Misma situación que el capítulo 1 pero vista desde el POV de Azize. Espero que les guste, misma recomendación, situaciones adultas.

Capítulo 2

Azize se asomó a la ventana de su casa y luego de preguntar a su vecino qué había ocurrido se quedó contemplando la obra de ese patriota anónimo que les había brindado, además de un respiro, un espectáculo interesante para observar…

Pensó en Cevdet y en la posibilidad de que él mismo hubiese volado ese arsenal porque no era un traidor sino un patriota. Sacudió la cabeza, esas eran solo ilusiones producto de su amor por él, amor del que se sentía presa y culpable porque no quería sentirlo…

Se quedó un momento, pensativa y luego entró, tenía varias cosas para hacer y seguramente podría aprovechar esa noche, las cosas no estaban bien como para que ella volviera a la mansión y corriera riesgos…

Cuando bajó las escaleras escuchó golpes en la puerta. Se apresuró a abrir y sintió una sensación extraña cuando vio a Cevdet y lo miró a los ojos.

Aún con la puerta abierta, él le recriminó que estuviera allí, pero ella estaba tan contenta por lo que acababa de ocurrir que quiso enrostrarle la victoria de su pueblo, y lo desafió. Le dijo que estaba orgullosa de su gente y que bendecía al patriota que se había animado a semejante acto de valentía. Las palabras salían de su boca casi sin pensarlas y ella veía en él una actitud pasiva, hasta parecía que él también disfrutaba con sus dichos, y eso la hacía sentir audaz a ella para seguir desafiándolo.

Él se detuvo en seco un momento y le indicó que la acompañaría a la mansión, entonces Azize se negó, realmente no quería saber nada con él, pero luego su corazón perdió un par de latidos cuando lo vio empujar la puerta y acercarse a ella, que seguía diciendo cosas casi sin pensar.

Azize vio en sus ojos un fuego que hacía mucho tiempo no veía en él y cuando él se quitó la gorra y se acercó, observando sus labios, se dio cuenta de que estaba casi apoyada contra la pared y no podía moverse demasiado.

-¿Qué haces? - le preguntó al sentirse invadida en su espacio personal.

Él no contestó nada, no hizo falta porque segundos después, Azize pudo darse cuenta de sus intenciones al sentir sus labios en los de ella…

Sintió su piel erizarse cuando él reclamó acceso a su boca y entre besos le rogó que se detuviera.

-Basta… basta…- repitió, pero él no cesó con sus intenciones y la empujó con suavidad, mientras sus labios la acariciaban intensamente.

Azize sintió que sus piernas se aflojaban ante tal demostración por parte de Cevdet. Que entre ellos había pasión, eso era indudable, pero luego de tantos años de echarlo de menos, de soñar con él y con sus besos, ahí estaba él y nada había cambiado, aunque ella se rebelara y no quisiera creerlo.

Sintió las manos de él liberando su cabello y enredando sus dedos en él, suspirando al hacerlo. Ella sabía que él adoraba su cabello y le permitió disfrutarlo durante un momento mientras sus bocas seguían batallando porque ahora ella también respondía con intensidad esos besos.

Cevdet la apretó contra su cuerpo y Azize trató de dominar sus deseos que habían despertado de un largo sueño, por un momento se sintió transportada a esos tiempos en Salónica, cuando su marido volvía del frente de batalla y ella lo esperaba dispuesta a recuperar cada minuto perdido…

Azize suspiró al sentir el deseo de él contra su pelvis, cuando él deslizó sus manos y acarició su espalda baja, desesperado por ella. Las manos de ella cobraron vida de pronto y deslizó sus dedos para desabotonar su chaqueta, pero él tomó el mando y no la dejó continuar, sintiendo que haría más rápido si se desvestía él mismo.

Cevdet la hizo girar y besó su nuca, deleitándose en su aroma y ella lo dejó hacer, la dulce tortura que sus caricias le hacían padecer inevitablemente le provocaban la incertidumbre de cómo había soportado todos esos años sin él.

Azize quiso hablar, decir algo, pero él la hizo girar otra vez y la besó intensamente mientras le quitaba el vestido, desesperado por sentir su piel bajo sus dedos.

Cevdet la observó, sus ojos deseosos de no perderse detalle de ella y Azize alzó sus dedos y acarició su barba con ternura, intentando no dejarse llevar por el arrebato de pasión que sentía.

-Eres hermosa como siempre Azize… mi Azize- le dijo sobre sus labios y ella sintió que se desvanecía por la intensidad del deseo que él le provocaba.

Sintió que él la levantaba en sus brazos y la depositaba sobre la cama. Sus ojos la observaron con detenimiento y ella se sintió la mujer más deseada del mundo.

Azize sintió que se volvería loca cuando los labios de él acariciaron primero sus hombros y luego descendieron por toda su piel, prestando atención a cada detalle, llegando a lugares que ella había olvidado que tenía y que la hicieron vibrar junto a él.

Un nudo en la garganta la hizo removerse inquieta cuando sus ojos volvieron a encontrarse y él besó sus labios. Lo tomó de la barba, que tanto amaba acariciar y él se dio cuenta de su estado de angustia.

Ella supo que él quería decirle algo, pero también supo que no habría nada que decir, ellos habían tomado la decisión de volver a unirse físicamente y eso era lo que tenían que continuar haciendo ahora.

-Azize…- intentó él, pero ella no lo dejó hablar, y alzó la cabeza adueñándose de sus labios en un beso impetuoso, cargado de deseo.

-Shh… Cevdet, no quiero pensar… no quiero acordarme de nada…- le dijo susurrando en su oído y él asintió y entrelazó sus dedos con los de ella.

Azize sintió que temblaba al volver a sentirlo parte suya. Había pasado demasiado tiempo, pero a la vez, todos sus recuerdos estaban más nítidos que nunca. Él la miraba, pendiente de cada movimiento de ella…

-Aunque quiera, no he podido olvidarte…- se escuchó decir, era una confesión que ni ella misma se había permitido hacerse.

-Yo tampoco, pero créeme, no he querido hacerlo, no podría… has sido la mujer de mi vida desde que te vi por primera vez…- le dijo él y la hizo sonreír, ella lo sabía, aunque a veces dudara.

-¿Cómo es que llegamos a esto, Cevdet? - la pesadumbre volvió, simplemente no podía creer que las cosas fuesen tan difíciles habiendo tanto amor de por medio.

-No lo sé, no importa ahora, déjame sentirte… déjame ser quien te ame una vez más, Azize…- le dijo y ella asintió, estaba de acuerdo con eso.

Se entregaron a la pasión por un buen rato. Ambos eran conscientes de que quizá alguno de ellos no sobreviviera mucho tiempo más y no estaban seguros de que eso pudiera repetirse, así que se enfocaron en revivir su amor.

Cevdet hizo lo imposible porque ella no sintiera solo placer físico, sino todo su amor durante todo el rato en que la tuvo en sus brazos y Azize volvió a sentir que ambos se pertenecían y que volvían a ser los de antes.

Rió a carcajadas cuando él intentó hacerle cosquillas en todos los rincones que recordaba y lo vio sonreír satisfecho, sintiendo que nada había cambiado entre ellos.

Él la abrazó con ternura bajo las mantas cuando todo terminó, ambos satisfechos y agotados. Ella sintió su nariz perdida en su cuello y al observar sus ojos plenos de felicidad, le dedicó una sonrisa, ella también estaba feliz. Pero el cansancio ganó la batalla y se quedó dormida en el arrullo de los latidos acompasados de su corazón y al calor de sus brazos.

Soñó con una de esas charlas que tenían luego de una sesión de amor y realmente creyó que el tiempo había vuelto a aquellos tiempos felices de complicidad y momentos íntimos compartidos.

Todo fue bien hasta que él le aseguró que debía irse a buscar a sus hijos y le pidió que le preparara el uniforme, pero no el griego, sino el viejo uniforme del ejército otomano.

Al levantarse ella, y no encontrarlo al girarse sonriente, se dio cuenta de que todo había sido un sueño y se despertó diciendo el nombre de él.

Sus ojos lo observaron con desilusión cuando lo vio terminando de abrocharse la chaqueta de su uniforme griego.

Él la miraba con ternura y con la complicidad del momento que acababan de compartir, pero estaba otra vez detrás de esa máscara de hombre duro e insensible.

La desilusión fue reemplazada por la tristeza, Azize supo que las cosas no habían cambiado por más intenso que hubiese sido ese reencuentro.

Él intentó acercarse, darle a entender que quería continuar con eso que habían retomado, pero ella lo rechazó. El dolor era por ahora más fuerte…


Hasta aquí llegamos. Pronto seguiré con otras historias. Espero que les haya gustado.