No era la primera, ni seria la ultima vez que esas viejas y desplazadas memorias le paseasen por la mente, como si de un disco rayado se tratase, era algo con lo que había aprendido a convivir en su larga (y aparentemente ilimitada) vida.

Siempre podía escuchar las mismas voces, lejanas, casi acalladas, como si ella lo escuchase todo detrás de una pared de un grosor considerable, pero no lo suficiente para anular por completo los sonidos que venían de fuera.

Esos sonidos, esa era otra de las tantas constantes de esas "pesadillas", aunque prefería el sencillo termino de "mal sueño".

Murmullos que probablemente eran gritos, pasos apresurados, débiles sonidos de detonaciones que, gracias a su entrenamiento, sabia perfectamente, eran disparos, los sonidos venían seguidos siempre de una sensación de claustrofobia intensa, era quizá eso lo que le impedía poner las piezas juntas (además claro de la incapacidad de "ver" dentro del sueño hasta cierto punto).

Después de pasar instantes en la oscuridad, la misma rápida sucesión de imágenes se le abalanzaba encima como si de una avalancha se tratase, oh, cuantas veces no había tratado de darle sentido a esas imágenes, hasta le había pedido ayuda a Ramses, quizá una o dos veces, pero parecía que el mismo se negaba a recordar en profundidad los eventos previos a que ellos llegaran a este mundo.

Escenas borrosas, vidrios rotos, eso era lo único que podía discernir de las dos primeras, lo que seguía era su borrosa visión enfocando a su mano, cubierta de sangre, todo se desvanecía, y la "pesadilla" cerraba, perpetuamente, con un disparo de alto calibre, acompañado de un grito desgarrador embriagado de ira y miedo.

...

Abrió los ojos, como en todas las "pesadillas" desde que tenia memoria, no hubo grito, ni hubo sobre salto, gustaba de pensar que esto era gracias a sus genes, y que no era en en realidad una psicopata retorcida en un cuerpo creado en un laboratorio.

Su visión regreso rápidamente, mirando instintivamente por la ventana, un letrero fue rebasado rápidamente por el vehículo en el que se encontraba, pero fue suficiente esos segundos que miro para dar cuenta de hacia donde se dirigían.

"Carcere, 1 KM"

Le dirigió la mirada a su guardián, que conducía de manera serena y relajada, tal y como era Ramses casi todo el tiempo.

En su despertar, y viendo que Ramses parecía no haberse percatado de que le estaba mirando, decidió iniciar esta conversación con otro de sus comentarios sarcásticos, en referencia a la alocada vida amorosa de su mentor, guardián y amigo.

"Entonces," Acompaño el inicio de su comentario con una pausa y una risita "¿Si era una de tus novias?"

El viejo ex-sacerdote miro a su protegida de reojo, sin quitarle la vista al camino completamente, aunque ello no le quito el ímpetu a su respuesta.

"Créeme, es la ultima mujer que caería en mis brazos" fue una declaración digna de su mujeriega aunque célere naturaleza "En realidad me dijo por el teléfono que era algo importante, aunque no dijo de que se trataba con exactitud".

La parte de "La única mujer que nunca caería en mis brazos" pese a sonar ligeramente arrogante (como en ocasiones podía ser Ramses cuando hablaba de su vida romántica) acciono una pequeña pista en su mente de a quien se podía estar refiriendo.

Si, hace quizá diez años, oh, justo antes de aquella aventura por Europa que trajo infortunio y buenos ratos, una sonrisa agradable, y un olor a viejas enciclopedias que no encajaban con su joven persona, una bata blanca...

Ella salio de sus pensamientos rápidamente, y volvió a mirar a su mentor.

"¿Me imagino que ya le recuerdas, no?" El tomo una curva mientras esperaba una respuesta.

"Si, ese olor a viejas enciclopedias es un tanto inescapable, aunque si permanece fuera de la vista y la mente lo suficiente, puede olvidarse, como tantas otras cosas" Ella permaneció en silencio un momento "Además, ¿no fue a ella a la que le entregaste el fragmento antes de esa faena?"

Ramses asintió.

"Dahlia" Con eso su acompañante de juvenil pelo plata pareció recordar hasta el ultimo detalle "Solo espero que no sea algo malo, o algo relacionado al fragmento"

"¿Y si lo es?"

Ramses permaneció en silencio un momento.

"Esperemos que no"

La conversación sobre el fragmento se desvaneció en ese punto, en particular por la proximidad a la metrópoli, en particular, al puesto de control que era la antesala a la industrial ciudad.

La camioneta fue desacelerando de manera suave y fluida hasta detenerse al lado del puesto de guardias a plena luz del día.

Inmediatamente, y de la manera mas mecánica, portando aquel uniforme militar emblasonado por el mítico león de san marcos, el guardia en turno se aproximo al vehículo, con un rifle colgándole del hombro, y una cara que denotaba la cantidad de años que llevaba en ese puesto, y realizando una pregunta de manera tan sosa y cansada que parecía que en años no había visto algo mejor.

"¿Motivo de entrada?" Una mirada fija que recompuso su cansancio acompaño la voz del guardia.

Ramses, sin perder el tiempo decidió responder las preguntas lo mas rapido posible, con tal de superar el punto de control civil.

"Motivos personales".

Un parpadeo acompaño al pequeño silencio que el guardia hizo durante unos instantes antes de continuar con su interrogatorio rutinario.

"¿Esta en posesión de algún elemento ilegal?"

"No"

"¿Tarjetas de acceso?".

El militar pudo ver como el anciano le toco el hombro a su joven acompañante, la cual se había puesto unos audífonos, pero se percato del llamado de atención del mayor, el cual le hizo una seña con los dedos, la cual ella entendió, y rebuscando en un bolsillo de su chaqueta, saco, instantes después una pequeña tarjeta que contenía su foto y era de un grosor considerable.

En cuestión de instantes el anciano tenia su tarjeta y la de su acompañante en su mano y se la entrego rápidamente al guardia.

Este regreso al puesto y se aproximo a una pequeña maquina de perforación, a cada tarjeta le sobraban tres usos, paso ambas por la maquina, la cual, con un pequeño sonido, le quito un uso a cada tarjeta.

El guardia regreso rápidamente al vehículo, y les entrego a ambos las tarjetas.

"Ahora, ¿seriáis tan amables de bajar del vehículo?" Un parpadeo "Es necesario revisarlo antes de que ingrese"

Ramses se quedo mirando al guardia unos instantes, y en lugar de bajar del vehículo, hizo una sencilla pregunta.

"¿Cuanto seria?"

Hubo un silencio sepulcral durante un minuto.

"500 Liras"

El peli-canoso asintió, comenzado a buscar su billetera, campante, empezó a contar varios billetes de alta denominación, los cuales retiro rápidamente, y entrego al guardia, el cual miro con un toque de complacencia en sus ojos su soborno, guardándolo rápidamente en su bolsillo, acto seguido, se adentro en su puesto una vez mas, accionando el interruptor que abría las puertas hacia la metropolitana Carcere.

No hubo mas contacto visual entre los dos hombres luego del soborno, y los demás guardias hicieron la vista gorda, dedicándose a sus otras actividades, como si el vehículo que acababa de pasar sin ser revisado nunca hubiese aparecido, ni existido.