Lincoln se sentó en la cama y suspiró. Miró alrededor de la pequeña habitación compartida mientras recordaba poco a poco que no era un sueño, realmente estaba ahí. Ya habían pasado nueve meses y aun no podía aceptar la realidad. Le hubiera gustado que todo no hubiera sido más que una terrible pesadilla de la que despertaría en cualquier momento, pero era hora de que aceptara la verdad.

Por otra parte, aún contaba con la esperanza de que su familia apareciera de un día para el otro en aquella Vanzilla destartalada con un pastel de cumpleaños y una sonrisa de "te la creíste", o tal vez su abuelo llegara con una sonrisa amable y lo llevaría con el al centro de retiro. Podía vivir con el olor a aceite y desinfectantes siempre y cuando tuviera una familia.

¿Cuánto tiempo tardaría esa esperanza en romperse? Tal vez cuando pasara su primer cumpleaños en ese lugar. Había oído que preparaban un gran pastel de chocolate y vainillas para los cumpleaños, no tenías que ir a la escuela y podías escoger el regalo que estuviera dentro del presupuesto establecido. Pero olvídate de una fiesta en familia con cualquier amigo que no sea dentro de tu bloque.

Lincoln se levantó y comenzó a estirar sus músculos para despedirse de los restos del sueño. Sintió un poco de frío entrando en su cuerpo mientras se ponía las pantuflas. Ese pijama naranja ya comenzaba a quedarle pequeño, pero todavía no quería deshacerse de él. Tendría que hacerlo, ya tenía demasiadas costuras.

Se acercó al despertador en la pequeña mesilla junto a su cama y se dio cuenta de que le habían quitado las baterías. Tendría que haberlo esperado, era imposible que quisiera despertarse temprano un domingo. Lincoln suspiró mientras se dirigía al pequeño bulto contra en la cama del otro lado del cuarto.

-A despertar. –Lincoln tiró las cobijas con fuerza y las tiró al piso.

-Vete al carajo. –Jack siguió abrazando la almohada mientras pequeños rastros de saliva salían de su boca.

-Está bien, no será mi culpa si vuelves a repetir el año por no estudiar lo suficiente. Mañana tenemos examen si no lo recuerdas. –Lincoln volvió a tirarle las cobijas encima. Esperaba aunque sea una reacción de su compañero de cuarto, pero sólo obtuvo un dedo medio mientras Jack volvía a cubrirse con las cobijas. –Te prestaré mis notas cuando termine de usarlas, sólo trata de no retrasarte mucho amigo.

Jack murmuró palabras inentendibles y volvió a enroscarse en su lugar.

Lincoln suspiró mientras iba por su ropa para darse una rápida ducha. Al principio se había sentido inseguro de su compañero de cuarto, todavía lo estaba. Pese a tener un cuerpo andrógino y demasiado delgado, Jack tenía la actitud de un matón y era bastante brusco cuando se molestaba. Jack Stailor, un chico de alrededor de doce años, pese a tener un año más que Lincoln, tenía un cuerpo unos centímetros más pequeños que el suyo, cabello rubio platino hasta la nuca y algo despeinado, y una piel sumamente blanca y con algunas pecas que cruzaban sus clavículas. Su rostro se veía lindo y delicado, y cuando sonreía transmitía una sensación realmente agradable... Pero cuando abría la boca era todo lo contrario. Tuvo muchos problemas con él la primera vez que llegó. El chico literalmente se lanzó sobre Lincoln y le aplicó una llave al cuello para dejar claro quien ese quien manda, luego se abalanzó sobre su valija para revisar sus cosas. Lo más difícil vino cuando Lincoln lo confundió con una chica... Y creía que Lynn golpeaba duro.

El orfanato "Nuestro Futuro" en Minneapolis, Minnesota, fundado por Malcolm Stailor hace más de cien años y a estado hospedando niños desde entonces. El lugar era casi como una enorme escuela repleta de habitaciones donde podían quedarse hasta seis niños con sus literas. Lincoln había sido afortunado y le había tocado una pequeña habitación con sólo un integrante.

-Afortunado. –Lincoln sintió deseos de reír en cuanto pensó aquello. La fortuna nunca había estado con él, no desde hace nueve meses al menos.

-Muévete blanquito. –Tres chicos mayores lo empujaron mientras pasaban corriendo hacia el comedor.

-¿Por fin despertaste, Blanca Nieves? –Se burló el segundo mientras el tercero sólo se reía.

Lincoln había empezado a sufrir ese tipo de abuso desde el primer día. Más que su cabello blanco, estaba seguro de que era por pasársela llorando mientras llamaba a su familia en voz baja. El nivel social en el orfanato Nuestro Futuro se decidía por lo fuerte que eras cuando tu familia decide que no te quiere más y te desechan.

El nivel social de Lincoln cayó hasta lo más bajo desde el primer día, y el aparecer en el comedor con la cara repleta de moretones por su particular compañero de cuarto sólo lo hizo más difícil.

-Como te extraño, Clyde. –Si tuviera a su mejor amigo junto a él, estaba seguro de que podría hacer algo. Lincoln era bueno para pensar rápido y crear planes al momento para solucionar sus problemas, lo que generalmente ocasionaba más problemas, pero al final siempre funcionaban. Pero a la única persona a la que podría recurrir era a Jack, y el chico-chica o lo que sea se la pasaba de holgazán mientras leía los comics que le robó el primer día.

Las cosas podrían ser diferentes si pudiera contactare con cualquiera de sus amigos, o incluso a casa, pero las llamadas a larga distancia estaban prohibidas por los costos, y Lincoln no quería poner en riesgo el presupuesto de un orfanato.

Básicamente estaba atorado en Nuestro Futuro, su nuevo hogar. El hermoso lugar repleto de niños felices donde fue designado por la trabajadora social en el antiguo orfanato donde su amada y hermosa familia lo dejó por un puto traje de ardilla de la suerte. Luego de nueve meses conviviendo en un ambiente lejos de su hogar, no podía dejar de preguntarse si su familia estaba loca.

Parte de él sintió que tendría que haber previsto un final así para su pequeño plan de tener tiempo a solas. Pero Lincoln nunca creyó que su familia realmente podría abandonarlo por un asunto tan idita como la buena y la mala suerte. ¿Era porque Lynn era la hija favorita de su padre? O quizás porque no tenía ningún talento aparte de meterse en líos.

Tampoco escuchó que nadie lo apoyara cuando sus padres lo forzaron a recoger lo poco que tenía y lo metieron a la Van. Ni siquiera las vio, sus hermanas se ocultaron en sus cuartos en el momento en que destrozó aquel viejo traje de ardilla. Pero ese resultado estaba previsto, luego de un mes ya estaba cansado de ser usado como amuleto y vivir en la burla. Creyó que si destruía el símbolo de la suerte, podría recuperar a su familia.

-Que equivocado estaba en ese momento. –Murmuró mientras entraba a uno de los baños del orfanato. Era como en los baños de las duchas deportivas, todos los niños tenían un casillero con ropa limpia, todo lo que tenía que hacer era meterse a las regaderas junto a otros desconocidos y conocidos de diferentes edades totalmente desnudos. –Podría ser peor.

Podría ser como Jack se lo había susurrado. Los mayores dejarían caer una barra de jabón al piso y esperarían a que te agacharas, entonces usarían el jabón en sus manos como lubricante y te harían sentir como si te clavaran una estaca directo en el culo, aunque esa sensación puede variar dado el tamaño de la estaca. Lincoln no pudo dormir en toda la noche y tuvo miedo de ir al baño, al final los cuidadores tuvieron que arrastrarlo gritando y lloriqueando que no quería que le clavaran una estaca entre las pompas mientras Jack se reía sin parar.

No está demás decir que su nivel social cayó hasta el fondo de la cadena alimenticia desde eso.

Le costó dos meses tener un estatus normal, y eso fue porque Jack en cierta forma se compadeció y lo metió en una pelea con los chicos mayores en los que terminó con ambos ojos morados y un estatus por el promedio.

-¿Será demasiado tarde para pedir un traslado? –Murmuró para si mismo. No sería el primero que pide un traslado de la habitación 5-A, pero no quería que pareciera que estaba huyendo.


Tenía que bañarse deprisa si quería llegar al comedor. En cierta forma el lugar era como una enorme escuela, ya que los chicos tomaban su comida de una larga selección, la única diferencia es que no tenías que pagar por ella. En realidad, todo lo que le faltaría para ser una escuela serían los maestros y salones, pero todo eso lo tiene en la escuela pública de Minneapolis. ¿No podrían poner nombres a esas escuelas? A donde quiera que fuera Lincoln encontraba lugares con el nombre de la ciudad.

-Has espacio nalgas suaves. –Jack le dio una palmada en el trasero y se metió junto a él a las regaderas.

-¡Jack! –Lincoln retrocedió mientras se cubría las nalgas.

-Vamos, quiero terminar con esto para ir a comer algo y volver a la cama. Estaba teniendo un sueño caliente con la enfermera de arriba, Linc. –Dejó salir una sonrisa atrevida mientras pensaba en aquella mujer pelirroja de la enfermería. Lincoln supuso que pensaba en el gran par de pechos que tenía. –Escuché que eran falsos, ¿Pero a alguien le importa? Espero que sea pederasta. –Se tocó un poco la entrepierna mientras le daba la espalda.

Lincoln se sonrojó un poco al escucharlo. Además de tener una apariencia andrógina, Jack tenía una voz suave y algo confusa a la hora de distinguirlo. Todo lo que Lincoln podía ver en ese momento era a una linda chica que se toca la entrepierna de espaldas frente a él. Maldijo a sus hormonas de adolecente recién descubiertas y se dio la vuelta.

-¿Quieres dejar de hacer eso en el baño, Jack? –Lincoln le gritó sin darse la vuelta.

-Vamos, como si tú no estuvieras teniendo una reacción ahora mismo. –Se dio la vuelta con una mano sobre su cadera. –Y mira que me alegra, comenzaba a creer que tendría que cubrirme el culo por las noches por el modo en que te quedabas viéndome al dormir.

-¡No puedo evitarlo! ¡Eres totalmente confuso a veces, Jack!

-¡¿Realmente lo haces?! –Jack hizo una mueca de asco. –Maldito invertido. ¡Te daré una paliza! –Se lanzó contra Lincoln, a lo que el chico de cabellos blancos tuvo que evadirlo y comenzar a correr por todas las regaderas.

Jack era sumamente sensible sobre su género, si alguien se atrevía a burlarse de él con insinuaciones femeninas o lo confundían con una chica, entonces podías darte con un ojo morado y decir que tuviste suerte. Lincoln supuso que era por eso que siempre utilizaba lenguajes vulgares y hablar de forma atrevida con las chicas. Y no mencionaría el modo en que se masturbaba en voz alta por las noches mientras decía el nombre de la enfermera y el de cualquier otra chica.

Jack Stailor realmente era desagradable a veces.

Aunque no era tan malo cunado llegabas a conocerlo y aprendías que decir y que no. De hecho podía ser un buen compañero de juegos y conversación.

-¡Fue un accidente, Jack! –Aunque no podía decirlo ahora, ya que Jack estaba intentando matarlo. Lincoln sabía por experiencias pasadas que si Jack lo alcanzaba entonces tendría que esperar en las duchas con la cabeza hacia arriba a que su nariz dejara de sangrar. –¡Llegaremos tarde al comedor! ¡¿Recuerdas a Susy?! ¡Ella siempre usa sus ojos para tener un postre extra!

-¡Esa perra loli de coletas! –Jack gritó mientras se desviaba, pero terminó tropezando sobre el jabón, lo que lo impulsó a gran velocidad sobre Lincoln.

Ambos chicos gritaron antes de que una gran cantidad de espuma, agua y jabón saliera disparado por los aires.

-...Como te decía. Entonces Natasha comenzó a levantarse la blusa y... eh... –Aquel chico que entró en el baño en el momento justo se quedó paralizado al ver hacia adentro.

-¡¿Qué?! –Su amigo le gritó mientras trataba de no perder la imagen mental de lo que sabía era una mentira, pero ya habían alcanzado la pubertad, sus hormonas se activaban hasta con el marco de la puerta. –Oh.

Lincoln se encontraba de rodillas y la espalda inclinada por el peso de Jack, su rostro estaba contra el suelo mojado mientras el agua de las regaderas seguía corriendo. Jack estaba algo atontado con todo su cuerpo sobre él y su entrepierna chocando contra sus nalgas en una posición de lo más comprometedora para dos chicos en un baño.

Lincoln se recuperó lo suficientemente rápido para que su mente de planes instantáneos pudiera idear algo para no crear mal entendidos entre él y su compañero de cuartos andrógino. Y justo cuando iba a decir las palabras más ingeniosas y convincentes que había dicho en toda su vida...

-¡Le dicen a alguien de esto y los mato! –Jack abrió su boca y lo echó todo a perder.

-No hemos visto nada. –Los dos respondieron y salieron corriendo.

-Maldición, Jack.

-¿Qué? No dirán nada de este accidente desafortunado que pone en duda nuestra masculinidad, Linc. –Se apoyó en su espalda para levantarse y sujetó con fuerza las caderas de Lincoln para ponerse de pie con algo de esfuerzo. –Uhgg.

-Por ciertos, ¿Esto es un mal... entendido? –Aquel chico volvió a entrar para encontrar a Jack haciendo algo de esfuerzo mientras sujetaba las caderas de Lincoln y a Lincoln mirándolo sumamente rojo y con una cara tan molesta que parecía estar haciendo mucho esfuerzo. –Saben qué, olvídenlo. No importa. No vimos nada. No sabemos nada. No queremos formar parte de nada. Chao. Adiós. Sayonara. –Salió corriendo más rápido que antes.

-¿Ves? Todo está bien, Linc. –Jack se levantó y se cruzó de brazos. –¿Es natural que esto me caliente un poco...? –Se dijo así mismo.

-¡¿Eh?! –Lincoln se arrastró lejos sujetando sus nalgas.

-¿Dije eso en voz alta? –Jack se encogió de hombros. –Como sea, vamos al comedor antes de que la loli dos caras de quince años le haga ojitos al cocinero y se quede con tu postre.

-¿El mío? –Lincoln se levantó con algo de esfuerzo.

-El tuyo, Linc. Siempre se queda con el tuyo. –Jack repitió mientras se iba. –Menos mal que tú me guardas el mío, ¿Verdad? –Lo miró con ojos siniestros.

-...Eres realmente insoportable, ¿Lo sabías, Jack?

-Cierra la boca y sígueme, tenemos que partir un culo loli.

-Oh, aquí vamos otra vez.


Susy Stailor era un encanto de ¿niña? Sería mejor decirle adolecente. Pero nadie nunca lo creería. Ella era como Jack la describía, una loli según el estándar popular japonés o como se dijera en los mangas que oculta bajo la cama y Lincoln estaba amenazado de muerte para jamás revelar mientras siguieran compartiendo cuarto, no lo compartieran o saliera del orfanato.

El caso es que la "pequeña" lindura. Era un ángel de un metro cincuenta, cuerpo delgado, rostro de ángeles con dos lindas coletas castañas a los lados. Unos ojos que derretirían el alma más congelada cuando pestañaran y una risa que iluminaría la noche más oscura y llenaría de esperanza al ser humano más miserable sobre la tierra. La pequeña Susy estaba sentada en una mesa repleta de chicos y chicas que la rodeaban y cuidaban como si fuera el pequeño bebé del orfanato. Con ese hermoso vestido verde sobre una camisa azul con su falda hasta las rodillas.

Era hermosa.

-Puta perra. –Jack murmuró en una mesa alejada de aquel pequeño ángel rodeado de guardias mortales dispuestos a partirle la mandarina en gajos a cualquiera que insultara a aquella pequeña niña de quince años. –Te quitó tu postre, Linc... Y el mío. –Jack miró los tres postres sobre su plato.

Por alguna razón, cada vez que a la pequeña Susy le daban uno o dos postres extras, eran los de Lincoln o Jack. Lincoln al primer momento creyó que su mala suerte estaba actuando otra vez en su miserable vida, pero resulta que se los quitan como castigo por cada escándalo del que se veían involucrado los dos, lo que diariamente incluía muchas peleas y discusiones sobre respeto, violencia y sexualidad.

Por supuesto, Jack también lo sabía, pero prefería culpar de todo a Susy, como si la niña la tuviera jurada con él.

Sisy desvió la mirada un segundo hacia donde ambos estaban sentados. Tanto Jack como Lincoln se sentaban juntos, porque nadie querría acercarse a un rechazado de nivel social tres y un andrógino violento que repartía golpizas ante cualquier comentario que considerara ofensivo. En realidad, muchos se preguntaban cómo Lincoln podía soportar a alguien así, mientras que otros decían que alguien como él quizás no podría obtener nada mejor.

La verdad es que ni Lincoln entendía como había terminado tan cerca de Jack, o porque seguía acompañándolo. Pero bueno, así es la vida y su amistad.

El caso es que Susy lo miró fijamente primero a él y sonrió.

-¿Ves eso? Es lo que te dije. Ahora trata de seducirte para convertirte en parte de su legión de zombis lolicons pervertidos que sólo fantasean con probar su liliano. –Jack murmuró en voz baja mientras sus ojos se estrechaban. –No te dejes engañar, blanquito. –Como odiaba ese apodo.

Susy lo miró a él... y su sonrisa se volvió algo oscura mientras las sombras cubrían su rostro y sus ojos se estrechaban. Casi parecía estarse burlando de Jack con la mirada.

-A mí me parece agradable, Jack. –Lincoln mencionó mientras comía un poco de su ensalada de vegetales. Había llegado algo tarde para el desayuno y lo mejor ya se había terminado, por lo que sólo tenía la ensalada de vegetales verdes o el puré de zanahoria. Se llevó ambas y se sentó en su mesa de siempre.

-Es porque ya te hechizó con sus ojos de perrito moribundo, Linc. –Jack miró su plato y lo hizo aún lado. –Aquella perra dos caras planea algo macabro y siniestro, y para eso necesita de un ejército pedófilos que obedezcan sus mandatos por cada pequeño beso o lamida. –Jack pareció meditar muy bien sus próximas palabras mientras no quitaba sus ojos de Susy. Lincoln había llegado a creer que la chica le gustaba, pero luego de tres días y un diente flojo había aprendido que se equivocaba. Jack realmente la despreciaba, aunque ni él mismo parecía entender la razón. –Confía en mí, Linc. Yo tengo estos presentimientos, es como en "El Resplandor". Tengo este resplandor en mi interior que me hace sentir cosas, y mi resplandor me dice que Susy loliculo planea algo. Y estaré listo para cuando eso ocurra.

-Bien, sólo no me arrastres contigo. No quiero volver a pasar la noche en una celda.

Aquel plan para tener dinero fácil y no volver a depender de los cupones de comida del orfanato no había salido tan bien. Lincoln le había advertido a Jack que sólo por patear las cajas de los camiones estacionados frente al supermercado a la calle no los hacia propiedad pública, y cuando trataron de venderlos en las calles se toparon con una especie de vigilante de supermercado con capa y todo.

El tipo resultó ser un loco que la policía soporta porque les da gracia, pero el Vigilante de Comida Enlatada resultó ser muy popular en los supermercados por desenmascarar a los ladrones y estafadores. En este caso a dos niños que trataban de revender latas robadas en las calles por precios al doble de grandes mientras daban una apariencia lastimosa usando ropas rotas y cubiertas de barro.

Dos noches en el agujero antes de que el orfanato se diera cuenta de que no estaban. Hubieran sido minutos pero los dos se negaron a hablar sin presencia de un abogado. Las asistentes sociales no contaban, Lincoln tenía suficiente de ellas desde que una lo designó a un orfanato en Minnesota.

Usando palabras de Jack. ¡¿Pero qué carajo?! ¿Cómo terminó en Minnesota? Su familia tampoco trató de buscarlo el primer mes en su otro orfanato.

Y dentro de una semana cumpliría doce.

Sin mencionar que tenían un examen final de literatura mañana. Era el último antes de iniciar las vacaciones de verano, la fecha más esperada para todos los niños en el orfanato. Es cuando organizaban los desfiles de adopción, pero no quería pensar en eso ahora.

Lo importante ahora era Jack Stailor y su claro odio por Susy Stailor.

-Muy bien, nuevo plan Lincoln.

-Antes de que lo mencione, ¿Y si me dejas hacer el plan loco y carente de sentido esta vez? Los míos tienen un margen de excito un poco mayor al tuyo, Jack. –Lincoln suspiró. Los planes de incluían a Susy solían terminar con ambos en la oficina de la directora del orfanato con varios moretones, mientras que Susy los miraba con miedo y lágrimas en los ojos. Al menos eran un poco más indulgentes con él tomando en cuenta que era arrastrado por Jack bajo amenaza.

-¿Dieces que mis planes son una mierda, gusano? –Le dijo con ira en su voz.

-La mayoría de las veces. –Lincoln suspiró mientras tomaba su charola lista para usarla como escudo para un golpe bien conectado en la nariz. Jack solía desistir de golpearlo mientras soplaba disimuladamente su mano cada vez que interceptaba sus golpes de aquella forma. –¿Qué sería ahora? ¿Meternos en su cuarto otra vez para buscar planes malignos de dominación mundial? ¿Armar de destrucción masiva? ¿Trofeos de una asesina en serio? Y te recuerdo que esos no eran trozos de rostros secos, eran mariposas disecadas. ¿Buscar artículos sexuales o trajes de cuero y algunos látigos? Aquella idea de la loli dominatriz pareció más una excusa para enterrar tus manos en su ropa interior, Jack.

-Tú también lo hiciste, Linc. –Jack le dio una mirada de ojos blancos mientras Lincoln se sonrojaba al recordar como Susy y sus tres compañeras de cuarto entraban y encontraban a Jack con un par de bragas sobre la cabeza y a Lincoln con unas bragas pequeñitas entre sus manos. –Jamás creí que las niñas pudieran golpear tan fuerte, pero al menos nos libramos del castigo por nuestros tres días de coma.

Y Susy hasta les había enviado una tarjeta de recupérate pronto mucho más colorida que las de sus compañeras de cuartos, las que incluían palabras como: Ratas, muéranse, nunca despierten, los desnudamos y los pusimos uno sobre el otro mientras les sacábamos fotos, perras. Entre otras cosas raras.

-¿Cómo me arrastras a esas cosas, Jack? –Lincoln se preguntó si así se sentía Clyde cada vez que él lo arrastraba a alguna de sus aventuras, pero al menos las suyas no incluían nada fuera del límite legal. Con Jack eran tres años mínimos cuando entraran al límite legal para ir a prisión.

-Te patearé el culo si no me haces caso, Linc.

-Oh, así. –Al menos parecía haberse olvidado de darle aquel golpe anterior. –Está bien, pero recuerda estudiar, o terminarás repitiendo el año otra vez. –Suspiró.

-¿A quién le importa la escuela, Lincoln? Estoy destinado a un reformatorio y finalmente la cárcel. –Gruñó mientras se metía una haba de la ensalada en la boca y dejaba escapar una mueca de asco mientras la tragaba. –Pero antes que tragar una salchicha se las muerdo, y ya veremos quien se agacha por el jabón en el baño.

-...Todavía sigo traumado por eso, ¿Sabes? Fuiste muy detallista. –Especialmente al describir las partes del pene que penetrarían muy profundo por su ano y rasparían las paredes de sus intestinos al llegar al fondo. También dijo que su mierda sería tan blanca como su cabello cuando terminaran con él. Eso fue lo más desagradable que hubiera escuchado en su vida. –¿Por qué somos amigos, Jack?

-Yo diría que somos más como socios por obligación, Linc. –Jack forzó más ensalada dentro de su boca. –Posiblemente te tire cuando encuentre algo mejor.

Aquellas palabras fueron dolorosas. Para un chico que vivió bajo la sombra de nueve chicas talentosas y una bebé que podía ganar trofeos por chuparse el dedo, el ser necesitado por alguien transmitía un sentimiento único, quizás era la razón de no haber dejado a Jack. Especialmente ahora que su familia había demostrado que era alguien prescindible.

Si traía mala suerte, lo tiraban a la basura.

Si traía buena suerte, lo usaban para cualquier cosa.

Si se negaba a traer buena suerte y destruía el traje mágico de la buena suerte, entonces no tenía derecho a vivir ni en el mismo patio que ellos. El único punto fuerte de Lincoln fue su buena suerte producto de un traje que lo obligaba a dormir en el patio, o un cuarto vacío y lo volvía la burla de todos. Y Lincoln no lo soportó.

Así que lo terminó.

Y terminó en el orfanato de Royal Woods con una pequeña maleta y lágrimas en los ojos preguntándose si alguna vez había sido amado por su familia.

-...Pero sabes... Realmente no creo que te cambie por nadie, Linc. –Jack hizo una mueca y desvió la vista. –Ya sabes... No muchos se quedaron conmigo tanto tiempo como tú. No sé si serás inmune a lo que sea que a ellos les pique pero... Es agradable tener compañía por más de uno o dos meses. –Lincoln levantó una ceja mientras escuchaba los halagos de Jack. –¡Qué no se te suba a la cabeza, idiota! –Volvió a desviar el rostro mientras enrojecía. El esfuerzo de aquellas palabras debía de haber sido muy grande para él.

-Je. Supongo que es la costumbre. Tuve que soportar a diez niñas antes de ti, ya sabes. –Jack había visto las fotos y había hecho las preguntas indicadas, incluso le preguntó cuántos pechos acostumbraba ver cada día. En cuanto al asunto de la suerte, a Jack le pareció una estupidez, y dijo que su familia estaba plagada de locos sin cerebro por creer algo como eso.

-¿Eh? –Jack lo miró seriamente y con una sonrisa forzada. –¿Dices que soy como diez niñas en una, Lincoln? –Jack presionó fuertemente su tenedor mientras lo veía de forma peligrosa.

-N-no. Me refería a que la paciencia es algo que se gana con la experiencia, y yo tuve mucha.

-Con niñas, y como parezco una niña tienes paciencia conmigo, ¿No? ¡¿NO?! –Jack le lanzó un golpe, a lo que Lincoln levantó la charola y el puño de Jack terminó dentro del puré de zanahorias. Todo el puré salió disparado mientras la ensalada caía y la charola se doblaba un poco. –¡Soy un chico! ¿Entiendes? ¡Tengo un enorme pene más grande que el de cualquiera de los chicos de aquí! ¡Y me gustan las niñas! ¡Me encantas las tetas grandes! ¡Me masturbo con las tetas de todas las chicas de aquí! ¡Incluso tú! –Señaló a una chica de pechos planos de unos trece años. La chica se volvió tan pálida como un fantasma y dejó salir una mueca de horror mientras se cubría los inexistentes pechos.

-Oh, vamos Jack. ¡Ya pasamos por esto! –Lincoln gritó mientras saltaba de su asiento y salía corriendo.

-¡Esto es tú culpa, Lincoln! –Jack saltó sobre la mesa y lo persiguió. –¡Te enseñaré a confundirme con una niña!

-¡Oh, aquí vamos otra vez! ¡De nuevo!


Los dos salieron del orfanato por la puerta principal. Más que salir a pasar la tarde de domingo como niños abandonados sin razón, los dos estaban huyendo por el escándalo del comedor. Un escándalo que incluyó a Lincoln y a Jack saltando de mesa en mesa en una persecución mortal. Luego los mayores se metieron y Lincoln tuvo que arrastrar a Jack por las demás mesas para que no terminara en la enfermería por otra pelea.

Y la cosa se puso complicada cuando Jack se detuvo sobre la mesa de Susy y le arrojó sus tres postres de chocolate por la cabeza mientras se reía, a lo que la niña-chica había gritado y llorado de forma linda. Al final los dos terminaron corriendo de todo un grupo de zombis lolicons por todo el orfanato.

E, increíblemente, se había peor cuando Susy trató de detener a sus seguidores y se puso frente a ellos. Por un segundo llegó a creer que buscaba detenerlos para que la horda furiosa los matara, pero llegó a la conclusión de que se equivocaba. Si fuera tan malvada como Jack la describía, sabría que no podrían detenerse a tiempo para evitar arrollarla.

De todas formas, la chica terminó en una voltereta en el piso con Lincoln, hubo muchos giros y confusiones. En síntesis, Lincoln terminó con su rostro dentro de la pequeña falda de la loli y al no darse cuenta de donde estaba comenzó a moverse y retorcerse mientras gritaba con su rostro atrapado entre algo que le transmitía ciertas sensaciones raras. Tardó en salir de esa falda y ver fijamente el rostro rojo de Susy quien lo miraba con labios temblorosos y todo el horror de una chica que acababa de ser violada.

No ayudó que Jack apoyara esa idea al gritar "Ja, te violaron, puta loli", y salir corriendo.

Por lo que no estaban saliendo de paseo, estaban escapando tranquilamente a ojos de las autoridades del orfanato quienes tenían demaciados problemas conteniendo una horda furiosa que gritaba sus nombres mientras sostenían antorchas y muñecos de paja con sus formas y cuchillos en medio del pecho.

-Oh, mierda. No mires ahora, pero esa rara de la esquina nos mira otra vez, Linc. –Jack bajó la cabeza y fingió mirarse los cordones desatados de sus zapatos sin cordones.

Lincoln volteó un poco y Jack trajo su cabeza nuevamente al frente.

-¡Que no mires, idiota! –Jack lo jaló del brazo. –Tratará de atraerte a su trampa sexual con la mirada.

-¿No eras tú el que presumía de tirarte a la enfermera, Jack? –A Lincoln no le gustó usar ese vocabulario, pero después de nueve meses escuchando las mismas palabras obscenas una parte de ellas se le habían pegado sin poder evitarlo.

-Hay una diferencia en tirarse a todas las chicas y una mujer que trata de hipnotizarte con sus tetas al aire por la ventana.

La mujer de la esquina, así la llamaban algunos chicos que pasaban por ahí con el único fin de ver sus tetas al aire. Aquella mujer solía pararse en la ventana con nada más que pantaloncillos de algodón y sus pechos al descubierto. Solía quedarse a una distancia segura mientras miraba a todos pasar por el camino. Lincoln no entendía como nadie la había denunciado o advertido que al menos corriera las cortinas, pero aquella mujer no parecía ser del tipo al que las advertencias le importaran mucho si habían llegado a hacerlas.

Era una mujer de piel tostada con largo cabello negro y unos ojos verdes con pestañas, parecía estar ya en sus treinta y Lincoln incluso había visto brillar una alianza en su dedo, lo que la identificaba como una mujer con marido. Eso no impedía que algunos chicos mayores presumieran de haber sido invitados, y hasta describieran una mesilla verde y el cuadro de una mujer gorda de espaldas y desnuda con un lunar en la nalga derecha.

Lincoln o sabía cuántas de esas historias eran reales, sólo sabía que aquella mujer solía mirar por la ventana con dos enormes pechos que Jack insistía eran falsos. Aunque Jack solía decir que todos los pechos grandes eran falsos.

La pubertad dentro de Lincoln le exigía mirar. Quizás aquella mujer volviera a dar un salto y sus pechos se movieran un poco, pero otro lado más estable y correcto le decía que debía alejarse de esa mujer. Por supuesto, ese era el lado que su familia había cultivado bajo un credo de respeto hacia la mujer y educación. Así que dio un pequeño vistazo y se encontró con la mujer sonriendo. Aquella mujer de labios carnosos levantó su mano un poco y comenzó a presionar su pecho con lentitud.

-¡Que no mires, idiota! –Jack le gritó en el oído y lo arrastró del cuello de su camisa anaranjada.

-Ugh. –Lincoln se dejó arrastrar por la vergüenza de haber sido descubierto.

-¿Es que la policía no recibió mi llamada anónima?

-¿Llamada anónima?

Flashback

-¿Holaaa? –Jack dijo con una voz profunda claramente fingida. –¿Con el departamento de policíaaa?

-Al habla, ¿En qué podemos servirle señorita?

-¡Vete a la mierda! ¡Y una mujer enseña las tetas en la esquina del orfanato maldito devorador de rosquillas! –Entonces colgó el teléfono de forma tan fuerte que rompió la bocina.

Fin del Flashback

-Que inútiles.

-¿Sabes? –Lincoln se desprendió de su agarre mientras caminaba junto a él. –Algunos de esos rumores de chicos que dicen haber estado ahí dentro dicen que vieron insignias y condecoraciones oficiales. Por lo que su marido puede ser un policía.

-Un trabajo interno, ¿Eh? –Jack murmuro. –Como sea, tarde o temprano caerá. Y se tenemos suerte el marido le meterá un tiro y se suicidará al darse cuenta de la cruda realidad que era su esposa pederasta. –Tomó a Lincoln de la muñeca y lo arrastró hacia un callejón cercano. –Muy bien, ese es nuestro objetivo.

-¿Las hamburguesas eructo? –Lincoln vio el pequeño lugar de hamburguesas. No era tan grande como el que había en Royal Woods, pero era bueno. Los niños que se portaban bien antes de días festivos podían comer una hamburguesa a cuenta del orfanato, y si eras realmente bueno, te daban unas papas, refresco y hasta un helado.

-No, idiota. El que está al lado. –Señaló una casa alejada del lugar por un pequeño callejón. –Mira al techo, Linc.

Sobre el techo todo lo que Lincoln vio fue un viejo adorno de piedra que parecía estar rogando por caer sobre la cabeza de alguien para ser el centro de atención que debió ser en sus días. Eso y una placa de madera que lo unía a las hamburguesas eructo.

-No puedes hablar enserio, Jack. Está detrás del orfanato. –Lincoln murmuró mientras negaba con la cabeza.

-Por eso es perfecto. Nuestra nueva base de operaciones millonarias, Linc.

-¿Base de operaciones millonarias? –Lincoln supuso que era un lugar para hacer planes. Bueno, al menos no era...

-Sólo tenemos que robar hamburguesas eructo para tener alimento y finanzas para nuestros planes.

-Era demasiado bueno para ser verdad. –Lincoln se golpeó la frente. –¿Por qué todo tus planes nos ponen en riesgo de ir a la cárcel, Jack? ¿No podríamos seguir los míos?

-Porque nuestros planes nos dan dinero de forma fácil, y los tuyos sólo sirven para pasar una tarde de comedia hilarante y en su mayoría carente de sentido, ¿Te has dado cuenta que mucho de ese circo que montas en horas podría ser hecho en un minuto si te ajustaras correctamente los pantalones?

-¡Eso no es verdad, Jack!

-Lincoln, creaste toda una operación para robar la libreta de la directora para saber los turnos de la ayuda comunitaria y poder evitar al grandote que te hace ojitos cada semana. ¡Y todo lo que tenías que hacer era abrir la puerta, darle una mirada e irte! ¡La puerta estaba abierta, Linc!

-Pero el riesgo de ser descubiertos...

-Una trabajadora social que pasó por el lugar te vio ocultarte por las esquinas con un traje negro. –Jack suspiró. –Sin mencionar los candidatos a padres que nos vieron tratar de meternos por los ductos de ventilación. Aunque de todas formas no estoy tan apresurado por ser adoptado.

-¡Eso no cambia que cometeremos un crimen, Jack! –Lincoln le gritó. –Ah, ya ni sé que sería peor. ¿Tus planes o tus goles?

Jack le dio un fuerte golpe en el hombro.

-Creo que tus golpes, pero eso no cambia nada. –Lincoln se acarició el brazo mientras Jack regresaba la vista a su objetivo.

-Esta noche será nuestro momento, Linc. Tendremos hamburguesas y helado hasta hartarnos, y yo te daré una buena probada de "Te lo dije".

-Ésta es noche de pizza, Jack.

-El próximo sábado por la noche será nuestro momento, Linc. Ese asqueroso sábado de espárragos nos estaremos atiborrando de la mejor carne de hamburguesas con su receta secreta.

-Bueno, sé que me arrastraras aunque no quiera, así que estoy dentro, Jack. –Tampoco tenía nada interesante que hacer. Y para ser sincero estas pequeñas aventuras criminales le recordaban un poco a su antigua vida solucionando los problemas varios de sus hermanas. Aunque nunca terminó en la cárcel por eso... Sólo en el patio recibiendo comida por la casa del perro. –Sí, después de un pasado como el mío no sería raro que quisiera tomar venganza de la sociedad.

-¡Así se habla! ¡La sociedad es la culpable de nuestro sufrimiento! ¡Así que la sociedad debe pagar con hamburguesas y helado!

-¿Nuestro?

-No eres el único con un pasado trágico-familiar, Linc. –Jack murmuró. –Pero el mío es asunto mío, ahora vamos. Es hora de hacer lo que hacemos todos los domingos por la noche, Lincoln.

-¿Y qué hacemos todos los domingos por la noche, Jack? –Lincoln lo siguió mientras Jack se dirigía al parque. Ni locos regresarían al orfanato hasta que oscureciera y las cosas se calmaran aunque sea un poco.

-Lo mismo que hacemos todos los domingos por la noche Lincoln: luchar por una caja de Pizza para mí sólo, ¡Y tratar de tener todo lo que queramos sin consecuencias ni pagar por nada!

Son Lincoln, son Lincoln y Jack Jack Jack Jack... Jack Jack Jack Jack Jack.


El parque de Minneapolis no le agradaba. Era realmente diferente al de Royal Woods. El lugar solía estar repleto de distintas personas que se paraban y abrían un poco sus chaquetas cada vez que alguien pasaba, al principio Lincoln creyó que eran esos nudistas de los que la escuela siempre advertía, pero al ver las pequeñas bolsas atadas en el interior de sus chaquetas llegaba a la conclusión de que eran los llamados "camellos".

Tal vez algunos fueran policía encubierto, pero otros eran reales. Había visto a más de un chico o adulto comprar mercancía a alguno de ellos. Y eso era sólo una parte de lo desagradable del lugar. Pero así era el parque de Minnesota.

Sólo tenía que mantenerse alejado del interior, allí era más peligroso. Había un lugar tranquilo cerca de la esquina por la que acostumbraban llegar, y si se mantenían ahí podían tener más o menos una tarde tranquila. A menos que Jack se metiera con otros niños que le recomendaran usar falda, entonces tendrían que correr. Pero Jack nunca corría, por lo que tendrían que pelear y terminarían nuevamente en la enfermería.

Al menos las cosas nunca llegaron a nada más grave que los golpes. Más de uno amenazaba con violar a Jack por el culo con una rama si volvía a mostrar su rostro por el lugar, y en cierta forma a Lincoln lo asustaba que cualquiera de ellos pudiera cumplir su promesa. No sabía cuánto tiempo antes que él Jack había repetido aquellas peleas, pero la violencia parecía aumentar cada semana.

-¿Hasta dónde estoy llegando? –Lincoln se preguntó. Antes de ser abandonado nunca creyó que cometería crímenes, o pasaría la noche en prisión, mucho menos que tendría peleas con lo que podrían ser miembros de una pandilla recién formada. –Una mejor pregunta sería hasta donde podría llegar.

-Emm, ¿Lincoln? –Jack lo llamó de un lugar algo alejado de él. –Me vendría bien un poco de ayuda aquí, compañero.

-¿Eh?

Jack estaba siendo sujetado por un chico mayor por la espalda mientras otro trataba de darle golpes, a lo cual el respondía con patadas mientras trataba de liberarse, y un tercero trataba de mantenerlo retenido y conectar un buen golpe en su rostro.

-¡¿Cuándo paso esto?! –Lincoln corrió hacia él y conectó un fuete gancho en la mejilla al chico que lo tenía sujeto. Aquel chico cayó al piso y liberó a Jack. –¡Sólo me distraje un segundo! –Se agachó para evadir un gancho mientras Jack lanzaba una patada en el rostro del chico ya caído.

-¡Estos idiotas me silbaron y me dijeron que mostrara más las piernas! ¡Y son los mismos de la semana pasada! ¿Es que no aprendieron la lección antes? –Jack le dio un pisotón en la entrepierna al chico caído y lo dejó fuera de combate. –Mierda.

Lincoln hubiera dicho algo más, pero una fuerte patada en el estómago le quitó todo el aire en su interior.

Jack corrió hacia él y dio un fuerte salto con una patada directamente al rostro de su atacante. Su nivel era totalmente diferente. Si fuera un Rpg, estaba seguro de que en todo este tiempo ya habría alcanzado el nivel 13, mientras que Jack estaría por los 30, y esos chicos por niveles similares. Jack no podía enfrentarlos sólo, pero con un poco de apoyo podrían salir bien librados de esa pelea, al menos hasta que alguien intervenga o los chicos se retiren. Porque Jack nunca se retiraba, a menos que los chicos sacaran una navaja y parecieran más que dispuestos a rebanar.

-¡Recuerda lo que te dije! ¡Nariz! ¡Ojos! ¡Cuello! ¡Estómago! ¡Entrepierna! –Y Jack lo demostró al darle una patada en la entrepierna al chico que acababa de patear en el rostro. Jack siempre aprovechaba un descuido para dar patadas en la entrepierna. Pelea sucia, pero rápida. –Muy bien, este tiene protección, olvida la entrepierna.

Por supuesto, las noticias sobre el chico que parece y tiene voz de chica que siempre apunta a la entrepierna corrió muy rápido, por lo que muchos chicos con los que tienen enemistad tienen protección.

Lincoln usó todo el peso de su cuerpo para empujar al chico frente a él, pero ese chico lo sujetó de la nuca y lo llevó consigo al piso. Los dos giraron mientras se daban pequeños rodillazos y trataban de acabar con el otro. Lincoln calculó que tenía unos minutos antes de que el tercer chico se recuperara del golpe en la entrepierna y se lanzara sobre ellos con toda la furia de una venganza asesina.

Jack le dio una patada al chico sobre él y luego lo sujetó del cabello y levantó un poco su rostro mientras le daba un buen golpe en la mejilla.

-¡Que te den a ti por el culo, hijo de puta! ¡Ya te veré en el orfanato cuando tu madre se harte de ti y los porros de marihuana en tu bolsillo! ¡Sí, los vi! –Le dio otro golpe y lo soltó algo atontado.

-¡Cuidado! –Lincoln le gritó mientras veía como el tercer chico se lanzaba por la espalda de Jack.

-¡Carajo! –Aquel chico lo sujetó desde la espalda y lo levantó en el aire antes de tirarlo al piso. –Eso me dejará buenos raspones.

-¡Y yo te dejaré el culo que no podrás sentarte sin recordarme, perra!

-¡Que no soy niña, imbécil! –Jack gritó mientras se cubría el rostro para bloquear los golpes que le lanzaba aquel chico mayor en furia.

Lincoln lo sujeto del cuello por detrás y comenzó a estrangularlo mientras lo apartaba de Jack. Pudo sentir como las fuertes manos de aquel chico presionaban sus brazos y se liberaban poco a poco. Jack aprovechó ese momento para darle dos golpes fuertes en el estómago y Lincoln aprovechó el momento de debilidad para empujarlo hacia atrás y quitárselo de encima a Jack.

Cuando Jack se levantó los dos comenzaron a darle de patadas sin detenerse.

Cuándo por fin terminaron se encontraron con un pequeño grupo de observadores que los filmaba. Jack les sacó el dedo medio, mientras que Lincoln sólo cubría su cara.

-¡Esto es lo que pasa cuando me silban, perras! –Jack les gritó.

-Sólo vámonos. –Lincoln suspiró. –Esto drenó casi todo mi HP.

Level Up.

Lincoln Level 14.

Título: Niño abandonado.

HP +50

SP +20

AT +6

DF +5

Spedy +12

IN +10

Sab +2

Puntos de habilidad obtenidos 10.

Lincoln a aprendido Estrangulamiento Nivel 1.

Nuevo Título Desbloqueado: Peleador callejero.

-¿Qué fue eso? –Lincoln miró a su alrededor.

-¿Qué cosa? ¿Nos insultan? ¡Todavía tengo para más, putos! –Jack gritó alrededor.

-Olvídalo. –Lincoln agitó la mano. Ya estaba harto de esto, sólo quería irse a algún otro lugar más tranquilo. Como aquel mirador en un pequeño parque por el centro. Estaba a buena altura y las personas eran tranquilas. Lo malo es que tenía que caminar durante horas y por lo general se topaba con personas raras y que podrían ser peligrosas. –Vamos ha hacer la de vagos por ahí y regresemos al orfanato.

-Pero antes vamos a comer algo de comida real. –Jack terminó de robar el dinero de las billeteras de aquellos chicos en el piso.

-¡Jack! –Lincoln gritó.

-¿Qué? ¿Sabía que lo haría? Siempre lo hago.

-No frente a cámaras. –Lincoln señaló a sus espectadores.

Jack les volvió a sacar el dedo media y se embolsó el dinero.

-¿Alguna vez te dije que te odio, Jack?

-Diariamente, y por lo general terminamos peleando. –Estiró sus brazos hacia el cielo y se limpió algo de tierra de la nariz. –Estoy demasiado cansado para darte una paliza, sólo vamos por algo de comer y regresemos al orfanato.

Lincoln suspiró y lo siguió.

La relación con Jack a aumentado en 15 puntos.

-¿Eh? –Lincoln volvió a mirar alrededor.

-Ya vamos, peliblanco.

-Ya va. –Lincoln negó con la cabeza y corrió tras Jack. –Realmente me gustaría saber cómo terminé así.


Visto por el lado bueno, la crisis entre ambos ya había pasado. Lo malo es que el video de la pelea y el robo se hizo viral. Y cuando Jack mencionó lo del orfanato mientras golpeaba a aquel chico en la cara fue fácil encontrarlos, aunque de todas formas lo hubiera sido, no era la primera vez que se metían en líos con la policía.

Se quedaron sin pizza y castigados en sus habitaciones hasta mañana, sin mencionar una disculpa obligatoria con los niños con los que pelearon. A Jack le dio gracias que ellos tuvieran que disculparse cuando eran menores a esos tres y superados en número. Y Lincoln estaba seguro de que se aseguraría de mencionarlo en sus disculpas.

Hasta entonces, el orfanato regresaría el resto del dinero robado que no gastaron y compensarían lo que faltaba.

-Comienzo a creer que tendríamos que comenzar a usar máscaras y atacar por la noche, Lincoln. –Jack dijo como si fuera lo más sabio del mundo mientras estaba de espaldas leyendo uno de sus comics.

-Esto pasará nuevamente a mi registro. –En cuanto a Lincoln. Él estaba estudiando para el examen de mañana mientras estaba ya en su pijama.

-Sí, este video llamó la atención más que los anteriores. –Jack se rascó la barbilla. –Supongo que es porque la pelea se llevó a cabo en un lugar más tranquilo que el interior.

-¿Otros videos? –Lincoln no sabía nada de otros videos.

-¿Te crees que podemos tener tantas peleas sin que alguien nos saque videos, Linc? Que estúpido. Por supuesto que nos han gravado antes, pero por lo general no son tan idiotas para subirlos a la red pública. –Jack dio vuelta la hoja. –Oye, que malo está esto. ¿Realmente te gusta este tipo Ace? Me suena a marca de jabón.

A Lincoln también, pero eso no venía al caso. Parecía que sus peleas secretas no eran tan secretas, y eso explicaría porque suelen aparecer personas nuevas que buscan pelear con ellos. Eran los amigos de los chicos a los que les daban palizas o las recibían.

-Estoy acabado.

-Entonces olvida ese libro y escapemos a nuestra Sede del Mal.

-¿Sede del Mal? –Lincoln levantó una ceja en la confusión. El nombre le sonaba a comic de los ochenta, y no de los buenos.

-El nombre está en trámite, ya sabes, el que está al lado de la hamburguesa eructo. –Dijo como si no fuera nada. –Podríamos tener comida chatarra por siempre.

-Quizás cuando mis costras sanes, Jack. –Lincoln había ganado unas muy buenas.

-Como sea, valió la pena. –Jack tiró el comic aun lado y se ocultó bajo las cobijas. –Ya apaga la luz, voy a dormir.

-Bien, creo que ya estudié lo suficiente. –Lincoln dejó el libro aun lado y se levantó para apagar la luz de la habitación. –Buenas noches, Jack. Mañana nos espera examen.

-No me lo recuerdes, mierda.

Lincoln apagó las luces y se acostó a dormir.


Los gemidos lo despertaron, pero no era la primera vez que unos gemidos misteriosos lo despertaban, y Lincoln no tardó en descubrir la fuente.

Jack se estaba masturbando otra vez. Lincoln forzó su vista y vio como la espalda de Jack se movía de un lado a otro mientras apuntaba a su amigo contra la pared. Aquellos gemidos con su voz femenina eran casi sensuales y despertaban en Lincoln pensamientos realmente incomodos sobre la sexualidad y la adolescencia de un púber.

Trató de cerrar sus ojos mientras Jack continuaba con su trabajo.

La primera vez se había sorprendido tanto que gritó y Jack le dio una paliza y le dijo que esto no era nada raro entre los hombres- hombres, y él era un hombre. Y sí, ciertamente lo era. Lincoln había visto a su pequeño amigo en las duchas más de una vez, aunque no era porque quisiera verlo, sino porque Jack quería presumir.

Aunque se le quitaron las ganas de presumir una vez pudo comparar tamaños, y Lincoln se ganó un rodillazo limpio.

Jack pareció morder las sabanas al momento de llegar al climax final y una pequeña descarga de un líquido blanquecino chocó contra la pared. Con unos últimos gemidos, Jack pasó su mano por aquellas manchas blancas... y se las metió a la boca.

Lincoln sintió ganas de vomitar al momento de verlo. Jack nunca había llegado tan lejos con sus diversiones nocturnas, lo había visto más de una vez pasar su mano por la pared y limpiarlas en sus sabanas interiores, pero esto era ya de otro nivel. Se controló para no gritar y cerró los ojos cuando Jack parecía darse la vuelta para vigilarlo.

Los volvió a abrir cuando escuchó como los gemidos regresaban, pero esta vez, en lugar de jugar con su amiguito, Jack parecía jugar con su trasero.

-Oh, Dios.

Lincoln vio como Jack se había acostado de estómago en la cama y su rostro contra la almohada, entonces sus manos se perdían dentro de las sabanas y parecían seguir un recorrido hacia su trasero mientras Jack se arrodillaba un poco y llegaba a meter uno o dos dedos en el interior. O al menos así lo veía Lincoln mientras veía la silueta de sus dedos perderse en un lugar cercano a donde debería estar su ano.

-Ah... sí... –Jack susurró junto a su cama.

Lincoln cerró fuertemente los ojos y trató de fingir que todo era un simple sueño o pesadilla. Es decir, Jack podría masturbarse en la cama junto a él, pero nunca llegaría a semejantes extremos que pusieran en duda su sexualidad, ¿Verdad?

-¡Ah!

-Maldita sea.

La boca de Jack Stailor tembló un poco mientras mordía fuertemente la almohada y sus dedos comenzaban a penetrarlo por el recto más rápido. Cerró fuertemente los ojos mientras contenía algunas lágrimas al enterrar sus dedos de forma más fuerte y profunda.

-¡AAH! –Con un último gritó contenido por la almohada todas sus energías parecieron perderse y Jack terminó exhausto y con la respiración apresurada. Su rostro parecía cubierto de sudor mientras abrazaba a la almohada bajo su cabeza. –Maldición... No otra vez. –Aquella voz parecía pequeña y frágil, casi como la de una verdadera niña pequeña que se a dado cuenta de que ha hecho algo malo.

Lincoln se vio tentado a decir algo, pero en lugar de eso calló. Era consciente de que había visto algo que no debería, y era mejor quedarse callado si no quería terminar en la enfermería por el resto del verano.

-No soy así, mierda. –Con esas últimas palabras y ligeros sollozos, Jack Stailor se durmió.

Lincoln no creyó que pudiera dormir después de lo que había visto y escuchado. Su amigo parecía tener más problemas de los que imaginó, o es que viera lo que hizo como un problema ni nada, cada quien tiene sus gustos, pero las dudas de Jack parecían estarlo matando bastante. En realidad, no era algo en lo que quisiera meterse.

Lincoln Marie Loud se hubiera metido; tratado de encontrar una solución para que todo terminara bien. Pero siempre tenía que haber algún cambio que implicara que su vida se volviera más mierda por cada uno de esos súper planes que lo arreglan todo. Ya sea que lo confundan con un amante de ponis, o termine odiado por todos los chicos al hacerles creer que lo sabe todo sobre las chicas. También podría terminar en el patio con un traje de ardilla o cualquier otra cosa si no tenía cuidado.

Él era Lincoln Stailor ahora. Otro Stailor más del orfanato "Nuestro Futuro". Podía hacer planes que garantizaran su supervivencia en ese nuevo mundo al que lo habían forzado a entrar, pero no podía haceros para ayudar a costa de su propia seguridad. Ya había pagado el precio por eso muchas veces en el pasado.

Lo único que Lincoln Stailor podía hacer ahora era continuar como siempre y olvidar lo que vio y escuchó.

Era mejor para ambos así.

Con algunas dudas se dejó llevar por Morfeo y cayó en el sueño.

Esta era su nueva vida en el orfanato.