Marinette ya no toleraba una gota más de alcohol.

—Secreto.

—¿Quién te gusta?

La chica se quedó de piedra. No sabía si esas palabras realmente salieron de la boca de Adrien o simplemente lo que Alya le dio de beber estaba surgiendo efecto. Adrien quería que ella le abriera su corazón, o lo que quedaba de él. Y ella sabía que eso era entregárselo para que pudiera destrozarlo aún más. Eso no iba con él, Adrien era alguien que prefería no dañar a las personas, pecaba de amabilidad. La joven se convenció a sí misma que había escuchado mal.

—¿Perdón? —preguntó alzando la vista, fingiendo una sonrisa. Deseando que la pregunta siguiente fuera diferente.

—¿Quién es la persona que te gusta?

Marinette se paralizó por completo. Adrien sí estaba pidiéndole que expusiera su corazón sin clemencia.

—¿Por qué deseas saber eso?

—No lo sé, nos contábamos todo, pero nunca hablaste del tema y últimamente te has alejado mucho. Creo saber por qué...

Marinette sintió que la sangre abandonaba su cuerpo y el frío la atacó sin piedad. Adrien. No. Podía. Saberlo. ¿Cómo se había enterado? No era un verdadero secreto, se recordó. Era un secreto a voces. Todos sus amigos lo habían notado. ¿Quién se lo había dicho? Esa era la pregunta correcta.

—Nadie —se atrevió a mentir—. Nadie.

—Sé que alguien te gusta, has estado evitando salir y te has distanciado mucho...

—Adrien, ¿por qué quieres saberlo? —Marinette impregnó la pregunta con un tono cansado, quería evitar contestarla a toda costa.

—Porque sé que soy yo.

No. Eso era lo que Marinette deseaba contestar. Con todo su ser. Y después dormir para que al día siguiente todo resultara ser un muy mal sueño. Sin embargo, un ingenuo rayo de esperanza se apoderó de todo su ser y no pudo evitar cambiar su respuesta en el último momento.

—¿Y si así fuera? —preguntó tontamente ilusionada. Un montón de "¿y sí...?" la atacaron en cuestión de segundos. "¿Y si le gustas también?, ¿y si siempre le has gustado pero no sabía que era mutuo?, ¿y si enterarse de que me atrae despertó su interés en mí?".

—Me pondría triste —aceptó el Agreste.

Aquellas palabras empezaron a oprimirle el pecho lentamente hasta que sintió su corazón en la garganta y sus lágrimas aglomerarse en sus ojos. Marinette lo entendió todo y lo que quedaba de su corazón se desmoronó en cuestión de nada, él quería dejarle claro que no podía responder a sus sentimientos, como si ella no lo supiera de primera mano. Esas tres palabras eran el resumen de un "mis sentimientos ya le pertenecen a alguien más y me pondría triste por lastimarte". Marinette sintió que su cabeza daba vueltas y no precisamente por el alcohol.

—Pues no te pongas triste, no me gustas —rio falsa y nerviosamente, pero Adrien la miraba sumamente serio.

—Yo sé que eso no es verdad —replicó el chico.

—No es así, Adrien, somos amigos —y sintió como su orgullo intentaba proteger los escombros que quedaban en el hueco de su pecho. Lo que ella ignoraba completamente era lo rota que sonaba su voz.

—La forma en la que te alejaste... Pensé que ya no querías mi amistad —confesó el chico. Marinette volvió a tensarse—. Marinette eres una chica estupenda, divertida y atractiva —la joven no sabía si podría escuchar el resto sin soltarse a llorar—, vas a encontrar a alguien que te hará feliz.

—Necesito dormir —por primera vez en toda la noche, Marinette sonó autoritaria.

Adrien asintió y se levantó, sabía que Marinette se subiría a dormir a la recamara de Alya. Él se había ofrecido a llevarla a casa al siguiente día. Así que se acomodó en uno de los divanes y la vio subir las escaleras sin mirar atrás. La escuchó sollozar unos minutos y después silencio.

A la mañana siguiente la vio salir acompañada por la hermana mayor de Alya, se subieron en una carrosa y partieron. Adrien no sabía que sería la última vez que vería a esa chica en mucho, mucho tiempo.

~O~O~O~

Patética huida la que implementó esa mañana. Se negaba a dejar que Adrien la viera con los ojos hinchados y rojos por haber llorado durante horas. La pobre no pudo dormir en toda la noche y terminó por pedirle a la hermana de Alya que la llevara a casa en cuando el primer rayo de sol hizo su aparición. En esos momentos deseó con todas sus fuerzas que ni Alya, Nino ni mucho menos Adrien despertaran para verla escapar.

Su cabeza era una maraña de pensamientos negativos. ¿Por qué Adrien la había obligado a confesar sus sentimientos si de todas maneras no iba a corresponderlos? Marinette no sabía si se sentía humillada o solamente rechazada. No era como si ella le estuviese pidiendo algo, Marinette se obligó a callar los sentimientos hacia Adrien desde que éste confesó lo que sentía por Kagami. Marinette estaba más que dispuesta a guardarse sus sentimientos para ella hasta que desaparecieran. Realmente sintió cruel el comportamiento del Agreste. Muy cruel. Y por otro lado sentía la necesidad de justificarlo. Se decía que Adrien quería conservarla como amiga y por eso ese ahínco de dejarle claro que sólo la veía de ese modo.

Aun así, no era necesario obligarla a desnudar su corazón de aquel modo tan duro. Porque así se sintió la noche anterior. Completamente desnuda... Y herida.

Le hubiese encantado llegar a los brazos de su madre y romper en llanto, en momentos como esos deseaba con todas sus fuerzas un hermano mayor que la consolara. No quería seguir preocupando a sus padres, ya les había causado muchas preocupaciones los meses anteriores así que se limitó a fingir una sonrisa y algo de cansancio (que ese realmente lo tenía) y los evitó tomando un baño donde lloró en silencio lo suficiente para que el agua de su tina se enfriara y durmió con los ojos hinchados unas pocas horas que no reponían del todo el sueño pendiente. Durmió cerca de cuatro horas antes de que su padre tocara a su puerta para infórmale que todo estaba listo. Debían irse y Marinette no podía alegrarse más por eso.

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~O~O~O~

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¡Listo! Ya sé que me he tardado una eterna eternidad, pero no saben lo duro que es revivir ciertas cosas. Ya sé que Adrien está actuando OC, creo que lo advertí al inicio, tanto él como Chloé serán un poco diferentes. No es un Adrien malvado que sólo quiere lastimar a Marinette, porque pues no, pero sí se maneja diferente al canon. Igual no se preocupen, no saldrá mucho de ahora en adelante. XD