Es largo.

Rin tiene los ojos bien abiertos por lo que mira, sus manos se atreven a tocarlo y le regala caricias a ese prohibido lugar. Sesshomaru le dijo que lo toque y ella no le desobedece.

—Tócalo.

Era una orden y ella lo estaba cumpliendo. La criatura sonríe cuando nota que es una sensación agradable para su señor, su leve sonrisa se lo indica y no para de pasar sus dedos ahí.

El gruñe y Rin se asusta de haberlo lastimado.

—¡Lo siento! —retira las manos, pero el demonio no la deja.

—Continua.

Es espeso.

A la brevedad, la muchacha sigue pasando sus inexpertas manos por la longitud larga, las yemas de sus dedos recorriéndolo. Sesshomaru disfruta ese placer que le otorga la joven.

—¡Oh! ¡NO! —Llega Jaken quien abre los ojos y su boca no pudiendo creer lo que hacen ellos dos en su ausencia—. ¡Saca las manos de ahí, niña insolente y desubicada! —pataleando y echando humo de sus orejas, completamente enfadado y envidioso.

A la niña se le enrojecen las mejillas y deja lo que está haciendo.

—¡No lo puedo creer! —Indignado—. ¡Esto es traición, amo bonito!—al borde de las lágrimas—. ¡Dijiste que NADIE puede tocarlo!

Es sagrado.

—Ya deja el escándalo —reprendió a Jaken, molesto de interrumpir la sesión de caricias, que hizo que su protegida retirara las manos de su cabello platinado.

Rin es la única que puede tocarlo.