Epílogo

Él se volvió a mirarme, su melena rubia tiene destellos dorados, su sonrisa hace que mi corazón lata con fuerza, es mi príncipe su cara amable y risueña, su dulce voz, me volví a ver parada en la colina llorando y de la nada ahí estaba ese chico rubio con su sonrisa que tanto adoro saludándome después reímos, luego desapareció pero no era un sueño, es real mi príncipe, no quiero cerrar los ojos no quiero parpadear siento que se esfumara, él sigue sonriendo mientras yo avanzo, la pequeña Nancy va dejando pétalos de rosas por momentos se cohíbe y deja de hacerlo, los niños que van detrás la alientan. Nancy fue adoptada por Emanuel y Nataly hace unos días, Nataly después de lo que vivimos fue muy valiente y no se dejó vencer ahora se está dando la oportunidad con Emanuel, ella tenía temor porque no iba a poder ser madre pero Emanuel le dijo que podían adoptar, los observo puedo ver su cara de felicidad mientras Nancy avanza, mi padre me sostiene por un momento y voltea a verme le sonrió, Flammy se detiene ella viene tras de mi me acomoda la cola de novia que mide siete metros no pude negarme en darle gusto a la tía abuela Elroy. Nataly y Flammy escogieron un color vino el diseño fue de su elección, y ahora es largo Flammy no lo sentirá corto«sonrisa» las niñas del hogar de Pony con sus vestidos con encajes un cinto de listón en vino y los niños con un moño en el mismo color todos iban sonrientes por estar conmigo en este día importante de mi vida.

Mi amado me mira veo sus ojos tienen lágrimas a punto de desbordarse y escurrir por su rostro, le sonrió a través del velo no sé si pueda ver mi sonrisa, mi tía Elroy y mi abuelo están llorando, la señorita Pony y la hermana María también, Tom está sonriéndome su padre esta delicado de salud y no pudo acompañarme. El doctor Martín llegó a tiempo después de tener una emergencia, cuando llego me abrazo en la entrada de la iglesia estaba llorando, él es un segundo padre para mi me cuido desde pequeña, ahora es el encargado de la clínica que está cerca del orfanato junto con Flammy, eso me hace feliz.

Mi príncipe me extiende su mano para tomar la mía me levanta el velo por unos segundos no dice nada, mi padre le dice algo el asiente con una sonrisa yo no dejo de mirarlo, sé que es una hombre atractivo pero hoy me parece que está más guapo, deslumbrante con esa luz, siempre quise volver a verlo y lo miro embelesada, su fragancia inunda mis fosas nasales me encanta ese aroma, el besa mi mano y me sonríe.

— Me has dejado sin aliento, mi amor.

— Y tú a mí, mi príncipe — le digo haciendo un guiño, mientras el padre inicia la misa —

Así pues ya que quieren establecer entre ustedes la alianza santa del matrimonio, unan sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.

Mi abuelo y mi tía Elroy se ponen de pie ellos son los padrinos. Albert desliza la argolla por mi dedo, yo hago lo mismo nos miramos y sonreímos, el padre continua.

Flammy se acerca para entregarle a Albert las arras que él deposita en mis manos, el padre pide a los padrinos de lazo, Nataly y Emanuel se ponen de pie son los padrinos nos acomodan el lazo, en el centro lleva unas rosas, noto que la mano de Nataly tiembla y le sonrió para tranquilizarla.

El padre continua Nataly nos quita el lazo ya más tranquila. De repente estoy en los brazos de mi esposo él me acerca y yo es lo que más deseo sentir sus labios, se escuchan los aplausos sonreímos y salimos tomados de la mano, las fotos no se hacen esperar así como las felicitaciones. Él me carga y me gira y vuelve a besarme, partimos rumbo al salón.

— ¿Contenta mi amor? Porque yo estoy feliz esperaba con ansias este momento, mi corazón se desborda de felicidad y tú era la dueña absoluta de el, la que lo hace palpitar con solo mirarme con esos hermosos ojos verdes.

— ¡Estoy feliz mi amor seis meses se me hicieron una eternidad! Esta vez yo lo beso sorprendiéndolo mientras el chófer nos da privacidad me sienta en sus piernas.

— Señorita si continúa así hará que adelante la noche de bodas, y ahora si no me detendré.

— ¡Albert! Ya lo hemos hecho, bueno practicado... Candy sonrojada sentía su rostro caliente.

— No completamente, quise esperar hasta este momento. Candy volvió a sonrojarse solo de recordar sus idas a la cabaña.

— ¿Por qué te sonrojas? Albert le toca la nariz con la mano. Hemos llegado.

— ¿Qué dirá la tía abuela si me ve desarreglada?

— Bueno que estabas con tu esposo ja ja ja.

Entramos al salón Albert me lleva al centro de la pista él me guía, me acerca hacía él, me mira conozco esa mirada, porque yo también estoy sintiendo lo mismo. Se acerca mi padre y la tía abuela para bailar.

— Hija tu madre donde quiera que este estará muy feliz.

— Si papá y nosotros tenemos que hacer lo mismo ser felices.

— William no quiere esperar más y tiene nuestra aprobación para que se ausenten de la boda. Candy se puso roja y su padre le dio un beso en la frente. Yo también fui joven hija. Le dijo su padre sonriente. No te preocupes por los niños del hogar y tus madres, ya está todo dispuesto para ellos, anda no hagas esperar a tu esposo.

— ¡Lista mi amor!

— Tío William no pudiste escoger mejor esposa, mira que si la he visto antes que tú no hubieras tenido oportunidad.

— Muy gracioso Stear.

— Y si yo la hubiera visto antes ninguno de los dos hubiera tenido oportunidad.

— Muy gracioso Archie. Sobrinos y tío sonrieron junto con Candy.

— Nuestro tío es muy afortunado de tenerte a su lado.

— Gracias — dijo Candy dando un beso en la mejilla a su esposo enfrente de sus sobrinos provocando el sonrojo de Albert.

Albert y Candy se despidieron y partieron rumbo al aeropuerto, Albert la llevaría a Escocia la tierra de sus abuelos, sus raíces.

— Albert no me has dicho a donde iremos.

— Descansa mi amor será una sorpresa llegaremos a la medianoche.

El cielo estrellado les daba la bienvenida, el jet privado aterrizaba era una noche fría un automóvil los esperaba para llevarlos al hotel Glasgow.

Albert la lleva en brazos sin importar las miradas de los presentes a la suite principal.

— ¡Albert, parece un castillo!

— Tendremos tiempo de conocer los alrededores, tenemos una Villa aquí pero estos días quiero estar contigo en el hotel, quieres ponerte cómoda, el baño está preparado —Dijo Albert quitándose la camisa —

— Ayúdame con el vestido. Albert deslizaba el cierre el vestido caía, él la giraba para quedar frente a ella.

— ¡Candy!

— ¿Te gusta?

— Me encanta. La acerco para besarla acariciaba su espalda, soltaba el listón, quería sentir sus pechos sobre su piel.

— ¿Me acompañas?

— Por supuesto. Entraban a la bañera jugaban con la espuma, Candy se ponía de pie el agua escurría por su piel, Albert no lo pensó tomo una toalla la seco, la cargo depositándola en la cama.

La tenue luz que desprendía la lámpara daba ese momento romántico, las rosas colocadas en la repisa aromatizaban el ambiente. La cama con dosel caía una fina tela blanca parecía tener estampada rosas tenues. Se escuchaba la respiración agitada, jadeos de la pareja.

— Tus ojos tienen un brillo diferente mi amor.

— Te deseaba tanto Albert. Candy recargada sobre el pecho de Albert acariciaba el vello rubio de su esposo. La estancia quedo en silencio faltaba poco para que los primeros rayos del sol pasaran atreves de la cortina, el primero en despertar era Albert acariciaba la cintura y cadera de su ahora esposa, sentirla vibrar en sus brazos hace unas horas… Tenía que despertarla. Empezó por darle pequeños besos en el rostro.

— Mmfmm mi amor ¿qué hora es?

— Son cerca de la diez, vamos a ducharnos quiero llevarte a un desfile. Él la cargo no dejaba de besarla y hacerle cosquillas con la barba que empezaba asomarse.

— Déjame ayudarte, ¿estás adolorida? Candy se sonrojo.

— Un poco… fue hermoso Albert, esos seis meses te hice sufrir mucho.

— Bastante mi amor — Albert sonrío —pero quería que tu primera vez fuera algo especial. — Le digo Albert poniendo jabón en su cuerpo.

Después de desayunar se pusieron ropa cómoda el hotel estaba en un lugar céntrico caminaron por callejones. Se podía escuchar música a lo lejos.

— ¡Esa iglesia, la arquitectura es hermosa! ¡Eh! Albert ese sonido... ¡Esas son gaitas! De donde provienen. Candy buscaba con la mirada, Albert la toma de la mano.

— Ven Candy. La algarabía de la gente reunida risas y gritos, de unas cuerdas caían serpentinas y confeti, en el cielo las luces de colores por los fuegos artificiales. Candy se metió entre la gente seguida de Albert que solo de ver la cara de alegría de Candy al escuchar las gaitas, tuvo que detenerla para que no saliera corriendo.

«Príncipe de la colina este es tu hogar» Candy tenia lágrimas en sus ojos y una sonrisa mientras el desfile avanzaba, cerró sus ojos y se imaginó al chico rubio que conoció su corazón palpitaba de alegría. Un viento hizo que la vestimenta de los gaiteros se alzara mostrando sus glúteos, Candy se llevó sus manos a la boca incrédula miro a su esposo, que estaba con una sonrisa.

— ¡Albert! Él le dio un pequeño beso, no la dejaba hablar, volvió a rozar sus labios, la abrazo contra su pecho, volvió a rozar sus labios.

— Dime mi amor

— Tú… tú… Cuando nos conocimos.

— No hay nada que no conozcas ahora de tu esposo mi amor. Candy se puso roja como tomate. Albert le susurró al oído.

— Si la preguntas es si no llevaba nada debajo, la respuesta es no.

— ¡Albert!

–Ja ja ja mi amor así es la tradición.

— ¿Cuándo será el siguiente desfile?

— ¡Eh! ¿Quieres ver más glúteos? — Mostrando un enfado con la ceja alzada, mirando a su mujer luego sonrió —

— Solo los tuyos mi amor, no seas celoso.

— La próxima semana es un desfile para los turistas quería que lo vieras, y si soy celoso no puedo evitarlo, vamos a caminar. El centro de Edimburgo tiene fama de ser una de las más hermosas ciudades del mundo. Mañana partimos para la Villa que tenemos.

Caminaron por las entre calles admirando la arquitectura llegaron a la Catedral de St Giles, se tomaron fotos a su paso, con caras y gestos, se las mandaron a la familia.

— Entremos este es un buen lugar para comer, todavía alcanzamos a Arthur's Seat, el mejor mirador.

— Albert y como fuiste a parar América.

— Gracias a los negocios de mi padre, nuestros destinos ya estaban entrelazados, mi amor de eso no tengo la menor duda.

— Fue muy extraña la forma en que nos conocimos, pensé que no volvería a verte.

— Había una fiesta en la residencia teníamos que portar el kilt, yo estaba deprimido y me escape, llegue a esa colina. –Dijo Albert con esa sonrisa — Después tuve que irme a Londres a continuar con mis estudios por eso ya no volvimos a vernos.

— El destino volvió a juntarnos, no veo otra explicación.

— ¿Quieres otra bebida?

— Ya son dos, no creo poder subir al mirador ja ja ja.

Iban rumbo al mirador Albert la subió a su espalda, Candy le daba besitos en la oreja y en cuello.

— Mi amor si sigues provocándome lo haremos en el pasto a la vista de todos.

— ¿Quieres que todos me vean?

— No, solo yo puedo verte. Albert la baja despacio.

— ¡Hermosa vista!

— Sentemos en el pasto.

— Me parece un sueño estar en la tierra de mi príncipe. Mi amor aquí estabas y yo cada que subía a la colina, esperaba verte de nuevo, muchas veces me preguntaba si te había soñado.

— Mi amor no es un sueño estamos juntos, y nos volvimos a encontrar nuestros destinos ya estaban entrelazados, así lo veo yo. Por eso quise traerte aquí primero, no todo era felicidad a mi alrededor, había momentos de soledad y es cuando me venia para acá unos días, siempre tenia un vació que no lograba llenar, ahora lo sé... me hacías falta tú desde que te vi en el hospital algo paso en mi corazón no fui el mismo como si hubiera despertado de un letargo y me sintiera más vivo.

— Pellízcame. — Dijo Candy alzando su brazo —

— Mejor te beso se me da mejor. Albert la beso hasta quedarse sin aliento.

Villa Andrew

— ¡Bienvenidos!

— Gracias Mateo, te presento a mi esposa.

— ¡Mucho gusto señora! Es más hermosa en persona. Su tía Elroy nos la ha encargado bastante. Candy sonrió Mateo le recordaba al doctor Martín.

— Están listos los caballos Mateo.

— Si señor.

— Vamos al establo mi amor.

— Albert hace mucho que no monto.

— Deberás — susurrando al oído a Candy — lo haces muy bien —

—¡Albert!

— Te presento a África y Viento, te ayudo.

Desde la ventana Mateo y Romina observaban a la pareja.

— Se ve muy enamorado el joven William. Recuerdo de joven había tristeza en su rostro, ahora sus ojos tienen un brillo especial.

— Si hacen bonita pareja, hay que apurarnos para dejar lista la comida necesitan privacidad están recién casados.

— ¡Hay un bosque en la propiedad!

— Si y también un lago siguiendo el sendero llegas a el.

— ¡Vayamos! Candy emprendió la carrera con África, dejando a su esposo perplejo le acaba de decir que no se acordaba de montar un caballo.

— ¡Espera no tan rápido!

— ¡Alcánzame!

— Mi amor cuidado con las ramas. Albert llegaba y se ponía a lado de Candy.

Mi amor me asustaste, las ramas están bajas.

— Si las vi me acorde del hogar de Pony, extrañaba correr así hacia mucho que no me subía a un caballo. Albert la beso y la pego más a su cuerpo.

— Alguien puede vernos.

— No, es nuestra propiedad estamos solos.

— ¿Podemos nadar en el lago?

— El agua esta fría

— Si te resfrías te cuidare, soy una buena enfermera. — Dijo Candy haciendo un guiño —

— Vamos a dar un paseo en lancha antes de que anochezca. Albert iba remando.

— ¿Es nueva la lancha?

— No, mis sobrinos vienen en sus vacaciones aquí, ¡oh, no! Este es un invento de Stear.

— ¡Está entrando agua Albert! Se hunde.

— Tendremos que nadar a la orilla.

— Ja ja ja que gracioso y tu cuidándome que no me mojara. Candy se tira en el pasto no dejaba de reírse. Él se pone arriba de ella besándola.

— Ven te enseñare mi lugar preferido. Ambos iban escurriendo agua. Albert levanto unas ramas y entraron a un pequeño campo había unas rocas, se vislumbraba una pequeña cueva, Candy quedo maravillada con ese pequeño lugar.

— ¿Y esa canasta?

— Mateo la trajo. Albert la tomo de la mano entraron en la pequeña cueva cerrando con las ramas la entrada, prendió una pequeña vela.

— ¡Es hermoso, Albert!

— Siempre pensaba cuando estaba aquí que le haría el amor a mi esposa hasta desfallecer.

— ¡Albertt!

El follaje verde alrededor de la pareja, el día estaba por terminar para dejar entrar la noche, dos cuerpos desnudos se convertían en uno, la cabellera de Candy caía entre sus rizos llevaba unas hojas incrustadas, Albert la miraba embelesado viendo su movimiento, acaricio sus pechos, sus caderas... La visión que tuvo con su blusa mojada marcando sus pechos, se le quedaría grabada. La giro, sentía que estaba siendo algo salvaje con ella pero era algo que deseaba y ese era el lugar perfecto en la naturaleza con el atardecer, sus movimientos fueron más acelerados ella le respondía juntos llegaron al clímax, él se dejó caer sobre su cuerpo, su respiración era acelerada ella le acariciaba la espalda, el levanto el rostro.

— ¿Te hice daño?

— Me gusto verte así. — Le dijo Candy besando sus labios —

— Sé que tuvimos caricias previas antes de casarnos pero ahora estamos casados, enséñame mi amor a amarte.

— Candy mi amor que hice para merecerte. Albert tomo su rostro con sus manos y lo lleno de besos, volvió amarla.

— Vamos al agua solo un momento no quiero que vayas a enfermarte.

— Esta rica pensé que estaría más fría.

— Déjame quitarte las hojas. Candy rodeo con sus piernas la cintura de su esposo y su cuerpo reacciono, la beso con devoción y desesperación quería estar dentro de ella de nuevo, y que ella le respondiera estaba extasiado.

Llegaban a la Villa en un solo caballo Albert conocía el lugar, Candy iba recargada sobre su pecho.

— La bañera debe estar lista después cenaremos. Se quitaban la ropa húmeda entraban juntos a la bañera. Estamos solos mi amor, Mateo y Romina vienen mañana.

— ¿En qué piensas Candy?

— En los hijos que deseamos tener, no lo hemos platicado.

— ¿Quieres esperar para tener familia?

— No, solo que no hemos hablado de cuantos. Dijo Candy con sus mejillas rojas, provocando la ternura de su esposo.

— A mi me gustaría una familia grande, pero respetare tu decisión.

— Por lo pronto cuatro. — Mostrando una amplia sonrisa, dijo Candy, Albert se acerco y la beso apretándola a su pecho—

— ¿Solo cuatro? Un Albert sonriente lleno de felicidad él ya quería tener a sus hijos en sus brazos. Mmmm bueno dejemos en cuatro y tal vez dos más, ¿qué te parece?

Candy abrió los ojos, sonriendo a su marido lo lleno de besos y él se dejo querer, bajaron abrazados para cenar.

— Te sigo viendo preocupada, mi amor ¿qué pasa?

— Tal vez Flammy se convierta en mi cuñada Tom no la soltaba y nada me daría más gusto, desde que la conoció en el hogar de Pony la ha cortejado.

— Han superado lo que vivieron juntas sobretodo Nataly.

— Gracias a Emanuel que la ha apoyado.

— Mis tripas ruguen podemos bajar en bata.

— ¡Qué bien huele! Se me abrió el apetito.

Tres años después

— Por aquí mis amores no corran, despacio no hay prisa.

— Mami me gusta la arena. Decía el pequeño George solo había sacado el cabello rizado de su madre moviendo sus piecitos en la arena

— ¡Hola mi amor! Llego a tiempo.

— Si amor.

— Papi, papi súbeme al columpio. Gritaba Will alzando sus brazos, había nacido primero sus ojos azules idénticos a su padre, su cabello liso rubio

— Fue buena idea hacer este jardín para los niños disfrutar al aire libre, la casita del árbol, el camino de madera y el arroyo debajo, vivir en la ciudad nos perdemos de estos momentos con la naturaleza quiero que nuestros hijos disfruten su infancia.

— ¡Hola tía!

— Candy te quedo hermoso mis nietos andan felices.

— Las bancas de madera me encantaron, me sorprendiste haciéndolas mi amor. Albert se acerca al oído de Candy.

— Mis manos hacen maravillas mi amor. Miro a su esposa sonriente, Candy se iba sonrojada con sus dos hijos a la arena se sentaba mientras uno se columpiaba el otro jugaba con arena. En eso llegaban su abuelo y su padre.

Albert los abrazaba su tía estaba delante viendo a sus nietos que eran su adoración.

— Es una hermosa imagen verdad, mi mujer y mis hijos, bueno les daré la buena noticia estamos embarazados de nuevo no queremos saber el sexo hasta que nazca pero esperemos que haya una nena igual a mi mujer en esa pancita. Y si no seguiremos intentando quiero tener dos nenas o tres.

La tía abuela se gira con cara de sorpresa — ¡William! No queremos todos los detalles. George y el señor Kael sonrieron. Hay que cuidar a Candy no debe cargar a los gemelos y estoy de acuerdo que deben tener más hijos les quedan hermosos.

— Me extraña hijo que sola sea un bebe — Dijo el señor Kael en mi familia ha habido embarazos de trillizos y gemelos solo que perdí contactos con todos ellos, sabemos que mi nieta quiere ocuparse de ellos personalmente pero contrataremos personal dos más uno la dejaran exhausta.

—¿George tu no dices nada?

— William si soy el más feliz, no me importa el sexo de los bebes mientras todo salga bien, veo a mi hija con un brillo especial en sus ojos que no tenía en su primer embarazo, tal vez este la niña formándose. Y ya te imagino como papá celoso. Ja ja ja

Ahora Albert fue el sorprendido no lo había pensado trato de borrarse la imagen de papá celoso pero no pudo.

Un fin de semana en Miami

— Mi amor me tienes extasiado con esos movimientos, disfruto verte bailar así. Los movimientos de Candy al ritmo de la música eran sensuales.

— Vamos a sentarnos los chicos ya están sentados y quiero ir al tocador. Albert y Candy se acercan a la mesa.

— Te acompañare al tocador.

— Voy con Flammy y Nataly.

— Se lo que pasa por tu mente mi amor, tranquila yo esperare afuera y las acompañara Úrsula.

— Oh, Candy no sé cómo agradecerte, estos días han sido fabulosos Tom y yo bueno no saben chicas que les puedo decir el bronceado que tenemos, mi Tom se ve más guapo.

— Si Candy muchas gracias Emanuel y yo también estamos agradecidos, Nancy se quedó con mi madre, ella quiere ir al hogar de Pony regresando la llevaremos.

— No tienen por qué darlas son como mis hermanas recuerdan lo que platicábamos cuando estuviéramos casadas las tres haríamos un viaje de parejas, me hubiese gustado que fuera más días pero mi pequeña Eileen tiene un año.

— A Eileen solo le faltaron tus pecas, la cara de felicidad del señor Andrew cuando la recibió en sus brazos.

— Él deseaba tener una hija, y mi padre no se diga, mi abuelo no deja de comprarle todo lo que ve en los aparadores a los tres.

Sus abuelos la consienten tanto, tía Elroy no para de comprarle vestidos. ¡Cielos tiene más ropa que yo! Sé que se quedaron en buenas manos, y por eso lado estoy tranquila, y nosotros necesitamos también nuestro tiempo en pareja no creen, esta escapadita valió la pena. Vamos con nuestros esposos o son capaces de entrar ja ja ja.

— Candy ¿y que sabes de Annie?

— Solo que esta en Francia, deseo que sea feliz entre ella y yo no puede haber nada ni amistad.

— No quise recordártela, discúlpame.

— No te preocupes Nataly, somos hermanas y entre hermanas nos contamos todo. Dijo Candy haciendo un guiño.

— ¡Lista mi amor!

— Sí, Albert. Albert iba manejando Candy, Flammy y Nataly iban cantando, el coro lo hacían Emanuel y Tom.

— Parece que todavía tienen pila — dijo Albert —

Llegaban al hotel cada Albert cargaba a Candy, se había quitado las zapatillas él la puso en el suelo, ella corrió al baño seguida de Albert.

— ¡Mi amor! Candy estaba hincada en el sanitario. Candy estas temblando. Candy devolvía el estómago.

Mi vida pero si no tomaste más que dos copas, ¿acaso el aire cuando salimos te hizo daño?

— No sé mi amor pero me siento mareada todo me da vueltas.

— Nos bañaremos juntos el agua fría te hará bien, ten el vaso con agua para que te enjuagues. Candy hizo el intento de ponerse de pie y se desvaneció en los brazos de Albert.

— ¡Candyyy! Él la tomo en brazos y la deposito en la cama. Pensó en sus amigas enfermeras pero no quería ser inoportuno, marco a Harry para llevarla al hospital.

— Vamos al hospital más cercano Harry.

— Sí señor. Candy era recibida en emergencias.

— ¿Hace cuento esta inconsciente señor?

— Media hora.

— Dice que solo tomo dos copas con alcohol, vómito y luego se desvaneció.

— Sabe usted la fecha del periodo de su esposa. Albert se quedó sorprendido.

— Si doctor, la semana pasada tenía que haberle llegado.

— Bien le tomare una muestra de sangre, no tardara en recobrar el conocimiento. Albert se llevó sus manos al cabello con una sonrisa, estaba preocupado por su esposa en los embarazos anteriores no se había desmayado.

— Mi amor estamos embarazados de nuevo. Albert le acariciaba la mejilla y deposito un beso en su frente. Candy abrió los ojos vi el rostro de su esposo preocupado.

— ¡Albert! ¿Mi amor dónde estoy?

— Estamos en el hospital.

— ¡En el hospital! ¿Pero por qué?

— Te desmayaste después de vomitar y no quise molestar a Flammy y Nataly, no tarda en venir el doctor.

— No volveré a tomar alcohol.

— Mi amor no fue le alcohol ¿cuándo tenía que llegarte tu periodo? Le decía Albert acariciando su rostro y besando sus manos. Candy empezó a llorar.

— ¿Ya lo confirmo el doctor?

— Te llevaran a examinarte.

— Mi amor podemos mantenerlo en secreto no quisiera decirle a la chicas todavía.

— ¿pero por qué?

— Bueno es que… Flammy está preocupada porque no se ha embarazado.

— Tal vez deberían consultarlo con un especialista.

— Se mandaron hacer unos exámenes antes de venir, esperemos que no sea nada grave. Mi amor hay algo más…

— Mi vida me preocupas.

— Tom desde que la conoció en el hogar de Pony se enamoró de ella… Pero ella tardo en aceptarlo… porque ella no deseaba tener hijos, lo hablaron en su momento pero después de vernos con nuestros hijos, le nació lo maternal aunque la veo indecisa todavía, ella tuvo una infancia difícil sus padres son alcohólicos.

— Me dejas sin palabras mi amor, si hay algo que podamos hacer por su familia no dudes en decirme.

— Gracias mi amor, pero sus padres no desean ayuda, ella se hace cargo de su hermana pequeña está en un internado.

— Bueno es lo mejor para su hermana.

— Si, Flammy desea que ella termine una carrera profesional.

— Sea lo que sea cuentan con nuestro apoyo. La noticia que les daba el ginecólogo a los rubios tenía un mes de embarazo.

En el hotel

Nataly y Flammy estaban en el lobby esperando a Candy, cuando la ven llegar en brazos de Albert se alarmaron.

— ¡Candy! Dijeron los cuatro al mismos tiempo.

— ¿Hermanita pero que te paso? — Un Tom preocupado porque veía pálida a su hermana.

— Fui a dar al hospital la bebida me hizo daño, nos daremos un baño rápido para ir al aeropuerto.

— Pero Candy porque no nos hablaron.

— Bueno no queríamos molestar — dijo Candy haciendo un guiño, ruborizando a las dos parejas —

En la habitación de los rubios Albert dejaba a Candy en la cama mientras preparaba las maletas.

— Albert echa todo sin fijarte vamos a bañarnos. Candy empezó a quitarse la ropa, Albert le miraba el vientre, su pecho se hincho otro hijo se estaban cuidando era algo que no podía explicarse.

— Espérame mi amor, puedes caerte todavía estas débil no has comido nada. Entraron juntos a la regadera.

El cuerpo de Albert reaccionaba, el agua caía sobre sus cuerpos, él la recargo contra la pared besando su cuello, sus manos sostenían las de ella devoro su boca, Candy soltó sus manos cambiaron de posición, Albert se recargo en la pared Candy besaba su pecho, siguió la línea de vello rubio hasta llegar a su parte intima sorprendiéndolo.

— ¡Candyy! Mi amor. Albert acariciaba su cabello, estaba extasiado por el atrevimiento de su esposa.

«Eres tú la que me lleva a la luna, la que me quema la piel, eres tú solo tú»

— ¡Cielos! ¡Candyy! Albert se estremecía por la caricia que le hacia su esposa, jadeaba, apretaba sus labios, cerraba sus ojos. Él la levanto y la giro Candy se apoyó en la pared, Albert acariciaba sus pechos, no era la primera vez que hacían el amor en la regadera, juntos llegaron al clímax. Sus cuerpos se estremecían, Albert sentía que iba a desfallecer, tomo el rostro de su esposa y la beso, mientras sus cuerpos se calmaban, ella lo había llevado luna y traído a la tierra. Termino el beso mirando a su esposa dándole un pequeño beso, la trajo a su pecho.

— ¿Te gusto?

— Me preguntas si me gusto, me encanto me llevaste a la luna mi cielo. Mi corazón todavía sigue acelerado. Ahora déjame ponerte jabón los chicos entenderán nuestro retraso.

Casa Stevenson

Tom y Flammy salían al patio tenían en sus manos los resultados de los exámenes.

— Flammy escúchame mi cielo, sé que tu no deseabas ser madre y yo te acepte así, más adelante adoptaríamos si estábamos seguros, no quiero que te sientas presionada por el que dirán o porque la gente te pregunte para cuando te embarazas, es tu cuerpo y tú decides. Flammy lloraba por tener a su lado a un hombre como su esposo que la comprendía y respetaba.

— Gracias Tom por comprenderme, tal vez sino me he embarazado es por eso que mi mente me bloquea o no sé.

— Shhht no te molestes contigo misma, vamos a ver los resultados cualquiera que diga este papel lo afrontaremos. Después de que casi te pierdo en manos de ese sujeto, disfruto cada día que estoy a tu lado. Y que trabajes con el doctor Martín en la clínica que mando hacer la familia Andrew, tenerte cerca no quiero estar lejos de ti.

Ambos leían los resultados los ojos de Flammy se llenaron de lágrimas, miro al cielo. Tom la abrazo beso su rostro, puso su frente en la de ella, él también lloraba.

— Estábamos destinados a estar juntos, desde que te vi en el hogar de Pony me enamore de ti. Yo soy estéril, así que deja de culparte por no embarazarte, más adelante adoptaremos si lo deseamos.

— Tom, mi Tom deseaba ser yo la del problema así tu podrías…

— Yo no deseo a nadie más a mi lado, ¿estabas pensando dejarme?

— Bueno así podrías tener tus propios hijos.

— Tenerlos con una mujer que no amare porque mi corazón solo pertenece a una persona y esa eres tú. ¿Crees que esos hijos podrían ser felices, en un matrimonio donde no hay amor entre sus padres?

— Perdóname, no estaba pensando. Tom la abrazo para que se calmara.

— Ahora hablaremos con mi padre, el querrá que adoptemos inmediatamente pero se que nos entenderá. Ahora mi amor con estos resultados se te hará mas fácil responder a la preguntas que te hagan tus pacientes, he visto como te presionan. Flammy se abrazo más a su esposo.

Tom más tranquilo por los resultados que arrojaron los estudios, sentía que le quitaba un peso a su esposa, el había sido testigo de los comentarios de las pacientes que atendía su querida Flammy ¿y para cuando te embarazas? ¿Las mujeres tenemos un reloj biológico? Y recordaba su sonrisa sin decir una palabra a las pacientes.

Residencia Andrew

— ¡Hola tía! ¿Y mi mujer?

— En su habitación, hijo. Los niños están en el jardín con su bisabuelo.

— ¿Sé sintió mal de nuevo?

— Cada embarazo es diferente, voy con los niños disfrutan mucho el jardín que hizo Candy.

— Si fue buena idea que disfruten la naturaleza, estaré con mi mujer. Albert subía abría la puerta despacio, la imagen de su esposa dormida con el cabello regado por la almohada, le recordó cuando la vio en el hospital, se quitó la corbata y el saco, se acostó con su esposa, le acariciaba el vientre.

— Mmm llegaste mi amor, ¿ya es de noche?

— Ja ja ja no mi vida llegue temprano me fui preocupado por tu salud.

—Este embarazo me da mucho sueño, estuve un rato con los niños y bostezaba y bostezaba, mi abuelo me mando a dormir. Está vuelto loco con la llegada de otro bisnieto, dice que se llamara Kael Alexander.

— ¿Y tú que dices, mi amor?

— Me gusta el nombre, pero si es niña no he pensado.

— Bueno no hay que preocuparnos por eso. ¿Y tienes mucho sueño todavía? Albert le daba besos por toda la cara, besaba su cuello, su mano fue subiendo por su muslo.

— ¡Candy, mi amor no traes bragas!

— No, tenía bastante sueño que tome la primer bata y me dormí.

— Eso explica porque traes al revés la bata. — Dijo Albert sonriente viendo a su esposa adormilada —

Albert le alzo la bata, besos sus pechos, esa pequeña caricia basto para que su esposa le correspondiera le hizo el amor despacio sin prisas, sabía que su tía se ocuparía de no dejar subir a los niños. Cargo a su esposa para ducharse la ayudo a vestirse y salieron tomados de la mano rumbo al jardín donde estaba la familia reunida.

— ¿Cómo sigues hija? Pregunto George que estaba feliz con la llegada de otro nieto, pronto Stear y Archie se ocuparían de parte de los negocios de la familia y él podría disfrutar más de sus nietos, se había encargado de dejar personal de su confianza en el negocios de vinos de su suegro, pero estaría siempre al pendiente esa era la herencia de sus nietos.

— Con el descanso mejor, espero que solo sean los tres primeros meses. Albert se acercaba a su esposa con la pequeña Eileen en sus brazos.

— ¡Mami!

— Mamá ya está bien —pregunto el pequeño George —

— Si hijos ya está mejor hay que cuidar a mami. Candy se sentó en la banca para cargar a su hija y los gemelos se pusieron a lado.

— Willian estoy preocupada por Stear y Archie quieren disfrutar su soltería y no contraer nupcias pronto, estos jóvenes de ahora.

— Ja ja ja, no te preocupes Elroy cuando llegue la mujer adecuada no lo pensaran dos veces para casarse. — Dijo el señor Kael sonriente —

— Cuando el verdadero amor llega es para quedarse y no hay cabida para nadie más, señora Elroy. George que no cabía de felicidad por la llegada de otro nieto, recordó cuando su mirada se encontró con su querida Eileen.

— Si tía, desde que mi mujer se adueñó de mi corazón, no tuve ojos para nadie más y ya vamos por el cuarto hijo y faltan dos más, quiero seis hijos. Albert se sentó en la banca cargando a sus gemelos.

Meses después Albert recibía en sus brazos a Kael Alexander rubio de cabello rizado y ojos verdes.

— Candy mi amor es el primero que tiene tus pecas tiene cinco pequitas en la nariz y quiero dos más con pecas. Menciono Albert mirando a su pequeño en sus brazos que se había quedado dormido y él lo miraba embelesado, afuera estaba la familia esperando para entrar.

— Mi amor pero ahora si vamos a esperar dejemos pasar unos dos años Candy acomodándose la bata.

— Te entiendo mi amor, si nos cuidamos no sé qué fallo pero nos quedó hermoso Kael.

Se abrió la puerta de la habitación entraron los gemelos y Eileen hablando en voz baja para no despertar a su hermano, Eileen quería estar con su madre en la cama su abuelo la ayudo.

— ¡Hola mis amores! Ya nació su hermanito.

— ¡Mami! — Dijo Will hablando despacio —

— ¿Porque hablas bajito mi cielo?

— Ya lo escuchamos llorar y no queremos despertarlo. Dijo Will tapándose los oídos, provocando la risa de los adultos.

— Adelante.

— Aquí estamos hermanita.

— ¡Tom! ¡Flammy!

— Parece que ustedes no ven la televisión. — Dijo Tom ruborizando a Candy —

— La verdad hermanita que les quedan hermosos.

— ¡Tío Tom! Dijo el pequeño Will hablando bajo.

— ¿Por qué hablas bajo Will?

— No quiero despertar a mi hermano no sabes cómo llora, ¿y mis tíos Nataly y Emanuel?

— Anda de vacaciones.

El señor Kael cargaba a su pequeño bisnieto, en ese momento el bebé abrió los ojos mirando a su bisabuelo.

— Hija es igualito a ti, mira George parece que tuviera a mi querida Eileen en brazos.

— Aquí toy abuelo. Dijo Eileen que estaba abrazada a su madre provocando la risa de los adultos. Si mi pequeña ya te vi.

— Candy, hija ya está todo preparado en casa para recibir al nuevo miembro de la familia.

— Gracias tía, quisiera irme hoy pero el doctor me dijo que hasta mañana.

— Es mejor hija fue un parto difícil el bebé venía muy grande.

— Yo quiero que mi papi se vaya conmigo. Eileen con carita de puchero.

Candy volteo a mirar a Albert que estaba sorprendido por el berrinchito de su hija, apunto de soltar el llanto.

— Está bien hija me iré con ustedes y les contare un cuento pero me prometen que se dormirán temprano. Los niños se alegraron porque su padre les contaría un cuento.

— Yo me quedare con mi hija William, así estarás tranquilo, nuestra pequeña Eileen necesita a su padre y los gemelos también. Albert no muy convencido de dejar a su esposa pero sus otros hijos lo necesitaban tal vez había un poco de celo por el nuevo hermanito.

La luz tenue de la habitación donde estaba Candy con su pequeño Kael había quedado en total silencio hasta tres horas después que se despertó kael, Candy se había levantado al baño, por lo que lo escucho llorar, George dormía profundamente la noche anterior los gemelos no querían dormirse querían a su mamá, Candy tomo a su hijo para alimentarlo, mientras lo alimentaba le cantaba en voz baja y le tocaba las pequitas que apenas eran visibles, George se despertó parpadeo una vez y luego otra vez la imagen que tenía enfrente, unas lágrimas resbalaron por su rostro, era su querida Eileen abrazando a su hija y a su nieto, el niño miraba embelesado el rostro de su abuela pareciera que entendía lo que le decía, Candy seguía cantando en voz baja, el rostro de Eileen se giró para ver a George y le sonrió la imagen se desvaneció.

—Te desperté papá, Kael parece que no quiere dormir.

— No hija, «Fue la presencia de tu madre» dame al niño para arrullarlo. Están parecido a ti, gracias hija por hacerme el padre y abuelo más feliz, el amor de tu madre y el mío lo vemos reflejado en ti y nuestros nietos.

— ¿Papá, seguro estas bien? Si hija, verte mientras cargabas al niño me imagine a tu madre y lo feliz que hubiéramos sido, estoy bien hija se me pasara.

— Papá… nunca pensaste en casarte.

— No hija, el amor que sentí y siento por tu madre ocupa todo mi corazón, buscarme a alguien solo para tener compañía seria ser egoísta de mi parte. Ahora que tengo a mis nietos me siento dichoso y es la etapa que me perdí contigo, por eso los disfruto. George se acercó para besar a su hija en la frente.

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La familia Andrew Ballard se había incrementado tres niños y una niña que eran la felicidad de la familia y los abuelos.

— Al fin se durmieron nuestros hijos, mi amor y los abuelos cayeron rendidos fue buena idea que se vinieran a vivir con nosotros así disfrutaran más a los niños. ¿Ya podemos encargar al siguiente?

— ¡Albert! Solo ha pasado un año.

— Podemos practicar mientras ¿qué te parece? Te amo tanto Candy.

— Y yo a ti mi príncipe.

Albert envolvió a su esposa en sus brazos, las pijamas quedaron tiradas a lado de la cama él besaba su vientre, le encantaba escuchar los gemidos de su esposa, lo excitaban y lo llevaban al límite.

«Cuando menos lo esperaba, cuando no buscaba nada te encontré y yo que me pasaba noches días entre amores de mentiras yo que no creía en cuentos de hadas, ni en princesas encantadas y eres tú solo tú la que me lleva a la luna»

FIN

Es el capitulo más largo que he escrito...

Hemos llegado al final de esta historia gracias por acompañarme.

Muchísimas gracias por sus reviews y las personas que me leen en silencio agradecida por tu tomar de su tiempo.

«Te encontré de madrugada cuando menos lo esperaba, cuando no buscaba nada te encontré, pregunte con la mirada tu sonrisa me invitaba para que, tantas palabras para que y yo que me pasaba noches días entre amores de mentiras entre besos de papel y yo que no creía en cuentos de hadas, ni en princesas encantadas no me pude defender y eres tú solo tú la que me lleva a la luna…» Angel (Elefante)