Hola chicos, aquí estamos de nuevo, empezando con una nueva historia :) Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen y esta pequeña historia surgió de mi imaginación y espero la disfruten tanto como yo disfruté al escribirla. Comencemos…

Musa de chocolate y cerezas

Capítulo 0 - Una musa con ojos de jade

—Fresco al fin... —Cerré mis ojos para disfrutar de la brisa marina.

Yo era el tipo de persona que se caracterizaba por no meterse en problemas, pero el calor en la habitación era tan sofocante que me vi obligado a huir ¡Era como estar dentro de un sauna! Ni siquiera tres duchas de agua fría fueron suficientes para refrescarme… No, definitivamente no me arrepentía ni un poco por haberme escapado y más si podía disfrutar de un paisaje tan bonito.

Abrí mis ojos y me deleité con la vista. La orilla de la playa estaba iluminada con pequeñas antorchas, dándole un toque mágico que se completaba con el suave vaivén de las olas. Llevábamos una semana en este lugar… y era una lástima que descubriera esto justo ahora. Cielos… si no me desagradara tanto la arena ¡hasta podría considerar quedarme a dormir aquí!

Mi mirada se enfocó más allá de la orilla, la hermosa luna reflejada en el agua era perfecta. De verdad era un paisaje maravilloso y el cielo estrellado era un espectáculo digno de apreciar, algo que no podía hacerse en la ciudad por la contaminación lumínica. Era como ver una de esas postales donde se podían apreciar las constelaciones.

—Vaya… Siempre pensé que esas postales eran puro Photoshop, pero ahora veo que sí son reales.

—Yo también pensaba lo mismo. —Me sobresalté al escuchar una voz femenina detrás de mí... Una que… reconocería a kilómetros de distancia.

Tragué en seco y me giré con lentitud, esperando que fueran ideas mías, pero al quedar frente a ella mis ojos conectaron con sus orbes verdes, brillantes y hermosos… Unos que me tenían idiotizado desde… desde que me empezaron a gustar las niñas, probablemente.

—Hola, Li —saludó, consciente del susto que me había causado. Su sonrisa ladeada me lo decía.

—Ahm… Ho… hola, Kinomoto.

Sakura Kinomoto era la perfección en persona. Una chica dulce, gentil y agradable que nunca se metía en problemas y ayudaba a todo aquel que la necesitaba. Era la presidenta del consejo estudiantil, competía conmigo por el primer puesto entre los estudiantes, era excelente deportista y… era realmente preciosa.

Yo estaba... totalmente enamorado de ella. Obviamente, era un amor no correspondido, pero estaba bien, me conformaba con soñar despierto de vez en cuando y admirarla de lejos. Después de todo, personas como ella, que estaban en la cima de la popularidad, no solían mezclarse con personas inseguras, frikis y pasados de kilos... cómo yo.

—¿Qué haces aquí tan tarde? —me preguntó, sacándome de mi ensoñación.

Sakura me miraba con fijeza con esos resplandecientes y curiosos ojos, mientras que su largo cabello color caramelo ondeaba con la brisa marina. Una visión hermosa que empañaba por completo el paisaje que antes apreciaba.

—Yo... po... podría… preguntar lo mismo —tartamudeé. Algo muy común en mí cuando ella estaba cerca.

—Pero yo pregunté primero.

Si lo ponía desde ese punto de vista, tenía razón. Soltando un suspiro, le conté que el aire acondicionado de nuestra habitación se había dañado y no aguantaba el calor de ese sauna.

—Siempre has dicho que odias el frío, pero ahora te quejas del calor ¿Quién te entiende?

—¿Cómo… cómo lo sabes?

—Li… hemos sido compañeros desde que llegaste a Japón cuando estábamos en cuarto grado y te has sentado detrás de mí desde entonces. Es obvio que sepa esas cosas de ti. —La linda sonrisa que me dio, paralizó mi corazón ¡Podía jurarlo!

—Ahm… ¿Y tú? ¿Qué… qué haces aquí? —pregunté, luego de aclarar mi garganta.

La mirada de Sakura perdió su luz… algo que me preocupó porque ella era una chica muy alegre. Sin darme una respuesta, se adelantó unos pasos y se sentó en la arena, sus hombros subieron y bajaron en un suspiro profundo.

No estaba seguro si eso era una indirecta para que la dejara sola, pero… no importaba, por primera vez quería arriesgarme y por eso dejé que mis sentimientos me guiaran hasta ella. Me senté a su lado para contemplar, juntos, el mar oscuro que se extendía delante de nosotros.

—No podía dormir… —dijo al fin, haciéndome sentir aliviado—. Podríamos decir que… me sentía asfixiada.

—¿Puedo... saber por qué?

—Digamos que.. algo me tiene preocupada y no me deja tranquila.

—A veces… nos sentimos tan ahogados que... no vemos ninguna salida a nuestros problemas, pero siempre hay una solución. Solo debes calmarte, respirar y ver tu problema desde todos los ángulos posibles…

—No es tan sencillo —dijo, abrazándose a sí misma con fuerza… ¿Qué clase de problema tenía para sentirse tan… atrapada?

—Pues si eso no funciona, entonces háblalo con alguien de confianza para desahogarte… Quizás esa persona pueda darte una solución que habías dejado pasar por ser muy obvia.

—Lo hice… y eso fue lo que me llevó a terminar con Hayato. —Claro, el exnovio... capitán del equipo de fútbol.

—¿Puedo saber qué te dijo?

—Que me estaba preocupando por estupideces.

¿Acaso ese sujeto era idiota? Definitivamente, los esteroides le habían comido parte del cerebro.

—No me estás pidiendo mi opinión, pero... como tu novio, Miyamoto debió apoyarte o por lo menos tratar de orientarte. No pasar por alto tu preocupación porque por algo estás pidiendo ayuda…

—Tomoyo me dijo lo mismo, por eso terminé con él y… también me di cuenta que no lo quería realmente —dijo, soltando un suspiro.

La ruptura entre ellos, hace dos meses, había sido el chisme más jugoso de la preparatoria. Se manejaron varias teorías, pero siempre se especuló que había sido él quien finalizó con la pareja dorada de Seijo, algo que nunca creí y casi me di golpecitos en el hombro porque había tenido la razón.

—Bueno… ve el lado positivo. Ya no tienes que aguantarle el ego súper inflado —dije, sacándole una sonrisa.

—¿Te digo un secreto? —Asentí—. Hayato adora mirarse en un espejo. Dice que su apariencia tiene que ser perfecta, pero para mí está enamorado de sí mismo.

—Eso... definitivamente, no me lo esperaba. —dije, riendo levemente y ella se unió a mí.

Para algunos podía parecer una simple risa, pero para mí, era un sonido hechizante que lograba enfocar todos mis sentidos en ella. El suave sonido de su risa me llegaba como una suave caricia, haciéndome olvidar la aspereza de la arena. Su dulce aroma frutal enmascaraba el olor marino y el sonido de las olas me parecía insulso ante la melodía que salía de sus labios. Las estrellas perdieron su fulgor ante su belleza divina... y mi lengua… mi lengua anhelaba descubrir el sabor de su boca de cereza… aunque eso jamás fuera a pasar.

«Vaya… mi lado poético sale a flote cuando ella está cerca»

—¿Tú... me escucharías? —Su voz suave y dubitativa me trajo de vuelta—. ¿Podrías escuchar… lo que tengo para decir?

¿Yo? ¡Más que encantando! Podría escucharla toda la noche de ser necesario, sin cansarme y sin aburrirme.

—Cla... claro.

Sakura me miró y me dedicó una sonrisa preciosa, de esas que pueden iluminar a cualquiera. Mis mejillas se calentaron y tratando de disimularlo, desvié mi mirada hacia la arena.

—Eres un chico muy gentil, Li —dijo con suavidad—. ¿Puedo confesarte algo antes? —Asentí sin mirarla porque mi rostro aún estaba ardiendo—. Siempre he querido acercarme a ti, pero… eres muy cerrado con tu círculo de amigos… Hasta llegué a creer que te desagradaba.

¡Qué me partiera un rayo ahora mismo! ¡¿Cómo pensaba eso cuando prácticamente besaba el piso por donde ella caminaba?!... Ah esto era una mierda… justo como dirían mis mejores amigos.

―No… no me desagradas… ―Fue lo único que pude decir para no ponerme en evidencia.

—Es bueno saberlo ―dijo… y luego su sonrisa fue borrándose poco a poco―. La verdad es que… mi padre quiere que estudie medicina, pero yo… odio la sangre. No creo poder resistirlo.

—¿Ya se lo dijiste?

—No… Es que… se ve tan ilusionado creyendo que sus dos hijos seguirán sus pasos… y yo… no quiero decepcionarlo.

—Pero… por complacerlo a él, ¿vas a pasar el resto de tu vida haciendo algo que no quieres? —Sakura levantó su mirada cristalina hacia mí, haciéndome sentir impotente.

—Es un excelente padre. Siempre se ha esforzado para que Touya y yo seamos felices… Lo menos que puedo hacer es complacerlo.

—Kinomoto… creo que diste con tu respuesta.

—¿A qué… a qué te refieres?

Mi mano se movió por si sola para alcanzar una lágrima que surcaba su mejilla. Ver a Sakura en esta situación me retrocedió en el tiempo tres años, cuando mi padre se la pasaba hablando de lo maravilloso que sería tenerme trabajando en el bufete familiar, al terminar la universidad.

¿Qué si se decepcionó cuando le dije que no estudiaría leyes? La respuesta era obvia, pero mi padre agradeció mi sinceridad y me mostró todo su apoyo.

—He visto muchas veces al señor Kinomoto y puedo decir, con seguridad, que te quiere muchísimo y solo desea verte feliz.

—Pero… lo decepcionaré.

—Sí, lo harás... pero estoy seguro que te apoyara. Luego verás hacia atrás y dirás "me preocupé por nada".

—Tú… has pasado por esto ¿cierto? —Asentí—. ¿Tiene que ver… con la repostería?

Abrí mis ojos con sorpresa ¡¿Cómo lo sabía?! Jamás se lo había dicho a nadie fuera de mi círculo de confianza ¡Ni siquiera los profesores lo sabían!

—Creo que he estado confesándome mucho hoy… —dijo, sonriendo—. Ya te dije que sé cosas de ti… —Sus mejillas se tornaron rojas—. En las clases de cocina te ves muy cómodo y más si son postres lo que toca preparar.

—Aun así… ¿Cómo tú…?

—Tienes mucha habilidad, te mueves con confianza… Eres un Shaoran Li diferente cuando cocinas —me interrumpió—. Y puede que… haya robado algunos de tus postres para probarlos… ¡Pero en mi defensa debo decir que los profesores siempre te han elogiado!… No me resistí.

Un segundo… ¿Ella ya había probado mis dulces? ¿En qué momento? Traté de hacer memoria, pero no pude recordar ni un solo instante en el que notara algo extraño. Sí, algunas veces faltaban dulces en mi caja de muestra, pero siempre lo asocié a que la profesora se quedaba con algunos ¡Jamás se me hubiera atravesado por la cabeza que era ella!

—Lo primero que probé fue un mousse de chocolate y canela —reveló—. Fue en segundo año de secundaria y aun puedo recordar su textura cremosa y la mezcla perfecta de los sabores.

Sakura me confesó que su primer pensamiento fue dudar de mi habilidad. Por eso volvió a hacerlo y esa vez un pie de limón fue su víctima. Mientras me contaba esto, sus ojos irradiaban travesura… algo que jamás había visto en ella. Una imagen demasiado provocativa y más cuando mordía su labio inferior, tratando de contener la risa que le causaba el recordar casi la atrapan una vez.

—Pero la torta de fresas valió la pena el riesgo —dijo.

—Vaya…

—Sí… toda una ladrona de dulces. Incluso planeaba muy bien mis golpes para no ser descubierta —dijo, mirándome con la misma picardía y una hermosa sonrisa—. ¿Realmente serás un repostero? —Asentí con lentitud—. ¿Fue difícil decírselo a tu papá?

—Sí… fue difícil… pero ahora disfruta mucho de mis postres —dije—. Incluso se anima a cocinar conmigo algunas veces.

—Eso es… maravilloso…

—Me encanta cocinar… —dije, entrando más en confianza—. Sé que no me haré millonario con esto, pero… es mi sueño tener mi propia pastelería y que las personas sean felices al probar mis postres. Por eso… me iré a Hong Kong al terminar la preparatoria para estudiar en el mejor instituto culinario de Asia.

El resplandor de su mirada verdosa se intensificó aún más. Aunque sonara ridículo, podía ver orgullo en sus ojos, una admiración que me hizo sentir cohibido y desvié mi mirada hacia la arena. Cuando su suave voz volvió a escucharse, derrochó seguridad.

—Hablaré con él… —Al verla de nuevo, su rostro derrochaba determinación—. Le diré cómo me siento y lo que realmente deseo hacer.

—Pues… me alegra mucho escucharte decir eso. —Me levanté y le tendí mi mano para ayudarla.

—Bien. Ya que hemos terminado las confesiones, ahora nos meteremos a la playa para disfrutar nuestra última noche aquí.

Claro, nadaremos en la playa y… un segundo…

—¿Qué?

—¿No me dirás que tienes miedo? —dijo con una sonrisa ladina que me hizo delirar.

«¡Despierta, Shaoran! No puedes nadar con ella ¡Es una locura!»

—No tengo miedo… pero no tenemos ropa para nadar —dije, desviando mi mirada de sus ojos retadores.

—¿Y eso qué? Podemos nadar en ropa interior, nadie nos verá.

A ver, a ver…. ¿Ella realmente me estaba proponiendo… nadar en ropa interior? ¿Acaso se le había desconectado un cable en la cabeza?

—Ahm… yo no…

—No seas cobarde, Shaoran —Mi nombre sonaba genial en sus la… ¡¿Me había llamado cobarde?!

—¡Oye! ¡Yo no soy quien se asusta por las historias de miedo!

—Touche. Y por eso no puedes dejarte vencer por una miedosa ¿verdad? —Sonrió satisfecha al notar que había mordido su anzuelo.

Sakura comenzó a aflojar las tiras de su vestido y cuando este se deslizó al piso, la imagen que solo vi por cinco segundos se quedaría tatuada en mi retina de por vida… y sería suficiente para tener sueños divertidos por varias noches seguidas.

—¡Oh por Dios! —murmuré… Iba a tener un paro cardíaco si abría mis ojos, estaba seguro.

—Shaoran, es lo mismo que estar en traje de baño. Ves la misma cantidad de piel —resopló—. ¡Abre los ojos!

Al no obtener la respuesta que quería, la bruja que me tenía hechizado me pisó el pie con toda su fuerza. Solté un quejido de dolor que murió en mi garganta cuando mis ojos se encontraron con la visión más hermosa de una Diosa. Su lencería de encaje, de un color rosa pálido, incrementaba la sensualidad natural de su cuerpo femenino y perfecto.

Mis manos ardían de deseo por recorrerla, explorar cada una de sus curvas y enredar mis dedos en su largo cabello castaño sin dejar de observar sus ojos hermosos… ¡Dios! ¿Por qué me hacías esto? ¿Acaso era una especie de prueba?

—¿Ves? No era tan difícil —dijo, sonriendo.

La luz de la luna iluminaba sus suaves hombros y siguiendo la línea de su clavícula, llegué a sus pechos, las curvas más perfectas que había visto jamás... Al sentir mi boca completamente seca, me obligué a desviar la mirada lejos de ella para calmarme… No podía ponerme en evidencia ¡Simplemente no podía!

—Mientras te desvistes, voy entrando al agua.

Cuando volví a enfocar mis ojos en ella, Sakura ya estaba sumergiéndose en el agua y comenzó a llamarme.

Se veía preciosa nadando de aquí para allá, divirtiéndose con el agua… Sakura estaba feliz y eso era más que suficiente para mí. Tomando una respiración profunda y valiéndome de la corriente de adrenalina que me estaba recorriendo, me despojé de mi ropa, quedándome únicamente con el bóxer, y mandé al infierno mis inseguridades.

Caminé hacia la playa y cuando el agua llegó a mis pies, solté una pequeña maldición por lo fría que estaba. Sakura seguía jugueteando y riendo, eso me animó a seguir adelante. Sumergí mi cuerpo cada vez más en el agua salada, hasta lograr llegar hasta ella.

—¡Bien! Ahora que estás aquí, podemos jugar juntos —dijo cuándo me notó a su lado.

Sakura comenzó a salpicarme con el agua y poco a poco, fui relajándome. Me olvidé de que estábamos en ropa interior, del riesgo que estábamos corriendo y solo me dediqué a memorizar el momento, porque esto era algo que recordaría siempre. Solo éramos el cielo estrellado, el mar, la chica que amaba y yo.

Hubiéramos seguido jugando como un par de niños si Sakura no hubiera gritado de repente. En menos de un segundo, se abrazó a mí con brazos y piernas y mis manos volaron automáticamente a su cintura.

—Algo me tocó.

—Posiblemente un pez travieso —dije riendo.

—Pues muy travieso, porque me rozó donde nadie lo ha hecho nunca —susurró… pero al estar tan cerca pude escucharla… perfectamente.

Un silencio pesado e incómodo se instaló entre nosotros cuando nos dimos cuenta de lo que había dicho. En pocas palabras, Sakura me había confesado que era virgen y yo no podía creerlo… no tenía palabras… ¡Ni yo lo era!

—No te rías, por favor —susurró, con su rostro completamente rojo.

—¿Por… por qué lo haría?

—Porque es vergonzoso —dijo, enterrando su cabeza en mi cuello… sin soltarse aún… —Oh Dios… le he dicho a un chico que soy virgen.

«¡Rayos! ¿Y cómo logró yo convencer a mi amigo que se vaya dormir cuando te tengo pegada a mi cuerpo?»

—Ahm… Creo que es… más vergonzoso… estar en esta posición…

Sentí como su cuerpo se tensaba, pero no se bajó. Todo lo contrario, Sakura se apretó aún más contra mí, haciendo que cada una de mis células reaccionaran a su piel… y eso no era bueno, nada bueno.

—¿Sakura…?

Ella colocó su mano sobre mi boca para callarme y luego… se separó un poco para observarme. Sus ojos estaban más brillantes que antes y un adorable sonrojo cubría sus mejillas. La belleza de la mismísima Afrodita resultaría banal si la comparaba con Sakura.

Bajó con lentitud su mano y mi boca se vio libre, pero ya no quería decir nada… Sus ojos me tenían preso y no sabía que decir o hacer para romper el encanto. Peor fue cuando vi que su rostro comenzaba a acercarse cada vez más, mis manos apretaron su cintura, tratando de mantener la poca cordura que me quedaba… pero todo se fue al infierno cuando sus labios se posaron sobre los míos.

Ninguno de los dos se movió, solo eran nuestros labios conociéndose. Textura, forma y luego le agregamos el sabor al profundizar un poco más. Ella repartía pequeños besos que yo recibía gustoso y cuando menos lo esperé, me vi tomando el control del beso, dejándome llevar únicamente por el instinto.

El beso que había comenzado pausado, suave y delicado, poco a poco fue tornándose demandante y fogoso. Una de mis manos acunaba con cuidado su mejilla, mientras que la otra trataba de abarcar la mayor cantidad de piel. Sakura arqueó su cuerpo en respuesta, pegándose completamente a mí… y me fascino.

Mi cabeza daba vueltas ¿Esto era real? ¿Realmente estaba pasando? Mi frenesí era tal que no estaba consiente ni del lugar, ni del momento, ni del riesgo… solo de ella y de las sensaciones embriagantes que sus caricias provocaban en mí. Era un beso excitante, sensual, atrevido, pero… no era correcto. Al volver en mí, comencé a disminuir la intensidad hasta finalizarlo. Junté mi frente con la suya para tratar de calmarme.

—¿Por qué… te detuviste?

¿Era en serio? ¿Sakura Kinomoto me estaba reclamando porque corté el beso? ¡Ni en mis sueños más locos!

—Tenía que hacerlo —susurré.

Sakura hizo un mohín tan adorable que casi me hace lanzarme a sus labios de nuevo. Desenredó sus piernas y comenzó a caminar hacia la orilla, yo la seguí en completo silencio… el mutismo se mantuvo mientras nos vestíamos.

¡Rayos! Sakura se veía lastimada y era mi culpa, lo peor era que no sabía que había hecho para herirla... Las mujeres eran complicadas.

—¿No te gusto?

Dejé mi camiseta a medio poner cuando la escuché.

—¿Qué?

—¿No te gusto ni un poco?

—¿Realmente me estás preguntando eso?

—No le veo otra explicación —dijo, frunciendo su ceño—. Estábamos bien, me devolviste el beso… ¡Maldición! ¿Sabes cuándo tiempo esperé por esto? ¿Para sentir tanta pasión?

¿En serio estaba frustrada? ¡¿Y por mí?!

—Sakura… eres una chica genial y yo… yo no quería que pensaras que me estaba aprovechando….

—¡No quería detenerme! —dijo, con sus mejillas sonrojadas—. Y sé que lo estabas disfrutando también…

—¿De qué…?

—¡Tenía mis piernas enrolladas en tu cadera! Pude sentir muy bien que lo estabas disfrutando.

—Dios… —¿Ella realmente había dicho eso?

Me senté en la arena golpe y me agarré del cabello ¡Esto no podía ser peor! ¡No podía ni mirarla! No cuando me había gritado que había sentido la maldita erección que me causó su beso.

—Shaoran… —Sakura se arrodilló frente a mí y me tomó de las mejillas para obligarme a verla—. No te lo estoy diciendo para que te avergüences, te lo digo para que entiendas que… estoy dispuesta si es contigo.

Sakura comenzó a repartir besos por toda mi cara y luego se detuvo en mis labios, donde, poco a poco, se fue abriendo espacio para profundizar el pequeño beso.

—No. Quiero. Que. Te. Detengas —dijo entre besos.

—¿Por qué querrías estar conmigo? —pregunté… tratando de calmar el deseo que estaba comenzando a crecer otra vez.

—Porque eres el chico más dulce y genial que existe —dijo, besándome nuevamente.

—Creo que necesitas lentes.

—El que necesita lentes eres tú. —Se separó un poco para que pudiera ver su ceño fruncido—. Ante mis ojos esta un chico dulce y gentil que está dispuesto a escucharme, cuidarme, respetarme… y que también cocina los postres más deliciosos del mundo. —Otro beso—. No dejaré pasar la oportunidad.

Sakura tomó mi mano y, con una sonrisa, me jaló de vuelta al hotel.

—¿A dónde vamos?

—A mi habitación —dijo guiñándome un ojo.

—Pero…

—Tomoyo se ha ido a pasar la noche con su novio, así que no habrá problemas —rio—. Y nosotras si tenemos aire acondicionado.

Ese último comentario me hizo sentir un poco más relajado, por eso me dejé llevar y la seguí. Además ¿Qué podía decir? ¡Yo también quería estar con ella más que nada en este mundo!

Al estar en su habitación, volví a preguntarle si estaba segura de esto y su respuesta fue un beso que mando a volar todas mis neuronas. Me convertí en deseo, en pasión y en fervor… todo por ella.

Todos sus suspiros, todos sus gemidos, fueron por y para mí. Una a una, las barreras que impedían nuestra unión fueron desapareciendo y cuando todo rastro de tela desapareció, toqué su cuerpo con delicadeza, cuidado y ternura, encendiendo en el camino todo el ardor que Sakura jamás había mostrado a otro hombre.

Su respiración acelerada era mi premio, el néctar de sus labios mi alimento, y al internarme en sus profundidades prohibidas y secretas, la pasión consumió mi alma. El sueño que pensé imposible se cumplió, me perdí en el mar verde de su mirada. Sus pupilas completamente dilatadas me decían que estaba disfrutando y eso me hizo sentir bien, incrementó por mucho mi deseo y mi excitación. Gemimos juntos, dijimos el nombre del otro incontables veces, y volamos juntos al éxtasis.

Esta experiencia había sido la más intensa que había tenido en mis diecisiete años de vida… Posiblemente, podría comenzar a contar esta como mi primera vez porque de verdad… no tenía palabras. Sakura era toda pasión, sensualidad… y solo podía decir que, si antes besaba el piso por donde pisaba, posiblemente ahora le besaría hasta la sombra como decía la canción.

No necesitábamos palabras ni explicaciones. Nuestros ojos hablaban por nosotros y eso era más que suficiente. Ella lo había disfrutado, yo lo había disfrutado… y era algo que no olvidaría nunca.

En la madrugada, no queríamos separarnos, pero era necesario porque no podíamos arriesgarnos a que alguno de los profesores nos viese juntos o que su amiga llegara y nos descubriera. Fue difícil y más cuando no dejábamos de besarnos, pero por fin pude salir de su habitación y fui hasta la mía.

Ya ni me acordaba que el estúpido aire acondicionado estaba dañado y el calor volvió a golpearme en la cara al entrar... pero ¿que importaba cuando había pasado la mejor noche de mi vida?

Eriol, mi mejor amigo, ya estaba despierto y por la sonrisa socarrona que tenía, seguro ya se imaginaba que había estado haciendo.

—¡Eres un maldito! ¿Con quién tuviste sexo anoche?

—Amigo… eso fue más que sexo —dije feliz.

—Así habrá sido.

—Fue la noche más… ella fue… ¡Rayos! No sé ni cómo decírtelo.

—Pareces una mujer —dijo riendo, pero no me importaba ¡Estaba demasiado feliz!—. ¿Quién fue la afortunada?

Soltando un suspiro, pasé por su lado y me metí en el baño sin responder. No valía la pena decirle porque era algo que no volvería a repetirse.

Al comenzar a quitarme la ropa, noté que todavía tenía arena en el cuerpo. Esto era lo que no me gustaba de la playa, pero… después de lo de anoche, no pensaba quejarme nunca más de la arena… y de los peces traviesos que rondan las zonas prohibidas de las mujeres.

Cuando terminé de bañarme y salí, me di cuenta que Takeshi ya estaba levantado y los dos me miraban con sonrisas astutas.

—Dinos con quien estuviste —exigió Takeshi.

—Ya déjenlo. No volverá a repetirse.

—¿Por qué no? ¿Tan mal estuviste? —Maldito Eriol.

—Para tu información, quedó muy satisfecha. Tanto que no quería dejarme venir.

—¿Entonces por qué dices que no volverá a repetirse?

Al ver mi sonrisa triste, ambos lo entendieron. No por nada eran mis mejores amigos.

—Dale el mérito de la duda —dijo Takeshi, palmeando mi hombro, pero no era cuestión de dudar de ella… era algo que estaba dicho entre líneas y yo lo había aceptado.

Nos alistamos y bajamos nuestras maletas al lobby del hotel donde ya esperaban varios de nuestros compañeros y los profesores. Mis ojos recorrieron todo el lugar, pero ella no estaba por ningún lado.

—Sabes que siempre se queda dormida… y después de lo de anoche…

—Cállate, Eriol…

Ambos rieron y se acercaron a los profesores para notificar nuestra presencia. No pasaron ni cinco minutos cuando vi la hermosa figura de Sakura salir del ascensor. Iba acompañada de Tomoyo Daidoji, su mejor amiga, y Chiharu Mihara, la chica de la cual Takeshi estaba enamorado desde el jardín de niños.

Se veía radiante, esplendida y feliz. Eso... era suficiente para mí y como siempre, me dediqué a admirarla de lejos. Aun no podía creer lo que había pasado anoche… y parte de la madrugada, porque debía aclarar que estuvimos juntos varias veces.

¡Dios! Nunca me había sentido tan identificado con una persona. Nuestros cuerpos se reconocieron de tal forma que… no tuvimos que usar palabras para saber lo que nos gustaba y lo que no. Había sido una noche… mágica. No podía usar otro adjetivo para describirla, realmente, no podía.

En ningún momento la vi mirar en mi dirección y estaba bien. Era nuestro acuerdo tácito, pero… dolía. Haberla tenido una noche no era suficiente para mí. Yo quería sus risas, sus anhelos, sus problemas, sus lágrimas, sus triunfos… ¡Absolutamente todo! No solo una noche…

Subí en el autobús que nos llevaría al aeropuerto, en total silencio. Eriol escogió dos asientos que estaban a lo último y me arrastró con él, dejando a Takeshi sentado cerca de Mihara para que babeara a gusto.

—¿Estás bien?

—Lo estoy —dije, soltando un suspiro.

—No lo parece…

—Lo estaré cuando estemos en el avión. Tranquilo.

—Hola, chicos.

Levanté mi mirada al escuchar su voz risueña. Sus ojos verdes derrochaban alegría, brillo… Estaba completamente radiante y me sentí aún más hechizado.

—¿Te molestaría cambiar de asiento conmigo, Hiragizawa? —preguntó con sus mejillas sonrojadas y enseguida las mías ardieron iguales.

—Claro, no hay problema.

—Eriol…

You need to come back to life, my friend. —Idiota. Solo hablaba en inglés cuando quería molestarme.

Eriol se levantó y enseguida Sakura se sentó en su lugar, con una sonrisa traviesa que no se molestaba en disimular.

—¿Y bien?

—¿Qué haces aquí?

—¿No quieres… que esté aquí? —Al ver como sus ojos se opacaban un poco, me arrepentí por usar un tono de voz tan seco.

—No es eso… yo… pensaba que no debían vernos juntos.

—¿Y por qué querría eso?

—Yo…

—Shaoran, me gustas —dijo, haciendo que mi corazón se acelerara a niveles incalculables—. Te lo dije anoche… y hoy lo mantengo, pero entenderé si no sientes lo mismo.

—Entiendes que he estado enamorado de ti… prácticamente desde que puse un pie en Japón ¿verdad?

—¿Entonces cuál es el problema?

—El problema es... ¡Dios! Aún no puedo creer lo que pasó anoche... Tú eres tan maravillosa y yo...

—También lo eres —me interrumpió—. Por eso me gustas y... me gustaría que me dejaras estar a tu lado.

—Pero me iré dentro de un año.

—Entonces será el año más maravilloso de nuestras vidas, porque no pienso despegarme de ti hasta que te montes en el maldito avión que te llevará lejos. Eres mi novio, Shaoran. Mío y de nadie más. —Y me besó.

Sakura cumplió su palabra y no se separó de mí. Durante nuestro último año en la preparatoria, no nos importó lo que dijeron de nosotros, olvidamos que nuestra relación tenía una fecha límite y que tendría que irme al terminar la preparatoria. Solo nos enfocamos en vivir y disfrutar al máximo de nuestro intenso noviazgo.

Cocinaba para ella millones de postres que le fascinaban y no paraba de decirme cuan orgullosa estaba de mí. Teníamos citas maravillosas… habíamos aprendido a conocernos de tal forma que… ¡Rayos! Era como si fuéramos novios desde hace siglos. Incluso la acompañé a hablar con su padre cuando le confesó que no deseaba estudiar medicina y, como yo se lo había dicho, él lo comprendió.

Mis padres la adoraban, su padre estaba feliz conmigo y hasta me enseñó varias recetas de postres que él había aprendido… ¡Hasta el idiota de Touya Kinomoto me amaba! Bueno, no tanto, pero por lo menos ya no me amenazaba con dejarme sin pelotas.

Realmente… todo había sido maravilloso… hasta hoy.

Mis padres habían organizado una cena de despedida para mí y… a pesar de que mi madre se había esforzado en cocinar… todo me sabía a arena. En vez de querer celebrar... lo que quería era echarme a llorar en algún lugar sin que me vieran.

—Estoy muy orgulloso de ustedes, chicos —dijo mi padre—. La preparatoria ya ha quedado en el pasado y ahora ¡A la universidad y al instituto culinario!

—Gracias señor, Li —dijo Eriol… porque yo no tenía voz con que responder.

—¡Oh Dios! ¡Me parece mentira que todos crecieran tan maravillosamente! ¡Te voy a extrañar muchísimo, hijo! —dijo mi madre, levantándose para abrazarme—. ¡Oh! Olvidamos el postre.

Mi madre se levantó y fue a la cocina para buscar lo que yo había preparado para esta ocasión tan especial. Mis ojos pasearon por la mesa, mis amigos hablaban entusiasmados con mi padre… y Sakura me miraba desde su puesto con una sonrisa orgullosa… una sonrisa que quería corresponder, pero... no podía.

—Este postre es muy especial —dijo mi madre, colocando el pastel en capas de chocolate y cerezas sobre la mesa—. Es la primera creación de Shaoran.

—¿Ah sí? —preguntó Sakura con orgullo.

—¿Cuál fue el nombre que le diste, cariño?

Mis ojos se fijaron en los de mi novia y le revelé el nombre del postre que había creado por y para ella. La musa que me inspiraba a crear y por ella escogí el nombre.

—Musa de chocolate y cerezas.

Sus mejillas ardieron hermosamente y su sonrisa se amplió mucho más. Lo había captado porque ese era el mote que tenía para ella.

Mi madre cortó el pastel y repartió los pedazos. Todos dejaron ver lo mucho que les gustó mi creación, pero era la opinión de ella la que quería escuchar. Sakura llevó el primer pedazo a su boca, una sonrisa entusiasta se asomó en sus labios.

―Es… lo más delicioso que he probado en mi vida ―Su sonrisa era amplia, sincera y brillante. Me sentí satisfecho.

Cuando todos terminaron de disfrutar el postre, Sakura anunció que debía irse y no dudé en acompañarla. Estábamos por llegar a su casa cuando de un momento a otro me pidió que fuéramos hasta el parque pingüino. No me negué, no cuando deseaba pasar el mayor tiempo posible con ella.

Al entrar al parque, comenzó a aminorar el paso hasta detenerse por completo. Su mirada estaba perdida en algún punto del suelo y por eso no podía ver su expresión, pero al ver sus hombros temblar… supe que estaba llorando. Me acerqué con cuidado y al tocar su brazo frío, Sakura se giró y se abrazó a mí. No dude en responderle.

—Lo siento, lobito.

—No tienes que disculparte, musa.

—¡Claro que sí! No quería… no quería despedirme llorando… —dijo—. Se suponía que debía mantener mi sonrisa… ¡Incluso al terminar!

Al recordarme que habíamos decidido cortar nuestra relación hoy, sentí mis ojos arder. No había sido fácil, pero ambos concordamos en que sería demasiado egoísta continuar… cuando estaríamos varios años separados.

—Si lloro contigo… ¿Te sentirás mejor?

—No… me sentiré peor —respondió—. Sabes que te amo ¿cierto?

—Pídemelo, musa —susurré con voz ahogada.

—Sabes que no lo haré… —dijo, llorando. Incrementé la fuerza de mi abrazo—. Es tu sueño y debes cumplirlo…

—Tú eres mi sueño ahora…

—Quiero verte en el futuro… cuando tengas tu propia pastelería y comer los dulces que prepares —dijo, separándose un poco para colocar sus manos en mis mejillas húmedas—. En especial el pastel que creaste por nosotros. Es maravilloso y delicioso… y sé qué harás postres aún más sabrosos… ¿Me lo prometes?

—Te lo prometo —dije besándola.

—Yo te prometo… que escribiré muchos libros donde tú serás el protagonista —dijo, haciéndome sonreír—. Me volveré una escritora famosa y todos conocerán al lobo que es fuente de mi inspiración.

Ese era su sueño, ser una escritora de historias maravillosas y estaba seguro que lo lograría porque era muy buena. Había leído varios de sus escritos y eran maravillosos, por eso no dudaba que, algún día, Sakura sería una gran escritora.

—No importa lo que pase… tú siempre serás mi inspiración y yo la tuya… —dijo con voz partida.

La abracé con fuerza y más lágrimas fluyeron sin poder detenerlas.

—Tú siempre serás especial para mí, mi musa, sin importar qué… Este año que pasamos juntos ha sido… lo mejor que me ha pasado… Te amo.

—Yo también te amo.

—Pídemelo… por favor… —Ella negó con su cabeza.

—Se el mejor… y nunca dejes de sonreír… porque yo… amo tu sonrisa…

Nos separamos un poco para mirarnos y después de una sonrisa sincera, nos fundimos en nuestro último beso.

Al día siguiente, ya estando en el avión, recordaba una y otra vez esa última caricia. El sabor de sus labios, sus ojos verdes hermosos y brillantes, su sonrisa ladeada y sensual que me encendía, su pasión por la escritura… La esencia de Sakura Kinomoto me acompañaría de por vida.

"Se el mejor y nunca dejes de sonreír"

—Lo seré… musa. Seré el mejor por ti.

Bien. Incursionando en una nueva categoría en FanFiction haha. Quiero que decirles que esta historia representó todo un reto para mí porque no es mi fuerte, pero decidí ponerme a prueba a ver qué tal les parece, obviamente, siempre manteniendo mi toque que prácticamente se ha convertido como mi especie de firma. Las personas que me siguen en Facebook ya habían leído el resumen y hasta un pequeño adelanto que dejé hace mucho, espero que ahora que han leído todo el contexto y el cómo la historia de estos dos comienza, entendieran y les haya agradado.

La frecuencia, como siempre, será semanal. Este fic abarcará muchas cositas y para las personas que no me siguen en Facebook quiero decirles que la mayoría de los personajes que saldrán aquí, tienen su contraparte real en mi mundo porque están basados en entrevista que les hice a mis amigos haha. Tenía que meterme en la mente masculina para poder escribir como uno y quiero decir que los hombres son todos unos loquillos, me hicieron sonrojar hasta decir basta y se aprovecharon de mi nobleza al responder mis preguntas, para luego decir "Si no quieres saber ¿para qué preguntas?" pues por amor al arte hahaha.

Bien, espero sus opiniones y le den una oportunidad a esta historia ;) Les aseguro que se hace querer ¡Ah! Y ya van a ver porque me cambié el seudónimo haha.

Un besote para todos.

Amatista1986 / CherryLeeUp