disclaimer: BNHA no me pertenece.

nota: esto es un AU en el que los quirks no existen. Créditos de la imagen van para herohero_denki en twitter.

habrá menciones de dekuxochako en algunos capítulos pero no me maten, todo tendrá sentido luego (?).

NOTA: vengo editando algunos detalles de capítulos anteriores, así que recomiendo releerlos porque cambié ciertas cositas importantes.


Vis Viva.

#4. (donde ochako está rara).


—¿Recuerdas esto? Es la ecuación de Bernoulli.

Ochako siente los párpados pesados, los ojos hinchados y las piernas entumecidas. Llevan las últimas tres horas sin levantar el culo de la silla y a pesar de que se ha dormido una buena siesta luego de clases, Ochako siente que no ha descansado en años. Debe ser el ambiente silencioso y calmado, el cielo nocturno que se deja ver a través de la ventana, y la voz profunda y seria de Katsuki recitando fórmulas y teoremas sin un ápice de emoción. Resulta hasta hipnótico.

Enfoca como puede la mirada en los números que Katsuki ha dibujado y, para su sorpresa, le resultan familiares.

—Aaah, sí. Lo recuerdo.

Katsuki apuñala la fórmula con el portaminas con brusquedad, dejando pequeños puntitos en la hoja.

—¿La entiendes?

Ochako continúa mirando el cuaderno por un rato más. Un largo «mmm» escapándose de sus labios y al final, sólo dice:

—Nop.

Bakugo deja salir un pesado suspiro que pronto se transforma en una especie de gruñido. Es como si estuviera a punto de explotar en una bola de estrés. En otra ocasión se hubiera reído, sin dudas, pero ahora siente que debe ponerse a la defensiva. Si le ha pedido ayuda es por algo, ¿verdad? Como si ella quisiera pasarse la noche repasando física del año pasado. Preferiría escuchar a Mineta hablar sobre absolutamente cualquier cosa durante quince minutos antes que hacer esto, y eso es decir mucho.

—¡Sé que debería recordarlo! —comienza a excusarse.

—¿Cómo carajos pasaste la materia?

—No lo sé. —una risita nerviosa se le escapa de los labios y Ochako observa a su tutor-esclavo retorcerse de frustración.

Lentamente se voltea, y le dirige esa mirada escalofriante de depredador que a todo el mundo intimida. Ochako se sobresalta por la sorpresa y duda durante unos segundos. Analiza con cuidado su expresión, aunque es algo inconsciente. El ceño fruncido ligeramente escondido por el cabello salvaje, y comienza a mostrar los dientes como si se tratase de un perro enojado. Surge en su interior la idea de que, sin dudas, es un rostro que le gusta. Le provoca una incontrolable diversión. Así que en una fracción de segundo toma la decisión. Es un intento ridículo de imitarle, pero está allí. Frunce el entrecejo e inclina el rostro, con las intenciones de verse peligrosa; sus gigantes ojos marrones lo miran fijamente y Katsuki, aunque no lo deja ver, no sabe cómo reaccionar.

¿Qué carajos ha sido eso?

—... Eres un puto bicho raro.

—Lo siento, no me pude controlar. —ha caído en cuenta de lo que ha hecho y siente las mejillas calientes—. Es que, de pronto me pregunté si yo podría hacer un rostro como ese…

Sin palabras. Tiene la voz atascada en la garganta y la mira como si tuviera enfrente a un fenómeno. ¿Siempre ha sido así de rara? ¿Qué ha pasado con la niña tímida que siempre anda detrás del inútil de Deku sin hacer nada importante? A pesar de que nunca ha hablado mucho con ella, sí la ha visto durante esos dos años, y siempre le resultó un cero a la izquierda.

Durante la noche de monopolio ambos estaban ebrios, así que había atribuido todo al efecto del alcohol. El tema de la limpieza del salón esa tarde es algo en lo que prefiere no pensar. Y una parte de Katsuki está convencido de que ha tenido algún tipo de alucinación; es imposible que Uraraka haya hecho tal cosa.

Pero no. Allí está, metido en su habitación enseñando a cara redonda física del año pasado, comprometido a una apuesta estúpida que ha hecho borracho. Por supuesto el único motivo es su orgullo, al fin y al cabo, una apuesta es una apuesta. Y Katsuki es un hombre de palabra. Pero no puede dejar de sorprenderle esa sensación apabullante que siente en el estómago, cada vez que la escucha decir tonterías. Es una curiosidad explosiva que le revuelve por dentro. Le enfurece su estupidez, le desespera la redondez de su cara, le deja sin palabras lo rara que es; en cualquier ocasión ya habría perdido cualquier ápice de paciencia.

En su lugar, se lleva las manos a la frente y se masajea las cienes con exasperación. Toda la situación es ridícula, y no podría importarle menos la sarta de bobadas que cara redonda tiene para decir.

—¿Por qué no les pediste ayuda a los babosos de tus amigos?

Aun así, la pregunta simplemente se escapa de su boca.

Ochako le mira el perfil, sus dedos largos enterrados en la piel de su frente, y una expresión de exasperación surcando su rostro.

En realidad, no lo había pensado. Se queda dura, sin decir nada por varios segundos. ¿Por qué no se lo pidió a Momo? ¿O a Iida? Pierde la vista en los apuntes desparramados en el escritorio, hundiéndose en sus pensamientos. En realidad, en el fondo le avergüenza. Toda la situación. Nunca ha sido buena con materias como física o matemáticas, le cuestan un montón. Todos sus amigos son conocidos por ser muy inteligentes, admitir que todavía tiene problemas con contenido del año pasado le hace sentir patética.

—No podría hacerlo. —se encuentra a sí misma respondiendo con total honestidad—. Ellos son muy inteligentes, no quiero que piensen que su amiga es una estúpida…

Katsuki le mira con una ceja enarcada, la boca tensa en una línea recta y los ojos destellando un irritado «es un chiste o qué». Ochako se apresura en corregirse:

—¡No digo que tú no seas inteligente! —agita las manos frente a su rostro con efusividad, Katsuki aparta la vista y gruñe nuevamente. Puede darse cuenta de que ha comenzado a replantearse por qué está ayudándole.

—Tsk.

—En serio, lo siento. —de pronto se siente culpable, la verdad es que Katsuki ha accedido a ayudarla, a regañadientes y con un poquito de manipulación de su parte, tal vez. Pero lo ha hecho—. Contigo… es diferente.

Se da cuenta de sus palabras una vez que ya las ha dicho. Se detiene de golpe como si hubiese arrojado una verdad que nadie debía saber. Y es eso, una verdad. No tiene idea de dónde ha salido. Ni cómo ha llegado a esa conclusión, ni en qué momento. Pero lo ha hecho. Desde que acabaron jugando al monopolio borrachos, y la estúpida apuesta salió de sus labios, siente una inevitable atracción hacia el caos que Katsuki Bakugo es. Esa noche jugando monopolio entre discusiones, gritos, risas y apuestas, ha sentido una emoción en el pecho que nunca experimentó antes. Se replica cada vez que acaba a su lado. Katsuki enciende sus sentidos, arrastra a la luz su lado más genuino.

¿Por qué?

Observa a Bakugo de refilón. Por un segundo puede jurar que le ha visto ponerse tenso. Mas pronto suspira con pesadez y se voltea hacia ella, una vez más, su mirada intimidante marcando la seriedad en su rostro.

—Es suficiente.

Suena como una pregunta, pero Ochako se da cuenta de que, en realidad, no lo es.

—A-ah, sí. Supongo que esto está bien. —comienza a recoger el lío de hojas, apuntes y explicaciones que han desarrollado durante esas tres horas y un poquito más.

Se incorpora del escritorio y se dirige hacia la puerta. Katsuki no mueve ni un músculo. Su espalda ancha agazapada sobre la mesa; observa su cabello rubio despeinado y una parte de su perfil, la mandíbula dibujando una línea tiesa sobre su piel. Ochako no puede evitar sonreír. De algún modo, le ha dado ternura.

—Muchas gracias, Bakugo.

No recibe respuesta. Así que se marcha, con una extraña satisfacción en el vientre. Se apresura a dirigirse a su habitación, con todo lo que han dado cree poder llegar al aprobado. Al demonio Bernoulli. A estas alturas, ya no aspira a excelentes.

Ha sido una noche extraña.


Katsuki Bakugo observa el ventilador de techo bamboleando entre las sombras de su habitación oscura. El zumbido ocasional de las astas al girar es el único sonido que se percibe. Dentro de su cabeza, no obstante, por primera vez en su vida, está haciendo todo lo posible por controlar las explosiones de palabras que recorren su mente, una tras otra.

Tiene el entrecejo inevitablemente fruncido y los músculos de los brazos tensos, cruzados, a pesar de estar recostado en la cama. Una mezcla inquietante de emociones le paralizan de un modo que le produce total desagrado.

—Mierda, cara redonda. Me las vas a pagar.


La escena que se desarrolla entre las dos mesas que tiene enfrente es un caos absoluto.

Ochako se lleva un bocado de comida a la boca, el rostro apoyado sobre una mano con total desinterés y una expresión de apatía atravesando sus facciones. En realidad, está cansadísima. El efecto del café cargado que se ha tomado a media mañana está desapareciendo y en su lugar, una sensación de pesadez ocupa su cuerpo.

Ni aunque la apasionada discusión entre la clase 3-A y la clase 3-B sucediera sobre su propia mesa podría espabilar.

—Bueno, creo que ya es suficiente.

No obstante, una voz femenina sí logra llamar su atención. Ochako vuelve la vista a su mesa, la chica de pelo naranja que se había unido a su almuerzo hace un rato se ha incorporado, bandeja en mano y lista para marcharse.

—¿Ya te vas? —pregunta Ochako a media voz. No estaba escuchando la conversación que ella mantenía con Momo, Tzuyu, Hagakure y Jiro, pero le agrada su presencia.

—Bueno, sí. Si no interfiero, el idiota de Monoma va a hacer que lo muelan a golpes.

Uraraka vuelve la vista hacia a la escena que tiene enfrente. Kirishima, Kaminari y Sero, desde una mesa, discuten a los gritos con Monoma y otros chicos de la clase B, en la mesa contigua. No es algo inusual, pero en cualquier momento alguien arroja un proyectil de comida y ahí se acaba todo. Así que le dirige una sonrisa amigable a Itsuka y el resto de las chicas se despiden. La observan acercarse a la mesa con las manos en jarra y pronto Monoma y el resto son desplazados a la otra punta de la cafetería. De a poco la relativa calma regresa al ambiente y Ochako suspira largo y tendido.

—¡Chicas!

Como un torbellino rosa, Mina se deja caer en la banca junto a Ochako y con una sonrisa gigantesca sacude toda la mesa. Momo y las chicas sostienen los vasos con las manos, por completo acostumbradas a ese tipo de interrupciones.

—No saben cómo me duele el culo.

Ochako se ahoga con la coca cola y el rostro de horror de Momo es como para una pintura. Jirou y Hagakure estallan a carcajadas y las mejillas de Mina se tiñen de un tono carmín. A lo mejor lo ha dicho un poco más fuerte de lo que quería.

—Ashido, sería bueno que nos pongas en contexto. —dice con paciencia Tsuyu, su voz nasal un poco ahogada por las risas.

—No sé si quiero saber. —Jiro articula como puede entre carcajadas, y Mina amaga con golpearle a través de la mesa.

En realidad, sonríe divertida, sin darle demasiada importancia al hecho de que cualquiera pudo haberla escuchado. Ochako observa su expresión y admira en silencio su personalidad extrovertida. Mina es inevitablemente atrayente.

—Vaya, que mente tan sucia, Jiro, linda. —la aludida se pone roja y ahora es Mina quien se ríe a carcajadas—. Bueno, les cuento.

Las cinco chicas se miran entre sí con curiosidad, y se acercan lo más que pueden a la chica de revoltoso pelo rosa. Hay un largo minuto de silencio en el que Mina sólo las observa, aumentando la tensión. Por primera vez en el día, Ochako se siente indiscutiblemente despierta.

—Decidí que este año quiero tener un trasero.

Hay un segundo de silencio en el que nadie sabe cómo responder.

—Así que ayer estuve hasta tarde haciendo sentadillas. Y ahora cada vez que camino siento… no sé, que estoy a punto de dar a luz. —se queja, cargada de dramatismo. Sus ademanes son amplios y Ochako la encuentra divertida. Ciertamente, ahora todo tiene sentido.

—Ay, Mina. Tu cuerpo es hermoso, no lo necesitas. —acota Hagakure, retomando la conversación. Se lleva el sándwich a la boca y dice mientras mastica—. Que no me entere que lo estás haciendo por algún chico.

—Lo hago por mí misma, ya sabes. A Eijiro le gusto como soy. —sonríe risueña, con la mano bajo el rostro en una pose coqueta. Momo suspira, se siente como una madre rendida ante su hija enamorada. Hagakure deja salir un gemido de frustración, mientras deja el sándwich en el plato.

—Ah, debe ser tan lindo estar enamorada… y que esa persona también guste de ti…

—Pero, Toru, ¿no recibiste una confesión ayer?

Si Ochako efectivamente fuese un animalito, habría erguido las orejas lo más posible. La observa con los ojos abiertos de par en par. Una confesión el primer día de clases, Toru simplemente está a otro nivel. La mira mover su largo cabello castaño hacia atrás; sus facciones son suaves, pero poseen cierta excentricidad, lo que la vuelven atractiva de un modo atrapante.

Uraraka se mira disimuladamente en el reflejo de la pantalla del móvil. Observa su cabello castaño corto y un poco inflado, sus mejillas rosadas enmarcando un rostro aniñado, y los ojos marrones soñolientos le devuelven la mirada. No puede evitar sentirse ridículamente común.

—Eso no viene al caso. No me gustaba. —dice con tranquilidad, encogiéndose de hombros.

—De todos modos, este año hay que concentrarse en otras cosas.

La voz de Momo interrumpe cualquier ensoñación y Uraraka la observa confundida.

—Estamos en tercero, tenemos muchas responsabilidades para el año próximo. Hay que elegir universidad.

Jiro se recuesta en la mesa con dramatismo, y Ochako la acompaña en sentimiento. Pensar en ese tipo de cosas hace que el estómago le dé vueltas.

—Sí, sí... ¿Sabes qué es aún más importante? —Mina alza un dedo con entusiasmo, todas las chicas la miran con atención—. Los talleres. Las jornadas de inscripción de los de primero comienzan la semana que viene, y este año nos toca organizar todo a nosotros.

Hay un «¡es cierto!» colectivo que demuestra que lo habían olvidado por completo.

—Mierda, entonces tengo que empezar a practicar cuanto antes. —murmura Jiro, una mano en el mentón, pensativa—. Esta «semana de adaptación» que hemos tenido con los chicos sólo me ha servido para procrastinar…

Se incorpora con bandeja en mano, y comienza a juntar los envoltorios de los snacks que han estado devorando. Comenta que se irá a la biblioteca a buscar unas partituras, y Hagakure y Tsuyu deciden acompañarla. Así como así, Momo, Mina y Ochako se encuentran solas en la mesa del comedor, estirando al máximo los últimos minutos antes de regresar a clases.

—Hablando de «semana de adaptación» con los chicos... —comienza Mina, como escogiendo sus palabras con cuidado—. Ochako, Eijiro te vio saliendo del cuarto de Bakugo anoche.

Podría jurar que todo el comedor ha quedado en silencio. Incluso, iría más lejos y hasta diría que su propio corazón ha parado. Los vibrantes ojos de Mina la observan con una seriedad casi ajena a su persona, y Momo no puede ocultar la sorpresa de su expresión. Ochako vacila entre ambos rostros, como si hubiese cometido un crimen y acabase de quedar expuesta. Un millar de pensamientos recorren su mente. Es muy consciente de lo extraño que es. Jamás ha intercambiado con Katsuki más que un par de palabras y de repente Kirishima la ha visto salir de su habitación. Un lunes a las cuatro de la madrugada. Especialmente porque tan sólo ha pasado una semana desde que chicos y chicas han comenzado a compartir edificio. Los únicos que se reúnen en habitaciones son los grupos que ya están formados hace años. Ella misma, Momo, Todoroki e Izuku han agarrado de costumbre invadir la habitación de Iida. Pero siempre se trata de varias personas, y no es un secreto exactamente.

Había olvidado por completo que el cuarto de Kirishima estaba junto al de Bakugo, y se pregunta si acaso también la ha escuchado suplicando frente a su puerta que le abra y le deje pasar. Es difícil discernir cuánto sabe Mina a partir de su expresión. Será encantadora y tal, pero Ochako sabe que no es para nada ingenua.

Entonces, Ashido relaja las facciones. Una ligera sonrisa surca sus labios y Uraraka siente que puede respirar otra vez. Momo se limita a observar, sin decir nada.

—No te preocupes, no se lo ha dicho a nadie más que a mí. Es sólo que, le ha parecido raro. Nada más.

Ochako pasa saliva. No tiene más opción que explicar lo que ha pasado. El problema es que, si sólo dice que Katsuki ha accedido a ayudarle con los deberes, se le reirán en la cara. No tiene ni un poco de sentido. Pero es que hablar de una apuesta tampoco es lo más normal del mundo.

En fin, al diablo todo.

—Resulta que, en el juego de monopolio, Bakugo y yo hicimos una apuesta y gané. Así que ahora es mi esclavo por un mes, y anoche me ayudó con el trabajo de física. Igual me costó horrores convencerlo, ¡no estoy muy segura de cómo lo hice! Pero eso fue todo. —escupe todas las palabras, una tras otras sin respirar en absoluto. Sin darse cuenta, ha cerrado los ojos y cuando los abre, Momo y Mina tienen las caras pintadas de desconcierto.

—¿… apuesta? —Yaoyorozu comienza a unir piezas en su cabeza, pero es interrumpida por Ashido que suelta una fuerte carcajada, que sobresalta a una avergonzada Ochako.

—No lo puedo creer… con razón Katsuki está tan raro.

Uraraka pestañea repetidas veces. ¿Ha escuchado bien? ¿Katsuki está… raro?

—¿A qué te refieres? —sin embargo, Momo le gana de mano.

—Bueno, he sido amiga de Bakugo por dos años, lo he visto en muchos estados… Pero es la primera vez que lo noto tan… ¿ofuscado?

Momo se cruza de brazos, como sin acabar de comprender lo que, según ella, es la cuestión más importante.

—Ochako, podrías haberme pedido ayuda a mí, ¿sabes?

La aludida asiente distraída, más por instinto que otra cosa.

—En fin, si quieres mantener esto como secreto por mí está bien. Pero quiero que me cuentes cómo avanza, algo me dice que puede llegar a ser muy divertido

Su sonrisa podría ser fácilmente confundida con la de alguna criatura malvada, pero de pronto suena la campana de fin de receso y antes de incorporarse de la mesa para marcharse, lo último que dice es:

—Realmente eres especial, Ocha.

Pero Uraraka ya se encuentra hundida en una profunda nebulosa de confusión, así que, al cabo de unos segundos, es arrastrada de vuelta al salón por Yaoyorozu.

Allí está otra vez, esa sensación apabullante.


No puede explicar con exactitud por qué se siente tan contenta.

Se trata de una sensación extraña, alojada en la boca de su estómago. La sonrisa regresa a su rostro inevitablemente cada vez que se atrapa a sí misma con cara de tontaina, e intenta cambiar de expresión. No le interesa cuando Yamada explica que, en verdad, la nota del trabajo no influirá en la nota de la materia, sino que sólo quería que realmente se esforzaran. En realidad, sufre unos segundos de intensa ira que pronto se disipan como si nunca hubiesen existido.

Se ha tomado otro café antes de entrar a clase, así que transcurre la tarde en un estado de alerta constante inducido en parte por la cafeína, y en parte por ese cosquilleo que tiene en el vientre. Por un instante recorre la posibilidad de que a lo mejor le ha caído mal, pero no siente el instinto de correr al baño, así que por el momento descarta la idea. Al final, cae en cuenta de que ha de tener algo que ver con Bakugo. Aunque en el fondo ya lo sabía. Pero no está segura de cómo se ven involucradas las palabras de Mina en todo el asunto.

Para empezar, le sorprende en demasía lo poco que preguntaron. Había imaginado cientos de escenas donde el tema de la apuesta quedaba expuesto y nadie le creía. Tal vez y hasta ha estado exagerando toda la situación. A lo mejor hasta Katsuki pierde regularmente apuestas. Debería preguntárselo. Sí, la próxima vez que estén a solas, lo hará.

¿La próxima vez?

¿Desde cuándo da por sentado que estará a solas con Katsuki? Tal vez ni siquiera vuelva a ocurrir, tal vez Bakugo haya perdido toda la paciencia y la próxima vez la eche con una patada en el culo.

Por algún motivo, encuentra esa posibilidad desagradable. Le retuerce incluso más el estómago. Sacude la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos.

¿Por qué le importa? Nunca ha pasado tiempo con él, no cambiaría nada.

Siendo sinceros, apenas lo conoce.

—Ah, Uraraka. ¿Estás bien?

Casi pega un salto cuando Izuku se le acerca de pronto, colgándose la mochila al hombro, mientras el resto de sus compañeros se organizan para retirarse de la clase y volver a la Residencia. Ochako despierta de su ensoñación y comienza a guardar sus cosas en su bolso, ha estado tan embobada pensando que ni ha notado que las clases acabaron.

—Sí, sólo me distraje. —sonríe un poco avergonzada y, para su sorpresa, Deku arrima una silla y se sienta cerca de ella.

—Bien. En realidad, quería preguntarte algo, ¿sabes? —su voz es tímida, y evita mirarle a los ojos. Ochako siente otro tipo de nerviosismo inundarla por completo, y su corazón comienza a latir con fuerza.

—¿Qué pasa?

—¿Puedo hablar contigo un segundo?

Por segunda vez en el día, Ochako siente que todo se detiene. Se trata de una escena que ha repetido en su cabeza cientos de veces. Sin embargo, ahora no sabe cómo reaccionar. Busca con la mirada a sus amigas, que esperan por ella en la puerta del salón. Les hace un gesto con la mano y sonríe con falsa tranquilidad, como si no estuviera a punto de morir de los nervios. Las chicas saludan y se marchan, y Deku y Ochako se encuentran solos en el salón vacío.

—Oh, ¿van a ayudar a limpiar?

Koda aparece de algún lado, seguido de Mineta, preguntando con amabilidad y anticipada ilusión. Izuku se incorpora y tomando la muñeca de Ochako, la guía a seguirle el paso, fuera del salón.

—¡Lo siento, Koda! Tenemos algo que hacer. —Ochako se deja llevar, demasiado absorta como para responder—. ¡Lo siento!

Caminan por el pasillo y Ochako observa de refilón el perfil de Izuku, una sonrisa traviesa surca sus labios, y su cabello ondulado parece brincar con cada paso que dan. Una vez que se encuentran lo suficientemente lejos de la limpieza, le suelta la muñeca y se voltea hacia ella. Echa un vistazo a sus lados, como asegurándose que nadie los siguiera.

Para este momento, Ochako ya siente que su alma ha abandonado su cuerpo.

Probablemente se encuentre en algún sitito de Portugal, ajena al lío que es su mente ahora mismo.

¿Acaso Deku va a confesarse?

...


Aaaaa qué era revisar? x2

En fin, después de casi un año por fin ha vuelto la motivación para seguir esto. En realidad, sigue muy presente la idea de que sea algo ligero, divertido y no muy serio, así que apunto a eso. También me puse al día con el manga, así que mis ganas de shippear Kacchako están por los aires (?). En fin, se me ocurrieron varias cositas para esto, que son más que nada escenas sueltas que voy a ver cómo voy hilando. Organizar la trama? we don't know her.

Anyways, perdón por la tardanza. Espero que todos estén bien y la cuarentena y la pandemia no los tengan muy estresados.

¡Muchas gracias por leer! Y a todos los que comentaron el capítulo anterior, extra gracias. Manténganse seguros y en lo posible no salgan de sus casas :)