Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

CAPÍTULO 5:

Charla

—Espera… tú… ¿Qué hiciste qué?

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Ese mismo día por la mañana.

Sin tener mucho qué hacer, Ray había decidido retomar su viejo hábito de leer cuanto libro encontrara, y fue por eso que indagó un poco y logró hallar la ubicación de la biblioteca del refugio.

Cuando llegó al lugar, Ray silbó impresionado por la gran cantidad de libros que llenaban cada uno de los estantes. Esperaba algo grande, pero aquello era de otro mundo. El joven hombre buscó entre la gran variedad algo con lo qué matar el rato hasta que encontró un título que captó su atención.

Esto parece interesante, pensó.

A pesar de haber escapado de Grace Field hace casi dos años, aún no conocían mucho de aquel mundo en que estaban ni de los seres que lo habitaban. Es más, solo gracias a Norman ahora sabían sobre la biología de los demonios. Realmente su mejor amigo se había vuelto una persona que estaba completamente a otro nivel y por eso no le sorprendía que todas las personas del lugar lo siguieran como a un Dios.

Mientras buscaba un lugar donde poder sentarse a leer, Ray también pensaba en que, si bien todo aquello que había logrado Norman era increíble, también era mucha responsabilidad para una sola persona, y que lo más probable era que, a pesar de todo lo que había construido, él debía sentirse bastante solo. Pero, bien, ese no era el momento de pensar en Norman y los demonios o Emma y los Siete Muros, sino que era el momento de Ray.

—¡RAY!

O eso creía, porque al parecer, Emma decidió que necesitaba hablar justo en ese momento con él. Sabía que podía simplemente ignorar los gritos de la joven, no obstante, si había llegado hasta ahí, era porque de seguro alguien se lo dijo, y conociéndola bien, sabía que ella no se rendiría hasta que lo hubiera encontrado. El joven mentalmente se despidió de la hora de Ray antes de pronunciarse.

—Oye.

—¡Ray! ¡Te estaba buscando!

—No me digas…

Emma simplemente ignoró su ironía y se sentó sobre la mesilla frente a él.

—Necesito hablar con Norman.

—Espera… ¿Y por qué me estás diciendo a mí? —El chico enarcó una ceja—. Según tengo entendido, Norman no ha vuelto a salir desde que regresó de su visita al clan de los Gilan, así que lo más seguro es que deba estar en su oficina, y Zazie ya te conoce, así que no hay problema con que simplemente toques la puerta y entres —Ray miró su libro—. Si quieres hablar con él, solo ve y hazlo, no es necesario que me involucres en…

—No lo entiendes —cortó Emma.

—Entonces explícamelo y lo entenderé.

—Es… es Norman.

—¿Qué pasa con él? Pensé que ya le habías dicho todo lo que te estabas guardando.

La joven bajó la vista en tanto se llevaba la mano al pecho para intentar calmar el dolor que con cada minuto que pasaba se hacía más grande.

Emma sabía que con el solo hecho de que Norman estuviera vivo era más que suficiente para que estuviera feliz y que nunca más tuviera que pedirle algo a la vida, sin embargo, ella, que nunca se consideró una persona ambiciosa, y a pesar de sentirse muy agradecida, no se podía sentir conforme solo con eso.

Al ver el rostro atormentado de su amiga, Ray finalmente aceptó que sus planes de un día tranquilo ya se habían ido por la borda, así que cerró el libro que tomó con tanto entusiasmo y lo dejó de lado.

—Habla. ¿Cuál es el problema para que simplemente no te acerques a él y ya?

—No es que no lo haya intentado, sino que cada vez que intento iniciar una conversación, me quedo sin saber qué decirle, porque temo que Norman pueda estar enojado conmigo al querer detener sus planes.

—Incluso si nos odiara, estaría en todo su derecho —Ray se encogió de hombros—. Escuchaste lo que dijo Cislo: Norman se ha estado agotando quien sabe por cuánto tiempo para lograr todo esto, y que un par de recién llegados, quienes, de por cierto, apenas han logrado sobrevivir, le digan que su estrategia está mal y solo le presenten ideales irrealistas, con bases inciertas y llenas de riesgos, debe ser motivo más que suficiente para estar molesto.

—¡¿De verdad lo crees?! —A Emma le dolió pensar que Norman podría sentirse así con ella.

—Bueno, así me sentiría yo si todo el esfuerzo que he hecho quiere ser tirado por la borda por un par de irracionales.

—¡Pero tú no eres Norman!

—No. No lo soy ni pretendo serlo, y por lo mismo te recuerdo que tú tampoco lo eres, así que si realmente quieres saber cómo se siente, debes ir, preguntárselo y aceptar su respuesta.

Al ver el rostro preocupado de la chica, Ray decidió añadir algo más.

—Ya estamos de acuerdo con que ni tú ni yo somos Norman, no obstante, si hipotéticamente te encontraras en su lugar… ¿cómo te sentirías?

¿Qué cómo se sentiría?

Emma recordó por todo lo que había pasado desde que se despidió de Norman hasta ese punto. Todo lo que vio, a quienes conoció y perdió, y lo que aprendió de cada una de las experiencias que tuvo que enfrentar.

Era fuerte porque había personas tras de ella que le dieron el valor necesario para seguir adelante. Norman fue el primero en apoyarla al darle la esperanza de que todos podían escapar de casa, quien dejó todo en sus manos, y por sobretodo, la persona en la que siempre pensaba cuando sentía que ya no podía más. Pero, también debía reconocer que, aunque él siempre fue su pilar principal, tampoco era el único; todas y cada una de aquellas maravillosas personas que conocía y que fue conociendo también la apoyaron de una u otra forma. Ella realmente nunca tuvo que lidiar con todo sola... ¡Era verdad! Si habían llegado tan lejos era porque todos se habían mantenido unidos a pesar de la adversidad. En cambio, Norman… él estaba tan apartado de los demás a pesar de todo lo que lo rodeaba.

Emma no pudo evitar pensar en sus días dentro de Grace Field, como en cada plan ellos sabían que contaban el uno con el otro, y cómo Norman siempre hacía lo que fuera por ayudarla, aunque eso significara mentir o arriesgar la vida. También recordó lo enojado que él estaba el día de su envío por su intento fallido de salvarlo, pero a pesar del pleito que tuvieron en aquel entonces, ni por un momento pensó que Norman hubiera muerto guardándole alguna clase de rencor.

Aquel día él tenía una sonrisa feliz y llena de agradecimiento, a pesar de que sus ojos reflejaban resignación.

—Me sentiría frustrada por las circunstancias y muy triste por no poder estar con mis amigos debido a que todos los demás esperan que me encargue de todo —Emma apretó los puños indignada, pensando en lo injusto que era que Norman no tuviera otra alternativa que llevar ese peso.

—Así es. Antes de hablar con él, nosotros ya sabíamos que Norman estaba en una posición en la que no puede permitirse cometer ni un solo error, así que no te martirices por ello.

Ray…

—Mejor cúlpate por quedarte callada, porque si hubieras hablado antes en vez de simplemente aceptar algo que iba en contra tus ideales, Norman no estaría aún más atado de manos de lo que lo estaba antes —respondió con una sonrisa presuntuosa.

Aquello le cayó como agua fría en la cabeza.

—¡Ray! —reclamó, aunque antes de que pudiera decir algo más, el chico se le adelantó.

—No lo estoy diciendo para que te sientas mal por ello, sino para que dejes de una vez por todas de guardarte lo que estás sintiendo, incluso si no estás segura de qué decir —El chico negó—. En eso ustedes dos son bastante parecidos; lo bueno es que contigo es mucho más fácil hacerte hablar. Ahora, supongo que irás con Norman, ¿no?

—Sí, pero ese es el otro punto. Cuando por fin me lograba armar de valor para poder acercarme a él, siempre alguien entraba a interrumpirnos, y ahora que estoy segura sobre lo que quiero decirle, necesito tener el tiempo suficiente para poder hacerlo.

Ray se llevó la mano derecha al mentón, pensativo.

—Supongo que Norman les debió haber contado a sus camaradas sobre la charla que tuvimos hace unos días, y recordando todo el resentimiento que ellos tienen por los demonios, podemos asumir que no se lo tomaron nada bien —El chico extendió la mano—. Bien, creo que lo único que podemos hacer es intentar idear algún plan para apartar a Norman de ellos.


Sin embargo, pronto se dieron cuenta que decirlo era mucho más fácil que hacerlo, porque pasaron la siguiente hora descartando cuanta idea les pasó por la mente. Aquel lugar, con esa cantidad de personas y aquellos guardianes tan feroces, aparentemente era un lugar casi imposible de vulnerar.

Emma se llevó las manos a la cabeza desesperada, sin ninguna idea más en mente.

—¿Qué puedo hacer entonces, Ray? No quiero que nos vayamos sin antes poder hablar nuevamente con Norman.

—No lo sé —Ray se recostó sobre el sofá, mirando el techo de la biblioteca—. Esto es difícil, incluso para mí.

La joven se levantó. Se negaba a creer que no había nada que pudiera hacer para estar junto a Norman. No quería dejar las cosas así entre ellos. Era tan doloroso que ahora que tenía la oportunidad de volver a estar juntos no pudieran hacerlo. Había tantas cosas de las que quería hablar con él y le frustraba tanto no poder hacerlo ahora que tenía la oportunidad.

El libro que estaba a un costado de Ray cayó repentinamente a sus pies.

—¿Y esto?

El chico miró el libro y levantó ligeramente un hombro.

—Pensaba leerlo antes que llegaras.

Emma tomó entre sus manos el objeto, curiosa por el título que había escogido el muchacho. Mientras ojeaba las imágenes y descripciones que contenía aquel libro, una idea surgió en su mente.

—Tenemos que salir de este lugar —Emma tomó las muñecas de Ray para obligarlo a levantarse.

—¿Eh? —El hombre miró confundido a la chica sin entender qué era lo que se le había ocurrido, pero aun así se levantó—. ¿Me puedes explicar qué está pasando por esa cabecita tuya?

—¿Recuerdas cuando dijiste que apoyarías cualquier decisión que tomara?

—¿Por qué siento que ya me estoy arrepintiendo de haber dicho eso? —El joven de cabello negro se mostró receloso ante la misteriosa ocurrencia de la chica.

—¡No seas malo, Ray! —Emma espetó sintiéndose ofendida ante su desconfianza—. Solo ayúdame en esto. ¿Sí?

—Vale, vale. ¿Qué es lo que tienes en mente?

—Por ahora solo sígueme la corriente.


Norman estaba trabajando arduamente, al igual como lo hacía todos los días desde que asumió su rol como el nuevo William Minerva. Había recibido novedades sobre un par de granjas de producción en masa que no podía ignorar, cuando un par de golpes en la gruesa puerta de roble llamaron su atención. No esperaba a nadie, y por lo regular cualquiera evitaba interrumpirlo cuando sabían que tenía trabajo sobre la mesa, pero, curioso por quien sería, le concedió permiso a la persona para que entrara.

—Hola, Norman.

—¿Emma? ¿Ray? —Norman se mostró sorprendido al verlos nuevamente.

—¿Interrumpimos? —preguntó Emma.

—Está bien. Puedo detener mi trabajo unos momentos. ¿Qué pasa?

—Necesitamos salir.

—¿Ya se van a Los Siete Muros?

—No, eso será en tres días más —respondió Ray—. Lo que necesitamos ahora es ir a buscar uno de los ingredientes que se nos agotó.

—Y por eso es que venimos a preguntarte si está bien pedirle a Hayato que sea nuestro guía para realizar nuestra búsqueda.

—Claro —asintió Norman—. Y, chicos, no es necesario que me informen de todas sus acciones, si van a salir, solo les pido que tengan cuidado debido a que los alrededores de este lugar están plagados de demonios salvajes, como se debieron dar cuenta cuando venían de camino para acá.

—No te preocupes, tendremos cuidado —respondió Emma.

—¿Es todo lo que necesitaban?

—Sí.

—No.

Norman miró a ambos chicos sin entender qué era lo que ellos tenían en mente.

—Pueden decirme cualquier otra cosa que necesiten —alentó Norman.

—No, con esto es más que suficiente —respondió rápidamente Emma, agarrando la muñeca de Ray para arrastrarlo a la salida—. Gracias por todo, Norman. ¡Vamos, Ray!

—¿Eh? Claro —asintió Ray, quien ahora estaba siendo empujado por la chica de cabellos color anaranjado.

—¡Hasta luego, Norman!

La puerta se cerró antes que el hombre pudiera responderle, pero aun así el susurró:

—Hasta luego, Emma.

Ellos parecen llevarse mucho mejor que antes, pensó Norman.


Una vez que estuvieron lejos de la oficina del jefe, Ray se zafó de Emma para golpear con la mano de costado en el centro de su cabeza.

—¡Eso duele!

—Mentirosa —El hombre se cruzó de brazos—. Así que aclárame inmediatamente: ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Cómo es que no tenías nada más que decir? —Ray apuntó con el pulgar el lugar que acababan de abandonar—. ¿Te diste cuenta que, contra todo pronóstico, nadie se acercó? Era el momento perfecto para que hablaras con él.

—Lo sé, pero…

—¿Pero qué?

—Cambie de opinión.

—¿A qué te refieres con eso? —Ray pestañeó confundido—. Pensé que habías dicho que no querías irte sin haber hablado antes con Norman.

—No quiero hacerlo —Emma se frotó el codo con la mano derecha—. Es solo que… es solo que me di cuenta que tener una charla en este instante no es lo que quiero. No sería suficiente.

Ray se cruzó de brazos sin aún poder descifrar del todo los planes de Emma, aunque eso no quería decir que no supiera qué parte de la charla que quería tener con Norman se trataba sobre los sentimientos que ella comenzó a desarrollar durante todo ese tiempo. Por supuesto que no era tonto, además, era difícil no darse cuenta de lo mucho que Emma siempre tenía presente al otro hombre. Por una parte, se alegraba de sus amigos pero, no podía evitar preocuparse por…

—Yo necesito hacer esto, Ray.

El hombre de cabello negro se llevó la mano a la cabeza considerando sus opciones, pero después de revolverse los cabellos, finalmente accedió con un suspiro resignado.

—De acuerdo.

—¡Gracias! Ahora, vamos por Hayato.


El subordinado de Norman se había mostrado encantado de ayudarlos en cualquier cosa que necesitaran, y por eso, en ese momento se encontraba recolectando, dentro de uno de las cestas que habían llevado desde el refugio, distintos tipos de setas. El joven rubio no estaba seguro por qué estaban haciendo eso, pero ellos no solo eran los mejores amigos del jefe, sino que también eran sus salvadores, y por eso mismo no tenía motivos para cuestionar sus acciones por muy extrañas que estas le parecieran.

—Emma, Ray —llamó Hayato—. Caminaré un poco más allá para que podamos abarcar una zona más grande.

—De acuerdo, pero no vayas muy lejos —asintió Emma.

Ray vio cómo el otro hombre se alejaba, y fue por ello que decidió que ese era el momento oportuno para hablar a solas con la joven mujer, quien miraba atentamente cada uno de los hongos que tomaba, a diferencia de Hayato y él, que solo los metían dentro del canasto.

—Creo que está demás decirte que lo que planeas hacer es una locura.

—¿De qué estás hablando, Ray? —Emma fingió inocencia mientras seguía mirando las raíces del gran árbol.

Él continúo hablándole a su espalda.

—Realmente no creo que sea la mejor manera, y lo más probable es que Norman este muy enojado cuando descubra lo que hiciste.

Emma apretó los labios. Ella ya lo sabía, pero se negaba a irse con ese sentimiento de no poder hacer nada más. Ya había sufrido lo suficiente la primera vez por no haber luchado lo suficiente.

—Sabes… —Ray sacó las manos de sus bolsillos—. Si haces esto por lástima, deber o arrepentimiento… te advierto que lo único que lograrás hacer es dañar a Norman y no creo que sea justo para ninguno de los dos.

La joven se levantó tan rápido que perdió el equilibrio, aunque lo pudo recuperar antes de caerse.

—Te equivocas, Ray. —Emma frunció el ceño, profundamente molesta—. Jamás le haría una cosa así a Norman y lo sabes.

—Entonces… ¿por qué estamos en medio de la nada buscando un afrodisíaco?

La joven sintió sus mejillas hervir tanto por la sorpresa como por el bochorno, pero aun así miró de frente al muchacho.

—¿D-de qué estás hablando? —Emma le dio una sonrisa torcida nerviosa para luego alejarse un par de pasos.

—No me respondas una pregunta con otra pregunta.

Al ver que la chica solo siguió ignorándolo, soltó un suspiro hastiado.

—Diablos. ¿En qué momento me volví irrelevante?

Emma no quería hablar con Ray sobre los sentimientos que le provocaba el otro hombre y le enojaba profundamente que creyera que, si estaba dispuesta a usar esa alternativa, era porque sus sentimientos no eran honestos. No estaba segura en qué momento pasó, pero Norman la hacía sentir como nadie lo había hecho nunca antes. Se sentía tan confusa, ansiosa y casi sin respiración, pero a pesar de esas sensaciones inquietantes, él también era capaz de prender una hoguera en su pecho que pulsaba cálida con solo pensar en su nombre, y le revoloteaba el estómago.

Por supuesto que Ray no dejaría las cosas así y por eso elevó la voz lo suficiente para llamar su atención.

—Hablo de tres cosas: uno —Ray levantó el dedo índice—. El contenido del libro que tomaste desde la base. Dos, que estemos buscando algo muy peculiar, de lo que, por cierto, no quieres que sepamos ningún solo detalle, y tres…

Astuto como siempre, pensó Emma, ligeramente irritada por la monstruosa inteligencia de Ray.

—La forma en que te sonrojas y no dejas de mirar anhelante en dirección del refugio.

Emma bajó los hombros claramente resignada.

—De acuerdo —concedió—. Puede ser que esté buscando un afrodisíaco, pero te aseguro que mis intenciones son completamente honestas. Estoy enamorada de Norman, y lo he estado por mucho tiempo, y es por eso que más que estoy dispuesta a utilizar cualquier método para estar junto a él, quiero demostrarle que no tiene por qué tomar el peso de todo en sus hombros. Quiero hacerle ver lo valiosa que es su vida y lo mucho que lo necesito en la mía, pero si no lo hago de esta manera, si no me entrego en cuerpo y alma, no seré capaz de atravesar todas las capas con las que ha endurecido su alma.

La decisión que se reflejaba en el rostro de Emma le dejó en claro al hombre que no importaba qué dijera o hiciera para intentar persuadirla, ella ya había tomado la decisión.

Emma miró al suelo.

—Debes creer que soy una tonta por haberme enamorado de una persona muerta.

—No diría que una tonta... —Ray guardo silencio—. Más bien, diría que estas completamente loca —El chico le dio una palmadita sobre la cabeza—. Pero ¿sabes? Me alegra saber que tienes claros tus sentimientos, porque en este momento lo que menos necesitamos es provocarle más dolor a Norman, además, él no está muerto y nosotros tampoco permitiremos que se nos escape nuevamente, así que, si realmente lo amas, házselo saber de la manera en que tu corazón te lo pida, aunque sea una locura o incluso si provocas que Norman se vuelva a enojar con nosotros.

—¿En verdad crees que Norman se moleste?

—Honestamente, pienso que es una muy mala idea, y que Norman se enojará mucho si se entera de los riesgos que estás tomando, pero tampoco puedo pensar en algo mejor, es por eso que no me queda de otra opción que ayudarte en todo lo que pueda.

—Gracias, Ray.

Norman estaba paseándose por la habitación de un lado a otro ante la mujer que estaba sentada en su cama. Cada vez que él parecía querer decir algo, se le acercaba, abría la boca con la clara intención de regañarla, pero por algún motivo las palabras morían y reanudaba su marcha.

—Norman, por favor, dime algo.

El hombre se pasó la mano por el cabello, despeinándose aún más las hebras plateadas.

—¿Qué es lo que quieres que te diga? —Rápidamente Norman se autorrespondió—. ¿De lo imprudente que estás siendo? ¿De qué estás actuando como una idiota? ¿O quieres que te cuente que estoy considerando la opción de encerrarlos para que no puedan salir de este lugar?

Emma jadeó asustada al ver la mueca enojada del hombre.

—No serías capaz.

Norman se pasó la mano por la cara antes de arrastrar una silla y sentarse frente a la mujer.

—No —concedió finalmente el hombre—. Pero no te imaginas qué tan tentado me siento en este momento de no dejar salir a ninguno hasta que logre mis propósitos. Solo quiero que estén bien y sean felices. ¿Por qué es tan difícil de comprender que solo quiero que no sigan arriesgando sus vidas?

Emma se sintió un poco culpable por la expresión cansada de Norman. Él parecía mucho mayor de lo que era, a pesar de que solo tenían unos meses de diferencia.

—¿Sabes? La noche que por fin logramos escapar de Grace Field, cuando por fin logramos ver el sol, lejos de la casa que alguna vez tanto habíamos amado, en todo lo que podía pensar mientras mis pulmones se llenaban con el frío aire era en el cruel precio de nuestra libertad. No teníamos nada más que a nosotros mismos para confiar en el uno con el otro y un futuro incierto, sin embargo, mi mayor consuelo era que jamás tendría que volver a cerrar los ojos ante la muerte de nadie…

Norman escuchaba atentamente a la joven. Ella por fin le estaba contando algo que se había imaginado tantas veces mientras estuvo en su encierro. "La noche del escape", un suceso del que él no pudo ser parte.

—Te preguntarás por qué te estoy contando esto —Emma sonrió triste—. Lo hago porque si dejo que te hagas cargo de todo, nuevamente estaremos repitiendo la misma historia que antes, y eso, Norman, es lo último que quiero. Esa noche me prometí que nunca más dejaría que nadie muriera por mí, y es por eso que, aunque no exista un camino, quiero crearlo, y necesito que esta vez tú también formes parte de esto. ¿Lo entiendes, verdad? —La joven intentó mirar directamente a los ojos del hombre, pero este apartó la mirada.

Norman no podía mirar a los ojos a su amada. Él también estaba cansado de guardar las cosas y realmente deseaba poder creer, pero se había resignado hace tanto tiempo a la injusticia del mundo que ya no sabía lo que era compartir la responsabilidad con alguien más.

Las manos de Emma, sorpresivamente, tomaron el rostro de Norman, obligando a que sus ojos se encontraran.

—Por favor, Norman. ¿Qué es lo que tengo que hacer para recuperar tu sonrisa?

—¿Hmm? ¿De qué estás hablando?

Emma ignoró su pregunta.

—Hay muchas cosas de las que me arrepiento de esa noche, Norman, y una de ellas es no poder haberte despedido con la sonrisa que me pedías —A Emma le temblaba la voz por el llanto contenido—. Después de que por fin pude cumplir el plan que dejaste en mis manos, me di cuenta que quería cumplir tú última voluntad, y te convertiste en la razón por la que podía continuar sonriendo, a pesar de todos mis miedos y el dolor. Quería seguir viviendo, porque mientras siguiera respirando, podría recordarte y seguir sonriendo para ti, pero ahora que estas aquí, no sé qué hacer para que vuelvas a mirarme como lo hacías en aquel entonces.

—Yo…

—Norman, aquella noche, cuando yo estaba llorando, tú sonreíste y me dijiste que todo estaría bien, que todos escaparíamos juntos, pero me mentiste —Emma repentinamente cambió de estar del borde del llanto a mostrarse furiosa—. ¡No escapamos juntos! Y dejaste que te apartaran de mi lado, y ahora vuelves a mi vida solo para seguir haciendo lo mismo, además, llevas una carga tan grande la cual no quieres compartir conmigo. No sé qué hacer para poder ayudarte… además, apenas me has sonreído después de la primera noche. ¿Qué es lo que quieres que haga para que me muestres nuevamente tu sonrisa? ¿Quieres que llore? Porque te juro que lo haré en este mismo instante si es necesario.

Norman solo había visto en una ocasión a Emma actuar casi histérica, y esa fue la noche en que recogieron a Conny, pero ahora ella no paraba de llorar, como si algo se hubiera roto dentro de ella, pero la forma en que había hecho todo esto por él, lo hacía sentir tan cálido por dentro que irremediablemente comenzó a reírse a carcajadas.

—Emma, ¿desde cuando eres tan dramática? —preguntó suspirando de mucho mejor humor.

La joven se limpió con las manos las lágrimas que caían por sus mejillas.

—¿Entonces funcionó y ya no estás enojado?

—Ay, Emma. Creo que jamás podré pasar mucho tiempo enojado contigo.

Norman estiró sus manos para poder limpiar los restos de las lágrimas del rostro de Emma. Al sentir el toque, la mujer cerró los ojos, disfrutando de las caricias que el hombre provocaba en sus mejillas. Él era tan cálido y amable que se le hinchaba el corazón por la ternura de sus movimientos.

—¿Entonces, eso significa… que ya podemos hacer cosas divertidas?

—¿Cosas divertidas? —preguntó Norman, sin entender a que se refería.

Emma se mordió el labio inferior.

—Sí, ya sabes, jugar un poco solo los dos —respondió con una sonrisa pícara.

Norman frunció el ceño confundido.

—¿No crees que es muy tarde para jugar a las escondidas? —El hombre no se dio cuenta de la mirada incrédula de Emma—. Además, ¿qué hay del efecto del…? Oh… ¿Te refieres a…?

—Sí, ya sabes, todavía me siento acalorada.

—Oh, pero, Emma, aún no creo que sea buena idea hacer esto.

—Pues yo creo que es una excelente idea, además, alguien lleva mucho tiempo entusiasmado —La joven se sentó en el regazo de Norman—. ¿Acaso vas a negar que estás duro?

—Emma, si sigues haciendo eso… yo…

Emma acarició con la punta de su nariz tras el oído izquierdo de Norman.

—¿Tú qué, Norman? —susurró antes de meterse el lóbulo de la oreja a la boca para darle pequeños mordiscos que hacían suspirar al hombre—. No te resistas y déjate llevar.

Ante sus palabras, y a pesar de saber que estaba mal, Norman no pudo seguir negándose a lo que tanto anhelaba. Solo esa noche volvería a ser el Norman que hubiera sido si no existieran los demonios o si nunca hubiera sido cosechado. Dejaría atrás Lambda, los Ratri y todo el dolor, se olvidaría de todo, como se lo pidió Emma, y se permitiría, por primera vez, desde la noche en que vio a Conny muerta, ser libre.

Emma sintió el cambio, y casi quiso llorar nuevamente al ver la misma sonrisa honesta y llena de bondad que Norman siempre tuvo para ella. Pero en vez de hacer eso, buscó los botones de la ropa del hombre para poder desnudarlo, besó la marca en su pecho y acarició con las manos abiertas todo su pecho varonil, el cual estaba cubierto con el mismo fino vello plateado de sus brazos.

Emma llevó la mano izquierda tras la nuca del hombre, aferrándose a sus cabellos, nerviosa por lo siguiente que iba a hacer. Lo había tocado casi por todas partes, había tenido un orgasmo frente a él y se habían estimulado por sobre la ropa, pero había algo terriblemente más emocionante que todo aquello, y eso era obtener un beso de él. No estaba segura qué hacer, si debía cerrar los ojos o si los dientes o las narices le estorbarían… sintió el estómago apretado ante las dudas, no quería hacerlo mal.

La joven estaba tan envuelta en sus dudas que apenas se percató que una de las mano de Norman estaba bajo su mentón, la cual guió su rostro para encontrarse con el de él. El beso fue suave, cálido y lento. Su corazón se latió conmovido, sus labios hormiguearon y sintió como las lagrimas contenidas finalmente se desbordaron ante la ternura del toque de Norman. No pudo evitar cerrar los ojos dejándose llevar por la gentileza de sus acciones que poco a poco cambiaban para ser más osadas.

En solo unos instantes, Emma decidió que los labios de Norman eran su sabor favorito en el mundo, y, sintiéndose más confiada, buscó saborearlos con más hambre, lamiendo sus labios cada vez que pudo, disfrutando del sabor cálido de su lengua contra la suya y bebiendo de su aliento en su boca. Hubo un par de choques de dientes y narices, de los cuales se rieron entre nerviosos y divertidos, pero incluso disfrutaron de esos pequeños momentos de torpezas, aunque rápidamente los fueron dejado de lado al encontrar su ritmo; para disfrutar cada suspiro del otro.

Las manos de Norman encontraron su propio camino en el cuerpo desnudo de Emma, y aunque comenzaron acariciando tímidamente su espalda, ahora estaban amasando uno de sus senos, mientras que con la otra jugueteaba con uno de sus pezones endurecidos, haciendo que la mujer jadeara con más fuerza contra su boca dependiendo de la presión que le daba.

Emma tampoco se quedaba atrás, porque sus manos también comenzaron a vagar por el cuerpo del hombre; se sintió mareada ante sus atenciones, y sin darse cuenta, sus uñas se hundieron en la carne de sus brazos cada vez que sintió el cambio de dirección en su cuerpo sensible.

Hubiera querido nunca soltar la boca de Norman, pensó Emma. Pero quería probar el sabor de la piel húmeda de su cuerpo, de modo que, apenas dándole tiempo al hombre de pensar, se bajó de su regazo, y ante su mirada febril por la excitación, lo sentó al borde de la gran cama para luego posicionarse de pie entre sus muslos abiertos.

Emma aprovechó la oportunidad de acariciar lentamente los hombros de Norman, a quien le temblaba el cuerpo, y los músculos le crispaban con cada roce.

—Emma… —se quejó.

La joven estaba maravillada con el poder que tenía sobre el hombre, pero no quería seguir haciéndolos esperar a ambos. Sentía el exceso de saliva en la boca, la cual tuvo que tragar antes de saborear la piel ligeramente salada del cuello de Norman, y se sintió tan complacida que sus ojos inevitablemente se sintieron pesados al escuchar el gemido ronco resonar contra su oído derecho.

La mujer siguió con sus exploraciones, curiosa por la estructura y asombrada por sus reacciones, pero había una parte que solo había podido sentir cubierta por la ropa y de la cual se sentía demasiado ansiosa por mirar, tocar y saborear. Emma estaba a tan solo unos milímetros de tocarlo cuando la mano del hombre apresó su muñeca.

—Emma, en verdad que ya estoy en mi límite. Si me tocas en este momento, no podré seguir controlándome.

El corazón de Emma latió en sus oídos ante las palabras del hombre.

—Pero quiero tocarte ahí.

—Lo sé, pero te advierto que terminaré rápido. Vergonzosamente rápido.

—No importa. Tenemos toda la noche.

Al ver la mirada suplicante de la joven, Norman decidió que no podía negarle aquello, además tampoco iba a engañarse diciendo que no estaba impaciente porque ella tocara esa parte de su cuerpo.

—De acuerdo, pero yo me terminaré de desvestir.

En respuesta Emma asintió emocionada, mientras le daba espacio para que pudiera quitarse el resto de su ropa. Tuvo que tragar saliva al ver como él se llevaba las manos a la bragueta de sus pantalones, justo por encima del gran bulto que se vislumbraba bajo ellos. Tuvo que apretar los muslos, sintiéndose aún mas pegajosa entre las piernas, y su centro pulsaba ansiosamente doloroso por los movimientos jodidamente lentos de Norman.

Cuando tanto sus pantalones y su ropa interior cayeron al piso, Emma abrió la boca sorprendida. Por supuesto que ella no era tan ingenua y sabia más o menos la mecánica de todo el asunto, también sabía que la vagina de una mujer era lo suficientemente elástica para que saliera un bebé por ella, pero por un momento consideró al ver el tamaño de lo que había estado escondiendo Norman, que, quizás y solo quizás, ella estaba mal hecha porque veía un poco imposible que toda aquella pieza que sobresalía orgullosamente erecta entre los rizos plateados entrara completamente en ella, pero, curiosamente, en vez de sentirse aterrada, se sintió muy excitada por verlo sumergirse en su interior.

Emma, sin darse cuenta y casi hipnotizada por la vista, estiró la mano para tocar la punta que brotaba una sustancia ligeramente brillante ante la luz opaca de las lámparas de aceite, pero no esperaba que este se contrajera ligeramente cuando estaba a un segundo de alcanzarlo. Miró sorprendida al dueño de aquel miembro, quien la miraba avergonzado por su reacción involuntaria, aunque aun así le asintió dándole permiso para continuar.

Emma se arrodilló más cerca de él, y suavemente, bajo la mirada atenta de Norman, rodeó con parte de su mano su pene erecto. Era duro y estaba caliente, pero le preocupó la mueca del hombre cuando apretó ligeramente su mano.

—¿Estás bien? —preguntó evitando hacer presión.

—Sí —Norman jadeó—. Es solo que…

Norman sudaba a montones y Emma se sintió un poco culpable, porque mientras que ella ya había obtenido un orgasmo, el hombre se había estado conteniendo por respeto a ella.

La joven sopesó sus opciones, teniendo en mente una idea que estaba muy curiosa de probar, pero antes de eso, le preguntaría para saber si estaba de acuerdo con que experimentara de esa forma con su cuerpo.

—Oye, Norman… —Emma subió y bajó su mano lentamente por el grueso tronco de su anatomía.

—¿Mmmh? —Norman gimió al sentir como el pulgar de Emma acariciaba la punta, sentía el cuerpo completamente tenso ante las administraciones de la joven mujer.

—¿Está bien para ti si te pruebo?

Norman, quien se había acostado sobre la cama mientras Emma lo acariciaba, se levantó con ayuda de sus codos.

—¿Pro-probarme? —Norman tragó duro—. Emma, no es necesario que hagas eso.

—Pero ¿por qué no? Realmente quiero hacerlo.

Ante esa declaración no podía seguir negándose a algo que ambos querían experimentar.

—Soy todo tuyo.

La joven miró atenta lo que tenía frente a ella, haciéndose espacio para que ambos estuvieran cómodos, y considerando cuál era la mejor forma para poder darle placer a Norman sin ahogarse en el intento.

Norman necesitó agarrarse de las sábanas para evitar poner sus manos en la cabellera anaranjada de la joven. Apenas podía mantener los ojos abiertos por el placer de lo que Emma le estaba haciendo. Como ella no había logrado introducirlo por completo en su boca, se estaba ayudando con las manos, y eso lo estaba enviando al borde de la locura, junto al movimiento de su lengua a su alrededor. Estaba seguro de que podía sentir la punta golpear la parte posterior de su garganta.

En algún momento, el hombre ya no se pudo seguir controlando, y sus manos se posaron a los costados de la cabeza de Emma, ayudandola a establecer un ritmo más firme y regular sobre su carne hinchada. La velocidad constante, la calidez de su boca y la vista de la mujer que amaba envolviendolo con sus labios provocaron que finalmente ya no pudiera seguir resistiendo más el inminente orgasmo, el cual fue acompañado por una potente descarga en la boca de la mujer, quien se quedo quieta con los labios apretados alrededor de su miembro mientras él terminaba de eyacular.

Norman vio como la chica lo saco lentamente de su boca y como con cuidado de no botar el contenido que le habia sido depositado, ella trago todo lo que tenia en su boca, dejándolo completamente sin aire ante el conocimiento de que su simiente bajaba por la garganta de la muchacha. El hombre sintiendose completamente agotado se dejo caer, casi sin fuerzas, sobre el colchon mientras jadeaba para poder recuperarse.

Emma se levantó de sus rodillas para arrastrarse por encima de la cama hasta llegar al costado izquierdo de Norman, quien rápidamente le paso un brazo por sobre el hombro, pegandola a su pecho desnudo. Él, espontaneamte, le dio un cariñoso beso en la frente antes de cerrar los ojos una vez mas mientras dejaba descansar su barbilla sobre sus anaranjados cabellos. Ya mas tranquilo respiro profundamente sintiendose mucho mejor teniendo a Emma envuelta entre sus brazos.

—¿Sabes, Norman?

—¿Mmm?

—Realmente eres comida categoría premium.


CONTINUARÁ…

Nota: Capítulo 5 logrado. TT-TT perdon por la larga espera, en compensación este fue mas largo que el resto. XD

Muchas gracias a todos por sus comentarios y mi beta por su ayuda con la corrección.

¡Nos leemos en el próximo capítulo!