Disclaimer: Harry Potter pertenece a J.K.


El Kelpie que comía calabazas


Se aseguró de que Hermione quedara lo más cerca de su Sala Común como le fue posible, y regresó a la suya diez minutos después de la hora en que Filch salía a hacer sus rondas. Quedaban algunos alumnos, cerca de la chimenea, en los sillones, o jugando ajedrez. Algunos sólo charlaban y otros leían, y su mirada se encontró con la de Tracey, que entrecerró los ojos en su dirección para después regresar a lo que fuera que Pucey le estaba comentando.

Fue directo a su habitación, encontrándose con la mayoría de sus compañeros ahí. Blaise, Gregory y Draco. Crabbe no se veía por ahí, lo cual era extraño considerando que se la pasaba pegado al culo de Malfoy junto con Goyle, pero francamente no tenía razón alguna para fijarse en los movimientos de aquel idiota.

Zabini hizo una seña desde su cama a su lado y le sonrió levemente, y aunque Theodore no le devolvió el gesto, se contentó con que simplemente le dirigiera la mirada.

—Vi a tu novia hablando con Pucey, ¿no te importa? —preguntó entonces Goyle, sacando una mueca de disgusto de Theodore. Afortunadamente el corpulento muchacho no estaba ni siquiera interesado en mirarlo, sólo en ver si era un chisme digno de seguir.

—Es Tracey, no novia —replicó con cierto cansancio.

—Es lo mismo. ¿Qué pasa si te la quita?

—No me casaré con ella —gruñó, sabiendo que no lo dejaría en paz. Goyle tenía un extraño interés por oír cada cosa que salía de los chismosos labios de las hermanas Grengrass, y eso había acabado volviéndolo un metido y curioso cuando se trataba de algo que podía ser interesante con tal de burlarse o reírse a costa de otro. En esta oportunidad, desgraciadamente, una vez más ese otro era él y con el mismo tema de hace años: su compromiso con Tracey.

—¿Por qué no? Es la única chica interesada en ti —se burló. Theodore rodó los ojos y sintió un ruido desde su costado, cuando volteó, estaba Blaise sonriendo y luego lo vio comenzar a hacer gestos. Primero como un mono y después puso el dedo en su nariz, tirándola hacia arriba para representar a un cerdo y entonces movió la cadera, consiguiendo sacarle una sonrisa a él también.

—Goyle —dijo después de casi largarse a reír por las tonterías de Zabini imitando a sus otros dos compañeros—, al menos tengo a alguien. A estas alturas todos creemos que tu prometida es Crabbe.

Después de un pesado silencio, su vecino de cama no pudo aguantar más sus carcajadas. Theodore pudo jurar que tras la risa de Blaise, también vino una corta e interrumpida abruptamente desde el lugar en el que se supone estaba Draco. Goyle, que se encontraba frente a su baúl cuando llegó, buscando quién sabía qué cosa, lo cerró con fuerza y por primera vez desde que pisó la habitación, lo miró directamente.

—Eres un bastardo.

—Si pretendías insultarme, reírte de lo que dije hubiera funcionado mejor —dijo con indiferencia, viendo de reojo a Blaise cuando se acomodó en su cama, poniendo un pie sobre el otro y una mano tras su nuca.

—Ya es suficiente, son unos idiotas —se quejó Draco—. Esperaba más de ti, Nott.

Theodore enarcó una ceja, no pudiendo definir del todo si pretendía ser irónico o no. Llevó la otra mano a su bolsillo y rebuscó en él, para después sacar el anillo que estaba destinado a Hermione y el suyo. Puso el de ella, con la cadena, sobre su estómago, e intentó ponerse el suyo. Una vez pudo deslizarlo con los dedos de su propia mano, y usando también su abdomen, alzó la mano y lo vio puesto. La imagen de Draco junto a Snape regresó mientras intentaba imaginar cómo se vería el del rubí en la mano delgada de Hermione.

—Una pena que no pueda decir lo mismo —masculló, sabiendo que a pesar de decirlo con normalidad, no era suficiente ante el silencio de la habitación, y que todos lo escucharían.

Antes de que cualquiera replicara algo, la puerta de la habitación sonó y se adentró Pucey, reavivando la llama chismosa de Goyle.

—¿Quitándole la chica a Nott? —repitió.

—Oh por Merlín, qué insistente —susurró Blaise para que sólo él lo oyera. Draco no podía escucharlo de todas formas, lo separaba de sus compañeros la cama y espacio de Adrian.

El recién llegado frunció el ceño, mirando a cada uno de sus compañeros buscando una respuesta a la pregunta de Gregory.

—¿Hay una forma de contestar bien a eso?

—Es una pregunta retórica —gruñó Blaise, viendo a Adrian cerrar la puerta tras de sí y acercarse a su cama.

—Entonces...

—No le hagas caso —suspiró Theodore.

Adrian se encogió de hombros, disponiéndose a estirarse sobre la cama y tomar un descanso. Sin que pudieran evitarlo, el silencio se volvió a instalar en la habitación. Theodore guardó el anillo de Hermione en el bolsillo y se quedó con el suyo, mientras lo movía levemente con el pulgar. Blaise soltó un bostezo y Goyle murmuraba maldiciones por el hecho de que, finalmente, todos habían ignorado de buena gana su interés en el tema. Draco simplemente estaba ahí, mirando algún punto en el suelo de piedra.

—Así que... ¿Realmente es tu novia? —preguntó Adrian con cautela, mientras se giraba a verlo desde su lugar. Blaise soltó otra risa y Theodore se limitó a cerrar los ojos mientras miraba el techo. Justo después miró a Adrian.

—No lo es, Pucey —contestó, ya un poco harto con el tema—. Ésa bruja es terrorífica.

—Hmm... —murmuró— No te importará entonces si...

Theodore se puso alerta de inmediato, entrecerrando los ojos en dirección a Adrian y sabiendo a la perfección cómo terminaba esa frase. Y por Merlín, normalmente no le importaría, pero era como su hermana y tenía miedo por el hecho de que en la mirada de su compañero no había ni siquiera una pizca de burla. Pucey estaba hablando malditamente en serio y, en realidad, él no era quién para decidir si podía estar cerca de Tracey, pero si por alguna razón ella creía que era un chico digno para estar juntos, lo dejaba en una posición igual que la suya.

Y Theodore temía que le hiciera daño eventualmente. Igual como Potter iba a temer que él se lo hiciera a Hermione cuando se enterara.

Entonces no había algo mejor o peor para responder a eso. Solo estaba la resignación y la esperanza de que no acabara mal.

—Es como mi hermana —dijo al final—. Pero no me incumbe. Ella puede hacer lo que desee.

—Está bien —murmuró su compañero.

—Sólo no vengas corriendo cuando te arrepientas —sonrió Theodore, causando que Blaise también lo hiciera ante la expresión algo asustada y confundida de Adrian.

...

—Maldita sea.

Adrian enarcó una ceja a su costado, totalmente perdido. Blaise simplemente lo ignoraba, seguramente pensando en algo que tuviera que ver con Ginny, considerando esa sonrisa que no se esforzaba por ocultar.

Theodore, por su parte, no podía estar más furioso. Durante días, cada vez que había visto a Hermione, iba seguida por el estúpido de Weasley. Después de lo que habían hablado y cómo había acabado todo, no debía estarse sintiendo de esa manera, pero lo hacía. Era un maldito idiota. Pero no hablaba con Hermione hace unas noches atrás, aunque de vez en cuando cruzaban miradas cuando se encontraban en los pasillos, las clases o el comedor, y algunas veces se habían reunido en la biblioteca brevemente.

—¿Está todo bien, Nott? —preguntó Adrian.

—Sí... —murmuró.

—Déjalo Pucey, se la pasa pensando en tonterías que nunca comparte.

—Hm... —Theodore suspiró—. Solo pensaba en que odio el naranja.

Ambos no entendieron en absoluto, hasta que Blaise sonrió.

—Aunque hay cosas en las que se ve esplendoroso.

—Buenas tardes.

Los tres se detuvieron repentinamente en el corredor cuando Ginny Weasley se puso por enfrente y los saludó. Ella los miró a los tres y luego fijó su mirada en él. Tenía los ojos levemente entrecerrados y llevaba las manos en los bolsillos de su capa.

—Hey... —susurró Blaise un momento, de inmediato sonrió cuando al parecer se dio cuenta de que eso definitivamente estaba pasando—. ¡Pecosa! ¿A qué debo este placer?

Ginny sonrió suavemente, mirando a su amigo, pero segundos después regresó a él.

—Necesito hablar con Nott, ¿les importa?

Blaise frunció un poco el ceño, pero finalmente se encogió de hombros. A él no le pareció desapercibida la forma en que la chica se dirigió hacia él, o el cómo prácticamente lo había ignorado hablando como si no tuviera ni voz ni voto en esa situación. Theodore bufó y miró alrededor, sintiéndose realmente ofendido por eso. Estaba justo delante de ella, maldita sea.

Adrian se limitó a guardar silencio, hasta que Blaise comenzó a moverse.

—Te dejaré hablar con mi amigo si a cambio aceptas pasar el rato conmigo —negoció, siguiendo su camino lentamente y sin dejar de observarla.

Ginny enarcó una ceja, mirándolo de reojo un segundo, pero su sonrisa no se fue.

—Lo voy a pensar —contestó, ya con toda su atención sobre él.

—Nos vemos en el comedor —Theodore sintió la mano de Adrian en su hombro, pero no se volteó a mirarlo ni el chico a él.

Ambos se fueron y Theodore comenzó a sentir cierta incomodidad. Podía imaginarse perfectamente de qué iba a tratarse la conversación. Ginny Weasley era una mujer directa a la hora de hablar, pero de igual forma cautelosa antes de dar el primer paso. O al menos eso era lo que percibía de ella según las veces que la escuchó hablar y teniendo en cuenta sus acciones. Así que entendía que probablemente había esperado hasta cierto punto para ponerse frente a él.

—Es una tarde bonita —dijo finalmente cuando sintió que estaba esperando algo de él—, ¿quieres hablar cerca del lago?

Ginny asintió.

—Te aviso que si planeas lanzarme con el calamar, no dudaré en salir y hechizarte.

No hablaba en serio, supo, pero eso no significaba que fuera incapaz de enfrentarse a él de esa manera. No por nada era respetada por casi todo el mundo menos por la insulsa de Pansy, Draco que la metía en el mismo saco que su hermano, y unos cuántos más que seguían la corriente.

—¿Estás yendo a Aparición? —preguntó de repente, mientras seguían el camino a los terrenos del castillo.

Escucharla le causó curiosidad. No creía que fuera el tipo de persona capaz de aparentar que le importaba, no porque fuera incapaz, por supuesto. Theodore se fijó en ella un momento y Ginny le devolvió la mirada, esperando por su respuesta.

—Sí —murmuró.

—Ya veo —dijo—. Mi hermano se la pasa quejándose sobre ello, aunque sinceramente no pienso que sea tan terrible. Tal vez, no es como que me lo hayan explicado como para entenderlo sin haber asistido a ninguna clase. Espero poder ir el año que viene.

—Tengo entendido también que tu hermano se cierra fácilmente a las cosas que no le gustan a primera vista —comentó.

Ginny le sonrió suavemente.

—Eres una persona observadora, Nott —dijo—. O en realidad Ron es demasiado predecible.

Ella volvió a mirarlo, pero Theodore se limitó a caminar sin responder nada a su comentario sobre el chico.

—¿Te gusta el Quidditch?

—Si se trata de eso, Zabini y Pucey son tus hombres...

—Está bien —rió.

No dijo nada más en el camino, ni él quiso intentar seguir hablando. Cuando iban saliendo, se encontraron con que Potter y Weasley iban en su dirección. A penas vio la mirada insistente de ambos sobre él, Theodore supo que no iban a salir del castillo sin que tuvieran que cruzar palabra con ellos. No él al menos, pero sí Ginny.

—Ginny, ¿a dónde vas? —preguntó Ron aún a cierta distancia, claramente ansioso por comentar algo sobre su presencia.

—Voy a dar un paseo —contestó una vez se detuvo frente a los dos.

Potter se quedó callado, pero Theodore tuvo la sensación de que estaba mucho más molesto por eso que el propio hermano de la chica. Aunque no eran precisamente celos lo que veía en su rostro. Era, más bien, la más pura y descarada desconfianza que recordaba haber visto.

—Sí... ¿No puede ser después? Hay algo que necesito hablar contigo —dijo el pelirrojo—. Es sobre mamá, ya sabes que ella odia cuando no le doy tus recados a tiempo —Theodore se fijó en que torcía un poco la boca y alzaba las cejas, como si la situación le apenara o lo pusiera en aprietos.

—Ah —soltó Ginny secamente—. Bueno, yo también tengo cosas que hablar con Nott. Mamá puede esperar.

A Theodore le sorprendió sentir la mano de Ginny envolver su muñeca y tirar de él, pasando por el costado de Potter, que estaba frente a ella. No pudo evitar boquear levemente, incómodo por el tacto de su mano y el hecho de que lo estuviera arrastrando una niña por lo menos veinte centímetros más pequeña que él.

—¡Pero Nott también puede esperar! —exclamó Ron, volteándose para hablarle.

Ginny ni siquiera titubeó en seguir alejándose.

—¡Claro que no! —respondió como última cosa.

Ella siguió arrastrándolo unos segundos más, hasta que dieron la vuelta y siguieron apegados al muro del castillo. Unos metros después, Ginny comenzó a ir más lento, hasta que eventualmente se detuvo y se giró para verlo.

Antes de que pudiera decir algo, ella lo soltó y habló. No estaban ni cerca del lago, pero valía de igual manera.

—Eres una persona inteligente Nott, lo sé. Así que sabes seguramente qué es lo que quería hablar contigo —comenzó, y luego siguió dándole penas un segundo para respirar—. ¿Estás interesado en Hermione?

Theodore la miró por un rato, fascinado con la expresión determinada y la insistencia con la que lo tenía entre ceja y ceja. Ella sabía que sí, probablemente le preguntaba esperando que lo negara, o para probar su honestidad y la resolución de su aparente interés. Por más que tuviera que mantenerla alejada de él considerando que no era una idiota crédula, Theodore no podía ignorar que finalmente había decidido preguntarlo directamente. Quería retribuírselo.

—Estoy enamorado de Hermione.

Vio su expresión cambiar a una más perpleja.

—¿Cómo...?

—Desde tercero al menos —dijo—, o desde ahí lo considero un enamoramiento.

—Vaya... —murmuró Ginny— Si eso es verdad me parece bien que lo digas tan libremente.

Pero ella no iba a aceptarlo con tanta facilidad.

—Pero me veo en la obligación de advertirte —siguió hablando—. Hermione es una persona preciada para mí. Se interesa por mi hermano y mi familia genuinamente, es una gran amiga. Probablemente si no fuera por ella Ronald tendría más historias que contar sobre huesos rotos y castigos, puede que hasta cosas peores —comentó, tan seria, y Theodore podía sentir la amenaza implícita mientras apelaba a su culpa—. Si tan solo se te pasa por la cabeza hacerle daño, Nott, recuerda que tienes a diez personas dispuestas a hacerte pagar por ello.

—Entiendo —asintió—. No podía estar más de acuerdo.

—Se me da muy fácil juzgar a la gente —dijo—. Pero quiero pensar que no estás jugando con esto.

—Te doy mi palabra, Weasl-.

—Ginny —corrigió—. Haz que tu palabra valga, Theodore.

Él sonrió ante eso.

—Sí, hablando sobre palabras... —sugirió antes de que ella pensara en irse— ¿Estás tú realmente interesada en Zabini? —Enarcó una ceja.

Ella apretó los labios levemente, pero su expresión no demostró imparcialidad o duda, a pesar de eso.

—Es un tipo divertido, sin dudas muy ocurrente, y me gusta compartir sobre el Quidditch con una persona que tiene opiniones distintas a Harry y mis hermanos. Aunque a veces cruza líneas que no debe —explicó—. Pero no voy a decirte que soy capaz de simular que estoy más interesada en él de lo que estoy de Harry. Tampoco busco preocuparme sobre relaciones en este momento.

—Está bien —aceptó—. Deberías decírselo, no creo que le importe.

Ginny asintió.

—Vale.

—Si me disculpas, tengo cosas que hacer —se tomó unos segundos antes de mover la cabeza levemente, poniendo énfasis a su voz—, Ginny.

Theodore le dio la espalda, teniendo en mente lo extraño que era llamar a alguien que no fuera Hermione por su nombre.

En medio del camino al Gran Comedor, Theodore se dio cuenta de lo que había hecho por un momento sin pararse a pensar. Acababa de preguntarle a Ginny Weasley si estaba realmente interesada en Blaise, preocupándose una vez más por lo que pasaría con ese interés si ella le mentía. En un principio habría sido una falacia tremenda decir que estaba siquiera un poco preocupado por Zabini, pero ahora no estaba tan seguro. Fuera por lo que una mentira pudiera causar a la relación por conveniencia que tenía con él, porque le convenía que ellos se acercaran, o por el hecho de que ya no le parecía una persona con una actitud tan terrible. No importaba cuál opción fuera, seguía siendo algo extraño para él saber que estaba cuidando de cierta forma lo que percibía como un gusto que su compañero había formado por la hermana menor de los Weasley.

Se decidió a no preocuparse por eso en el momento. Es más, debía estar mucho más preocupado por otra persona antes que por Ginny, que hasta le había permitido usar su nombre, o por Blaise, que claramente tenía una prioridad menor en su situación actual. Theodore recordaba varias veces en las que lo habían mirado de esa manera, varias veces en las que, por el contrario, lo habían ignorado completamente a pesar de ser un Slytherin. Probablemente porque las veces que se había visto involucrado en el acoso de Malfoy para con Hermione y sus amigos, habían sido una nimiedad, y nunca había dicho nada directamente insultante frente a ellos sobre cualquier cosa. Recordaba con gracia el haber pensado en conjunto con los demás que Weasley era un idiota malditamente inútil, o que Potter era un niño perdido que no tenía ni la menor idea de qué hacer. Lo cual, sí, era entendible. Pero para alguien que tenía decidido su destino, revelarse directamente contra él era una tontería. Sobre todo cuando este parecía ser la mejor opción.

Potter era un completo chiste para la Casa de Slytherin, o al menos para su generación, que había interactuado más directamente con él. Y Theodore no había pensado nunca en contradecirlo, porque también pensaba de esa manera cuando oía sobre los problemas en los que se metía.

Y él a cambio, junto con decidir juzgar a su Casa por cómo eran, solía tener una postura más rabiosa cuando se cruzaba con Malfoy o cualquiera de su círculo social. Pero Theodore nunca había dicho nada, nunca había hecho nada para aumentar su desconfianza a tal punto de que parecía esperar un mínimo error para maldecirlo. Nunca había cruzado algún diálogo relevante con Potter, e igualmente, jamás lo había mirado como si intentara ver a través de él.

Hermione no había dicho nada que pudiera responder esa incógnita la última vez que se reunieron, y Theodore necesitaba saber que estaba comportándose como un paranóico y nada más.

Cuando cruzó las puertas del Gran Comedor, miró brevemente hacia la mesa de Gryffindor antes de dirigirse a la suya, algo decepcionado por no encontrar a Hermione en ella.

—Entonces, ¿que quería la señorita? —preguntó Blaise a penas estuvo suficientemente cerca.

Se recriminó haberle quitado importancia a su compañero. Estaba claro que no iba a esperar a preguntarle por qué se supone que Ginny quería hablar con él cuando, según Blaise, no había nada ahí suficientemente importante como para que ambos tuvieran algo que tratar. Ni siquiera coincidían sus cursos. La única conexión, y muy deplorable, era Zabini.

—Quería saber si tu ligoteo barato iba en serio —respondió, intentando no condenar a la chica e igualmente, esperando que a Blaise se le nublara el juicio ante el interés y su ego.

Lo vio sonreír mientras se sentaba al lado de Adrian. Cuando volvió a hablarle, mientras él se servía algo para comer, tuvo que inclinarse sobre la mesa para que la presencia de su otro compañero no le impidiera observarlo.

—Tú añadiste lo de ligoteo barato —dijo, seguro de sí mismo—. ¿Por que quería saber eso? ¿Qué le dijiste? ¿Acaso planea aceptar alguna invitación?... ¡Theodore! —le gritó cuando lo vio prácticamente ignorarlo.

Theodore se llevó una uva que había sacado a la boca mientras seccionaba y ordenaba las cosas que había reunido en su plato. Las conversaciones en el comedor eran ruidosas, así solían ser, pero eso no le impedía oír a Blaise que estaba a duras penas a un metro de él. Theodore miró de reojo a Adrian, que sonreía por la actitud de Blaise, burlón. Cuando el chico lo miró, Theodore desvió su atención al moreno, que lo miraba impaciente.

—¿Y bien? ¿Vas a responder alguna maldita cosa o vas a chantajearme por ello? —exigió.

Francamente la idea no le parecía mala.

Podía pedir algo a cambio por la información y Blaise seguramente cumpliría, ya que deseaba saber con tanto fervor el por qué Ginny había pedido hablar con él.

—La chica está enamorada hasta el punto de que podría besarle los pies a Potter por ello —comenzó, después de haber masticado y tragado—. En un principio tus posibilidades eran nulas, Zabini, y posiblemente sigan ahí mismo.

Blaise frunció el ceño.

—Pero obviamente no le desagrada que andes por ahí, intentando invitarla a salir o alguna tontería. Si no pretendes tener algo demasiado serio con ella, es posible que tus esfuerzos den frutos, al fin y al cabo —explicó, sabiendo que su compañero solo quería saber si había dicho si gustaba de él o no.

—Sí, sí, Nott. No soy un maldito retrasado, ¿puedes por Merlín dejar de ser tan obvio y tan críptico? —gruñó, ya sin paciencia.

Theodore lo miró de reojo.

—Citándola, eres un tipo divertido aunque te pasas insultando a su hermano como un energumeno —Antes de que el moreno dijera nada, levantó un dedo, evitándolo—. Pero que no está para preocuparse por relaciones en este momento.

—¿Relaciones así... serias-serias? —preguntó otra vez.

—Por eso dije que probablemente tus esfuerzos den frutos. No necesita preocuparse por una relación que no es tan seria —lo incentivó.

Blaise comenzó a sonreír tontamente, y Theodore estaba seguro de que no iba a dejar de hacerlo en un buen tiempo.

—¿Por qué está tan feliz? —preguntó Parkinson con una mueca cuando vio que Blaise hablaba tan animadamente con Adrian a su lado sobre el próximo partido. Había llegado hace poco, arreglándose el cuello de la camisa y pisando con determinación, hasta sentarse al lado de Milicent.

—Ah, ya sabes, lo que más le gusta en el mundo.

Pansy frunció el ceño. Theodore tenía entendido que seguía enfadada por el hecho de que Blaise la había invitado a ir a la fiesta de Slughorn para proceder a dejarla totalmente sola.

—Ugh, qué baboso —dijo con asco.

Theodore había dado la respuesta más abstracta del mundo. Aunque todos sabían que los mayores amores de Blaise eran el ajedrez, el Quidditch, las tartas de arándanos y las chicas. No había que ser un genio para saber cuál fue el primer pensamiento de Pansy, siguiendo eso.

Mientras Pansy reclamaba sola sobre las actitudes desagradables de Blaise, Theodore cruzó la mirada con un silencioso Draco Malfoy que lo miraba fijamente. Siempre fue un tipo mimado y enaltecido por sus compañeros, estaban ahí para servirle por su apellido, a pesar de que todos tenían algo de renombre; pero había pasado mucho tiempo desde la última vez en que Malfoy se cruzó con Potter simplemente para molestar. Le hizo preguntarse si él y la misma Hermione habrían notado esa diferencia.

Cualquiera diría que Malfoy había madurado un poco, pero Theodore sabía que no era un signo de madurez real y gradual. A penas había sido considerado para trabajar bajo el yugo de Voldemort, debió obligarse a dejar de pensar en las cosas que antes le preocupaban. Ser el mejor de clase, aunque siempre era ridículamente superado por Hermione; el Quidditch, pociones, comer chocolates y molestar a Potter y sus amigos tanto como fuera posible. Envidiar la atención e importancia que cada persona le daba a Potter por ser simplemente quien era, algo que debieron hacer con él, según lo que se le enseñó. Ahora todos sus focos de atención iban hacia la misión, y Theodore no estaba seguro de si le gustaba el Draco Malfoy actual. Solo estaba seguro de que, incluso si le gustaba o no su silencio, Malfoy se estaba consumiendo por dentro ante la presión de encontrar una forma que permitiera a los Mortífagos entrar a Hogwarts.

El Malfoy taciturno hubiera sido el favorito de Theodore, probablemente; si tan solo no le deseara ese deber ni esa carga a nadie, si tan solo esa no fuera la verdadera razón de por qué había cambiado su actitud tan drásticamente.