N/A: Demasiados sentimientos! ¡Los adoro! ¡Bai!
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Epílogo
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Natsu y ella eran algo oficial después de lo que había sucedido en el festival. Al parecer, muy a parte de Canna, que sabía todo, varias personas ya lo veían venir.
Se aplicó rubor con una de las brochas mientras pensaba en Gray, que súbitamente había dejado de lado la depresión también y ahora había vuelto todo a la normalidad a excepción de que ahora Juvia también se había cambiado a su escuela y, que ella y Natsu al fin estaban juntos.
Le había llegado un mensaje a su teléfono y cuando miró la pantalla, aún con la plancha de cabello alisando parte de él, se apresuró a terminar. Guardando todo lo necesario y apresurándose a bajar con su novio, que la esperaba en la entrada.
Bajó de dos en dos los escalones y abrió la puerta encontrando el vacío del otro lado.
—¿Vas a alguna parte, Lucy? —su madre caminaba en dirección a su sala con una bandeja con sándwiches—, si buscas a Natsu, está viendo la televisión.
—¿Qué?
La siguió hasta la sala donde encontró al muchacho cómodamente platicando con su padre; Jude reía de algo que había dicho.
—¿Qué haces? —él le sonrió desde el sofá—, ¿desde hace cuánto exactamente estás aquí?
—Tiene como una hora —contestó su mamá, dejando la comida en la mesita de centro—, todavía no estabas lista y no quería interrumpirte.
—Qué considerado— gruñó hacia su novio el cual solo se encogió de hombros, tomando un sándwich y volviendo a su cómoda posición previa. Cuando les había dicho a sus padres que estaba saliendo con alguien, habían supuesto que era Natsu y simplemente lo aceptaron sin problemas, como si hubiesen estado esperando el momento que ella se los confesase—. Natsu, vámonos.
—¿Qué? ¿tan rápido?
Giró los ojos con una sonrisita divertida.
—Van a cerrar el parque de diversiones.
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Natsu quiso vomitar al ver la rueda de la fortuna, mejor no se hubiera tomado esa malteada.
—¿Estás seguro?
No.
—Sí— se cruzó de brazos, intentando soportar la angustiante espera—. Es solo una vuelta, ¿o no?
—Natsu— Lucy recargó una mano en su brazo—, no es necesario si no quieres.
Pero Gray le había dicho que ella amaría la vista desde ahí.
—Sí quiero.
Lucy levantó una ceja, analizándolo cuidadosamente, evaluándolo como si un fotógrafo evaluase un paisaje—, ¿Y no vas a vomitar?
Maldita sea, claro que lo iba a hacer. Bajó sus brazos, casi rindiéndose ante las insistencias de Lucy, pero cuando giró hacia su novia, la rubia se levantó en las puntas de sus pies y dejó un pequeño beso en sus labios.
Maldita sea, no lo iba a hacer, subiría a ese estúpido juego mecánico y le mostraría la mejor vista de la ciudad a Lucy. Le encantaba estar junto a ella, y tener la libertad de lo que hacía, como pasar los brazos a su alrededor y empujarla contra él para tenerla dentro de ellos.
Poder pasar un poco de su cabello detrás de su oreja y dejar un beso en su frente sin que nadie pudiera decir nada.
—Ugh, yo sí voy a vomitar de verlos— Gray hizo una mueca de asco—, voy a ir a buscar a Juvia, no soporto mirarlos.
Dio media vuelta, sorteando las cuerdas rojas que enmarcaban la fila para la rueda de la fortuna. Habían ido en una cita doble; Juvia se había quedado para esperar unos pases para un desfile y los alcanzaría ahí. Natsu se encogió de hombros y de nuevo dejó un beso rápido en los labios de su novia, Lucy estaba riéndose cuando uno de los trabajadores del juego, los llamó.
Sólo subieron los dos y el dolor en su estómago fue casi instantáneo. Nunca se había avergonzado de su debilidad ante los juegos mecánicos pero aunque Lucy lo conocía lo suficiente bien, hubiese deseado no recordárselo; ella lo miró preocupada—, ¿realmente te sientes bien?
—Sí —sentados uno al lado del otro, Natsu aprovechó para golpear su rodilla contra la de ella con el fin de quitarle un poco de preocupación, pero como siempre, la rubia lo sorprendió pasando las piernas sobre las suyas y acomodándose cómodamente debajo de su brazo. Por mucho que amase el contacto, igual temía por ella—, ¿estás segura de esto?
Lucy arrugó la nariz sin perder la sonrisa tonta y lo besó, colocando una mano sobre su mejilla para empujarle hacia ella. Sorprendentemente funcionó, eliminando de golpe aquella sensación de su estómago y reemplazándola con calidez. Su novia era un maldito genio.
Cuando dejó de besarla, la luz cálida se colaba por entre su cabello brillante, ella ya estaba mirando el paisaje, sus ojos cambiando de color a uno más claro bajo la luz del sol.
Toda la ciudad se observaba hacia un lado, con las pequeñas luces ya comenzando a encenderse, y del otro lado, el lago y el bosque por donde comenzaba a bajar el sol.
Natsu aprovechó para colocar nuevamente el broche que le había comprado al inicio de todo y el cual le había regresado cuando se había enterado de su estúpido pero magnífico plan. Lo deslizó con cuidado sobre su cabello, y se escuchó un ligero click. Había sido un viaje muy curioso y divertido, y aunque las condiciones bajo las cuales se había dado cuenta que estaba enamorado de su mejor amiga no fueron precisamente las mejores, no habría nada que pudiese cambiar. O bueno, tal vez algunas.
Lucy le sonrió y por unos segundos permaneció embelesado nuevamente, antes de sentir de nuevo el dolor en su estómago e inclinarse con una mano sobre su boca tratando de sobrellevar la arcada. Lucy gritó.
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Juvia levantó una ceja cuando le dio la botella de agua a Lucy, en algún momento de su vida recordaba haberla considerado una rival en el amor, pero eso había sido mucho tiempo antes.
El aire de la noche ya entraba por entre las costuras de su ropa, la rubia estaba sentada en una de las bancas, y sobre sus piernas, Natsu descansaba con los ojos cerrados completamente pálido, ¿cómo había terminado así sólo por la rueda de la fortuna?
Gray pasó un brazo detrás de su cintura—. Al menos no vomitó, ¿cómo lo lograste Lucy?
La muchacha se encogió de hombros pasando los dedos entre el cabello de Natsu. Gray volvió a hablar.
—Estaremos en aquella mesa, si quieren algo.
—Gracias.
Juvia permaneció con la mirada en ellos que intercambiaban palabras suaves hasta que se sentó a lado de su novio—, ¿Gray-sama está seguro de dejarlos solos?
—Sí— miró sobre su hombro—, a Natsu siempre le pasa lo mismo. Tiene una especie de… ¿cimemosis? ¿cinemosis?
Ella soltó una risita divertida—. Cinetosis, Gray-sama.
Se sonrojó—, eso. Lo que sea.
Se acercó un poco más hacia ella y dejó caer su cabeza en su hombro, su colonia llegando a sus fosas nasales y deleitándola con su cercanía. No sabía cómo podía haberse alejado tanto (no que ella quisiera, más como que su padre la había obligado cuando se había enterado que estaba saliendo con un chico), había sentido su ausencia en el internado despiadado a donde la habían enviado, pero gracias a su madre y a prácticamente todas las personas que hicieron entrar a su padre en razón, ahí estaba de regreso, a su lado.
Cuando llegó todo parecía encontrarse fuera de lugar, pero poco a poco Gray le había contado todo, y enterarse de su tristeza, también la había hecho darse cuenta de la importancia y el anhelo mutuo que se tenían.
Cerró los ojos sonriendo y tomando la mano de su querido Gray-sama.
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