Eren Jaeger caminaba apresurado por el sendero que atravesaba el bosque, jamás había llegado a su hogar después de que el sol se ocultara, pero hoy había sido la excepción. Su prometida Sasha lo había retrasado, le molestaba el hecho de que así fuera ya que él solo cumplía las órdenes.

"Un Jaeger de veinticuatro años de edad no debía seguir siendo un libertino, tiene que sentar cabeza y ser un hombre de familia y de negocios" eso era precisamente lo que escuchó de los labios de su padre y ¿Quién era la mujer afortunada? La respuesta era muy simple Sasha Blouse, una muchacha adinerada y bastante ilusa, sería una perfecta esposa.

Dobló por el sendero y salió de la espesura dando lugar frente a él a una hermosa mansión, blanca, con un lindo jardín rebosante de flores, con grandes ventanas y una enorme puerta de caoba; apresuró su paso subiendo un poco su abrigo mientras tapaba su cuello, iba a tener una reprimenda de eso estaba seguro. Abrió la puerta con cuidado y notó leves sonidos que venían del comedor, se quitó su abrigo que estaba mojado y lo dejó en el perchero que se encontraba junto a la puerta

- Llegas tarde.

Se sobresaltó al oír aquella voz y giró lentamente enfrentando su mirada con la de su padre, éste era alto y delgado, su rostro jamás demostraba emoción alguna y sus ojos eran calculadores y fríos. De niño siempre había tenido cierto temor y respeto hacia él, ahora sólo se preguntaba que cosas estarían pasando por su mente.

- Lo siento no fue mi intención, Sasha me retrasó, no volverá a suceder. - Se justificó.

- Sabes que nadie sale de noche, a menos que seas miembro de la Cruz y por lo que veo aún no estás preparado para ser uno.

- ¿Hablas en serio? Has estado preparándome casi toda la vida, estoy listo y puedo probarlo.

- Saliste armado me imagino. - Inquirió su padre con sequedad.

- No pero... - Las palabras quedaron atoradas en su garganta y cerró su boca inmediatamente.

- Los vampiros no son un juego hijo, claramente no estás preparado para cazarlos.

Sin decir más dio media vuelta y se alejó a pasos lentos dejando a un Eren furioso consigo mismo.