Lección 1

Es lunes en la mañana, el sonido de la alarma me despierta y muevo mi brazo lo más cerca posible a la cajonera la apago no sin antes ver que marca las 7.00 am. Giro mi cabeza y puedo ver una castaña melena reposando ahí.

Nada la despierta.

Excepto…

Retiro algunos mechones de ese blanco y delgado cuello para depositar en el un camino de besos.

Sigo sin respuesta.

Resbalo mis dedos por su brazo y con ellos levanto la sabana que me separa de esos adorables senos y atrapo uno de ellos y juego con el.

Comienza a moverse. Al fin hay respuesta.

Espesas y largas pestañas abren paso a sus orbes esmeralda.

-¿S-Syaoran?- sisea.

-Buenos días, linda.- Dibujo una sonrisa y continúo besando su cuello.

-¡H-Hey!- Chilla.- D-Detente, me haces cosquillas.

-¿Y no te gusta?

-N-No.

Men-ti-ro-sa.- Profundizo mis besos y en la comisura de mis albios puedo sentir como su piel se eriza cada vez que lo hago. Mis manos toman más libertad y me adueño de ambos pechos masajeándolos como le gusta, Sakura no pone resistencia y hace que sus angelicales gemidos salgan a la luz y el asunto se pone cada vez más… duro.

-Hey ¿Qué hora es?- Pregunta con la poca cordura que le queda.

-Umm, como las ¿7:30? Creo.

Grave error.

-¡Ehh!- Chilla y se sienta de inmediato dejándome con las manos en el aire.- ¡Es tarde! ¡La universidad comienza a las 8:30!

Sin pensarlo se levanta y entra a la ducha dejándome… de nuevo con las ganas. Y digo de nuevo porque es la onceava vez que lo hace. Suspiro decepcionado. Desde que inicio la universidad nuestros horarios son distintos y no coincidimos yo en el trabajo y ella en la escuela y pequeños espacios como este ella viene a dormir a mi casa y ahora que lo pienso ¿Cómo mi querido cuñado no me asesinado?

En lo que ella se ducha me pongo mi bata y dispongo a preparar un desayuno rápido para que no se vaya con el estómago vacío. Un jugo de naranja y un platillo muy japonés. No me apuro, este día entro al instituto a las 9:00 am.

Al preparar la mesa ella viene con un vestido holgado lleno de flores, que por cierto le regalé y también unas lindas sandalias rosas que también le regalé.

-El desayuno está listo.- Cedo la silla para que se siente y lo hace mientras aun seca su cabello con una toalla.

-¿Crees que alcance a desayunar?

-Sabes que no te vas de aquí si no.- Sonrío malicioso.

Hace un mohín con sus labios.

-Mi papá no es así.- Dispone a desayunar.

-Soy peor.- Me siento.- El desayuno es—

-La comida más importante del día.- Imita mi voz y sonríe.

-No debería dejarte ir y castigarte.- Le doy un sorbo al jugo.

-Sí haces eso mi maestro Shinomoto me reprobaría.

-Yo no te reprobaría.

Ese apellido ¿Dónde lo he oído?

-Pero no eres mi maestro.

-No sabes cuánto deseo serlo.- Tomo su mano y la beso.- Otra vez.

Y ahí está de nuevo su adorable sonrojo.

-Mastica más rápido, sino se hará más tarde.- Le señalo su comida y de inmediato continúa disgustando su platillo. Tan rápida que se apresura a lavar sus dientes y tomar su bolso.

-Me voy.

-¿No quieres que te lleve?- Me levanto para estar frente a ella.

-N-No.- Agacha su cabeza.- No debo depender tanto de ti.

Y aquí vamos de nuevo.

-Soy tu fiel sirviente. Sí me pides que mate por ti lo haría, irte a llevar no se compara con eso.

-Y por eso mismo me voy yo sola.- Se pone de puntillas y me besa fugazmente.- Te llamo en la noche.

-¿Puedo ir por ti? Sales tarde, no quiero que te vayas sola.

Lo piensa y antes de que me diga que no cubro su boca con un beso.

-Tomaré eso como un sí.- Sonrío.

-¡P-Pero!- Tartamudea y la empujo hacia la salida.- ¡Eso es trampa!

-Yo también te amo.- La beso de nuevo.- Te veo al rato.

-Está bien.- Sonríe no muy convencida.- Te amo.

Observo como desaparece en la acera para dirigirse a la parada del camión, ya es hora de que también me aliste.

-0-

Mis días de docencia cambiaron desde que Sakura no esta aquí. Incluso yo me sorprendo después de aquel alboroto donde descubrieron nuestra relación. Termino el instituto y ahora es una dulce chica universitaria de 19 años y yo un elegante adulto de 28 años y ese no es el verdadero problema, sino esos petulantes mocosos que lo más probable la quieran engatusar con sus aires de grandeza.

No puedo negar que saber que ella tiene contacto con otros hombres y yo sin poder vigilarla me irrita. Mucho. Bastante.

-Quisiera ser maestro universitario.- Suspiro y le doy un sorbo a mi café. Son las 4 de la tarde, el receso y me encuentro tomando un café con Eriol.

-Eso lo dices porque quieres estar cerca de tu chica.- Sopla su café. Todo un doctor con esos pantalones blancos.

-Tú también lo serías si lo pudieras.- Acuso.- Si tan solo Daidouji no hubiese escogido una carrera dedicada a la moda.

Sus feroces ojos azules traspasan mi pecho. Sabe que tengo razón.

-Puedo tener una segunda profesión.

-Sí, lo que digas.- Dejo caer mi espalda en el recargo de la silla.- Te tengo una pregunta.

-Sí, debes usar protección.

-Imbécil.- Frunzo mi ceño.

-¿De qué otra cosa me puedes preguntar?

-¿Conoces el apellido Shinomoto?

Eriol hace una mueca pensante y abre sus ojos de sorpresa.

-¡Ah!

Me emociono

-¿Lo conoces?

-No. Por supuesto que no.

Mi decepción es grande.

-¿Por qué?- Cuestiona.

-Sakura mencionó ese nombre en la mañana es un profesor de su facultad.

-Oh ¿Un amante?

-No.- Espeto.- Es solo que se me hace demasiado familiar.

-En un país con más de 126 millones de habitantes cualquiera se puede llamar así.

-Pero sujetos que yo conozca con ese nombre no. Hoy le preguntaré.

-El adulterio no se pregunta.- Toma su café.

-¡Qué no!- Chiteo.- No sé cómo Daidouji te puede soportar.

-Han sido largas y exhaustas noches de entrenamiento.

-Me asquea el solo imaginarlo.

-Pervertido.- Cruza sus brazos defendiéndose.

Y así nuestra amistosa charla continúa.

-0-

Son las 7 pm, estaciono mi automóvil y veo como algunos universitarios comienzan a salir y chicas se me quedan observando, me pregunto si llamaré demasiado la atención.

¿Hace cuánto me gradué?

Busco atentamente el dulce semblante de mi adorada Sakura. Si Daidouji y Sakura estuviesen en la misma clase esto sería más sencillo, pero sus clases son distintas; una estudia diseño de moda y la otra psicología.

En medio de todos los jóvenes al fin aparece alguien como ella y en efecto lo es, me acerco más pero me sorprende ver que no se encuentra sola.

Platica muy tranquila con otro hombre, alto, cabello negro que contrasta con su piel, pero ese sujeto no parece un alumno, esta vestido de traje… como si fuese un maestro.

Pero su rostro se me hace conocido.

Tomo mi celular y marco el número de Sakura y veo como ella lo coge.

-Hola. Gira a tus 9.

Lo hace, me ve y saluda eufórica.

-¡Syaoran!

Observo como hace un reverencia y se despide de quién quizás es su maestro.

-No sabía que ya estabas aquí.- Sonríe.-

-Lo sé, ¿Nos vamos?

-¡Sí!

Le dedico una última mirada a él, permanece inmóvil pero me sonríe.

Inseguro, también sonrío.

Cuando Sakura sube al automóvil no puedo evitar hacerle una pregunta.

-¿Él quién era?- Enciendo el auto.

-Es mi maestro de Bases Psicológicas del Aprendizaje.- Se coloca el cinturón.- Me explicó el trabajo que tenemos que enviarle.

-¿Cómo se llama?- Manejo indiferente tratando de buscar en mis recuerdos quién es.

-Se llama.- Pone un dedo en su barbilla.- ¡Oh sí! Su nombre es Shinomoto Yuna D.

Abro mis ojos de sorpresa.

¡Yuna!

Acabo de recordar cuántos años pasaron desde que me gradúe y quién es él.

¡Hey! ¡Hey! ¡Está es la sorpresa que tenía! ¿Qué les parece? Es la secuela de mi primer fanfic ¡Mi linda aprendiz! Si no lo has leído, corre a hacerlo.

Habrá nuevos personajes: Yuna y Akiho… ¿Pero ellos que tienen que ver con Syaoran? ¿Qué será?

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