*** La historia NO ES MÍA es una ADAPTACIÓN al final, daré el nombre del autor y el nombre original de la historia
**** Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer ****


Edward Cullen amaba a Bella Swan.

Odiarla habría sido fácil.

Era el pasado, y él estaba malditamente empeñado en mantenerla ahí.

O eso pensó

Avisos clasificados: BUSCANDO DESESPERADAMENTE A EDDI

Eres mi padre.

No sé mucho sobre ti. Sé que tu nombre es Edward Cullen, eres un aventurero, y hace un tiempo hacías acrobacias y la gente te llamaba "Eddi".

Me ha dicho que no sabes sobre mí. Que es complicado.

Pero para mí es simple.

Así es la cosa: Tengo doce años y estoy muriendo.

Y por mucho que esto pueda lastimar a mi madre, tengo que conocerte antes de irme.

Con el tiempo, seguro lo entenderá. Todavía está enamorada de ti.

Así que, Eddi, si lees esto, por favor regresa. No tienes que ser mi papá. Ni siquiera tienes que decirme que me amas o que lo sientes. Sólo ven a verme.

Pacientemente esperando, pero quedándome sin tiempo,

Nessi.


Capítulo 1

Buscando desesperadamente a Eddi, Tú eres mi padre. No sé mucho sobre ti. Sé que tu nombre es Edward Cullen, eres un buscador de emoción, y una vez en el tiempo, hiciste acrobacias y la gente te llamaba "Eddi". Me han dicho que no sabes acerca de mí. Eso es complicado. Pero para mí es muy sencillo. Aquí esta es la cosa. Tengo doce años… y estoy muriendo. Y por mucho que esto podría destrozar a mi madre, tengo que conocerte antes de irme. Con el tiempo, estoy segura de que ella entenderá. Todavía está enamorada de ti. Así que, Eddi, si lees esto, por favor, vuelve. No tienes que ser mi padre. Ni siquiera tienes que decirme que me amas o que lo sientes. Solo tienes que venir a verme. Esperando pacientemente, pero con el tiempo acabándose, Nessi.

La taza de café en mi mano se estrella contra el suelo, partiéndose a la mitad, el líquido marrón salpicando mis piernas desnudas.

―No ―jadeo.

Ignorando el ardor de las gotitas de café que gotean por mis piernas, me apresuro a donde está la pequeña televisión y subo el volumen. Mi programa favorito de la mañana, "This World, This Morning" esta encendido. La presentadora de noticias rubia, Veronica Marsh, sentado frente a ella su co-presentador, Brett Adams, y una gran pantalla detrás de ellos representado un anuncio de Craigslist titulado: Buscando desesperadamente a Eddi.

―Esto ―Veronica gira en su silla y se mueve hacia la pantalla―, me rompe el corazón, Brett.

―El mío también. ―Brett está de acuerdo―. Este anuncio de Craigslist fue publicado hace cuatro días y se ha extendido entre los medios sociales como un reguero de pólvora. This World, This Morning está trabajando diligentemente para localizar al autor de este anuncio porque nos gustaría más que nada encontrar a su padre.

―Así es ―interviene Veronica―. De modo que si alguno de ustedes conoce a esta joven chica o a un Edward Cullen que es conocido con el nombre de Eddi, vaya a nuestro sitio web y mándenos un correo electrónico. Y, Nessi ―Encogiéndome, escucho que Veronica dice el nombre de mi hija, su tono lleno de intención―. Si estás viendo esto, nos encantaría tenerte en el programa.

Golpeando el botón de apagado, me giro con la intención de entrar como un relámpago en la habitación de Nessi y darle la paliza verbal de su vida, pero me resbalo en el café que se me cayó dos minutos antes, aterrizando duro sobre mi culo.

Con un gemido, me muevo lentamente sobre mis rodillas, tratando de levantarme, pero parece que no puedo completar la tarea. No hago ecos de felices para siempre dentro de mí. Incluso el recuerdo de esas palabras es como un puñetazo en el estómago. De la nada, un sollozo se propaga hacia arriba y se libera de mi pecho. ¿Cómo pudo hacer esto? ¿Y por qué no me preguntó primero? Mi cuerpo se sacude a medida que continúo llorando, las imágenes parpadean a través de mi mente como un canal de televisión con mala recepción; rápida y no lo suficiente como para comprender realmente. Lo cual es Edward perfectamente. Tú sólo consigues probarlo y nunca es suficiente.

Casi salto fuera de mi piel cuando alguien toca ligeramente mi hombro. Cuando levanto de un tirón mi mirada, los ojos rojos e hinchados de Nessi se encuentran con los míos mientras pone sus rodillas en el suelo cerca de mí.

―No ―gimoteo―. El suelo está pegajoso y conseguirás que se moje tu pijama. Por favor, busca piezas de mi taza. La rompí. ―Señalo donde está la taza frente a nosotras.

Me ignora y se desliza más cerca.

―Lo siento, mamá ―gime, después de un momento. Me olvido del café y tiro de ella, abrazándola fuertemente. Estoy enojada, enojada como el infierno. Pero no puedo verla deshacerse, no ahora, no cuando hay tan poco tiempo―. No sabía que lo pusieron en un programa de televisión.

―Lo sé, cariño. Pero ahora está ahí. Ellos lo encontrarán.

Apartándose, se limpia la nariz con el antebrazo.

―Pero eso es una buena cosa.

Exhalo lentamente mientras me levanto, luego me inclino y la ayudo a ponerse de pie. No tengo forma de explicar que no es bueno si lo encuentran. Es una niña con esperanza con la idea romántica de que su padre biológico se reunirá con ella y se enamorará. Eso es muy poco probable, y lo último que necesita es tener a un padre que la rechace en la televisión nacional.

No hago lo de bebés y vallas blancas.

Solo he querido protegerla. Pero tal vez no puedo protegerla más. Es inteligente y amorosa, y muy curiosa. Y cuando se trata de Edward, es mejor mantener la mayoría de las cosas en la oscuridad.

―Sé que él tal vez no quiera encontrarse conmigo ―admite―. Sé que tal vez no pueda amarme.

La aplasto contra mi pecho en otro abrazo.

―Es imposible no amarte, cariño.

Nos movemos para estar paradas en la cocina y abrazadas.

―Vamos a tratar de encontrarlo. Pero por favor, no te hagas ilusiones. ―No puedo decirle que ya he intentado, en varias ocasiones, llegar a él. No puedo decirle que he tomado medidas drásticas en un último esfuerzo para traerlo de vuelta. Eso solo crearía falsas esperanzas y rompería su corazón si él no aparece.

―No lo haré. Gracias, mamá.

*-*-*-Tres meses antes-*-*-*-*

Nunca bebo.

Ha habido menos de un puñado de veces en la vida en que he tenido un mal día y me vuelvo a una botella para ahogar mis penas. Hoy es uno de esos días.

La luz en la oficina se enciende y hago una mueca de dolor, entrecerrando los ojos mientras me giro en mi silla de cuero en la oficina, el líquido ámbar en mi vaso de papel se mueve, aterrizando en los resultados de las pruebas en mi escritorio.

―¿Qué estás haciendo? ―pregunta James mientras me mira desde la puerta. Camina con cautela hacia mi escritorio, con expresión de incertidumbre.

Me río al mirar el vaso de papel.

―Estoy bebiendo.

No estoy mirando hacia él, pero puedo sentirlo desinflarse. Toda la esperanza que lleva dentro de él se funde de su cuerpo, se evapora.

―Mierda ―susurra y mueve la silla de visitas a su derecha. Hecho vistazo a él mientras sacude la mano, sentado en la misma silla que acaba de aventar. Apunta a la botella de Hennessy en mi escritorio―. Sírveme uno.

Uso el escritorio como palanca para empujarme de la silla y tropezar al refrigerador de agua y tomar otro vaso, balanceándome en mi regreso. Dejándome caer en mi asiento, sirvo su bebida y la deslizo por encima del escritorio. Alzo mi taza con un agarre sin ceremonias y refunfuño:

―Por la vida cagándose todo, todo.

James toma la taza y cierra los ojos antes de asentir una vez y tomarse su bebida. Cuando termina, aplasta la taza en su pequeña mano y la arroja a la papelera.

―¿Cuánto tiempo tenemos?

La pregunta me alcanza, envolviendo sus dedos fríos e implacables alrededor de mi garganta, ahogándome con su emoción. Tengo que tragar más de una vez y parpadear un par de veces para evitar llorar.

―Seis meses. Un año más, si tenemos suerte.

―¿Cómo lo tomó?

―Como siempre. ―Tentativamente, tomo mi bebida tibia, después añado―: Como un soldado.

Él asiente un par de veces, igual que yo durante la pasada hora, y puedo decir que está tratando de no perder la cabeza, también.

―Tenemos que hacer que Edward vuelva. Tal vez él sea su par. Sé que es una posibilidad remota, pero tal vez

―¿Crees que no he intentado llegar a él para ahora? ―Callo de repente―. Le envié correos electrónicos, le hice llamadas nada. No responde. Incluso hice que Alec lo intentara, pensando que no estaba respondiendo porque era yo. ―Mi corazón se contrae un poco.

―Entonces solo hay una otra manera de llamar la atención de Edward, obligarlo a regresar.

―Oh sí. ―Suelto una risita desdeñosa―. ¿Cómo?

―Dinero.

Mis rasgos faciales, una vez ponderados por la desesperación, se animan. La idea es brillante, y estoy enojada conmigo misma por no haber pensado en eso antes.

―¿Me puede demandar por eso?

―¿En serio te importa? Cualquier juez con la mitad de un corazón se aliaría contigo de todos modos.

Es verdad. Miro el reloj, observo que faltan diez para las cinco. Alec siempre contesta su teléfono antes de las cinco. De pie, voy alrededor del escritorio con paso inseguro, los efectos de mi consumo de alcohol de la noche me están alcanzando, y caigo de rodillas delante de James por lo que estamos a nivel del ojo.

―Oh, mierda. No me abraces ―refunfuña.

Tirando de él a mí, le susurro:

―Oh, cállate, y sigamos. ―Aprieto, levantándolo del suelo. James de apenas noventa centímetros de altura, sufre de acondroplasia, una forma de enanismo que afecta el crecimiento de los huesos. Lo que le falta en altura sin duda lo compensa con personalidad. Nunca he conocido a una persona más colorida en toda mi vida.

Inclinándome hacia atrás y sentándome sobre los talones, limpio las lágrimas frescas de mi cara.

―¿Crees que funcionará? ¿Crees que volverá?

―Por supuesto que lo hará ―insiste James, agarrando un pañuelo de la caja en mi escritorio y entregándomelo―. Necesita dinero para financiar su viaje.

―No se lo digas a Nessi, ¿de acuerdo? No podría soportar que supiera que estuvo aquí y no quiso encontrarse con ella. La aplastaría.

―Sé que no tiene el mejor historial, Bella, pero no es del todo malo. ―Asiento una vez, no porque esté de acuerdo; más bien lo contrario. Estoy totalmente en desacuerdo. Edward Cullen es uno de los hombres más egoístas que he conocido. Pero James y yo, aunque estamos de acuerdo en muchas cosas, siempre parecemos chocar a tope nuestras cabezas sobre éste tema―. Una vez pensaste que era un idiota. Míranos ahora.

―Todavía pienso que eres un idiota ―bromeo―. Solo que eres uno adorable. ―Resopla y me río a través de mis lágrimas.

―Si podemos traerlo a casa, ayudará ―reitera.

―Espero que tengas razón. ―Me levanto y cepillo mi falda―. Pero, por favor, ni una palabra a Nessi ―reitero.

―Ni una palabra ―promete―. No quiero que te hagas ilusiones, sin embargo, Bella. Puede que no sean compatibles.

Respiro profundamente, tragando el nudo en mi garganta. Sé que tiene razón. Hay una posibilidad muy fuerte de que Edward no esté a la altura de Nessi y todo esto sea en vano. Pero tenemos que intentarlo. Tenemos que hacerlo. Una bocina suena desde fuera.

―Ese es mi taxi. Me voy a casa. Llamaré a Alec en el camino.

―Dale un beso a Nessi por mí. ―Me hace señas―. Cerraré.

Edward

Saldo de la cuenta: $1.425,00

Entrecierro mis ojos, no estoy seguro de estar leyendo bien. Síp. Definitivamente estoy leyendo bien. ¿Qué carajo? Debería haber miles más en esta cuenta. Al hacer clic en la pestaña de depósitos, veo que el último depósito directo fue hace poco más de tres meses. El depósito trimestral debería haberse hecho hace semanas.

―Hijo de puta ―gruño. Va a costarme una fortuna, pero no tengo otra opción. Saco mi celular y marco a mi abogado, Alec Mateo.

Suena una vez y atiende.

―Edward ―dice mi nombre claramente.

―Alec ―grito―. ¿Has estado esperando mi llamada? ―Nunca he sido de los saludos respetuosos, especialmente por teléfono, y no voy a comenzar ahora.

―De hecho, lo hago ―admite.

―Me conecté a mi cuenta bancaria y encontré que el depósito trimestral no se ha hecho.

―Bueno, Edward, te he llamado varias veces, pero siempre va directamente al correo de voz. Y el correo de voz está lleno. También te he enviado correos electrónicos. ―Aprieto el teléfono con más fuerza. Nunca reviso mi correo electrónico, y detesto los correos de voz.

―¿Dónde está mi dinero? ―gruñó, mi temperamento ardiendo. Una pequeña mujer joven me mira, mi tono debe haber atraído su atención, pero rápidamente mira hacia otro lado, cuando le doy una mirada que dice: "Métete en tus propios malditos asuntos".

―El acuerdo contempla una reunión anual una vez al año. La señora Swan está reteniendo tus fondos hasta que la reunión sea realizada.

―¿Qué? ―Me río porque es la cosa más ridícula que he oído―. ¿Por qué diablos está eso en el contrato?

―Porque no era consciente de que sería un problema. Me diste el poder y tomé las decisiones que pensé que mejor te beneficiarían.

―¿Cómo me va a beneficiar una reunión anual?

―Porque deberías querer saber cómo lo está haciendo tu negocio ―responde, haciéndome sentir como un idiota. Debería estar revisando el negocio. Es mitad mío. Pero revisar el negocio significaría verla―. Ella quiere que vuelvas a casa, Edward. Quiere una reunión.

―Ni siquiera hemos tenido una reunión anual ―argumento, apretando mi puño.

―Está en tu contrato.

―Han pasado más de doce años desde que el contrato fue firmado, Alec y nosotros no hemos tenido ni una reunión anual ―señalo de nuevo―. ¿Ella puede legalmente retener el dinero?

―Bueno tal vez no legalmente. Pero no puedes luchar contra ella contra ello sin ir a casa y llevarla a los tribunales. Solo ve a la reunión. Ella te pagará. Luego, puedes volver a corretear alrededor de todo el mundo.

Ni siquiera me molesto en responder. Golpeo finalizar en la llamada, lo apago y lo vuelvo a meter en el bolsillo. Esto suena igual que Bella. Siempre jugando su mano y buscando el poder en nuestro acuerdo. La excavadora. Si no puede conseguir lo que quiere, correrá sobre ti. No puedo imaginar por qué diablos quiere que vuelva a casa ahora, después de todos estos años. Estaba seguro que el primer año que me había ido, ella llegaría hasta mí, pidiéndome que regrese, pero no hubo nada. Su vida siguió como si yo nunca hubiera existido en ella.

Inicio sesión en Hotwire para encontrar la tarifa más barata que puedo, maldigo la situación.

Casa.

Tengo que ir a casa.

Ella.

Tengo que hacerle frente a ella.

Las dos cosas de las que he estado escapando. Si ella piensa que nuestra reunión será placentera y profesional, tiene otra cosa viniendo. Voy a asegurarme que nunca pida otra reunión anual de mierda de nuevo.

*-*Actualidad*-*

Bella

―Apágala, Nessi ―le advierto mientras reviso una pila de papeles en mi escritorio.

―No está prendido ―miente. Levantando la mirada, encuentro la lente de su cámara de vídeo a quince centímetros de mi cara.

―¿Así que estás sosteniéndola en mi rostro sin razón?

―Eh, ajá.

―Ve a filmar a James ―me quejo.

―Se está preparando.

―Maldita sea ―murmuro―. ¿Qué día es hoy?

Nessi hace una mueca tan amplia que no tengo ni siquiera que mirarla para verla; puedo sentirla.

―Quince.

Empujando los papeles en un folder y arrojándolo a un lado, tomo el rostro de Nessi en mis manos y aprieto los labios en su frente. Exhalando un suspiro de alivio por la nariz porque no tiene fiebre, murmuro:

―Te ves cansada, nena.

―Estoy cansada ―admite.

―Descansa un poco por favor. Después de que los chicos se vayan a su primer salto, te despertaré e iremos a buscar algo de comer.

―Bien ―resopla débilmente, rascándose el cuero cabelludo, la bufanda púrpura que cubre su cabeza calva se mueve atrás y adelante mientras lo hace.

No quiere acostarse, pero es nuestra rutina diaria, y sabe que la regañaré si no la hace. La esquina de mi oficina está adornada con una sola cama cubierta con un edredón de felpa, y almohadas neón. Las paredes que la rodean están cubiertas con carteles de la banda favorita de Nessi; Masters of the V. Por desgracia, mi trabajo no me permite el lujo de cuidar a mi hija enferma. Tengo que trabajar, algo de lo que me siento terriblemente culpable. Pero Nessi insiste en que prefiere estar aquí en la oficina conmigo y James y los chicos que en su habitación. Su diagnóstico es triste pero me prometí dos cosas. Una: nunca darme por vencida. Voy a luchar para salvarla hasta el final. Dos: a tratar de ser cada día tan feliz como me sea posible para ella, por si en caso de que perdamos. Después de que se acuesta y enciende su iPad para poder ver una película en Netflix, la beso una vez más, agarro mi taza de café de viaje, y apago la luz de la oficina, cerrando la puerta para no hacer ruido. Al pasar por la sala de almacenamiento donde guardamos los monos, veo a James abotonarse el traje a medida. Le doy una mirada significativa y él se encoge de hombros, dándome una mirada significativa también.

―Tres veces al mes. Ese fue el trato.

―Vas a conseguir que nos demanden un día, ¿sabes?

―No. ―Se ríe―. Todo es por diversión.

―Déjame al menos sus tarjetas de crédito antes de salir.

Él levanta sus brillantes ojos azules para encontrarse con mi mirada, su mirada llena de alegría y guiños. Vive estos tres días al mes cuando le permito ser bromista. La comisura de su boca se levanta en una ligera sonrisa.

―Por supuesto.

Moviéndose hacia delante, volteo la señal de ABIERTO y desbloqueo la puerta del frente. Sorbiendo mi café, compruebo para asegurarme de que los formularios de exención están en el portapapeles y un montón de plumas se encuentran en la taza en el centro de la mesa. El timbre suena y Paul y Sam entran, ambos riendo.

―Buenos días, jefa ―llama Paul.

―Buenos días, Bella ―sigue Sam.

―Buenos días muchachos. James se encuentra en la parte posterior preparándose, así que será mejor que se preparen ustedes mismos o se molestará.

―Oh, mierda. ―Se ríe Sam―. Es quince.

Sam y Paul son ex militares, ambos paracaidistas durante su tiempo de servicio. Son mis saltadores más fiables y altamente capacitados. No son baratos tampoco, pero aparte de su experiencia ambos son extremadamente atractivos y mi clientela femenina va hacia ellos como moscas a la mierda. Paul es el clásico Tom Cruise, con el cabello y los ojos oscuros, y Sam es un semental de ojos azules con una sonrisa que debilita las rodillas. Dado que el boca en boca es mi mejor publicidad, les pago una comisión fuerte y coquetean como asnos estafadores con cualquier cosa con pechos.

―¿Cuántos hoy? ―pregunta Paul a medida que pasan junto a mí.

―Veinticinco.

―Sí ―coquetea Sam―, día perfecto para saltar, también.

Diez minutos más tarde, los dos primeros saltadores entran; un tipo grande y una pequeña morena. Siempre es un misterio a quién escogerá James en estas situaciones. Nunca lo sé, porque en realidad no hay orden ni concierto en su elección.

―¿Bradley? ―pregunta.

―Ese soy yo ―responde el tipo grande.

Les doy el saludo formal y les entrego todos sus formatos a llenar y firmar, básicamente indicándoles que no nos pueden demandar si se lastiman, ni sus familias pueden demandar si algo les pasa. Después de que les ofrezco café, Bradley me entrega su tarjeta de crédito para pagar sus saltos. Mientras me volteo dejándolos con su papeleo y paso la tarjeta, la puerta suena, lo que me hace darme la vuelta.

Mi corazón cae al suelo y respiro profundamente mientras los recuerdos de lo que parece hace toda una vida atrás chocan sobre mí.

No tuve mi felices para siempre.

Él está aquí.

Edward ha vuelto a casa.


Hola a todas que les parece el primer capitulo de la nueva adptacion bueno espero con ansias sus comentarios para saber si les agrada igual en el blog habra una neva adaptacion asi que pueden pasar ala pagina de facebook o al grupo donde estaran todas las actualizaciones bueno como sabes es una ADAPTACION la historia no es mia yo solo cambio los personajes por los de Stephanie Meyer bueno nos vemos mañana con masrtes de adelanto en el grupo de elite fanfiction y el miercoles con capitulo nuevo.