Y otro más, lo sé. No me peguen.


Datos del fic:

Título: Cámaras, acción… ¡Amor verdadero!

Parejas: Naruhina, Naruhinasasu, Naruhinasasusaku (Es complicado XD)

Advertencias: Lenguaje Soez, posible trio, lemon. OOC. Au.

Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen, la historia en cambio sí.

Resumen: Naruto y Sasuke son actores porno que se han cansado de sólo sexo por placer y nada más, falsos amores o novias pegotes. Recurren a una empresa de citas con la idea de encontrar el amor verdadero, pero las cosas no siempre van bien a la primera.


Cámaras, acción… ¡Amor verdadero!

1

¡Quiero enamorarme!

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El porno ha ganado un alto nivel de audiencia en los últimos años debido a la cantidad de consumismo gracias a la gran nula socialización de la humanidad. Antes, reunirse entre parejas, amigos y demás, era el pan de cada día. Ahora, los humanos salen menos de casa y tener oportunidades de casarse e incluso de sexo y aumentar la natalidad, era como sueños que muchos no lograban cumplir.

Por ello, al no estar severamente castrados de ese deseo, el consumo de algo considerado natural para muchos aumentó. Por ello, los trabajadores en esa clase, especialmente actores, comenzaron a ser más cotizados y más famosos que muchos otros en otros géneros.

En un mundo en el que el porno es la felicidad, el contacto humano es tan difícil, las relaciones han quedado caducadas y cada vez las empresas de citas han aumentado su ingesta de clientes en sus filas, hasta convertirse en otra de las grandes empresas que ha aumentado e incluso invertido en porno.

Entre estas, se encuentran las empresas de citas especializadas para actores, ricos y demás seres de importancia. Los pobres, siguen necesitando de todo su valor. Un valor que se va apocado por el nulo deseo de socializar. Especialmente, cuando hoy día puedes sacarte tus propios estudios por internet, desde casa y trabajar de ello en ella.

No obstante, el mundo sigue moviéndose todavía.

Esta, es sólo una pequeña cifra de lo que acontece tras la gran pantalla.

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—Estoy agotado.

Se recostó contra el sillón rojo de terciopelo y miró su mano antes de pasársela por los cabellos. Era triste pensar las cosas que hacía con ella, pero no cuando tenía que tomar el cheque con el dinero.

—Duérmete temprano, idiota.

El hombre moreno frente a él bostezo distraídamente mientras pasaba la página de la revista que descansaba sobre sus rodillas. Piernas largas con pantalones oscuros de rodillas cortadas.

—El idiota eres tú —refunfuñó cruzándose de piernas masculinamente—. Es mi día libre y tengo que aguantarte igualmente.

Sasuke Uchiha levantó la mirada oscura hacia él.

—¿De quién es la idea de que estemos aquí?

Naruto Uzumaki miró alrededor. Fijándose en las repisas de trofeos, en los cuadros de fotos de parejas importantes, en las cámaras de vigilancia, la moqueta marrón y el exquisito parqué.

—¿Mía? —sopesó.

Sasuke levantó una ceja.

—Totalmente tuya.

Vale. Iba a reconocer que era así, pero no había obligado al otro a estar ahí. Eran compañeros de trabajo y ya lo veía suficientemente veces al día y al año como para haber esperado que se negara a su petición. Sin embargo, Sasuke estaba ahí sentado, frente a él y esperando su turno.

Por un lado, se lo agradecía. Aunque le diera cierta vergüenza y seguramente, la gente pensara que una tontería para alguien tan famoso como él querer un acompañante, reconocía que pese a haberlo decidido de improviso y de una forma muy alocada tras una gran frustración de regresar a su casa y ver todo a oscuras, pedir cita en una empresa para citas era muy difícil de reconocer.

Todo había comenzado mucho antes que esa noche de frustración. Cuando Shikamaru Nara, un compañero de trabajo retirado y que se centraba más en escribir guiones les había dicho que casarse había sido lo mejor del mundo, —pese a que jamás lo admitiría ante su esposa—, Naruto había sentido cierto pellizco de envidia y añoranza.

—Necesito una mujer —había suspirado.

Sasuke le había mirado con incredulidad mientras hacía un gesto en dirección al plató. Naruto había sacudido la mano.

—No en ese sentido. Algo serio, ttebayo.

Se había llevado las manos hasta la nuca, mirando al techo.

—Enamorarse. ¿Sabes?

—¿Por qué no miras en el mismo lugar que yo? —propuso Shikamaru.

Por entonces, había pensado que era absurdo, hasta la noche en que la soledad le recibió con una bofetada de oscuridad en la cara. No es que quisiera una mujer esperándole en casa, recibiéndole con todo limpio y perfecto. No. Quería incluso hasta esperarla él de ser necesario.

Era amor. Pero amor verdadero lo que buscaba.

Quizás la culpa la tenía el haber crecido viendo películas Disney.

Por eso había llamado al número que le dio Shikamaru. Por eso estaba ahí sentado esperando impaciente a que el mundo aceptara una oportunidad para él.

—Chicos, siento la espera. ¿Qué tal si me seguís?

Ambos hombres levantaron la cabeza hacia la mujer. Una despampanante rubia que sostenía una carpeta contra unos voluminosos pechos. Les sonreía con una boca atractiva y sus ojos eran de un color celeste precioso.

Pero no era su tipo de mujer. Y por la forma en que Sasuke simplemente dejó la revista a un lado, tampoco.

La siguieron hasta un despacho, cuyas ventanas permanecían con las persianas bajadas para evitar miradas curiosas y al entrar, apreciaron el olor a perfume y mujer. Ya estaban acostumbrados a él.

De detrás de la mesa, otra mujer apareció para estrecharles la mano con firmeza a cada uno.

—Soy Sakura Haruno y ella es Ino Yamanaka, mi compañera. Seremos las encargadas en buscarles la cita perfecta. Por favor, tomen asiento.

Naruto y Sasuke intercambiaron una mirada, sentándose cada uno en una silla frente al escritorio. Ino le entregó una carpeta a Sakura que abrió para leer detalladamente, tomando un bolígrafo de la mesa y les miró.

—Vamos a hacerles una pequeña encuesta para rellenar mejor su informe y así poder enlazar sus intereses, costumbres y demás a otras peticiones. Antes de nada, tengo que hacerles saber que esta es una empresa seria y que no cobrará absolutamente nada de su dinero hasta que hayan encontrado a la pareja perfecta, así como también les informamos que todos nuestros contactos son personas serias, de importancia y buenas cifras monetarias. En caso de estar interesados en otro tipo de mujer o hombre, sin importarles sus cifras o su nacimiento, han de hacérnoslo saber.

—Dado que son personas de alta influencia, hemos creado un catálogo de contactos especiales para ustedes, pero siempre se puede agrandar a vuestras preferencias —continuó Ino mientras Sakura terminaba de rellenar dos de las hojas—. También, todo esto quedará privado en nuestros archivos y jamás verán la luz a menos que ustedes lo ordenen mediante un abogado o un representante.

—Si están de acuerdo con nuestras condiciones, por favor, firmen en la parte inferior. Igualmente, sean libres de leer el contrato con sumo detalle.

Sakura posó sobre la mesa dos folios para ambos. Naruto leyó por encima, reconociendo las mismas palabras que Sakura e Ino habían ido expresando. La mujer de cabellos rosas les entregó dos bolígrafos para firmar.

Naruto lo hizo antes que Sasuke y se lo entregó. Estaba… Sí, quizás esa era la palabra: desesperado.

Sasuke entregó también su parte y ambas mujeres asintieron. Ino se apartó para colocar el contrato en otras carpetas y Sakura tomó uno de los bolígrafos.

—Bien. Muchas gracias entonces por confiar en nosotros. Pasaré a hacer un test ahora. ¿Quieren que lo hagamos por separado para mantener la intimidad? —cuestionó mirándoles a ambos.

—No hace falta —negó Sasuke cruzándose de brazos. Naruto estuvo de acuerdo.

—Bien entonces —aceptó Haruno—. Ya conocemos su edad, su domicilio y sus datos necesarios, así que las preguntas que voy a hacerle van a estar enfocadas en encontrarles su pareja perfecta. Por favor, respondan sinceramente y sin mentiras.

Ambos intercambiaron una mirada. ¿Qué más secretos podían tener?

—¿Preferencia sexual? —inquirió levantando la mirada del papel. Ino se había sentado a su lado y había tomado el de Sasuke para rellenarlo a su vez.

—De ningún tipo en especial —respondió rascándose el mentón. Miró hacia Sasuke, quien también parecía dudar—. ¿Ambas?

—Sí, diría que ambas —confirmó Sasuke.

Sakura asintió y marcó algo en la hoja.

—No obstante —añadió rápidamente—. Me gustaría encontrar más una mujer que un hombre.

—Lo tendremos en cuenta —prometió Ino—. El tipo de relación que buscan es sólida o sólo un momento de placer.

Naruto casi sintió ganas de reírse y por la mueca que soportaba Sasuke en su rostro, comprendió que también.

—Sólido, por supuesto —reaccionó Sakura volviendo a escribir—. Con esto. ¿Hemos de entender que considera mostrar u obtener algún tipo de fetiche?

—¿Fetiche? —cuestionó sin comprenderla.

—Me refiero, si tienen algún tipo de predilección en cuanto a una mujer. Quizás su fetiche es que tenga los ojos oscuros y un lunar en una parte del pecho. O que sea más baja o más alta. Más delgada o más gorda.

—Realmente no —sopesó frotándose el mentón—. Supongo que ha de entrar por el ojo, pero no sabría decirte.

Sakura asintió y efectuó algunas otras preguntas alternándose con Ino. Naruto y Sasuke las respondieron con mucha sinceramente, más de la esperada. Quizás con cierta complicación.

—¿Cuál es su profesión exacta? —cuestionó Ino repentinamente.

Ambos intercambiaron una mirada dudosa. Ahí justo era el problema. Lo que provocaba que se crearan muchos conflictos, confusiones y dilemas.

—Somos actores —respondió Sasuke.

—Actores porno —recalcó él.

Ambas mujeres levantaron la mirada hacia ellos, con sorpresa. Esperó la gran pregunta que solía venir después. Sin embargo, ambas inclinaron la cabeza y escribiendo. Sasuke y él intercambiaron una mirada de duda.

—¿Buscan una mujer que trabaje en ese mundo? —cuestionó Sakura indiferente.

—No necesariamente —negó.

—No —negó Sasuke fríamente.

Naruto rechinó los dientes. Después de aquel condenado tipo lo intentara una vez con una actriz, terminó dejándolo con gesto de aburrimiento.

Ino frunció el ceño señalándole.

—A usted no le importaría.

—No —confirmó.

—Bien, con estos datos y con la ficha que han de rellenar en su apartado de internet, que ahora le enviaremos su número y cuenta, la primera parte ya está lista —informó Sakura poniéndose en pie—. Ahora, por favor, acompañadme. Os derivaré para haceros unas fotografías. Ino. ¿Te encargas del resto?

—Por supuesto —confirmó la rubia mujer guiñándoles un ojo.

Naruto y Sasuke siguieron a la otra. Sakura se detuvo frente a una puerta y, tras llamar, asomó la cabeza.

—Sai. ¿Estás libre?

—Sí.

Un hombre moreno los saludó y rápidamente, se encargó de tomarles las fotografías necesarias. Desnudarse no fue un problema y tampoco posar. Estaban acostumbrados a ellos.

—Listo. En la tarde las tienes.

—Gracias —agradeció Sakura levantando una mano en agradecimiento—. Por ahora, esto es todo. En seguida os enviaremos los datos que hemos indicado y también, la información con alguna mujer interesada en ustedes.

Naruto se estiró cansado.

—Bien. Iré a dormir, Teme. ¿Qué harás?

Sasuke ya no estaba a su lado. Tampoco la mujer.

No le dio mucha importancia, demasiado agotado con nada y regresó a su frio apartamento.

Tal y como Sakura había prometido, la clave y sus datos aparecieron en el ordenador. Rellenar el último test fue pan comido y, finalmente, se desnudó, echándose en la cama cuan largo era para poder dormir.

Sí, necesitaba descansar.

Y sí, también necesitaba encontrar el amor.

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—No quiero.

Lo dijo por quinta vez, pero su primo la ignoró como la primera, mientras ponía ante sus ojos los documentos que debía de firmar. Neji Hyûga enarcó una ceja en advertencia y, finalmente, tomó la pluma para firmar.

—Voy a hacerlo todo por ti —prometió—. No tendrás que ir a menos que sea necesario.

—Lo que no quiero es buscar el amor de este modo… —protestó mirando por la ventana de su dormitorio.

No había ni un alma en la calle.

La esperanza se le caía a los pies. Si a ella le costaba abrirse y encima, no había nadie a su alrededor, era absurdo.

—Esta empresa es muy reservada y muy cuidadosa eligiendo a las personas —continuó su apuesto primo.

Más de una vez había pensado que era buen partido, lastimosamente, Neji no pensaría jamás en ella de ese modo. Su primo la había adoptado cuando era sólo una chiquilla que escapó de las garras de su padre. Un progenitor que, al fallecer, la había dejado con una gran suma tras sus espaldas, pero con la loca condición de que debía de casarse antes de cumplir los treinta y cinco. Iba a cumplir treinta.

Su primo se negaba a que volviera a pasar hambre y que perdiera lo que le pertenecía como heredera y se lo llevaran las sanguijuelas de su familia. Una vez heredara, también podría sacar a su hermana pequeña del foco de la familia que la asfixiaba.

Mientras, sólo le quedaba dejarse guiar por él. Aunque tuviera que encontrar pareja a la fuerza.

—No tienes que quedarte con el primero —dijo suspirando Neji—. No pongas esa cara. Encontraremos al adecuado.

Hinata volvió a mirar por la ventana. Añoraba algo y ese era un sentimiento que no conseguía comprender.

¿Podía realmente encontrar el amor de ese modo? ¿De verdad era tan fácil?

Imaginó, que sólo le quedaría esperar a que pasara el tiempo.

Continuará...