Disclaimer: Los personajes de Naruto no son de mi propiedad sino de su creador, el mangaka Masashi Kishimoto. Solo los utilizo para adaptarlos a la historia de Pilar Parralejo, Cásate contigo. La pareja principal es Sasuhina, sus personalidades pueden estar alteradas ya que es una adaptación, sino te gusta no lo leas, todo lo hago sin fines de lucro y por amor al Sasuhina así que si no te gusta esta pareja ¿Qué haces aquí? Solo quiero mostrar los libros que me gustaron a través de esta gran pareja que se robó mi corazón desde que la vi.

Advertencia: este libro tiene un poco contenido sexual. Quien avisa no es traidor. Disfruten de la lectura.


EPILOGO

«Sasuke es nuestro regalo para ti», esas eran las palabras que sus padres le habían dicho en sus sueños.

Pasó días pensando de qué forma ese hombre podría ser un regalo para ella, pero después de comprobar que sus sentimientos eran correspondidos, después de comprobar lo feliz que podía hacerla con una sola mirada, entendió el verdadero significado de aquellas palabras. Lo único que le dolía era que sus padres no estuvieran ahí para disfrutar de su felicidad con ella.

Suspiró acariciando la falda de su vestido de novia, pensando lo irónico que resultaba que hubiera ido para que recuperase a otra pero terminase casándose con él. Miró el anillo de la familia de Sasuke y suspiró, tratando de contener sus propios nervios.

—Dios mío, hija, estás preciosa —Dijo Mikoto asomándose por la apertura de la puerta para avisarle de que ya era la hora.

—Es un vestido sencillo pero...

—Que sea sencillo no quiere decir que sea feo. ¿Quieres que te diga algo? Me gusta mil veces más de lo que me gustaron los vestidos de mis hijas.

—¡Oye que te he oído! —Se quejó Izumi, quien se casó con un enorme y pomposo vestido que a duras penas, soportó llevar puesto una hora. El de Naori no fue muy diferente.

El traje de Hinata era, en realidad, precioso, de corte griego, con tela de bambula y encaje, con pedrería en la parte del busto y en el cinturón, con dos tirantes finos y largo hasta los pies. No tenía un color blanco roto de los que destaca, sino un blanco natural. Era un vestido digno de ella.

—Madre mía, cuñadita, estás...

—¡Obito! —se quejó la madre al ver que había invadido la zona de mujeres.

—No me importa lo que digas. Vengo a llevarme a la novia, esté como esté —soltó—. Sasuke está en el altar hecho un manojo de nervios. —Sonrió.

Aquello aun puso más nerviosa a Hinata quien, no le había visto en todo el día y quien se moría por estar frente a él.

Al salir al jardín pudo ver el altar. Durante esos días le habían impedido que lo viera y el día anterior, mientras preparaban las sillas y las decoraciones, Sasuke la mantuvo lejos para que fuera una sorpresa. Por alguna razón creyó que sería como el que había visto en la boda fallida de Naruto, y era parecido, todos los altares en playas o jardines lo son: hileras de sillas hermosamente decoradas, gasas de colores, flores, una alfombra de pétalos de rosa... La suya era al anochecer, así que estaba llena de velas y antorchas... pero su altar tenía algo que no había en ningún otro: una familia a la que adoraba y lo mejor de todo, Sasuke.

Se acercó al inicio de la alfombra de pétalos viendo como Mikoto, las chicas y Sasuke corrían a sentarse y, aferrándose al ramo de flores empezó a caminar.

Fugaku había acompañado a sus hijas al altar y Hinata no tenía un padre que lo hiciera, así que, en un acto espontaneo se puso en pie, rodeó las sillas acercándose a ella por detrás y le ofreció un brazo. Hinata lo miró con los ojos llenos de lágrimas y se agarró al brazo.

—Espero que me perdone, señor Hyuga —susurró al aire—, no quería que su preciosa hija tuviera que ir sola al altar en su ausencia.

Como algo mágico, una sutil niebla blanquecina se formó al otro lado de Hinata. Muy pocos se percataron de ello, ni siquiera Hinata pudo verlo, pero Fugaku, como gran amante de lo místico, entendió que en realidad Hinata no estaba sola. Pese a haberse ofrecido a acompañarla se apartó, dejándola confundida. Llevó una mano a su nuca y la atrajo para darle un beso en la frente.

—Continúa sin mí. Créeme que no estás sola. —Miró al lado derecho de la muchacha, haciendo que ella se girase también—. Creo que tu padre estaría feliz de ser él quien te lleve.

Una brisa fresca rozó el brazo de la novia, estremeciéndola. Ella no creía en esas cosas, pero por alguna razón supo que era cierto lo que Fugaku le decía.

Caminó hacia el altar despacio, dándose cuenta de que aquello estaba resultándole demasiado familiar, de hecho era exactamente igual que en su sueño, con la única diferencia de que sus padres no estaban ahí, al menos no físicamente.

Sasuke la contemplaba embobado, estaba preciosa, estaba resplandeciente, y lo mejor es que estaba así y ahí por y para él. No era un tipo muy dado a echarse a llorar, pero aquella visión había hecho que sus ojos se humedecieran.

Al fin llegó frente a él, con una sonrisa radiante. Toda ella parecía brillar de felicidad.

—Hola —saludó ella con un tono de voz dulce y suave.

—¡Hola! —respondió él—. Dios mío, Hinata, estás preciosa. Preciosa de verdad —Hinata se ruborizó al oír la forma en la que lo había dicho.

Después de mirar a su lado derecho y asentir, aquel frio que la había acompañado al altar desapareció.

—Gracias, papá —susurró antes de devolver la mirada a su prometido.

El cura no tardó en empezar con la misa, y con ella los votos. Sasuke, que no había soltado las manos de Hinata ni un instante, se preparó para hacer sus promesas, promesas que incluían hacerla feliz todos los días, promesas que incluían no hacerla llorar jamás y hacer una gran familia, lo que hizo reír a los invitados.

Siguió ella, prometiendo ser todo lo que él necesitaba, prometiéndole quererle como merecía y prometiendo serle fiel hasta el final de sus días. Los invitados supieron a qué se refería y empezaron a murmurar, algo que le llevó a Sasuke a pedir que se callasen. Tras aquellas promesas y a punto de zanjar el enlace el cura preguntó a los invitados si alguien tenía algo que impidiese aquella boda, pero nadie habló, al menos los primeros segundos, luego alguien alzó la mano desde el fondo y cuando los novios miraron hacia allí todos los invitados se giraron para ver.

—Yo me opongo. —Dijo una voz femenina que todos reconocieron inmediatamente—. ¿Cómo era, Sasuke? Ellos no pueden casarse. ¿No fue así? —su tono era hostil y su actitud al acercarse al altar era amenazadora.

—¿Puede decir sus razones? —preguntó el cura.

—Oh, claro que sí. Ese hombre es infiel. Le es infiel conmigo. Lo ha sido todo este tiempo.

Lejos de lo que Sakura pensó, Hinata y Sasuke empezaron a reír, contagiando a su familia.

—¿El novio tiene algo que decir?

—Si. Claro que sí. —Dijo girándose hacia su familia—. ¿Podéis llamar a su familia para que vengan a por ella? Creo que no se ha tomado su medicación y tiene alucinaciones. —Por un momento soltó las manos de Hinata, se acercó para besar su frente y acto seguido se acercó a Sakura—. Estás acostumbrada a que los hombres se arrastren por ti, y muchos, a pesar de los años lo siguen haciendo, pero ¿quieres que te confiese algo? Nunca te amé de verdad. Lo único que sentía por ti era atracción, una atracción fatal que en el fondo agradezco, ya que me llevó a conocer a la única mujer que ha hecho latir mi corazón, la única que me ha hecho desear mucho más que un buen rato. Eres muy hermosa, Sakura, pero aunque fueras lo único que tuviera delante no podría verte.

—No importa lo que digas. Estás enamorado de mí, siempre lo estarás, y esto solo es una actuación.

Después de dos años, Nora aun guardaba el inolvidable vídeo de la fallida boda de Naruto, y no dudó en ponerlo a reproducir y acercarse a Sakura.

—Mira, bonita —dijo la muchacha poniendo el teléfono frente a los ojos de la rubia—. Hace dos años no solo te rechazó abiertamente, también te llamó zorra. ¡Zorra! ¿Sabes lo que eso significa? Así que no te hagas esto, deja ya de hacer el ridículo y de intentar fastidiar la boda de otro por puro despecho. Pero antes de largarte meneando el trasero como si fueras la única que tuviera uno, fíjate en ellos, míralos bien, porque si el amor tuviera forma física sería la manera en la que se agarran de las manos, la manera en la que se besan, o se acarician, la forma en la que se hablan. Corre, fíjate bien y cuando estés satisfecha vete a buscar a otro al que intentar joderle la vida.

Todos se quedaron de perplejos al escuchar a Nora defender el amor de sus tíos, pero empezaron a aplaudir y a vitorearla.

Sakura se dio la vuelta, maldiciendo de todas las formas posibles, deseándoles todo lo peor. Gritaba, se tiraba del pelo, pataleaba mientras salía de la propiedad de los Uchiha.

—Por favor, padre, si no tiene objeción alguna, por favor, continúe la boda. Me muero por besarla sabiendo que ya es mi mujer. —pidió Sasuke.

—¿Están los dos de acuerdo? —Ambos asintieron agarrándose nuevamente de las manos—. ¿Alguien más tiene algo que decir?

—Yo tengo algo que decir —dijo Fugaku poniéndose de pie—. Termine ya la boda, hombre, nos morimos por verles besarse de una vez.

—De acuerdo —sonrió el cura—. Entonces, si nadie más tiene nada que decir, os declaro marido y mujer. Podéis besaros —dijo mirando al padre de Sasuke.

Sasuke llevó las manos a las mejillas de su recién nombrada mujer, se acercó a ella despacio y después de rozar su nariz con la de ella la besó. Hinata puso las manos en su cintura y lo atrajo, profundizando ese primer beso de casados.

—Te quiero —le dijo él antes de volver a besarla.

—Yo te quiero más —sonrió ella.

Los invitados se pusieron en pie, aplaudiendo por tan bonita escena y se acercaron a ellos para felicitarles por su matrimonio.

En la enorme explanada del jardín trasero, a no demasiados metros del altar, habían puesto decenas de mesas para hacer un banquete en el jardín. Todo estaba decorado igual que en el altar: velas, gasas de colores, flores, pétalos de rosa por encima de la hierba...

Mientras los invitados buscaban donde sentarse Sasuke agarró la mano de su mujer y tiró de ella hacia la casa. Entraron en la cocina solo para salir a la playa, donde nadie pudiera molestarles, donde pudieran besarse libremente y sin espectadores.

—¡Espera! —Pidió ella, bajando el paso—. Llevo tacones y no puedo correr en la arena.

Sasuke se acercó a ella y la levantó en volandas, llevándola en brazos hasta la orilla, dejándola tendida en la arena e inclinándose sobre ella para besarla.

—No puedes imaginar lo feliz que soy —le dijo, a pesar de sonar cursi o de parecer poco masculino.

—Creo que puedo hacerme una idea —sonrió ella, tomando su cara entre las manos y besándole—. Siento lástima por Sakura.

—¿Por qué tienes que mencionarla? —Se quejó él—. Confieso que a mí también me da un poco de pena. Nunca conocerá el verdadero amor, pero a pesar de todo, estoy agradecido porque, gracias a ella te tengo a ti y no hay nada en el mundo que desease más que estar así contigo, señora Uchiha.

Sasuke la estrechó en un abrazo y rodó sobre la arena, dejándola sobre él.

—Sé que ya hace dos años y eso, pero... ¿Cuándo supiste que estaba enamorado de mí? —Preguntó Hinata.

—Empecé a sentir algo cuando nos besamos por primera vez. Supe que te quería en mi vida la noche antes de que te fueras. Supe que quería hacerte feliz la noche que me contaste lo de tus padres... ¿Y tú?

—También empezó con aquel beso. Y continuó cuando volvimos de la fiesta y nos besamos antes de los fuegos artificiales. Y creció y creció. ¿Y sabes lo mejor? —Él negó con la cabeza—. Que jamás dejará de crecer. —Se inclinó sobre él y le besó, viéndose interrumpida por Obito, quien les llamaba para volver a la fiesta.