Empático

En un mundo lleno de habilidades increíbles, uno diría que no hay mucho que pudiera asombrar y que tarde o temprano debía haber alguna Quirk que se repitiera.

Las respuestas eran: "Pues sí que lo hay" y "Efectivamente, se les considera una especie en sí misma".

Empáticos, así les conocía a los que, aparte de su Quirk Primordial, tenían la habilidad de percibir los sentimientos de los demás y, ayudados de esa percepción, se fusionaban con otros cómo una forma de terapia.

Hitoshi había sido entrenado toda su vida como Empático, habiendo sido adoptado por Aizawa Shouta, uno de los mejores Empáticos de U.A, no era de sorprender. Su Quirk Primordial no era muy aceptada socialmente, pero sus otras habilidades eran más que financiadas; los de su clase por lo general ayudaban a Héroes (bien se sabía la cantidad de estrés que acumulaban con el paso de su carrera), o en otros casos, se convertían en terapeutas.

Él nunca se había fusionado, o bueno, sí, pero no contaba del todo cuando la parte dominante de Shotoshi era su padre; más utilidad había encontrado en ver como se formaba Hizauta: la emoción en los ojos de sus padres al bailar al ritmo de "I see the light" (a su Papa siempre le había gustado más la versión en inglés), la luz que los envolvió luego de unos segundos, y, finalmente, la alta figura que quedó en su lugar, todo era muy inspirador.

No todas las fusiones eran románticas, la mayoría no, pero aquellas que lo eran daban tal sensación de armonía que daba pena separarles. Por eso era que su Dad había dejado de fungir cómo Empático, su esposo no sólo era eso, sino también su Campana de Calma (lo que se refería a una fusión que lograba darle paz a la atribulada alma de un Empático, quien siempre debía vivir bajo el peso de las emociones de otros), y ya no se sentía correcto fusionarse con alguien más.

Yagi Toshinori era otro Empático muy reconocido, pero su estado físico actual hacía muy peligroso que se fusionara con alguien.

También había otro Empático en la clase que le habían encargado, pero sus propias tribulaciones y malas experiencias lo llevaban a evitar la fusión.

Así que ahí estaba, fungiendo por primera vez y más joven que cualquiera del que hubiera escuchado, con la misión de ayudar a diecinueve personas de su misma edad y futuros héroes.

No podía decir si estaba ansioso por comenzar o si no quería comenzar nunca.