Descargo de responsabilidad: Gracias sean dadas a Nakamura sensei por la creación de Skip Beat!


Y SI…

Y si esa noche los guardias de seguridad me hubieran confundido con una fan enloquecida e idiotizada (algo que honestamente no estaba nada lejos de la realidad en aquellos días), y no me hubieran dejado entrar al estudio, nunca hubiera escuchado esa conversación, nunca hubieran aparecido mis furias y rencores, y hubiera tenido que comerme las hamburguesas frías (porque todo el mundo sabe que desperdiciar la comida es de locos) y beberme el refresco aguado. Por no hablar de las papas fritas convertidas en cartón piedra…

Jamás me hubieran roto el corazón…

Hubiera seguido levantándome antes del amanecer para repartir los periódicos. Hubiera corrido como una loca entre trabajo y trabajo para hacer las compras de la casa. O simplemente para no llegar tarde. A la noche, hubiera llegado a un apartamento vacío, agotada, derrengada, arrastrándome hasta mi triste saco de dormir (porque no había dinero para otro futón. Bueno, no había dinero para mi futón) y con el pelo apestando a fritanga, con la única compañía de flanes a punto de caducar, y a pesar de todo, hubiera sido más o menos feliz.

Irrelevante, plana, aburrida, sin ningún atractivo… Una criada.

Hubiera vivido en la más venturosa de las ignorancias.

Pero los "y si…" no conducen a nada. Son las decisiones que nunca tomamos, son la vida que nunca tuvimos… Son los caminos que nunca existieron y no merecen ni el tiempo de especular con ellos, aunque me gusta pensar que eventualmente hubiera encontrado la forma de llegar a la vida destinada para mí.

Todo ocurrió.

Porque ahora vivo. Ahora realmente vivo por y para mí. Persigo mis sueños y no los de otro, río y lloro de alegría y de tristeza, amo y soy amada. Tengo una familia del corazón, que me quiere a mí, ¡a mí!, a la niña que nadie quiso nunca. Tomo decisiones, me equivoco y acierto, tropiezo y me vuelvo a poner en pie. Elijo, elijo una y otra vez…

Por primera vez aprendo a ser un poco egoísta. Pero es el mío un egoísmo sano y sublime, que me impulsa a ser mejor, solo para igualar a los demás, nunca para superarlos (de acuerdo, es cierto, hubo un tiempo en que sí, pero créanme, definitivamente ya no es el caso). Porque hace ya mucho que aprendí a desprenderme del peso de venganzas y rencores, dejé de arrastrar las cadenas de otro y rompí las mías.

Sí, todo pasó. Y así aprendí que el dolor, el desengaño y la ira devienen en espejos necesarios de ilusiones, alegrías y afectos sinceros, para que aprendas a reconocerlos, para abrirte los ojos y el corazón a los demás.

Este es el camino que he vivido, hasta aquí me han traído mis pasos. Y que los cielos me perdonen, pero apenas puedo soportar la impaciencia de lo que traerá consigo el nuevo día. Desafíos, retos, risas, un par de besos…

No vivas en los "y si…". Vive el aquí y ahora.