FIC

GF2019

Tema solicitado por Tuty Pineapple

Tu Pirata Soy yo

Por Mayra Exitosa

En ocasiones nadie sabe que hay detrás de tanta maldad, de tanto odio, de tanto egoísmo. Juzgar es lo que cualquiera hace, apenas niño y juzgas lo que ves sin conocer, si es dulce es bueno y si no lo es, debe ser malo o regular.

Así es como esta historia comienza, todo fue que lo juzgaran para tomar las cosas a mal, el capitán Andrew fue desterrado y amenazado de si volviera, lo matarían. No es que temiera por su vida, pero si por los suyos, así que, para evitarles una terrible humillación, se fue. Pero se juraba a si mismo volver y hacer justicia de ese acto de cobardía.

La Duquesa de Monfort, deseaba tenerlo como un esclavo solo para ella, al menos una noche le llegó a implorar, al no lograrlo, por un juramento que le había hecho a su prometida, de no amar ni fornicar con ninguna mujer antes de su matrimonio, fue que Andrew le levantaban falsos, con testigos, con mentiras, pero había algo que el tenía bajo la manga. Ahí lo conocían como Albert Andrew, porque ese nombre le daban sus soldados. Sin embargo, su verdadero nombre pocos lo conocían W. A Ardlay, por su pronunciación y facilidad, Albert Andrew.

Pasaron semanas que se convertían en meses huyendo, pues la Duquesa poseía poder y coraje suficiente para matarlo, con tal de que no fuera de otra, al enterarse que posiblemente existía una amada, por la que él moriría, fue que la Duquesa de Monfort investigaba la procedencia de Albert Andrew, y si, daba con la familia comprometida para Albert Andrew, la bella dama Elizabeth Legan, quien con frivolidad recibía la visita de la Duquesa, escuchaba atenta, lo que la dama le contaba, tratando de no mostrar ninguna minima reacción, como era su fortaleza, que nadie la tachara o la humillara,

- Estos marineros, no saben diferenciar de una dama y una prostituta, tenía meses de navegar y después de retozar con mi dama de compañía, pensaba gozar de los mismos placeres en mi cama, aprovechando que el Duque de Monfort no se encontraba en la mansión.

Con una ceja levantada, Elizabeth ajustaba la dentadura, creyendo lo que la dama le contaba, con delicadeza y tratando de no mostrar su coraje, sonreía y agregaba, con bastante sutilidad.

- Me alegra saber que el Capitán Andrew goza de buena salud, el solicitó mi mano hace meses, sin embargo, mi padre me tiene comprometida con un partido de mayores ingresos. El Duque de Zúrich, esta solicitando mi mano desde hace tiempo, solo que aun no me decido, debido a otras propuestas que mi padre esta analizando, cabe aclarar mi apreciada Duquesa de Monfort, el Capitán Andrew, no esta entre mis favoritos, ahora con lo que me cuenta, me imagino la de enfermedades que se adquieren por ese tipo de indecencias que se dan al fornicar con prostitutas y mujerzuelas que están con cuanto hombre les lanza unas monedas.

- ¡Oh! Y yo que me encontraba tan preocupada por usted, me alegro haber viajado hasta aquí, mi conciencia se encuentra en paz, me da gusto que el Duque de Zúrich se encuentre postulando por su mano, es un hombre generoso y bastante influyente en la corona. La dama sonreía recordando la potencia de hombría que poseía el Duque de Zúrich.

Las damas después de su te, se despedían, apenas se marchaba y la Srita Elizabeth gritaba enfurecida, porque le gustaba tanto el Capitán Andrew, pero jamás se rebajaría a tener un hombre con amantes por doquier. Compitiendo con sus hijos y bastardos entre sirvientas y prostitutas, solo imaginarse que un heredero fuera el mayor y ella solo le diera hijas, no sería nunca feliz.

Molesta mandaba un pergamino a su padre, informándole la negativa que daba a la petición formal del Capitán, puesto que ya se había casi realizado el compromiso, este al recibirla se molestaba, llevaba mas de siete negadas y el lo único que anhelaba era deshacerse de su hija.

- ¡Peter! Uno más a la lista de las negativas.

- No puede ser, y mire que me entero de que el capitán Andrew tiene mucho más prestigio que el mismo Duque de Zúrich, ese maldito Duque es un hombre ególatra, vanidoso y avaro hasta el tuétano.

- Tal vez eso quiera mi hija, lo único que deseo es que se case, la Marquesa de Cara Bach, ha decidido aceptarme en cuanto la case.

- Aceptemos la propuesta, mi señor, ya son siete negativas de grandes hombres, no podemos arriesgarnos a continuar con mimar y consentir a su hija, es preferible que tome una decisión lo antes posible.

- Antes tengo que enviar el desistimiento al Capitán Andrew. Me agrada su ética, su formalidad y sobre todo, pensaba que con él tendría nietos muy bien dotados.

- Lo haré de inmediato, se negará por petición de su hija, así usted no quedará mal, con ella, diremos que la joven se ha enamorado perdidamente de un Duque y su propuesta es mucho mayor que la de él.

- Has lo que quieras, solo dile a mi hija que ya no mas negativas, será en corto plazo, no me la pasare más años en espera de su decisión si no acepta, la mandare a un convento con todo y su dote.

Recibía con algunos de sus hombres de confianza el pergamino del desistimiento y la vida se le caía de las manos, subía de inmediato al bote que acababa de concretar y se marchaba incomodo, molesto y colmado de rabia.

La tripulación subía con prisas, el Capitán estaba huyendo y muchos de sus hombres se quitaban los uniformes y se marchaban con él, la lealtad hacia el gran hombre que admiraban, no se quebraba y ellos preferían huir a su lado que quedarse a enfrentar la deshonra de una falsedad contra él.

Entre los hombres que subían un joven de aspecto frágil, corría de un lado a otro, cargando con dificultad las amarras para que no lo dejaran, cuando ya casi se quedaba abajo, un hombre rudo, le lanzaba la cuerda y este chiquillo se lanzaba en ella dándose golpes en la proa y sosteniéndose de los lazos como si su vida dependiera de ello. El gran hombre gordo y corpulento, con una sola mano lo subía y dándole una palmada lo lanzaba por el piso y agregaba

- Para cuando estemos en el mar, serás el hombre más fuerte que hayas imaginado, ahora estás muy joven muchacho, pero ya lo verás, estaremos por muchos meses en altamar y ya no seremos de la flotilla del rey, ahora seremos… piratas.

Al escuchar al hombre en lo alto, el capitán bastante enfurecido, con la rabia contenida y notando que ser un hombre de honor no salvaría a su tripulación, aceptaba aquellas palabras como meta y a la vez como salvavidas. Pues su vida no podía permitirse el lujo de dañar a los suyos, la única manera era siendo piratas.

Pasaban algunos días Andrew notaba que un debilucho tallaba la cubierta con todas sus fuerzas, pero se notaba frágil y a ese paso, pronto lo lanzarían al mar. Incomodo por el abuso de su contramaestre, daba la orden,

- Contramaestre, deje al muchacho que se haga cargo de mi asistencia, ponga a otros en la cubierta y deje que limpie mis ropas y mis aposentos.

- A sus órdenes, Capitán.

Sabiendo que ya no podía llamarlo Capitán Andrew, este extrañaba su rango, su vida y a la que tanto amaba y que lo había cambiado por otro al enamorarse perdidamente del Duque de Zúrich.

El atardecer llegaba, desde los aposentos alguien admiraba al capitán, su perfil, su rostro, su barba naciente, y todo él era un caballero. Ella, era un polizón, que tuvo que embarcarse antes de que su madrastra la vendiera al mejor postor. Cada tarde desde una pequeña ventanilla, lo observaba detalladamente, su perfil, su porte, su camisa abierta y descuidada, su barba que crecía cada que más entraba al mar y sobre todo esa mirada que combinaba con el mismo cielo. Pero fue el quien bajaba para sus aposentos, al entrar lo sorprendía, nerviosos comentaba,

- Ya está su baño, mi señor.

La voz hizo que el capitán palideciera, ella al notarlo, trataba de engruesar la voz, pero no podía decir nada. El la observaba parpadeando varias veces, luego negaba y se iba a tomar el baño que le había preparado.

Ya en su baño, le pidió el jabón, la jerga y que le tallara la espalda, ella se ocultaba con su cara sucia dibujándose una barba con un poco de carbón para ocultar su rostro. Obedecía tratando de que no le diera el agua, pero en un descuido, lo tomaba y lo metía en la bañera, tallando así su cara y quitando su gorro, brotando de este su larga y abundante cabellera. Al estar mojado el debilucho poseía pechos de una dama, caderas redondas y un rosto blanquecino, con una mirada verde intensa y una boca carnosa.

- Tu no eres John. ¿Quién eres?

Avergonzada bajaba su rostro, tratando de que no se le marcaran más las protuberancias de sus pechos se encorvaba, pero el no poseía paciencia y al notar que no respondía, sabiendo que su prometida lo había cambiado por otro, ya no tenía promesa por cumplir, si una prostituta, habían subido sus hombres, ya estaba con él y sería suya. Ahora no la sacarían de ahí.

CONTINUARA…


Y ahora con peticiones especiales, si, una compañera escritora me solicitó una historia de piratas... Tuty Pineapple,

solo dice Pirata y la otra que ni tarda ni perezosa, ya estaba maquinando la idea.

Gracias, por continuar comentando, leyendo y apoyando esta inventiva de crear historias y luego continuarlas

Un abrazo a la distancia,

Mayra Exitosa