Naruto no me pertenece, es obra de Masashi Kishimoto. La imagen de portada es de su respectivo autor, lo único mío es la historia.

Notas in the end.


En treinta y una vidas

Capítulo 2: El criminal y la doctora.


—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!

Sasuke esquivó el puñetazo que venía del gigantón idiota agarrándole por el torso y aventándolo hacia una de las mesas de la cafetería. Sintió como intentaban sujetarlo por detrás los compañeros de este y giró para soltarse cuando otro sujeto lo atrapó por el brazo mientras el gigantón se levantaba y se preparaba para atacar cobardemente.

Apretó los dientes cuando lo vio acercarse. El puño de ese idiota era grande, oh sí, iba a doler.

El impacto llegó directo a su nariz. La carne no se reventó por suerte, pero sí que sintió la sangre acumularse en sus fosas nasales y escurrírsele hasta la boca. Ahí venía el remate del grandulón y entonces sí terminaría con la nariz rota. Giró el rostro para que le diera en la mejilla, pero para entonces, las alarmas ya habían empezado a sonar y todo el público se había dispersado. Los guardias habían llegado a controlar la situación y a separarlos.

Le soltaron los brazos y cayó de rodillas. Dolía como el demonio.

—Uchiha levántate.

Sasuke Uchiha miró hacia arriba por un fugaz momento antes de agachar el rostro de nuevo. Dolía como el puto y desgraciado demonio.

Lo volvieron a levantar de los hombros, esta vez como soporte. No le dolían las piernas, pero el entumecimiento de la cara y el ardor de los ojos y la cabeza le hacían sentirse ahora un poco mareado y sin ganas de levantarse en un buen rato.

—Esta vez te la ganaste, ¿eh?

No se había ganado una mierda. Era cierto que constantemente intentaban intimidarlo y él no se dejaba, desencadenando problemas de los que podía defenderse, a veces. Sin embargo, en esta ocasión, como en casi todas, era el idiota gigantón el que se puso bravito con él, insultándolo sólo por ser el "nene bonito" de la prisión. Y como siempre, aunque pareciera más fuerte que él, Sasuke no se dejó intimidar.

Y no debió ser un problema, hubiera podido con él si no se hubieran metido sus puñeteras perras.

En lugar de llevarlo a su celda, lo sacaron de la estancia común para jalarlo a los pasillos. En medio del camino, Sasuke se sintió más preparado para caminar por su cuenta y se alejó del guardia recuperando su compostura.

Estaba muy molesto, no obstante, contuvo toda su furia. Sabía exactamente a dónde lo llevaban y si molestaba a los guardias, posiblemente lo regresarían a su celda sin recibir atención. El guardia tocó la puerta con tres golpes, después de un adelante, finalmente entró a la habitación.

—Señor Kakashi traemos a…

Sasuke intentó mirar a Kakashi, el viejo encargado de la enfermería que había visto unas cuantas veces cuando se metía en problemas y que siempre quería iniciar conversaciones personales con él. Sin embargo, Kakashi no era la que estaba ahí, sino más bien una mujer joven que jamás había visto.

—¡Oh! Buenos días —saludó la mujer. —El doctor Kakashi ha tomado sus vacaciones. Yo soy la doctora Sakura Haruno del hospital general y estaré este mes a cargo.

Los guardias aceptaron el saludo y la breve explicación sin problemas, empujaron a Sasuke a que se sentara en la silla y esposaron ambas manos a la barra pegada al escritorio de metal, después esposaron sus pies al piso.

—Si necesita algo o se pone rebelde, sólo presione la alarma y entraremos enseguida.

La mujer de cabello rosado asintió, los guardias salieron y cerraron la puerta para esperar afuera.

—Entonces, tu nombre es…

Estaba comportándose amable, más de lo que debería ser una doctora. Seguramente estaba intentando mostrarse así para ganarse su confianza, porque realmente estaba increíblemente nerviosa de tener que tratar con pacientes criminales. Había tantos asesinos, como violadores y acosadores en esa prisión y que una mujer tuviera que estar ahí era una completa locura. Además, si el hospital general la había mandado, era porque seguramente ningún otro doctor había querido ir, ¿y quién querría? Si ese lugar era el infierno para todos. Entonces le habían dejado ese difícil trabajo a alguien recién graduado y que necesitaba desesperadamente un poco de experiencia.

En su opinión, había sido una estúpida por aceptar el trabajo. Cuando los demás prisioneros supieran que había una mujer joven y bonita en la misma prisión que ellos, estrellarían sus propios culos contra la pared para tener la oportunidad de estar a solas con ella e intentar algo. Algunos de ellos no habían visto a una mujer hace demasiados años.

—…tu nombre —repitió la mujer.

Él la miró tan profundamente que le hizo bajar la mirada aún más nerviosa. Lo sabía, no duraría ni una semana ahí, era fácil de intimidar. Sólo le respondería si ella era capaz de levantar la mirada otra vez hasta él, de lo contrario, pasarían un largo e incómodo silencio en el mismo sitio, aunque a él le doliera un infierno la nariz.

Pasaron cerca de diez segundos cuando ella al fin decidió mirarle de vuelta, parecía más confiada, como si se hubiera dado a sí mismas un discurso en su cabeza, los ánimos de que podía hacerlo.

—Sasuke Uchiha.

Hizo la voz más grave a propósito, uno de sus pasatiempos favoritos en el mundo era intimidar a los demás, no tenía especial preferencia en hacerlo con mujeres, pero sentía la necesidad mayúscula de siempre demostrar quién era el que tenía el control.

—Yo soy Sakura Haruno, ya me había presentado, pero lo hago de nuevo por si se te olvidó… bueno no creo que se te haya olvidado porque lo dije hace un momento, a menos que no me hayas prestado atención, este… yo… te revisaré ¿está bien? —anunció, tan nerviosa. —¿Te duele?

Sasuke casi dice algo irónico seguido de un insulto, sin embargo, pudo contenerse.

La mujer de cabello rosa se levantó con las manos enguantadas y las gasas ya preparadas con el antiséptico y otras cosas que usaría.

—Parece que no requerirá sutura. —dijo, más profesional. —No dolerá mucho porque te pondré un poco de anestésico.

Por lo menos era más considerada, el desgraciado de Kakashi nunca desperdiciaba una gota de anestesia en nadie.

Levantó la cabeza cuando ella dijo y se dejó limpiar poco a poco. Notó lo mucho que se esforzaba para no despegar su vista de la nariz y mirar por accidente sus ojos, que no los apartó de ella. No es como que pudiera mirar hacia otros lados de todos modos. Fue un lapso largo y silencioso que sólo se rompió un breve instante cuando un guardia había entrado para comprobar que todo estuviera bien y con la misma rapidez había vuelto a salir. Entonces quedaron en el mismo silencio que la primera vez.

Por lo menos, no era torpe a la hora de hacer su trabajo.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?

La mujer rompió el silencio, seguramente cansada de tener la sensación de ser tan fríamente observada todo el tiempo. Los escalofríos que sentía debían ser el doble al tener en cuenta de que estaba con un criminal.

No tenía la obligación de responder y no lo hizo.

—No eres… muy conversador, eh.

Sasuke ni siquiera se inmutó.

—Yo una vez estuve en prisión —soltó, como si alguien le hubiera preguntado. —Bueno, realmente no estuve en prisión, sino detenida y salí después de cuarenta y ocho horas. Fue por golpear a uno de mis pacientes por ser un idiota.

No creía que lo estuviera amenazando, mucho menos una hoja temblorosa como ella. No obstante, tenía ganas de tomarlo así.

—¿Es una amenaza?

La mujer abrió tanto los ojos que parecía que la habían sentenciado de repente.

—¡No, no, no, no, no, no, no! Es sólo… ¡yo lo dije para romper el hielo!

Sasuke enderezó la cabeza y puso una cara de indiferencia, esa mujer parecía que iba a saltar por los guardias en cualquier momento.

—Tranquila.

Sakura respiró hondo y se recargó con ambos brazos en su escritorio de metal. Soltó el aire con un ruido exagerado, como si hubiera terminado una carrera muy larga y estuviera a punto de salírsele el corazón. Después secó su frente.

—¿Sabes? No debería contarte esto, pero he estado disimulando —confesó en un acto de sinceridad que una vez más, nadie le había pedido. —La verdad es que estoy muy nerviosa.

Casi quería responder otra cosa irónica con otro insulto.

—Eres mi primer paciente, pero desde que crucé la primera reja de seguridad para pasar por mil y una más me sentí intimidada. Y no puedo usar mi celular y llamar a mí mamá porque me lo quitaron en caso de que alguien aquí me lo quiera robar. ¿Puedes creerlo?

Después de su discurso lo miró, tan desinteresado como desde el principio. Con la nariz un poco más limpia, pero sin terminar de tratar.

—Lo siento.

Se acercó para atenderlo de nuevo, arrepintiéndose de dejarse llevar. ¿Qué esperaba? ¿Un poco de empatía de un criminal? Tal vez hasta era un asesino de mujeres y ya la tenía en su lista de matar.

—Eres la peor doctora que he conocido.

Sakura se quedó en piedra.

—¿Por qué?

Otra vez no contestó.

—Independientemente de que quiera demostrarte que soy un ser humano, te estoy curando con éxito.

Sasuke casi sonríe. Estuvo a punto. Ser humano, hace tanto tiempo que no estaba cerca de uno. Los guardias dejaban de ser seres humanos cuando se ponían su uniforme de autoridad. Los prisioneros, desde el primer momento en que fueron encontrados culpables de sus atrocidades también dejaban de serlo. Sí, el ser humano más cercano que había conocido en los cuatro años que llevaba encerrado había sido Kakashi y no se encontraba más.

—¿Qué edad tienes?

La doctora no se rendía en su intento de sacarle información para tener una charla.

—Veinticuatro.

La doctora sonrió, pero se podía notar perfectamente el asombro en su rostro.

—Oh, eres más joven que yo, no lo pareces. ¡Es decir! No es que te veas viejo, es sólo que pareces mayor que veinticuatro. Ah, yo tengo veintiocho.

Todo en ella era un lio de nervios. No sabía qué más preguntar seguramente, no es como que estuvieran en una cita y debieran conocerse. Tampoco era como el resto de los pacientes del exterior que por sí solos empezaban a hablar de su vida y a hacer preguntas de salud.

Pronto su nariz estuvo limpia, no podía sentirla tanto, pero su respiración había mejorado. Si no tenía que hacer nada más, ya podría regresar a su celda.

—Bueno, está hecho.

Se quedó unos instantes esperando a escuchar un "gracias" y cuando lo notó absurdo volteó para apretar el botón que activaba una luz afuera para que entraran los guardias. Antes de que pudiera hacerlo, Sasuke la detuvo.

—Espera.

Ella lo miró.

—Aun no quiero regresar.

—Oh, bueno… sí, puedes quedarte unos minutos más.

La doctora se sentó en su silla y empezó a inspeccionar su propio escritorio. Cuando no había pacientes, también debía ser aburrido estar ahí.

—¿Sueles meterte en problemas muy a menudo? —soltó, siendo nuevamente indiscreta. —Oh, sólo quiero saber si te veré seguido.

Sasuke parpadeó.

—¡No es que esté diciendo que quiera verte seguido! ¡No quiero! Es decir, sí quiero, pero no porque quiera verte herido… ay, ya me voy a callar.

La doctora se sonrojó. Le parecía tan extraño la manera en la que sin necesidad de que él dijera nada, ella se ponía sola en apuros. Casi como si le causara un poco de gracia y quería seguir viendo un poco más. Quizá era porque hace años que no convivía con gente normal, mucho menos con una mujer.

—Algo así.

Sakura le enseñó una sonrisa corta y nerviosa y siguió revisando los cajones, sólo por tener algo que hacer. Seguramente ya lo había hecho muchas veces antes de que llegara. Fueron otros largos cuatro minutos de silencio perpetuo, de sólo escuchar el aíre acondicionado y el tintineo del metal cada vez que ella hacía un movimiento. Accidentalmente ella se desconcentraba y lo miraba, para sonreírle nerviosa y enseguida desviar su mirada cuando notaba su atención fija.

A Sasuke le estaba llegando una idea perversa a la mente. Realmente habían sido cuatro larguísimos años lejos de una mujer. Ahora tenía una en frente y era bonita. Si no fuera por las esposas y los guardias de afuera, quizá ya hubiera saltado sobre ella para obligarla a hacer unas cuantas cosas por él.

Los demás prisioneros eran un asco, pero él no estaba en prisión precisamente por ser un caballero. No obstante, antes de que pudiera incluso intentar nada, el guardia entró.

—¿Ya acabó, doctora?

Sakura miró a su paciente, como pidiéndole permiso para dejarlo marchar. Sasuke asintió ligeramente, para que no fuera tan perceptible para el guardia.

—Sí, ya hice todo. Ehm, proceda.

Sasuke fue liberado para ser llevado de vuelta a su celda. Antes de salir, la miró por última vez y movió su cabeza en un asentimiento. Sakura interpretó eso como un agradecimiento y asintió de nuevo, sin embargo, no lo había sido.

02

Los rumores de que una mujer estaba ahora en la enfermería se habían esparcido como enfermedad entre los reclusos. No se habían precipitado como orangutanes hacia la enfermería, pero hacían comentarios desagradables sobre las mil y un maneras en las que empinarían a la nueva doctora si es que tenían oportunidad de conocerla. Igual, nadie deseaba mostrar debilidad para ir constantemente allá. Para suerte de ella, sí, para suerte suya.

Una vez más, se había agarrado a golpes con el puto gurdo. No se lo había buscado, era el otro el que necesitaba desesperadamente su atención y lo agredía como un cobarde acompañado de su pandilla de idiotas. Sasuke se defendió como pudo, sin embargo, de cualquier manera, terminó mal parado con la ceja reventada.

Los guardias interrumpieron a su favor, llevando al gordo a su celda y a él, una vez más, a la enfermería. Había algo diferente esta vez, no estaba molesto en lo absoluto. De hecho, casi lo había estado ansiando durante los tres días que no la había visto.

Allí estaba de nuevo, con un vestido rojo debajo de su bata blanca, con el cabello corto a los hombros y su diadema roja. Con sus ojos verdes que se ponían nerviosos cuando le veía.

El guardia salió y Sakura entonces procedió a saludarle.

—Hola, Sasuke.

La doctora, sin preguntar qué podía hacer por él visto lo evidente, se preparó para acercarse a curar la ceja reventada del hombre.

Sasuke esta vez la miró y la sintió acercarse con una idea diferente en mente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, aspiró disimuladamente. Olía bien, tenía esa característica tan importante de ser mujer.

—¿Estás bien? ¿Te duele la cabeza?

Sasuke levantó el rostro y negó, dejando que ella hiciera lo suyo. Una vez más, el silencio era lo que se clavaba entre los dos. Tardó media hora limpiando, suturando y poniendo la gasa encima cuando todo estuvo hecho. Sakura pensó que quizá querría estar otros minutos lejos de las celdas y como hasta ahora había sido el muchacho más educado de los que había conocido, se lo permitió.

—Siéntate en mis piernas.

Sakura casi se cae de la silla cuando escuchó eso como si de repente su paciente se hubiera convertido en otra persona. Sasuke estaba tranquilo, como si no hubiera dicho la gran cosa.

—¿Disculpa?

—Quiero montarte.

Con la expresión totalmente cambiada y sorprendida, Sakura llamó a los guardias para que se lo llevaran y entonces le dio la espalda. Se sintió incluso más ofendida porque había pensado que tendría un respiro de los otros acosadores con él, sin embargo, vaya que se había equivocado. Después de todo, Sasuke también era una cucaracha pervertida.

—Sakura —la llamó por su nombre por primera vez.

No pudo evitarlo, aunque hubiera querido, volteó a verle.

—Aunque te hagas la difícil, terminaré haciéndolo.

Con coraje, Sakura exigió que ya se lo llevaran. Le ofendía tantísimo que le hubiera dicho esas cosas como si fuera una mujer vulgar y fácil, pero más le ofendía que por un pequeño momento, hubiera querido serlo.


Día 3: Medicina.


Este es el ultra mega archi resumen de un fic que quería hacer pero que por tiempo y por terminar los otros que tengo pendientes no había comenzado. La verdad es que siempre he querido terminar un mes de algo y nunca lo termino, por esta razón, porque siento que cada os queda incompleto porque podría salir una historia más larga y explícita. Bueno, pues, gracias por leer.