Notas de la autora: ¡Hola chicas! Como les prometí, aquí tengo mi nueva historia de romance de instituto. Verán que es un S+S en toda su gloria y que tiene una redacción en primera persona. (Los capítulos impares serán descritos desde el punto de vista de Sakura, y los pares desde el punto de vista de Shaoran). La idea de Mi Fan número 246 es ser fresca, jovial y romántica. Por eso la redacción es más desenfadada y usa un vocabulario coloquial. Ya me dirán si consigo transmitir "ligereza" en esta historia. "La petición" era muy densa, así que quiero hacer de esto algo divertido y fácil de digerir. Jajaja. La publicación será semanal (todos los jueves) y serán de 5000 o 6000 palabras por capítulo.

Si les gustan los mangas shojo, este fic será el suyo. Con todos los tópicos incluidos que tanto nos hacen suspirar. Jajajaja. Los adoro. (Por cierto, mi manga shojo de instituto preferido es Strobe Edge de Io Sakisaka muy seguido por Haru Matsu Bokura de Anashin, ¿los conocen? Se los recomiendo)

Sin más que añadir, les dejo aquí mi nueva, loca y humilde historia. Y recuerden que ninguno de los personajes me pertenece (ya me gustaría a mí…) y que cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia. Jajajaja. Un beso a todos y todas y gracias por darme una nueva oportunidad. Espero merecerlo. Arigatooooooo


Mi Fan número 246

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Capitulo primero

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Primeras impresiones

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Tomoyo siempre lograba sacarme de quicio. No me malinterpreten, la adoro, de verdad que sí. ¡Pero no cuando hace una de las suyas a mis espaldas! Lo que pasa a menudo… ¡Y es que es una conspiradora! Y aquí, entre mis dedos y de un color verde chillón, tenía su última fechoría.

- Tomy… mi dulce, adorada y buena Tomoyin… ¿qué significa esto?

- ¿A qué es lindo? Yo he hecho el diseño de la tarjeta y también hago los panfletos. ¡Y me pagan! ¿Te lo puedes creer? Aún soy una diseñadora gráfica aficionada y ya tengo mis primeros pedidos.

- Sí… muy lindo… pero es un jodido carné.

- Ajá…

- De un club de fans

- Ajá…

- De un tío llamado Shaoran Li al que ni siquiera conozco…

- ¡Lo sé!

- ¡Y pone que soy su fan número 246 de un grupo llamado "El lobo de china"!

- ¿A qué es fantástico?

- ¡No, Tomoyo! ¡No lo es! Desde hoy tengo dos trabajos y unas notas pésimas en matemáticas. No tengo tiempo para estas tonterías. ¿Y cómo me he unido a un club del que ni siquiera he oído hablar? ¡No he firmado mi consentimiento! – miré la fotografía de ese… ese Li, mientras luchaba por no sacarle los ojos a mi mejor amiga. El niñato ese era guapo, vale, pero ¿en verdad habían fundado un club de fans por él? ¿Era cantante o algo?

- En cuanto a lo de la firma… ¿recuerdas los papeles que te entregué ayer? Para la salida de tres días de la secundaria y demás… pues…

- ¡¿Colaste los papeles del maldito club?!

- ¡No te enfades! Es que sólo si consiguen 250 miembros recibirán un apoyo económico para mantener el club y sus actividades. ¿sabes? Y sólo cobraré mis diseños si reciben la ayuda. Ya sabes que económicamente vamos las dos algo justas Sak…

Eso era cierto. Mi alocada mejor amiga y yo no habíamos tenido mucha suerte en la vida. Nuestros padres eran amigos desde jóvenes y siempre salían juntos a todas partes. Incluso tras tener a sus hijos, se juntaban una o dos veces al mes para salir a cenar y nos dejaban con una canguro maravillosa llamada Khao.

Una de esas noches, tuvieron la mala suerte de chocar con un camión que se había desplazado de carril. Más tarde supimos que el conductor había sufrido un infarto y por eso había perdido el control del vehículo. Pero, fuere como fuere, el resultado había sido la muerte del conductor y la de tres de nuestros padres. Siendo mí padre, Fujitaka Kinomoto, el único superviviente. Para ese entonces, Tomy y yo teníamos tres años.

Tomoyo no tenía más familiares, así que mi padre decidió adoptarla y se vino a vivir a nuestra casa. Y desde entonces, somos algo así como una familia unida. Pero a pesar de que mi padre trabaja de profesor en una universidad con renombre, la vida en Japón es muy cara. Vivimos en un pequeño pueblo a las afueras, llamado Tomoeda, y tenemos una casa familiar que nos compramos con el dinero que Tomoyo heredó de sus padres. Pero con todo, nos cuesta llegar a fin de mes. A fin de cuentas, ¡Somos tres jóvenes en edad de estudiar!

Mi hermano, Touya, trabaja y estudia en la universidad y costea todos sus gastos. Así que Tomy y yo decidimos seguir su ejemplo y empezamos a trabajar en cuanto entramos a la secundaria superior. Es duro y a penas nos deja tiempo para ir con nuestras amigas por ahí. Pero gracias a eso podemos vivir una vida cómoda dentro de nuestras posibilidades y ahorrar para la universidad. Pero estoy divagando y no quiero aburrir a nadie. Volvamos a la travesura de mi amiga/hermana Tomy.

- Pero… ¿¡Que tengo que ver yo en todo esto!? No puedo ir a sus reuniones ni… ni hacer nada para el club. ¡Si no tengo tiempo ni de hacer mis sesiones de zumba por las mañanas!

- Lo sé, lo sé. Y te prometo que solo tendrás que ir a una o a dos reuniones al año…

- ¿Qué? Si tú quieres unirte, vale, pero no me metas a mí.

- Oh, yo no formo parte del club. Necesitaban alguien externo para los diseños, algo de un conflicto de intereses o yo que sé… - me llevé los dedos a la sien mientras contaba hasta diez para no estrangularla.

- A ver… ¿me estas diciendo que me has unido a un club de fans de un tío que no conozco y del cual ni siquiera tú formas parte? – vi la gota en su frente y juro por dios que quise ahorcarla allí mismo. De no ser porqué estábamos en medio del patio y había demasiados testigos, la hubiera estrangulado con mis largos dedos hasta verla de color azul pitufo. - ¡Tomoyo!

- ¡Es por una buena causa! Sólo deberás asistir mañana a la primera reunión y firmar unos papeles de consentimiento de actividades y serás libre hasta abril. ¿Ves? Dos reuniones al año… que estamos a septiembre nada más, mujer…

- ¡Mañana es viernes y tengo trabajo!

- Vamos… no es tan malo. Además, le pedí permiso a Fay y no ha puesto impedimento. Puedes entrar a trabajar una hora más tarde en la cafetería.

La cafetería "Ojos de Gato" era mi primer lugar de trabajo. La dirigían dos hombres maravillosos y hacían el mejor volcán de chocolate del país. Hasta salió en una revista y todo. Y aunque mi jefe Fay es muy comprensivo y atento, Kurogane es otro cantar… sí llegaba tarde me pondría a limpiar los baños, sin duda.

- ¡Tomoyo! ¿Has hablado con mis jefes sin mi permiso? ¡No te metas en mi trabajo!

- Tú te metes en el mío y yo no digo nada…

- ¿Qué yo me meto en tu trabajo? Serás… ¡Eres tú la que quiere que le haga de modelo para sus diseños locos! ¡Yo encantada lo dejo!

- Ay Sak… deja de joder. Es un favor, nada más… además que el tipo es bien parecido. Me parece mentira que no sepas quién es… va a segundo y es el más "cool" de toda la secundaria. Fíjate nada más en esos ojos castaños tan hermosos… - miré el montón de corazoncitos que desprendía con desprecio.

- Me da igual. ¿Y que es eso de tener semejante club de fans? ¿Cómo lo permite la institución?

- Bueno… en realidad está dado de alta como club de periodismo. Se ocupan de la revista escolar y de las actividades literarias también… algo así como la tapadera perfecta…

- ¡¿Qué?!

- Pero tú no tienes que hacer nada de eso… ahora sólo aceptan miembros de relleno para llegar a los 250. Hasta tienen una autorización especial para aceptar miembros de otras preparatorias. Y creo que ya solo les faltan dos. Así que tranquila… Además, dijiste que no te unirías a ningún club por falta de tiempo. Con este no tendrás que dedicar nada de horas y podrás incluirlo en tus extracurriculares como "club de periodismo". Eso quedará muy bien en tu carta de solicitud a la universidad ¿no?

- Mierda Tomy… - miré mi reloj y dejé escapar un grito al cielo. - ¡Joder! Voy a llegar tarde. ¡Y es mi primer día!

- Oh, es verdad. Hoy empiezas tu curro en el gym.

- Deja de hablar como una adolescente…

- Soy una adolescente Sak.

- Me voy. ¡Ahora! Esta noche seguimos hablando de esto y de cómo vas a darme de baja…

- Ya… eso no va a pasar…

Sólo gruñí en respuesta y salí a toda prisa en busca de mi bicicleta último modelo. Sí, puede que fuera justa de dinero, pero adoraba el deporte y no podía simplemente llevar una bici normal. Así que a mi corta edad tengo ya mi primer pago a plazos. ¡Pero es que me enamoré de esta preciosidad nada más verla! Ideal para carretera y distancias largas. Una hermosura a dos ruedas. ¿Por qué esa niña tonta no me había unido a un club de fans para el ciclismo? Con eso podía.

Pero lo cierto es que no tenía mucho tiempo para seguir dándole vueltas. Hoy empezaba mi nuevo trabajo. Sólo trabajaba en la cafetería los sábados y festivos y alguna tarde que faltaba personal, pero aún me quedaba tiempo libre, por lo que había buscado un segundo trabajo. Grata fue mi sorpresa al ser aceptada en un gimnasio de un pueblo vecino dos tardes a la semana. Vale, tenía como una hora de camino en bici, pero era la caña. Es decir, me habían aceptado de monitora infantil. ¡Iba a dar clases de natación a bebés y a niños de tres a ocho años! ¡Estaba loca de alegría! Adoraba a los críos y podía vivir literalmente dentro del agua cual sirena. Así que, en realidad, más que un empleo era una lotería.

El único problema era la distancia y el horario. Las clases terminaban a las cuatro de la tarde, y a las cinco empezaba mi turno en el gimnasio. Eso me dejaba una hora justa para llegar. Y la necesitaba toda en el trayecto. Además de que salía tarde y era peligroso. Pero Touya no tenía por qué enterarse… gracias al cielo su trabajo tenía peor horario y no llegaba a casa hasta pasadas las once de la noche.

Aparqué a toda prisa en el callejón lateral y até mi preciosidad de bici. ¿He dicho ya que adoro mi bici? Y entré como alma que lleva el diablo al gimnasio aún resoplando por el esfuerzo. Yuko, la mujer que me había contratado una semana atrás, me esperaba con una sonrisa traviesa.

- Ya creí que no llegabas.

- ¡Lo siento! ¿Llego muy tarde?

- No, para nada. Justo a la hora exacta. – vi con alivio como Yuko sacaba una hoja de horarios y fichaba en una máquina.

- ¡Menos mal!

- Esta será tu hoja de fichaje. Déjala siempre en tu taquilla y marcas el reloj cuando estés lista y vestida. ¿Ok?

- Sí.

- Bien, vamos a dentro a preparar la orientación y luego te presentare a tu compañero. Se ocupa de la natación también, pero para chicos de nueve a quince años. Ahora está por iniciar la que será tu clase a partir del martes que viene. ¿Sí? Así verás más o menos las rutinas que hacemos. También te explicará nuestro plan de actividades infantil.

- ¡Perfecto! Aunque tengo muchas ideas de actividades que…

- Sakura…

- ¿Mmm?

- De momento… cíñete al plan de actividades. Li es muy estricto con todo esto… Lleva un año con nosotros y ya es nuestro mejor tutor. – un mal presentimiento me recorrió la espina dorsal. ¿De que me sonaba ese apellido?

- Ah… vale…

Tras media hora de papeleo y un montón de exámenes sobre riesgos en el trabajo, me dejó en el vestuario para que me cambiara. El traje de baño del gimnasio era muy rutinario. Un bañador de competición en color azul oscuro. Pero el chándal era precioso. Me gustaba el logo en forma de flor de loto y sus tonos azul pastel. Salí con mis chanclas de baño y el cabello recogido en una coleta alta y me dispuse a reunirme de nuevo con Yuko. Pero en vez de una mujer morena de ojos negros, me encontré con un joven jodidamente familiar en un chándal igual al mío, sólo que el suyo era de color verde olivo. Tragué pesado y me dije a mí misma que simplemente no podía tener tan mala suerte… Sus ojos color ámbar me miraron y no pude evitar contener un grito de frustración.

- ¡Vamos hombre! No me fastidies…

- ¿Disculpa? – vi el asco reflejado en ese rostro perfecto y quise que la tierra me tragara. Contener mis impulsos debería ser mi propósito del mes si quería sobrevivir.

- Yo… eh…. No. Discúlpame tú. ¿Eres mi compañero… eh…?

- Li, Shaoran. – La foto de ese condenado carné color verde se me grabó en la sien y apenas pude evitar soplar de pura frustración. Sí, definitivamente la había jodido, pero que bien jodida. Iba a matar a Tomoyo. Lo juro por dios. - ¿Kinomoto, Sakura?

- Yo, eh… ¿sí?

- ¿No estás segura de si eres o no Kinomoto? – parpadeé un par de veces como idiota y rápidamente asentí con la cabeza.

- Sí, sí. Claro que lo soy. – vi como una de sus cejas se alzaba y como sus ojos me miraban con desprecio. Empezábamos bien…

- Vale… lo que tú digas. Sígueme, Kinomoto.

Y lo hice. Calladita y de mil amores. Porqué señoras y señores, ese chico era un dios chino como muy bien decía el maldito club de fans al que me había unido sin saberlo. Mire su trasero fascinada. Si ya se veía así de atractivo en chándal, no podía esperar a verlo en vaqueros. Recé un par de padre nuestros y ambos entramos a la piscina. Y debo decir que… ¡Era grandiosa! Miré a mi alrededor fascinada y corrí como una niña pequeña a la piscina infantil. ¡Estaba totalmente equipada! Colchones de ejercicios, manguitos, pelotas… ¡me lo iba a pasar en grande! Tan maravillada estaba con todo, que ni me di cuenta del carraspeo incomodo del dios allí presente.

- Ejem… ¿puedes prestarme atención y dejar de brincar emocionada, Kinomoto?

- Sakura.

- ¿Disculpa?

- Puedes llamarme Sakura. – sus ojos rodaron molestos y se alejó camino al grupo de niños y madres que había a un lado. Me quedé atontada mirándole una vez más. - ¡Es para hoy Kinomoto!

Fruncí el ceño, molesta y corrí tras ese arrogante. Vale, puede que fuera guapo, pero no tenía el más mínimo dote social. Un borde, eso es lo que era el lobo chino… Por cierto, ¿Por qué le dirían así? ¿Por su humor de perros?

Observé durante varios minutos como hablaba con algunas madres y todas suspiraban fascinadas. Ahora era yo la que rodaba los ojos. ¡Señoras! Que están con sus pequeños. ¡Contrólense!

Oí como me presentaba e hice una inclinación. ¿Era yo o todas me miraron decepcionadas?

- ¿No vas a seguir dando clases a nuestros pequeños, Li?

- Estoy muy liado con los mayores. Pero la señorita Kinomoto será muy profesional. ¿Verdad Kinomoto? – Asentí enérgica. – Por hoy aún haré yo la clase y el martes será ella quién prosiga con el plan de actividades.

- Oh… te vamos a echar de menos… - Ya… yo ya sabía "qué" echarían de menos… ¡Su glorioso trasero! ¿Y quién podía culparlas? Yo también preferiría tener esa vista todos los martes y jueves. Un momento… ¡la tendría!

El resto de la clase lo pasé observando (la clase… no sean mal pensadas) sentada a un lado y jugando con los pies en el agua. Shaoran ni se quitó la camiseta. Sólo daba ordenes a las madres de cómo debían usar el equipamiento y les explicaba el procedimiento que debían seguir para empezar a sumergir a los pequeños. Había niños de distintas edades, pero básicamente ese grupo era el de uno a tres años. ¡Eran tan super monos! Me habían dado copia del plan de actividades, así que empecé a echarle un vistazo. ¡Y menudo muermo de libreto! Las clases con los bebés eran muy aburridas. Claro que… ¡Eran bebés! ¿Qué me más podía esperar? Pero mi cabeza voló a lo que sería la siguiente hora y empecé a disfrutar con la idea de enseñar a los niños de cuatro a cinco años y el grupo de seis a ocho. ¡Cómo me divertiría con esos diablillos! Les enseñaría de todo… sí, yo…

- ¡Kinomoto! ¿Puedes bajar de las nubes y enseñarle a la señora Arai como debe sumergir la cabeza de su hijo sin que corra peligro de tragar demasiada agua? – Di un respingo ante la voz autoritaria de mi compañero y le miré como si tuviera dos cabezas. – Hoy… a ser posible. – la mirada de profundo odio que le dirigí no le pasó desapercibida a nadie y por un momento vi sorpresa en sus ojos. Pero me quité el chándal a la velocidad del rayo y entré a la piscina sin rechistar. No me había puesto gorro, pero tampoco iba a sumergir mi cabeza. Así que supongo que no importaba demasiado.

El siguiente grupo fueron los niños de seis a ocho años y ¡Dios! ¡Qué bien me lo pasé! Una vez más ese engreído ni se quitó el chándal, pero yo me metí con ellos de lo más alegre, dispuesta a corregir sus brazadas. Hoy era una clase simple de nado. Debían recorrer la piscina de punta a punta en brazadas, sumergiendo su cabeza y respirando de lado. Pero luego tenían veinte minutos libres en los cuales el muy gruñón de Li me dejó hacer lo que quisiera. Y les puse a todos a jugar a waterpolo (versión infantil). ¡Y fue genial! Los chicos eran super agradables y no había tiranteces en el grupo a pesar de ser mixto. Además, eran super atentos y obedientes. Nada que ver con el grupo del que fui monitora el verano anterior. ¡Una delicia! Ya casi podía decir que aquel iba a ser el mejor trabajo del mundo. Salí y me sequé con una toalla a la vez que iba despidiéndome de todos con una sonrisa e intentando memorizar sus nombres.

- Kinomoto. – el salto que di fue tan alto, que casi me golpeé con el techo. Puedo jurarlo.

- Dios, ¿es que tienes que aparecer así? – una vez más esa ceja alzada y el rostro irritado.

- Para la próxima vez, intenta no organizar una actividad que bloquee media piscina. Es un gimnasio privado, pero también hay gente que viene por libre y debe tener acceso total a las instalaciones. ¿Comprendes?

- Oh… lo siento. Por supuesto.

- Bien. – vi como se giraba e iba a irse, pero algo lo detuvo en su lugar y me miró una vez más. ¿Era yo o estaba "liiiigeramente" sonrojado?

- Buen trabajo, Kinomoto. – vaya… parecía que le había costado horrores decir esas simples palabras, pero no me importó, y le sonreí alegre.

- ¡Gracias Li! – Menuda sorpresa… tenía un corazón después de todo. Mi nuevo compañero carraspeó incomodo, pero me indicó con la mano que le siguiera.

- Te enseñaré el resto del gimnasio. Tenemos acceso libre a las instalaciones una vez hemos finalizado nuestras clases y si quieres quedarte pasada la hora de apertura puedes pedir una llave. Hay que avisar y firmar unos papeles, pero hasta las doce de la noche podemos usar cualquier zona del gimnasio para uso particular.

- ¡Eso es fantástico!

Al parecer mi primera impresión había sido errónea y solo era un chico tímido. Menos mal, porqué por lo que me había dicho Yuko nuestro horario coincidía al cien por cien, lo que me garantizaba un empache de Li. Al principio creí que era un fastidio, a pesar de la buena vista, pero ahora empezaba a pensar que el chico no era tan malo. ¡Y era el ídolo del colegio! Doble lotería para mí.

Eso me hizo pensar en que, a pesar de su popularidad, no lo había visto antes. Ni siquiera una vez. Realmente vivía en mi propio universo, como Tomoyo me decía constantemente. El trasero de Li, digo, Shaoran Li, me enseñó todos los rincones del lugar. Era amplio y no había mucha afluencia, por lo que el aire no estaba viciado. Cosa que agradecí, me gustaba el ejercicio, pero odiaba el olor a sudor. Dios me dio una nariz muy sensible y se ofendía con facilidad.

- Y los vestuarios ya los conoces, así que aquí nos separamos.

- Bi… bien. – sus ojos me observaron con cautela y enrojecí por su profundo análisis.

- ¿Diste clases en algún otro lugar antes?

- Oh, estuve de monitora este verano y estudié algunas rutinas de aprendizaje infantil por mi cuenta. ¿Por qué? – vi con asombro como se llevaba la mano a su cabello color chocolate y una vez más el rojo acudía sus mejillas. ¡Que visión celestial la mía!

- Me ha parecido que sabías lo que hacías. Es todo.

- Oh… gracias, supongo. – ambos nos quedamos frente a la puerta del vestuario de personal sin saber que decir o añadir. Me sentí incomoda, así que aclaré mi garganta y abrí la puerta. – Bueno, entonces ¿nos iremos viendo por aquí?

- Eso parece. – Vaya que costaba arrancarle palabras a ese Li. – Hasta el martes, Kinomoto.

- Sí… hasta entonces Sha… digo Li.

Cerré la puerta tras de mí y me dejé caer hasta el suelo. ¡Eso había sido intenso! Realmente ese muchacho era digno de tanta admiración. Seco y frío, pero… ese sonrojo en sus mejillas no tenía precio. El reloj marcó las ocho de la noche y di un salto alarmada.

- ¡Mierda! ¡La cena!

Las noches empezaban a refrescar, y me dije a mí misma que si quería seguir viva para lo que restaba de mes, debía añadir una muda a mi vestimenta ciclista o moriría congelada. Los guantes eran de buena calidad, y al menos mis manos permanecían calentitas, pero mis mejillas eran otro asunto. Casi podía notar los cortes del viento en mi piel de bebé.

Llegué a casa resoplando y a toda velocidad y entré cual terremoto a la cocina. Ese día me tocaba a mí preparar la cena, así que me sorprendí al ver a Tomoyo removiendo una olla.

- ¿Eso que huelo es ramen?

- Tienes olfato de perrita. – chasqueé la lengua molesta por el comentario, pero tomé asiento agotada. – Pensé que te debía una disculpa por lo del club… así que me puse a cocinar.

- Gracias. Lo cierto es que estoy agotada… y ni siquiera he impartido las clases hoy.

- ¿Y que tal te ha ido? – me recargué en la silla con una ceja alzada y le sonreí de forma traviesa.

- Vas a pensar que esto es una casualidad enorme, pero… ¿a qué no sabes quién es mi nuevo compi de curro? – Tomoyo se giró, limpiando sus manos en el delantal que ella misma se había diseñado.

- Dime que es ese chico tan guapo que te ha estado siguiendo por los pasillos. Ese de cabello largo y plateado… el que tiene unos ojos que…

- ¡No! Y se llama Yue, por cierto… ¡y no me persigue!

- Claro… lo que tú digas… - Tomoyo sacó unos platos de las estanterías y empezó a poner la mesa frente a mí. - ¿Vas a contármelo o tendré que decir el nombre de todos los tíos que conozco?

- Te daré una pista. Es castaño, alto y tiene los ojos ámbar más lindos que he visto nunca.

- ¿Ámbar? Sak… ese color de ojos no existe…

- Oh, sí existe. Y tiene casi 250 fans que lo corroboran. – el plato se rompió en mil pedazos y me levanté azorada. - ¡Dios mío, Tomy! ¿Te has cortado? – Pero Tomoyo ni miró al suelo, me cogió de los brazos y me miró alterada.

- ¿Tu compañero de curro es Shaoran Li? – la miré aturdida, pero asentí con la cabeza. - ¡Hay mi madre! Esa noticia vale millones. ¿Tú sabes cuantas chicas querrían esa información? Nadie sabe que hace por las tardes. Desaparece de la secundaria a las cuatro, literalmente. ¡Pero ahora lo hemos descubierto! Voy a cobrarme bien esa información y… - la cogí con fuerza de las manos e hice que me mirara.

- No Tomy… no se lo diremos a nadie.

- ¿Qué? ¿Tú sabes lo que esas fanáticas pagarían por saberlo? Iremos a medias y…

- No.

- Pero…

- ¿Tú sabes como se debe sentir? Acosado a todas horas... con un maldito séquito persiguiéndole por los pasillos. Declaraciones, cartas… tú misma me lo dijiste, es un ídolo. ¿no?

- Sí, pero…

- Si se esfuerza tanto por desaparecer, es para huir de eso… y si puede hacerlo en el trabajo… ¿quién soy yo para estropearlo?

- No es como si le debieras nada Sak… - Mi mejor amiga fijó esos ojos violeta en mí y supo que yo estaba determinada a mantener el secreto de ese pobre muchacho – Vale… lo entiendo. No diré nada.

- Gracias. – una sonrisa ladeada se dibujó en su rostro mientras miraba como empezaba a recoger los pedazos que se habían esparcido por toda la cocina. - Te ha dado fuerte ¿eh? Te dije que era un dios… - Rodé los ojos por milésima vez ese día, y la miré con esa cara que dice "no tienes remedio"

- Es guapo ¿y qué? No es como si le conociera de nada. Y parece muy seco ¿sabes? A penas sí me ha dirigido la palabra. Y no deja de llamare "Kinomoto" con ese tono distante y frío.

- Bueno… es normal que se muestre distante… es para que no caigas rendida a sus pies como todas las demás…

- Pero esta muy tierno cuando se sonroja… - Vi perfectamente como la cara de mi mejor amiga se desencajaba por la sorpresa, y ahora fui yo la avergonzada. – ¿Qué?

- Shaoran Li… ¿sonrojado? Tengo que fotografiar eso…

- Ya deja de molestar y termina la cena. Voy a darme una buena ducha y luego te ayudo con lo que nos quede por hacer… - Salí por la puerta sin esperar su respuesta y me quedé parada en el primer escalón. Debía admitir que había algo especial en ese chico. Pero no era idiota. Un tipo así jamás se fijaría en alguien como yo. Ni en mil años. – Soy una tonta…

- ¿Decías algo? – el calor subió a mis mejillas y corrí escaleras arriba.

- ¡Nada de nada!

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

La reunión del maldito club de fans había sido una total perdida de tiempo. Ahora comprendía porqué Li se esfumaba del colegio a las cuatro. ¡Con todas esas locas corriendo detrás de él! ¡Habían puesto diapositivas del pobre muchacho en esa gran pantalla! Y no eran fotos normales y consentidas. ¡Eran fotos de acosadora profesional! La más cercana fue tomada al menos a quince metros de distancia. Y no es que yo entendiera mucho de cámaras, pero vivir con Tomoyo me había enseñado que "eso" sin duda era obra de un objetivo de largo alcance.

- Están piradas…

Giré la esquina y mi cabeza golpeó fuertemente con algo duro y que me hizo caer de culo. Todos los papeles del maldito club cayeron al suelo desperdigándose a diestra y siniestra y sentí algo mojándome el trasero. Maldije en voz baja y recé a dios para que fuera un charco y no pis de gato…

Me sobé la frente y el culo, adolorida, y al fin me atreví a levantar la vista. Dos ojos ámbar me miraban sorprendidos y quise que la tierra me tragara ahí mismo. ¿Por qué? Alguien allí arriba me odiaba a morir. No lo había visto en todo el trimestre, y ahora me lo encontraba tras la biblioteca antigua. ¡Si había elegido esa parte de la escuela precisamente para no ser vista saliendo de esa locura de reunión de psicópatas! ¿Sería por eso quizá? ¿Había descubierto su vía de escape para que esas fanáticas no lo siguieran?

- ¿Kinomoto? – Rodé los ojos y me mordí el labio frustrada.

- Ni que hubieras visto un fantasma, Li. ¿te importa? Quiero levantarme y no me dejas. – me aguanté una carcajada al ver como se corría de mi camino a toda prisa y me levanté sobando mi trasero sin gracia. – Genial… la falda esta llena de barro… Y no tengo ropa de repuesto en mi taquilla… Tomoyo me va a matar…

- ¿Vienes a esta secundaria? – vi el pánico en sus ojos y comprendí el motivo. Pensaba que su tapadera había sido descubierta. Quise decirle que no se preocupara, que no le diría nada a nadie, pero en vistas de que ni siquiera se había disculpado y de que no me ofreció ayuda para levantarme, dejé que sufriera un poco más.

- ¿Y ahora te das cuenta? Vaya gracias… sí que pasa inadvertida mi pobre existencia… claro que, siendo el jodido ídolo de la secundaria, supongo que es normal que una chica tan ordinaria como yo sea invisible para el gran Shaoran Li. – Uno de los papeles voló con el viento y vi de reojo el inmenso título que rezaba "club de fans del lobo de china". El corazón me dio un vuelco y tuve el peor mal presentimiento de la historia.

- Mierda. – empecé a recoger a toda prisa rezando para que no le diera tiempo a verlo, pero en cuanto levanté la vista me di cuenta de que había fracasado estrepitosamente. Un pequeño carné de color verde chillón estaba en su mano y de nuevo me cagué en la santa madre que parió a esa idiota de mi mejor amiga Tomoyo.

- Esto… no es lo que tú crees… - vi el mismísimo infierno en esos ojos. Lo juro por dios. Eran llamas que crecían hasta engullirme. Así que me quedé de piedra cuando su mano me agarró fuertemente por la muñeca y me empotró contra la pared. ¿Shaoran Li me estaba haciendo *Kabedon? Le miré entre asustada e indignada y sentí su bendito aliento en mi rostro. ¿Qué era eso? ¿Menta con chocolate?

- Escúchame bien, porqué solo lo diré una vez, Kinomoto. Vas a dejar el trabajo y vas a mantener esa boca cerrada o juro por dios que te arrepentirás. – todo el aire me había abandonado y sentía mi corazón latir a mil por hora. Pero de repente me di cuenta de que estaba siendo intimidada y ninguna mujer que se precie podía permitir algo así. Le empujé con fuerza y vi su rostro sorprendido con mofa.

- ¿A caso me estas amenazando? ¡No te creas que soy una de tus fans empedernidas y locas! – El carné color verde se estampó en mi rostro y le miré aún más furiosa. - ¡Eh! ¿Qué demonios te crees que haces? Casi me da en un ojo. – Una vez más me empotró contra el muro y juro por dios que quise golpearle esa cara tan perfecta.

- No me vengas con mentiras ahora… ¿te crees que soy idiota? Puede que no haga nada con todas esas imbéciles que me siguen por los pasillos. Pero te juro por mi nombre, que si dices a alguien algo de mi trabajo o de mí… te arruinaré la vida. Sabes que tengo poder de sobra para hacer que toda la secundaria se ponga en tu contra.

- Hijo de… - sus dedos se posaron en mis labios silenciándome al instante y puedo afirmar que se me paró el corazón.

- Estas advertida Kinomoto. Deja el puto trabajo.

Por fin sus brazos me dejaron libre y vi como su espalda se perdía tras la esquina. Dejé ir un grito de frustración que retumbó por toda la secundaria y me puse a recoger los papeles que quedaban con mi cabeza a punto de ebullición. ¡Qué rabia daba el jodido presumido niño de papá! ¿Qué dejara el gimnasio? ¡Ja! Ni en sueños. Si quería guerra, la aceptaría de buena gana. ¡Cómo si fuera una niña asustada!

- Idiota hijo de… - recogí el carné que había llevado a toda esa confusión y lo apreté con fuerza. – Y yo que pensaba que era sólo un buen tipo demasiado vergonzoso para relacionarse. Que equivocada estaba…

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Continuará…

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*kabedon: expresión que se usa en japón para describir cuando se acorrala a alguien contra la pared, rodeándole con los brazos y sin escapatoria. O eso creo… jajajaja.

Notas de la autora: ¡Y aquí termina el primer capítulo! ¿Qué les parece? ¿Interesante? ¿Aburrido? ¿Poco original? Dejen sus opiniones porfa, ya saben que adoro leer sus comentarios y espero con ansias sus ideas.

El siguiente está escrito desde el punto de vista de Shao, pero no es el mismo capítulo ¿eh? La historia siempre continua dónde se dejó, sólo cambia el punto de vista del que describe la situación para poder comprender perfectamente como se van sintiendo ambos. Pero no se repite nada, lo juro.

En fin… un besote y nos leemos el jueves que viene. ¡Les quiero!