Personajes de Mizuki e Igarashi

Bien al fin el final, mencionaré la que más me dejó comentarios y esa es… Sí ABRIL.

Extraño mucho a bluegirl ha de ser que se aburrió de la historia, no la culpo (llantos de una autora desvalida de lectores. Besos, ja, ja, ja).

Bien, siguen: Chidamami, Aminalud, Gues, Rosario Escobar, Yuyu, Friditas, Tuty, pivoine3, Maribel, cleo, Mercedes, mcvarela, Venezolana López, Jenny Andrew, Enamorada 007, White Andrew, Lirio, Jhans matyn, jimenezesperanza184, Yagui, Elydereyes y Candy y Albert.

Albert al mirar en el rostro de Candy gesto de dolor, le preguntó al oído casi en un susurro─: ¿te duele pequeña? ─Deteniéndose para indagar más sobre su molestia ─¿alguien te ha lastimado? En ese lugar en el que estabas, ¿alguien te dañó? ─Candy, negó con los ojos llenos de lágrimas al pensar que Albert era capaz de tener ese tipo de pensamientos sobre ella. La vergüenza la envolvía. El interrogatorio se iba a intensificar, pero tocaron el timbre otra vez─ Ya abro, espere un momento, por favor.

Él se hizo a un lado y buscó su pantalón que estaba en el piso, antes de colocárselo le dio un beso tierno a Candy en el hombro, quien se acobijó sutilmente con la delgada sabana casi traslucida de tanto lavado.

─No le quise interrumpir, pero usted me dijo que necesitaba pronto la vestimenta ─dijo la casera echando un vistazo hacia la cama ─ahora se ve bonita...

─Señora, le entrego mi reloj y saco como acordamos. Otra cosa será posible que nos traiga algo de comer, puede ser algo sencillo; ya mañana nos iremos.

─Sí, tengo frutas y algo de verduras les preparé algo delicioso. No se preocupe va de cuenta por la casa. Vendré en menos de veinte minutos.

Albert caminó hasta la cama y se sentó frente a su dulce mujer, con mirada dulce metió la mano entre la bolsa que le había dado la señora.

─Veamos, qué hay. Mira ropa interior nueva y dos vestidos estampados uno de verde con azul y este con flores rosas ¿te gustan? Hace juego con tus hermosos labios carmesí. Te ayudaré a ponértelo. Antes de colocarle la ropa interior humedeció su pañuelo para asearla un poco; al pasarlo se dio cuenta que tenía un leve rastro de sangre─ Candy, ¿estás en tu etapa menstrual? ─Ella negó con la cabeza.

─¿Entonces te lastimé? ─ Soy un torpe. Candy no soy lo que tú crees en realidad. No sé cómo se debe comportar un hombre en la cama. Seguro has tenido mejores experiencias. Te han llevado a la cúspide como dicen en los programas de televisión…

─¿A… qué… qué te re…fie…res? ─logró Candy al fin decir.

─¡Hablaste mi amor! ─Albert feliz la abrazó fuerte contra su pecho, le confesó─ No he tenido ninguna experiencia sexual a excepción de ti.

Ella se quebró en llanto, consideró que por su estupidez dañó todo lo que pudo ser maravilloso entre ellos. Tocaron otra vez la puerta. Albert lentamente se separó de Candy, limpiándose las lágrimas de él y las de ella, le dijo─: abriré la puerta, debemos comer, sobre todo tú, estás muy delgada.

─Les traje esta bandeja de comida hay de todo: jugo de naranja, panecillos de trigo blanco con jalea de guayaba y mantequilla; ensalada de sandía, mango, lechosa, queso cheddar y jamón. Ni los dioses comen tan sabroso.

─Gracias, señora ─expresó cordialmente el rubio antes de cerrar la puerta─. Comamos, estás frágil ─Ella débilmente masticaba y él le ayudaba a comer llevándole pedacitos de pan y ensalada a la boca acompañada de jugo.

Después de la comida a ella le venció el sueño y él se acostó a su lado cerrando los ojos, ganándole al poco tiempo el cansancio.

Al día siguiente se fueron de ahí. Candy tenía un mejor semblante. Antes de irse Candy tomó algo entre las ropas desgarrada que cargaba, Albert aunque extrañado la dejó.

Albert al fin paró un taxi que los llevó hasta la residencia de los Ardlay el taxista quedó boquiabierta con el lugar.

─¿Cuánto le debo?

─$50.

─Tenga, gracias ─Albert la ayudó a bajar.

El personal de la casa salió a prisa al verles llegar.

─Señor ─dijo uno de los empleados de la mansión abriendo la puerta, al tiempo que le hacía una reverencia en señal de sumisión.

─Iré a mi habitación, por favor no me pasen llamadas.

─Como ordene.

Albert tomó a Candy en brazos y la subió por las casi interminables escaleras de mármol fino.

─Hemos llegado. Llamaré a George.

Una vez informó a George de la situación, este avisó en seguida a los familiares de Candy, que no tardaron en movilizarse alegres hasta allá.

Al llegar Albert sentó con cuidado a Candy en la cama.

─Te dejaré descansar.

─No te vayas, por favor, no te vayas. Debes escucharme ─él asintió con la mirada, ella prosiguió─ no es lo que tú piensas. Estaba pasando por una etapa económica difícil en mi vida, en mi territorio, no tenía más opción, pero nunca, nunca me había ofrecido a un hombre como lo había hecho contigo…bueno sí lo hice con ese señor que es tu cuñado, pero dudo que hubiera avanzado.

─¿A qué te refieres?

─Mi cuerpo nunca ha sentido más manos que las tuyas ¡Te lo juro! Puedes comprobarlo.

Albert la miró a los ojos, él la besó y se despojaron de la ropa que les estorbaba. Y la magia fluyó.

Ambos tenían una mezcla de dolor y placer.

─Cuando…cuando… cuando aceleras tus movimientos, me gusta.

Albert le obedeció, provocándole en él el deseo incontrolable de gemir, sintió un escalofrío en la parte inferior de su espalda que le hizo perder las fuerzas. Candy se deleitó con esa sensación levemente ardiente dentro de ella. Quedaron extasiados por el momento. El sueño nuevamente se apoderó de ellos.

Al cabo de cuatro horas Candy se levantó a buscar comida tenía hambre en eso de ver las llaves para abrir notó unos documentos que decía divorcio, llamándole la atención.

Al ir leyendo cada hoja se llevaba la mano a la boca ¡sorprendida!

"Es cierto no te merezco, no merezco ser tu esposa".

Candy firmó los documentos. Dejándolo libre para que rehiciera su vida con la mujer que al él realmente le conviniera. Alguien de su nivel se dijo a sí misma.

Albert al despertarse, encontró colocada estratégicamente en el teclado de su laptop esta breve carta que examinó:

Para: Albert.

De: Candy.

Me has hecho la mujer más feliz de este mundo. Me salvaste una y otra vez de una vida llena de infortunios. Te amaré por siempre. Mi felicidad será saber que te has casado con una mujer que te represente.

Quedó anonadado al darse cuenta que Candy firmó los papeles de divorcio. También observó una cadena de oro con un dije de águila, que al mirarlo bien se dio cuenta que era el que estaba en la hebilla de su pantalón el día que esta se fue dejándolo encerrado en el baño del hotel.

Candy iba de salida de la mansión cuando sus familiares y amigos llegaron, deteniéndola en la puerta, le daban besos y abrazos.

─Chicos, chicos, Miss Pony, estoy bien vámonos a casa. No podemos ser escandalosos.

─¡Tía te extrañé!

─Yo también, amor. Pero vámonos ya. El dueño está descansando.

─Está bien Candy. Nos iremos sin hacer escándalos. Queda pendiente una buena explicación. Teníamos días buscándote por todas partes ─dijo Paty.

Al ir saliendo uno a uno de los visitantes, estos se detuvieron al oír una voz proveniente de la parte superior de las escaleras.

─¡Candy!

Era la voz de Albert, quien estaba descalzo, sutilmente despeinado, solo tenía puesto una toalla anudada a la cintura. Era la apariencia propia de un hombre que recién había tenido acción en la cama. Rápidamente se deslizó por la barandilla como hacía de niño. Se paró frente a ella y tomándola por los brazos le dijo:

─Candy, amor, fui un idiota. Perdóname. Candy, jamás, jamás, jamás he dejado de ser tuyo. Lo digo con orgullo, tuyo nada más. Y que lo sepan todos ─la volteó en dirección de los presentes─ Escuchen, mis manos no han sentido más piel que su piel ─Se arrodilló a los pies de Candy. Tomándole de la mano le preguntó─: Candy, ¡¿quieres ser mi eterna compañera?!

Candy mirándole a los ojos, haciéndose a un lado de él, soltándole la mano se dirigió a sus familiares y amigos para exclamar abiertamente─: Jamás, jamás he dejado de ser suya ─y ahora volteándose hacia él expresó con tonalidad suave─ jamás dejaré de quererte, amor ─Lo besó con pasión desbordarte, este se paró y todos les aplaudieron.

Bueno chicas se me olvidaba el séptimo postulado de: cómo cazar un hombre en siete pasos. Es fácil y aplica para ambos.

Consérvense puras y castas hasta esa mágica noche en la que los dos; no solo unirán sus cuerpos sino… ash… sus almas.

Después de pasado el tiempo nuevamente contrajeron nupcias en algo que fue como una especie de boda celta. La tía Elroy lloró de rabia y alegría al ver que la novia se casaba con cinco meses de embarazo. Pero venía el heredero así que estaba alegre.

Candy pasó otra vez por aquel lugar en donde había estado en su etapa de depresión. Está vez acompañada con los organizadores de la Fundación un dólar por la alimentación y educación de los indefensos de la sociedad.

Fin.

Cualquier error ortográfico hágalo saber para mejorar, gracias.

Las amo. Dios nos bendiga.