Disclaimer: Los personajes y todo lo que reconozcáis les pertenec Rowling y a Stephenie Meyer.

La historia es mía.

No obtengo beneficio alguno al escribirla.


Capítulo 04.

-¿Cuándo vas a decirle a tu Coeur que sabes quién sois el uno para el otro? -Alice le preguntó a Harry.

Ambos estaban sentados sobre las ramas de un árbol columpiándose precariamente. Esme estaba nerviosa por eso, pero Harry se había asegurado de lanzarse todos los hechizos que conocía por si se caía.

Eso no era un consuelo real para la vampira maternal y vigilaba a su hijo adoptivo como un halcón por si acaso debía actuar rápidamente.

-No lo sé. Cuando me apetezca irme a vivir a un castillo mohoso y frío. Y puesto que en estos momentos no tengo ese tipo de planes de futuro, permitiré que me sigan buscando.

Había sido toda una sorpresa enterarse de que el rey Marco Vulturi era el coeur de Harry. Se habían enterado un poco por casualidad y Rose había puesto el grito en el cielo por no haberse enterado antes.

Potter debía compensarla por ello... Pero es que ahora que todo el mundo lo sabía, no dejaban de insistir para que se lo dijera y permitiera un acercamiento.

-Harry... Él debe estar volviéndose loco por no encontrarte. -Rosalie suspiró.

Estaba tumbada en una hamaca tomando el sol.

Claro que a ella no le servía de mucho, pero cada uno tenía sus aficiones.

-Bueno... Soy un chico difícil. Y no voy a arrodillarme y declararle mi amor con una banda y flores.

-Sacaste la terquedad de tu madre y tu padre juntos. -Sirius suspiró.

Harry se balanceó y debido a la inercia voló directo a los brazos de Jasper cuando se soltó de la rama.

El vampiro lo agarró y lo bajó con cuidado al suelo.

-Está bien. -El mago dijo. -Le escribiré una carta. -No estoy listo para ir al castillo ese tan tenebroso, pero sí que quiero conocerlo.

-Y la guardia sigue buscando. -Alice rió.

-No nos van a encontrar aquí si no queremos. Al fin y al cabo, esta es una casa de magos. -Sirius sonrió orgulloso de sí mismo.

Los demás sonrieron también.

No estaban de acuerdo con el hecho de que Harry se mantuviera separado de su Coeur, pero eran familia y se apoyaban los unos a los otros sin importar que decisiones tomaran.


Si Jane tenía que seguir buscando a ese pequeño humano escurridizo, cometería una locura. Ese no era su trabajo. El chico debería ir directo al rey y agradecer tener un compañero tan adecuado como él. No esconderse como una vil rata.

Si ella lo encontrara, lo encadenaría para que no volviera a escapar.

También le haría sentir dolor si no supusiera su muerte inmediata. Y Jane no quería morir.

-Estúpidos insectos... -Gruñó.

No podían hacerle nada, pero eran molestos. Al parecer ellos no notaban el aura mortal de los vampiros porque se arrastraban por sus cuerpos y se metían en sus narices...

-Odio Australia. -Uno de los guardias de rango menor se quejó.

-Espero que alguien encuentre al mocoso. Ni me importa no ser yo. Solo que alguien lo encuentre para dejar de buscarlo. No somos perros. -Otra guardia resopló.


Una lechuza blanca sobrevolaba los tejados de una ciudad italiana. Llevaba una carta importante en su pico.

Ella se llamaba Hedwig y era la niña de los ojos de Harry.

Cuando Harry la creyó muerta, lloró amargamente. Pero cuando ella lo encontró meses más tarde, la abrazó contra su pecho aplastándola un poco debido a su entusiasmo.

Hedwig debió de ingeniárselas para entrar al castillo. Estaba acostumbrada a los vampiros así que ni se inmutó cuando sobrevoló las cabezas de algunos que la miraban con diferentes grados de sorpresa.

El ave se dirigió al salón de los tronos y picoteó furiosamente la puerta hasta que una vampiresa la abrió muy dispuesta a arrancarle la cabeza a quien estuviera interrumpiendo la reunión de los reyes.

Al ver a la lechuza no reaccionó hasta que Aro rió con regocijo.

-Mira, hermano. Una lechuza.

-¿Y qué? -Marco resopló poco interesado.

-Los magos las utilizan para entregar mensajes.

El vampiro que detectava los lazos que unían a las personas sonrió esperanzado y se apresuró a desatar la carta de la pata del animal.

Ella, libre de su carga, salió por la puerta a ver si podía cazar algo puesto que ahí parecía que allí no le darían comida.


Marco se marchó a sus aposentos para leer la carta con tranquilidad. Aro ya había hecho amago de asomarse sobre su hombro para leer pero no lo permitiría.

Él quería que fuese privado.

Cuando abrió la carta sonrió aún más. Era de su Coeur.

Quienes lo conocían estarían sorprendidos puesto que nunca lo habían visto sonreír.

"Hola, Marco. En un principio me había planteado la posibilidad de ser formal en esta carta pero si queremos que esto funcione, entonces es mejor que no ocultemos como somos realmente. ¿No te parece?

Sé que me estáis buscando. Pero no me va a encontrar nadie. Estoy en una de las casas mágicas así que si no quiero, no seré localizado.

Eventualmente te diré donde estoy... Algún día. Pero de momento solo quiero conocerte. Y mediante cartas es como me siento más cómodo.

Hedwig es mi lechuza. Y esperará a obtener una respuesta por tu parte. Te aconsejo que siempre tengas algo para darle porque si no, puede ponerse irritable.

Espero tu respuesta, Marco.

Nos leemos.

Harry James Potter."

El vulturi suspiró. Él prefería que su Coeur estuviese a su lado, pero sospechaba que si no seguía las reglas de Harry, sería ignorado y las cosas le serían más difíciles.

Por un momento se sintió contrariado puesto que nadie le había negado nada antes. No al menos en varios milenios.

Decidido, cogió papel y boli y comenzó a escribir.

Las cosas se harían a la manera del mago.


Demetri estaba a partes contento y herido en su orgullo.

Hacía unos minutos su general había llamado a todos los guardias para que dejaran la búsqueda porque el rey Marco había llegado a un... Acuerdo con su Coeur.

El rastreador estaba feliz porque volverían a casa y herido en su orgullo por no haber encontrado a quien buscaban.

Él era el mejor rastreador del mundo. No le podían pasar estas cosas.

Suspiró. Demetri reconocía que había estado de mal humor durante estas semanas. A él también le gustaría encontrar a su Coeur.

Todos los vampiros soñaban... No literalmente, claro, con encontrar a su otra mitad. Y él, guardia vulturi y todo, no era menos.