A plena luz de un caluroso día que ilumina el jardín gris, un demonio sin alas y cuernos rotos limpia las calles con una pequeña cara de aflicción y un mar de suspiros. Es el actual conserje que realiza sus funciones de basurero, con sus gafas que deforman la luz mirando a la nada.
—Ahora ¿Qué haré? —susurra el que barre el polvo una y otra vez— Esta vez no podré escabullirme...
—No te ves bien, Alfem —mencionó una voz, que lo sacó del trance en el cual estaba.
—Buenas tardes, señorita Froze, ¿Como se encuentra hoy? —saluda casualmente al ángel que le habla, su pelo rubio y vestimenta gris es lo que más destaca de ella.
—Mejor que tú, al parecer —menciona fríamente.
Él solo rio de forma cansada, sin la intención de esconder su estado anímico. Froze, lo miraba de forma fría, pero esa es su forma de demostrar verdadera preocupación. Ella es una persona amable, no sabe cómo expresarse muy bien, pero es amable, eso es algo que aprendió viviendo ahí, pero no impide que él la moleste un poco.
—Oh... señorita Froze, que fría... sus palabras hieren profundamente mi alma —decía Alfem con un evidente tono de burla hacía al ángel.
—Mejor será que me vaya.
—¡¿Qué?! ¡¿Ya te vas?!
Deteniendo su caminar y volteando un poco el cuerpo para tenerlo en su campo de visión dijo—: ¿Me dirás qué te ocurre?
Suspiró levemente, como si necesitara aclarar de lo que tenía en mente.
—Es que hoy planeaba salir con el señor a divertirnos, pero perdí una apuesta con Wodash y ahora tengo que encargarme de clasificar todo el inventario de su jardín y eso me tomará horas... no sé cómo decirle al señor que no podré acompañarlo.
Esto dejo fría a Froze, ¿cómo un tema tan simple lo tenía preocupado? ¿acaso era estúpido? Eso era obvio, eso lo sabía desde que lo conoció, pero aun así no podía esconder esos pensamientos cuando lo miraba
—Solo dile, él entenderá.
—Es que no lo entiendes, ¡yo también quería salir! —llora en agonía— Ya teníamos tiempo esperando que el local abriera, además conociendo al señor, no querrá ir solo. Sí tan solo pudiera convencer a Wodash de pagar la apuesta otro día, pero no me escuchará...
—mmm... Estoy segura de que, si le pides a la señora Etihw que interceda aceptará, en especial si él está involucrado.
Alf, un poco sorprendido, se colocó un poco nervioso. Sabía que era una buena idea, de hecho, ella era muy indulgente con él, siempre lo trataba como a un niño, pero...
—No puedo hacer eso, ya le debo mucho a la señora, no puedo, ella es muy buena, pero también es mi culpa por no ganar el desafío —El honor nunca fue su fuerte, pero estar en ese lugar por tanto tiempo, algo había estado cambiando en él; era algo que no podía controlar.
Un pequeño silencio se formó tras la negativa de Alfem, pero no duro mucho.
—Vaya, yo que también pensaba que era una buena idea.
Una voz cortó el silencio, era la señorita Etihw, que apareció junto a ellos en ese mismo momento, flotando en ese lugar— Sabes, le diré a Wodash que no puedes trabajar hoy, ya que tienes vacaciones.
—¿Va-vacaciones? —Dijeron los otros dos mientras miraban atónitos, veían como ella se aprovechaba de ser la dueña de este lugar. Los monarcas son temibles en cierto sentido.
—¿Está segura de esto mi señora? —el nerviosismo de Alfem era evidente.
—Pues claro que estoy segura, será una orden, así no podrá negarse —Ella no podía ver, o, mejor dicho, no quería ver la preocupación de Alf, ya que este presentía que por culpa de su intervención él tendría que hacer más que solo el inventario—, además pequeño Alf, ¿cuántas veces te tengo que decir que no me digas señora?
—Disculpe señorita Etihw, pero ya se me hizo una costumbre —diciendo esto, hacia repetidamente una reverencia de noventa grados, él admiraba mucho a la diosa del jardín gris, después de todo, Alf la veía como su benefactora—. Muchas gracias por su amabilidad.
—Te has convertido en su amigo, es normal que los quiera ayudar.
—¡FROZE! —un grito lejano se aproximaba con gran velocidad, de una demonio peliverde. En su carrera salta y abraza a Froze haciendo que giren un poco— ¡Te extrañé!
—¡¿Yosafire?! —La sorpresa en su cara, se convirtió en una suave sonrisa, aunque intentaba conservar un rostro serio, no podía esconder que estaba feliz de verla.
—¿Por qué te demorabas tanto? Tuve que salir a buscarte. Habíamos quedado, hay muchas cosas que debemos hacer, ¿Qué era lo que te detenía…? —En ese momento se percata de la diosa y el basurero, su expresión de disgusto al verlo era evidente y ella no se molestaba en ocultarlo. Su sola presencia le resultaba molesta, por ello trato de enfocarse solo en la dama de gris— ¡¿Como estás Eti?!
—Bien gracias por preguntar —asentía.
Un ambiente agradable se formaba, una pequeña charla de la cual el barrendero claramente no pertenecía, él lo entendía a la perfección. El no pertenecía del todo ahí, solo era algo que no tenía donde volver y se le permitía vivir en ese tranquilo lugar, en donde las preocupaciones no iban más allá de cuanta basura le faltaba por limpiar.
El sol brillaba hermoso, la brisa tocaba su rostro refrescando y evaporando su sudor. El olor a hierba estaba en el aire y las risas de las mujeres que estaban cerca se confundían con el sonido del pueblo; En definitiva, ese no era su hogar, de donde él provenía era un sitio mucho más lamentable, no podía compararlos, era algo imposible.
Mientras ellas conversaban, el demonio llamado Alf se comienza a alejar tratando de no ser notado, pero fracasa, los ojos del ángel lo siguen y la diosa réplica en voz un tanto baja— ¿Por qué se parecen tanto?
Ethiw se dirige hacia a él rápidamente impidiéndole el paso —Así que le diré que confirme que se van a juntar hoy, así que termina tus deberes temprano. Nos vemos, cuídense ustedes también. —Con esas palabras la diosa se fue.
—Es hora de que nosotras también nos vayamos, Froze.
—Tienes razón, vámonos —dijo Froze, tomándole la mano a Yosafire.
Comenzaban a caminar, pero sin impedir que ella viera por un momento al sujeto con la escoba en la mano y alzar la mano como despedida. Él responde su despedida.
Las demás se fueron y el basurero siguió con su trabajo, aún quedaban cosas por hacer. Una de las inquietudes ya no estaba, el cual era su salvavidas para cubrirlo de otro pensamiento más venenoso, su verdadera preocupación, con la que convive y despierta cada día; el hecho de que él no pertenece a ese hermoso lugar. Los momentos de tranquilidad se irán y se volverán en recuerdos en algún momento, él solo es un extranjero, no, era peor que eso, era uno de los que causo daño a este hermoso paraíso y eso es lo que más lo carcomía por dentro, no podía perdonarse, ¿Por qué no solo se quedó sin recuerdos? Pero eso era egoísta, este era el precio que tenía que pagar de lo que pasó cuando aún era estúpido y sin ninguna pisca de bondad en él.