Disclaimer: Scorpion no me pertenece ni ninguno de sus personajes.
Este capítulo fue el primero que comencé a escribir y ha sido el más difícil, probablemente no guste mucho y tal vez tenga que realizarle algunas correcciones futuras. (Ya editado con algunas correcciones).
Espero lo disfruten y no olviden dejar su review. Gracias.
UNA CUESTIÓN DE… ¿FAMILIA?
Ralph tenía un pie en el umbral de la entrada a su departamento, cuando advirtió a Paige avanzar hacia él cortándole el camino, vio como ella se colocó frente a él y visiblemente nerviosa le preguntó. - ¿Dónde has estado Ralph? – Sintió el zarandeo que su madre ejercía en sus hombros, - Me tenías muy preocupada. – continuó ella. Ralph agachó la cabeza para no mirarla a los ojos. Al parecer, su silencio encendió una alarma en ella, o al menos eso creyó el joven ante la insistente pregunta. - ¿Dónde estabas? Contéstame.
Ralph sin levantar la mirada, soltó un leve suspiro en señal de resignación y respondió. -Mamá, sólo estaba dando vueltas, pensando… - El adolescente se sentía atribulado con todos los hechos acontecidos en las últimas semanas. Luego casi en un susurro agregó. -Estuve pensando en ir al garaje. - Con la última palabra en el aire esperó la reacción de su madre.
No era la primera vez que Ralph Dineen sentía la actitud sobreprotectora de Paige, pero en las últimas semanas todo lo relacionado con su madre se sentía tan intenso. Ralph notaba que su madre estaba irascible y nerviosa. Él se esforzaba por entenderla, trataba de realizar el recuento de daños, pero, cada vez, su madre solo tensaba la mandíbula y la desencajaba en una mueca de desaprobación. Ralph había escuchado su parte de la historia; al principio, había sentido tanta furia al ver a su madre en ese estado, había querido ir y golpear a Walter, pero una vez que el primer instinto cedió, supo que ese no era el camino a toma; tal como los otros genios, su fuerte no era el manejo adecuado de sus emociones, aunque el trabajo de Paige en él era mucho más visible que con el resto. Pensó en reunir datos, información que le pudiera dar luces sobre el proceder de Walter, a las finales, Ralph no era tan diferente a él, si alguien podría entender a Walter, ese sería él.
- ¿Garaje? – Resonó la incredulidad en la voz de Paige sacándolo de sus pensamientos. - ¿Qué pretendías hacer ahí? No hay nada que tengas que hacer ahí. – Ralph, por una milésima de segundo, analizó el rostro desencajado de su madre para tratar de contenerla, pero sus emociones terminaron por abrumarlo a él también.
La tormenta había caído sobre ellos de la noche a la mañana. Desde esa noche, Ralph veía a su madre tan furiosa todo el tiempo, y a la vez, la sentía tan indefensa, ante todo. Él se repetía que, en condiciones "normales", ella sabría cómo manejar la situación, pero esta vez, ella estaba afectada a un nivel que no le permitía actuar con sentido común. A caso, ese era el resultado de salir con un genio y caer en el intento. A caso, le tocaba a su madre no saber cómo lidiar con las emociones y sentimientos que le causaba Walter O'Brien. Pensó.
Ralph, desde un inicio, fue consciente de los problemas que surgirían en la relación de Walter con su madre. Era claro que Walter era demasiado para todos, incluso para los de su tipo, hasta para él, a veces; pero Ralph lo entendía en una forma que nadie más lo haría jamás. La conexión que Ralph había desarrollado con Walter era única, y el joven era testigo de todos los esfuerzos de Walter por superar su déficit emocional. Ralph mismo se veía reflejado en él, el chico era consciente que hubiera seguido el mismo camino si no lo hubiera conocido y al equipo Scorpion. ¿Cómo su madre podría olvidar o ignorar eso? Ralph, ya lo había decidido, él no lo haría.
-Quería recolectar datos. – Respondió lentamente, intentando sonar despreocupado, luego añadió. – Quería hablar con… - Dudó por un instante, no era bueno echar más leña al fuego. - Cabe.
- ¿Cabe? – Le lanzó la pregunta su madre, él sabía que ella no lo creería, él no sabía mentir, al igual que Walter. - No me mientas. – La escuchó decir mientras sintió sus manos tomarlo nuevamente por los hombros. Ralph concluyó que esa reacción no era típica en ella, lo estaba zarandeando solo por pensar en establecer contacto con Walter, si ella supiera que esa idea rondaba por su mente desde hace semanas.
-Mamá… - Retrocedió soltando el agarre de su madre en un gesto de desaprobación. - no puedes prohibirme, - Esta vez la estaba mirando directo a los ojos y agregó. - sabes que es injusto.
Paige se giró sobre sus pies y de vuelta pronunció. - Scorpion ya no es nuestro equipo, ¿por qué querrías ir ahí? No lo entiendo. – Ralph evitó el contacto visual nuevamente. - ¡Mírame, yo soy tu madre…! - Los ojos de Paige brillaron con una dolorosa rabia que la impulsó a culminar la frase -Él solo es alguien que conocimos en un determinado momento. Alguien pasajero en nuestras vidas. – Ralph no dio crédito a lo que acababa de escuchar. – Por favor, Ralph no hagas esto.
Ralph cerró los ojos y se mordió los labios por un segundo, apretó los puños tras su espalda para canalizar la frustración que comenzaba a apoderarse de él también, - Mamá, no quiero contradecirte, - empezó con voz pausada, - pero él, - cambiando rápidamente de pronombre - ellos son mis amigos también. – Suspiró hondo. Destetaba enfrentarse a su madre, pero tenía que continuar. - Son mi familia, no por sangre, pero sí por elección. – Una pausa más y una respiración profunda. - No los haré a un lado. -Miró los ojos desconsolados de su madre, él apretó con fuerza los suyos para darse valor de terminar. -Es difícil, pero no voy a tomar partido por ninguno. Entiendo que ahora Scorpion es tu competencia… pero fuiste tú quien lo decidió así. No fui yo.
Paige esbozó una mueca de confusión y dolor. Ralph odiaba toda la situación, lo último que quería era dañar a su madre, pero en ese punto era imposible no salir dañado, tanto ella como él. Vio la duda en sus ojos aguados, luego el joven la escuchó decir con la voz entrecortada. - Ralph… no se trata de tomar partido por alguno…, yo soy tu madre, tu lugar es conmigo…, eso no es una decisión, es un hecho. – Ralph sintió que la elección de palabras de su madre escondía el hecho haber aprendido que los genios, no podían resistirse a los hechos.
Otra oleada de frustración abatió a Ralph, era duro combatir a su madre cuando se obstinaba en algo, cómo podría él darle la vuelta a la situación con el menor daño en el proceso. Su mente revoloteaba a mil, quería encontrar las palabras adecuadas y la estabilidad en su voz para no empeorar la situación.
- Mamá, - Pronunció finalmente. – Ahora lo entiendo.
- ¿Qué? – Paige lo cuestionó.
- Sí, mamá. A Walter. – Ralph había tenido su pequeño momento eureka en medio de toda la confusión.
-No, Ralph, tú no. – El rostro de horror de Paige, fue algo que asustó a su hijo.
-Mamá, cálmate por favor. – Rogó él. – Solo déjame explicarte.
-Ralph, no. - La voz de Paige, golpeaba los oídos del joven con tanta desesperación. – No hay nada que explicar. Los hechos son los hechos. Deberías entenderlo. Él me mintió.
-Mamá, para. Por favor. – Ralph volvió a rogar, él sabía que una vez que su madre comenzaba no podía parar. Se sentía impotente, él solo quería ayudarla a entender, como él lo había entendido al fin, pero ella no lo quería escuchar, solo hacía eco a sus sentimientos y no a la razón.
-Ralph, por una vez puedes simplemente hacerme caso sin protestar. – Paige seguía el mismo patrón una y otra vez, y ahora lo hacía con él, su hijo. La escucho continuar. – Durante estas semanas, sólo he tratado de mantenerte a salvo lo más alejado de esta situación. – La voz de Paige, había bajado de intensidad y lucía realmente agotada. - Walter no es bueno para mí, terminara haciéndote daño a ti también si no lo detengo.
- Mamá, él me importa. – Ralph vio las lágrimas rodar por el rostro de su madre al escucharlo, mientras él mismo luchaba por evitar las suyas. Finalmente, reunió el último ápice de valor que necesitaba para concluir. - Y no puedes pretender que lo deje de hacer.
Con un nudo en la garganta y el corazón destrozado, Ralph vio a su madre desplomarse sobre el sofá, ella cubrió su rostro con sus manos y sus sollozos le ganaron a su ya desgastada cordura. Ralph se arrodilló frente a ella e intentó consolarla colocando sus brazos alrededor de sus hombros, pero ella tiró bruscamente su cuerpo hacia atrás rechazando su toqué. - ¡Oh, Dios! – Pensó el chico, la situación había salido peor de lo que había estimado. Tal como esa noche en el garaje, no pudo evitar hacer la comparación.