Irie no lo podía creer. Al fin sus labios volvían a encontrarse. Después de tanto tiempo, después de tantos meses, después de tanto sufrimiento.

La sensación para ambos fue indescriptible. Kotoko se entregó a la sensación. Los labios de Irie eran tal cual ella los recordaba. Incluso sabían mejor. Se sentían suaves, húmedos y cálidos. Irie la tocaba con delicadeza con una de sus manos y con la otra la tenía fuertemente tomada por su cintura, atrayéndola en forma posesiva hacia él. Su tacto se sentía diferente, fuerte, cálido y delicado a la vez.

Irie la besaba con parsimonia. En forma pausada, lenta al principio. Kotoko podía sentir amor en ese beso, así como una angustia desesperada. No sabía en verdad porqué sentía eso, pero llegaba a resultar incluso doloroso.

Una corriente eléctrica corría por sus venas. Solo atinó a colocar una de sus manos en la nuca de su esposo para poder corresponderle de mejor manera ese beso… porque si, ese beso estaba sintiéndose distinto. Era el primero después de tantos meses. No pudo compararlo con alguno del pasado. Sabía distinto. Se sentía distinto. Ellos ya no eran los mismos, eran distintas personas.

Irie parecía no querer detenerse. Lentamente introdujo su lengua dentro la boca de su esposa, lo que hizo que Kotoko se estremeciera por completo. Irie le estaba dando ahora un beso cargado de pasión. Kotoko escuchó un leve gemido proveniente de su esposo. La boca y lengua de Irie se estaba apoderando de ella. Naoki la giró un poco y la tomó firmemente una vez más. Pero esta vez, le afirmó su rostro con ambas manos.

Irie la estaba besando apasionadamente. Kotoko estaba entrando al éxtasis. De la ternura extrema, estaba pasando al deseo extremo. Su cuerpo comenzó a reclamar al cuerpo que tenía enfrente de ella. El único cuerpo que la conocía. El único cuerpo que la había tomado.

Irie se apegó a ella y pudo sentir como su marido la deseaba. Irie solo la besaba con pasión, sus manos no se despegaban de su rostro. Kotoko quería que la tocara, pero él parecía no tener intenciones de hacerlo.

A Kotoko comenzó a faltarle el aire. Se sentía débil ante ese Irie. Sus piernas comenzaron a desestabilizarse, se sentía mareada, así como embriagada por la sensación. Todo su cuerpo comenzó a temblar, se sentía superada por la cantidad de emociones y sensaciones que estaba sintiendo. Estaba totalmente abrumada, tanto que su cuerpo se debilitó a tal nivel que la estaba traicionado, ella supo de inmediato, que se desmayaría.

Irie sintió como Kotoko comenzaba a perder las fuerzas. No supo como, pero la abrazó contra su pecho evitando que Kotoko cayera al suelo inconsciente.

-Kotoko ¿estás bien? ¿qué te sucede? - le preguntó zamarreándola un poco.

-Si- bien- dijo ella reaccionado un poco. -No sé qué me sucedió, pero sentí cómo mi cuerpo perdía las fuerzas, cómo se desvanecía.

-Discúlpame si fui muy lejos contigo- le dijo preocupado despejando la frente de Kotoko con cariño.

-¿Mi pelo está muy mal?-le preguntó ella sonrojada al ver el gesto de su marido.

-No, está maravilloso. Algo desordenado, pero me parece maravilloso.

-¿En serio?- sonrió ella.

-Claro, puesto que se desordenó por mi culpa- le dijo sonriendo algo engreído.

Kotoko sonrió ante esa postura altanera de Naoki. Le gustaba esa sonrisa en él. Le quedaba perfecto en su apuesto rostro. Esa era la sonrisa que solía tener con ella cuando estaban en preparatoria.

-Será mejor que entremos- le dijo ella intentando ponerse de pie.

-Sí- le dijo él ayudándola a estabilizarse.

Irie la llevó hasta su cuarto tomada por su cintura. Una vez ahí, le dio un suave beso en la mejilla.

-¿Segura que estás bien?- le preguntó Irie

-Si- gracias por acompañarme hasta aquí – le dijo ella mirándolo expectante.

-¿Quieres que me quede acompañándote hasta que te duermas?

-No, eso no está permitido aquí Irie- le dijo ella sonrojándose.

-¿Ni a los maridos?- le preguntó él alzando una ceja sonriendo.

-No, ni a ellos- le dijo ella sonriendo alegre y empujándole suavemente para que se fuera.

-Parece que ya estás mejor, recuperaste tus fuerzas- le dijo riendo

-Sí

-Me alegro, descansa Kotoko. Hasta mañana.

-Sí, hasta mañana.

Dicho esto, Kotoko se encerró en su habitación. Apoyo su espalda contra la puerta y se dejó caer hasta quedar en cuchillas mientras su chal caía al suelo.

-¡Dios qué he hecho!- se recriminaba mentalmente. -¡Pero que bien se sintió! ¿Por qué me sentí así? Sentí que flotaba a su alrededor. Mi cuerpo estaba hirviendo por dentro. Fue tanto, que mi cuerpo no lo resistió. Me desvanecí en sus brazos. -¡No, no, no, nooo Kotoko, no caigas de nuevo!- dijo golpeándose las mejillas en forma reiterada. ¡Irie nunca cambiará! ¡Lo sabes! ¡has avanzado mucho Kotoko para que por un simple beso pierdas todo! ¡Pero demonios que bien se sintió!- exclamó frustrada ante ese pensamiento.

Por su lado, Irie se fue profundamente pensativo. Había podido notar la respuesta de Kotoko, su cuerpo le había respondido. Kotoko no lo había rechazado y el contacto entre ellos había sido espectacular. Tan ansiado, tan anhelado. Pero ella se había desmayado al final. ¿Qué quería decir eso? ¿Fue tanta su angustia que no la aguantó? Quizás Kotoko se había sentido presionada a tal extremo, producto de la reunión con su familia, que se sintió obligada a hacerlo… debe estar toda confundida ahora. -¡Diablos! ¡no sé que pensar!. Lo único que espero que no esté enferma- dijo mirando la fachada del hospital.

Naoki tomó su celular y le escribió un mensaje:

-¿Cómo te sientes Kotoko? Me quedé preocupado. -¿Te sientes enferma?

Pasaron los minutos y Kotoko no le contestaba, ni siquiera lo había visto. Bueno, ella de seguro no esperaba un mensaje tan luego. Si mal que mal él acababa de dejar a Kotoko en su habitación. Decidió quedarse en una banca del hospital a esperar. Debía dirigirse a su habitación a ordenar sus cosas y lo sabía. Pero esperaría a que ella le respondiera. No podía dejarla sola si ella estaba débil.

-No puedo irme- dijo en voz alta en un suspiro que se extendió por unos segundos. -Menos ahora. Si existe solo alguna posibilidad de que ella me perdone, no puedo abandonar este lugar.

Al momento de decir esto, su celular sonó. Era la respuesta a su mensaje.

- Bien. Ahora me voy a dormir, buenas noches.

-Buenas noches – se apresuró a contestar. Vio como Kotoko leía el mensaje para luego desconectarse sin mas nada que decir.

Naoki volvió a suspirar.

(*******)

Al día siguiente, Naoki llegó temprano por la mañana para reunirse con Daniel. Para variar, se encontraba con Kotoko en la sala de descanso.

-Daniel, te traje esto – le dijo pasándole unos documentos. -¡Buenos días Kotoko! ¿Cómo te sientes hoy?

Kotoko se colocó roja al verlo y el ambiente se tensó un poco. Kotoko se dio vuelta en forma brusca y le contestó sin poder mirarle directamente a los ojos.

-Bien, no te preocupes, no tengo nada.

Daniel pudo observar el cambio de actitud en Kotoko y su nerviosismo. Se notaba que algo había pasado entre los dos. Esa no era la actitud de que ella solía tomar frente a Naoki.

-Bueno, ayer te desmayaste en mis brazos- le dijo preocupado. -No sé si eso puede considerarse nada.

-¿Cómo que te desmayaste Kotoko?- le preguntó Daniel dejando los papales aún lado.

-Sí, pero creo que fue cansancio- dijo ella mirando a Irie preocupada. No quería que Irie usara eso en contra de Daniel. La pelea entre ellos dos, era agotante.

-¿No te contó?- le preguntó Irie a Daniel. Kotoko palideció.

-Si, ayer fuimos a cenar con mis padres y al regresar… - lo miró con ojos de victoria – haciendo una leve pausa para mirar a Kotoko y verle los ojos de horror que tenía – … Pero cuando veníamos de regreso, se sintió mareada y se desmayó por unos segundos- dijo suspirando. -Me preocupé de dejarla en su habitación, pero no me dejó pasar la noche a su lado- sonrió burlesco.

-Kotoko, ¿Estás bien?- le preguntó Daniel acercándose a ella para tocarle la frente y tomarle el pulso.

-Sí, por favor no exageren esto. Fue solo un leve desvanecimiento- dijo ella sonrojada.

-Mmmm – dijo preocupado Daniel mientras contaba su pulso y esperaba el tiempo mirando su reloj.

-Si, pareces estar bien. Si quieres ve a descansar a tu habitación. Te daré un permiso- le dijo sacando su libreta de recetas médicas.

-Ve- Kotoko- le dijo Irie serio. Eso sonaba a una instrucción y no a una petición. A Kotoko le sorprendió un poco el tono autoritario, pero a decir verdad, se encontraba cansada. Era mejor obedecer y salir ahí luego. No creía poder estar con los dos juntos discutiendo durante todo el día.

-Ok, me voy. La verdad estoy cansada- dijo suspirando largo y tendido.

Daniel emitió su permiso y Kotoko se retiró.

-¿Crees que esté enferma?- le preguntó a Irie.

-No, espero que no- le respondió algo preocupado.

-Mmmm – dijo Daniel. -A todo esto, ¿Por qué estas aquí?- le preguntó acodándose que Irie había llegado con unos documentos.

-Te traje mi solicitud para congelar mi carrera – le respondió Irie como si nada. -Tengo que entregárselos al director, pero prefiero hacerlo a través de ti. Eres el médico residente. Es como lo mismo.

-¿Vas a congelar tu carrera?- le preguntó sorprendido.

-Si, no me voy a ir sin Kotoko – le dijo mirándolo fijamente a los ojos. -Si ella debe quedarse aquí para terminar su pasantía, esta bien y lo acepto, ella se queda, pero yo me quedo a su lado. Arrendaré algo y buscaré un trabajo de medio tiempo, no sé aún. Se suspendió mi permiso para permanecer en esta escuela… así que no me queda otra que congelar mis estudios por un tiempo.

-Irie… - comentó Daniel. -¿En serio estás dispuesto a congelar tu carrera?

-Sí, ahí está mi solicitud formalizada. Por favor dile a todos que estoy sumamente agradecido por la oportunidad que me han dado, pero que, en verdad, mi lugar esta donde esté mi esposa – le dijo haciendo una pequeña reverencia.

Daniel miró los documentos y los leyó. Ahí estaba su dimisión. Era tal cual decía Irie. Todos estaban debidamente llenados y firmados. Irie de verdad estaba renunciando a su carrera.

-Fue un gusto Daniel- le dijo alzando su mano para despedirse de él. -No creas que no me verás más por estos lados, pero al menos, ya no te estorbaré dentro del hospital.

Daniel miró la mano alzada de Irie algo sorprendido por la rectitud y solemnidad que estaba mostrando su "rival" en esos momentos. Estaba haciendo lo que nadie esperaba que hiciera. Todos creían que se iría. Irie tenía las mejores calificaciones, era una soberana estupidez irse. Daniel rodó los ojos.

-Ya deja esa actitud tan correcta- le dijo Daniel pasando por alto la mano de Irie. -No se acepta su dimisión – dijo tomando los documentos y rompiéndolos en dos. -Continuará sus estudios aquí doctor Irie.

-¿Pero qué haces Daniel? ¡No, no los rompas! ¿Por qué haces esto? - le dijo sorprendido.

-¿No me escuchaste? ¡Te dije que continuarás tus estudios acá! - le dijo con un tono autoritario y más fuerte de lo usual- Estoy diciéndole doctor Irie, que su permiso se extiende hasta que termine el semestre. De ahí ya veremos como continuamos.

-Pero la directora dijo…

-Si sé lo que dijo. Pero le acabo de decir que no acepto su dimisión. Ahora preséntese a clases y continúe con su rutina establecida.

-Daniel- le dijo Irie emocionado. La verdad es que esperaba algo así de él.

-¿No vas a llorar verdad?-le preguntó Daniel irónico.

-No- le respondió divertido por el comentario. -Pero estuviste cerca de emocionarme hasta las lágrimas. Aunque no entiendo por qué me permites quedar.

-Ya te lo dije una vez, mantén a tu enemigo cerca – sonrió en forma maliciosa. -Irie lo miró serio. – Fue verdad cuando te dije que quería que Kotoko escogiera con quien quería quedarse. Si ella me escoge a mi, será porque se dio cuenta que ya no te ama, estando tú presente. No conviviendo con la sombra de alguien. Si ella va a escogerme que sea porque ya te olvidó.

-¿Y si no es así? ¿Y si ella me escoge a mi? - le preguntó Irie alzando la cabeza con algo de arrogancia.

-De ser así, ambos podrán regresar juntos y felices una vez terminada la pasantía- respondió Daniel guardando los papeles destruidos en la misma carpeta que Irie le había entregado.

-¿Así sin más?

-Sí, así sin más – le dijo Daniel emprendiendo la retirada.

-¿Te rindes?- le preguntó esperanzado.

-No, para nada. Ahora viene la real pelea. La recta final ¿No crees? - sonrió.

-No, no pelearé más contigo, me has demostrado ser mejor persona que yo…- sonrió Irie algo melancólico. Solo que no dejaré que transformes mi estado civil a divorciado.

Tanto él y Daniel sonrieron. De pronto sonó la alarma de urgencias. Daniel, lo miró de soslayo como gesto de despedida, y sin decirle nada, ya que no era necesario, se fue rápidamente de ahí para atender al paciente que acaba de llegar.

Irie lo miró alejarse, estaba una vez más totalmente admirado de la clase de hombre que era Daniel.

Aquí les dejo una breve actualización…. Pronto el desenlace final. Y si, esta vez será pronto. Un beso para todos los que están esperando que actualice. Se agradecen desde ya sus comentarios a medida que vaya subiendo los capítulos que quedan. Siempre es importante leerlos.

Espero de corazón que tanto ustedes como sus familias estén bien… y que esta historia en algo les pueda a aportar, para poder sobrellevar estos tiempos de cuarentena.